Servicio diario - 09 de febrero de 2017


 

Francisco en Sta. Marta: “Dios hizo a la mujer para que tuviéramos una madre”
Posted by Redaccion on 9 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco en su homilía de este jueves en la misa matutina que celebró en Residencia Santa Marta, prosiguió la reflexiones sobre la Creación y las lecturas del Libro del Génesis, recordando que el Señor había plasmado todos los animales, pero el hombre no encontraba en ellos la compañía adecuada, estaba solo.
Por ello el Señor le sacó una costilla a Adán y formó a la mujer, que el hombre reconoció como carne de su carne. “Pero, antes de verla la había soñado” recordó el Pontífice, y precisó que “para comprender a una mujer, antes hay que soñarla”, señalando la riqueza que la mujer aporta a la armonía de la Creación.
“Cuando falta la mujer, falta la armonía. Solemos decir, hablando que ‘ésta es una sociedad con una marcada actitud masculina ¿no? Falta la mujer”. Dicen: “Sí, sí: la mujer está para lavar los platos, para hacer…”. “No, no, no –respondió el Papa– la mujer está para traer armonía. Sin la mujer no hay armonía”. Porque el hombre y la mujer “no son iguales, no son uno superior al otro: no. Sólo que el hombre no trae armonía. Es ella la que trae esa armonía, que nos enseña a acariciar, a amar con ternura y que hace del mundo una cosa bella».
El Pontífice indicó que la mujer con la armonía trae la capacidad de enamorarse, y contó que en una audiencia mientras saludaba a la gente, le preguntó a una pareja que celebraba 60 años de matrimonio, quién de los dos había tenido más paciencia: “Y ellos me miraban, se miraban a los ojos, nunca olvidaré esos ojos. Luego volvieron y me dijeron, los dos juntos: ‘estamos enamorados’. Después de 60 años, esto significa una sola carne. Y esto es lo que trae la mujer: la capacidad de enamorarse. La armonía al mundo”.
“La funcionalidad no es el objetivo de la mujer. Es verdad que la mujer tiene que hacer cosas, y hace como todos hacemos, cosas”, señaló el Pontífice, pero “el objetivo de la mujer es brindar la armonía”. Por ello “explotar a las personas es un crimen de lesa humanidad, es verdad. Pero explotar a una mujer es más: es destruir la armonía que Dios ha querido dar al mundo”.
Recordando el Evangelio de Marcos que habla de la mujer sirio-fenicia y de su valentía como madre, el Papa dijo que le gusta pensar que Dios creó a la mujer para que todos tuviéramos una madre.
“Dios nos ha dado un gran don, es la mujer” y aún más porque “la mujer es la armonía, es la poesía, es la belleza. Sin ella el mundo no sería tan bello, no sería armonioso. Y me gusta pensar –pero es algo personal– que Dios ha creado a la mujer para que todos nosotros tuviéramos una madre”.


La revista ‘La Civiltà Cattolica’ llega a su número 4 mil, el Papa pide que sea ‘puente y frontera’
Posted by Sergio Mora on 9 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La revista La Civiltà Cattolica ha publicado su numero 4 mil, y por la ocasión el papa Francisco ha recibido a sus redactores este jueves por la mañana en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano, asegurando que se trata de “un hito único: la revista ha hecho un viaje de 167 años en el tiempo y continúa con coraje su navegación en el mar abierto”.
El Papa les exhortó: “Permanezcan en el mar abierto”, y como jesuitas “no se aferren a certezas y seguridades” porque “el Señor nos llama a salir en misión, a remar mar adentro y a no jubilarnos para conservar certezas”. Y señaló que confirma “los estatutos originarios de vuestra revista que Pío IX escribió en 1866 instituyendo La Civiltà Cattolica, a perpetuidad”.
Señaló que por primera vez en 167 años la difusión pasa a partir de hoy a extenderse más allá de las fronteras de la lengua italiana: “Tengo el placer de bendecir las ediciones de La Civilización Católica en español, inglés, francés y coreano. Es una evolución que vuestros predecesores ya tenían en mente en los tiempos del Concilio pero nunca se puso en marcha. Ahora que el mundo está cada vez más conectado, la superación de las barreras del idioma ayudarán a difundir mejor el mensaje en una escala más grande…”.
