Servicio diario - 03 de abril de 2017


El Papa en Sta. Marta: Seamos misericordiosos como Jesús, no juzguemos según nuestros vicios
Redacción

Italia: en la zona del terremoto de 2012, el Papa llevó un mensaje de esperanza
Sergio Mora

Texto completo de la homilía del papa Francisco en Carpi, zona del terremoto de 2012 en Italia
Redacción

Texto completo de las palabras del papa Francisco a la población de Mirandola, afectada por el terremoto de 2012
Redacción

Actuar con determinación para erradicar el tráfico de personas, pide el Santo Padre
Redacción

Programa del viaje Papa Francisco a Egipto
Redacción

Celibato y abusos no están relacionados (P. Zollner – Comisión de protección de menores)
Redacción

San Isidoro de Sevilla – 4 de abril
Isabel Orellana Vilches


 

3 abril 2017
Redacción

El Papa en Sta. Marta: Seamos misericordiosos como Jesús, no juzguemos según nuestros vicios

Francisco invita seguir a “Jesús que es la plenitud de la ley y juzga con misericordia”

ZENIT – Ciudad del Vaticano, 3 Abr. 2017).- “Frente a los pecados y a la corrupción, Jesús es la única ‘plenitud de la ley”. Este fue el tema central de la homilía del papa Francisco durante la misa que ha celebrado este lunes en la capilla de la Casa Santa Marta.

El Papa comenta dos hechos: el pasaje del Evangelio de Jesús ante la mujer sorprendida en adulterio, cuando dice a sus acusadores: “¡Quién de vosotros esté sin pecado, tire la primera piedra”; y la narración del profeta Daniel, donde se indica que dos ancianos jueces del pueblo habían armado “un falso adulterio” contra Susana.

Así Susana “fue obligada a elegir entre la fidelidad a Dios y a la ley” y “salvar su vida”: por lo tanto ella era fiel al marido, si bien era una mujer que quizás tenía otros pecados, “porque todos somos pecadores” y “la única mujer que no pecó es la Virgen”.

“Siempre existieron en el mundo jueces corruptos. También hoy en todas partes del mundo los hay. ¿Por qué llega la corrupción a una persona? Una cosa es el pecado: ‘Yo he pecado, resbalo, soy infiel a Dios, pero luego busco no hacerlo más o trato de arreglarme con el Señor pero sé que no está bien’. La corrupción en cambio es cuando el pecado entra, entra, entra en tu conciencia y no deja lugar ni siquiera lugar para el aire”.

Los corruptos creen impunemente que hacen bien, señaló Francisco, quien recordó que en el caso de Susana, los jueces ancianos “eran corruptos por los vicios de la lujuria” y la amenazaron con dar “falso testimonio” contra ella. Y no es el primer caso en el se registran falsos testimonios en las Escrituras, agregó el Papa, quien recordó precisamente a Jesús, “condenado a muerte con falsos testimonios”.

El Pontífice señala que en el caso de la verdadera adúltera, encontramos que era acusada por “otros jueces que “había perdido la cabeza”, haciendo crecer en ellos una interpretación de la ley tan rígida que no daba espacio al Espíritu Santo: o sea “corrupción de legalidad, de legalismo, contra la gracia”.

Y luego vemos a Jesús, verdadero Maestro de la ley frente a los falsos jueces, que habían “pervertido el corazón” o que realizaban sentencias injustas “oprimiendo a los inocentes y absolviendo a los malvados”. Jesús dice pocas cosas: ‘¡Quién de vosotros esté sin pecado, tire la primera piedra contra ella!’. Y a la pecadora: ‘Yo no te condeno, no peques más’. Y esta es la plenitud de la ley, no la de los escribas y los fariseos, que habían corrompido sus mentes haciendo tantas leyes, tantas leyes, sin dejarle espacio a la misericordia.

El Papa advirtió así sobre la “maldad” con la cual nuestros vicios juzgan a la gente” e invitó a seguir a “Jesús, que es la plenitud de la ley y que juzga con misericordia”.

