Servicio diario - 04 de abril de 2017


El Santo Padre: ‘Solo la integración entre los pueblos puede dar un futuro de paz y de esperanza’
Sergio Mora

Francisco en Sta. Marta: Llevar la cruz pero no como el distintivo de un equipo de fútbol
Redacción

Texto completo – Al congreso del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral en el 50 aniversario de la “Populorum progressio”
Redacción

El video del Papa: rezar por los jóvenes, para que sepan responder a su vocación
Redacción

El Papa concede audiencia privada al príncipe Carlos y su consorte Camila
Sergio Mora

El Papa autoriza que la Hermandad San Pío X celebre matrimonios válidos
Redacción

Domingo de Ramos
Antonio Rivero

San Vicente Ferrer – 5 de abril
Isabel Orellana Vilches


 

04/04/2017-10:22
Sergio Mora

El Santo Padre: ‘Solo la integración entre los pueblos puede dar un futuro de paz y de esperanza’

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 4 Abr. 2017).- “Solo el camino de la integración entre los pueblos consiente a la humanidad un futuro de paz y de esperanza”. Para ello es necesario lograr un desarrollo humano integral.
Esta fue la indicación del santo padre Francisco al recibir este martes por la mañana en audiencia a los participantes del encuentro promovido por el Dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral, con motivo de los 50 años de la encíclica Populorum Progressio, el cual se ha realizado ayer lunes 3 y hoy martes 4, en el Aula nueva del sínodo, en el Vaticano.
El Papa recuerda que fue el beato Pablo VI quien en esta encíclica precisó el significado de ‘desarrollo humano integral’, o sea ‘desarrollo de cada hombre y de todo el hombre’.
Y señaló que con estos presupuestos “el deber de la solidaridad nos obliga a buscar las modalidades justas para compartir, evitando la separación entre quien tiene demasiado y descarta y quien es descartado, porque “solo el camino de la integración entre los pueblos consiente a la humanidad un futuro de paz y de esperanza”.
Señaló también que es necesario integrar en el desarrollo, la economía, las finanzas, el trabajo, la cultura, la vida familiar, la religión, cada uno en su tema, como una orquesta que toca bien si todos los instrumentos están afinados y siguen un partitura.
“Hay que integrar la dimensión individual y la comunitaria”, indicó el Papa, ante una cultura “que ha exaltado al individuo hasta volverlo una isla”, y de otro con ideologías que oprimen la personalidad, la libertad y masifican. Masificación, precisó a la que están interesados poderes económicos que quieren imponer un mercado global para obtener lucro.
El ‘yo’ y ‘la comunidad’ no se hacen competencia, aseguró el Pontífice, porque las relaciones interpersonales hacen madurar y esto vale aún más para la familia.
O sea integrar cuerpo y alma, porque “ninguna obra de desarrollo podrá alcanzar verdaderamente su finalidad si no respeta aquel lugar en el cual Dios está presente y habla a nuestro corazón”. El Papa recuerda así que “el concepto de persona nacido y madurado en el cristianismo, ayuda a perseguir un desarrollo plenamente humano”. Porque cuando se dice ‘persona’ se dice siempre “relación y no individualismo, se afirma la inclusión y no la exclusión”.

 

04/04/2017-12:48
Redacción

Francisco en Sta. Marta: Llevar la cruz pero no como el distintivo de un equipo de fútbol

