Servicio diario - 04 de febrero de 2017


 

El Papa sobre la economía de comunión: no es evitar el lucro sino compartirlo
Posted by Sergio Mora on 4 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El dinero, su importancia y el peligro de la idolatría si se vuelve el único fin; la pobreza y la integración de todos en la sociedad, evitando los ‘descartes humanos’ que después servirán para hacer filantropía; y no perder la identidad de la economía de comunión, en una sociedad en la que hay ricos y pobres pero donde “los ricos saben compartir sus riquezas y los pobres son llamados bienaventurados”.
Estos fueron los tres temas que el papa Francisco abordó en el encuentro de este sábado en el Vaticano con más de mil empresarios empeñados en una economía de comunión al concluir un encuentro organizado por el movimiento de los Focolares.
La iniciativa de economía y comunión, recordó el Santo Padre, nació hace 25 años en Brasil, tras la invitación de Chiara Lubich, que delante de las desigualdes sociales invitó a los empresarios a volverse agentes de comunión.
Fracisco recordó a los presentes en el Aula Pablo VI como primera cosa que “el dinero es importante, especialmente cuando no hay, porque de él dependen el alimento, la escuela y el futuro de los hijos”. Pero que “se vuelve un ídolo cuando se transforma en finalidad”. Y no es por causualidad, añadio, que la avaricia es un vicio capital porque “es pecado de idolatría”.
Y señaló que “cuando el capitalismo hace del lucro su única finalidad, corre el riesgo de volverse una estructura idolátrica, una forma de culto”. Por ello el modo concreto para no volver el dinero en un ídolo “es compartirlo con los demás, especialmente con los pobres, o para hacer estudiar y trabajar a los jóvenes”.
El segundo punto abordado por el pontífice fue la pobreza. Francisco señala que “algunas semillas de la Biblia han florecido en instituciones más eficaces que las antiguas” y que “la razón de los impuestos está en esta solidaridad, que es negada por la evasión fiscal”.
Francisco profundiza así que “el problema ético de este capitalismo es la creación de descartes para después buscar de esconderlos o curarlos para no hacerlos más ver”, e ironizó que “cuando las empresas de armas financiaran hospitales para curar a los niños mutiliados por sus bombas, el sistema habría llegado a su culmen”. Porque el capitalismo “conoce la filantropía y no la comunión”.
En cambio, aseguró, la economía de comunión “no debe solamente curar a las víctimas, pero contruir un sistema donde sean cada vez menos”. Porque “imitar a buen samaritano del Evangelio no es suficiente”, en cambio es necesario antes que el hombre encuentre a los brigantes “combatir las estructuras de pecado que producen brigantes y víctimas”. Sin dejarse “bloquear por la meritocracía invocada por el hijo mayor” de la parábola del Hijo Pródigo y “por tantos, que en nombre del mérito niegan la misericordia”.
El Santo Padre ha precisado que “un empresario de comunión tiene que hacer de todo para que quienes se equivocan y dejan la casa puedan tener un trabajo y un rédito digno, y no encontrarse comiendo con los puercos”.
El tercer punto abordado por Francisco se refiere al futuro, alertándo que “cada vez que las personas, los pueblos e incluso la Iglesia han pensado de salvar al mundo creciendo en números” han producido “estructuras de poder, olvidándose de los pobres”. Y considerar también que “la comunión no es solamente división, sino también la multiplicación de los bienes”.
Especificó que el primer don del empresario es la propia persona: “vuestro dinero si bien es importante es demasiado poco” y que “en la lógica del Evangelio, si no se dona todo nunca se dona bastante”.
Al concluir sus palabras el Papa invitó a continuar a ser semilla, sal y levadura de otro tipo de economía: “la economía del Reino, donde los ricos saben compartir sus riquezas y los pobres son llamados bienaventurados”.


