Servicio diario - 15 de diciembre de 2016


 

Francisco pide a los Gobiernos que asuman un estilo no violento
Posted by Rocío Lancho García on 15 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Los que cubren cargos institucionales en ámbito nacional o internacional, están llamados a asumir en la propia conciencia y en el ejercicio de sus funciones, un estilo no violento. Un estilo que no es sinónimo de debilidad y pasividad, sino al contrario, presupone fuerza de ánimo, valentía y capacidad de afrontar las cuestiones y los conflictos con honestidad intelectual, buscando verdaderamente el bien común antes y más que cualquier interés de parte tanto ideológico, como económico y político.
Lo ha explicado el papa Francisco, en el encuentro que ha tenido esta mañana con los nuevos embajadores de Suecia, Fiji, Moldavia, Mauricio, Túnez y Burundi. Procedentes de “regiones del mundo bien distantes y diferentes entre ellas” y este hecho constituye siempre aquí, en Roma, un motivo de complacencia porque el “horizonte de la Santa Sede es por su naturaleza universal”, a causa de la vocación y de la misión que Dios ha encomendado al sucesor del apóstol Pedro, ha explicado el Santo Padre en su discurso. Una “misión esencialmente religiosa, que sin embargo asume en la historia también la dimensión de las relaciones con los Estados y sus gobernantes”.
Asimismo, el Papa ha precisado que en tal ambiente histórico la Iglesia católica, que tiene en la Santa Sede, por así decir, su centro unificador y propulsor, “está llamada a transmitir y testimoniar esos valores espirituales y morales que están fundados en la naturaleza misma del ser humano y de la sociedad” y que como tal son compartidos por todos aquellos que persiguen la promoción del bien común.
Entre estos valores –ha observado el Papa– ocupa un lugar destacado el de la paz, como demuestra, en la época contemporánea, el hecho que desde hace cincuenta años los Sumos Pontífices han dedicado la jornada del 1 de enero, dirigido a las autoridades civiles y religiosas del mundo y a todos los hombres y las mujeres de buena voluntad un Mensaje particular.
Haciendo referencia al mensaje del año que viene, el Santo Padre ha indicado que “la no violencia es un ejemplo típico de valor universal” que encuentra en el Evangelio de Cristo su cumplimiento pero que pertenece también a otros nobles y antiguas tradiciones espirituales. En este mundo de hoy, “la elección de la no violencia como estilo de vida se vuelve cada vez más una exigencia de responsabilidad a todos los niveles”, de la educación familiar, al compromiso social y civil, hasta la actividad política y a las relaciones internacionales. Se trata de, ha explicado el Pontífice, en toda circunstancia, rechazar la violencia como método de resolución de los conflictos y de afrontarlos sin embargo siempre mediante el diálogo y la negociación. Por otro lado, ha asegurado que en el siglo pasado, devastado por guerras y genocidios de proporciones inauditas, podemos recordar también ejemplos luminosos de como la no violencia, abrazada con convicción y practicidad con coherencia, “pueda obtener resultados importantes también en el plano social y político”.
En esta misma línea, el Santo Padre ha señalado que algunas poblaciones, y también enteras naciones, gracias al compromiso de líderes no violentos, “han conquistado metas de libertad y de justicia de forma pacífica”. Este es el camino –ha subrayado el Pontífice– para seguir en el presente y en el futuro. Este es el camino de la paz, “no esa proclamada de palabra pero no de hecho negado persiguiendo estrategias de dominio, soportados de gastos escandalosos para los armamentos, mientras que muchas personas están privadas de lo necesario para vivir”.
Finalmente, el Pontífice ha señalado que es su deseo y el de la Santa Sede “llevar adelante juntos con los Gobiernos de vuestros países este proceso de promoción de la paz, como también de los otros valores que contribuyen al desarrollo integral del ser humano y de la sociedad”.