“La Civiltà Cattolica será una revista cada vez más abierta al mundo” con una misión específica: “ser una revista católica. Pero ser revista católica no significa simplemente defender las ideas católicas”, porque una revista “es verdaderamente católica solo si tiene la mirada de Cristo sobre el mundo, y si lo transmite y da testimonio”.
En la tarjeta de felicitación que ha enviado al número 4000, el Papa ha utilizado la imagen del puente. Una revista que es a la vez ‘puente’ y ‘frontera’.
Y ofreció tres palabras para reflexionar: Inquietud. “Los valores y las tradiciones cristianas no son piezas raras para guardar en las cajas de un museo. La certeza de la fe sea más bien el motor de vuestra búsqueda”, como hizo san Pedro Favre (1506-1546), hombre de grandes deseos, espíritu inquieto, nunca satisfecho, pionero del ecumenismo, dijo.
La segunda palabra es Incompleto. Dios es el Deus semper maior, el Dios que siempre nos sorprende. Por eso tienen que ser “escritores y periodistas del pensamiento incompleto, es decir abierto y no cerrado y rígido”…. Dejándose guiar “por el espíritu profético del Evangelio para tener una visión original, vital, dinámica, no obvia”.
Y así como el siervo de Dios padre Matteo Ricci (1522-1610) compuso un gran mapamundi chino con los continentes y las islas desconocidas hasta entonces, Francisco invitó a los redactores a “componer un mapamundi” mostrando el significado de la civilización católica, “pero también den a conocer a los católicos que Dios actúa también afuera de las fronteras de la Iglesia, en toda verdadera civilización, con el soplo del Espíritu”.
La tercera palabra es Imaginación, porque “en la Iglesia y en el mundo es el tiempo del discernimiento” que “se realiza siempre en la presencia del Señor, mirando a los signos, escuchando las cosas que suceden, el sentir de la gente que conoce el camino humilde de la obstinación diaria y especialmente de los pobres”.
“Sí, la vida es fluida y se agita sin descanso como se agita el aire en el cielo y el mar en el mar. El pensamiento de la Iglesia debe recuperar genialidad y comprender cada vez más cómo el hombre se concibe hoy para desarrollar y profundizar su enseñanza”. Porque esta genialidad ayuda a entender que “la vida no es un cuadro en blanco y negro. Es un cuadro en colores. Algunos claros y otro oscuros, algunos sutiles y otros brillantes. Pero los matices prevalecen”.


El Papa invita a los medios a no olvidarse del ‘océano de bien’ que hay en el mundo
Posted by Redaccion on 9 February, 2017



(ZENIT – Roma).- Contar lo que sucede en el mundo actual, pero “sin olvidarse nunca del ‘océano de bien’ que nos hace mirar al futuro con esperanza”. Esta es la invitación del papa Francisco a los medios de comunicación en la misiva que escribió para el diario italiano ‘La Stampa’, de la ciudad de Turín, que hoy cumple 150 años y que para el festejo ve reunidas a personalidades de todo el mundo .
“El inicio de 2017 se presenta lleno de conflictos, violencia, odio, terrorismo y ataques armados imprevisibles” y la “incapacidad de encontrar soluciones negociadas y no violentas”, así como los intereses económicos, el tráfico de armas, la pobreza están entre las causas de esta guerra, señala el Pontífice.
“Una guerra que provoca cada día numerosas víctimas inocentes, que roba cada día la vida a muchos niños y que contribuye a mover grandes masas que huyen de las bombas y de la destrucción”. Y al ver las consecuencias de la crisis económica “no podemos cerrar los ojos delante del abismo al que corremos al devastar el ambiente, depredando nuestra tierra, sin pensar mínimamente en las generaciones futuras”.
Delante de esto el Papa pide “no nos dejemos robar la esperanza, porque si el mal aparece amenazador e invasivo, existe el bien, un océano de bien que opera en el mundo”.
Ese bien “tiene el rostro de los que socorre a las víctimas de los bombardeos en Siria”, de quienes “reciben a los migrantes sin ceder a la tentación de cerrarse, de quien no se resigna a ver en el otro, en el diverso a un enemigo”; de quien trabaja “por los niños y jóvenes sin futuro; de los voluntarios en los hospitales; o de quien comparte el tiempo con los ancianos de nuestras ciudades”.
