Servicio diario - 04 de enero de 2017


 

El Papa en la audiencia: ‘Hay preguntas a las que no sé qué responder, entonces invito a mirar el crucifijo’
Posted by Sergio Mora on 4 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco realizó este miércoles una nueva catequesis centrada en la esperanza cristiana, tomando como ejemplo la figura bíblica de Raquel, que “llora por sus hijos” pero conserva “una esperanza para su descendencia”.
Lo hizo tras llegar al Aula Pablo VI, en el Vaticano, donde se realizó la audiencia debido al frío del invierno europeo. Francisco fue recibido con gran entusiasmo por los varios miles de peregrinos y fieles allí reunidos, y saludó a varios de ellos, en particular a niños y ancianos.
El Santo Padre señaló que muchas veces le hacen preguntas difíciles como ‘por qué sufren los niños’, “a las cuales verdaderamente no sé que responder. Solamente digo: ‘Mira el crucifijo: Dios nos ha dado a su Hijo, Él ha sufrido, y quizás allí encontrarás una respuesta”.
Señaló también que “para secar una lágrima del rostro de quien sufre, es necesario unir a su llanto el nuestro. Solo así, nuestras palabras pueden ser realmente capaces de dar un poco de esperanza”.
En el resumen de la catequesis en español, el Santo Padre invitó a “fijamos en Raquel, una figura que nos habla de la esperanza en medio del llanto”. Señaló así que “el profeta Jeremías habla de Raquel que llora en Ramá porque sus hijos, que han salido para el destierro, ya no están.”
“Raquel representa –aseguró Francisco– el dolor de tantas madres que también hoy lloran la pérdida de un hijo o de un ser querido y no encuentran consuelo”. Y añadió que “ante el dolor de los demás debemos mostrar una gran delicadeza y compartir su sufrimiento y su llanto si queremos que nuestras palabras puedan dar un poco de esperanza”.
Entretanto indica el Santo Padre, “Dios responde al llanto de Raquel con una promesa: el pueblo volverá del exilio y vivirá libre en la fe. Las lágrimas de Raquel han engendrado la esperanza”.
Un texto el de Jeremías, explica el Santo Padre, que Mateo retoma “y lo aplica a la matanza de los niños en Belén, por parte de Herodes”.
“El Hijo de Dios ha entrado en el dolor de los hombres y lo ha compartido hasta el final. En la cruz, Jesús nos entrega a su madre, convirtiéndola en madre del pueblo creyente” señala el Papa, y precisa que “allí, la muerte es vencida y se cumple de modo pleno la profecía de Jeremías. Las lágrimas de María, como las de Raquel, han engendrado la esperanza y una nueva vida”.
A continuación se dirigió a los peregrinos de lengua española: “Pidamos a la Virgen María que nos ayude a tener siempre viva nuestra esperanza en medio del dolor, y que con nuestra delicadeza y ternura sepamos ser instrumentos de la presencia y cercanía de Dios para el que sufre”. Terminó sus palabras en español deseado a todos “un feliz año”.
El Papa invitó también a rezar por las víctimas y familiares de la masacre que sucedió en la cárcel de Manaus en Brasil. La audiencia concluyó con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica.


Texto completo del Papa Francisco en la catequesis de la audiencia del miércoles 4 de enero de 2016
Posted by Redaccion on 4 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco en la catequesis de este miércoles

