Servicio diario - 21 de enero de 2017


 

El Papa a los Dominicos: ‘Ser sal y luz en el carnaval mundano de hoy – Texto de la homilía
Posted by Redaccion on 21 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco presidió este sábado por la tarde la santa misa conclusiva del ‘Jubileo de los Dominicos’, iniciado el 7 de noviembre pasado con motivo de los 800 años de la confirmación de la Orden de los Predicadores por el papa Honorio III.
En la catedral de Roma, la basílica de San Juan de Letrán, el Santo Padre después de inciensar el altar y de las lecturas del día, invitó a los dominicos a ser sal y luz en el carnaval mundano de hoy como lo fueron en el de ayer, y en medio del ambiente ‘líquido’ y globalizado responder con las obras buenas que hacen nacer en el corazón el agradecimiento a Dios Padre, la alabanza, o al menos el interrogante: ‘¿por qué?’, ‘¿por qué esa persona se comporta así?’, inquietando al mundo delante del testimonio del Evangelio.
A continuación el texto completo:
“La palabra de Dios hoy nos presenta dos escenarios humanos opuestos: de una parte el ‘carnaval’ de la curiosidad mundana; de otra la glorificación del Padre mediante las buenas obras. Y nuestra vida se mueve siempre entre estos dos escenarios.
De hecho estos están en cada época, como lo demuestran las palabras de san Pablo dirigidas a Timoteo (cfr 2 Tm 4,1-5). Y también santo Domingo como sus primeros hermanos, ochocientos años atrás, se movía entre estos dos escenarios.
Pablo le advierte a Timoteo que deberá anunciar el Evangelio en medio a un contexto donde la gente busca siempre nuevos maestros, fábulas, doctrinas diversas e ideologías … «Prurientes auribus» (2 Tm 4,3).
Es el carnaval de la curiosidad mundana, de la seducción. Por esto el Apóstol instruye a su discípulo usando también palabras fuertes, como ‘insiste’, ‘amonesta’, ‘reprende’, ‘exhorta’; y después ‘vigila’, ‘soporta los sufrimientos’ (vv. 2.5).
Es interesante ver como ya entonces, hace dos mil años, los apóstoles del Evangelio se encontraban de frente a este escenario, que en nuestros días se ha desarrollado y globalizado a causa de la seducción del relativismo subjetivista.
La tendencia de buscar novedades, propia del ser humano, encuentra el ambiente ideal en la sociedad del aparecer, del consumo, en el cual muchas veces se reciclan cosas viejas, pero lo importante es hacerlas aparecer como nuevas, atrayentes, cautivantes.
También la verdad es maquillada. Nos movemos en la llamada ‘sociedad líquida’, sin puntos fijos, sin ejes, privada de referencias sólidas y estables; en la cultura del efímero, del usa y descarta. Delante de este ‘carnaval’ mundano se destaca netamente el escenario opuesto, que encontramos en las palabras de Jesús que apenas hemos escuchado: “Rindan gloria al Padre vuestro que está en los cielos”.
¿Y como se realiza este pasar de la superficialidad pseudo-festiva a la glorificación? Se realiza a través de las obras buenas de aquellos de quienes volviéndose discípulos de Jesús se han vuelto ‘sal’ y ‘luz’.
“Resplandezca así vuestra luz delante de los hombres –dice Jesús– para que vean vuestras obras buenas y rindan gloria al Padre vuestro que está en los cielos”. En medio al ‘carnaval’ de ayer y de hoy, esta es la respuesta de Jesús y de la Iglesia, este es el apoyo sólido en medio del ambiente ‘líquido’: las obras buenas que podemos realizar gracias a Cristo y a su Espíritu Santo, y que hacen nacer en el corazón el agradecimiento a Dios Padre, la alabanza, o al menos el interrogante: ‘¿por qué?’, ‘¿por qué esa persona se comporta así?’, inquietando al mundo delante del testimonio del Evangelio.
Pero para que suceda este ‘sacudón’ es necesario que el sal no pierda el sabor y la luz no se esconda (cfr Mt 5,13-15).
Jesús lo dice de manera muy clara: si el sal pierde su sabor no sirve más para nada. ¡Ay el sal si pierde el sabor!, ¡Ay de una Iglesia que pierde el sabor!, ¡cuidado con un sacerdote, a un consagrado, a una congregación que pierde su sabor!
