Servicio diario - 02 de mayo de 2017


El Papa en Santa Marta: abrirse al Espíritu para que cambie nuestro corazón de piedra
Redacción

El Pontífice a la Acción Católica: ‘Ensanchen el corazón de las parroquias’
Redacción

Mons. Lucio Ruíz: “La ternura es el método fundamental de la comunicación del Papa Francisco”
Redacción

Academia Pontificia de las Ciencias pide políticas globales contra la exclusión social
Redacción

Cuarto domingo de Pascua
Antonio Rivero

San José María Rubio y Peralta – 2 de mayo
Isabel Orellana Vilches

San Ricardo Pampuri – 1 de mayo
Isabel Orellana Vilches

Texto completo del Papa a la Acción Católica Italiana por sus 150 años
Redacción


 

2 mayo 2017
Redacción

El Papa en Santa Marta: abrirse al Espíritu para que cambie nuestro corazón de piedra

El Santo Padre parte de la lectura del martirio de San Esteban

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 2 de mayo de 2017).- “Mirar hacia la ternura de Jesús: el testimonio de la obediencia, el Gran testimonio Jesús, que ha dado la vida y nos hacer ver la ternura de Dios hacia nosotros, delante de nuestros pecados y de nuestras debilidades”. Con esta idea el papa Francisco concluyó la homilía de este martes en la misa que celebró en la Residencia Santa Marta en el Vaticano.

Invitó así a “entrar en este diálogo y pedir la gracia de que el Señor ablande el corazón de estos rígidos, de aquella gente que encerrada siempre en la Ley, condena todo lo que está fuera de la Ley”.

No saben –aseguró el Pontífice– que el Verbo se hizo carne, que el Verbo es testimonio de obediencia. No saben que la ternura de Dios es capaz de quitar un corazón de piedra y de poner en su lugar uno de carne”.

El Santo Padre parte de la primera lectura, sobre el martirio de San Esteban, señalando cómo el cristiano es un testimonio de obediencia. Precisó que “quienes lo lapidaron no entendían la palabra de Dios, por ello Esteban los llamaba “tercos”.

Diverso de cuando Jesús llama a los discípulos de Emaus “necios”, que no es un elogio, pero no tan pesada como la que usa Esteban, porque los discípulos de Emaus no tenían miedo pero eran buenos, abiertos a la verdad. Y ellos cuando Jesús les reprocha, ellos dejan entrar las palabras su el corazón que se inflama.

En cambio con Esteban no querían escuchar, “este es el drama del corazón que se cierra”, indica el Papa. Son los corazones que solamente conocen el lenguaje de la condena, saben condenar, y no saben preguntar: ¿por qué sucede esto?, “no tienen necesidad de explicaciones” motivo por el cuan dice Jesús, asesinaron a los profetas “porque decían lo que a ellos no le gustaba”. Y es así que “un corazón cerrado no deja entrar al Espíritu Santo”.

 

02/05/2017-08:03
Redacción

El Pontífice a la Acción Católica: ‘Ensanchen el corazón de las parroquias’

