Servicio diario - 14 de enero de 2017


 

Pésame del Santo Padre por la muerte del cardenal Agustoni
Posted by Redaccion on 14 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha enviado un telegrama de pésame a María Luisa Santandrea, sobrina del cardenal Gilberto Agustoni, ex prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, fallecido ayer a los 96 años.
De este modo, el Papa expresa a los familiares del difunto “su profunda participación en el luto” que afecta a cuantos conocieron y estimaron al purpurado, durante tantos años “sincero y diligente colaborador de la Santa Sede”, en particular como “prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica dando testimonio de celo sacerdotal y lealtad al Evangelio”.
Para concluir su mensaje, el Pontífice eleva “fervientes plegarias al Señor Jesús” para que, por la intercesión de la Virgen María, “conceda al fallecido cardenal el premio eterno prometido a su fieles discípulos”. Y envía su bendición a las religiosas Hijas de Santa María de Leuca, que le han atendido y a cuantos lloran su desaparición.


El Papa y Mahmoud Abbas conversan sobre el proceso de paz en Oriente Medio
Posted by Redaccion on 14 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha recibido esta mañana en audiencia a Mahmoud Abbas, presidente del Estado de Palestina. Durante el encuentro privado, que ha durado 23 minutos, han podido conversar sobre “las buenas relaciones existentes entre la Santa Sede y Palestina”, selladas por el Acuerdo Global de 2015, “que atañe a los aspectos esenciales de la vida y la actividad de la Iglesia en la sociedad palestina”.
En este contexto –informa la Santa Sede– se ha recordado la importante contribución de los católicos en favor de la promoción de la dignidad humana y en la ayuda los necesitados, particularmente en los sectores de la educación, la salud y la asistencia.
Otro de los temas abordados durante el encuentro ha sido el proceso de paz en Oriente Medio expresando “la esperanza de que se puedan reanudar las negociaciones directas” entre las partes para “poner fin a la violencia que causa sufrimientos inaceptables a la población civil y a una solución justa y duradera”.
También se ha manifestado el deseo de que, con el apoyo de la Comunidad internacional, “se tomen medidas que fomenten la confianza mutua y contribuyan a crear un clima que permita tomar decisiones valientes en favor de la paz”.
Tal y como informa el comunicado de la oficina de prensa de la Santa Sede, en el encuentro se ha recordado “la importancia de la salvaguardia del carácter sacro de los Santos Lugares para los creyentes de las tres religiones abrahámicas”. Por último, se ha dedicado especial atención a los “otros conflictos que afligen a la región”.
En el momento de saludarse, al inicio del encuentro, el Santo Padre ha dicho “es un placer recibirle”, a lo que el presidente ha respondido “también yo estoy contento de estar aquí”. Y después del encuentro privado, Abbas ha presentado a su delegación y a continuación se ha realizado el tradicional intercambio de regalos. El presidente palestino ha entregado al Pontífice una piedra procedente del Gólgota, un icono que representa el rostro de Jesús, un icono que representa la Sagrada Familia, un documental sobre la reestructuración de la basílica de la Natividad y un libro sobre las relaciones entre la Santa Sede y Palestina. Por su parte, el Santo Padre le ha regalado una medalla del año jubilar, y sus documentos “Amoris laetitita” y “Laudato si” en árabe.
Al finalizar el encuentro, el mandatario palestino se ha reunido también con el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, acompañado por monseñor Paul Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados. Y a continuación, el presidente ha inaugurado la sede de la embajada palestina ante la Santa Sede
En el discurso del Papa al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, que tuvo lugar este lunes, indicó que la Santa Sede renueva “su urgente llamamiento para que se reanude el diálogo entre israelíes y palestinos”, para que “se alcance una solución estable y duradera que garantice la convivencia pacífica de dos Estados dentro de fronteras reconocidas internacionalmente”. Ningún conflicto –precisó Francisco– ha de convertirse en un hábito del que parece que nadie se puede librar. “Israelíes y palestinos necesitan la paz. Todo el Oriente Medio necesita con urgencia la paz”, quiso recordar el Papa.