Hoy nosotros rendimos gloria al Padre por la obra que santo Domingo, lleno de la luz y del sal de Cristo, ha cumplido hace ochocientos años; una obra al servicio del Evangelio, predicado con la palabra y con la vida; una obra que, con la gracia del Espíritu Santo, ha hecho que tantos hombres y mujeres hayan sido ayudados a no dispersarse en medio del ‘carnaval’ de la curiosidad mundana; pero que en cambio hayan sentido el gusto de la sana doctrina, el gusto del Evangelio y se hayan vuelto a su vez luz y sal, artesanos de las obras buenas… y verdaderos hermanos y hermanas que glorifican al Dios y enseñan a glorificar a Dios con las buenas obras de la vida”.


Francisco bendice a los corderos cuya lana se usará para confeccionar los palios
Posted by Redaccion on 21 January, 2017



(ZENIT – Roma).- El santo padre Francisco ha bendecido a dos corderos en la mañana de este sábado, en la capilla de Urbano III del Vaticano, con motivo de la memoria litúrgica de Santa Inés, que se celebra en la basílica romana del mismo nombre situada en la Via Nomentana.
La lana de los corderos se utilizará para confeccionar los palios para los nuevos arzobispos metropolitanos. El palio es un signo litúrgico, de honor y jurisdicción, utilizada por el Papa y por los arzobispos metropolitanos en sus iglesias y en las de sus provincias. El palio de los arzobispos metropolitanos consiste en una estrecha franja de tela, tejida en lana blanca, adornada con seis cruces de seda negra.
El rito de la bendición del palio, que luego será impuesto por el nuncio apostólico local a los arzobispos metropolitanos, es celebrado por el Santo Padre el 29 de junio, solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo.
Benedicto XVI al recordar el sentido del palio dijo: “Tejido con la lana de los corderos que el Papa bendice en la fiesta de Santa Inés”, “Recuerda los corderos y las ovejas de Cristo, que el Señor ha confiado a Pedro con la tarea de apacentarles”. El palio también “recuerda a Cristo mismo, que como Buen Pastor, ha tomado sobre sus hombros a la oveja perdida, la humanidad, para devolverla a casa”. Y añadió que “nos recuerda el hecho de que Él, el Pastor supremo, ha querido hacerse él mismo Cordero, para hacerse cargo, desde dentro, del destino de todos nosotros; para llevarnos y sanar nuestro interior”.
En el 2015 el papa Francisco ha decidido cambiar la modalidad de la entrega del palio a los nuevos arzobispos metropolitanos. Con una carta enviada a las nunciaturas apostólicas, con fecha del 12 de enero de ese año, el maestro de ceremonias pontificias, monseñor Guido Marini, ha comunicado esta decisión del Papa, que “mantiene todo el significado de la celebración del 29 de junio, subraya la relación de comunión y también de comunión jerárquica entre el Santo Padre y los nuevos arzobispos, y al mismo tiempo, a esto se añade –con un gesto significativo– esta unión con la Iglesia local.
Leer también: ¿Quiénes son las benedictinas que confeccionan los palios?


Texto completo del discurso del papa Francisco a la Rota Romana
Posted by Redaccion on 21 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vatcano Esta mañana en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano,
El papa Francisco ha recibido este sábado en audiencia en el Vaticano a los prelados auditores, oficiales, abogados y colaboradores del Tribunal de la Rota Romana con motivo de la solemne inauguración del Año Judicial. Después del saludo del decano, Mons. Pio Vito Pinto, el Papa dirigió a los presentes el siguiente discurso:
“Queridos jueces, oficiales, abogados y colaboradores del Tribunal Apostólico de la Rota Romana.
Extiendo a cada uno de vosotros mi cordial saludo, empezando por el Colegio de los prelados auditores con el Decano, Mons. Pío Vito Pinto, a quien agradezco sus palabras, y el pro-decano, quien recientemente fue nombrado para este puesto. Deseo a todos que vuestro trabajo esté a la enseña de la serenidad y del amor ferviente de la Iglesia en este año judicial que hoy inauguramos.