Texto completo del Papa a los empresarios de “Economía y Comunión
Posted by Redaccion on 4 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Santo Padre ha recibido este sábado en el Aula Pablo VI del Vaticano, a 1.100 participantes en el encuentro “Economia de Comunión”, promovido por el Movimento de los Focolari .
Sigue el discurso pronunciado por el Papa.
Queridos hermanos y hermanas:
Me alegra daros la bienvenida como representantes de un proyecto en el que estoy desde hace tiempo realmente interesado. Saludo cordialmente a cada uno de vosotros y agradezco, en particular las amables palabras de vuestro coordinador, el profesor Luigino Bruni y también por los testimonios que he escuchado.
Economía y comunión. Dos palabras que la cultura actual mantiene separadas y, a menudo considera opuestas. Dos palabras que, en cambio, vosotros habéis unido recogiendo la invitación que hace veinticinco años os dirigió Chiara Lubich, en Brasil, cuando, ante el escándalo de la desigualdad en la ciudad de San Pablo, pidió a los empresarios que se convirtiesen en agentes de comunión. Invitándoos a ser creativos, competentes, pero no sólo eso. Vosotros consideráis al empresario como agente de comunión. Al injertar en la economía la buena semilla de la comunión, habéis comenzado un cambio profundo en la manera de ver y vivir la empresa. La empresa no solo puede no destruir la comunión entre las personas, sino que puede construirla, puede promoverla. Con vuestra vida demostráis que la economía y la comunión son más hermosas cuando están una al lado de la otra. Más bella la economía, por supuesto, pero aún más hermosa la comunión, porque la comunión espiritual de los corazones es aún más plena más cuando se convierte en comunión de los bienes, de los talento, de los beneficios.
Pensando en vuestro compromiso, me gustaría deciros hoy tres cosas.
La primera se refiere al dinero. Es muy importante que en el corazón de la economía de comunión esté la comunión de vuestros útiles. La economía de comunión es también comunión de los beneficios, expresión de la comunión de la vida. A menudo he hablado del dinero como un ídolo. La Biblia nos lo dice de diferentes maneras. No es casualidad que la primera acción pública de Jesús, en el Evangelio de Juan, sea la expulsión de los mercaderes del templo (cf. 2.13 a 21). No se puede entender el nuevo Reino que trae Jesús si no nos liberamos de los ídolos, de los cuales uno de los más poderosos es el dinero. ¿Cómo, entonces, se puede ser un mercader que Jesús no expulsa? El dinero es importante, sobre todo cuando no hay y de él depende la comida, la escuela, el futuro de los hijos. Pero se convierte en ídolo cuando pasa a ser el fin. La avaricia, que no por casualidad es un pecado capital, es pecado de idolatría, porque la acumulación de dinero de por sí se convierte en el fin de las propias acciones. Fue Jesús mismo el que dio categoría de “señor” al dinero: “Ninguno puede servir a dos señores, a dos patrones”. Son dos:Dios o el dinero, el anti-Dios, el ídolo. Fue lo que dijo Jesús. Al mismo nivel de opción. Pensadlo.
Cuando el capitalismo hace de la búsqueda de beneficios su única finalidad, corre el riesgo de convertirse en una estructura idólatra, en una forma de culto. La diosa de la “fortuna” es cada vez más la nueva deidad de una cierta finanza y de todo ese sistema del juego de azar que está destruyendo a millones de familias en todo el mundo, y al que vosotros os oponéis con razón. Este culto idólatra es un sustituto de la vida eterna. Los productos (automóviles, teléfonos …) envejecen y se consumen, pero si tengo el dinero o el crédito puedo comprar inmediatamente otros, haciéndome la ilusión de superar la muerte.
Podemos entender, entonces, el valor ético y espiritual de vuestra elección de poner los beneficios en común. El modo mejor y más concreto de no hacer un ídolo del dinero es compartirlo con los demás, especialmente con los pobres, o para hacer estudiar y trabajar a los jóvenes, venciendo la tentación idolátrica con la comunión. Cuando repartís y compartís vuestros beneficios, lleváis a cabo un acto de alta espiritualidad, diciendo con los hechos al dinero: Tu no eres Dios, tu no eres señor, tu no eres patrón. Y no os olvideis de esa alta filosofía y esa alta teología que hacia decir a nuestras abuelas: “El diablo entra por los bolsillos”. No os olvidéis de esto.
La segunda cosa que quiero decir atañe a la pobreza, un tema central en vuestro movimiento.
En la actualidad hay muchas iniciativas, públicas y privadas, para combatir la pobreza. Y todo esto, por un lado, es un crecimiento de humanidad. En la Biblia, los pobres, los huérfanos, las viudas, los “descartes” de las sociedades de la época, se ayudaban con el diezmo y espigando el grano. Pero la mayoría del pueblo seguía siendo pobre, esas ayudas no eran suficientes para alimentar y curar a todos. Los “descartes” de la sociedad seguían siendo muchos. Hoy hemos inventado otras formas de cuidar , alimentar, educar a los pobres, y algunas de las semillas de la Biblia han florecido en las instituciones más eficaces que las antiguas. La razón de los impuestos estriba también en esta solidaridad, que es negada por la evasión y el fraude fiscal, que, antes de ser actos ilegales son actos que niegan la ley básica de la vida: la ayuda mutua.
Pero – y esto nunca se repetirá lo suficiente – el capitalismo sigue produciendo los descartes que luego quisiera curar. El principal problema ético de este capitalismo es la generación de descartes para después tratar de ocultarlos o de curarlos para que no se vean. Una grave prueba de la pobreza de una civilización es la incapacidad de ver a sus pobres, que antes se descartan y luego se ocultan.
Los aviones contaminan la atmósfera, pero con una pequeña parte del dinero del billete se plantarán árboles para compensar una parte del daño causado. Las empresas del juego de azar financian campañas para el tratamiento de los ludópatas que crean. Y el día en que las empresas de armas financien hospitales para tratar a los niños mutilados por las bombas, el sistema habrá alcanzado su punto culminante. Esta es la hipocresía
