Servicio diario - 21 de noviembre de 2016


 

El Papa concede a todos los sacerdotes la facultad de absolver el pecado de aborto
Posted by Rocío Lancho García on 21 November, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Misericordia et misera, las dos palabras que san Agustín usa para comentar el encuentro entre Jesús y la adúltera, son las elegidas por el papa Francisco para dar nombre al documento conclusivo del Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia. Una carta apostólica en la que pide que la misericordia no sea “un paréntesis en la vida de la Iglesia”. El Papa pide “iniciativas creativas” y recuerda que “es el momento de dejar paso a la fantasía de la misericordia”. Además, da indicaciones precisas sobre cómo concretar esta misericordia.
Dando las gracias a los “misioneros de la misericordia”, sacerdotes que durante este año han podido perdonar pecados reservados a la sede apostólica, el Papa indicado que este ministerio extraordinario no cesará con la clausura de la Puerta Santa. Así, desea que “se prolongue todavía, hasta nueva disposición, como signo concreto de que la gracia del Jubileo siga siendo viva y eficaz, a lo largo y ancho del mundo”.
Por otro lado, “para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios”, de ahora en adelante Francisco concede a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, “la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto”.
Asimismo, en el Año del Jubileo el Pontífice había concedido a los fieles, que por diversos motivos frecuentan las iglesias donde celebran los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X, fundada por Marcel Lefebvre y que no acepta el Concilio Vaticano II, la posibilidad de recibir válida y lícitamente la absolución sacramental de sus pecados. “Por el bien pastoral de estos fieles”, y “confiando en la buena voluntad de sus sacerdotes”, para que se pueda recuperar con la ayuda de Dios, la plena comunión con la Iglesia Católica, el Santo Padre establece que esta facultad “se extienda más allá del período jubilar, hasta nueva disposición, de modo que a nadie le falte el signo sacramental de la reconciliación a través del perdón de la Iglesia”.
Además, el Santo Padre considera oportuno que cada comunidad, en un domingo del Año litúrgico, “renovase su compromiso en favor de la difusión, conocimiento y profundización de la Sagrada Escritura”. Un domingo –precisa– dedicado enteramente a la Palabra de Dios para comprender la inagotable riqueza que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo.
Finalmente, el papa Francisco instituye el XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, es decir, el domingo anterior a Cristo Rey, la Jornada mundial de los pobres.