“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la catequesis de hoy quisiera contemplar con ustedes la figura de una mujer que nos habla de la esperanza vivida en el llanto. La esperanza vivida en el llanto. Se trata de Raquel, la esposa de Jacob y la madre de José y Benjamín, aquella que, como nos narra el Libro del Génesis, muere dando a la luz a su segundo hijo, es decir, a Benjamín.
El profeta Jeremías hace referencia a Raquel dirigiéndose a los Israelitas en exilio para consolarlos, con palabras llenas de emoción y de poesía; es decir, toma el llanto de Raquel pero da esperanza: «Así habla el Señor: ¡Escuchen! En Ramá se oyen lamentos, llantos de amargura: es Raquel que llora a sus hijos; ella no quiere ser consolada, porque ya no existen» (Jer 31,15).
En estos versículos, Jeremías presenta a esta mujer de su pueblo, la gran matriarca de su tribu, en una realidad de dolor y llanto, pero junto a una perspectiva de vida impensada. Raquel, que en la narración del Génesis había muerto dando a luz y había asumido esta muerte para que su hijo pudiese vivir, ahora en cambio, es presentada nuevamente por el profeta como viva en Ramá, allí donde se reunían los deportados, llora por sus hijos que en cierto sentido han muerto andando en exilio; hijos que, como ella misma dice, “ya no existen”, han desaparecido para siempre.
Y por esto Raquel no quiere ser consolada. Este rechazo expresa la profundidad de su dolor y la amargura de su llanto. Ante la tragedia de la pérdida de sus hijos, una madre no puede aceptar palabras o gestos de consolación, que son siempre inadecuados, nunca capaces de aliviar el dolor de una herida que no puede y no quiere ser cicatrizada. Un dolor proporcional al amor.
Toda madre sabe todo esto; y son muchas, también hoy, las madres que lloran, que no se resignan a la pérdida de un hijo, inconsolables ante una muerte imposible de aceptar. Raquel contiene en sí el dolor de todas las madres del mundo, de todo tiempo, y las lágrimas de todo ser humano que llora pérdidas irreparables.
Este rechazo de Raquel que no quiere ser consolada nos enseña también cuanta delicadeza se nos pide ante el dolor de los demás. Para hablar de esperanza con quien está desesperado, se necesita compartir su desesperación; para secar una lágrima del rostro de quien sufre, es necesario unir a su llanto el nuestro. Solo así, nuestras palabras pueden ser realmente capaces de dar un poco de esperanza. Y si no puedo decir palabras así, con el llanto, con el dolor, mejor el silencio. La caricia, el gesto y nada de palabras.
Y Dios, con su delicadeza y su amor, responde al llanto de Raquel con palabras verdaderas, no fingidas; de hecho, así prosigue el texto de Jeremías: «Así habla el Señor: Reprime tus sollozos, ahoga tus lágrimas, porque tu obra recibirá su recompensa – oráculo del Señor – y ellos volverán del país enemigo. Sí, hay esperanza para tu futuro – oráculo del Señor – los hijos regresarán a su patria» (Jer 31,16-17).
Justamente por el llanto de la madre, hay todavía esperanza para los hijos, que volverán a vivir. Esta mujer, que había aceptado morir, en el momento del parto, para que el hijo pudiese vivir, con su llanto es ahora el principio de una vida nueva para los hijos exiliados, prisioneros, lejos de la patria. Al dolor y al llanto amargo de Raquel, el Señor responde con una promesa que ahora puede ser para ella motivo de verdadera consolación: el pueblo podrá regresar del exilio y vivir en la fe, libre, la propia relación con Dios. Las lágrimas han generado esperanza. Y esto nos fácil de entender, pero es verdadero. Tantas veces, en nuestra vida, las lágrimas siembran esperanza, son semillas de esperanza.
Como sabemos, este texto de Jeremías es luego retomado por el evangelista Mateo y aplicado a la matanza de los inocentes (Cfr. 2,16-18). Un texto que nos pone ante la tragedia de la matanza de seres humanos indefensos, del horror del poder que desprecia y destruye la vida. Los niños Belén murieron a causa de Jesús. Y Él, Cordero inocente, luego morirá, a su vez, por todos nosotros. El Hijo de Dios ha entrado en el dolor de los hombres: no se olviden de esto. Cuando alguien se dirige a mí y me hace una pregunta difícil, por ejemplo: “Me diga padre: ¿Por qué sufren los niños?”, de verdad, yo no sé qué cosa responder. Solamente digo: “Mira el Crucifijo: Dios nos ha dado a su Hijo, Él ha sufrido, y tal vez ahí encontraras una respuesta. No hay otras respuestas. Solamente mirando el amor de Dios que da en su Hijo que ofrece su vida por nosotros, se puede indicar el camino de la consolación”. Y por esto decimos que el Hijo de Dios ha entrado en el dolor de los hombres, los ha compartido y ha recibido la muerte; su Palabra es definitivamente palabra de consolación, porque nace del llanto.
Y en la cruz estará Él, el Hijo muriente, que dona una nueva fecundidad a su madre, confiándole al discípulo Juan y convirtiéndola en madre del pueblo de los creyentes. Allí, la muerte es vencida, y llega así a cumplimiento de la profecía de Jeremías. También las lágrimas de María, como aquellas de Raquel, han generado esperanza y nueva vida. Gracias”.