La economía de comunión, si quiere ser fiel a su carisma, no sólo debe ocuparse de las víctimas, sino construir un sistema en el que las víctimas sean cada vez menos, en el que, a ser posible ya no existan. Hasta que la economía siga produciendo una sola víctima y haya una persona descartada, no se habrá realizado la comunión, la fiesta de la fraternidad universal no será plena.
Es necesario, pues, apuntar a cambiar las reglas del juego sistema económico-social. No es suficiente imitar al buen samaritano del Evangelio. Por supuesto, cuando un empresario o cualquier persona se encuentra con una víctima, está llamado a cuidarla, y tal vez, como el buen samaritano, también a asociar el mercado (el hospedero) a su acción de fraternidad. Yo sé que vosotros intentáis hacerlo desde hace 25 años. Pero es necesario en primer lugar actuar antes de que el hombre se tope con los bandidos, luchando contra las estructuras de pecado que producen bandidos y víctimas. Un empresario que es sólo un buen samaritano hace solamente la mitad de su deber: cura a las víctimas de hoy, pero no reduce las de mañana. Para la comunión es necesario imitar al Padre misericordioso de la parábola del hijo pródigo y esperar a los hijos en casa, a los trabajadores y colaboradores que se han equivocado, y allí abrazarlos y hacer fiesta -con ellos y para ellos – y no dejarse bloquear la meritocracia invocada por el hijo mayor y por tantos, que en nombre de los méritos niegan la misericordia. Un empresario de comunión está llamado a hacer todo lo posible para que incluso los que cometen errores y dejan su casa, puedan esperar en un trabajo y unos ingresos decentes, y no encontrarse a comer con los cerdos. Ningún hijo, ningún hombre, ni siquiera el más rebelde, se merece las bellotas.
Por último, la tercera cosa se refiere al futuro. Estos 25 años de vuestra historia dicen que comunión y empresa pueden convivir y crecer juntas. Una experiencia que por ahora se limita a un pequeño número de empresas, muy pequeño en comparación con el gran capital del mundo. Pero los cambios en el orden del espíritu y, por tanto, de la vida no están relacionados con grandes números. El pequeño rebaño, la lámpara, una moneda, un cordero, una perla, la sal, la levadura: estas son las imágenes del Reino que nos encontramos en los Evangelios. Y los profetas han anunciado la nueva era de la salvación indicando el signo de un niño, Emmanuel, y hablándonos de un “resto” fiel, un pequeño grupo.
No hace falta ser muchos para cambiar nuestras vidas: es bastante que la sal y la levadura no se desnaturalicen. El gran trabajo por hacer es tratar de no perder el “principio activo” que los anima: la sal no cumple su función creciendo en cantidad; de hecho, el exceso de sal vuelve a la masa salada, sino salvando su “alma”, es decir su calidad . Todas las veces que las personas, las naciones, e incluso la Iglesia han pensado en salvar al mundo creciendo en número, han producido estructuras de poder, olvidándose de los pobres. Salvemos nuestra economía, permaneciendo simplemente sal y levadura: un trabajo difícil, porque todo caduca con el paso del tiempo. ¿Cómo no perder el ingrediente activo, la “enzima” de comunión?
Cuando no había frigoríficos para conservar la levadura madre del pan se daba a la vecina un poco de la propia masa fermentada, y cuando había que amasar pan otra vez, se recibía un puñado de pasta fermentada de esa mujer o de otra que lo había recibido a su vez. Es la reciprocidad. La comunión no es sólo división sino también multiplicación de los bienes, creación de un nuevo pan, de nuevos bienes, del nuevo Bien con mayúscula. El principio vivo del Evangelio permanece activo sólo cuando lo damos porque es amor, y el amor es activo cuando amamos, no cuando escribimos romances o vemos telenovelas. Si en cambio lo mantenemos celosamente todo y sólo para nosotros, enmohece y muere. El evangelio puede enmohecer. La economía de comunión tendrá futuro si la daréis a todos y no se quedará sólo en vuestra “casa”. Dádsela a todos, y antes que a ninguno a los pobres y a los jóvenes, que son los que más necesitan y saben cómo hacer fecundo el don recibido! Para tener vida en abundancia, hay que aprender a dar no sólo los beneficios de las empresas, sino a vosotros mismos. El primer regalo del empresario es su propia persona: vuestro dinero, aunque importante, es demasiado poco. El dinero no salva si no va acompañado por el don de la persona. La economía de hoy, los pobres, los jóvenes necesitan en primer lugar de vuestra alma, de vuestra fraternidad respetuosa y humilde, de vuestra voluntad de vivir, y sólo después de vuestro dinero.
El capitalismo conoce la filantropía, no la comunión. Es fácil donar una parte de los beneficios, sin abrazar y tocar a las personas que reciben esas “migajas”. En cambio, incluso cinco panes y dos peces pueden alimentar a la multitud si con ellos compartimos nuestras vidas. En la lógica del Evangelio, si no se da todo, nunca se da bastante.
Todas estas cosas ya las hacéis. Pero podáis compartir más aún los beneficios para luchar contra la idolatría, cambiar las estructuras para prevenir la creación de víctimas y de descartes; dar más de vuestra levadura para que suba el pan. El “no” a una economía que mata se convierta en un “sí” a una economía que hace vivir, porque comparte, incluye a los pobres, usa los beneficios para crear comunión.
Os deseo que sigáis vuestro camino, con coraje, humildad y alegría; alegría: “Dios ama al que da con alegría” (2 Cor 9,7). Dios ama vuestros beneficios y talentos dados con alegría. Ya lo hacéis; podéis hacerlo todavía más.
Os deseo que sigáis siendo semilla, sal y levadura de otra economía: la economía del Reino, donde los ricos saben compartir su riqueza, y los pobres … y los pobres son llamados bienaventurados.Gracias