Hoy me gustaría volver al tema de la relación entre la fe y el matrimonio, en particular, sobre las perspectivas de fe inherentes en el contexto humano y cultural en que se forma la intención matrimonial. San Juan Pablo II explicó muy bien, a la luz de la enseñanza de la Sagrada Escritura, “el vínculo tan profundo que hay entre el conocimiento de fe y el de la razón […].La peculiaridad que distingue el texto bíblico consiste en la convicción de que hay una profunda e inseparable unidad entre el conocimiento de la razón y el de la fe.. “(Enc. Fides et ratio, 16).
Por lo tanto, cuanto más se aleja de la perspectiva de la fe, tanto más, ” el hombre se expone al riesgo del fracaso y acaba por encontrarse en la situación del ‘necio'”. Para la Biblia, en esta necedad hay una amenaza para la vida. En efecto, el necio se engaña pensando que conoce muchas cosas, pero en realidad no es capaz de fijar la mirada sobre las esenciales. Ello le impide poner orden en su mente (cf. Pr 1, 7) y asumir una actitud adecuada para consigo mismo y para con el ambiente que le rodea. Cuando llega a afirmar: ‘Dios no existe’ (cf. Sal 14 [13], 1), muestra con claridad definitiva lo deficiente de su conocimiento y lo lejos que está de la verdad plena sobre las cosas, sobre su origen y su destino” (ibid., 17).
Por su parte, el Papa Benedicto XVI, en el último discurso que les dirigió recordaba que “sólo abriéndose a la verdad de Dios […] se puede entender, y realizar en lo concreto de la vida, también en la conyugal y familiar, la verdad del hombre como hijo suyo, regenerado por el bautismo […]. El rechazo de la propuesta divina, de hecho conduce a un desequilibrio profundo en todas las relaciones humanas […], incluyendo la matrimonial” (26 de enero de 2013).
Es muy necesario profundizar en la relación entre amor y verdad. “El amor tiene necesidad de verdad. Sólo en cuanto está fundado en la verdad, el amor puede perdurar en el tiempo, superar la fugacidad del instante y permanecer firme para dar consistencia a un camino en común. Si el amor no tiene que ver con la verdad, está sujeto al vaivén de los sentimientos y no supera la prueba del tiempo. El amor verdadero, en cambio, unifica todos los elementos de la persona y se convierte en una luz nueva hacia una vida grande y plena. Sin verdad, el amor no puede ofrecer un vínculo sólido, no consigue llevar al « yo » más allá de su aislamiento, ni librarlo de la fugacidad del instante para edificar la vida y dar fruto.”(Enc. Lumen fidei, 27 ).
No podemos ignorar el hecho de que una mentalidad generalizada tiende a oscurecer el acceso a las verdades eternas. Una mentalidad que afecta, a menudo en forma amplia y generalizada, las actitudes y el comportamiento de los cristianos (cfr. Exhort. ap Evangelii gaudium, 64), cuya fe se debilita y pierde la originalidad de criterio interpretativo y operativo para la existencia personal, familiar y social. Este contexto carente de valores religiosos y de fe, no puede por menos que condicionar también el consentimiento matrimonial.
Las experiencias de fe de aquellos que buscan el matrimonio cristiano son muy diferentes. Algunos participan activamente en la vida parroquial; otros se acercan por primera vez; algunos también tienen una vida de intensa oración; otros están, sin embargo, impulsados por un sentimiento religioso más genérico; a veces son personas alejadas de la fe o que carecen de ella.
Ante esta situación, tenemos que encontrar remedios válidos. Indicó un primer remedio en la formación de los jóvenes a través de un adecuado proceso de preparación encaminado a redescubrir el matrimonio y la familia según el plan de Dios. Se trata de ayudar a los futuros cónyuges a entender y disfrutar de la gracia, la belleza y la alegría del amor verdadero, salvado y redimido por Jesús.
La comunidad cristiana a la que los novios se dirigen está llamada a anunciar el Evangelio cordialmente a estas personas, para que su experiencia de amor puede convertirse en un sacramento, un signo eficaz de la salvación. En esta circunstancia, la misión redentora de Jesús alcanza al hombre y a la mujer en lo concreto de su vida de amor. Este momento se convierte para toda la comunidad en una ocasión extraordinaria de misión.