El Pontífice pide así “vencer la globalización de la indiferencia” la “petrificación del corazón, que nos hace acostumbrarnos a los coches bomba y a su brutal carga de muerte, a los inmigrantes que se ahogan en el Mediterráneo en barcazas transformadas en ataúdes, a los sintecho que mueren de frío en nuestras calles sin que esto sea noticia”. Porque “la vida nos ha sido donada y se nos ha invitado a compartirla interesándonos de los demás”.
Un segundo desafío, señala el Pontífice es buscar “soluciones integrales para combatir la pobreza, restituir la dignidad a los descartados” así como “custodiar la naturaleza partiendo del bien más precioso que allí vive, la vida humana”.
El Papa concluye su misiva recordando al Niño Jesús que nació en Belén “en el mundo de la precariedad” y que “sigue interpelándonos”. Porque “la paz, la justicia se construyen día a día, reconociendo que la dignidad de cada vida humana no se debe suprimir, a partir de la más pequeña e indefensa, y reconociendo en cada ser humano a nuestro hermano”.


El Santo Padre a las universidades y colegios católicos: crecer en humanidad, diálogo y esperanza
Posted by Sergio Mora on 9 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco elogió la labor de las escuelas y universidades católicas por la gran contribución que dan a la misión de la Iglesia, cuando están al servicio del crecimiento en humanidad, en el diálogo y en la esperanza
Lo indicó el Santo Padre este jueves al recibir en la Sala Clementina a los integrantes de la Congregación para la Educación Católica (de los Institutos de Estudios), quienes han celebrado recientemente su asamblea plenaria, y a los miembros de la Fundación Gravissimum Educationis, instituida hace poco para relanzar el contenido de la declaración conciliar del mismo nombre.
Francisco indicó saber que la asamblea ha realizado un balance de los últimos tres años y trazado las directrices para el futuro, reflexionando sobre diferentes temas como la formación inicial y permanente de los profesores y directivos, la contribución insustituible de las congregaciones religiosas, el apoyo que puede venir de las Iglesias particulares y organizaciones del sector.
La institución ha dedicado buena parte de su trabajo a las universidades eclesiásticas y católicas para la actualización de la Constitución Apostólica Sapientia christiana; a la promoción de los estudios de Derecho Canónico en relación con la reforma del proceso de nulidad matrimonial y a la pastoral universitaria.
“Las Universidades son un ámbito privilegiado para pensar y desarrollar el empeño evangelizador” y “las escuelas católicas constituyen un aporte muy valioso a la evangelización de la cultura, aun en los países y ciudades donde una situación adversa nos estimule a usar nuestra creatividad para encontrar los caminos adecuados”, dijo el Papa.
Por ello quiso compartir algunas expectativas:
“En primer lugar, frente a un individualismo que invade, que vuelve humanamente pobre y culturalmente estéril, es necesario humanizar la educación…”. Y más aún las instituciones católicas “tienen la misión de ofrecer horizontes abiertos a la trascendencia”.
Y la “Gravissimum educationis recuerda que la educación está al servicio de un humanismo integral y que la Iglesia, como madre, educadora, siempre mira siempre a las generaciones más jóvenes en la perspectiva de la formación de la persona humana en orden a su fin último y al bien de las varias sociedades, de las cuales el hombre es miembro y una vez adulto tendrá labores que realizar”.
Otra expectativa es “hacer crecer la cultura del diálogo.
“Nuestro mundo se ha convertido en una aldea global con múltiples procesos de interacción, donde cada persona pertenece a la humanidad y comparte la esperanza de un futuro mejor con toda la familia de las naciones. Al mismo tiempo, por desgracia, hay muchas formas de violencia, pobreza, explotación, discriminación, marginación, enfoques restrictivos de las libertades fundamentales que crean una cultura del descarte”.
En este contexto, “las instituciones educativas católicas están llamadas en primera línea a practicar la gramática del diálogo que forma el encuentro y a la valorización de la diversidad cultural y religiosa…”. Y en un sentido más específico “las escuelas y universidades están llamadas a enseñar un método de diálogo intelectual dirigido a la búsqueda de la verdad”.
