Servicio diario - 19 de febrero de 2017


 

El obispo de Roma visita otra parroquia en las afueras. La oración es antídoto al deseo de venganza
Posted by Redaccion on 19 February, 2017



(ZENIT – Roma. 19 Feb. 2017).- El papa Francisco visitó en la tarde de este domingo, una parroquia en las afueras de la ciudad de Roma, la segunda de este tipo después del final del Jubileo de la Misericordia y la treceava visita de este tipo.
La parroquia de Santa María Josefa del Corazón de Jesús, en Castelverde di Lunghezza, está a seis kilómetros al este de la autopista circular entorno de Roma, (Grande raccordo anulare).
El Pontífice que llegó poco antes de las 15,30, fue recibido en el ingreso del templo por el cardenal Agostino Vallini, vicario de Roma y por el párroco Francesco Rondinelli.
Francisco saludó a las personas que se encontraban detrás de las vallas y saludó a muchas personas, apretando manos, bendiciendo a niños y ancianos e incluso permitiendo a algunos presentes de hacerse un ‘selfie’ con él.
Después encontró en el salón del teatro parroquial a los niños y jóvenes del catecismo, con el grupo juvenil. Ha saludado también a los enfermos y ancianos, a los esposos que han bautizado a sus hijos en los últimos meses, a las familias asistidas por la Cáritas parroquial, junto a los operadores y voluntarios. El Santo Padre también ha confesado a algunos parroquianos.
En la iglesia el Papa ha presidido la santa misa e improvisado su homilía, recordando que el Evangelio a diferencia de la ley del Talión invita a poner la otra mejilla. “Las ganas de vengarse, el ‘me la vas a pagar’, eso no es cristiano. Sean santos como Dios es santo, perfectos como perfecto es vuestro Padre, que hace nacer el sol sobre los buenos y malos y llover sobre justos e injustos”, dijo.
“Ese me hizo…, hay que perdonar en el corazón –prosiguió el Pontífice– esta es el camino de la santidad y esto aleja de las guerras. Si todos los hombres y mujeres del mundo aprendieran esto no habría guerras”.
La guerra inicia aquí (señaló el corazón), la ganas de venganza, destruye familias, los barrios, tanto, tanto…
¿Y qué hacer?, alguien preguntará: “lo dice Jesús, no lo digo yo… amene a vuestros enemigos. Yo tengo que amar a este? Sí” y añadió: recen por quien les persigue y les hace mal, para que cambie vida, para que el Señor le perdone.
“Esta es la magnanimidad de Dios, que todo perdona” señaló. Y concluyó preguntando: ¿Y tú eres misericordioso con las personas que te han hecho mal, o que no te quieren? Y subrayó la oración como antídoto, única vía de salida y medicina para salir del odio y de la venganza. El Papa al concluir la misa regaló un cáliz dentro de una teca para la parroquia. Y después de la bendición final estallaron los aplausos.


