Tribunas

El culto al dataísmo

José Francisco Serrano Oceja

 

Hace no muchos días, Montse Doval, en la agencia de informaciones, cultura, formación, “sentido”, Aceprensa, publicó una detalla reseña crítica de unos de los libros que hoy más se comentan en ambientes “cool” de la cultura que pega, “Homo deus”, de Yuval Noah Harari.

Un texto que, ciertamente, representa un estado de la cultura y del pensamiento que influye en las concepciones sociales y antropológicas de los medios de comunicación. Un libro que interpela a la conciencia cristiana, y humana –empecemos por ahí-, y que seguro hará que algún lector sienta vértigo.

En este libro se afirma, sin el más mínimo sonrojo, que “la ciencia y la cultura modernas difieren totalmente en su opinión sobre la vida y la muerte. No piensan en la muerte como un misterio metafísico, y desde luego no consideran que sea el origen del sentido de la vida. Más bien, para las personas modernas, la muerte es un problema técnico que podemos resolver” (p. 33).

El pasado miércoles, el diario “La Vanguardia” publicaba una noticia sobre una conferencia del experto en inteligencia artificial, José Luis Cordeiro, en la que decía que “la muerte es un problema técnico que las tecnologías, gracias a la inteligencia artificial, resolverán para que podamos visualizar la muerte de la muerte”.

No olvidemos que en 2013 Google creó una empresa, Calico, para “resolver” el problema de la muerte; y “Google Ventures”, fondo de inversión de Google, dedicó 720 millones de dólares, un tercio de su capital, a empresas de biotecnología.

Lo dicho por Harari es síntesis de la más pretenciosa modernidad que apunta al tiempo siguiente. Conceptos como los de voluntad, ciencia y cultura modernas, y el sentido reduccionista hasta extremos insospechados, marcan el tenor de lo que se dice y quiere decir: el futuro no está en manos de los humanos sino de los posthumanos, o el futuro será posthumano.

Escribe Montse Doval: “El humanismo mató a Dios y el dataísmo acabará por considerar obsoleto al hombre cuando el Internet de las Cosas conecte todos los organismos y objetos, se extienda por todo el universo y sea como Dios: estará en todas partes y lo controlará todo, y los humanos estamos destinados a fusionarnos en él. El homo sapiens sólo habrá sido la herramienta para crear este Matrix, el precursor de una especie nueva: el homo deus”.

En ese futuro posthumano la religión dominante es el dataísmo; su culto, la biotecnología, y su Biblia, las bases de datos de algoritmos. “A. I. Inteligencia Artificial”, de Spielberg, se queda ya muy atrás.  

Este panorama demuestra que el pensamiento cristiano se enfrente a una revolución antropológica sin precedentes. Ahí es donde estamos ya y a este reto tenemos que dar la respuesta adecuada.

 

José Francisco Serrano Oceja