Una última espectativa que el Papa quiso compartir fue “la contribución de la educación para ‘sembrar esperanza””, porque “el hombre no puede vivir sin esperanza y la educación genera esperanza”.
“Estoy convencido –señaló el Papa– de que los jóvenes de hoy necesitan sobre todo esta vida que construye el futuro”. Y Para tener este pulso “hace falta oír a los jóvenes: la labor de oreja.. ¡Oír a los jóvenes!”.
“Queridos hermanos y hermanas, las escuelas y universidades católicas –concluyó el Papa– dan una gran contribución a la misión de la Iglesia cuando están al servicio del crecimiento en humanidad, en el diálogo y en la esperanza”.


El Papa a la Liga antidifamación: nunca más una iniquidad como la Shoah
Posted by Redaccion on 9 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- “Proporcionar los medios para una vida digna, promover la cultura y fomentar la libertad de culto, incluso protegiendo a los creyentes y a las religiones de todas las manifestaciones de la violencia y la explotación, son los mejores antídotos contra el surgir del odio”.
“Hoy más que en el pasado la lucha contra el antisemitismo puede beneficiarse de herramientas eficaces, como la información y la formación”. Así como “la lucha contra la difamación con el compromiso de educar, de promover el respeto de todos y de proteger a los más débiles”.
Lo indicó el papa Francisco en la mañana de este jueves al recibir en el Vaticano a los miembros de la Liga Antidifamación (ADL en inglés) la organización judía con sede en Estados Unidos, que “mediante apelación a la razón y la conciencia y si es necesario a la ley, detener la difamación del Pueblo judío”.
El Santo Padre recordó junto a ellos que san Juan Pablo II y Benedicto XVI les había recibido y que desde el Concilio Vaticano II se mantienen relaciones. Manifestó también agradecimiento por que los contactos se ha intensificado, dando prueba “no solo del compromiso común sino de la fuerza benéfica de la reconciliación, que cura y transforma las relaciones. Si la cultura del encuentro y la reconciliación genera vida y produce esperanza, la no-cultura del odio siembra muerte y cosecha desesperación”.
“No hay palabras y pensamientos adecuados –dijo Francisco recordando su reciente visita a Auschwitz-Birkenau– frente a tales horrores de la crueldad y del pecado” y que solo queda “la oración para que Dios tenga misericordia y para qué esas tragedias no se repitan”.
Para permitir “a la memoria cumplir su papel necesario en el proceso de construcción de un futuro en el que la inefable iniquidad de la Shoah nunca más sea posible”.
“Por desgracia, la actitud antisemita, que deploro nuevamente en todas sus formas, como contraria en todo a los principios cristianos y a cualquier visión que sea digna del hombre, todavía está muy extendida en la actualidad. Reafirmo que la Iglesia católica se siente especialmente en la obligación de hacer todo cuanto esté en su poder, junto con nuestros amigos judíos, para repeler las tendencias antisemitas Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables”.
“Hoy más que en el pasado la lucha contra el antisemitismo puede beneficiarse de herramientas eficaces, como la información y la formación. En este sentido, les agradeció por la labor que realizan y porque acompañan la lucha contra la difamación con el compromiso de educar, de promover el respeto de todos y de proteger a los más débiles”.
El Pontífice les invitó también “a custodiar el tesoro sagrado de toda vida humana, desde la concepción hasta el final, protegiendo su dignidad, es la mejor manera de prevenir cualquier forma violenta”. Frente a la tanta violencia que se extiende en el mundo, estamos llamados a un todavía más de no violencia, que no significa pasividad, sino promoción activa del bien”.
Porque si se vuelve necesario extirpar las hierbas del mal, “más urgente aún es sembrar el bien: cultivar la justicia, incrementar la concordia, apoyar la integración, sin desfallecer; solamente así se cosecharán los frutos de la paz”.
“A ello les animo convencido de que proporcionar los medios para una vida digna, promover la cultura y fomentar la libertad de culto, incluso protegiendo a los creyentes y a las religiones de todas las manifestaciones de la violencia y la explotación, son los mejores antídotos contra el surgir del odio”. Y tras agradecerles también “el diálogo que, en diversos niveles, mantienen con la Iglesia Católica”, concluyó invocando “la bendición del Todopoderoso sobre nuestro compromiso conjunto y nuestro camino de amistad y de confianza fraterna,: en su bondad nos acompañe y ayude a dar buenos frutos. ¡Shalom Alechem!”.