Francisco invita a dejar paso a la “fantasía de la misericordia” y dar vida a “iniciativas nuevas”
Posted by Rocío Lancho García on 21 November, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye su misma existencia, que manifiesta y hace tangible la verdad profunda del Evangelio. Todo se revela en la misericordia; todo se resuelve en el amor misericordioso del Padre. Lo dice el papa Francisco en su carta apostólica Misericordia et misera, que ha escrito el finalizar el Año Santo de la Misericordia.
De este modo, además de dar una serie de indicaciones precisas para que lo vivido este Jubileo se “prolongue” en el tiempo, el Santo Padre reflexiona una vez más sobre este don de Dios.
Así, el Pontífice recuerda que el perdón es el signo más visible del amor del Padre, que Jesús ha querido revelar a lo largo de toda su vida. “No existe página del Evangelio que pueda ser sustraída a este imperativo del amor que llega hasta el perdón”, asegura. De este modo, señala que nada de cuanto un pecador arrepentido coloca delante de la misericordia de Dios “queda sin el abrazo de su perdón”. Por este motivo, explica el Papa, “ninguno de nosotros puede poner condiciones a la misericordia; ella será siempre un acto de gratuidad del Padre celeste, un amor incondicionado e inmerecido”.
El Santo Padre precisa que se necesitan testigos “de la esperanza” y “de la verdadera alegría para “deshacer las quimeras que prometen una felicidad fácil con paraísos artificiales”. El vacío profundo de muchos –alienta Francisco– puede ser colmado por la esperanza que llevamos en el corazón y por la alegría que brota de ella.
En esta misma línea, el Santo Padre explica que hemos celebrado un Año intenso, “en el que la gracia de la misericordia se nos ha dado en abundancia”. Como un viento impetuoso y saludable, “la bondad y la misericordia se han esparcido por el mundo entero”, asegura el Papa.
Ahora, concluido este Jubileo, “es tiempo de mirar hacia adelante y de comprender cómo seguir viviendo con fidelidad, alegría y entusiasmo, la riqueza de la misericordia divina”, alienta. Por esta razón, el Papa pide que “no limitemos su acción; no hagamos entristecer al Espíritu, que siempre indica nuevos senderos para recorrer y llevar a todos el Evangelio que salva”. Además, recuerda que “estamos llamados a celebrar la misericordia”.
Por otro lado, el Pontífice pide abrir “el corazón a la confianza de ser amados por Dios”. Su amor –añade– nos precede siempre, nos acompaña y permanece junto a nosotros a pesar de nuestro pecado.
Respecto a la escucha de la Palabra de Dios el Santo Padre recomiendo mucho “la preparación de la homilía y el cuidado de la predicación”. Así, reconoce que será tanto más fructuosa, “cuanto más haya experimentado el sacerdote en sí mismo la bondad misericordiosa del Señor”.
Tal y como explica el Papa en este documento, la Biblia es la gran historia que narra las maravillas de la misericordia de Dios. Cada una de sus páginas está impregnada del amor del Padre que desde la creación ha querido imprimir en el universo los signos de su amor. Por eso el Santo Padre manifiesta su vivaz deseo de que la Palabra de Dios se celebre, se conozca y se difunda cada vez más, “para que nos ayude a comprender mejor el misterio del amor que brota de esta fuente de misericordia”.
A los sacerdotes, renueva la invitación a prepararse con mucho esmero para el ministerio de la Confesión, que es una verdadera misión sacerdotal. Y les pide que sean acogedores con todos; testigos de la ternura paterna, solícitos en ayudar a reflexionar sobre el mal cometido, claros a la hora de presentar los principios morales, disponibles para acompañar a los fieles en el camino penitencial, siguiendo el paso de cada uno con paciencia, prudentes en el discernimiento de cada caso concreto y generosos en el momento de dispensar el perdón de Dios. Asimismo, les recuerda que “nosotros hemos sido los primeros en ser perdonados” y “hemos sido testigos en primera persona de la universalidad del perdón”. No existe ley ni precepto –asegura el Pontífice– que pueda impedir a Dios volver a abrazar al hijo que regresa a él reconociendo que se ha equivocado, pero decidido a recomenzar desde el principio.
Todos, reconoce el Papa, tenemos necesidad de consuelo, porque ninguno es inmune al sufrimiento, al dolor y a la incomprensión.
Por otro lado, también señala que en un momento particular como el nuestro, caracterizado por la crisis de la familia es importante que llegue una palabra de gran consuelo a nuestras familias. “El don del matrimonio es una gran vocación a la que, con la gracia de Cristo, hay que corresponder con al amor generoso, fiel y paciente”, reconoce el papa Francisco.
La gracia del Sacramento del Matrimonio — indica el Santo Padre– no sólo fortalece a la familia para que sea un lugar privilegiado en el que se viva la misericordia, sino que compromete a la comunidad cristiana, y con ella a toda la acción pastoral, para que se resalte el gran valor propositivo de la familia.
En la carta apostólica, el Pontífice subraya que “termina el Jubileo y se cierra la Puerta Santa” pero “la puerta de la misericordia de nuestro corazón permanece siempre abierta, de par en par”. Al respecto, reconoce que durante el Año Santo, especialmente en los «viernes de la misericordia», ha podido darse cuenta de cuánto bien hay en el mundo. Existen personas –reconoce el Papa– que encarnan realmente la caridad y que no llevan continuamente la solidaridad a los más pobres e infelices.
Es el momento de dejar paso a la fantasía de la misericordia para dar vida a tantas iniciativas nuevas, fruto de la gracia. Ya que todavía hay poblaciones enteras que sufren hoy el hambre y la sed, grandes masas de personas siguen emigrando, la enfermedad es una causa permanente de sufrimiento, las cárceles son lugares en los que las condiciones de vida inhumana causan sufrimientos, el analfabetismo está todavía muy extendido, la cultura del individualismo exasperado hace que se pierda el sentido de la solidaridad y la responsabilidad hacia los demás. Por eso, el Papa precisa que “las obras de misericordia corporales y espirituales constituyen hasta nuestros días una prueba de la incidencia importante y positiva de la misericordia como valor social”.
Por todo ello, el Papa pide que nos esforcemos “en concretar la caridad” y “en iluminar con inteligencia la práctica de las obras de misericordia”. Estamos llamados –asegura– a hacer que crezca una cultura de la misericordia, basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás. Asimismo, concluye asegurado que “este es el tiempo de la misericordia”. Cada día de nuestra vida está marcado por la presencia de Dios, que guía nuestros pasos con el poder de la gracia que el Espíritu infunde en el corazón para plasmarlo y hacerlo capaz de amar.