 

03/04/2017-09:46
Sergio Mora

Italia: en la zona del terremoto de 2012, el Papa llevó un mensaje de esperanza

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 3 Abr. 2017).- Decidir de qué parte del sepulcro estar, donde Jesús que es resurrección y vida, o en la de Lázaro antes de la resurrección, donde huele a sepultura. Este fue el mensaje central que el papa Francisco llevó este domingo a las poblaciones de las zonas de Italia que sufrieron el terremoto de 2012, visitándola ciudad italiana de Carpi y la de Mirandola.
El Santo Padre partió a las 8.15 en helicóptero del Vaticano y llegó a la ciudad de Carpi en el campo de rugby “Dorando Pietri”, donde fue recibido por las autoridades civiles y religiosas. Allí el alcalde de Carpi, Alberto Bellelli, le regaló al Santo Padre un ladrillo del Campo de concentración de Fossoli, del fascismo y nazismo, durante la II Guerra mundial.
Poco después el Papa llegó al la Piazza Martiri (Plaza de los Mártires), donde a las 10.30, presidió la celebración eucarística. Recordando en la homilía el milagro de la resurrección de Lázaro el Papa señala a esta población que se levanta después del terremoto de 2012, una frontera: “Por una parte está la gran desilusión, la precariedad de nuestra vida mortal que, atravesada por la angustia de la muerte, experimenta a menudo la derrota, una oscuridad interior que parece insuperable”. Y “por la otra, está la esperanza que vence la muerte y el mal y que tiene un nombre; la esperanza se llama: Jesús. Él no trae un poco de bienestar o algún remedio para alargar la vida, sino que proclama: ‘Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mí aunque muera, vivirá’. Por esto dice: ‘quitad la piedra’ y grita a Lázaro con voz fuerte: ‘Sal’”.
Concluye así que “también nosotros estamos invitados a decidir de qué parte estar. (...) Hay quienes se dejan encerrar por la tristeza y quienes se abren a la esperanza. Hay quienes se quedan atrapados en las ruinas de la vida, y quienes, como vosotros, con la ayuda de Dios, reconstruyen con paciente esperanza”.
Concluida la santa misa le siguió la oración del Ángelus, en la que el Papa expresó dolor por el alud en Colombia; refiriéndose a los recientes disturbios en Venezuela y Paraguay pidió apertura al diálogo y evitar la violencia, y bendijo cuatro piedras fundamentales de edificios que se construirán en Carpi, al mismo tiempo que entregó una piedra de un templo destruido en Irak, para reconstruir Carpi.
El Santo Padre prosiguió el itinerario y poco después de medio día tuvo un encuentro en la capilla del seminario con los sacerdotes diocesanos, los religiosos, religiosas y los seminaristas, donde el Papa improvisó unas palabras, almuerzó con ellos y después se detuvo unos minutos en la catedral.
Por la tarde el Pontífice partió al cercano pueblo de Mirándola y las poblaciones afectadas por el terremoto a las cuales dirigió unas palabras. “En esta ciudad vuestra, que tiene aún las señales visibles de una prueba tan dura, quiero abrazarles, así como a los habitantes de otras zonas afectadas por el terremoto de mayo de 2012. Ya mi venerado predecesor, el Papa Benedicto XVI, pocas semanas después de aquel evento vino a este territorio para traer su solidaridad y aliento personales”, recordó Francisco.
“Pienso en todo lo que han sufrido, las heridas, en las casas, en las actividades productivas, en la iglesias y otros monumentos cargados de historia, arte, símbolo de la espiritualidad y de la civilización de todo un pueblo”. Sin olvidar las heridas internas de los seres queridos que han perdido”. Indicó saber que las cicatrices se quedarán por toda la vida y mirándolas, exhortó, “tengan el valor para crecer y hacer que vuestros hijos crezcan con esa dignidad”.
Al final del encuentro, se dirigió en automóvil a la plaza de la catedral de Mirandola, otra de las poblaciones afectadas por el terremoto, desde allí a la parroquia de San Giacomo in Roncole para depositar una ofrenda de flores en el monumento situado en la zona adyacente a la parroquia, en recuerdo de las víctimas del movimiento telúrico, .
Concluida la visita y después de despedirse de las autoridades, minutos ante de las 18 horas, el helicóptero que llevaba al Papa despegó del campo de deportes adyacente a la parroquia para regresar a Roma, donde llegó al el helipuerto del Vaticano poco después de una hora.