Hoy más que nunca esta preparación se presenta como una ocasión verdadera y propia de evangelización para los adultos y, a menudo, de los llamados lejanos. De hecho, son muchos los jóvenes para los que el acercarse de la boda representa una ocasión para encontrar de nuevo la fe, relegada durante mucho tiempo al margen de sus vidas; por otra parte se encuentran en un momento particular, a menudo caracterizado por una disposición a analizar y cambiar su orientación existencial. Puede ser así un momento favorable para renovar su encuentro con la persona de Jesucristo, con el mensaje del Evangelio y la doctrina de la Iglesia.
Por lo tanto, es necesario que los operadores y los organismos encargados de la pastoral familiar estén motivados por la fuerte preocupación de hacer cada vez más eficaces los itinerarios de preparación para el sacramento del matrimonio, en pro del crecimiento no solamente humano, sino sobre todo de la fe de los novios. El propósito fundamental de los encuentros es ayudar a los novios a realizar una inserción progresiva en el misterio de Cristo, en la Iglesia y con la Iglesia. Esto lleva aparejada una maduración progresiva en la fe, a través de la proclamación de la Palabra de Dios, de la adhesión y el generoso seguimiento de Cristo.
El fin de esta preparación es ayudar a los novios a conocer y vivir la realidad del matrimonio que quieren celebrar, para que lo hagan no sólo válida y lícitamente, sino también fructuosamente, y para que estén dispuestos a hacer de esta celebración una etapa de su camino de fe. Para lograrlo, necesitamos personas con competencias específicas y adecuadamente preparadas para ese servicio, en una sinergia oportuna entre sacerdotes y parejas de cónyuges.
Con este espíritu, quisiera reiterar la necesidad de un “nuevo catecumenado”, en preparación al matrimonio. En respuesta a los deseos de los Padres del último Sínodo Ordinario, es urgente aplicar concretamente todo lo ya propuesto en la Familiaris consortio (n. 66), es decir, que así como para el bautismo de los adultos el catecumenado es parte del proceso sacramental, también la preparación para el matrimonio debe convertirse en una parte integral de todo el procedimiento de matrimonio sacramental, como un antídoto para evitar la proliferación de celebraciones matrimoniales nulas o inconsistentes.
Un segundo remedio es ayudar a los recién casados a proseguir el camino en la fe y en la Iglesia también después de la celebración de la boda. Es necesario identificar con valor y creatividad, un proyecto de formación para las parejas jóvenes, con iniciativas destinadas a aumentar la toma de conciencia sobre el sacramento recibido. Se trata de animarles a considerar los diversos aspectos de su vida diaria como pareja, que es un signo e instrumento de Dios, encarnado en la historia humana.
Pongo dos ejemplos. En primer lugar, el amor con que vive la nueva familia tiene su raíz y fuente última en el misterio de la Trinidad, de la que lleva siempre este sello a pesar de las dificultades y las pobrezas con que se deba enfrentar en su vida diaria. Otro ejemplo: la historia de amor de la pareja cristiana es parte de la historia sagrada, ya que está habitada por Dios y porque Dios nunca falta al compromiso asumido con los cónyuges el día de su boda; Efectivamente es “un Dios fiel y no puede negarse a sí mismo” (2 Tim 2:13) .
La comunidad cristiana está llamada a acoger, acompañar y ayudar a las parejas jóvenes, ofreciendo oportunidades apropiadas y herramientas –empezando por la participación en la misa dominical –para fomentar la vida espiritual, tanto en la vida familiar, como parte de la planificación pastoral en la parroquia o en las agregaciones.
A menudo, los recién casados se ven abandonados a sí mismos, tal vez por el simple hecho de que se dejan ver menos en la parroquia; como sucede sobre todo cuando nacen los niños. Pero es precisamente en estos primeros momentos de la vida familiar cuando hay que garantizar más cercanía y un fuerte apoyo espiritual, incluso en la tarea de la educación de los hijos, frente a los cuales son los primeros testigos y portadores del don de la fe. En el camino de crecimiento humano y espiritual de la joven pareja es deseable que existan grupos de referencia donde llevar a cabo un camino de formación permanente: a través de la escucha de la Palabra, el debate sobre cuestiones que afectan a la vida de las familias, la oración, el compartir fraterno.
Estos dos remedios que he mencionado están encaminados a fomentar un contexto apropiado de fe en el que celebrar y vivir el matrimonio. Un aspecto tan crucial para la solidez y la verdad del sacramento nupcial llama a los párrocos a ser cada vez más conscientes de la delicada tarea que se les ha encomendado en la guía del recorrido sacramental de los novios, para hacer inteligible y real en ellos la sinergia entre foedus y fides.