Francisco asegura que un sistema económico mundial que descarta personas es deshumano
Posted by Rocío Lancho García on 14 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha recibido esta mañana en el Vaticano a una delegación de la “Mesa Redonda” de Roma de la Global Foundation, en la que se reúnen inspirados por el tema de la fundación “Juntos nos comprometemos por el bien común global”.
El objetivo del encuentro –tal y como ha subrayado el Papa en su discurso– es concretar los caminos justos, capaces de conducir a una globalización “cooperativa”, es decir, positiva, opuesta a la globalización de la indiferencia. La finalidad, ha insistido el Santo Padre, es el de asegurar que la comunidad global, formada por las instituciones, las empresas y los representantes de la sociedad civil, pueda alcanzar efectivamente los objetivos y las obligaciones internacionales solemnemente declarados y asumidos, como por ejemplo el de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y los Objetivos de Desarrollo sostenible.
Una vez más, el Santo Padre ha indicado que es un “sistema económico mundial que descarta hombres, mujeres y niños” por el hecho de que “parecen no ser útiles según los criterios de rentabilidad de las empresas y de otras organizaciones” es “inaceptable porque es deshumano”.
Precisamente, ha señalado Francisco, este descarte de las personas constituye la regresión y la deshumanización de cualquier sistema político y económico. Es más, los que causan o permiten el descarte de los otros –refugiados, niños abusados o esclavizados, pobres que mueren en la calle cuando hace frío– se convierten ellos mismo en máquinas sin alma, aceptando implícitamente el principio que también ellos, antes o después, serán descartados, cuando ya no sean útiles a una sociedad que ha puesto en el centro al dios dinero.
Por otro lado, ha querido recordar que ya en 1991, Juan Pablo II, frente a la caída de sistemas políticos opresivos y a la progresiva integración de los mercados que ya llamamos habitualmente globalización, “advertía del riesgo de que se difundiera por todos lados la ideología capitalista”. Esta habría implicado “una escasa o nula consideración por los fenómenos de la marginación, de la explotación o de la alienación humana”, “ignorando las multitudes que viven aún en condiciones de miseria material y moral, y encomendando ciegamente la solución únicamente al libre desarrollo de las fuerzas del mercado”.
Así, el Pontífice se ha lamentado de que los riesgos descritos por san Juan Pablo II “se han verificado ampliamente”. Pero, al mismo tiempo “se han desarrollado y realizado muchos esfuerzos de individuos y de instituciones para resanar los males producidos por una globalización irresponsable”, ha subrayado el Papa. Al respecto, ha asegurado la la Madre Teresa de Calcuta “de alguna manera representa y resume tales esfuerzos”. Ella –ha indicado el Santo Padre– se inclinó ante las personas pobres, abandonadas a su suerte en los bordes de los caminos, reconociendo a cada una la dignidad dada por Dios. Tal y como ha recordado el Papa, la Madre Teresa “ha acogido cada vida humana, la no nacida y la abandonada y descartada” y ha hecho escuchar su voz a los poderosos de la tierra “para que reconocieran los crímenes de la pobreza creados por ellos mismos”.

En esta misma línea, Francisco ha reconocido que es necesario, en primer lugar, que cada uno, personalmente, no sea indiferente a las “heridas de los pobres” sino que aprenda a compadecerse con los que “sufren por las persecuciones, la soledad, el desplazamiento forzado o por la separación de sus familias”; con aquellos que “no tienen acceso a los cuidados sanitarios”, “sufren hambre, frío o calor”.
Esta compasión –ha explicado el Papa– hará que los trabajadores económicos y políticos puedan usar su inteligencia y sus recursos no solo para controlar los efectos de la globalización, sino también para ayudar a los responsables en los distintos ámbitos políticos a corregir la orientación cada vez que sea necesario. La política y la economía, ha señalado Francisco, debería comprender el ejercicio de la virtud de la prudencia.
Para concluir su discurso, el Pontífice ha reconocido que la Iglesia está siempre confiada, porque conoce “las grandes potencialidades de la inteligencia humana que se deja ayudar y guiar por Dios” y también “la buena voluntad de pequeños y grandes, pobres y ricos, empresarios y trabajadores”.



