Francisco \ Audiencias, Catequesis y Ángelus

Esperar es la certeza de estar en camino con Cristo hacia el Padre que nos espera

RV | 21/12/2016


 

Adentrados en el ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana, a través de las lecturas del profeta Isaías, Mensajero de Esperanza, el Papa Francisco meditó en el miércoles que antecede la Navidad sobre cómo dicha esperanza entró en modo concreto en el mundo. Dios, que no abandona a su pueblo, se acerca hasta despojarse de su divinidad, ¿y cómo lo hace? Con la encarnación de su Hijo Jesús:

"En las catequesis de los miércoles estamos reflexionando sobre el tema de la esperanza. Hoy, a pocos días de la Navidad, contemplamos la Encarnación del Hijo de Dios, que marca el momento concreto en el que la esperanza entró en el mundo. Dios se despoja de su divinidad y se acerca a su pueblo, manifestando su fidelidad y ofreciendo a la humanidad la vida eterna".

Francisco observó que a menudo, cuando se habla de esperanza, se refiere a lo que no está en manos del hombre y que no es visible, de hecho - dijo - lo que esperamos va más allá de nuestras fuerzas y de nuestra mirada. En cambio, la esperanza de la cual nos habla el nacimiento de Jesús, es aquella que ofrece una meta: la salvación de la humanidad. Con la Encarnación, señaló, Dios entra en el mundo y nos dona la fuerza de caminar con Él, caminando con nosotros, en Jesús:

"El nacimiento de Jesús, nos trae una esperanza segura, visible y evidente, que tiene su fundamento en Dios mismo. Jesús, entrando en el mundo, nos da fuerza para caminar con él hacia la plenitud de la vida y vivir el presente de un modo nuevo".

La esperanza no se detiene, está siempre en camino y nos hace caminar. Con estas palabras Francisco señaló el dinamismo de la esperanza e invitó a los cristianos a preguntarse: ¿Camino en esperanza o mi vida interior está detenida, encerrada? ¿Mi corazón es un cajón cerrado o abierto a la esperanza que me hace caminar? Y sucesivamente, aludió a la preparación del pesebre, según la tradición que se remonta a san Francisco de Asís, el cual, en su simplicidad, transmite esperanza:  

"El pesebre que preparamos en nuestras casas nos habla de este gran misterio de esperanza. Dios elige nacer en Belén, un pueblito insignificante. Allí, en la pobreza de una gruta, María, Madre de la esperanza, da a luz al Redentor. Junto a ella está José, el hombre justo que confía en la palabra del Señor; los pastores, que representan a los pobres y sencillos, que esperan en el cumplimiento de las promesas de Dios, y también los ángeles cantando la gloria del Señor y la salvación que se realiza en este Niño. Dios siempre escoge lo pequeño, lo que no cuenta, para enseñarnos la grandeza de su humildad".

En la catequesis que impartió en italiano, el pontífice puso un acento especial en que, quien confía en sus propias seguridades, - sobre todo aquellas materiales – no espera la salvación de Dios, y pidió fijar ese concepto en la cabeza: "nuestras propias seguridades no nos salvarán, la seguridad que salva es aquella de la esperanza en Dios", reiteró. 

De todo esto se desprende cuán importante es detenerse y observar el pesebre para mirar y ver la esperanza en él, tal fuera la invitación del Obispo de Roma en esta catequesis: en el pesebre "está el coro de los ángeles que anuncia desde lo alto el gran diseño que ese Niño realiza: « ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él».  La esperanza cristiana, se expresa en la alabanza y agradecimiento a Dios, que ha inaugurado su Reino de amor, de justicia y de paz". 

Finalmente rezó para que por intercesión de la Virgen y de san José, la contemplación del misterio de la Navidad nos ayude a recibir a Jesús en nuestra vida, y podamos ser humildes colaboradores en la venida de su Reino, Reino de amor, de justicia y de paz, deseando una Feliz Navidad, llena de esperanza para todos.

(Griselda Mutual - Radio Vaticano)