El Papa tiene “alergia” a los aduladores
Posted by Redaccion on 21 November, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco concedió una nueva entrevista, esta vez a TV2000 y a InBluRadio, de la Conferencia Episcopal Italiana, en ocasión de la clausura del Año Santo de la Misericordia. De este modo, el Santo Padre reflexiona sobre el Jubileo y los “viernes de la misericordia” y otros temas como la “pastoral con los presos” o la “idolatría del dinero”. Además cuenta su “secreto” para no sufrir estrés y reconoce sentir “alergia” contra los “aduladores”.
El Año de la Misericordia, observa el Papa en la entrevista era “una necesidad para este mundo que creo tiene la enfermedad del descarte, la enfermedad de cerrar el corazón, del egoísmo”. Y asegura que “ha abierto el corazón y mucha gente se ha encontrado con Jesús”.
Respecto a los viernes de la misericordia, el Pontífice recuerda de forma espacial dos situaciones. La primera es cuando visitó a las mujeres que están siendo rescatadas de la prostitución. Menciona a una procedente de África. “Estaba embarazada. No solo había sufrido la explotación, sino que incluso la habían sometido a palizas y torturas”, y añade que además dio una vez a luz sola, en invierno, en la calle. A esta mujer “un día le cortaron una oreja porque no había ganado lo suficiente”, lamenta. Otro momento que recuerda especialmente de los viernes de la misericordia es el día que fue a acompañar en los dos extremos de la vida: enfermos terminales y neonatos. En la sala de maternidad encontró a una mujer llorado, delante de sus hijos gemelos, el tercero había muerto. “Entonces pensé en esa costumbre de deshacerse de los niños antes de que nazcan, ese horrendo crimen. Se deshacen de ellos porque les resulta mejor así, porque es más cómodo. Es una responsabilidad muy grande, es un pecado gravísimo”, subraya el Santo Padre en la entrevista.
Por otro lado, el Papa recuerda una vez más que “el enemigo más grande de Dios es el dinero”. El dinero –asegura– es un instrumento hecho para servir, y la pobreza está en el corazón del Evangelio y Jesús habla de este desencuentro: dos señores, dos jefes.
Respondiendo a una pregunta sobre “cuáles son las tentaciones de un Papa”, Francisco precisa que “son las tentaciones de cualquier persona”. Además, recuerda que “las tentaciones nos acompañan hasta el último momento”.
Otro tema abordado fue la labor con los presos. Por eso, el Santo Padre insiste en que “si una pena no tiene esperanza no es una pena cristiana, no es humana”. Por eso –asegura– la pena de muerte no está bien.
Haciendo referencia a la obra de misericordia “soportar pacientemente a las personas molestas”, pregunta al Papa “¿qué le resulta más difícil de soportar: los insultos de sus detractores o la fingida admiración de sus aduladores?” A lo que Francisco responde que tiene “alergia de los aduladores”. Porque –explica– adular a otro es usar a una persona para un uso, de forma oculta o visible, pero para conseguir algo para sí mismo. Es indigno. En cuanto a los detractores observa que “los detractores hablan mal de mí porque me lo merezco, porque soy un pecador: o al menos eso quiero pensar (risas)”.
Para concluir la entrevista, el Santo Padre responde a una pregunta sobre cómo afrontar el “estrés”. “No sé cómo lo hago, pero… yo rezo: eso me ayuda mucho. Oro. La oración es una ayuda para mí, es estar con el Señor”, afirma el Pontífice. Además “duermo bien”, reconoce. Y asegura que el día de las réplicas del terremoto no sintió nada.