Ángelus: nuevo llamamiento del Papa contra el terrorismo, la violencia y el uso de niños soldados
Posted by Sergio Mora on 19 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 19 Feb. 2017).- El papa Francisco hizo este domingo un apremiante llamamiento a las autoridades nacionales y a la comunidad internacional pidiendo por las poblaciones que sufren la violencia, el terrorismo y la guerra. En particular por “tantos niños arrebatados a sus familias y de la escuela para ser usados como soldados”. Y reiteró: “¡Ésta es una tragedia: niños soldados!”.
Señaló también que reza por ellos y por los operadores humanitarios y religiosos que allí trabajan, y para que todo corazón endurecido por el odio se convierta a la paz, según la voluntad de Dios.
En sus palabras dichas desde la ventana de su estudio que da a la plaza de San Pedro, donde en este soleado domingo del invierno europeo se habían reunido miles de fieles y peregrinos, el Papa en estas palabras dichas después de rezar la oración del ángelus, señaló su consternación y pidió que se impulse la ayuda humanitaria, en particular en la provincia céntrica congoleña de Kasai, donde se registran violentos enfrentamientos. También recordó a Pakistán golpeado por los recientes atentados.
“Queridos hermanos y hermanas
Lamentablemente siguen llegando noticias de enfrentamientos violentos y brutales en la región de Kasai Central, de la República Democrática del Congo. Siento profundo dolor por las víctimas, en especial por tantos niños arrebatados de sus familias y de la escuela para ser usados como soldados. ¡Ésta es una tragedia: niños soldados!
Aseguro mi cercanía y mi oración, también al personal religioso y humanitario que trabaja en esa difícil región. Y renuevo un apremiante llamamiento a la conciencia y a la responsabilidad de las autoridades nacionales y de la comunidad internacional, con el fin de que se tomen pronto decisiones adecuadas para socorrer a estos nuestros hermanos y hermanas.
Oremos por ellos y por todas las poblaciones en otros lugares del continente africano y del mundo sufren a causa de la violencia y de la guerra.
Pienso, en particular, en el querido pueblo paquistaní, golpeado por crueles actos terroristas en días pasados.
Oremos por las víctimas mortales, por los heridos y sus familiares. Oremos fervientemente para que todo corazón endurecido por el odio se convierta a la paz, según la voluntad de Dios”.


