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El Papa emérito reza por la Iglesia y por su Sucesor

RV | 11/02/2017


 

El lunes 11 de febrero de 2013 Benedicto XVI renunciaba al ministerio petrino. Un gesto inédito que  – a distancia de cuatro años –  se comprende cada vez más profundamente, también gracias a la extraordinaria relación de hermandad entre Francisco y el Papa emérito. Nuestro colega Alessandro Gisotti entrevistó al Padre Federico Lombardi, Presidente de la Fundación vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, quien nos ofrece una reflexión sobre el testimonio que esta importante figura de la Iglesia está ofreciendo en estos años de retiro y oración:

“La manera en la que Benedicto XVI ha vivido y vive estos años corresponde a aquello que nos había dicho, ósea en oración, en retiro, desde un punto de vista espiritual y con extrema discreción, su servicio de acompañamiento a la vida de la Iglesia y de solidaridad también, con su sucesor. Esto es lo que está ocurriendo en total serenidad”.

El Padre Lombardi, que ha tenido últimamente la posibilidad de visitar a Benedicto XVI, nos cuenta cómo lo ha encontrado:

“Si, en los últimos meses he tenido algunas ocasiones. Espero continuar teniéndolas, más aun habiendo recibido la responsabilidad de la Fundación Ratzinger, seguramente habrán más motivos para visitarlo. Lo he hallado muy bien desde el punto de vista de la lucidez, de la presencia espiritual, mental, por lo que da verdadero gusto estar con él.  Naturalmente el tiempo pasa y las fuerzas disminuyen. Mientras aquellas mentales y espirituales son perfectas, las fuerzas físicas van debilitándose un poco. Sin embargo Benedicto XVI es una persona que no tiene enfermedades particulares, por lo tanto se ve la fragilidad que aumenta con la edad, pero sigue en pie, puede caminar. Es una persona anciana un poco más frágil con el pasar del tiempo, pero que está perfectamente presente y a la cual es muy agradable encontrarlo”.

En el libro “Últimas conversaciones”, Benedicto XVI afirma que poner en el centro el tema de Dios y la fe en primer plano, ha sido la orientación fundamental de su Pontificado. De ahí la pregunta al Padre Lombardi acerca de cuál es, a su juicio, el testimonio más fuerte que el Papa emérito está ofreciendo:

“Diría que el hecho de vivir este tiempo en la oración está en perfecta coherencia con lo afirmado anteriormente, es decir, Dios en el centro, la fe como sentido de nuestra vida y, la cosa que encuentro también muy bella – y que también resulta en este libro de las “Últimas conversaciones”,  es este sentido de la proximidad del encuentro con Dios, el hecho de vivir la edad de la ancianidad como un tiempo de preparación y de familiarización – diría – con el Señor que se prepara a encontrar. Esto me parece un hermoso testimonio. Creo que, verdaderamente, es muy lindo tener al Papa emérito que reza por la Iglesia, por su Sucesor. Es una presencia que sentimos. Sabemos que él está y si bien no lo vemos con frecuencia, cuando lo vemos estamos todos muy contentos, porque lo queremos. Por tanto, lo sentimos como una presencia que nos acompaña, que nos consuela y nos tranquiliza”.

Teniendo en cuenta que el Padre Federico Lombardi conoce bien al Papa Francisco y a Benedicto XVI, la última pregunta se refiere a lo que lo sorprende de la relación entre ambos, algo que también es inédito en la historia de la Iglesia:

“Es verdad, es inédito, pero se lo vive con extrema serenidad y normalidad, porque la motivación y el modo en que esto se ha producido, ha sido sumamente lineal, claro y sereno. Todos recordamos, evidentemente, el último encuentro del Papa Benedicto con los Cardenales que estaban llegando a Roma para prepararse para el Cónclave, en el que él, aun no sabiendo aún a quién se refería, prometía su obediencia, su respeto por quien habría sido su Sucesor. El Cardenal Bergoglio estaba presente y naturalmente todos recordamos este momento. Después se ha realizado lo que había dicho el Papa Benedicto, en su discreta y serena cercanía espiritual a su Sucesor que – ciertamente – también siente – como nos ha dicho en diversas ocasiones – el apoyo de esta presencia y de esta oración y que cultiva esta relación, a veces con visitas, otras con llamadas telefónicas; ciertamente con muchos signos de familiaridad, de respeto y de expectativa del apoyo espiritual. Por tanto sí, estamos viviendo esta realidad inédita, pero es hermosa, es consoladora; diría que todas las veces que vemos imágenes del Papa Francisco y de su Predecesor juntos, es una gran alegría para todos y es un bello ejemplo de unión en la Iglesia, en la variedad de las condiciones”.

(MFB,RM,RC- RV)