Más de 900 millones de fieles han atravesado una Puerta Santa durante el Jubileo
Posted by Redaccion on 21 November, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, ha hecho un balance del Año Jubilar de la Misericordia durante una rueda de prensa celebrada esta mañana, “para comprender el valor que ha tenido en la vida de la Iglesia”.
Con “datos seguros” ha podido confirmar que la participación en el Jubileo en Roma ha sido de 21.292.926 peregrinos. El grupo más numeroso es el procedentes de Italia, seguido por el grupo de lengua alemana y los procedentes de Estados Unidos, Polonia, España… para llegar incluso a países como Rusia, China, Japón, Corea del Sur, Venezuela, Chad, Ruanda, Angola o Nepal. En total, peregrinos procedentes de 156 países de todo el mundo han estado presentes en Roma. Mientras que en las diócesis, se calcula que entre 700 y 850 millones de fieles han atravesados la puerta santa desde el 8 de diciembre de 2015 hasta el mes de noviembre de 2016.
A esta cifra es necesario añadir los fieles que han atravesado las Puertas de la Misericordia abiertas en los santuarios y en los lugares de peregrinación de todo el mundo. Al respecto, se puede verificar que los más grandes santuarios han registrado una afluencia media de 3 millones de fieles. La suma de todos los datos, ha indicado monseñor Fisichella, precisa que entre 900 y 950 millones de fieles han atravesado la Puerta Santa. Por otro lado, ha señalado que este Jubileo “ha viajado” también por internet con una gran movilización en la web y en las redes sociales.
El presidente del dicasterio vaticano ha dedicado también unas palabras sobre los voluntarios de este Año Jubilar en Roma. Han sido 4000 llegados de 36 países diferentes. El más anciano ha sido uno hombre de 84 años mientras que el más joven tenía 18. Todos ellos, ha asegurado, merecen “nuestro aplauso y sincero agradecimiento por la tarea y el sacrificio realizado”.



Los reyes de España visitan la sede de la Conferencia Episcopal
Posted by Redaccion on 21 November, 2016



(ZENIT – Roma).- La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) celebra del lunes 21 al viernes 25 de noviembre su 108º reunión. El arzobispo de Valladolid y presidente de la CEE, el cardenal Ricardo Blázquez Pérez, ha abierto esta mañana la Asamblea con el discurso inaugural.
Durante esta reunión de los obispos españoles, los reyes realizarán una visita a la Asamblea Plenaria con motivo del 50º aniversario de la Conferencia Episcopal Española, el martes por la mañana.
Los reyes responden así –indica el comunicado de la CEE– a la invitación cursada por el cardenal Ricardo Blázquez, en un encuentro anterior con Felipe VI. Los reyes llegarán a la Conferencia Episcopal a las 12 del mediodía, donde serán recibidos por el presidente de la CEE y el secretario general. Tras una visita a la capilla, se encontrarán con los obispos españoles en el salón de la Plenaria. Allí tanto el presidente de la CEE como el rey pronunciarán sendos discursos.
Durante esta semana de Plenaria los obispos trabajarán principalmente sobre tres temas. En primer lugar, “estudio sobre la misión de los formadores y directores espirituales en la formación integral de los candidatos al sacerdocio”. En segundo lugar, el “estudio de la situación actual del clero en España, sobre el que está trabajando la Comisión Episcopal del Clero”. Y finalmente “la subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida ofrecerá una reflexión sobre la pastoral familiar a la luz de la Exhortación PostSinodal “Amoris Laetitia”.
Además, como es habitual en la Plenaria de noviembre, “se presentarán para su aprobación los balances y liquidación presupuestaria del año 2015, los criterios de constitución y distribución del Fondo Común Interdiocesano y los presupuestos de la CEE y de los organismos que de ella dependen para el año 2017”.
Finalmente, los obispos tratarán diversos asuntos de seguimiento, se repasarán las actividades de las distintas Comisiones Episcopales y se procederá a la aprobación de distintas asociaciones Nacionales.