Francisco indica al ‘Samurai de Cristo’ como ejemplo de fortaleza y caridad
Posted by Sergio Mora on 9 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).-El santo padre Francisco señaló como ejemplo de fortaleza y de caridad al “Samurai de Cristo”, Takayama Ukon, beatificado este martes 7 de febrero en la ciudad japonesa de Osaka.
Lo hizo este miércoles en la audiencia general que se realizó en el Aula Pablo VI del Vaticano, recordando que “en Osaka, en Japón, fue proclamado Beato Justo Takayama Ukon, fiel laico japonés, muerto como un mártir en el 1615”.
Francisco precisó que Ukon “renunció a honores y comodidades aceptando las humillaciones y el exilio. Se mantuvo fiel a Cristo y al Evangelio; por eso representa un admirable ejemplo de fortaleza en la fe y de dedicación a la caridad”.
La ceremonia de beatificación en Japón fue presidida por el cardenal Angelo Amato, presidente de la Congregación para la causa de los santos, en representación del papa Francisco.
Nació en 1552, tres años después de que el misionero jesuita español San Francisco Javier llegó a Japón y fue bautizado a los doce años por orden de su padre, un señor feudal que se había convertido al cristianismo y que protegió a los misioneros católicos que evangelizaban en Japón.
Cuando el samurái estaba casado y con cuatro hijos partió una dura campaña contra los cristianos y expulsó a los misioneros, obligando a los católicos japoneses a la apostasía.
Takayama y su padre se mantuvieron firmes y abandonaron sus tierras, escondidos por sus amigos nobles. A finales de 1614, el cristianismo fue prohibido y Takayama y otros 300 católicos tuvieron que exiliarse en Filipinas, entonces colonia española.
Las autoridades españolas en Manila ofrecieron a Takayama unirse a una invasión del Japón para proteger a los católicos. Takayama rechazó la propuesta y falleció poco después en febrero de 1615 debido a las secuelas que venía padeciendo por su persecución.
En Japón hay 450.000 católicos, el 0,3 por ciento de la población en un país con 127 millones de habitantes.



Misa en recuerdo del cardenal Samoré, mediador en el conflicto entre Argentina y Chile
Posted by Redaccion on 9 February, 2017



(ZENIT – Roma).- Una misa en conmemoración del 34º aniversario del fallecimiento del cardenal Antonio Samoré, mediador del papa san Juan Pablo II en el conflicto limítrofe de 1978 entre Argentina y Chile, se celebrará el próximo martes 14 de febrero en Roma.
La celebración presidida por el Secretario para las Relaciones con los Estados del Vaticano, Mons. Paul Richard Gallagher es organizada por las embajadas ante la Santa Sede de Argentina y Chile, en la Iglesia Nacional Argentina de Roma, María Santísima de los Dolores.
El Cardenal italiano Samoré representó al Papa en la mediación de 1978 sobre la pertenencia de las islas y territorios marinos al sur del Canal Beagle entre Argentina y Chile, que concluyó en el Tratado de paz y amistad de 1984, gracias al cual se superó el peligro inminente de una guerra entre los dos países, ambos con dictaduras militares, y las consecuencias y prolongamiento de las mismas. El tratado fue firmado ante el secretario de Estado de la Santa Sede, Agostino Casaroli.
En su honor se rebautizó el segundo paso en importancia entre Chile y Argentina como Paso internacional Cardenal Samoré (Ex- Paso Puyehue).