El Papa invita a los inmigrantes en EE.UU. a refugiarse bajo el manto de María
Posted by Redaccion on 14 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, en un vídeo mensaje proyectado durante la misa por la Semana Nacional de la Migración en Los Ángeles, alienta a los inmigrantes a buscar refugio bajo el manto de María cuando hay “turbulencia espiritual”. Porque, tal y como la Virgen de Guadalupe le dijo a san Juan Diego: “No tengas miedo. ¿No estoy yo aquí, yo, que soy tu Madre?”.
La eucaristía fue presidida por el arzobispo de Los Ángeles, monseñor José H. Gómez. En el vídeo, Francisco asegura a los inmigrantes que “somos una comunidad que también tiene una Madre y Jesús nos la dio a nosotros, su Madre y nuestra Madre, y una comunidad con una Madre debe sentirse segura”.
Asimismo, recuerda que los monjes rusos de la época medieval, o antes, tenían un hermoso dicho. En aquel entonces decían: “cuando hay turbulencia espiritual, refúgiense bajo el manto de la Santa Madre de Dios’”. Y esto es lo que el Papa quería decir a los allí reunidos, lo que la Virgen dijo a Juan Diego en su idioma: “‘No tengas miedo. ¿No estoy yo aquí, yo, que soy tu Madre?’”.
Por su parte, el arzobispo de Los Ángeles afirmó que las palabras del Papa son un “hermoso mensaje de esperanza” que recuerda “las palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a san Juan Diego durante un tiempo de temor e incertidumbre”. Palabras –añadió– de tranquilidad a nuestros hermanos y hermanas inmigrantes para no tener miedo porque no están solos. “Como la Santísima Madre de Cristo, la Iglesia siempre estará con ellos”, precisó el arzobispo.
La Semana Nacional de la Migración fue declarada por la Conferencia Episcopal de Estados Unidos hace 25 años, “como una manera de reflexionar sobre cómo los inmigrantes y los refugiados han contribuido a la Iglesia local y al país”.
El vídeo mensaje del Papa es una parte de la entrevista televisiva con el fundador de los Ministerios de El Sembrador, Noel Díaz, y que será transmitida el 29 de enero por ESNE.



San Francisco Fernández de Capillas – 15 de enero
Posted by Isabel Orellana Vilches on 14 January, 2017