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 4 Abr. 2017).- El crucifijo no hay que llevarlo como el del equipo que seguimos, sino como un símbolo de pertenencia, un punto de referencia para cada cristiano, ya que recuerda que “Dios se hizo pecado para salvarnos”. Lo reiteró el Papa Francisco esta mañana, en su homilía en la misa en la capilla de la Casa Santa Marta, explicando que tres veces Jesús en el Evangelio de hoy dice a los fariseos: “Morirán en sus pecados”, porque tenían el corazón cerrado y no comprendían aquel misterio que era el Señor.
El Papa recuerda la primera lectura, cuando el pueblo, que no podía soportar el camino, “se aleja del Señor” y “habla mal de Moisés y del Señor”. Entonces hay una invasión de serpientes que causan la muerte. Y el Señor le dice a Moisés que haga una serpiente de bronce y que la ponga sobre un asta: de modo que quien fuera mordido, sería curado si la miraba. Por eso Jesús recuerda: “Cuando habrán levantado al Hijo del hombre, entonces entenderán que Yo soy y que no hago nada por mí mismo”.
“La serpiente de bronce curaba” explicó el Pontífice, pero “era signo de dos cosas: del pecado hecho por la serpiente, de la seducción de la serpiente, de la astucia de la serpiente; y también era señal de la cruz de Cristo. Era una profecía”.
“La salvación –añadió el Papa– sólo viene de la cruz, pero de esta cruz que es Dios hecho carne. No hay salvación en las ideas, no hay salvación en la buena voluntad, en el deseo de ser buenos... No. La única salvación está en Cristo crucificado, porque sólo Él, como significaba la serpiente de bronce, ha sido capaz de tomar todo el veneno del pecado y nos ha curado allí”.
“Pero ¿qué es la cruz para nosotros? se interrogó el Santo Padre. Sí, es el signo de los cristianos, es el símbolo de los cristianos. Y nosotros nos hacemos el signo de la cruz, pero no siempre lo hacemos bien, a veces hacemos así... Porque no tenemos esta fe en la cruz. Otras veces, para algunas personas es un distintivo de pertenencia: ‘Sí, yo llevo la cruz para hacer ver que soy cristiano’. Está bien eso, pero no sólo como distintivo, como si fuera de un equipo, sino como memoria de Aquel que se ha hecho pecado”.
Jesús dice a sus enemigos: ‘Cuando habrán levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán’. El que no mira la cruz, así, con fe, morirá en sus propios pecados, no recibirá aquella salvación’.
El Pontífice concluyó con el siguiente pensamiento: Cada uno de nosotros puede decir que Jesús murió ‘Por amor a mí’. “Y podemos pensar: ¿Cómo llevo yo la cruz? ¿Cómo un recuerdo? Cuando hago el signo de la cruz ¿soy consciente de lo que hago? ¿Cómo llevo yo la cruz? ¿Sólo como un símbolo de pertenencia a un grupo religioso? ¿Cómo llevo yo la cruz? ¿Cómo ornamento? ¿Cómo una joya, con tantas piedras preciosas, de oro...? ¿He aprendido a llevarla sobre los hombros, donde duele? Cada uno de nosotros mire hoy al Crucificado, mire a este Dios que se ha hecho pecado para que nosotros no muramos en nuestros pecados y respondamos a estas preguntas que yo les he sugerido”.

 

04/04/2017-10:00
Redacción

Texto completo – Al congreso del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral en el 50 aniversario de la “Populorum progressio”