Viviendo y comunicando la vida nueva
Posted by Redaccion on 9 February, 2017



El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, en su nueva carta semanal, invita a ser «discípulos en misión» para «vivir en la comunidad cristiana de una manera singular y radical». Nuestras comunidades cristianas, señala, «tienen que acercarse dignificando a las personas, como Jesús hizo con la samaritana». Vivir así, reconoce el prelado, implica tres tareas urgentes y necesarias: «estar al lado de los pobres, vivir en oración y construir la paz a través de la cultura del encuentro». Por su interés, adjuntamos el texto íntegro, titulado «Viviendo y comunicando la vida nueva»:
¿Por qué generaban aquellos primeros cristianos tal atracción? ¿Por qué su vida y su testimonio llamaban a incorporarse a tantos a la comunidad? La respuesta quizá está en la gran novedad que la Iglesia anunciaba al mundo. Anunciaba con palabras y obras a Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, la Palabra de Vida, que vino al mundo a hacernos «partícipes de la naturaleza divina» (2 Pe 1, 4). ¡Qué Dios es este, que se hizo hombre para que comprendiéramos mejor quién es Él y cómo actúa y quién es el hombre! Vino a hacernos partícipes de su propia vida. Y la atracción está en que el pueblo no quiere andar en sombras de muerte, desea la vida, la felicidad; busca por todas partes la fuente de la vida. Aquellos primeros cristianos interpelaban y atraían porque todos los hombres, en su búsqueda de la felicidad, quieren encontrar testimonios creíbles de santidad y de compromiso.
¡Qué fuerza tienen las comunidades cristianas cuando, sintiéndose Cuerpo de Cristo, comunican la vida de Jesús el Buen Pastor, poniéndose al servicio de regalar siempre vida, con testimonio y entusiasmo! Nuestras comunidades cristianas, como Jesús, tienen que acercarse a los ciegos que van por los caminos sin ver en el otro una imagen real de Dios a la que hay que cuidar, respetar y hacerle vivir en la dignidad que Este le ha dado. Tienen que ser comunidades que se acerquen dignificando a las personas como Él lo hizo con la samaritana. Tienen que acercarse a los enfermos de cualquier clase y curarlos desde la cercanía, el amor y el respeto, dando lo que más necesita el ser humano para vivir. Tienen que acercarse a liberar a quienes viven de las fuerzas del mal, a quienes están atosigados por fuerzas que quitan la vida a uno mismo y a los demás. ¡Qué gracia tan grande es ver a la comunidad cristiana actuando como Jesús, incluyendo a todos los hombres, a los de cerca y a los de lejos, a los que lo reconocen y a los que no desean nada con Él! Incluye a todos: come y bebe con pecadores; toca a los leprosos; deja que una mujer con mala vida lave sus pies; invita a Nicodemo a nacer de nuevo, y nos exhorta a todos a la reconciliación, a amar a los enemigos, a optar por los más pobres.
Siguiendo las huellas de la primera comunidad cristiana que quería hacer presente y vivo a Jesús, descubro la conciencia tan clara que tenían de ser luz y sal del mundo. Deseaban brillar en medio de la historia, en todas las culturas a las que se aproximaron, no con luz propia, sino con la luz que Jesús les había dado con su vida. Si tuviese que resumir lo que ellos eran, diría que eran justos. Y no porque no fuesen pecadores como todos los hombres, sino porque ponían y exponían la vida delante de Dios con todas las consecuencias y Cristo estaba en ellos. Eran compasivos: acogían en su corazón a todos, especialmente a quienes más lo necesitaban, y su limosna no era solamente dar algo, sino darse a sí mismos y sobre todo reconocer la dignidad de los demás. El amor que regalaban y acercaban a los hombres era el del mismo Cristo y así hacían levantar la vida a quienes estaban a su lado, reconociendo que la versión más bella de la dignidad es descubrir al otro como hermano porque es hijo de Dios. Eran seguros, porque estaban firmes en Cristo. ¡Qué belleza! Hijos en el Hijo que es Jesucristo y hermanos en el Hermano que es Jesucristo. Tenemos y vivimos de su vida.