 

03/04/2017-09:00
Redacción

Texto completo de la homilía del papa Francisco en Carpi, zona del terremoto de 2012 en Italia

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 3 Abr. 2017).- El papa Francisco en su visita pastoral a la ciudad italiana de Carpi, realizada este domingo 2 de abril, celebró la santa misa en la Plaza de los Mártires. Después de la proclamación del santo evangelio, el Papa Francisco ha pronunciado la homilía que reproducimos a continuación:
Homilía del Santo Padre
“Las Lecturas de hoy nos hablan del Dios de la vida, que vence la muerte. Detengámonos, en particular, en el último de los signos milagrosos que Jesús hace antes de su Pascua, en el sepulcro de su amigo Lázaro.
Allí todo parece terminado: la tumba está cerrada con una gran piedra; alrededor hay solo llanto y desolación. También Jesús está conmovido por el misterio dramático de la pérdida de una persona querida: “Se conmovió profundamente” y estaba “muy turbado” (Jn, 11,33). Después “estalló en llanto” (v. 35) y fue al sepulcro, dice el Evangelio, “todavía conmovido profundamente una vez más” (v. 38). Este es el corazón de Dios: lejano del mal pero cercano a quien sufre; no hace desaparecer el mal mágicamente, sino que com-padece el sufrimiento, lo hace propio y lo transforma habitándolo.
Notamos, sin embargo que, en medio de la desolación general por la muerte de Lázaro, Jesús no se deja llevar por el desánimo. Aun sufriendo Él mismo, pide que se crea firmemente; no se encierra en el llanto, sino que, conmovido se pone en camino hacia el sepulcro. No se deja capturar del ambiente emotivo resignado que lo circunda, sino que reza con confianza y dice: “Padre, te doy gracias” (v. 41). Así, en el misterio del sufrimiento, frente al cual el pensamiento y el progreso se aplastan como moscas en los cristales, Jesús nos da ejemplo de cómo comportarnos: no huye del sufrimiento, que pertenece a esta vida, pero no se deja aprisionar por el pesimismo.
En torno al sepulcro se lleva así un gran encuentro-desencuentro. Por una parte está la gran desilusión, la precariedad de nuestra vida mortal que, atravesada por la angustia de la muerte, experimenta a menudo la derrota, una oscuridad interior que parece insuperable. Nuestra alma, creada para la vida, sufre sintiendo que su sed eterna de bien es oprimida por un mal antiguo y oscuro. Por una parte es ésta derrota del sepulcro. Pero por la otra, está la esperanza que vence la muerte y el mal y que tiene un nombre; la esperanza se llama: Jesús. Él no trae un poco de bienestar o algún remedio para alargar la vida, sino que proclama: “Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mí aunque muera, vivirá” (v. 25). Por esto dice: “quitad la piedra”(v. 39) y grita a Lázaro con voz fuerte: “Sal” (v. 43).
Queridos hermanos y hermanas, también nosotros estamos invitados a decidir de qué parte estar. Se puede estar de la parte del sepulcro o se puede estar de la parte de Jesús. Hay quienes se dejan encerrar por la tristeza y quienes se abren a la esperanza. Hay quienes se quedan atrapados en las ruinas de la vida, y quienes, como vosotros, con la ayuda de Dios, reconstruyen con paciente esperanza.