El obispo Angelo Becciu nombrado delegado pontificio para la Orden de Malta
Posted by Redaccion on 4 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha nombrado como su delegado pontificio para la Orden de Malta al arzobispo italiano Angelo Becciu, actual sustituto de Asuntos Generales de la Secretaría de Estado del Vaticano, con una carta difundida hoy por la Oficina de prensa de la Santa Sede y fechada el 2 de febrero.
El Santo Padre precisa que Mons. Becciu será su “único portavoz en todo lo que afecta a las relaciones entre esta Sede Apostólica y la Orden” a quien concede “todas las facultades necesarias para decidir las cuestiones eventuales que puedan surgir en relación con la ejecución del mandato encomendado”.
El delegado pontificio deberá acompañar la elección del futuro maestro general de la Orden, que se celebrará aproximadamente a finales de marzo. El gran Maestro fray Matthew Festing, renunció tras haberse opuesto a una investigación pedida por el Vaticano debido al licenciamiento de su gran canciller, Albrecht Boeselager.
En la misiva el papa indica que Becciu actuará “en estrecha colaboración” con Ludwig Hoffmann von Rumerstein, lugarteniente interino de la Orden, “para el mayor bien de la Orden y la reconciliación de todos sus miembros, religiosos y laicos”, para preparar el capítulo extraordinario y la oportuna actualización de la constitución del Estatuto Melitense.
En concreto en “la renovación espiritual y moral de la Orden, especialmente de los miembros profesos, para que se realice plenamente el fin de ‘promover la gloria de Dios mediante la santificación de los miembros, el servicio a la fe y al Santo Padre y la ayuda al prójimo'”.

