Tribunas

Teología algo más que pública

José Francisco Serrano Oceja

 

Uno de los rasgos característicos de nuestra sociedad es, sin duda, el pluralismo. Una nota que supone un reto y una interpelación permanente para los cristianos. El pluralismo en España se ha agudizado, de forma exponencial, en los últimos años quizá por las agudas metamorfosis de nuestro pasado inmediato.

Cada vez son más frecuentes los llantos y lamentos sobre la inexistencia de un discurso público teológico, y en no menor media eclesial, ante los retos con los que se enfrenta la conciencia cristiana en el presente. El mutismo público tiene causas múltiples. Cada vez más la opinión pública se despreocupa de lo que “huele” a cristiano.

Excepto, claro está, lo que viene del Papa Francisco, que se ha convertido en una especie de excepción cultural y mediática.  No pocos de los interlocutores eclesiales contemporáneos llegan a las plataformas públicas únicamente en la media en que son, o se presentan, como extensiones de esa eficaz forma papal.

La intemperie argumental del discurso cristiano está producida, entre otros factores, por la ausencia de una teología pública. Una voz elocuente ante temas sociales, en sentido amplio, de raíz y argumentación teológica significativa tanto para la Iglesia como para la sociedad.

En el mundo anglosajón se denomina “teología pública” al trabajo de destacados teólogos que expresan en sus publicaciones esta sensibilidad hacia una forma de teología que prioriza el diálogo público. El término “teología pública” no es unívoco. Hace referencia a un estilo de hacer teología, y a una preocupación o valoración de determinadas temáticas.

Parafraseando a Harold E. Breitenberg podemos definir la teología pública como el discurso público teológicamente informado sobre temas públicos, interacciones e instituciones, dirigido a la Iglesia y al público o públicos en general, con una argumentación validada por criterios disponibles socialmente.

En España contamos con el reciente trabajo del jesuita de Granada, Gonzalo Villagrán, “Teología pública. Una voz para la Iglesia en sociedades plurales”. Ahí hace un fino análisis de una serie de autores, y de escuelas o formas de hacer teología.

Sorprende que a la hora de aterrizar en esta forma de hacer teología en nuestro país se cite, desde la perspectiva de la historia, el nombre de Alfonso Álvarez Bolado, -el inventor del término “nacionalcatolicismo”, para más datos-, y en la actualidad a Olegario González de Cardedal.

¿No hay más teólogos que se puedan traer a colación en este contexto? Un dato que da que pensar.

 

José Francisco Serrano Oceja