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 4 Abr. 2017).- El Santo Padre Francisco ha recibido este martes en audiencia a los participantes en el congreso promovido por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, con motivo del 50 aniversario de la encíclica Populorum progressio, que ha tenido lugar en el Vaticano del 3 al 4 de abril.
Sigue el discurso que el Papa dirigió a los presentes en el encuentro:
Discurso del Santo Padre:
Queridos hermanos y hermanas:
Gracias por la invitación y por el recibimiento. Doy las gracias por vuestra presencia y vuestras actividades de promoción humana y del bien común. Agradezco al cardenal Turkson sus palabras de saludo y el haber puesto en marcha, no sin esfuerzo, el nuevo Consejo Pontificio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Ha sido un modelo de camino, con paz, creatividad, consultas; realmente un modelo de construcción eclesial: gracias, Eminencia.
Están reunido en este Congreso Internacional porque el nacimiento del nuevo dicasterio coincide de manera significativa con el 50 aniversario de la Encíclica Populorum Progressio del beato Pablo VI. Fue él quien precisó en detalle en aquella encíclica el significado de “desarrollo integral” (cf. n. 21), y fue él quien propuso aquella fórmula sintética y afortunada: “de todo hombre y de todo el hombre” (n 14 ).
¿Qué significa hoy y en el futuro próximo, desarrollo integral, es decir, el desarrollo de
cada hombre y de todo el hombre? Siguiendo la estela de Pablo VI, tal vez en el verbo integrar –tan querido por mí– podemos individuar una orientación fundamental para el nuevo dicasterio. Veamos algunos aspectos.
Se trata de integrar los diferentes pueblos de la tierra. El deber de solidaridad nos obliga a buscar las maneras justas de reparto equitativo, para que no haya esa dramática desigualdad entre los que tienen mucho y los que nada tienen, entre el que descarta y el que es descartado. Sólo el camino de la integración entre los pueblos hace posible para la humanidad un futuro de paz y esperanza.
Se trata de ofrecer modelos viables de integración social. Todos tienen que dar una contribución a la sociedad en su conjunto, todos tienen una característica que puede servir para vivir juntos, nadie está excluido de aportar algo por el bien de todos. Esto es a la vez un derecho y un deber. Es el principio de subsidiariedad el que garantiza la necesidad de la aportación de todos, sea como individuos que como grupos, si queremos crear una convivencia humana abierta a todos.
Se trata, además, de integrar en el desarrollo todos aquellos elementos que realmente hacen que sea así . Los diferentes sistemas: la economía, las finanzas, el trabajo, la cultura, la vida familiar, la religión son, cada uno en su especificidad, un momento irrenunciable de este crecimiento. Ninguno de ellos puede ser absoluto y ninguno de ellos puede ser excluido de un concepto de desarrollo humano integral, es decir, que tenga en cuenta que la vida humana es como una orquesta que suena bien, si los diferentes instrumentos se armonizan y siguen una partitura compartida por todos .
Se trata, también, de integrar la dimensión individual y la comunitaria. Es innegable que somos hijos de una cultura, al menos en el mundo occidental, que ha exaltado al individuo hasta convertirlo en una isla, como si se pudiera ser felices solos. Por otro lado, no faltan puntos de vista ideológicos y poderes políticos que han aplastado a la persona, la han masificado y privado de esa libertad sin la cual el hombre ya no se siente hombre. En esta masificación están también interesados poderes económicos ??que quieren explotar la globalización, en lugar de fomentar un mayor intercambio entre los hombres, simplemente para imponer un mercado global del que ellos mismos dictan las reglas y cosechan los beneficios. El “yo” y la comunidad no compiten entre sí, pero el “yo” puede madurar sólo en presencia de relaciones interpersonales auténticas y la comunidad es generadora cuando lo son todos y cada uno de sus componentes. Esto se aplica todavía más a la familia, que es la primera célula de la sociedad y donde se aprende a vivir juntos.
Se trata, por último, de integrar cuerpo y alma. Ya Pablo VI escribió que el desarrollo no se reduce a un mero crecimiento económico (cf. n. 14); el desarrollo no consiste en tener cada vez más bienes a disposición para un bienestar puramente material. Integrar cuerpo y alma también significa que ninguna obra de desarrollo puede lograr su objetivo si no respeta el lugar donde Dios está presente para nosotros y habla a nuestros corazones.
Dios se ha dado a conocer plenamente en Jesucristo: en Él, Dios y hombre no están ni divididos ni separados. Dios se hizo hombre para hacer de la vida humana, tanto personal como social, un camino concreto de salvación. Así, la manifestación de Dios en Cristo –incluyendo sus gestos de curación, de liberación y de reconciliación que hoy estamos llamados a proponer de nuevo a los muchos heridos al borde del camino– indica la senda y la manera del servicio que la Iglesia quiere ofrecer al mundo: a su luz, se puede entender lo que significa un desarrollo “integral”, que no sea contrario ni a Dios ni al hombre, porque asume la entera consistencia de ambos.
En este sentido, el concepto de persona, nacido y madurado en el cristianismo, contribuye a perseguir un desarrollo plenamente humano. Porque persona siempre dice relación, no individualismo, afirma la inclusión y no la exclusión, la dignidad única e inviolable y no la explotación, la libertad y no la coacción.
La Iglesia no se cansa de ofrecer esta sabiduría, y su obra al mundo, consciente de que el desarrollo integral es el camino del bien que la familia humana está llamada a recorrer. Los invito a seguir adelante con esta acción, con paciencia y constancia, confiados en que el Señor les acompaña. ¡Que El los bendiga y la Virgen los proteja! Gracias.