(ZENIT – Roma, 2 Mayo 2017).- Unos 70.000 miembros de la Acción Católica provenientes de toda Italia se reunieron este domingo 30 de abril en la Plaza de San Pedro para festejar con el papa Francisco los 150 años de la Acción Católica Italiana.
El Santo Padre pidió a los presentes “ser pueblo que camina cuidando a todos, ayudando a cada uno a crecer humanamente y en la fe, compartiendo la misericordia con la cual el Señor nos acaricia”. De este modo los animó a seguir siendo un pueblo de discípulos misioneros, tal como lo enseñaran tantos testigos de santidad que han trazado la historia de la asociación”. Y exclamó: “¡Acción católica vive a la altura de tu historia!”.
El sucesor de Pedro invitó a realizar trabajo apostólicoen la parroquia, que es el espacio en el que las personas pueden sentirse acogidas tal cual son y donde pueden ser acompañadas en su camino de maduración humana y espiritual , y finalmente exhortó a que cada iniciativa, propuesta y camino emprendido sea de “experiencia misionera” destinada a la evangelización y no a la auto conservación.
Entretanto advirtió: “Esto es válido sólo si la parroquia no se cierra en sí misma, y si tampoco la Acción Católica que vive la parroquia se cierra en sí misma, sino que ayuda a la parroquia a estar en contacto con las familias y las vidas de las personas, sin convertirse en una larga estructura separada de la gente o un grupo de elegidos que se miran a sí mismos. ¡Por favor, esto no!”
“Tener una bella historia en las espaldas –añadió el sucesor de Pedro– no sirve para caminar mirando hacia atrás, no sirve para mirarse en el espejo, no sirve para ponerse cómodos en el diván. No se olviden de esto: No caminen con los ojos vueltos hacia atrás, porque se chocarán. ¡No se miren al espejo, y no se acomoden en el sofá , esto engorda y hace mal al colesterol!”
“Ensanchen su corazón para ensanchar el corazón de las parroquias” dijo el Pontífice y añadió: “permaneciendo a abiertos a la realidad que los rodea, y buscando sin temor el diálogo con quien piensa en modo diferente pero que, como ustedes desea la paz, la justicia, la fraternidad”.

 

02/05/2017-06:44
Redacción

Mons. Lucio Ruíz: “La ternura es el método fundamental de la comunicación del Papa Francisco”

(ZENIT – Roma, 2 mayo 2017).- El secretario de la Secretaria pro Communicatione de la Santa Sede, Monseñor Lucio Adrián Ruíz, abrió el 30 de abril en Madrid, la segunda jornada del iCongreso 2017 con una ponencia sobre el estilo comunicativo del Papa Francisco.
El congreso que se realizó este sábado 29 y el domingo 30 de abril fue enfocado en la estrategia y planificación en la evangelización digital y contó con doce talleres.
El secretario del dicasterio para la comunicación del Vaticano señaló que el método esencial de la comunicación del Pontífice es la ternura, e indicó que “el Papa da importancia al proceso profesional y organizativo de la comunicación”. Es necesario, según Ruiz, adaptar las estructuras al “medio cambiante y dinámico” para que la evangelización afronte adecuadamente los desafíos del mundo actual.
Mons. Lucio recordó que no se debe confundir la comunicación con las nuevas tecnologías. Se trata de comprender la mentalidad que está detrás de ella: “No es el móvil que está allí, en un lugar concreto, sino que su lógica está en la cabeza de las personas”. Ruiz apuntó que características principales del contexto actual son la difusión masiva de los smartphones, de las fotografías de alta definición que pueden ser compartidas en tiempo real y la conectividad siempre y en todo lugar.
Con referencia a lo que la Santa Sede hace al respecto, Mons. Lucio apuntó la unión, en 2015, de los nueve organismos comunicativos del Vaticano, que confluyeron en la actual Secretaria pro Communicatione (Secretaría para la Comunicación). Este órgano busca producir un nuevo sistema comunicativo a la vez que focalizar y comprender los distintos públicos a los que se dirige su mensaje.
El Magisterio de la Misericordia del Papa Francisco
Para Mons. Lucio Ruíz, el estilo comunicativo del Santo Padre equivale a su magisterio de misericordia, que se refleja en cinco puntos. En primer lugar, la “proximidad”: la comunicación del Papa procura ser cercana, obedeciendo a la lógica de la Encarnación; Dios se hizo hombre para estar con ellos y salvarlos. También el estilo del Pontífice se caracteriza por el “encuentro”, dispuesto a dialogar con los hombres y mujeres de hoy, con sus problemas y necesidades. En tercer lugar, la comunicación del sucesor de Pedro está guiada por la “gratuidad”: ofrecer al otro el mensaje, sin pensar en si lo merece o lo pide. Esto se refleja en un cuarto punto, la comunicación de la “misericordia”, que Mons. Lucio quizo centrarlo en el ofrecimiento del perdón y la sanación de las relaciones con los demás. Por último, el estilo comunicativo del actual pontífice se caracteriza por la “esperanza”: Francisco quiere que la Iglesia no se sume a la tendencia de solo publicar malas noticias; debe buscar señalar el bien y las soluciones a los problemas.
Todo esto obedece al método fundamental de la comunicación de Francisco, que según Mons. Ruiz, es la ternura. Esta se ve reflejada en el lenguaje de los gestos: los propios valores se reflejan más y mejor con el lenguaje corporal. El secretario del dicasterio para comunicación advirtió, no obstante, que evangelizar en las redes no se trata de compartir fotos bonitas de los gestos del Papa con un mensaje; sino de vivir cada uno esa ternura que él refleja. Para ello, es necesario una ascesis personal que conduzca a la coherencia entre la fe que se profesa y la conducta diaria; y, sobre todo, la influencia de Dios en cada uno, que se descubre en la oración.