El Papa en Sta. Marta: Juan Bautista era un pastor que entendía la situación de la gente
Posted by Redaccion on 15 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, en la homilía de este jueves en Santa Marta, ha reflexionado nuevamente sobre la figura de Juan Bautista. De este modo, ha recordado que todos iban a buscarle, también los fariseos y los doctores de la ley, pero “con desapego”, es decir para juzgarlo y sin bautizarse.
En el Evangelio del día Jesús pregunta a la multitud qué fueron a ver en el desierto: “¿Una caña sacudida por el viento?”, “¿Un hombre vestido con ropas finas?”. No un hombre con vestidos lujosos porque esos viven en el lujo, están en los palacio de rey, “algunos en los episcopales”, añade el Papa. Fueron a ver a un profeta: “era un hombre fiel a lo que el Señor le había pedido”, “uno grande porque era fiel”. Y esta grandeza se veía también en su predicación. El Santo Padre ha indicado que “predicaba fuerte, decía cosas feas a los fariseos, a los doctores de la ley, a los sacerdotes”, no les decía “queridos, portaros bien”. No, les decía “raza de víboras”. No iba con “matices” porque se acercaban para controlar y ver pero nunca con el corazón abierto. Arriesgaba la vida –ha observado– pero era fiel. Y a Herodes le dijo a la cara: “adúltero”.
De este modo, el Papa ha invitado a pensar qué pasaría hoy si un párroco en la homilía dominical dijera: “entre vosotros hay algunos que son raza de víboras o hay muchos adúlteros”. Seguramente, ha asegurado, el obispo recibiría cartas de desconcierto. Pero Juan Bautista lo hacía porque “era fiel a su vocación a la verdad”. Al mismo tiempo, con la gente era comprensivo, ha explicado Francisco en la homilía. “Comenzaba con poco. Después veremos. Y allí bautizaba”, ha señalado. Es un pastor –ha insistido el Papa– que entendía la situación de la gente y la ayudaba a ir adelante con el Señor.
A pesar de que era grande, fuerte, seguro de su vocación, “también tenía momentos oscuros”, “tenía sus dudas”, ha reconocido el Santo Padre. Los grandes –ha añadido– pueden permitirse dudar porque son grandes. “Los grandes se pueden permitir la duda y esto es bonito. Están seguros de la vocación pero cada vez que el Señor les hace ver un nuevo camino entran en duda”, ha asegurado el Papa. Y piensan “pero esto no es ortodoxo, esto es herético, esto no es el Mesías que yo esperaba”.
Así, el Papa ha invitado a pedir a Juan la gracia “de la valentía apostólica de decir siempre las cosas con verdad, del amor pastoral, de recibir la gente con el poco que puede dar, el primer paso”. Dios –ha asegurado– hará lo demás. Y también la gracia de dudar. “Que el gran Juan, que es el más pequeño en el reino de los Cielos, por esto es grande, nos ayude en este camino tras las huellas del Señor”.


