Servicio diario - 01 de febrero de 2017


 

El Papa explica cómo afrontar la pregunta sobre la vida después de la muerte
Posted by Rocío Lancho García on 1 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, como cada semana, se ha reunido con miles de fieles venidos de todas las partes del mundo, con motivo de la audiencia general. En el Aula Pablo VI, los peregrinos que le esperaban desde primera hora de la mañana le han recibido calurosamente. El Papa ha proseguido esta mañana con el ciclo de catequesis sobre el tema de la esperanza cristiana. En concreto hoy ha reflexionado sobre el “yelmo de la esperanza”.
En el resumen que Francisco hace en español, ha indicado que “consideramos ahora la virtud de la esperanza a la luz del Nuevo Testamento”. La persona de Jesús y su misterio pascual –ha explicado el Pontífice– abre para nosotros una perspectiva extraordinaria. Al respecto, ha precisado que san Pablo escribe a la joven comunidad de Tesalónica, apenas fundada y temporalmente muy cercana al evento de la Resurrección del Señor, y “trata de hacerles comprender todos los efectos y las consecuencias que este evento único y decisivo comporta para la historia y la vida de cada uno”.
Como entonces, ha observado, la dificultad no está en aceptar la Resurrección de Jesús, sino en creer en la resurrección de los muertos. Por esta razón, el Pontífice ha indicado que cada vez que nos enfrentamos a la muerte, ya sea la nuestra o la de un ser querido, “sentimos que nuestra fe se tambalea”, y “nos preguntamos si hay vida después de la muerte”, o si “volveremos a encontrarnos con los que nos han dejado”. Tal y como ha aseverado el Santo Padre, Pablo, ante las dudas de la comunidad, invita a mantener sólida la “esperanza de la salvación”. La esperanza cristiana –ha añadido Francisco– es esperar en algo que ya se cumplió, pero que debe realizarse plenamente para cada uno de nosotros. Por esto, ha concluido, “la esperanza nos exige tener un corazón pobre y humilde, que sepa confiar y esperar sólo en Dios Nuestro Señor”.
A continuación, el Papa ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España y Latinoamérica. Así, ha deseado que el Señor Jesús “eduque nuestros corazones en la esperanza de la resurrección, para que aprendamos a vivir en la espera segura del encuentro definitivo con él y con todos nuestros seres queridos”. Nos acompañe en este camino –ha pedido– la presencia amorosa de María, Madre de la esperanza.
Al finalizar los saludos en las distintas lenguas, el Santo Padre ha dirigido un saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Ha aprovechado la ocasión para recordar que mañana se celebra la fiesta de la Presentación del Señor y la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Por esta razón, ha encomendado a sus oraciones a los que son llamados a profesar los consejos evangélicos para que “con su testimonio de vida puedan irradiar en el mundo el amor de Cristo y la gracia del Evangelio”.


Francisco a los cristianos de Oriente Medio: “¡No se dejen robar la esperanza!”
Posted by Redaccion on 1 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco en esta nueva audiencia de los miércoles se dirigió como de costumbre a los peregrinos de los diversos países, y a los de idioma árabe les pidió que “no se dejen robar la esperanza”.
Concluido el resumen de la catequesis en italiano un intérprete los ha traducido en árabe: “Dirijo un cordial bienvenido a los peregrinos de idioma árabe, ¡en particular a los que vienen de Oriente Medio!”, dijo.
Y añadió: “Queridos hermanos y hermanas, la esperanza cristiana es una virtud humilde y fuerte que nos sostiene y no nos permite ahogarnos en las muchas dificultades de la vida” porque “esa es fuente de alegría y nos da paz en el corazón”.
Francisco concluyó pidiéndoles: “¡No se dejen robar la esperanza! ¡Que el Señor les bendiga!