El Gobierno de Paraguay concede indultos y mejores condiciones en las cárceles por el Año de la Misericordia
Posted by Redaccion on 21 November, 2016



(ZENIT – Roma).- El presidente de Paraguay, Horacio Cartes, ha otorgado el indulto a varios internos e internas de diferentes penitenciarías y correccionales, dependientes del Ministerio de Justicia, con motivo del Año de la Misericordia.
El indulto incluye a 16 personas, de las cuales 10 son mujeres, que cumplen condena en el penal del Buen Pastor, en el correccional Juana María de Lara y en la penitenciaría regional de Encarnación. El ministro de Justicia, informa presidencia del Gobierno, anunció una inversión de 80 millones de dólares en infraestructuras carcelarias del país para mejorar las condiciones de vida de los internos.
La población penitenciaria de Paraguay asciende a 13.071 personas, pese a que la infraestructuras solo tiene capacidad para albergar a 6.643 internos.
Con ocasión del Jubileo de los reclusos, el Santo Padre hizo un llamamiento el pasado 6 de noviembre, en favor de la mejora de las condiciones de vida en las cárceles de todo el mundo, para que sea respetada plenamente la dignidad humana de los detenidos. Además, reiteró “la importancia de reflexionar sobre la necesidad de una justicia penal que no sea exclusivamente punitiva, sino que esté abierta a la esperanza y la perspectiva de reinsertar al reo en la sociedad”. De manera especial, invitó a las autoridades civiles competentes de cada país a considerar la posibilidad de realizar, este Año Santo de la Misericordia, “un acto de clemencia en favor de los presos que se consideren idóneos para que se beneficien de tal disposición”.


San Pedro Esqueda Ramírez – 22 de noviembre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 21 November, 2016



