POPULAR TV

Cardenal Osoro: “Ni podía soñar que iba a estar hoy aquí y ser cardenal”


 

Radiante y feliz, acompañado de curas y fieles de Ourense, Oviedo, Valencia y Madrid, el purpurado dio las “gracias a todos” y les pidió que lleven “la bendición a las diversas iglesias donde he estado”.

A su lado, en el altar, unos 65 curas de las tres diócesis que pastoreó y de la que pastorea. Acompañado de todo el equipo de gobierno de la archidiócesis de Madrid, capitaneado, por el vicario general, Avelino Revilla, y por los obispos de Pamplona, monseñor Pérez, y por el emérito de Ciudad Real, monseñor Algora.

“Os agradezco que deis gracias a Dios conmigo por esta nueva misión cardenalicia que me ha encomendado. Pedid que sienta el gozo de ser fiel a Dios y al Papa“, dijo el nuevo cardenal nada más comenzar la eucaristía.

Después, con su habitual estilo sencillo, cercano y didáctico, centró su homilía en tres palabras: contemplar, ver y dar. Contemplar, para superar la lógica humana, que no es la de Cristo. “Ni podía soñar que iba a estar hoy aquí y ser cardenal”.

En el ver, invitó a “levantar la vista y mirar con los ojos del corazón”, para “construir con los demás sean quiénes sean y hagan lo que hagan”. Y en el dar, pidió a los presentes que se animasen a dar y a darse. “No demos lo que nos sobra. Démonos lo que somos y lo que tenemos“, dijo.

Y añadió: “Dar la vida para que los otros sean siempre más y nunca menos, lo cual supone saber estar al lado de los demás, aunque vayan en otra dirección”, concluyó Osoro.

Al final de la eucaristía, volvió a pedir a Dios que bendijese a las diócesis donde estuvo: 5 años en Orense, 7 en Oviedo, cinco en Valencia y, ahora, 2 en Madrid. Y a todas ellas deseó que sean capaces de “romper muros, acercarse a la gente y ponerse en comunicación”. La iglesia en salida, que dice Francisco.

El cardenal quiso agradecer especialmente la presencia en la eucaristía de Azucena, la catequista que le preparó para la primera comunión en su pueblo de Soberzo. A sus más de 90 años, la catequista recuerda perfectamente al niño travieso, ahora cardenal, al que inició en los misterios de la fe, que no sólo citó su nombre públicamente, sino que se acercó a ella, para abrazarla y darle las gracias. Son los detalles que hacen grande al nuevo cardenal. Es su forma de querer y dejarse querer.