Texto completo del Ángelus del papa Francisco del 19 de febrero de 2017
Posted by Redaccion on 19 February, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano – 19 Feb. 2017).- El santo padre Francisco rezó este domingo ante los miles de fieles y peregrinos que le aguardaban en la plaza de San Pedro, la oración del ángelus y antes y después de la plegaria dirigió las siguientes palabras.
“Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
En el Evangelio de este domingo, una de estas páginas que mejor expresan la ‘revolución’ cristana, Jesús muestra el camino de la verdadera justicia mediante la ley del amor que supera la del talión, o sea ‘ojo por ojo, diente por diente’. Esta antigua regla imponía infligir a los transgresores penas equivalentes a los daños causados: la muerte a quien había asesinado, la amputación a quien había herido a alguien, y así para todo el resto.
Jesús no pide a sus discípulos solamente soportar el mal, les pide reaccionar pero no con otro mal, sino con el bien. Solamente así se rompe la cadena del mal y cambian realmente las cosas.
El mal de hecho es un ‘vacío’ de bien, y no se puede llenar con otro vacío, sino con un ‘lleno’, o sea con el bien. La represalia no lleva nunca a la solución de los conflictos. Para Jesús el rechazo de la violencia puede comportar también renunciar a un legítimo derecho y nos da algunos ejemplos: poner la otra mejilla, ceder el propio vestido o el propio dinero, aceptar otros sacrificios. (cfr vv. 39-42).
Entretanto esta renuncia no significa que las exigencias de la justicia sean ignoradas o contradichas, al contrario el amor cristiano que se manifiesta de manera particular en la misericordia, representa una realización superior de la justicia.
Lo que Jesús quiere enseñar es la neta distinción que debemos hacer entre la justicia y la venganza. Nos es permitido pedir justicia, es nuestro deber practicar la justicia. Lo que en cambio está prohibido es vengarnos o fomentar de alguna manera la venganza, en cuanto es una expresión del odio y de la violencia.
Jesús no quiere proponer un nuevo orden civil, sino más bien el mandamiento del amor al prójimo, que incluye también el amor por los enemigos: “Amen a los enemigos y recen por aquellos que les persiguen”. Esta palabra no significa aprobar el mal cometido por el enemigo, sino como una invitación a una perspectiva superior, magnánima, similar a la del Padre celeste, el cual “hace nacer el sol sobre los malos y los buenos, y hace llover sobre justos e injustos. (v. 45).
También el enemigo, de hecho es una persona humana, creada como tal a imagen de Dios, si bien en este momento la imagen sea ofuscada por una conducta indigna. Cuando hablamos de ‘enemigos’ no tenemos que pensar quizás a cuales personas diversas y lejanas de nosotros; hablamos también de nosotros mismos que podemos entrar en conflicto con nuestro prójimo, a veces con nuestros familiares.
Enemigos son quienes hablan mal de nosotros, que nos calumnias y son injustos. A todos estos estamos llamados a responder con el bien, el cual tiene también sus estrategias, inspiradas en el amor.
La Virgen María nos ayude a seguir a Jesús en este camino exigente, que realmente exalta la dignidad humana y nos hace vivir como hijos de nuestro Padre que está en los cielos. Nos ayude a practicar la paciencia, el diálogo, el perdón, y a ser así artesanos de comunión y de fraternidad en nuestra vida cotidiana”.
El Santo Padre reza la oración del ángelus y después dice:
Lamentablemente siguen llegando noticias de enfrentamientos violentos y brutales en la región de Kasai Central, de la República Democrática del Congo. Siento profundo dolor por las víctimas, en especial por tantos niños arrebatados de sus familias y de la escuela para ser usados como soldados. ¡Ésta es una tragedia: niños soldados!
Aseguro mi cercanía y mi oración, también al personal religioso y humanitario que trabaja en esa difícil región. Y renuevo un apremiante llamamiento a la conciencia y a la responsabilidad de las autoridades nacionales y de la comunidad internacional, con el fin de que se tomen pronto decisiones adecuadas para socorrer a estos nuestros hermanos y hermanas.
Oremos por ellos y por todas las poblaciones en otros lugares del continente africano y del mundo sufren a causa de la violencia y de la guerra. Pienso, en particular, en el querido pueblo paquistaní, golpeado por crueles actos terroristas en días pasados.
Oremos por las víctimas mortales, por los heridos y sus familiares. Oremos fervientemente para que todo corazón endurecido por el odio se convierta a la paz, según la voluntad de Dios”.
Saludo a los presentes, familias y asociaciones, grupos parroquiales y peregrinos individuales, provenientes de Italia y varias partes del mundo.
En particular saludo a los estudiantes de Armagh (Irlanda); a los fieles de las diócesis de Asidonia Jerez, Cadiz, Ceuta y Madrid, en España. Al movimiento juvenil Guaneliano, a los recién confirmados de Castelnuovo di Prato y a los peregrinos de Módena y Viterbo.
Les deseo a todos un feliz domingo y por favor no se olviden de rezar por mi. “¡Buon pranzo e arrivederci!”.


Mensaje de las Comisiones episcopales de liturgia de América Latina y el Caribe
Posted by Sergio Mora on 19 February, 2017