(ZENIT – Madrid).- Nació en San Juan de los Lagos, Jalisco, México, el 29 de abril de 1887. Sus padres Margarito Esqueda y Nicanora Ramírez ignoraban que habían traído al mundo a una persona auténtica, valiente, que sería testigo de Cristo ante el mundo. Con escasos recursos económicos, la familia vivía alumbrada por la fe que recibió el muchacho, y que se ocupó de acrecentar con la gracia divina. Por eso, la conocida expresión «estamos en manos de Dios» que frecuentemente se formula cuando la incertidumbre ante un futuro incierto hace acto de presencia, sean cuales sean las razones, no fue para él un comentario lacónico, una especie de comodín verbal sin más pretensiones, como tantas veces ocurre. Este joven intrépido y valeroso sostuvo rigurosamente esta convicción, con la hondura que encierra de absoluta confianza en la voluntad divina, en el instante más álgido de su corta existencia.
Su temprana vinculación a la parroquia como niño de coro y monaguillo despertó su vocación al sacerdocio. Su expediente académico era impecable. Responsable y aplicado en sus estudios, siempre cosechando buenas notas, hicieron de él un alumno modélico para Piedad y Pedro, dos de sus profesores y directores de los centros en los que se educó. En esa infancia enriquecida por la piedad, y saludablemente gozosa, se habituó a rezar el rosario. Erigía altares en los que simulaba estar oficiando misa, el sueño que alimentaba en su espíritu.
Tenía 15 años cuando ingresó en el seminario auxiliar de San Julián, dejando el incipiente trabajo en una zapatería, porque su padre juzgó conveniente que iniciase la carrera eclesiástica. Allí siguió mostrando sus cualidades para el estudio, que eran tan solo un matiz de las muchas que le adornaban. En el seminario permaneció recibiendo formación hasta que las autoridades federales determinaron cerrarlo en 1914. No había podido ser ordenado, pero era ya diácono, y al regresar a su ciudad natal actuó como tal en la parroquia hasta que en 1916, después de haber completado estudios en el seminario de Guadalajara, se convirtió en sacerdote. Recibió el sacramento a finales de ese año en la capilla del hospital de la Santísima Trinidad. A continuación fue designado vicario de la parroquia en la que trabajaba. En ella permaneció hasta su muerte; once años de intensa actividad pastoral, dando lo mejor de sí. Dinamizó la vida apostólica con una excelente labor catequética que tenía como objetivo a los niños, a la par que impulsaba la asociación Cruzada Eucarística inducido por su amor a la Eucaristía, devoción que, junto a la que profesaba a la Virgen, extendió entre los fieles. De la Eucaristía extraía su fortaleza y aliento. Fue también un ángel de bondad para los pobres.
Las fuerzas gubernamentales en una feroz campaña anticlerical habían dictado orden de persecución, y las buenas gentes del pueblo intentaron convencer a Pedro para que huyese a otro lugar. Sólo aceptó refugiarse de manera provisional en algunos lugares siempre cercanos a los fieles, a quienes de ese modo seguía atendiendo pastoralmente. Los sacerdotes y religiosos que han derramado su sangre por Cristo y su Iglesia en medio de conflictos políticos fueron caritativos y se caracterizaron por la libertad evangélica. No tuvieron acepción de personas, ni militaron en bandos determinados. Arraigados en Cristo se desvivían por las necesidades de sus fieles, con independencia de sus ideologías. Así era Pedro.
Al inicio de noviembre de 1927 buscó refugio en Jalostotitlán, Jalisco. Pero regresó a San Juan llevado por su amor a los feligreses; no quiso dejarles sin asistencia. Se alojó en el hospital del Sagrado Corazón. El pueblo quería a ese sacerdote que habían visto crecer entre ellos, pero temían a las represalias de las autoridades si le daban cobijo; por eso, a veces algunas personas no le franquearon la puerta de sus moradas. Sin embargo, la gran mayoría no ocultaba su preocupación por su destino. Y las anfitrionas de una casa en la que fue acogido, le rogaron seriamente que escapara. Pero Pedro no estaba dispuesto a ello, y dando testimonio de su gran fe, decía: «Dios me trajo, en Dios confío». Este sentimiento, que reiteró ante otros vecinos, en ningún modo puede ser espontáneo cuando la vida está en peligro; estaba asentado en un corazón orante firmemente clavado en el corazón del Padre, abierto a su gracia.
Fue detenido el 18 de noviembre de ese año 1927. En un mísero y oscuro cuartucho sufrió pacientemente la fiereza de los azotes y otras crueldades que le ocasionaron la fractura de uno de sus brazos; por ello los federales no pudieron verle expirar en la hoguera, como habían previsto. Pero el tormento más doloroso fue ver profanados ante sí los objetos sagrados, destruidos los ornamentos y saqueado el archivo parroquial. Una cruel e infame tortura para un hombre de Dios, una persona inocente que lo único que perseguía era amar a Cristo y a los demás. Las incesantes vejaciones martiriales duraron hasta el 22 de noviembre. Maniatado y lleno de heridas le obligaron a subir por sí mismo a un árbol. Allí fue tiroteado sin piedad por un alto oficial que vertió en él su torrente de ira al ver que no podía sostenerse en la pira que habían dispuesto para ajusticiarlo prendiendo fuego al árbol en cuestión. Camino de su particular calvario, envuelto en un heroico silencio, dejó su testamento de fidelidad a la catequesis y al evangelio en unos niños que se acercaron a él. Juan Pablo II lo canonizó el 21 de mayo del 2000.