 

04/04/2017-14:22
Redacción

El video del Papa: rezar por los jóvenes, para que sepan responder a su vocación

(ZENIT – Roma – 4 Abr. 2017).- En el video del Papa del mes de abril, Francisco exhorta a los jóvenes a no dejar “que otros sean los protagonistas del cambio”. Publicado hoy por la Red Mundial de Oración del Papa, el video difunde todos los meses a través de las redes sociales las intenciones de oración que el Santo Padre propone.
“¡Ustedes, los jóvenes, son los que tienen el futuro!” asegura el Pontífice. Y añade: “Les pido que lo construyan, que se metan en el trabajo por un mundo mejor”.
El Santo Padre dedica así l intención de oración de este mes por los jóvenes, invitando a rezar por ellos “para que sepan responder con generosidad a la propia vocación, considerando seriamente también la posibilidad de consagrarse al Señor en el sacerdocio o en la vida consagrada”.
El Papa confía cada mes a su Red Mundial de Oración, el Apostolado de la Oración, intenciones que expresan sus grandes preocupaciones por la humanidad y por la misión de la Iglesia. Su intención de oración mensual (un mes es universal, otro mes por la evangelización) es una convocatoria mundial para transformar nuestra plegaria en «gestos concretos». Resume su plan de acción para movilizarnos cada mes, por la oración y la acción, por un propósito que nos invita a construir un mundo más humano y solidario. Además el Santo Padre propone al principio de mes (1º Ángelus) una intención en relación con la actualidad, una intención de “último minuto” que nos saca de la “globalización de la indiferencia”.

 

04/04/2017-18:44
Sergio Mora

El Papa concede audiencia privada al príncipe Carlos y su consorte Camila

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco recibió este martes por la tarde en el Vaticano al príncipe Carlos de Inglaterra y a su esposa Camilla, duquesa de Cornualles. La audiencia privada en la sala contigua a l Aula Pablo VI, fue la primera entre príncipe de Gales y el Santo Padre.
Acabada la audiencia que se realizó a puertas cerradas, en la sala de prensa de la Santa Sede los periodistas presentes indicaron que el príncipe de Gales y su esposa regalaron al Pontífice una cesta con alimentos producidos en la Real Hacienda de Highgrove, los cuales serán repartida entre los más necesitados. Por su parte papa regaló a la pareja real, una representación en bronce de una rama de olivo y tres documentos pontificios.
Tras la audiencia el príncipe Carlos se reunió con el secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin.
Poco antes, indica un comunicado de la embajada británica, el príncipe y su consorte visitaron el Archivo Secreto y la Biblioteca del Vaticano. Además pudieron conocer a los miembros de la comunidad británica que trabajan en la Santa Sede en el Colegio Británico.
En su estadía en Italia, la pareja visitó Florencia, y el príncipe la ciudad de Amatrice, en el centro de Italia, arrasada por el terremoto de agosto de 2016.

 