El Santo Padre ensalza la labor de las enfermeras en los hospitales
Posted by Rocío Lancho García on 15 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Un encuentro emotivo, pero alegre a la vez, es que el que ha mantenido el Santo Padre con la comunidad del hospital pediátrico Bambino Gesù de Roma. En el encuentro han participado 150 niños y padres atendidos en esta estructura sanitaria. Entre ellos, había un grupo de niños extranjeros procedentes de las “periferias del mundo” donde están activas las intervenciones de cooperación internacional del Bambino Gesù. También había un grupo de 15 niños procedentes de Bangui, en la República Centroafricana, junto al arzobispo de la ciudad, el cardenal Dieudonné Nzapalainga. En los 7 mil puestos del Aula Pablo VI, estaba presente toda la comunidad del hospital: el personal, los colaboradores, los voluntarios, las asociaciones, las familias, los pacientes y los estudiantes.
Tras el saludo de la presidenta, el doctora Mariella Enoc, y los testimonios de algunos representantes, el Santo Padre ha preferido improvisar su discurso. Respondiendo a la pregunta sobre por qué sufren los niños, el Pontífice ha observado que es una cuestión “grande y difícil”. No tengo respuesta, ha afirmado con sinceridad el Papa. Y creo que –ha precisado– es bueno que esta pregunta permanezca abierta. Ni siquiera Jesús dio una respuesta de palabra, ha observado. Frente algunos casos de inocentes que habían sufrido en circunstancias trágicas, Jesús no hizo una predicación, un discurso teórico. Jesús “nos ha mostrado el camino para dar sentido también a esta experiencia humana: no ha explicado por qué se sufre, pero soportando con amor el sufrimiento nos ha mostrado por quién se ofrece”, ha explicado el Papa.
Por eso, el Santo Padre ha propuesto “ternura, caricias, cercanía, llanto” junto al niño que sufre. Cuando se sufre, no se habla, “se llora y se reza en silencio”. De este modo, ha asegurado que las enfermeras en los hospitales son muy importantes. Son ellas –ha asegurado– las que están cercanas a los sufrimientos, entienden los sufrimientos. Y saben cómo gestionar y acompañar. A propósito, ha recordado la historia de cuando él tuvo una pulmonía gravísima con 21 años y tuvieron que quitarle mucho líquido del pulmón. Aunque el médico recomendó unas cantidades precisas de medicamento, la enfermera que además era religiosa propuso otras cantidades porque “intuía la situación”. Pero, ha bromeado, “no hablo mal de los médicos, eh”. Las enfermeras, por esa cercanía, tienen una capacidad especial. Dando las gracias a las enfermeras y enfermeros por lo que hacen, ha reconocido que tienen una enfermedad, “sufren”, “no pueden ser escépticas”.
Un “medicamento” propuesto por el Pontífice para las personas que están en contacto con el sufrimiento es “decir gracias”. Decir gracias “alimenta la esperanza” esa esperanza en la cual, estamos salvados. La esperanza –ha indicado el Papa– es la gasolina de la vida cristiana, que nos hace ir adelante cada día.
Respondiendo a otra pregunta, Francisco ha reflexionado sobre la importancia de las “pequeñas cosas”. En la mayor parte de estos trabajos, de estas pequeñas cosas, “no se ven los resultados”. Los resultados, ha aseverado, se verán allí arriba. Así se ha referido a la santidad de las pequeñas cosas, de la vida cotidiana. “La clase media de la santidad”, como decía un autor francés, ha indicado el Pontífice.
Finalmente, el Santo Padre ha explicado cuál debe ser “la marca de fábrica” del hospital. “Son los niños”, ha afirmado con rotundidad. A este punto, ha lamentado las épocas “no buenas” que ha atravesado el hospital Bambino Gesù. Así, Francisco ha hecho referencia a la tentación de hacer “negocios” con la salud y las enfermedades de la gente. La marca de fábrica tiene que ser “estar cansado, sudado, sucio, también con ganas de irse a casa pero a la vez querer quedarse”. Es decir, “dar la vida allí”. Pero, el Santo Padre les ha pedido “tener miedo de la corrupción”. El cáncer más fuerte de un hospital como este, ha advertido, es la corrupción. Y la corrupción no viene de un día al otro. Tal y como ha explicado Francisco se empieza con un pequeño soborno, una recomendación… y lentamente, sin darse cuenta, “se termina en la corrupción”.
El mejor sueldo –ha concluido– es ver el resultado de vuestro trabajo en los niños.