Ser discípulos en misión nos lleva a vivir en la comunidad cristiana de una manera singular y radical, que implica tres tareas urgentes y necesarias: estar al lado de los pobres; vivir en diálogo permanente con el Señor, es decir, en oración, y construyendo la paz a través de la cultura de la reconciliación y del encuentro. Diseñemos la comunidad cristiana haciendo memoria de lo que quiso el Señor que fuéramos siempre: «Sal y luz del mundo». Dar sabor e iluminar, esa ha de ser nuestra misión y pasión; lo que requiere una comunión cada día más viva, verdadera y fuerte con Jesucristo. Urge vivir desde tres ejes constitutivos de la comunidad cristiana que tan bellamente nos recuerda el Concilio Vaticano II en sus Constituciones:
1. Una comunidad cristiana tiene las puertas abiertas y sale a todos los caminos, para que puedan pasar todos los hombres y ser invitados a entrar: ¿Tenemos las puertas abiertas? ¿Salimos a la búsqueda de los hombres a los caminos que transitan? Hemos de hacer verdad que partimos y compartimos el pan con quien tiene hambre; la vida con quien no tiene dónde aposentarse; la dignidad que Dios nos ha dado y que le ha sido robada a los hombres. No cerremos en falso las heridas de esta humanidad. Ser sal y luz es tener ese don que solamente viene de Cristo. Hagamos este regalo.
2. Una comunidad cristiana lo es si sus miembros buscan siempre ser rostro de Cristo: hay que tener esa sabiduría que viene del Señor y que invade la existencia personal y nos hace ser fuertes en nuestra debilidad, elocuentes como Cristo en nuestros desconocimientos, ya que la elocuencia nos la da Él. Esto tiene además estas connotaciones: a) estamos para dar vida y no muerte; b) nuestra novedad es regalar un perdón incondicional, como Jesús que nos lo resume en sus propias palabras: «Perdónalos porque no saben lo que hacen»; c) asumir con todas las consecuencias la cultura de la reconciliación y del encuentro que nace del mandato de Jesús: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado»; y d) instalar en este mundo un nuevo modo de pensar y de hacer pensamiento con todo lo que el Señor nos ha dado: nuevos ojos para ver, nuevos oídos para oír, nuevas manos para trabajar.
3. Una comunidad cristiana está en el mundo para dar un nuevo sabor a todos y a todo y para iluminar todas las situaciones y dar nuevas soluciones a lo que viven los hombres de un modo nuevo: la vida nueva en Cristo toca al ser humano, en la plenitud de su existencia, personal, familiar, social y cultural. Entremos en este proceso de cambio que Jesús nos ofrece, démoslo en esta historia concreta que vivimos los hombres.
Con gran afecto, os bendice,
+Carlos Card. Osoro Sierra, arzobispo de Madrid


Beato Luis (Alojzije Viktor) Stepinac – 10 de febrero
Posted by Isabel Orellana Vilches on 9 February, 2017



(ZENIT – Madrid).- Indudablemente hay una diferencia abismal entre quienes tienden a buscar briznas de flaqueza en la Iglesia –aún considerándose integrantes de la misma– y se complacen en airearlas, y aquellos que la llevan anclada en su corazón. Éstos últimos no se reconocen por su afilada lengua sino por su admirable quehacer que persigue restituir con amor el desamor que otros extienden sobre el legado de Cristo. Luís Stepinac forma parte de la pléyade de heraldos de la fe que no escatimaron esfuerzos para sostener la Iglesia con una conducta heroica, saliendo al paso de quienes buscaban su imposible derrota con los brazos abiertos y una firmeza irrevocable que tuvo la última manifestación en su ofrenda martirial. Así encarnó el aserto evangélico: «No hay mayor amor que el que da la vida por un amigo» (Jn 15, 13).
Nació y creció en el seno de una familia profundamente cristiana de la localidad cróata de Krasic, que había acogido con gozo su llegada a este mundo el 8 de mayo de 1898. Heredó de su madre la devoción a la Virgen María, aunque ello no impidió que aflorase alguna crisis interna, como la que se hizo patente en su juventud, siendo militar, tras ser liberado del cautiverio que le mantuvo recluído en Italia. Tiempo después, aborreciendo su vida disipada y su inconstancia ante distintos proyectos, incluido el fracaso de un acordado matrimonio, la misericordia divina salió a su encuentro a través de un sacerdote amigo que le envió un artículo sobre san Clemente María Hofbauer acompañado de una extensa carta.
El ejemplo del santo redentorista tocó su corazón, y encaminó sus pasos al sacerdocio ingresando en el seminario de Roma. Fue ordenado en octubre de 1930 cuando tenía 32 años. Ya entonces se advirtió su amor por la Iglesia y por el Santo Padre. Regresó a Croacia convertido en doctor en filosofía y teología. Estaba dispuesto a todo por Cristo y renunció a ser párroco rural, que es lo que le agradaba, aceptando las misiones de encargado de la liturgia y notario de la curia del arzobispado: «No sé si permaneceré aquí o no. No importa, pues todos los caminos que están al servicio de Dios llevan al cielo».