A continuación el texto completo
Al comienzo del camino de preparación en vista del Capítulo extraordinario que tendrá que elegir al nuevo Gran Maestro de la Soberana Orden Militar Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, con la presente le nombro en fecha de hoy mi delegado especial ante esa benemérita Orden. Trabajará en estrecha colaboración con S. E. el Ven. bailío Fra’ Ludwig Hoffmann von Rumerstein, Lugarteniente interino, por el mayor bien de la Orden y la reconciliación entre todos sus componentes, religiosos y laicos. Estará al flanco del Lugarteniente y lo apoyará en la preparación del Capítulo extraordinario, y juntos decidirán la modalidad de un estudio en vista de la oportuna renovación de la Constitución de la Orden y del Estatuto Melitense.
En particular, se hará cargo de todo lo concerniente a la renovación espiritual y moral de la Orden, especialmente de los Miembros profesos, para que se realice plenamente el fin de “promover la gloria de Dios mediante la santificación de los Miembros, el servicio a la Fe y al Santo Padre y la ayuda al prójimo “, como reza la Constitución.
Hasta el final de su mandato, es decir, hasta la conclusión del Capítulo extraordinario, que elegirá al Gran Maestro, Usted será mi portavoz exclusivo en todo lo relativo a las relaciones entre esta Sede Apostólica y la Orden. Le delego, por lo tanto, todas las facultades necesarias para decidir las cuestiones eventuales que puedan surgir en relación con la ejecución del mandato encomendado.
Mientras le agradezco su disponibilidad para asumir el mencionado encargo, les aseguro mi oración y de corazón le imparto la bendición apostólica que, de buen grado, extiendo a todos los miembros de la Orden.
Desde el Vaticano 2 de febrero de 2017
Leer también: La Orden de Malta asegura: “La intención de Francisco es reforzar nuestra misión”


Carta del Santo Padre por la XXVI Jornada Mundial del Enfermo en Lourdes
Posted by Redaccion on 4 February, 2017



(ZENIT – Se ha publicado hoy la carta escrita en latín y fechada el 19 de enero en la que el Santo Padre nombra al cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, como legado pontificio en la celebración de la XXVI Jornada Mundial del Enfermo en Lourdes, Francia, el 11 de febrero.
La misión que acompañará al cardenal está formada por los reverendos Jean-François Duhar y Antoine Mérillon, respectivamente párrocos de Lourdes y de Bagnères-de-Bigorre.
En la carta escrita en latín, el Papa saluda a los enfermos de todo el mundo, expresando su cercanía de corazón a cuantos viven en medio del sufrimiento. «Está bien cuidar integralmente a la persona», afirma el Santo Padre, «por tanto nunca hay que perder de vista el alma, la mente y el cuerpo». Citando el Libro de la Sabiduría, Francisco recuerda que Dios ha creado todo para la existencia: «No ha creado la muerte ni el mal, y no goza con la destrucción de los vivos».
Posteriormente, citando el Libro del Eclesiástico, el Pontífice señala que Dios «ha dado a los hombres la ciencia para que pudieran gloriarse de sus maravillas». Al mismo tiempo los pastores, los médicos y los propios enfermos están llamados a orar al Señor para que Él los conduzca a aliviar la enfermedad y a recuperarse.
Por último, el Obispo de Roma invita a los fieles a invocar con constancia la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Salud de los enfermos, para que obtenga del Hijo, gracias abundantes, especialmente la paciencia en la tribulación, la confianza en Dios, la gratitud por los bienes recibidos y un gran amor hacia todos. Y esto, imitando la fe de Pedro que, aún cuando no comprendía a Jesús, podía decir: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna». (Jn 6, 68)
Y este próximo lunes, 6 de febrero, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede tendrá lugar la presentación de la XXV Jornada Mundial del Enfermo que se celebrará en Lourdes. La conferencia de prensa será también la ocasión para presentar la Nueva Carta de los agentes sanitarios.
Intervendrán el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, monseñor Jean-Marie Mate Musivi Mupendawatu, Secretario del mismo dicasterio, Alessandro de Franciscis, Presidente del Bureau des Constatations Médicales de Lourdes y de la Association Médicale Internationale de Lourdes (AMIL) y el profesor Antonio Gioacchino Spagnolo, catedrático de Bioética y director del Institute of Bioethics and Medical Humanities en la Facultad de Medicina y Cirugía de la Università Cattolica del Sacro Cuore di Roma.


El Papa fortalece la comisión de vigilancia del IOR
Posted by Redaccion on 4 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- “El Santo Padre ha querido fortalecer el rol de la Comisión Cardenalicia de Vigilancia como órgano distinto y separado del Consejo de Superintendencia, como lo dispone los estatutos del Instituto”.
Lo indicó el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Greg Burke, en un comunicado de prensa difundido este viernes apropósito de noticias equivocadas difundidas en relación al Instituto para las Obras de Religión (IOR).
Además precisó que, la Comisión Cardenalicia de Vigilancia está en su pleno ejercicio y que “el Papa Francisco ha pedido que, a partir de este año, las reuniones del Consejo se desarrollen separadamente de aquellas de la Comisión, para así subrayar la distinción de los roles”.


Nuevo secretario del Forum Internacional de la Acción Católica
Posted by Redaccion on 4 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El obispo argentino Eduardo Horacio García es el nuevo secretario del Forum Internacional de la Acción Católica (Fiac). Lo informó en un comunicado el dicasterio para los Laicos, familia y vida.
Mons. García es obispo de San Justo, en el gran Buenos Aires y asistente de la Acción Católica Argentina.
El coordinador de la Fiac, Emilio Inzaurraga agradeció por el nombramiento al cardenal Kevin Farrel, prefecto del dicasterio y agradeció la labor que Mons. Mansueto Bianchi, prematuramente fallecido, ha desarrollado.
“Estamos seguros -indica el comunicado- que Mons. Eduardo, que ha compartido el trabajo del secretariado en estos años como asistente nacional de la Acción Católica Argentina, junto a los otros asistentes de los países miembros, ayudará la Fiac a promover la Acción Católica en el mundo en clave misionera, en el surco del Concilio Ecuménico Vaticano II y con la Evangelii Gaudium.