Texto completo del papa Francisco en la catequesis de la audiencia del miércoles 1 de febrero de 2017
Posted by Redaccion on 1 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, en la catequesis de esta semana de la audiencia general, ha reflexionado una vez más sobre la esperanza cristiana. Este miércoles se ha tenido sobre la resurrección y las preguntas ante el momento de la muerte. San Pablo, ha recordado el Papa, frente a los temores y a las perplejidades de la comunidad de Tesalónica, invita a tener firme en la cabeza como un yelmo, sobre todo en las pruebas y en los momentos más difíciles de nuestra vida, “la esperanza de la salvación”.
Publicamos a continuación, la traducción de la catequesis realizada por ZENIT.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En las catequesis pasadas hemos empezado nuestro recorrido sobre el tema de la esperanza releyendo en esta perspectiva algunas páginas del Antiguo Testamento. Ahora queremos pasar a dar luz a la extraordinaria importancia que esta virtud asume en el Nuevo Testamento, cuando encuentra la novedad representada por Jesucristo y por el evento pascual.
Es lo que emerge claramente desde el primer texto que se ha escrito, es decir la Primera Carta de san Pablo a los Tesalonicenses. En el pasaje que hemos escuchado, se puede percibir toda la frescura y la belleza del primer anuncio cristiano. La de Tesalónica era una comunidad joven, fundada desde hacía poco; sin embargo, no obstante las dificultades y las muchas pruebas, estaba enraizada en la fe y celebraba con entusiasmo y con alegría la resurrección del Señor Jesús. El apóstol entonces se alegra de corazón con todos, en cuanto que renacen en la Pascua se convierten realmente en “hijos de la luz e hijos del día” (5,5), en fuerza de la plena comunión con Cristo.
Cuando Pablo les escribe, la comunidad de Tesalónica ha sido apenas fundada, y solo pocos años la separan de la Pascua de Cristo. Por esto, el apóstol trata de hacer comprender todos los efectos y las consecuencias que este evento único y decisivo supone para la historia y para la vida de cada uno. En particular, la dificultad de la comunidad no era tanto reconocer la resurrección de Jesús, sino creer en la resurrección de los muertos. En tal sentido, esta carta se revela más actual que nunca. Cada vez que nos encontramos frente a nuestra muerte, o a la de un ser querido, sentimos que nuestra fe es probada. Emergen todas nuestras dudas, toda nuestra fragilidad, y nos preguntamos: “¿Pero realmente habrá vida después de la muerte…? ¿Podré todavía ver y abrazar a las personas que he amado…?”. Esta pregunta me la hizo una señora hace pocos días en una audiencia, manifestado una duda: “¿Me encontraré con los míos?”. También nosotros, en el contexto actual, necesitamos volver a la raíz y a los fundamentos de nuestra fe, para tomar conciencia de lo que Dios ha obrado por nosotros en Jesucristo y qué significa nuestra muerte. Todos tenemos un poco de miedo por esta incertidumbre de la muerte. Me viene a la memoria un viejecito, un anciano, bueno, que decía: “Yo no tengo miedo de la muerte. Tengo un poco de miedo de verla venir”. Tenía miedo de esto.