 

02/05/2017-16:55
Redacción

Academia Pontificia de las Ciencias pide políticas globales contra la exclusión social

(ZENIT – Roma, 2 Mayo 2017).- La Academia Pontificia de las Ciencias Sociales ha concluido este martes una asamblea plenaria de cuatro días en el Vaticano, sobre el tema de la exclusión social, con el título “Hacia una sociedad participativa. Nuevas vías para la integración social y cultural”.
Integración de las personas de acuerdo a sus capacidades, en el contexto de un mundo globalizado, lo que no significa querer acabar con las desigualdades sino principalmente con la pobreza, explicaron los relatores.
Lo indicaron hoy martes en la Sala de prensa del Vaticano, su canciller, el obispo Marcelo Sánchez Sorondo, acompañado por su presidenta la profesora Margaret S. Archer, presidenta de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales; el profesor Pierpaolo Donati de la Universidad de Bolonia; y el Prof. Paulus Zulu, de la Universidad de Natal (Sudáfrica).
Con motivo de la plenaria el papa Francisco envío un mensaje especial, publicado en el Osservatore Romano el 29 de abril, que ha sido el telón de fondo y el hilo conductor de los trabajos.
Los participantes en la Asamblea Plenaria han abordado la cuestión de la sociedad participativa definiendo en primer lugar los conceptos de participación, lucha contra la exclusión e integración social y cultural, para luego considerar los fenómenos empíricos, sus causas y las posibles soluciones. Se trata de conceptos y procesos multidimensionales que no son idénticos entre sí y, sin embargo conectados de varias maneras.
La participación puede ser institucional o espontánea. La exclusión puede ser activa (intencional, como en el caso de la discriminación por motivos de origen étnico o religioso) o pasiva (debido a causas accidentales, como una fuerte crisis económica).
En ambos casos es el resultado de procesos que se han analizado en sus mecanismos generativos, dado que la integración social y cultural es el resultado de la modificación de estos mecanismos, que son económicos, sociales, culturales y políticos.
El objetivo de la inclusión de las personas y comunidades en la sociedad no puede perseguirse c??on medidas forzadas o de una forma estandarizada (por ejemplo, con sistemas escolares que no toman en cuenta las diferencias culturales y las culturas locales). Una participación social real es posible sólo a condición de que haya libertad religiosa.
Los trabajos han puesto de manifiesto la preocupación por la propagación de la fragmentación social, por un lado y , al mismo tiempo, por la incapacidad de los sistemas políticos para gobernar la sociedad. Estos dos fenómenos se están extendiendo en muchos países y crean situaciones de fuerte desintegración social, en la se hace cada vez más difícil crear formas de participación social basadas en los principios de justicia, solidaridad y fraternidad.
Las causas de estas tendencias perturbadoras que actúan en contra de una sociedad más participativa se han identificado en la crisis de la representación política, en las crecientes desigualdades sociales,en los desequilibrios demográficos a nivel mundial, en la creciente migración y el alto número de refugiados, en el papel ambivalente de las tecnologías de información y comunicación, en los conflictos religiosos y culturales.
Ciertamente, el factor más importante en contra de la participación social es la creciente desigualdad social entre élites restringidas y la masa de la población. Las estadísticas sobre la distribución de la riqueza y las oportunidades de vida indican las enormes diferencias entre los países entre sí y en el interior de los mismos.
Suscita gran preocupación el hecho de que en Europa y América, la clase media se haya debilitado mucho , a diferencia de otros países como India y China, donde se ha fortalecido.
Hay que señalar que cuando la clase media sufre contratiempos, la democracia participativa está en peligro.
A pesar de todo esto, se puede trabajar para una mejor “sociedad participativa” siempre que se consiga instaurar una verdadera cooperación subsidiaria entre un sistema político que se haga sensible a la voz de los que no está representados, una economía civilizada y formas asociativas de sociedad civil basadas en redes de reciprocidad. Es necesario crear formas circulares de participación “top-down” a “bottom-up” ( de arriba abajo y viceversa), valorizando las realidades intermedias basadas en el principio de colegialidad.
En esencia, una sociedad participativa es aquella que defiende y promueve los derechos humanos, consciente de que la legislación sobre ellos no puede lograr ningún proyecto utópico de transformación social, sino crear solamente condiciones positivas dentro de las cuales las personas y los grupos pueden actuar con ética, es decir, tener la oportunidad de dedicarse al bien recíproco , y de poner a punto nuevas iniciativas sociales que generen una mayor inclusión social.