Frente a los grandes “por qué” de la vida tenemos dos caminos: quedarnos mirando melancólicamente los sepulcros de ayer y de hoy, o acercar a Jesús a nuestros sepulcros. Sí, porque cada uno de nosotros ya tiene un pequeño sepulcro, alguna zona un poco muerta dentro del corazón: una herida, un mal sufrido o realizado, un rencor que no da tregua, un remordimiento que regresa constantemente, un pecado que no se consigue superar. Identifiquemos hoy estos nuestros pequeños sepulcros que tenemos dentro e invitemos allí a Jesús.
Es extraño, pero a menudo preferimos estar solos en las grutas oscuras que llevamos dentro, en vez de invitar a Jesús; estamos tentados de buscarnos siempre a nosotros mismos, rumiando y hundiéndonos en la angustia, lamiéndonos las heridas, en lugar de ir a Él, que nos dice: “Venid a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo os aliviaré.” (Mt 11:28). No nos dejemos aprisionar por la tentación de quedarnos solos y desesperanzados quejándonos de lo que nos sucede; no cedamos a la lógica inútil del miedo que no lleva a ninguna parte, repitiendo resignados que todo está mal y nada es como antes. Esta es la atmósfera del sepulcro; el Señor, en cambio, quiere abrir el camino de la vida, el del encuentro con Él, de la confianza en Él, de la resurrección del corazón. El camino del “Levántate”, ¡levántate, sal!, esto es lo que nos dice el Señor, y Él está a nuestro lado para hacerlo.
Escuchamos, pues, dirigidas a cada uno de nosotros, las palabras de Jesús a Lázaro: “¡Sal!”; sal del atasco de la tristeza sin esperanza; desata las vendas de miedo que obstruyen el camino; los lazos de las debilidades y de las inquietudes que te bloquean; repite que Dios desata los nudos. Siguiendo a e Jesús aprendemos a no atar nuestras vidas en torno a los problemas que se enredan: siempre habrá problemas, siempre, y, cuando resolvemos uno, siempre, llega otro. Podemos, sin embargo, encontrar una nueva estabilidad, y esta estabilidad es precisamente Jesús, ésta estabilidad se llama Jesús, que es la resurrección y la vida: con él la alegría habita en el corazón, renace la esperanza, el dolor se transforma en paz, el temor en confianza, la prueba en ofrenda de amor. Y aunque los pesos no faltarán, siempre estará su mano que levanta, su Palabra que alienta y nos dice a todos, a cada uno de nosotros: “¡Sal! ¡Ven a mí! “. Nos dice a todos: no tengáis miedo.
También a nosotros, hoy como entonces, Jesús nos dice: “Quítate la piedra.” Por muy pesado que sea el pasado, grande el pecado, fuerte la vergüenza, nunca bloqueemos el ingreso del Señor. Quitemos ante El la piedra que le impide entrar: este es el tiempo favorable para remover nuestro pecado, nuestro apego a las vanidades del mundo, el orgullo que nos bloquea el alma. Tantas enemistades entre nosotros, en las familias, tantas cosas... y este es el tiempo favorable para remover todas estas cosas.
Visitados y liberados por Jesús, pidamos la gracia de ser testigos de vida en este mundo que tiene sed de ello, testigos que suscitan y resucitan la esperanza de Dios en los corazones cansados ??y abrumados por la tristeza. Nuestro anuncio es la alegría del Señor viviente, que aún hoy dice, como a Ezequiel: “Yo voy a abrir vuestras tumbas, os haré salir de ellas, y os haré volver, pueblo mío, a la tierra de Israel” (Ez 37,12)”.