El Papa: Enfermos y personas con discapacidad tienen “una dignidad inalienable”
Posted by Redaccion on 15 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco anima a todos los enfermos, a las personas que sufren, a los médicos, enfermeras, familiares y a los voluntarios a que vean en María, Salud de los enfermos, “a aquella que es para todos los seres humanos garante de la ternura del amor de Dios y modelo de abandono a su voluntad” y a que “siempre encuentren en la fe, alimentada por la Palabra y los Sacramentos, la fuerza para amar a Dios y a los hermanos en la experiencia también de la enfermedad”.
Lo hace en el mensaje por la XXVI Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra el 11 de febrero de 2017 y que lleva por título “El asombro ante las obras que Dios realiza: «El Poderoso ha hecho obras grandes por mí…» (Lc 1, 49).
Además, el Santo Padre indica en el mensaje que “cada paciente es y será siempre un ser humano”, y “debe ser tratado en consecuencia”. Los enfermos, como las personas que tienen una discapacidad incluso muy grave, “tienen una dignidad inalienable y una misión en la vida” y “nunca se convierten en simples objetos, aunque a veces puedan parecer meramente pasivos, pero en realidad nunca es así”.
Esta Jornada, instituida por san Juan Pablo II, en 1992, y celebrada por primera vez precisamente en Lourdes el 11 de febrero de 1993, constituye una ocasión “para prestar especial atención a la situación de los enfermos y de todos los que sufren en general” y al mismo tiempo, “es una llamada dirigida a los que se entregan en su favor, comenzando por sus familiares, los agentes sanitarios y voluntarios, para que den gracias por la vocación que el Señor les ha dado de acompañar a los hermanos enfermos”.
Además –precisa el Papa– esta celebración renueva en la Iglesia la fuerza espiritual para realizar de la mejor manera posible esa parte esencial de su misión que incluye el servicio a los últimos, a los enfermos, a los que sufren, a los excluidos y marginados
También aprovecha el mensaje para expresar su cercanía a todos los que viven en la experiencia del sufrimiento, y a sus familias. Del mismo modo agradece a todos los que, según sus distintas ocupaciones y en todos los centros de salud repartidos por todo el mundo, “trabajan con competencia, responsabilidad y dedicación para vuestro alivio, vuestra salud y vuestro bienestar diario”.
Por otro lado, recuerda que como santa Bernadette estamos bajo la mirada de María. “La humilde muchacha de Lourdes cuenta que la Virgen, a la que llamaba «la hermosa Señora», la miraba como se mira a una persona”, indica. Estas sencillas palabras “describen la plenitud de una relación”, ha reconocido Francisco.
Bernadette, recuerda, después de haber estado en la Gruta y gracias a la oración, “transforma su fragilidad en apoyo para los demás”, gracias al amor se hace capaz de enriquecer a su prójimo y, sobre todo, de ofrecer su vida por la salvación de la humanidad.
En esta misma línea, el Papa invita a pedir a la Inmaculada Concepción “la gracia de saber siempre ver al enfermo como a una persona” que, ciertamente, necesita ayuda, a veces incluso para las cosas más básicas, “pero que también lleva consigo un don que compartir con los demás”.
Los frutos maravillosos de esta solicitud de la Iglesia hacia el mundo del sufrimiento y la enfermedad “son motivo de agradecimiento al Señor Jesús, que se hizo solidario con nosotros, en obediencia a la voluntad del Padre y hasta la muerte en la cruz, para que la humanidad fuera redimida”, insiste Francisco. Asimismo recuerda que la solidaridad de Cristo, Hijo de Dios nacido de María, es la expresión de la omnipotencia misericordiosa de Dios que se manifiesta en nuestras vidas ―especialmente cuando es frágil, herida, humillada, marginada, sufriente―, infundiendo en ella la fuerza de la esperanza que nos ayuda a levantarnos y nos sostiene.
Tanta riqueza de humanidad y de fe no debe perderse, sino que “nos ha de ayudar a hacer frente a nuestras debilidades humanas y, al mismo tiempo, a los retos actuales en el ámbito sanitario y tecnológico”, subraya el Papa.
Finalmente, el Pontífice asegura que en la Jornada Mundial del Enfermo podemos encontrar “una nueva motivación” para colaborar en la difusión de “una cultura respetuosa de la vida, la salud y el medio ambiente”, “un nuevo impulso para luchar en favor del respeto de la integridad y dignidad de las personas”, incluso a través de un enfoque correcto de las cuestiones de bioética, la protección de los más débiles y el cuidado del medio ambiente.


Tres nuevos miembros en el Consejo de Superintendencia del IOR
Posted by Redaccion on 15 December, 2016



(ZENIT – Roma).- La Comisión Cardenalicia de Vigilancia del Instituto para las Obras de Religión (IOR) ha asignado a Scott C. Malpass, Javier Marín Romano y Georg Freiherr von Boesalger el cargo de miembros del Consejo de Superintendencia del IOR, cuyos miembros son ahora siete, informa este jueves en un comunicado la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Prosiguen así los cambios del Instituto conocido también como el banco del Vaticano, en el marco de una reforma de transparencia total querida por Benedicto XVI y proseguida por el papa Francisco.
Scott C. Malpass, estadounidense, ha desempeñado varios cargos prestigiosos y actualmente es Chief Investment Officer de la Universidad de Notre Dame (EE.UU) donde trabaja en el sector de la inversión de conformidad con la doctrina social de la Iglesia desde hace 25 años y da cursos sobre la investigación en ámbito financiero en la misma universidad.
Javier Marín Romano, español, cuenta con una gran experiencia en el sector banquero y, en particular, ha ocupado diversos cargos en el Banco de Santander. Ha sido Chief Executive Officer y Head of Private Banking, Asset Management and Insurance Division del mencionado banco.
Georg Freiherr von Boesalger, alemán, ha trabajado durante varios años como Private Banker y actualmente ocupa el cargo de Head of Supervisory Board de Merck Finck y Privatbankiers AG de Münich.