Premian en Madrid al cardenal y al imán de Bangui: “Los mellizos de Dios”
Posted by Sergio Mora on 4 February, 2017



(ZENIT – Roma).- El cardenal de Bangui Dieudonné Nzapalainga, y el imán de la Mezquita Central de la capital centroafricana, Kobine Layama han recibido el Premio a la Fraternidad 2016, concedido por la revista española Mundo Negro.
Durante su intervención, el cardenal ha explicado cómo ocultó durante seis meses al imán en su casa debido a la guerra que azotaba a su país, la República Centroafricana, y cómo han trabajado conjuntamente en el diálogo interreligioso. En Bangui, los dos premiados son conocidos como los “mellizos de Dios”.
El galardón ha sido concedidoel 2 de febrero 2017 por su trabajo de diálogo y promoción de la paz en el país, inmerso en una grave inestabilidad desde que en marzo de 2013 las milicias de la Seleka tomaran el poder, explica la web allstandtogether.com
El cardenal de Bangui y el imán de la Mezquita denu nciaron además la instrumentalización de la religión como arma política y han apelado al diálogo interreligioso como vía para la solución de conflictos como el que sufre su país desde marzo de 2013: “El diálogo islamo-cristiano no es una teoría ni una abstracción, es una forma de vivir”, ha resaltado Nzapalainga, a lo que el imán ha añadido que “el diálogo interreligioso está en el fondo del Cristianismo y del Islam. Porque “en República Centroafricana no hay una guerra religiosa. El conflicto es militar y político”.
Y siempre en la capital española, con la presencia del cardenal arzobispo de Bangui, y del imán de la mezquita central de la capital centroafricana, ha iniciado ayer viernes 4 hasta mañana domigo 5 de febrero el XXIX Encuentro África organizado por la revista Mundo Negro y los Misioneros Combonianos. en la Residencia Amor de Dios (calle Asura 90, Madrid).


V Domingo Ordinario: Sal y luz
Posted by Enrique Díaz Díaz on 4 February, 2017



Isaías, 7-10: Cuando compartas tu pan con el hambriento, brillará tu luz en las tinieblas”
Salmo 111: “El justo brilla como una luz en las tinieblas”
Corintios 2, 1-5: “Les he anunciado a Cristo crucificado”
San Mateo 5, 13-16: “Ustedes son la luz del mundo”
Todo se conjugó para provocar el estrepitoso accidente: la impericia de la jovencita, el profundo barranco y la luz deslumbrante que el enorme camión, en el momento en que era rebasado, encendió intempestivamente. Gracias a Dios, a pesar de dar varias volteretas y de dejar su vehículo destrozado, la joven sobrevive con algunos huesos rotos, y desde el hospital comenta la terrible experiencia. “Iba manejando en una noche muy oscura pero todo parecía normal. Cuando intenté rebasar un tráiler de doble remolque, se encendió un reflector lateral, no sé si para prevenirme del destrozo de la carretera o si por maldad. Quedé cegada momentáneamente y cuando me percaté ya era muy tarde para frenarme o desviarme. Di volteretas y no sé cómo logré sobrevivir. En mis momentos de inconsciencia o desvaríos me lastima mis ojos la deslumbrante luz que no me permitió ver el peligro”. Hay luces que iluminan, hay luces que ciegan.
Después de haber proclamado a los cuatro vientos las maravillosas bienaventuranzas que trastocan todos los valores del mundo, Jesús indica a sus discípulos el sentido profundo que debe tener cada una de sus acciones: ser sal y ser luz. Ser sal tiene un profundo significado y con esta imagen Cristo define a sus seguidores. Mientras la sociedad se adormece en la rutina de aburrimiento y pierde el sentido de la vida, Cristo exige ser sal. Debe ser un rasgo característico de los discípulos el saber dar sabor a la vida. Para las gentes sencillas esta imagen está muy cercana y es fácil captar todo el simbolismo y entender que el Evangelio infunde una energía y da un sabor especial a la vida. Sin embargo parecería que a muchos la fe se les ha vuelto sosa, avinagrada y acartonada, y les ha faltado dinamismo y entusiasmo para llevar con alegría el Evangelio. Hay la constante queja de que la Iglesia ha perdido su dinamismo, su energía y su vitalidad. Y no se pretende que la Iglesia se acomode al desenfrenado mundo moderno, sino que ofrezca esa esperanza y esa alegría de quien ha encontrado a Cristo. Una de nuestras tareas actuales será la de volver a “salar” nuestra fe al calor del Evangelio, de la oración y del clima de la comunidad fraterna.
Pero junto a este sentido de la sal como sabor, al que quizás las comunidades judías no daban tanta importancia, debemos también recuperar el sentido que para ellos era más significativo: la conservación de los alimentos que lleva implícito el símbolo de la fidelidad, de la no corrupción. Por eso una “alianza de sal”, como se proclama varias veces en el Antiguo Testamento, es una alianza duradera que asegura la permanencia y la fidelidad del pueblo elegido al que Dios nunca falla. Cuando Jesús afirma que los discípulos deben ser sal, les indica que entren al mundo pero en alianza con Dios y que mantengan en el mundo las exigencias de la justicia verdadera que evitará que las comunidades se estanquen en la mediocridad y en la injusticia. Pequeña, sencilla y humilde es la sal, pero debe dar sabor, conservar y dinamizar a toda la sociedad. Para ello se requieren dos condiciones muy claras: no encerrarse en sí misma porque quedará hecha terrón y producirá un sabor terrible; y disolverse en el alimento para dar sabor. El discípulo no puede permanecer encerrado en sí mismo porque dañaría tanto a la comunidad como al Evangelio, y su labor consiste en “deshacerse” en verdadero servicio como lo exige Isaías en la primera lectura: “Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre y sin techo, viste al desnudo y no des la espalda a tu hermano”.
Las obras nacen del amor y son signo del amor. Deben manifestar el amor y no ser ocasión de prestigio o de negocios. Ser luz es cuestión de amor y sólo en el amor se puede iluminar a los demás. No es el signo de superioridad y ni la señal de sabiduría que muchos quisieran adoptar, como si hicieran el favor de iluminar a los demás. No, la luz brota de dentro y va mucho más allá de la sabiduría humana. La luz está tomada del mismo Jesús que se ha convertido en la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Sus discípulos sólo podemos ser luz si tomamos su luz, si nos dejamos encender de su pasión, si disipamos nuestras tinieblas con su palabra. Isaías nos da la pista segura para ser luz: “Cuando renuncies a oprimir a los demás y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva, cuando compartas tu pan con el hambriento y sacies la necesidad del humillado, brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía”. La luz está viva y comprometida con el sufrimiento de los hermanos, no es la luz artificial que se enciende para que los demás la vean. Es la luz que brota desde el interior, espontánea, como una fuente, porque está llena de amor. Están tan concretas las obras de la luz que siempre serán la piedra de toque para distinguir si alguien es discípulo del Señor.
En estos momentos hay muchas dudas e inseguridades, suicidios y vidas absurdas, que no podremos disipar con ideas brillantes sino con compromisos serios a favor de los que han sido reducidos a la miseria y a la discriminación. Hay quien ya no cree en nada y va cargando con fastidio su vida. El discípulo puede dar sentido, sabor y luz a todo el que se encuentra desencantado. Comencemos con los más cercanos, porque estamos dispuestos a ser luz de las naciones, luchando y manifestándonos por las guerras extranjeras, pero no somos capaces de exigirnos nuestro tiempo y nuestra aportación para los que están junto a nosotros y en nuestra casa. Somos candil de la calle y oscuridad de la casa. Somos reflectores que deslumbran y corazones en tinieblas. ¡Así no somos verdaderos discípulos! Nos quejamos amargamente de la oscuridad que reina en nuestro ambiente pero no somos capaces ni de encender un cerillo para disipar las tinieblas. El compromiso es grande y tendremos que reflexionar seriamente cómo estamos siendo luz en nuestro mundo, cómo estamos dando sentido y sabor a nuestras vidas y a las vidas de los cercanos, y cómo estamos contagiando de Evangelio a quienes se acercan a nosotros.
Señor, que tu luz ilumine nuestras tinieblas, y que podamos dar sentido y sabor a nuestras vidas con la luz de tu evangelio. Amén.