 

03/04/2017-09:01
Redacción

Texto completo de las palabras del papa Francisco a la población de Mirandola, afectada por el terremoto de 2012

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 2017 ).- A las 16.50 del domingo 2 de abril, el santo padre Francisco ha visitado la catedral de la población de Mirandola, una de las tantas afectadas por el terremoto de mayo de 2012. A su llegada ha sido recibido por el alcalde de la ciudad Maino Benatti, y por don Flavio Segalina, párroco de la catedral.
El Papa, desde la plaza en que se encuentra la catedral, todavía inaccesible a causa del terremoto, ha dirigido a las poblaciones afectadas por el terremoto el discurso que reproducimos a continuación:
“Queridos hermanos y hermanas:
En esta ciudad vuestra, que tiene aún las señales visibles de una prueba tan dura, quiero abrazarlos, así como a los habitantes de otras zonas afectadas por el terremoto de mayo de 2012. Ya mi venerado predecesor, el Papa Benedicto XVI, pocas semanas después de aquel evento vino a este territorio para traer su solidaridad y aliento personales, así como el de toda la comunidad eclesial. Hoy estoy yo entre vosotros para confirmaros el afecto de toda la Iglesia y para atestiguar a cada uno mi cercanía y mi aliento para el camino que queda por hacer en la reconstrucción. Dirijo un cordial saludo al obispo de esta diócesis, monseñor Francesco Cavina, al párroco y a los demás sacerdotes, al alcalde y a las demás autoridades. Renuevo mi agradecimiento a la Defensa Civil, a los voluntarios y a todos los que participaron, a diferentes niveles, en las actividades de restauración de las estructuras y de reanudación de la vida comunitaria.
Sé muy bien cómo el terremoto ha afectado al patrimonio humano y cultural de esta tierra vuestra. Pienso en todo lo que se ha sufrido: las heridas en las casas, en las actividades productivas, en las iglesias y otros monumentos, cargados de historia y de arte y símbolo de la espiritualidad y de la civilización de todo un pueblo. Pero pienso, en particular en las heridas internas: el sufrimiento de quienes han perdido a sus seres queridos y de los que han visto cómo se dispersaban los sacrificios de toda una vida. En los días posteriores al terremoto despertó gran admiración vuestra dignidad y vuestro espíritu emprendedor . Se esfuerzan por afrontar con espíritu evangélico la precaria situación provocada por el terremoto, reconociendo y aceptando en aquellos acontecimientos dolorosos la misteriosa presencia de un Padre que siempre es amoroso, incluso en las más duras pruebas.
La heridas se han curado, sí, se han curado, pero quedan y se quedarán por toda la vida las cicatrices. Y mirando estas cicatrices, hay que tener valor para crecer y para hacer que vuestros hijos crezcan con esa dignidad, con esa fortaleza, con ese espíritu de esperanza, con ese coraje que habéis tenido vosotros en el momento de las heridas.
Mi deseo es que nunca falte la fortaleza, la esperanza y las dotes de laboriosidad que les distinguen. Que permanezca firme vuestra intención de no ceder al desaliento ante las dificultades que aún persisten. Efectivamente, mucho se ha hecho en el trabajo de reconstrucción, pero es más importante que nunca un fuerte compromiso para recuperar también los centros históricos: son lugares de memoria histórica y son espacios indispensables de la vida social y eclesial. Estoy seguro de que no faltará la buena voluntad de todos los actores involucrados, para garantizar que esas obras necesarias para el bien común se realicen rápidamente.
Frente a vuestra catedral, símbolo de la fe y la tradición de este territorio y seriamente dañada por el terremoto, elevo con vosotros al Señor una ferviente plegaria por las víctimas del terremoto, por sus familias y por todos los que todavía viven en situaciones precarias. ¡Que el Señor haga que cada uno sienta su apoyo! He querido dejar en el altar de la catedral un ramo de flores en recuerdo de los que nos han dejado a causa del terremoto.
Queridos hermanos y hermanas, dentro de dos semanas celebraremos la Pascua de Resurrección. La fuerza del Señor resucitado sostenga vuestro esfuerzo para completar la reconstrucción y anime vuestra esperanza. La Virgen María y vuestros santos patronos obtengan del Señor fortaleza para las personas sometidas todavía a duras pruebas; consigan luz y fortaleza para las mentes y los corazones para que se realice pronto lo que todos esperan. Les doy las gracias, doy las gracias por el ejemplo que han dado a toda la humanidad, el ejemplo del coraje, de salir adelante, de dignidad. Les imparto de todo corazón a todos los aquí reunidos y a toda la población, mi bendición”.
Y, por favor, os pido que recéis por mí. Gracias”.

