Tribunas

Un legado de Javier Echevarría sobre el fundador del Opus Dei

Salvador Bernal

 

Me refería no hace mucho, con motivo del fallecimiento del segundo prelado del Opus Dei, al carisma de fidelidad tan específico del beato Álvaro del Portillo, reiterado con sencilla profundidad por quien le sucedió al frente de la prelatura. No es fácil resumir las manifestaciones de esa continuidad, en modo alguno inerte, sino llena de iniciativa y creatividad. Pero tal vez sirva de síntesis el libro que se publicó en el año 2000, ahora reeditado por Rialp con el título Memoria de san Josemaría, en el que se ordenan en 384 págs. infinidad de hechos y palabras del fundador, muchos inéditos hasta entonces, porque procedían de la experiencia personal de Javier Echevarría o de sus conversaciones íntimas con Josemaría Escrivá de Balaguer. 

Ese libro es fruto de su excepcional memoria, unida a un incansable trabajo de anotación y redacción de recuerdos muy vivos. Porque, además de impregnar su vida –especialmente como prelado- con la fidelidad al espíritu del fundador, sentía también la responsabilidad de transmitir a las generaciones futuras aquellas vivencias: no eran para él, sino para todos.

He tenido la fortuna de ayudar a organizar y distribuir esos recuerdos, utilizando la técnica de la entrevista propia del periodismo cultural. Presupone cierta información histórica y de fondo en los lectores. A veces, las preguntas no son propiamente interrogantes, sino síntesis de manifestaciones bien conocidas de la vida o la doctrina de san Josemaría, que permite dar paso a una aportación complementaria, con detalles inéditos o enfoques originales. Ese recurso permite evitar repetir palabras o hechos ya conocidos, que el compilador se permite tachar: una tarea, por cierto, que no se me da del todo mal... Hasta el punto de que fue motivo de bromas en otros contextos, cuando don Álvaro o don Javier me pasaban algo para revisión de estilo: -Corrige, pero no taches...

La vida del fundador del Opus Dei es cada vez mejor conocida, hasta en los menores detalles. Basta pensar en los diez extensos volúmenes aparecidos del anuario que edita en Roma el Istituto Storico san Josemaría Escrivá, o en las monografías que promueve, especialmente los estudios histórico-críticos de las obras publicadas del fundador. Pero resulta útil siempre contar con introducciones o textos básicos, que facilitan el despliegue de posteriores conocimientos.

En ese sentido, Memoria de san Josemaría puede ser buen complemento de las diversas biografías publicadas, entre las que destaca la de Andrés Vázquez de Prada. Para redactar sus tres densos volúmenes contó con dos fuentes excepcionales, aún inéditas: sus Apuntes íntimos –con anotaciones desde 1930-, y el Epistolario compilado para la causa de canonización. En los Apuntes..., el fundador procuraba “despersonalizar todo lo posible”. Pero las citas literales aportan luces decisivas para entender el proceso fundacional del Opus Dei y la riquísima vida mística del Fundador entre 1930 y 1936.

Javier Echevarría incluye en Memoria... datos vividos entre 1950 y 1975. El material se distribuye en cuatro capítulos: en el primero, misión, lucha, defectos, enfermedad, voluntad divina en sacerdote que amó al mundo; el segundo, rasgos de una personalidad humana atrayente; el tercero, la vida contemplativa y mística, compendiada en el verso de san Juan de la Cruz Le di a la caza alcance; el último, textos que muestran la originalidad en el modo de vivir diversas virtudes dentro de la tradición cristiana, como la insistencia en la unidad de vida.

A mi juicio, Memoria... ofrece la oportunidad de calar más a fondo en la vida del hoy santo. Probablemente, serán insuficientes para quienes le conocieron, pues resulta difícil reflejar la idea de plenitud, de síntesis, ante las variadas y espléndidas facetas de su alma y de su doctrina: tan trabadas, tan fundidas, en una unidad de vida sencilla y fuerte, que se resisten a un análisis despiezado. Pero don Javier Echevarría no pensaba tanto en ellos, como en las futuras generaciones: puede ser providencial que el libro se reedite cuando han sido elegidos en Roma, para formar parte de los consejos que colaborarán en las tareas del nuevo Prelado, bastantes personas de muy corta edad, o ni siquiera habían nacido, cuando Dios llamó a su presencia a san Josemaría.