Pablo, frente a los temores y a las perplejidades de la comunidad, invita a tener firme en la cabeza como un yelmo, sobre todo en las pruebas y en los momentos más difíciles de nuestra vida, “la esperanza de la salvación”. Es un yelmo. Esto es la esperanza cristiana. Cuando se habla de esperanza, podemos ser llevados a entenderla según la acepción común del término, es decir en referencia a algo bonito que deseamos, pero que puede realizarse o no. Esperamos que sucede, es como un deseo. Se dice por ejemplo: “¡Espero que mañana haga buen tiempo!”, pero sabemos que al día siguiente sin embargo puede hacer malo… La esperanza cristiana no es así. La esperanza cristiana es la espera de algo que ya se ha cumplido; está la puerta allí, y yo espero llegar a la puerta. ¿Qué tengo que hacer? ¡Caminar hacia la puerta! Estoy seguro de que llegaré a la puerta. Así es la esperanza cristiana: tener la certeza de que yo estoy en camino hacia algo que es, no que yo quiero que sea.
Esta es la esperanza cristiana. La esperanza cristiana es la espera de algo que ya ha sido cumplido y que realmente se realizará para cada uno de nosotros. También nuestra resurrección y la de los seres queridos difuntos, por tanto, no es algo que podrá suceder o no, sino que es una realidad cierta, en cuanto está enraizada en el evento de la resurrección de Cristo. Esperar por tanto significa aprender a vivir en la espera. Cuando una mujer se da cuenta que está embaraza, cada día aprende a vivir en la espera de ver la mirada de ese niño que vendrá. Así también nosotros tenemos que vivir y aprender de estas esperas humanas y vivir la espera de mirar al Señor, de encontrar al Señor. Esto no es fácil, pero se aprende: vivir en la espera. Esperar significa y requiere un corazón humilde, un corazón pobre. Solo un pobre sabe esperar. Quien está ya lleno de sí y de sus bienes, no sabe poner la propia confianza en nadie más que en sí mismo.
Escribe san Pablo: “Él [Jesús] que murió por nosotros, a fin de que, velando o durmiendo, vivamos unidos a Él” (1 Ts 5, 10). Estas palabras son siempre motivo de gran consuelo y paz. También para las personas amadas que nos han dejado estamos por tanto llamados a rezar para que vivan en Cristo y están en plena comunión con nosotros. Una cosa que a mí me toca mucho el corazón es una expresión de san Pablo, dirigida a los Tesalonicenses. A mí me llena de seguridad de la esperanza. Dice así: “permaneceremos con el Señor para siempre” (1 Ts 4,17). Una cosa bonita: todo pasa pero, después de la muerte, estaremos para siempre con el Señor. Es la certeza total de la esperanza, la misma que, mucho tiempo antes, hacía exclamar a Job: “Yo sé que mi Redentor vive […] yo, con mi propia carne, veré a Dios. (Jb 19, 25-27). Y así para siempre estaremos con el Señor. ¿Creéis esto? Os pregunto: ¿creéis esto? Para tener un poco de fuerza os invito a decirlo conmigo tres veces: “Y así estaremos para siempre con el Señor”. Y allí, con el Señor, nos encontraremos.