 

03/04/2017-16:40
Redacción

Actuar con determinación para erradicar el tráfico de personas, pide el Santo Padre

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 3 Abr. 2017).- Erradicar el tráfico de personas, que representa uno de los más vergonzosos fenómenos que desfigura el rostro de la humanidad moderna. Lo ha pedido el papa Francisco en un Mensaje enviado hoy a la XVII Conferencia contra el tráfico de personas, que inició este lunes y concluye mañana martes 4, en Viena.
El mensaje ha sido leído por el padre Michael Czerny, subsecretario de la Sección Migrantes y refugiados del dicasterio para el Servicio al desarrollo humano integral, quien intervino en nombre de la Santa Sede en esta cumbre promovida por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
Es necesario actuar con determinación para erradicar el tráfico de personas, “que representa uno de los más vergonzosos fenómenos que desfigura el rostro de la humanidad moderna”, escribió y calificó como chocante y escandaloso, descubrir que el tráfico de personas ocurre en todos los países y que representa “uno de los más lucrativos negocios del planeta”.
Se trata, prosigue el Pontífice, “de una forma de esclavitud, de un crimen contra la
humanidad, una grave violación de los derechos humanos, una llaga atroz, que debe ser condenada aún más cuando involucra a niños”.
Así el Papa los ha exhortado a hacer todos los esfuerzos posibles para hacer concientizar sobre esta lacra y para coordinar mejor los esfuerzos legales y sociales destinados a salvar a millones de niños y adultos.
El Pontífice ha pedido también comprometerse para impedir que tantas personas sean víctimas del tráfico y esclavizadas. El sucesor de Pedro concluye su mensaje deseando el éxito de la Conferencia, para que se ponga punto final al terrible crimen del tráfico de seres humanos en los 34 Países de la OCSE.
En su intervención, el p. Czerny señaló tres puntos: prevenir el tráfico, proteger a las
víctimas y perseguir a los criminales. Porque se juega a la persona humana con su valor inestimable.

 

03/04/2017-13:00
Redacción

Programa del viaje Papa Francisco a Egipto

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El programa del viaje del papa Francisco a Egipto el 28 y 29 de abril en la ciudad de El Cairo, ha sido publicado por la Oficina de prensa de la la Santa Sede, este 3 de abril de 2017.
Viernes 28 abril 2017
10:45 – Salida en avión del aeropuerto de Roma/Fiumicino para El Cairo
14:00 – Llegada al aeropuerto internacional de El Cairo
RECIBIMIENTO OFICIAL
Ceremonia de bienvenida en el Palacio Presidencial en Heliopolis
Visita de cortesía al presidente de la República
Visita de cortesía al gran imam de Al-Azhar
DISCURSO EN LA CONFERENCIA INTERNACIONAL SOBRE LA PAZ Discurso Gran Imam – Discurso del Santo Padre
16:40 – ENCUENTRO CON LAS AUTORIDADES: Discurso del Presidente – Discurso del Santo Padre
VISITA DE CORTESÍA AL PAPA TAWADROS II: Discurso Tawadros II, Discurso del Santo Padre
Sábado 29 abril 2017
10:00 – SANTA MISA – Homilía del Santo Padre –
12:15 – Almuerzo con los obispos egipcios y el séquito papal
15:15 – Encuentro de oración con el clero, los religiosos y religiosas, y los seminaristas.
Discurso del Santo Padre
CEREMONIA DE DESPEDIDA
17:00 – Salida en avión del aeropuerto de El Cairo
20:30 – Llegada al aeropuerto de Roma/Ciampino
Huso horario, Roma: +2h UTC – El Cairo: +2h UTC

 

03/04/2017-16:30
Redacción

Celibato y abusos no están relacionados (P. Zollner – Comisión de protección de menores)