(ZENIT – Roma, 19 Feb. 2017)- El Encuentro del CELAM sobre inculturación de la Liturgia, en ocasión del primer aniversario de la visita del Papa Francisco a la diócesis de San Cristóbal de Las Casas concluyó ayer sábado. Participaron 11 obispos, 32 sacerdotes, más algunas religiosas y laicos de casi todos los países de América Latina. Compartimos su mensaje final.
Mensaje de las Comisiones Episcopales de Liturgia de América Latina y el Caribe
San Cristóbal de la Casas (Chiapas – México) 16 de febrero de 2017
Reunidos en la ciudad de San Cristóbal de las Casas a un año de la visita del Santo Padre Francisco a esta Iglesia particular, queremos dar gracias al Dios Uno y Trino, que por el Misterio pascual de Cristo camina con su pueblo en la historia.
Las Iglesias en América Latina y el Caribe, en su peregrinar desde la siembra del Evangelio, y de forma especial a partir del Concilio Vaticano II, han venido promoviendo la inculturación de la liturgia. En este sentido, han sido muchos los encuentros organizados por el CELAM para reflexionar sobre esta realidad.
Constatamos que hoy vivimos una nueva civilización, que muchos llaman cambio de época o globalización. Esta nueva cultura emergente y envolvente afecta a nuestros pueblos a todo nivel (pueblos originarios, afroamericanos, jóvenes, etc). Estas culturas nos desafían a comprenderlas y a entrar en comunión con ellas para que se pueda vivir y celebrar el misterio pascual.
Nuestra piedad popular es un modelo de inculturación a seguir, pues el pueblo ha traducido en su lenguaje y gestos con la fuerza del Espíritu Santo la vivencia de la fe. Por ello hemos de entrar en comunión con la fe vivida por nuestros pueblos.
Queremos animar a las Iglesias en América Latina y el Caribe, ahora que hemos vivido este encuentro, a seguir sin temor los procesos de inculturación de la liturgia. La reflexión y las experiencias no deben cesar. Este camino debe ser guiado por principios teológicos centrados en el Misterio pascual. La encarnación y la liturgia que manifiesta a la Iglesia, deben ser los principios dinamizadores de la inculturación litúrgica.
De igual, forma hemos de seguir unos criterios litúrgicos que orienten la variedad legítima y el cuidado permanente de la relación entre la fe y la celebración litúrgica. La finalidad de la inculturación litúrgica es la participación de la asamblea. Para realiazarla, es preciso cultivar el aprecio por la diversidad de las culturas y sus cambios, teniendo en cuenta el espíritu y la naturaleza de la liturgia. Además, es fundamental fortalecer la buena formación litúrgica de todo el pueblo de Dios, en especial de los que guían estos procesos. La autoridad de la Iglesia es la rectora de los procesos de inculturación litúrgica.
En esta diócesis, que nos ha acogido, hemos sido testigos de que la inculturación de la liturgia es posible, con discernimiento, acompañamiento y comunión con las culturas.
Invocamos a nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América, modelo excelente de inculturación, para que nos acompañe en este caminar comprometiéndonos más con estos procesos.


Beata Jacinta Marto – 20 de febrero
Posted by Isabel Orellana Vilches on 19 February, 2017