Intención de oración del Papa para el mes de febrero
Posted by Redaccion on 1 February, 2017



(ZENIT – Roma).- La intención de oración universal del papa Francisco para este mes de febrero es:
Acoger a los necesitados.
Por aquellos que están agobiados, especialmente los pobres, los refugiados y los marginados, para que encuentren acogida y apoyo en nuestras comunidades.
Las claves son: Acogida – Apoyo – Comunidades



“Son niños y no esclavos”: Tema de la tercera jornada de oración contra la trata
Posted by Sergio Mora on 1 February, 2017



(ZENIT – Roma).- La tercera jornada mundial de oración y reflexión contra la trata de personas que se realizará el 8 de febrero de 2017, ha sido presentada este miércoles en Roma, en la Asociación de la prensa extranjera. El tema central es “Son niños y no esclavos”, con el hashtag en los cuatro principales idiomas: “#sonniñosnosnoesclavos” .
El día elegido es el 8 de febrero, por ser la memoria litúrgica de santa Josefina Bakhita, la religiosa sudanesa que de niña vivió la dramática experiencia de ser víctima de la trata.
El evento está promovido por Talitha Kum (UISG-USG), la Red internacional de Vida Consagrada contra la trata de personas, en coordinación con el dicasterio para la Vida Consagrada; el Consejo Pontificio Justicia y Paz; el Pontificio Consejo de los Migrantes y Pueblos Itinerantes (hoy dicasterio de Desarrollo humano integral’); la Academia Pontificia de las Ciencias; Cáritas Internacional; la Unión Internacional de las Asociaciones Femeninas Católicas; y el Grupo contra la trata de la Comisión Justicia y Paz de las Uniones Internacionales de los superiores y superioras generales (UISG/USG).
Los datos proporcionados hablan por sí mismos: en los últimos treinta años se calcula que unos 30 millones de niños han sido afectados por la trata. Actualmente en el mundo cada dos minutos un niño o niña es víctima de la explotación sexual. Además hay más de 200 millones de menores que trabajan, de los cuales 73 millones tienen menos de diez años.
Unicef indica que en el mundo hay 2 millones de niños explotados en la prostitución por el mercado global del comercio sexual y cada año otros tantos millones de niños en todo el mundo sufren la explotación sexual, en la prostitución o pornografía; la mayoría de ellos engañados y forzados a esta situación con falsas promesas y apenas conocimiento de los riesgos.
Indicaron además que “el impulso más fuerte hacia la explotación y el abuso de los niños proviene de la demanda. Si no se encuentra el modo de intervenir con mayor rigor y eficacia ante los explotadores, no se podrán detener las numerosas formas de esclavitud de las que son víctimas los menores de edad”.
Otro dato significativo es que el número de niños implicados en conflictos armados ha aumentado con casi 300 mil en los últimos diez años y que la edad media de los niños soldados es de 14 años, de los cuales el 40 por ciento mujeres.
Eventos relacionados:
El 3 de febrero se proyectará la película Talking to the Trees, en la Casa del Cinema, junto a Signis.
El 3 de febrero se realiza un seminario con el tema “Son niños no esclavos. La voz de las mujeres sobre el tráfico de niños y adolescentes”.
El 4 de febrero será la vigilia de oración contra la trata de niños y adolescentes en la parroquia de Ogni Santi, en la Via Appia.
Leer también: Para la Jornada de oración contra la trata, cinco historias de niños víctimas


Para la Jornada de oración contra la trata, cinco historias de niños víctimas
Posted by Sergio Mora on 1 February, 2017



(ZENIT – Roma).- Cinco historias de niños víctimas de la trata han sido publicadas en un pequeño libro con motivo de la Jornada internacional de oración y reflexión contra la trata de personas, que se realizará en Roma el 8 de febrero de 2017.
“Son niños y no esclavos”, el lema de esta jornada, es también el título de las breves historias escritas por Giampaolo Trevisi, primer dirigente de la Policía Italiana y director de la Escuela de Policía de Peschera del Garda.
Entrevistado por ZENIT, el dirigente de Policía señaló que “nace todo de la reelaboración de estas historias verdaderas que me llegaban desde la red, a las que he vuelto más legibles y a veces con un final mejor que el de la realidad”.
Señaló que “como policía estoy aquí porque he buscado de difundirlas para que mucha gente se pueda dar cuenta de situaciones que ni siquiera yo haciendo este trabajo podía imaginar, y así poder entender y tomar conciencia de la gravedad del fenómeno”.
“Son cinco historia –indicó Trevisi– absolutamente verdaderas, cuyos protagonistas son niños de diversas edades, inclusive niñas dos o tres años explotadas por el sexo cibernético”.
Señaló que la policía hace muchísimo para luchar contra este fenómeno en la vida cotidiana “los policías hombres y mujeres, intentan dar asistencia a las jóvenes que quieren escapar de las garras de la prostitución”.
Sobre la conferencias internacional organizada por la Santa Sede en la Academia Pontificia de las Ciencias, con la participación de jefes de policía, alcaldes y otras autoridades, Trevisi consideró que son iniciativas “absolutamente indispensables para un fenómeno tan grande y de portada internacional”.
Porque “no basta un, gobierno, la policía de un país o una asociación, es necesario la colaboración de todos. O sea todo lo bueno que hay sobre la tierra se debe poner junto para que los niños puedan tener en todas las partes del mundo el derecho de jugar y no sean explotados o esclavizados”.
Por su parte la Coordinadora de Talitha Kum, Gabrietta Bottani, precisó que “las historias han sido recogidas para dar voz a los protagonistas de este día: los niños, las niñas y los adolescentes que han vivido el dolor y la violencia de la trata y de la explotación, y es justamente su voz la que guía al lector en las historias de vida, en los sueños y en el dolor”.