Fallece el cardenal brasileño Arns, el Papa envía su pésame
Posted by Redaccion on 15 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Papa Francisco ha enviado un mensaje de pésame al cardenal brasileño Odilo Pedro Scherer, arzobispo de Sao Paulo por el fallecimiento ayer del cardenal Paulo Evaristo Arns, quien tenía 95 años y era emérito de la misma arquidiócesis.
“He recibido con gran pesar –escribe el Santo Padre– la noticia de la muerte del venerado hermano, el cardenal Paulo Evaristo Arns, y le expreso al igual que a los obispos auxiliares, al clero, a las comunidades religiosas y a los fieles de la arquidiócesis de Sao Paulo, así como a la familia del fallecido, mi pésame por el fallecimiento de este pastor intrépido que en su ministerio eclesial se reveló como un auténtico testigo del Evangelio en medio de su pueblo, mostrando a todos el camino de la verdad en la caridad y en el servicio a la comunidad, siempre atento hacia los más desfavorecidos.
Doy gracias al Señor por haber dado a la iglesia un pastor tan generoso y elevo fervientes oraciones para que Dios acoja en su dicha eterna a este siervo suyo, bueno y fiel. Envío a esa comunidad arquidiocesana que llora la pérdida de su amado pastor, a la Iglesia de Brasil, que tuvo en él un seguro punto de referencia y a cuantos comparten esta hora de tristeza que anuncia la resurreción, la consoladora bendición apostólica”.
El cardenal fue uno de los 41 obispos que en Roma durante el Concilio Vaticano II se reunieron en las catacumbas de Domitila para hacer un juramento de fidelidad a la renovación del Concilio que tomó el nombre de “Pacto de las Catacumbas”. Un documento de 13 promesas, entre las cuales vivir en sus diócesis como personas simples. Entre los 3500 obispos que se reunieron en Roma para el Concilio, Brasil los tuvo muy conservadores o progresistas.


Se realizó en Roma el funeral del tercer prelado del Opus Dei
Posted by Redaccion on 15 December, 2016



(ZENIT – Roma).- El funeral de monseñor Javier Echevarría, obispo y segundo sucesor de san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, se realizó este jueves 15 de diciembre en la basílica romana de San Eugenio.
El prelado falleció el pasado12 de diciembre por la noche en el Campus Bio-Medico de Roma en donde estaba internado debido a una infección pulmonar. Al día siguiente el papa Francisco mostró su cercanía hablando por teléfono al vicario auxiliar, monseñor Fernando Ocáriz Braña, y envió también un telegrama.
Mons. Echevarría reposa ahora en la cripta de Santa María de la Paz, iglesia prelaticia del Opus Dei, junto al beato Álvaro del Portillo. El féretro con el cuerpo del prelado se cerró ayer por la tarde y fue enterrado con el anillo episcopal y la cruz pectoral.
Mons. Fernando Ocáriz señaló que “por la fe, Mons. Javier Echevarría se sentía muy hijo de Dios y esto le ayudaba a superar las dificultades y los sufrimientos, también físicos; vivía la caridad y urgía a vivir siempre la fraternidad: ‘¡Que os queráis!’, nos decía siempre; y, como nosotros, esperaba en la promesa del Cielo. Si uno tiene fe, esperanza y caridad las penas más grandes acaban siendo ligeras, porque las lleva Jesús”.
“Tenemos que agradecerle –añadió Mons. Ocáriz– su vida de servicio, primero junto a san Josemaría y al beato Álvaro y, luego, en los 22 años que estuvo al frente del Opus Dei. Seguía el ejemplo del Señor, que no vino a ser servido, sino a servir”.


Beata María de los Ángeles (Marianna) Fontanella – 16 de diciembre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 15 December, 2016