04/04/2017-11:01
Redacción

El Papa autoriza que la Hermandad San Pío X celebre matrimonios válidos

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 4 Abr. 2017).- Siguiendo la línea pastoral que concedió a todos los sacerdotes de la Fraternidad sacerdotal san Pío X, que la confesión por ellos realizada sea válida, ahora el papa Francisco les autoriza la celebración de matrimonio con ciertas obligaciones.
Sobre dicha institución fundada en noviembre de 1970 en torno al arzobispo tradicionalista francés Marcel Lefebvre, la carta enviada precisa que “la situación canónica de la Fraternidad S. Pío X, continúa siendo, ‘por ahora’, objetivamente ilegítima”. Si bien recuerda que “desde hace algún tiempo se están realizando encuentros e iniciativas para conseguir la plena comunión con la Iglesia de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X”.
La carta enviada por el cardenal Gerhard Card. Müller, presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, al superior de la Hermandad, el obispo Bernard Fellay, fue autorizada por el papa Francisco el 24 de marzo pasado. El cardenal Muller ordenó su publicación el 27 de marzo y ha sido dada a conocer este martes por la Oficina de prensa de la Santa Sede.
A continuación el texto integro
Carta de la Comisión pontificia ‘Ecclesia Dei’ a los obispos de las debidas Conferencias Episcopales, sobre la autorización para la celebración de matrimonio de los fieles de la Fraternidad San Pío X
“Eminencia: Excelencia Rev.ma: Como Ud. sabe, desde hace algún tiempo se están realizando encuentros e iniciativas para conseguir la plena comunión con la Iglesia de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.
En concreto, recientemente el Santo Padre ha decidido conceder a todos los sacerdotes del mencionado Instituto las facultades para confesar válidamente (cf. Carta Apostólica Misericordia et misera, n. 12), asegurando la posibilidad de que la absolución sacramental de los pecados por ellos administrada sea recibida válida y lícitamente.
En la misma línea pastoral, que pretende tranquilizar la conciencia de los fieles -no obstante, que la situación canónica de la Fraternidad S. Pío X continúa siendo, por ahora, objetivamente ilegítima- el Santo Padre, a propuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Comisión Ecclesia Dei, ha decidido autorizar a los Reverendísimos Ordinarios a que concedan las licencias para asistir a los matrimonios de fieles que siguen la actividad pastoral de la Fraternidad, según las siguientes indicaciones.
Siempre que sea posible, el Obispo delegará a un sacerdote de la Diócesis para asistir a los matrimonios (o bien, a un sacerdote de otra circunscripción eclesiástica con las debidas licencias) recibiendo el consentimiento de los cónyuges durante la celebración del matrimonio que en la liturgia del Vetus Ordo se realiza al inicio de la Santa Misa.
Ésta la celebra, después, un sacerdote de la Fraternidad. Allí donde ello no sea posible o no haya sacerdotes de la Diócesis que puedan recibir el consentimiento de las partes, el Ordinario puede conceder directamente las facultades necesarias a un sacerdote de la Fraternidad que celebrará también la Santa Misa, advirtiéndole de la obligación de hacer llegar cuanto antes a la Curia diocesana la documentación del matrimonio celebrado.
Este Dicasterio confía en Su colaboración con la convicción de que con estas indicaciones no sólo se podrán remover los escrúpulos de conciencia de algunos fieles unidos a la FSSPX y la falta de certeza sobre la validez del sacramento de matrimonio, sino que al mismo tiempo, se avanzará hacia la plena regularización institucional.
El Sumo Pontífice Francisco, el 24 de marzo de 2017, en la audiencia concedida al Cardenal Presidente, ha aprobado la presente Carta y ha ordenado su publicación.
Dada en Roma, en la Sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 27 de marzo de 2017.

Gerhard Card. Müller, Presidente + Guido Pozzo Arzobispo tit. de Bagnoregio, Secretario “

 

04/04/2017-06:27
Antonio Rivero

Domingo de Ramos

Ciclo A – Textos: Mateo 21, 1-11; Isaías 50, 4-7; Filipenses 2, 6-11; Mateo 26, 14-27.66