Se trata de pasar de una visión puramente jurídica y formal de la preparación de los futuros cónyuges a una fundación sacramental ab initio, es decir, de camino a la plenitud de su foedus-consenso elevado por Cristo a sacramento. Esto requerirá la generosa contribución de cristianos adultos, hombres y mujeres, que apoyen al sacerdote en la pastoral familiar para la construcción de la “obra maestra de la sociedad, la familia, el hombre y la mujer que se aman” (Catequesis, 29 abril 2015) según “el luminoso plan de Dios (Palabras al Consistorio Extraordinario, 20 febrero 2014).
El Espíritu Santo, que guía siempre y en todo al pueblo santo de Dios, ayude y sostenga a todos aquellos, sacerdotes y laicos, que se comprometen y se comprometerán en este campo, para que no pierdan nunca el impulso y el valor de trabajar en pro de la belleza de las familias cristianas, a pesar de las ruinosas amenazas de la cultura dominante de lo efímero y lo provisional.
Queridos hermanos, como ya he dicho varias veces, hace falta mucho valor para casarse en el momento en el que vivimos. Y cuantos tienen la fuerza y la alegría de dar este paso importante deben sentir a su lado el amor y la cercanía concreta de la Iglesia. Con esta esperanza, renuevo mis mejores deseos de buen trabajo para el nuevo año, que el Señor nos da. Les aseguro mi oración y cuento con la vuestra mientras os imparto de corazón la bendición apostólica”.


El Opus Dei Inicia en Roma la elección de su nuevo prelado
Posted by Redaccion on 21 January, 2017



(ZENIT – Roma).- El Opus Dei ha iniciado hoy sábado en Roma –con una misa del Espíritu Santo en la iglesia de Santa María de la Paz– el proceso que culminará en la elección de su próximo prelado, el tercer sucesor de san Josémaría Escrivá. A continuación el prelado electo deberá a ser confirmado por el santo padre Francisco.
La elección se realiza después que el pasado 12 de diciembre falleció Mons. Javier Echevarría, obispo español y segundo sucesor después de Álvaro de Portillo, del fundador de la prelatura del Opus Dei.
Una prelatura personal es una institución a la que la Santa Sede encomienda una determinada labor no circunscrita a un territorio particular, por lo tanto personal y no territorial. La potestad del prelado se extiende a la misión de la prelatura, mientras que en todo lo demás los laicos dependen del obispo diocesano.
Así hoy 38 mujeres de diversos países, integrantes de la Asesoría central del Opus Dei, votan en sobre cerrado el nombres del sacerdote que consideran más apto para transformarse en el futuro ‘número uno’ de la prelatura, de los 94 sacerdotes procedentes de 45 países con los requisitos necesarios para ser elegidos.
Los votos permanecerán en una urna sellada hasta el lunes 23, cuando abre el Congreso electivo integrado en total por unas 150 personas entre laicos y los 94 sacerdotes candidatos. La sesión iniciará con el escrutinio del voto femenino, el cual indicará la preferencia de quienes componen el 57 por ciento de los más de 90 mil católicos de la prelatura.
De este modo, los electores del Congreso electivo votarán teniendo en cuenta los nombres señalados por el organismo de gobierno central de las mujeres y quien resulte elegido debe manifestar si acepta o si, a su juicio, existen obstáculos graves que le impidan aceptar el cargo.
Desde la fundación de la obra, ‘el número dos’ del Opus Dei fue elegido como prelado, si bien Mons. Ocáriz, actualmente vicario auxiliar, al frente de la prelatura desde el fallecimiento de Mons. Echevarría, señaló que esa no es una regla y que “hay muchos candidatos válidos, buenos y prudentes que podrían tomar el relevo”. Los candidatos deben tener al menos 40 años de edad, estar desde hace al menos 10 años en el Opus Dei y deben ser sacerdotes desde al menos cinco años.
Además de los 90 mil laicos del Opus Dei, hay más de dos mil sacerdotes encardinados y un número levemente menor de sacerdotes diocesanos que viven la espiritualidad del Opus Dei, pero con dependencia única y exclusiva de su propio obispo.