¿Por qué bautizar a los niños pequeños?
Posted by Catholic.net on 4 February, 2017



Todos queremos, como humanos, amar y ser amados. Y ser cristiano, no significa otra cosa que practicar el mandamiento del amor: “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado”. El amor auténtico nunca ha sido un mal para nadie.
Que un niño goce del amor de sus padres ya desde la concepción, no es ningún condicionamiento negativo sobre la libertad y voluntad del niño. Más aún, es lo más hermoso que un niño puede poseer: el amor y afecto de sus padres.
Qué triste es ver a niños maltratados y rechazados por sus propios padres. ¿Por qué, pues, será el amor de Dios un mal para el nuevo bautizado? Gozar del amor de Dios es lo máximo que se puede pedir, y nosotros no tenemos el derecho de privar a nadie del don de ser amado.
El bautismo es la puerta del encuentro con Cristo, el fundamento de toda la vida cristiana y la incorporación al pueblo de Dios, la Iglesia. Contiene en germen toda la acción santificadora de la gracia de Dios, que se irá desarrollando a lo largo de toda su vida. El hombre que hoy se bautiza como niño, llegará con la ayuda de la Iglesia, a responder conscientemente a la gracia que ha recibido. Necesitará de sus padres y de la misma Iglesia, pues son quienes han proclamado la fe en nombre el niño y se han hecho garantía de la educación y del desarrollo de su fe.
“Quien no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Juan 3,5)
Las objeciones contra el Bautismo de los niños proceden de una triple ignorancia: Ignorancia de los bienes del Bautismo, de la Palabra de Dios y de la práctica de la Iglesia.
El Bautismo es una gracia Inestimable
El Bautismo nos hace hijos de Dios. Gálatas 4, 5-7
El Bautismo es la fuente de la vida nueva en Cristo. Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) 1253
El Bautismo nos lava el pecado. Hechos 2, 38
El Bautismo nos incorpora a Cristo, Romanos 8, 29. CIC 1272 y a la comunidad de salvación. CIC1273
El Bautismo nos imprime el “sello del Señor” con que el Espíritu Santo nos ha marcado para el día de la redención. Efesios 4, 30
Los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo.
¿Qué Dice La Biblia?
Jesucristo lo dijo claramente a Nicodemo: “Quien no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” Juan 3, 5. Jesucristo no excluye a nadie, todos necesitan del Bautismo. “Lo nacido de la carne, es carne, lo nacido del Espíritu, es espíritu”. Si un niño no está bautizado no es nacido del Espíritu.
Lo que Enseña el Antiguo Testamento
Los niños en la Antigua Alianza no esperaban a ser adultos para incorporarse al pueblo de Dios, sino que eran circuncidados al octavo día. Lee: Hechos 7, 8. El Bautismo sustituye a la circuncisión, por eso los primeros cristianos bautizaban a los niños.
La Práctica de la Iglesia
En un inicio, la mayoría de los bautizados eran adultos. No era posible de otra manera porque era una Iglesia de convertidos. Pero ya desde entonces era costumbre bautizar “casas” enteras: 1 Corintios 1, 16; Hechos 16, 15. 33. Los miembros de la casa incluían a las mujeres, a los niños y a los esclavos aunque no se mencione.
El Bautismo era comparado con el Arca de Noé, donde se salvaba la familia entera: Padres e hijos. 1Pedro 3, 20-21. La salvación era para toda la familia.
San Policarpo que murió en 155 d.C. en el momento de su martirio, cuando se le pide abjurar de su fe en Cristo, atestigua: “Hace ochenta seis años que le sirvo”, difícilmente podría haber dicho eso si no hubiese sido bautizado desde niño.
Lo Que Enseña La Iglesia
La advertencia de Cristo en el Evangelio: “Quien no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de los cielos” (Juan 3,5), debe entenderse como la invitación de un amor universal e infinito; un llamado a sus hijos deseando para ellos el mayor bien. Este llamamiento irrevocable y urgente no puede dejar al hombre en una actitud indiferente o neutral, ya que su aceptación es para él la condición del cumplimiento de su destino. (Instrucción soble el Bautismo de los niños #10)
La fe, no es sólo un acto personal, sino también una virtud sobrenatural. Los niños no son capaces de un acto personal de fe, pero sí pueden tener la fe como virtud sobrenatural. De la misma manera que “el amor ha sido derramado en nuestros corazones por el Espírtu Santo que nos ha sido dado”, es decir, por gracia y no por nuestro propio esfuerzo asi también el Espíritu Santo da la fe a los que reciben el Bautismo. (La Doctrina de la Fe, Franco Amerio p.445)
Objeciones
1ª. Objeción. La fe es necesaria para el Bautismo, los niños no pueden hacer un acto de fe, por tanto no pueden ser bautizados.
La Iglesia está de acuerdo: “El Bautismo es el sacramento de la fe”. (CIC 1253). “El que creyere y se bautizare se salvará” (Marcos 16, 16) Por eso “..el Bautismo jamás se ha administrado sin fe: para los niños se trata de la fe de la Iglesia”. (Instrucción sobre el Bautismo de los Niños No. 18).
Entrar al cine sin boleto es un fraude, pero si otro paga mi boleto, tengo tanto derecho a entrar como si yo lo hubiera pagado.
Cristo siempre exigió la fe para sanar a los enfermos, pero en el caso de los niños bastaba la fe de su padre o su madre, como es el caso de la hija de Jairo, Marcos 5, 36 y de la hija de la sirofenicia, Mateo 15, 28.
Nadie se puede dar la fe a sí mismo. El niño recibe la vida de sus padres, y la fe de la Iglesia. Es una fe inicial, en semilla, que después debe crecer y volverse adulta, sin embargo basta para recibir el Bautismo. De esta forma los niños reciben la fe y con ella la vida eterna como un don gratuito de Dios a través de la iglesia. Lee: CIC n. 169.
El Bautismo de los niños pone de manifiesto la gratuidad de la salvación.
“Dejad que los niños vengan a mí”
La Sra. Edith era una convencida Bautista, pero sucedió que uno de sus hijos nació con Síndrome de Down. El pastor se negó a bautizarlo porque el niño “no podía hacer un acto de fe”. Para la Sra. Edith las palabras de Cristo eran claras: “Quien no nace del agua y del espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”. ¿Por qué su hijo iba a estar excluido del Reino de Dios? Decidió llevar a su hijo a una iglesia donde lo bautizaran y así se convirtió el niño en hijo de Dios y ella a la fe católica.
2ª. Objeción. Los niños no necesitan Bautismo porque ellos son inocentes y no tienen pecado.
El que no distingue, confunde. Los niños no tienen pecados personales, pero sí tienen el pecado original.
San Pablo opone a la universalidad del pecado, la universalidad de la salvación en Cristo: “Por un sólo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, pues todos pecaron…” Romanos 5, 12 Si todos sufren la derrota del pecado, entonces, todos necesitan el baño que nos lava del pecado: el bautizo.
TODOS SOMOS PECADORES
El Rey David dice en el salmo 50: “Míra, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre…” Si el bebé, desde el seno de su madre, nace con culpa y es un pecador, quiere decir que también necesita el “Bautismo para el perdón de los pecados”. Lee: Hechos 2, 37. Estudia detenidamente: CIC n.1250 y 405.
TODOS SOMOS CIEGOS
La historia del ciego de nacimiento (Juan 9) es muy aleccionadora. El ciego representa al cristiano, porque todos nacemos ciegos a la fe y, por tanto, todos necesitamos lavarnos en la Piscina del Enviado = el Bautismo de Cristo. Si los gatitos a los ocho días abren los ojos ¿porqué los niños deben esperar a ser adultos para abrirlos?
3ª. Objeción. No es bueno imponer a los niños una fe que ellos no han escogido.
La fe ni es “escogida”, ni es “impuesta” sino que es don y gracia de Dios. Si el Bautismo confiere a los hijos el bien sublime de la gracia divina, sólo unos padres ignorantes o incrédulos podran negar a sus hijos este don. Pero además, ¿quién eres tú para negar a Jesucristo el derecho legítimo sobre aquel por quien Él murió y resucitó?
4ª. Objeción. Jesucristo se bautizó de grande y se bautizó en el río.
Esta objeción revela una gran ignorancia de la palabra de Dios. Porque Cristo recibió el Bautismo de Juan, que era un bautismo de penitencia, nosotros en cambio, recibimos el Bautismo de Cristo, en fuego y Espíritu. Por eso somos “cristianos” y no “bautistas”. Y por eso los católicos bautizamos no como el Bautista lo hacía, sino como Cristo manda: “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Lee: Mateo 28, 19.
5ª. Objeción. ¿Y qué hay de los niños que mueren sin Bautismo?
“La Iglesia los confía a la misericordia de Dios que quiere que todos los hombres se salven” (1Timoteo 2, 4) y a la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: “Dejad que los niños se acerquen a mí, y no se lo impidáis” (Marcos 10, 14). Esto nos permite confiar en que hay un camino de salvación para los niños que mueren sin el Bautismo. Por esto es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños vengan a Cristo por el don del Bautismo. (CIC n. 1261).

Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net


San Jesús Méndez Montoya – 5 de febrero
Posted by Isabel Orellana Vilches on 4 February, 2017



(ZENIT – Madrid).- Hay un rasgo en la vida de este mártir que recuerda al inocente san Tarsicio quien, según la tradición, derramó su sangre en el siglo III de nuestra era abrazado al Cuerpo de Cristo, custodiado tan férreamente, que los paganos no lograron separar sus manos del lienzo en el que lo protegía, ni siquiera cuando ya había expirado. Impedir la profanación de la Eucaristía fue la gran preocupación de Jesús cuando se vio acosado por quienes iban a abrirle la puerta de la gloria.
Vino al mundo en Tarímbaro, Michoacán, México, el 10 de junio de 1880 en el seno de una humilde familia que supo transmitirle su piedad y hacer de él un muchacho sensible y dispuesto siempre a volcarse en los demás. Creció habituado a rezar el rosario y a buscar el bien del prójimo. Tenía 14 años cuando ingresó en el seminario y tuvo que compaginar su formación con el trabajo para contribuir al sostenimiento del hogar. De todas formas, sus bondadosos padres eran tan estimados por el vecindario, que muchos generosamente se prestaban a paliar sus carencias con lo que estaba a su mano. Tenía tres hermanas y un hermano que le siguieron junto a su madre en su misión sacerdotal, cuando en 1906 partió a su primer destino en Huetamo, Michoacán. Problemas de salud, de índole nerviosa, aconsejaron su traslado a Pedernales en 1907, pero en los seis años que permaneció en esta parroquia la enfermedad afloró, de modo que fue enviado a Valtierrilla, Guanajuato, parroquia perteneciente a la Arquidiócesis de Morelia.
Los feligreses pudieron constatar que actuaba movido por la oración y un profundo amor a la Eucaristía ya que era palpable cuando oficiaba la misa así como en otras acciones que emprendió encaminadas a suscitar en todos ellos ese amor que inflamaba su corazón. Fue un gran confesor y catequista. En medio de su quehacer siempre encontraba tiempo para visitar a los que menos tenían, consolarles y asistirles en todo lo que podía. El mundo del trabajo tampoco se le resistió ya que fuera en el campo o en industrias diversas los labradores y operarios hallaban en él palabras de aliento; era un referente para todos. Puso en marcha diversas obras de acción social, una caja de ahorros y una cooperativa. Además, aprovechó sus conocimientos musicales para impulsar un coro parroquial. Se ha subrayado la servicialidad, rasgo distintivo de su acción pastoral, diciendo que «supo hacerse todo a todos».
El devenir cotidiano seguía su curso sin mayores contratiempos, aunque en el ambiente eclesial latía una gran preocupación por las presiones ejercidas por las fuerzas gubernamentales, hostiles a la fe. En un momento dado, Jesús fue directamente afectado por la persecución. No se echó atrás y, como una de las notas comunes a todos los mártires es su celo apostólico, fidelidad absoluta a su vocación y una valentía que los encumbra ante los ojos de los demás humanos, como si estuvieran hechos de una pasta especial, prosiguió realizando su misión. Modificó sus horarios y el alba le sorprendía oficiando la misa y administrando los sacramentos. No varió la atención a sus fieles y los enfermos no percibieron el cerco que se había cernido sobre él porque seguía asistiéndoles. La valerosidad de los clérigos era compartida por numerosos católicos que no estaban dispuestos a que pisotearan la fe, y se alzaron contra los políticos. A estos «cristeros» perseguían los federales cuando dieron con Jesús. Convecinos, que no eran leales precisamente, les delataron en febrero de 1928 y fueron apresados y acusados de traición. Enfurecidos los militares destruyeron todo lo que encontraron a su paso por Valtierrilla.
Cuando le tocó el turno a Jesús, su única prioridad fue proteger la Sagrada Eucaristía. Si lo comparamos con san Tarsicio en esos umbrales de su martirio, los verdugos aún tuvieron una deferencia por el padre Méndez que al santo adolescente se le vetó. Porque al ver que no tenía salida, logró una brevísima moratoria de quienes le iban a dar muerte para poder consumir las Sagradas Formas. El momento dramático tuvo ese punto sublime que dan los santos a estos preámbulos de su ingreso en la gloria. Primeramente, Jesús había ocultado bajo sus prendas el copón, pero juzgando que aún así peligraba, se lanzó por la ventana de una notaria donde había oficiado misa, de modo que quedó a la vista de los soldados que oteaban la calle desde el campanario de la iglesia, y pensando que era otro de los cristeros, le detuvieron. Lo demás sucedió con inusitada rapidez. Al ver el tesoro que custodiaba en su pecho, que oprimía con fuerza con sus brazos, quedó al descubierto su condición sacerdotal que, por supuesto, no negó firmando su sentencia de muerte. Sin que le temblara la voz, les dijo: «A ustedes no les sirven las hostias consagradas, dénmelas». Le concedieron unos instantes para orar y consumir parte de la Eucaristía, tras lo cual afrontó el instante supremo: «Ahora, hagan de mí lo que quieran. Estoy dispuesto».
Los violentos, cegados al mínimo rasgo de humanidad, decidieron el destino del copón: «Deles esa joya a las viejas», aludiendo a la hermana del santo y una vecina que se encontraban allí y que lo recibieron de sus manos al tiempo que acogían su última petición: «Cuídenlo y déjenme. Es la voluntad de Dios». Después, perdonando a los soldados, en un callejón cercano depositaba a los pies del Padre Celestial vida y, con ella, incontables sueños. La inicial falta de destreza del capitán hizo más penosos esos instantes. Falló éste el tiro y los soldados no quisieron asesinarle, de modo que aunque le encañonaron, los disparos silbaron por encima de su cabeza. Y fue el cabecilla quien le disparó el 5 de febrero de 1928, después de arrebatarle sus prendas, crucifijo y medalla. Juan Pablo II lo beatificó el 22 de noviembre de 1992, y también lo canonizó el 21 de mayo del 2000.