P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor de Humanidades Clásicas en el Centro de Noviciado y Humanidades y Ciencias de la Legión de Cristo en Monterrey (México).
Idea principal: Dos gritos escuchamos hoy en la liturgia del domingo de Ramos: “Hosanna” y “Crucifícale”. Y los dos dirigidos a Jesús, el Cordero de Dios. Son los dos puentes que todos debemos atravesar en la vida.
Resumen del mensaje: El domingo pasado contemplamos la victoria del Señor sobre el último y más temible enemigo: la muerte, anticipando la victoria final de la resurrección. Hoy la Iglesia nos va preparando para que en su momento podamos cantar el himno de victoria, el de la secuencia pascual: “La vida y la muerte se enfrentan en un duelo admirable: el Señor de la vida estuvo muerto, y ahora, vivo, reina”. Pero para llegar a este momento Cristo tuvo que atravesar dos puentes: el puente del “Hosanna” y el puente del “Crucifícale”. Cristo, ante el grito “Hosanna” del Domingo de Ramos no se vanaglorió, pues tenía la mirada puesta en la misión redentora encomendada por el Padre. Y ante el grito “Crucifícale” del Viernes Santo, no se resistió ni se echó atrás (primera lectura); al contrario, se despojó de sí mismo y fue obediente hasta la muerte (segunda lectura), dándonos su Cuerpo de comida, su Sangre de bebida, su Espírito como aliento y a María como madre.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, en el domingo de Ramos Jesús escuchó el “Hosanna” de los corazones buenos de tanta gente de Jerusalén. Es una palabra que etimológicamente significa “salvación”, “sálvanos”. Más tarde ha venido a significar alegría, “albricias”. Son las palmas y vítores dedicadas a Cristo por los milagros realizados y por sus palabras llenas de vida y de luz. ¿Qué hizo Jesús, cómo reaccionó Jesús? Él elevaba esos vítores a su Padre celestial y le daban ánimo para seguir el camino hacia la inmolación libre y amorosa de su vida para salvar a la humanidad.
En segundo lugar, pero también a los pocos días Jesús escuchará con mucha tristeza y pena el grito loco “Crucifícale”, orquestado por personas envidiosas y soberbias que querían matarlo, deshacerse de Él, porque su mensaje era distinto –no contradictorio- al que ellos seguían. De las palmas del “Hosanna” a las lanzas del “Crucifícale”. ¿Qué pasó en tan breve lapso de tiempo? ¿Por qué este cambio radical de actitud? Los “Hosannas” se convierten en insultos, burlas, golpes, interminables latigazos y en un definitivo desprecio y rechazo. ¿Qué hizo Jesús, cómo reaccionó Jesús? Sufrió en silencio. Perdonó a todos. Amó a su Padre. Subió a la cruz para morir y así salvar a todos los hombres.
Finalmente, nosotros en nuestra vida humana y cristiana tendremos que atravesar muchas veces esos dos puentes: el puente del “Hosanna”, o sea el puente de los aplausos, de los éxitos, de las castañuelas. Pero tal vez a la vuelta de la esquina me espera el otro puente, el puente del “Crucifícale”, que es el puente de la humillación, del fracaso, de la difamación, del desprecio, de la calumnia. ¿Cómo reaccionaremos? Con los mismos sentimientos de Cristo Jesús (segunda lectura). Ante el primer puente, el fácil, con gratitud y elevando nuestros ojos al cielo. Y ante el segundo, el cruel, con paciencia, con capacidad de perdón y ofreciendo todo a Dios para que nos sirva de purificación y de unión con el sacrificio de Cristo.
Para reflexionar: ¿soy también yo de los que pasan del “Hosanna” de las alabanzas al Señor, y a los pocos días e incluso horas al “Crucifícale”? ¿Qué prefiero y pido para mí a Dios en mi oración el “Hosanna” o el “Crucifícale”? ¿Qué personaje quiero ser en esta Semana Santa: Pedro, Judas, soldados, Pilato, Herodes, Simón de Cirene, los fariseos y sumos sacerdotes, María, Juan...?
Para rezar: Señor, perdona mi falta de constancia en tu seguimiento. Cuántas veces también yo he gritado con mis sentimientos y decisiones tu crucifixión, y sólo he querido los éxitos y aplausos. Propongo enmendarme y llevar una vida conforme a tu voluntad santísima. Cuando vengan los “Hosannas”, los ofreceré a Ti. Y cuando me griten “Crucifíquenle”, te mire a ti y eso me baste. Amén.

 

