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Papa: la esperanza cristiana nace del amor de Jesús en la Cruz

RV | 12/04/2017


Cristo transforma el pecado en perdón y su resurrección ilumina la oscuridad del mundo

 

En su audiencia general del Miércoles Santo, que precede la Pascua de Resurrección, el Papa Francisco reflexionó sobre «las esperanzas del mundo y la esperanza de la Cruz».

Jesús murió para darnos Vida: el que ama como ama Dios es vencedor y se vuelve semilla de esperanza para el mundo

En especial en los días de la Semana Santa, que son «días de amor»: contemplemos a Jesús en la Cruz y digámosle: Señor tú eres mi esperanza, pidió el Papa Francisco a los numerosos peregrinos que acudieron a la Plaza de San Pedro.

Prosiguiendo su serie de catequesis sobre la esperanza cristiana, el Obispo de Roma hizo hincapié en que «Jesús trajo al mundo una esperanza nueva» y lo hizo como un granito de trigo: «se hizo pequeño», con su «amor humilde».

El amor de Jesús es el motor de nuestra esperanza

Tras subrayar que el amor, que es la vida de Dios, lo renueva todo, el Papa reiteró que «en la Pascua, Jesús transforma nuestro pecado en perdón, nuestra muerte en resurrección, nuestro miedo en esperanza: es por ello que allí, en la Cruz, ha nacido y renace siempre nuestra esperanza. Es por ello que, con Jesús toda oscuridad nuestra se puede transformar en luz, toda derrota en victoria, toda desilusión en esperanza».

«La Cruz es un paso necesario, pero no es la meta: la meta es la gloria, como nos muestra la Pascua», recordó asimismo el Papa Francisco evocando las palabras de Jesús, en la Última Cena, como nos dice el Evangelio de Juan (16,21):

Cuando el Señor asegura a los discípulos con estas palabras: «van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo».

Y la imagen bellísima que emplea Jesús cuando dice: «la mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo». Luego el mismo Señor añade: «también ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar».

(CdM – RV)