El obispo Audo de Alepo: abrir la frontera solo a los refugiados cristianos fomenta el fanatismo
Posted by Redaccion on 1 February, 2017



(ZENIT – Roma).- El obispo caldeo de Alepo, Antoine Audo SJ, comentando las declaraciones y las disposiciones del presidente de EE.UU., Donald Trump, quien recientemente ha reconocido como una “prioridad” la acogida en los Estados Unidos de los refugiados cristianos de Siria y Oriente Medio, precisamente al mismo tiempo que decretaba el cierre de las fronteras a los ciudadanos de siete países con mayoría islámica señaló:
“A nosotros, los cristianos de Siria y Oriente Medio no nos gustan los discursos que hacen distinciones entre nosotros y los musulmanes cuando está en juego la justicia, la paz y la ayuda a los necesitados. Quién hace estas diferencias, alimenta el fanatismo y el extremismo”.
Lo indicó este martes la Agencia Fides, precisando que el obispo caldeo les ha referido: “Las medidas y las leyes deben ser justas y deben aplicarse por igual a todos, sin discriminación”.
Entretanto precisó que “como cristianos, pedimos que nos ayuden a no tener que emigrar, sino a tener paz en nuestros países, para poder continuar con nuestra vida y nuestro testimonio en la tierra donde nacimos”.
Sobre el estado actual de Alepo, el obispo Audo reconoce que “sin duda ahora hay más seguridad, pero el futuro está marcado por las soluciones que tienen por delante toda Siria. Me parece percibir un cambio en el enfoque de la comunidad internacional”.
El obispo caldeo de Alepo ha indicado que “se ha entendido que el problema de Siria no tiene una solución por la vía militar, sino que sólo se puede llegar a una solución con la política, involucrando a todos”.


San Jean-Théophane Vénard – 2 de febrero
Posted by Isabel Orellana Vilches on 1 February, 2017



