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“Un lugar donde uno se encuentra con Dios”. P. Castelnovo desde la Base Antártica Esperanza

RV | 14/01/2017


 

“Cuando uno ve la belleza de este lugar, la combinación de los glaciares, la nieve, los pingüinos, los lobos marinos, las focas, todo lo que es la perfección de la creación, uno necesariamente tiene que creer en Dios”. Es el padre Pablo Castelnovo quien habla, Capellán Castrense del Ejército Argentino, perteneciente a la Arquidiócesis de Mercedes de Luján, designado para pasar los tres meses de verano en la Campaña Antártica de este 2017, acompañando y trabajando hombro a hombro junto a las familias, los militares e investigadores que prestan su servicio a la Patria en tan inhóspito rincón de nuestra tierra.

Son cerca de sesenta las personas que viven en la Base Antártica Esperanza con una sensación térmica que llega a superar los -40º y vientos de hasta doscientos kilómetros por hora. Y por quinto año consecutivo acompañando a esas familias, la Capellanía Mayor del Ejército Argentino.

La Base Antártica Esperanza fue fundada en 1952, en el extremo norte de la península Antártica, ubicada en punta Foca, en la costa de la Bahía Esperanza. El 18 de febrero de 1976, se funda la Capilla San Francisco de Asís, y en ella, desde hace cinco años, se presta ayuda espiritual a las familias residentes y al personal de la base durante los meses de verano, cuando el inhóspito lugar se vuelve más accesible. Y es que la particularidad de la BAE, - por sus siglas en español- , es que durante el año recibe a cerca de diez familias, quienes completan la población constituida por científicos, maestros de escuela, y dotación del Ejército y Aeronáutica.

En lo pastoral, tal como cuenta el padre Pablo Castelnovo, “es una posibilidad de asistir a los efectivos con la misa, la confesión, las celebraciones litúrgicas, y, cuando los hay, matrimonios religiosos y bautismos”.

Como recuerdo del Papa argentino, en la capilla de San Francisco, el solideo del pontífice, llevado allí por una de la personas de la base quien viajó al Vaticano y pudo intercambiar el tan deseado “souvenir”.

“Durante el año – explica el padre Pablo - hay un ministro de la comunión designado. Es un efectivo del ejército quien celebra la Palabra y distribuye la Eucaristía los domingos, y alguna mamá o efectivo preparado, imparte la catequesis para los chicos”.

Un lugar además, “de gran camaradería”, agrega el sacerdote, en donde el éxito de la comisión reside “en que cada uno cumpla con el trabajo asignado”.

Con veinticuatro horas de luz, los habitantes de la base deben cubrir las ventanas para descansar. Una fortuna para ellos quienes, en comparación con otra base distante unos 1300 kilómetros más al sur, cuenta con seis meses de luz y seis de oscuridad, y condiciones climáticas aun más adversas. 

“¡Qué ganas de sentarme debajo de alguna planta!” Es uno de los deseos que se oye expresar cada tanto a alguno de los valientes huéspedes de la Base: “cosas simples - dice el padre Castelnovo - que se añoran cuando no se las tiene”.

Sobre el Papa Francisco, el sacerdote castrense se detiene a explicar que la Capilla San Francisco “fue la primera en elevar la misa de Acción de Gracias” luego de la proclamación del entonces Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio como el Sucesor de Pedro, y, al pedirle un mensaje para el Papa, concluye: “decirle que todos los que estamos aquí le mandamos un abrazo y un cariño enorme”, “rezamos muchísimo por él, - agrega - y necesitamos mucho de él porque es la voz de los que no tienen voz. Desde aquí lo apoyamos, en cada Misa y en cada celebración siempre rezamos por él. Que siga guiándonos, nos tenga en cuenta y siga iluminándonos con la sencillez que tiene, y nos bendiga cada día”.

(Griselda Mutual - Radio Vaticano)