 

02/05/2017-06:43
Antonio Rivero

Cuarto domingo de Pascua

Ciclo A
Textos: Hechos 2, 14.36-41; 1 Pe 2, 20-25; Jn 10, 1-10

P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor de Humanidades Clásicas en el Centro de Noviciado y Humanidades y Ciencias de la Legión de Cristo en Monterrey (México).
Idea principal: Sólo Cristo es el Buen Pastor y Puerta de salvación. Nosotros somos su rebaño.
Resumen del mensaje: en este domingo la liturgia propone la figura de Cristo
como Buen Pastor (Evangelio y Salmo). En este día tiene lugar cada año la jornada mundial de oración por las vocaciones. Jesús es el Buen Pastor prometido por Dios, es la única Puerta de salvación y nosotros somos el rebaño de su pertenencia, abierto a la conversión (primera lectura) y a la imitación del Pastor (segunda lectura).
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, Cristo es nuestro Buen Pastor. Pastor que va delante, guiándonos; detrás, protegiéndonos; a nuestro lado, animándonos. Pastor que nos conoce por nuestro nombre, conoce nuestras cualidades y defectos. Nos ama. Nos alimenta con los sacramentos y con su palabra y con el magisterio de la Iglesia. Nos cura cuando estamos heridos por haber saltado del redil y caído en alguna zarza o trampa. Nos defiende de los lobos que nos rodean, de los mercenarios y de los falsos pastores que nos engañan con sus ideologías, que nos esquilan y engordan a costa de nuestra lana, que huyen en los momentos de peligros dejándonos solos. Contra todos estos falsos pastores, Cristo reivindica su papel: “
Yo soy el Buen Pastor. Conozco mis ovejas y las mías Me conocen”. Es el Buen Pastor porque es el Camino, la Verdad y la Vida.
En segundo lugar, un pastor tiene su rebaño; el rebaño es su vida. Nosotros somos rebaño de Cristo. Esta comparación no tiene nada de negativo en la Biblia, al contrario, está cargada de ternura. Rebaño que es objeto de disputa y de conquista por fuerzas opuestas, mediante silbidos cautivadores, pero falaces. Debemos distinguir entre mil voces que seducen y la voz de Cristo nuestro Pastor. La voz de Cristo es tan distinta a la voz de los falsos pastores. Es una voz que pacifica el alma, que ilumina la mente, que purifica el corazón y la afectividad, que fortalece la voluntad. Es una voz que nos invita al amor, a la justicia, a la verdad, a la solidaridad, a la pureza y a la paz.
Finalmente, Cristo nos ha hecho partícipe de su tarea de pastor a todos nosotros. Porque pastor es el Papa que apacienta y gobierna toda la Iglesia con el cayado de Cristo. Pastor es el obispo que cuida su diócesis. Pastor es el sacerdote que se desvive por su parroquia. Pastores son los papás de familia que día y noche se ocupan y se preocupan de sus hijos. Pastor es ese gobernante al frente de una nación. Pastor es el maestro de escuela que forma no sólo la mente, sino también el corazón de sus alumnos. Pastor es el jefe de una empresa al cuidado de sus empleados. Pastor es el catequista encargado de la transmisión de la fe. Pastor es el que está al frente de una comunidad o de un movimiento eclesial como servidor humilde. San Agustín comentando el capítulo 34 de Ezequiel dice: “Si existen buenas ovejas, hay también buenos pastores, porque de las buenas ovejas se hacen los buenos pastores. Pero todos los buenos pastores coinciden en uno, son uno. Cuando ellos apacientan, Cristo apacienta... es él mismo quien apacienta cuando ellos apacientan; el Señor dice: Yo apaciento; porque en ellos está su voz, en ellos está su amor”. Pero el título de Puerta, Cristo lo ha reservado sólo para Sí, porque es el único mediador entre Dios y los hombres. Una sola es
la Puerta de la Salvación: Jesús. “El que entra por mí se salvará”. Entramos por esa puerta el día de nuestro bautismo, formando parte de su Cuerpo Místico, que es la Iglesia. Ciertamente que la misericordia de Dios puede alcanzar a algunos la salvación por caminos ocultos y extraordinarios.
Para reflexionar: ¿Siento a Jesús como mi Buen Pastor o tengo los oídos abiertos a otros pastores? ¿Conozco perfectamente ya la voz de Cristo Pastor? ¿Trato de seguir sus pasos, imitándolo? ¿Qué ladrones y falsos pastores suelen asaltarme?
Para rezar: recemos hoy con provecho el Salmo 23, leído en la santa misa: “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. El me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas...”.
Para cualquier pregunta o sugerencia, contacte a este email: [email protected]