“El Opus Dei —indica su web— ayuda a encontrar a Cristo en el trabajo, la vida familiar y el resto de actividades ordinarias”. Y precisa que “es en medio de las cosas más materiales de la tierra donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los hombres”, y que “la familia, el matrimonio, el trabajo, la ocupación de cada momento son oportunidades habituales de tratar y de imitar a Jesucristo, procurando practicar la caridad, la paciencia, la humildad, la laboriosidad, la justicia, la alegría y en general las virtudes humanas y cristianas”.


El Santo Padre autoriza decretos de la Congregación para la Causa de los Santos
Posted by Redaccion on 21 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Santo Padre recibió ayer viernes por la tarde en audiencia, al cardenal Angelo Amato, S.D.B., prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. En la audiencia el Papa autorizó a la Congregación a promulgar los decretos referentes a:
MILAGROS
-Un milagro atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Arsenio da Trigolo (en el siglo Giuseppe Migliavacca), (1849- 1909), italiano sacerdote profeso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, fundador de la congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación.
VIRTUDES HEROICAS
-Siervo de Dios Raymundo Jardón Herrera, mexicano (1887- 1934),sacerdote diocesano.
– Siervo de Dios Juan Sáez Hurtado, español, (1897 -1982) sacerdote diocesano.
– Siervo de Dios Ignazio Beschin (en el siglo Giuseppe), italiano, (1880 -1952), sacerdote profeso de la Orden de los Hermanos Menores.
– Siervo de Dios József Wech Vandor, húngaro (1909-1979), sacerdote profeso de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco.
– Siervo de Dios Francesco Convertini, italiano, sacerdote profeso de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco (1898 -1976)
– Sierva de Dios Santina María Addolorata (en el siglo María Addolorata De Pascali), italiana (1897-1981) fundadora de la Congregación de la Hermanas Discípulas del Sagrado Corazón;
– Siervo de Dios Jan Tyranowski, polaco (1901-1947), laico.


Beata Laura Vicuña – 22 de enero
Posted by Isabel Orellana Vilches on 21 January, 2017



(ZENIT – Madrid).- Ordinariamente las madres no se limitan a traer al mundo a sus hijos. A partir del instante en el que conocen que están encinta, establecen un vínculo indisoluble con ellos enlazando para siempre un destino imantado por un amor ciertamente inconmensurable. El gozo y la aflicción forman parte de una maternidad permanentemente dispuesta a dar la vida por el fruto de sus entrañas mil veces antes de verlo perecer. Pero, en ocasiones, este sentimiento es patrimonio también de los hijos, una experiencia que marcó la vida de Laura. Ella, alimentando la presencia de Dios con un estado de oración continua, se apresuró a ofrecerse a sí misma en holocausto por el ser que más estimaba en el mundo: su madre.
Nació en Santiago de Chile el 5 de abril de 1891. Prácticamente no llegó a conocer a su padre, influyente político y militar chileno, ya que éste falleció en Temuco, un destierro impuesto por la situación política, cuando ella no tenía edad ni de recordar sus facciones. Mercedes, de ascendencia humilde, viuda y con sus dos pequeñas, Laura y Julia, trató de rehacer su vida lejos de allí después de haber sobrevivido malamente como costurera y regentar una paquetería que fue desvencijada por desaprensivos ladrones. Al lugar elegido, Argentina, tardaron en llegar nada menos que ocho meses. Tuvo la desgracia de encontrarse con Manuel Mora, un gaucho de rudos modales, impositivo y colérico, que, como quiera que fuese, quizá pensando que podría dar a sus hijas un futuro mejor, lo convirtió en su compañero. Y, de hecho, en enero de 1900 pudo ingresar a las niñas en el colegio de las salesianas de Junín de los Andes lugar no excesivamente distante de Chapelcó, Quilquihué, donde Manuel tenía la hacienda de su propiedad.
Fue en el colegio donde Laura supo que la relación ilícita de su madre no era sana espiritualmente hablando, hecho que asestó un duro golpe a su inocente corazón. Era una niña madura que se había caracterizado por una inclinación natural a la virtud dentro de una pausada naturalidad y, por tanto, exenta de afectación. De modo que la profunda aflicción que mostró no podía calificarse como el fruto de algún desequilibrio emocional o algo parecido, aunque el sentimiento que le provocaba la noticia fue perceptible por sus formadoras que tomaron medidas pertinentes para suavizar la situación.