(ZENIT – Roma – 3 Mar. 2017).- No hay una relación directa entre celibato y abusos sexuales de menores, y es necesario evitar que entren en los seminarios personas que no son idóneas al sacerdocio. Esta es una de las conclusiones centrales de la primera Conferencia Europea sobre formación del clero y prevención de abusos a menores, que se realizó en Florencia del 31 de marzo hasta el sábado 1º de abril.
Lo indicó el sacerdote Hans Zollner, presidente del ‘Centre for Child protection‘ de la Universidad Pontificia Gregoriana y miembro de la Comisión de protección de los menores en una entrevista al Servicio de Información Religiosa (Sir).
“Muchas veces se escucha decir que el celibato provoca comportamientos de abusos”, dijo. Y precisó: “No es así, y lo confirman los estudiosos del tema. Entre otras cosas, la gran mayoría de los casos de abusos es cometida por personas que son casadas. Dicho esto es necesario también decir que un celibato mal vivido es un factor de riesgo y por esto es fundamental apuntar a la formación inicial o sea verificar que las personas que no son idóneas no sean admitidas”.
El padre Zollner añade que ademas, “durante el seminario y la formación religiosa, los candidatos tienen que ser acompañados e instruidos. Y que si bien esta es una tarea es de los obispos y formadores, “es necesario garantizar una formación continua de los jóvenes sacerdotes”.
“Las decisiones vocacionales –prosigue el experto– requieren un discernimiento desde el punto de vista intelectual, emotivo, de las relaciones, y espiritual.
Una vez que el joven golpea a la puerta de un noviciado o del seminario, tiene que existir la selección propia de los candidatos, indica. Y señala por ejemplo, que en las ciudades de Florencia y Milán “se hace una evaluación de la personalidad, utilizando también los instrumentos psicológicos que existe y que son reconocidos en todo el mundo, con entrevistas”.
Claro, precisa, “la decisión final de admisión no le corresponde al psicólogo pero es tomada por el responsable del noviciado, o por el rector del seminario, o por el obispo después de haber evaluado atentamente las voces de los expertos”.

 