04/04/2017-04:46
Isabel Orellana Vilches

San Vicente Ferrer – 5 de abril

(ZENIT – Madrid) – Nació en Valencia, España, el 23 de enero de 1350. Hijo de un prestigioso notario, tuvo cinco hermanos. Junto a sus devotos padres experimentó el amor a Cristo y a María desde su más tierna infancia. Ellos le incitaron a realizar alguna penitencia todos los viernes en memoria de la Pasión, y otro tanto hacía los sábados en honor a la Virgen. Estas prácticas las mantuvo vivas hasta el fin de sus días. Su inclinación a socorrer a los pobres se manifestó en esta temprana edad. En conjunto, su biografía aparece engarzada con las virtudes que le adornaron y numerosos prodigios celestiales con los que fue favorecido. Su trayectoria espiritual discurrió por senderos penitenciales. Y, de hecho, no se libró de tentaciones que intentaron perturbar sus altos anhelos. Como el diablo siempre se halla al acecho de la «presa» que puede perder si, como era su caso, se trata de alguien seducido por el amor de Dios, se alió con su aspecto para tratar de inducirle al mal. Porque el muchacho era bien parecido y suscitaba pasiones en algunas mujeres. Dos de dudosa vida se propusieron
conquistarle sin éxito y atentaron contra su fama sembrando calumnias.
Las cotas que Vicente se había impuesto no tenían fronteras. Aunaba inteligencia y virtud, todo lo cual no pasó desapercibido para los dominicos que se ocuparon de su formación. Éstos, diezmados por la temible peste negra, pero sobre todo conmovidos por el ejemplo del aplicado joven, no dejaron escapar esta gran vocación que acogieron gozosos en la comunidad. El santo profesó en 1370. Después, satisfactoriamente cursó estudios de filosofía y teología, que culminaron con un doctorado en esta última disciplina obtenido con la máxima calificación. A partir de entonces se dedicó a ejercer la docencia en las universidades de Valencia, Barcelona y Lérida.
Cinco años más tarde fue ordenado sacerdote. El germen del Cisma de Occidente, que ya estaba larvado, no tardaría en saltar a la palestra. Cuando lo hizo, en el año 1378, Vicente sufrió por la gravísima divergencia y confusión creada entre los partidarios de Avignon y los de Roma. Él se había decantado por Benedicto XIII, a quien consideró legítimo pontífice; estaba bajo su amparo en Avignon. Pero este conflicto eclesial le afectó tan seriamente que peligró su vida. Entonces, una locución divina que se produjo el 3 de octubre de 1398 le rescató de una eventual muerte, diciéndole: «¡Vicente!
Levántate y vete a predicar». Esta manifestación sobrenatural fue un poderoso resorte que modificó el rumbo de su existencia.
Una de sus grandes inquietudes fue restituir la unidad de la Iglesia. Y si primeramente reconoció al sucesor de Pedro en Benedicto XIII, quien se propuso concederle la dignidad episcopal y la cardenalicia, honores que Vicente rechazó, después mostró inequívoco apoyo al pontífice de Roma. Su intervención en el conflicto propició que altos mandatarios europeos, comenzando por los que estaban al frente de la Corona de Aragón, prestasen fidelidad al legítimo papa. En 1417, un año después de que Vicente culminara su particular campaña, era elegido Martín V.
Contó con un excelente recurso: su gran oratoria. Un poderoso imán para las muchedumbres. Además de su lengua nativa, dominaba el latín y tenía nociones de hebreo. Hubiera sido insuficiente para haberse hecho entender en las distintas naciones en las que su predicación floreció. Pero el hecho prodigioso es que los fieles comprendían perfectamente lo que decía porque le oían en su propia lengua. El objetivo de Vicente era la conversión de los pecadores. Durante treinta años evangelizó incansablemente por el norte de España, Italia y Suiza, así como en el sur de Francia, siempre en lugares abiertos para acoger a millares de personas, con grandes frutos espirituales. Se cuentan por decenas de miles los musulmanes que convirtió. Eran sermones que se prolongaban durante varias horas seguidas, pero nadie daba muestras de cansancio. Tenía la capacidad de mantener la atención en el auditorio con el tono y modulaciones de su voz. Pero, sobre todo, con la pasión que ponía en lo que decía. Huyendo de lenguajes artificiosos y recargados, supo traslucir a Dios. ¿Cómo? Orando. Es la clave de todos los santos. Antes de predicar se retiraba durante varias horas. Y la gracia se derramaba a raudales. Cada persona se sentía particularmente interpelada e invitada a vivir el amor a Dios. Las conversiones eran públicas, y los penitentes no se avergonzaban de reconocer sus pecados ante la concurrencia. Muchos sacerdotes le acompañaban para poder confesarlos a todos. Alabanzas, lágrimas de arrepentimientos, rezos..., eran el broche de oro de cada una de sus intervenciones.
Tenía autoridad moral porque su vida era sencilla y austera. Era íntegro, auténtico. Ayunaba, dormía en el suelo, y se trasladaba a pie para ir a las ciudades. Solo al final de sus días, como enfermó de una pierna, recorría los lugares en un humilde jumento. Tanta bondad resumida en su persona conmovía de tal modo a la gente que, enardecida por sus palabras, intentaban robarle trozos de su hábito a modo de reliquia. Para evitar males mayores, unos hombres se ocupaban de darle escolta. Algunos lo denominaron «ángel del Apocalipsis» ya que solía recordar los pasajes del texto evangélico donde se advierte de lo que espera a los impenitentes. Por donde pasaba erradicaba vicios sociales y personales. Él se sabía pecador, y repetía: «Mi cuerpo y mi alma no son sino una pura llaga de pecados. Todo en mí tiene la fetidez de mis culpas». Ya envejecido, débil y lleno de enfermedades, le ayudaban a subir al lugar donde debía impartir el sermón. Entonces se transformaba. Y la gente volvía a ver en él al hombre vital y entusiasta que conocieron, y se contagiaban de su ardor apostólico. Murió en Vannes, Francia, predicando, como había vivido, el 5 de abril de 1419, Miércoles de Ceniza. Tras de sí dejaba también muchos milagros. Fue canonizado por Calixto III el 29 de junio de 1455.