(ZENIT – Madrid).- Junto con su hermano, el pequeño Francisco, y su prima Lucía, Jacinta compone la tríada de pastorcitos a los que se les apareció la Virgen María en Fátima. Francisco nació en Ajustrel el 11 de junio de 1908, y Jacinta vino al mundo en esa misma localidad el 11 de marzo de 1910. Lucía era la mayor, nació el 22 de marzo de 1907. Fue la superviviente de los tres. Falleció el 13 de febrero de 2005. Ella y los dos hermanos compartían confidencias, jugaban y rezaban unidos mientras cuidaban del rebaño. Lucía les hablaba de Cristo. El prodigio que aconteció con los niños se produjo entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917. El lugar elegido por la Virgen para hacerse presente ante ellos fue Cova da Iría. Como les sucedió a otros videntes, los pastorcitos también sintieron su corazón henchido de amor por Dios y por la humanidad, disponiéndose a ofrecer sus sufrimientos para rescate de los pecadores.
Sus desdichas aparecieron desde el primer instante en el que hicieron partícipes a otros de la celeste visión. Fueron objeto de malas interpretaciones y calumnias, perseguidos y encarcelados. Pero todo lo soportaron con paciencia y humildad dando pruebas de heroica fortaleza, pese a su corta edad. En particular Francisco actuó con hombría cuando fueron amenazados de muerte, a menos que declararan falsas las apariciones. Él infundió valor a Jacinta y a Lucía. Los tres se mantuvieron firmes: «Si nos matan no importa; vamos al cielo». De forma específica se hizo patente su espíritu martirial cuando le engañaron llevándose a su hermana, a la que supuestamente iban a sacrificar: «No se preocupen, no les diré nada; prefiero morir antes que eso». También fue palpable su inocencia evangélica y candor en el transcurso de su enfermedad. Siempre deseó consolar a Dios y a la Virgen en los que le pareció entrever su tristeza: «¿Nuestro Señor aún estará triste? Tengo tanta pena de que Él este así. Le ofrezco cuanto sacrificio yo puedo», confió a su prima. El Padre se llevó tempranamente junto a Él a este pequeño beato el 4 de abril de 1919.
Su hermana Jacinta, impresionada también por la pavorosa visión del infierno, oraba por la conversión de los pecadores: «¡Qué pena tengo de los pecadores! ¡Si yo pudiera mostrarles el infierno!». Ella, como su hermano y su prima, no ahorró mortificaciones ni sacrificios. Las apariciones pusieron al descubierto su espíritu misionero. Así como Francisco experimentaba inclinación a consolar a Dios y a María, Jacinta quería convertir a las almas rescatándolas del infierno. El amor a Dios la devoraba: «¡Cuánto amo a nuestro Señor! A veces siento que tengo fuego en el corazón pero que no me quema». Obtuvo la gracia de ver los sufrimientos del Santo Padre, que narró a su hermano y a su prima. Entonces unieron sus oraciones y elevaron insistentes plegarias por él, a la par que ofrecían sacrificios.
Los dos hermanos fueron testigos de hechos prodigiosos realizados por mediación de María, que se hizo eco de sus súplicas. Cuando veían que la atención recaía en ellos por haber sido agraciados con las visiones, actuaban con la misma sencillez y humildad de siempre, huyendo de la notoriedad. En concreto Jacinta fue bendecida con apariciones de la Virgen de la que no fueron testigos ni Francisco ni Lucía. Ésta admiraba a su prima; la vio madurar después de haberse comprometido con María a ofrecer su vida y aficiones –como el baile que le agradaba sobremanera– por los pecadores. Antes se había dejado llevar por un carácter voluble y oscilante que según fuesen las circunstancias se tornaba en gozo o en llanto.
Cuando al paso de los años Lucía hizo memoria de su acontecer, manifestó: «Jacinta fue, según me parece, aquella a quien la Santísima Virgen comunicó mayor abundancia de gracia, conocimiento de Dios y de la virtud. Tenía un porte siempre serio, modesto y amable, que parecería traslucir en todos sus actos una presencia de Dios propia de personas avanzadas ya en edad y de gran virtud. Ella era una niña solo en años […]. Es admirable cómo captó el espíritu de oración y sacrificio que la Virgen nos recomendó. Conservo de ella una gran estima de santidad». Otra de las características de Jacinta fue su devoción por el Sagrado Corazón de Jesús, unida a la que sentía por María, y una especial dilección por el Santo Padre al que tenía presente en su ofrenda personal y en las oraciones compartidas con su hermano y con su prima.
La Virgen había advertido a Francisco y a Jacinta que sus vidas serían breves. Ésta padeció mucho antes de morir por una llaga abierta en el pecho, producto de la pleuresía que se infectó por falta de higiene: «Sufro mucho; pero ofrezco todo por la conversión de los pecadores y para desagraviar al Corazón Inmaculado de María», confió a su prima Lucía. En una aparición, María le aseguró que vendría a buscarla. Voló a los brazos del Padre en un centro hospitalario de Lisboa, donde la llevaron casi in extremis esperando que se recuperara, el 20 de febrero de 1920, a los 10 años de edad. Ambos hermanos fueron trasladados al santuario de Fátima. Al abrir el sepulcro de Francisco vieron que el rosario que colocaron sobre su pecho aparecía enredado en sus dedos. En cuanto a Jacinta, al trasladarla al santuario, 15 años después de su muerte, constataron que su cuerpo estaba incorrupto. El 18 de abril de 1989 Juan Pablo II declaró venerables a los dos hermanos. Y el 13 de mayo de 2000, en el transcurso de su visita a Fátima, los beatificó en presencia de Lucía, la tercera vidente.