Masacre en la cárcel de Manaos: Francisco reza, pide condiciones dignas y programas de reinserción
Posted by Redaccion on 4 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco expresó “Dolor y preocupación” por la masacre sucedida el la guerra de bandas rivales en el penitenciario brasileño de Manaos, en donde murieron al menos 56 reclusos. Así en este miércoles durante la audiencia en el Vaticano, pidió también condiciones dignas para los detenidos y programas para su rehabilitación
“Expreso dolor y preocupación por lo sucedido. Invito a rezar por los difuntos, por sus familiares, por todos los detenidos de esa cárcel y por los que allí trabajan” dijo, y renovó el llamado “para que los institutos penitenciarios sean lugares de reeducación y de reinserción social, y las condiciones de vida de los detenidos sean dignas de personas humanas”.
El Papa invitó a “orar por estos detenidos muertos y los vivos, y también por todos los detenidos del mundo”, y junto a los fieles reunidos en el Aula Pablo VI rezó un Ave María.
“Ayer llegaron de Brasil –dijo Francisco– las noticias dramáticas de la masacre ocurrida en la cárcel de Manaos, donde un violentísimo enfrentamiento entre bandas rivales causó decenas de muertos” y pidió que las cárceles e institutos penitenciarios “no sean superpobladas y que sean lugares para la reinserción” social.
El la guerra de bandas de cometieron atrocidades, mutilaciones, decapitaciones y vejaciones que terminaron con nos 70 muertos y cuyas imágenes no se pueden ni proponer. En la cárcel con capacidad para 592 presos había más de 1200 detenidos.


El patriarca de Moscú: Conmemorar la tragedia de la Revolución Rusa para no repetir errores
Posted by Redaccion on 4 January, 2017



(ZENIT-Roma).-El patriarca del Moscú, Cirillo, presidiendo la sesión del Consejo supremo de la Iglesia ortodoxa rusa, se refirió al centenario de la Revolución Rusa que se celebrará este año.
Señalo que “no se trata de festejar el centenario de la tragedia, sino de conmemorar esta fecha conscientemente” de manera que “los errores cumplidos un siglo atrás enseñen a nuestros pueblos, en la actual etapa de desarrollo, a no permitir errores similares”.

La familia imperial rusa: Fotografía por la Levitsky Company de la Familia Imperial rusa. De izquierda a derecha: Olga, María, Nicolás, Alejandra, Anastasia, Alexei y Tatiana.
El patriarca Cirillo recordó así el centenario de la revolución bolchevique que entre febrero y octubre de 1919, llevó a derrocar el zarismo, señalando que habrá que acompañar la fecha “con reflexiones profundas y oraciones sinceras” en favor de la región que antes era un solo estado y que ahora está “constituido por naciones soberanas pero unidas entre ellas por relaciones históricas, espirituales y culturales muy estrechas”.
Cirillo definió inapropiado el termino “celebración” y señaló que “Rusia y otros países en los cuales la Iglesia ortodoxa rusa extiende su responsabilidad canónica se encontraron en el último año en una situación difícil”, en particular “la peligrosa situación de Siria y todo el Cercano Oriente•.
Añadió que “todo lo que decimos y que hacemos” debe tener como objetivo el bien de todos los pueblos en los que se extiende el patriarcado. Señaló también que “con la gracia de Dios fueron evitadas las acciones que habrían empeorado la situación”. Y hablando de la crisis en Ucrania deseó que el conflicto encuentre una solución y vuelva la paz. Precisando que la Iglesia tiene que “servir también con la oración al pueblo ucraniano”.


Chile: 1.500 universitarios dedican días del verano para asistir a los necesitados
Posted by Redaccion on 4 January, 2017



En las próximas semanas estudiantes de más de 40 instituciones de educación superior irán a 89 localidades desde Arica hasta Punta Arenas, para construir proyectos comunitarios y entregar su testimonio de fe.
Lo indicó la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana de la Universidad Católica de Chile, precisando que el martes 3 de enero más de 1500 jóvenes, se reunieron en el Templo Votivo de Maipú para ponerse al servicio de los más necesitados.
Los estudiantes iniciaron sus actividades en la iglesia de Maipú donde se reunieron con el gran canciller y arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, asistieron a la misa.
Durante la homilía, cardenal Ezzati felicitó a los estudiantes. “Es sin duda un espectáculo de fe que conmueve el corazón y nos lleva a decir a Dios, que grande eres, al llegar al corazón de tantos jóvenes que se unen para realizar, en Chile y el mundo, la misión que Jesús les ha dado. Vayan a todo el mundo, prediquen el Evangelio del Señor. Dios les dice en esta tarde, no tengan miedo. Yo los elegí. Vayan, no tengan miedo”, dijo.
Los voluntarios estarán nueve días compartiendo con cada comunidad, construyendo capillas en algunas de ellas y misionando, con el fin de entregar su testimonio de Cristo.