La sombra de la condenación de quien le había dado la vida era una losa de inmensas proporciones para Laura que no halló más salida que ofrecerse a Dios en sacrificio. Lo consultó con su confesor, el padre Crestanello, salesiano avezado en la formación espiritual, quien le advirtió: «Mira que eso es muy serio. Dios puede aceptarte tu propuesta y te puede llegar la muerte muy pronto». Ella no se arredró. Coincidiendo con la recepción de su primera comunión el mismo año de 1901, en diciembre se integró con las Hijas de María y se consagró a la Virgen. Manuel, que había marcado como una res a su anterior compañera, en el estío de 1902, durante las vacaciones escolares, quiso verter su lascivia en Laura que tenía 11 años. Ebrio y fuera de control se deshizo de Mercedes para dar rienda a sus bajos instintos con su hija, pero no contó con la bravura de la pequeña que pudo zafarse de él.
La angustia por la asfixiante situación en la que vivía su madre instaba a Laura a redoblar sus mortificaciones y penitencias con la esperanza de lograr su conversión y consiguiente abandono del lugar y del iracundo compañero. El día de su primera comunión había suplicado ardientemente: «¡Oh, Dios mío, concédeme una vida de amor, de mortificación y de sacrificio!». La vía hacia su libación definitiva se abrió con una tisis que se le declaró de improviso en 1903. Otro de sus sufrimientos añadidos fue saber que la situación ilícita de su madre era un veto para que ella pudiera abrazar la vida religiosa.
Con pasos gigantes la enfermedad se fue apoderando de su organismo y el dolor se tornó insoportable. «Señor: que yo sufra todo lo que a Ti te parezca bien, pero que mi madre se convierta y se salve». Aún intentó su madre que se recuperase fuera del colegio, pero no hubo remedio. En ese intervalo Manuel Mora volvió a cebarse en la beata porque fue testigo de una fuerte discusión entre su madre y él, y la niña medió para que Mercedes no claudicara y se sometiera a las consignas del hacendado. Éste maltrató a Laura con brutalidad y, aunque unos testigos impidieron que terminara con su vida, la dejó herida de muerte ya que no pudo volver a ponerse en pie.
A punto de abandonar este mundo, Mercedes supo por su propia hija que se había ofrecido a Dios para que mudase su conducta radicalmente: «Muero, porque yo misma se lo pedí a Jesús… Hace casi dos años que le ofrecí la vida por ti, para obtener la gracia de tu conversión a Dios. ¡Oh, mamá! ¿Antes de morir, no tendré el gozo de verte arrepentida?». Y arrancó de la madre lo que tanto había suplicado en un instante de altísima emoción para ésta, al ver que fenecía lo que más amaba en el mundo. «¡Oh, mi querida Laura, te juro en este momento que haré cuanto me pides… Estoy arrepentida, Dios es testigo de mi promesa!». Rubricada su determinación ante el sacerdote, como Laura le pidió, ésta ya podía partir en paz. Y musitando: «Gracias Jesús, gracias María», murió el 22 de enero de 1904. Juan Pablo II la beatificó el 3 de septiembre de 1988.


El Papa pide a Donald Trump que gobierne con ética
Posted by Redaccion on 20 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha manifestado su deseo de que bajo el gobierno de Donald Trump, “el tamaño de Estados Unidos siga siendo medido sobre todo por sus preocupaciones por los pobres, los marginados y los necesitados quienes, como Lázaro, se paran ante nuestra puerta”. Así lo indica en su mensaje enviado al nuevo presidente de Estados Unidos, en el día que ha jurado su cargo. En el texto, el Pontífice asegura así sus “buenos deseos” y “oraciones” para que Dios le “conceda sabiduría y fortaleza en el ejercicio de su alto cargo”.
Por otro lado, el Papa recuerda que en una época en la que humanidad “es acosada por graves crisis humanitarias” que demandan “respuestas previsoras y políticamente unidas”, reza para que “sus decisiones sean guiadas por la espiritualidad rica y los valores éticos” que “han dado forma a la historia del pueblo estadounidense” y “el compromiso de su nación por el avance de la dignidad humana y la libertad en todo el mundo”.
Con estos sentimientos –concluye Francisco le pido al Señor que le conceda a usted y a su familia, y a todo el amado pueblo estadounidense, sus bendiciones de paz, concordia y toda la prosperidad material y espiritual.