03/04/2017-04:27
Isabel Orellana Vilches

San Isidoro de Sevilla – 4 de abril

(ZENIT – Madrid).- En su casa se respiraban aires de santidad. Tres de sus hermanos fueron obispos canonizados: Leandro, Fulgencio e Isidoro. Y también su hermana Florentina fue religiosa y santa. Isidoro probablemente nació en Cartagena, España, el año 560. Como perdió a sus padres siendo niño, su hermano Leandro asumió las funciones de educador y tutor suyo. Y a fe que consiguió que el pequeño recibiese tan esmerada educación que el acervo espiritual y cultural que se ocupó de proporcionarle le convertiría en uno de los grandes y santos doctores de la Iglesia. Y eso, que según la tradición, a Leandro costó entrarle en vereda, porque Isidoro no era un alumno ejemplar; faltaba o se escapaba de la escuela alguna vez. Lo que da idea de que cuando se cree en una persona, aunque sea díscola, y se mantiene un pulso inalterable en su educación, los frutos no se hacen esperar. Además, sobre Isidoro ya pendía claramente la voluntad divina que iba a encaminar sus pasos en la buena dirección para que se cumplieran en él sus designios. Y aunque se escabullía huyendo de su responsabilidad, un día cambiaron radicalmente las tornas. Sucedió todo de forma sencilla ante una circunstancia que nada tiene de particular, pero que fue de sumo provecho para él. Mientras vagabundeaba se acercó a un pozo para sacar agua y observó que el roce de las cuerdas había provocado hendiduras en la rígida piedra. Así comprendió el valor de la constancia y de la voluntad del hombre que quiebran cualquier contratiempo que se presente en la vida por complejo que parezca. Esta simple constatación de carácter pedagógico le llevó por nuevos derroteros. Con espíritu renovado se afanó en el estudio desde ese instante hasta el fin de sus días.
Es el último de los padres latinos. Se formó con las lecturas de textos de Marcial, san Agustín, Cicerón y san Gregorio Magno, con el que mantuvo gran amistad. Su obra cumbre, las Etimologías, es una summa que se convirtió por derecho propio en texto ineludible para los estudiosos hasta mediados del siglo XVI; en ella se aprendía todo lo concerniente a la ciencia antigua. No era fácil que un proyecto tan ambicioso le permitiera compartir la riqueza de su formación, como deseó, y quizá podría haber logrado acotando los temas. Es una carencia que se aprecia en este trabajo que, pese a todo, trasluce el rigor y fidelidad a la genuina tradición católica. En todo caso, su enciclopédica formación (es autor de innumerables tratados en los que se compendian temas que abarcan todo el saber humano) no ensombrecía su humildad y sencillez. Fue reconocido por su caridad con los pobres, a los que nunca faltaron sus limosnas. A nivel espiritual experimentó una gran lucha interior que le llevaba a negarse a sí mismo. Fue la tónica existencial que marcó prácticamente todo su acontecer. Seguramente ayudó a su hermano Leandro en la diócesis de Sevilla, de la que era prelado. Cuando murió, le sucedió en el cargo.
Sin descuidar la labor intelectual –continuó escribiendo obras filosóficas, lingüísticas e históricas– desempeñó su misión pastoral de manera intensa y fecunda. Era perfectamente consciente del alcance que tienen tanto la vida contemplativa como la activa. Al respecto hizo notar: «El siervo de Dios, imitando a Cristo, debe dedicarse a la contemplación, sin negarse a la vida activa. Comportarse de otra manera no sería justo. De hecho, así como hay que amar a Dios con la contemplación, también hay que amar al prójimo con la acción. Es imposible, por tanto, vivir sin una ni otra forma de vida, ni es posible amar si no se hace la experiencia tanto de una como de otra». Mostró especial preocupación por la formación espiritual e intelectual de los sacerdotes. Por eso fundó un colegio eclesiástico instruyéndoles personalmente.
Presidió dos concilios, el segundo de Sevilla en 619, y el cuarto de Toledo en 633. Muchos de los decretos se debieron a él, en particular el que indicaba que se estableciese un seminario en todas las diócesis. Sus treinta y siete años de episcopado fueron dedicados en gran medida a seguir los pasos de su hermano, intentando convertir a los visigodos del arrianismo al catolicismo. También emuló a Leandro en lo concerniente a la disciplina eclesiástica en los sínodos. Su organización recayó sobre ambos.
Se conoce el alcance de su oratoria gracias a san Ildefonso, que fue discípulo suyo: «la facilidad de palabra era tan admirable en san Isidoro, que las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se obtenía al oír sus enseñanzas». Éstas superaron con creces a la mayoría de estudiosos y prolíficos autores de la historia. Escribió un diccionario de sinónimos, un tratado de astronomía y geografía, un resumen de la historia desde la creación, biografías de hombres ilustres, un libro sobre los valores del Antiguo y del Nuevo Testamento, un código de reglas monacales, varios tratados teológicos y eclesiásticos y la historia de los visigodos, de excepcional valor por ser la única fuente de información sobre los godos. También pertenece a su autoría una historia de los vándalos y de los suevos. Incluso completó el misal y breviario mozárabes que su hermano Leandro comenzó a adaptar de la antigua liturgia española.
Tuvo la magnífica visión de no dejar a España sepultada en la barbarie. Mientras el resto de Europa se desintegraba, la convirtió en un envidiado centro de cultura. Viéndose a punto de morir, pidió perdón por sus faltas, sentimiento que había hecho extensible a todos sus enemigos, y rogó que oraran por él. Dio todo lo que tenía a los pobres y el 4 de abril del año 636 entregó su alma a Dios. El concilio de Toledo lo denominó «gloria de la Iglesia católica». En 1063 sus restos fueron trasladados a León y allí reciben culto. Fue canonizado por Clemente VIII en 1598. El 25 de abril de 1722 Inocencio XIII lo proclamó doctor de la Iglesia. Añadir como anécdota que en 2001 fue elegido patrón de internet.