Santa Genoveva Torres Morales – 5 de enero
Posted by Isabel Orellana Vilches on 4 January, 2017



(ZENIT – Madrid).- Originaria de Almenara, Castellón, España, nació el 3 de enero de 1870. De familia humilde, desde temprana edad experimentó el dolor de la separación de sus padres y cuatro de sus cinco hermanos. Entonces tenía 8 años y, de la noche a la mañana, tuvo que afrontar con decisión y madurez el cuidado de la casa y de su hermano. La catequesis era el único momento de esparcimiento que cabía en su vida. Tanto peso y esfuerzo le pasaron pronto la factura. Enfermó gravemente y ofreció a Cristo sus intensos dolores. Nada pudo hacerse por su pierna izquierda ya que cuando los familiares se dieron cuenta solo cabía su amputación. La intervención se efectuó sin anestesia. Estuvo a punto de morir, pero esa experiencia hizo de ella una mujer abnegada y paciente en el dolor, alegre, generosa y desprendida, deseosa de cumplir la voluntad de Dios; y lo hizo con piedad y buen humor, sin queja alguna. Durante años todo su quehacer fue doméstico, amasado en rezos y lecturas espirituales. Una funesta caída en 1885 cubrió su cuerpo de llagas. Entonces su hermano, que había enviudado y contraído nuevas nupcias, se separó de ella para no importunar a la esposa que no deseaba hacerse cargo de Genoveva.
De modo que tenía 15 años cuando ingresó en la «casa de Misericordia» de Valencia de las Carmelitas de la Caridad. Nueve años más tarde mostró su deseo de formar parte de la comunidad, pero no fue admitida a causa de su imposibilidad física. Dios le tenía reservado fundar otra Orden. Tuvo en cuenta el gravísimo y doloroso problema de la soledad y el abandono que frecuentemente acucia a personas de edad avanzada que, o bien no tienen familiares o no hay quien quiera hacerse cargo de ellas. Así pues, persiguiendo la voluntad de Dios, y sin haber intentado ingresar en ninguna otra Orden, dejó el orfanato y se trasladó a un domicilio junto a dos compañeras con las que comenzó a ejercitar obras de piedad. Con la costura se procuraba el sustento, hasta que en 1911 abrió una casa para acoger a mujeres que vivían en soledad. Contribuirían con su pensión y recibirían un trato delicado lleno de atenciones.
Sustentaba la Sociedad Angélica la adoración nocturna de la Eucaristía. De esta obra la designaron directora, pero ella se decía a sí misma: «¿Quién soy yo? Más nada que nadie». Estaba convencida de que la Obra precisaba «un gigante de mujer con corazón de hombre». La humildad era su corona. Y aunque no se sintiera digna de asumir esa misión, lo cierto es que la fundación se extendió por Madrid, Barcelona, Bilbao, Santander, Pamplona y otras Provincias. En 1915 comenzaron a profesar privadamente. Y en 1925 la primitiva Sociedad Angélica fue erigida Instituto religioso diocesano, profesando Genoveva junto a 18 religiosas ante el arzobispo de Zaragoza, donde quedó fijada la sede generalicia, hallándose al frente de ella como madre general. Acompañó, confortó y animó a sus hijas durante la Guerra Civil española, y dio cobijo en la casa de Valencia a muchas personas que pudieron perder la vida. Llena de confianza y con gran decisión impulsó la recuperación de las casas que habían sido afectadas por la contienda, sacándolas adelante.
Fomentó el amor a la Eucaristía, se entregó por entero a los demás, y logró que las residencias de mayores se convirtieran en un remanso de paz para todas las mujeres solitarias y afligidas a las que acogieron. Decía: «No damos prueba de que amamos a Dios, si por una pequeña dificultad dejamos de servirle con fidelidad. Para hacer frente a las dificultades es necesaria la fortaleza». Había tenido siempre el consuelo de la oración, a la que se sentía inclinada: «Por la gracia de Dios siento atractivo para orar y por intercesión de la Santísima Virgen pido a Dios que me acreciente más y más este atractivo. Porque, si bien por la misericordia de Dios todo lo creado me lleva a El, lo saqué de la constancia en la oración en medio de las dificultades y miedos para tenerla». En 1953 la obra obtuvo el «Decretum Laudis» en Roma. Ella cesó en sus funciones en 1954 y se puso a merced de la nueva madre general. A lo largo de 1955 sus escasas fuerzas iban decayendo y, tras un ataque de apoplejía que le sobrevino en Navidad y del que mejoró transitoriamente, murió en Zaragoza el 5 de enero de 1956. Fue canonizada en Madrid por Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003.