(ZENIT – Madrid).- Nació en Turín, Italia, el 7 de enero de 1661. Era la última de once hermanos habidos en el matrimonio de los condes Giovanni Donato y María Tana, que estaba emparentada con la madre de san Luís Gonzaga. Fue educada conforme convenía a su origen aristocrático y se convirtió en una joven despierta e inteligente, de trato exquisito. Su gran temperamento y vivacidad discurría parejo al equilibrio y templanza que exhibió en muchos instantes de su vida. Su infancia estuvo caracterizada por una poderosa inclinación hacia lo espiritual; construía altares, y le agradaba escuchar las vidas de santos que le leía una empleada doméstica, costumbre que tuvo un poderoso influjo en su vocación. Su modelo era san Luís Gonzaga. Como hizo santa Teresa de Jesús, huyó de casa con su hermano en busca del martirio. Esta sensibilidad tuvo otro momento de fulgor al descubrir un Crucificado sin brazos en el ático de su hogar, que la dejó profundamente conmocionada. Tanto es así, que conmovida por su visión desterró a su muñeca del dormitorio y convirtió a la imagen en objeto de su ternura. Ante ella suplicaba con lágrimas el perdón de sus pecados. Humanamente, su pasión era la danza, en la que sobresalía con creces.
Poco a poco se iba dando cuenta de que le atrapaban ciertas flaquezas, experimentando vanidad y agrado ante los halagos de los que era objeto. Una visión de Cristo ensangrentado y coronado de espinas, que contempló en el espejo, le hizo aborrecer la vanidad. Otro instante de inflexión en su vida fue la primera comunión que recibió en 1672. Después, inclinada a luchar contra sus tendencias, buscaba en la oración la fuerza precisa para hacerles frente, iniciando un camino de mortificación y penitencia que no abandonaría. Se dedicó a visitar enfermos y a ejercitar obras de caridad. Su director, el párroco padre Malliano, acertadamente la condujo por el sendero de la virtud. En 1673 ingresó en el monasterio cisterciense de Santa María de la Estrella para recibir formación. Permaneció allí año y medio porque su madre, viendo sus muchas cualidades, y dado que el conde había muerto en 1668, no dudó en ponerla al frente de la administración de la casa, y tuvo que dejar la comunidad.
Dos años más tarde la beata sondeó nuevamente el parecer materno porque quería ser religiosa, pero su madre fraguaba su matrimonio. No hubo acuerdo, y comenzó una enconada lucha en defensa de su vocación que se dilató en el tiempo en medio de numerosas vicisitudes y contrariedades. Por fin, convencida su madre de que no podía disuadirla, dio su consentimiento para que ingresara con las cistercienses de Saluzzo. Pero en 1675 o 1676, en el transcurso de un viaje a Turín para ver la Sábana Santa, la joven conoció a un padre carmelita. Tuvieron una conversación tan decisiva que determinó ingresar en el monasterio de carmelitas descalzas de Santa Cristina. De nuevo su madre se opuso a que consagrara su vida en una Orden con regla tan austera, pero el 19 de noviembre de ese año Marianna logró su propósito.
La vida conventual fue extremadamente difícil para ella, como narró en su autobiografía. Las pruebas espirituales que duraron catorce años incluyeron sequedad en la oración, animadversión a sus hermanas, así como a las penitencias y mortificaciones, asechanzas del demonio, una hipersensibilidad a su entorno percibido con un insoportable hedor que le llevaba a rechazar el alimento. Ella, que había gustado de los favores divinos, de repente no encontraba consuelo en la oración y debía caminar en fe porque no vislumbraba a Dios: «¡Me has engañado, Dio mío! Cuando era libre me dabas consuelo y dulzura; y ahora que estoy ligada a Ti no me das más que amargura». Sus súplicas insistentes a Cristo le sumían en una sima más oscura, y la experiencia de aborrecimiento de sí misma llenaba su existencia de angustia y repugnancia por sus muchas ofensas. En ese desierto surgieron las dudas acerca de su vocación, atentados y tentaciones contra la caridad, el abandono del convento y hasta la desesperación, además de incitaciones contra la pureza. Frente a ello, con su oración insistente forjada en la fe, ofrecida con espíritu de reparación y fidelidad en la obediencia, alcanzó la gracia de la perseverancia.
De ese estado interior de luchas que terminaron en 1691 nadie tuvo noticia. Ante los demás su virtud brillaba poderosamente. Austera en su vida, se consideraba la más indigna de todas. «O dadme mortificaciones o hacedme morir», rogaba a Dios. En 1682 los éxtasis ya habían comenzado a ser frecuentes y, en ocasiones, públicos. Era devota de María y de san José, y a él dedicó el Carmelo de Moncalieri que fundó con gran celo apostólico en 1702 aunque no pudo estar presente en su inauguración que se produjo al año siguiente. En 1696 logró que la diócesis de Turín instituyese la festividad del patrocinio del santo Patriarca. Fue una excelente maestra de novicias. Elegida priora cuatro veces, se negó a encarnar la misión una quinta en 1717, fecha ya cercana a su muerte: «Pueden empeñarse en hacerme priora; yo me empeñaré con mi Jesús a ver quien puede más». Murió el 16 de diciembre de ese año. Fue beatificada por el papa Pío IX el 25 de abril de 1865. Fue la primera carmelita descalza italiana en subir a los altares. San Juan Bosco redactó su biografía para este momento.