(ZENIT – Madrid).- Las alas de la indecisión son los miedos. Los santos las cercenan. A la doctora de la infancia espiritual, Teresa de Lisieux, que se había propuesto sobrenaturalizar lo ordinario adentrándose con paso firme en este sendero de la perfección, le impactó sobremanera el gesto valiente de un niño que a sus 9 años tuvo claro que quería ser mártir, determinación que llevó hasta el final. Era Théophane, cuya festividad celebra la Iglesia junto a la de otros santos y beatos en este día de la Presentación del Señor. Y lo que especialmente llamó la atención de la santa al leer su vida, fue que, a diferencia de Luís Gonzaga -cuya trayectoria también conocía-, que había sido un prodigio de virtud, Théophane encarnaba a esa persona que sin brillantez especial alguna, al menos en apariencia, alcanza la santidad. Se sentía identificada con él y quiso emularle partiendo a las misiones. No pudiendo marchar, en su clausura se ofreció por estos misioneros.
Théophane nació en Saint-Loup-sur-Thouet, Francia, el 21 de febrero de 1829. De familia creyente, que le acompañó espiritualmente y apoyó en su vocación, a esa edad en la que los niños hacen de los juegos su principal ocupación, él ya centraba sus ojos escrutadores en todo lo que tuviera que ver con la fe. En particular le conmovían las noticias que los «Anales de la Propagación de la Fe» traían de las misiones, mientras pastoreaba un rebaño junto a su hermana Melania. Su tierna psicología no quedó dañada por los crueles martirios que conocía a través de este medio. Por el contrario, insufló en su ánimo el deseo de derramar su sangre por Cristo: «¡Yo también quiero ir a Tonkín, yo también quiero ser un mártir!». Tras una primera etapa académica, ingresó en el seminario de Montmorillon y prosiguió estudios en el seminario mayor de Poitiers. Luego se incardinó en la Sociedad de Misiones Extranjeras de París con la venia se su obispo y la previa autorización de su padre, que, aún con dolor, no dudó en desprenderse del hijo al que amaba de forma singular, prestándole incondicional apoyo: «Si sientes la llamada de Dios, cosa que no dudo, obedece sin vacilar. ¡Que nada te retenga! ni siquiera la idea de dejar a un padre afligido».
En esa época Théophane había cambiado radicalmente. Cuando era colegial no estaba adornado de un carácter modélico; más bien cedía a la contrariedad fácilmente predominando en ciertos momentos su tendencia a la ira, al tiempo que exhibía alguna forma de rudeza en los gestos. La oscilación que sufría su conducta ponía de manifiesto una falta de madurez, y ello, unido a su facilidad para la réplica, suscitaba la preocupación del profesorado que le reconvenía. Luego, él mismo se percató de la urgencia de su conversión. Se habituó a rezar el rosario completo, hacía oración, se extremaba en la entrega cotidiana, y fue dando pasos hacia la perfección sin apenas darse cuenta.
La muerte de su madre, que se produjo cuando tenía 13 años, lo encontró dispuesto a afrontar con fortaleza esa difícil separación: «Revistámonos del escudo de la fe en esta ocasión; recurramos a la religión, pues ella sola puede consolarnos en nuestras penas… Y creo poder aseguraros que nuestra buena madre está en el cielo». Parecían las palabras de una persona adulta más que de un adolescente. Ello muestra el paso espiritual que había dado. Después, en el seminario se había caracterizado, sobre todo, por su alegría: «Es menester ánimo en la vida». «A pesar de todo: ¡Viva la alegría!».
En el Seminario de Misiones Extranjeras de París le encomendaron la schola, donde disfrutaba del canto gregoriano por el que sentía predilección. Cuando estaba a punto de ser ordenado enfermó. Encomendándose a la Virgen superó un trance que había estado revestido de cierta seriedad, pero dejó su organismo minado para siempre. En 1851 recibió el sacerdocio, y al año siguiente se embarcó a Hong Kong. En 1854 se hallaba en su ansiado destino: Tonkín, lugar que consideraba «el camino más corto para ir al cielo». Antes de llegar ya sabía que su vida corría peligro. Durante seis años desarrolló su misión apostólica en la sombra, en medio de numerosos contratiempos, sin tener una morada fija, y soportando problemas de salud, como un asma persistente que le agotaba. El estudio de la lengua se le hacía cuesta arriba y así lo reconocía, pero sabía que era un instrumento necesario para poder evangelizar. Incluso tradujo dos libros del Nuevo Testamento.
Era una persona realista y valerosa, que dio pruebas de una fortaleza poco común cuando después de ser capturado a finales de noviembre de 1860 quedó apresado en una minúscula y opresiva jaula de bambú. En ella fue conducido a Hanoi donde fue condenado a muerte. Se liberó de tan inhumano encierro cuando fue ajusticiado. Dos largos e intensos meses que le sirvieron para trazar en la historia esas líneas magistrales de la santidad que rubrican la grandeza de un ser humano, contrapunto también a la barbarie de otros congéneres. Lejos de esta esclavitud atrozmente impuesta, cada día conquistaba palmo a palmo esa morada que le aguardaba en la vida eterna. Llevaba a cabo una apasionada labor evangelizadora, y en ella incluía una correspondencia epistolar de gran riqueza. Teresa de Lisieux, al conocerla, dedicó su oración a las misiones.
Gozosamente aguardó su muerte creyendo que un solo golpe certero bastaría para cercenar el último eslabón que le separaba de la gloria, y así lo comunicó por carta a su padre: «Un ligero sablazo separará mi cabeza, como una flor primaveral que coge el dueño del jardín para su agrado». Se equivocó. El 2 de febrero de 1861 después de negarse a pisotear la cruz de Cristo, un guardia beodo tuvo que asestarle nada menos que cinco golpes de espada para consumar la decapitación. Pío X lo beatificó el 2 de mayo de 1909, y Juan Pablo II lo canonizó el 19 de junio de 1988.