(ZENIT – Madrid).- Solo la obcecación del que vive inmerso en el odio puede tildar de rebeldía lo que es un alarde de valentía inigualable y para muchos incomprensible. Francisco consumó en China su amor a Cristo derramando su sangre a manos de quienes no supieron vislumbrar la grandeza de un corazón henchido de gozo ante la aventura cotidiana de vivir y difundir la fe en derredor suyo. Su ardor apostólico es todo lo que podía esgrimirse en su contra cuando fue condenado. Ahora bien, está claro que no se llega a apurar el cáliz en esa hora suprema sin haberse dispuesto a cumplir la voluntad de Dios día tras día. La fortaleza en la que se asienta una vocación cuando se nutre de la oración y de la entrega sin paliativos emerge con todo su vigor en el instante definitivo, y eso lo han percibido todos los que se abrazaron a la palma del martirio en defensa de su fe, como le sucedió a Francisco.
La trayectoria humana de este primer beato martirizado en China se inició el 15 de agosto de 1607 en la localidad de Baquerín de Campos, Palencia, España, cuando vio la luz por vez primera, cerrando con su llegada el número de hijos que alegraron aquel humilde hogar bendecido por otros cuatro vástagos anteriores. Familiarizado desde niño con el carisma dominico que tuvo ocasión de conocer en Palencia, vio en él la vía óptima para encauzar su propia vida, por lo cual se trasladó a Valladolid ingresando a sus 17 años en el convento de San Pablo. Coincidió su llegada a la Orden en un momento de expansión por América y el Extremo Oriente. Urgido por su celo apostólico se ofreció voluntariamente para partir en una expedición compuesta por una treintena de jóvenes, todos dominicos, que no dudaban en entregar lo mejor de sí en esa labor evangelizadora, desplegando sus sueños e ilusiones sin temer a la larguísima y complicada travesía que les esperaba. Ese año de 1631, fuertemente asidos a la cruz y llenos de alegría, iniciaron viaje a México. Numerosos contratiempos y fatigas les salieron al paso hasta que llegaron a Manila, su destino final, cuando estaba a punto de cumplirse un año de su partida.
Francisco, que aún no había sido ordenado, recibió este sacramento en la capital filipina. Tenía 25 años y durante casi una década permaneció en la misión de Cagayán, en Luzón, alimentando en su corazón el anhelo de ir a China. Intuyendo lo que allí podía aguardarle, cuidaba su salud espiritual con toda rigurosidad. No podía dejar resquicio alguno para que penetrase la vacilación y el miedo, sentimientos que no pervivían en él, pero que no están lejos de los que se proponen seguir a Cristo. Él mismo reconociendo humildemente que no estaba libre de estas debilidades pedía las oraciones de los suyos: «Que rueguen por mí todos para que me dé Dios nuestro Señor valor, si acaso se ofrece el volver a padecer por Él mayores tormentos de los padecidos y glorificarlo por la muerte, que para todo estoy dispuesto en la voluntad de nuestro Señor». Francisco sabía cómo se combaten las flaquezas humanas: haciéndoles frente, sin dar cancha a las apetencias personales. Buen conocedor de los entresijos de la vida espiritual, vivía con estricta austeridad. La dureza del clima le ayudaba en esta filigrana que trazaba sobre su acontecer: el sol asfixiante y la incómoda presencia de una turba de insectos eran algunos de sus aliados en esta batalla diaria. Una cruz de madera su lecho para los escasísimos momentos que se concedía de descanso; el resto, oración e intensa vida apostólica. Así llegó en 1642 a Fu-kién, después de haber recalado en Formosa.
Su penoso estado de salud acentuado por las mortificaciones, fiebres cuartanas, y otras muchas dificultades, no le impidieron seguir adelante. Firmemente resuelto a todo por Cristo afrontaba su quehacer con inquebrantable fe y la absoluta convicción de que estaba cumpliendo la voluntad divina: «…es Dios nuestro Señor el que aquí me ha traído…» […] «no bastan trazas humanas para sacarme de aquí hasta que se llegue la hora en que tiene determinado nuestro Señor Jesucristo sacarme». Por sus muchas virtudes, que no pasaban desapercibidas para la comunidad cristiana, lo denominaban «santo Capillas». Supo hacerse uno con los que le rodeaban y fue referente para los fieles y ejemplo modélico a seguir. Su fortaleza era bastión en el que los débiles se apoyaban. Era consciente del valor que encierra la autoridad moral: «viéndome todos padecer con igualdad de ánimo… ».
Cuando lo apresaron, acababa de dejar a los enfermos a los que solía atender. Ellos y los que padecían por cualquier motivo obtenían su consuelo: «… yo reparto con ellos (los encarcelados) de lo que me dan y les sirvo en lo que me mandan y me tengo por muy dichoso en eso». Ya dominaba su lengua y había suscitado numerosas conversiones por Fogán, Moyán, Tingteu y otras ciudades. Estuvo detenido dos meses en los que fue sometido a crueles tormentos, hasta que el 15 de enero de 1648 murió decapitado. Sus últimas palabras, dirigidas al juez, fueron: «Yo nunca he tenido otra casa que el mundo, ni otro lecho que la tierra, ni otro alimento que el pan que cada día me ha dado la Providencia, ni otra razón de vivir que trabajar y sufrir por la gloria de Jesucristo y por la felicidad eterna de los que creen en su nombre». Pío X lo beatificó el 2 de mayo de 1909, y Juan Pablo II lo canonizó el 1 de octubre del 2000.