En 1934 fue nombrado coadjutor del arzobispado. Tres años más tarde sustituyó a monseñor Bauer como arzobispo de Zagreb, que había fallecido. Su labor en pro de la dignidad humana, que defendió vivamente, y la fidelidad a la Iglesia para la que reclamaba el reconocimiento de sus derechos, unido a la fundación de un periódico católico contrarrestando a la prensa antirreligiosa, le colocaron en el punto de mira. Y tras la invasión de Yugoslavia fue acusado de colaborar con el nazismo. Firme en su determinación a luchar por sus altos ideales, se convirtió en el portavoz de todos los oprimidos y perseguidos. Tuvo la valentía de denunciar los abusos cometidos por los ustachis contra las minorías judía y serbia, amén de condenar toda clase de racismo.
Tras la retirada de las tropas alemanas fue tildado de criminal de guerra siendo encarcelado en 1945. Había ejercitado su caridad con los refugiados, distribuyendo entre ellos vagones de alimentos, ocupándose personalmente de los niños huérfanos, de los prisioneros y de los fugitivos de las montañas. Salvó de la inanición y la muerte a 6.700 niños, que en su mayoría eran descendientes de ortodoxos. Toda una hazaña en tiempos tan convulsos. El mariscal Tito fracasó en su intento de que se escindiera de la autoridad de Roma creando una «Iglesia Nacional» bajo la égida comunista. La resistencia de los obispos croatas a su injusta encarcelación quebró la voluntad del gobernante que se vio obligado a liberarlo, si bien la instauración de la brutal dictadura trajo consigo el asesinato de centenares de sacerdotes así como el encarcelamiento y desaparición de otros. El vehículo en el que viajaba fue apedreado y, previendo una inminente encarcelación, dejó instrucciones para administrar la Iglesia.
A mediados de diciembre de 1945 dirigió un mensaje al clero que sintetiza su existencia: «Tengo la conciencia limpia y en paz ante Dios, que es el más fidedigno de los testigos y el único juez de nuestros actos, ante la Santa Sede, ante los católicos de este Estado y ante el pueblo croata». Más tarde, añadiría: «Estoy dispuesto a morir en cualquier momento». En septiembre de 1946 la milicia irrumpió en la capilla donde oraba y le apresó de nuevo: «Si estáis sedientos de mi sangre, aquí me tenéis», fueron sus palabras. Era el inicio de un durísimo e injusto proceso que afrontó con entereza y una fortaleza admirable. Su madre fue presionada brutalmente para influir en el beato, pero ella le dijo valerosamente: «Yo, tu madre, te prohibo decir lo que te pidan. Piensa en tu alma y cállate, no digas una sola palabra». Ella misma moriría mártir en un campo de concentración.
Luis fue condenado a dieciséis años de prisión y trabajos forzados «por crímenes contra el pueblo y el Estado». Sufrió toda clase de humillaciones y atropellos que aceptó en silencio convirtiendo la celda en un oratorio. En su diario escribió: «Todo sea para la mayor gloria de Dios; también la cárcel». Estando recluído, a finales de noviembre de 1951 Pío XII lo nombró cardenal. El 5 de diciembre de ese año, cediendo a las presiones internacionales, el gobierno yugoslavo consintió en trasladarlo a Krasic bajo libertad vigilada. Un periodista le preguntó: —«¿Cómo se encuentra?». Respondió: —«Tanto aquí como en Lepoglava, no hago más que cumplir con mi deber». —«¿Y cuál es su deber?». —«Sufrir y trabajar por la Iglesia». Murió el 10 de febrero de 1960 siendo fiel a la Iglesia por la cual fue calumniado, condenado y martirizado lentamente, con indescriptible alevosía, aplicándole rayos X cada noche desde un espacio contiguo a la celda que ocupaba. Su lema fue: «Odiar la injusticia y amar la justicia». Juan Pablo II lo beatificó el 3 de octubre de 1998.