 

02/05/2017-06:42
Isabel Orellana Vilches

San José María Rubio y Peralta – 2 de mayo

(ZENIT – Madrid).- Nació en Dalías, Almería, España, el 22 de julio de 1864. Fue el primogénito de doce hermanos. Sobrevivieron cinco. Sus padres, agricultores, llevaron a la práctica ese rasgo de piedad tan fecundo que difundiría el padre Patrick Peyton hacia mediados del siglo XX con el lema: «La familia que reza unida, permanece unida». Anticipándose a este apóstol del santo rosario, la familia Rubio lo rezaba devotamente todos los días. En ese ambiente de tierna devoción a María, el pequeño amasaba los umbrales de una vida santa: humildad, sencillez, amor a Cristo, abnegación, obediencia, espíritu de sacrificio, generosidad. Inclinado a adorar al Santísimo Sacramento, si veía la iglesia cerrada pedía la llave para encontrarse con Cristo. Estudió en los seminarios de Almería, Granada y Madrid. En los dos primeros instado por sendos tíos sacerdotes.
Estando en Granada, su profesor de teología fundamental, Joaquín Torres Asensio, canónigo de la catedral, percibiendo sus cualidades humanas y espirituales se convirtió en su sombra durante un cuarto de siglo. Persona de fuerte carácter y decisión, muy influyente y con recursos, rigió la vida de José María en todos los aspectos. Éste vivió con discreción y prudencia su ruptura con el prelado granadino por desavenencias, trasladándose a Madrid en 1886 como fiel compañero suyo. Joaquín había ganado allí una canonjía. Entonces el santo se integró en el seminario de la capital.
Se ordenó en 1887. Los destinos a los que partió, como vicario en Chinchón, donde fue capellán de las clarisas dos años, párroco en Estremera, y finalmente su traslado a Madrid, todo fue dirigido por el padre Joaquín. Lo que éste no consiguió es que aprobara las oposiciones a canónigo, pero sí lo colocó como profesor de latín, filosofía y teología pastoral en San Dámaso. La obediencia de José María, que jamás le costó, estaba guiada por la consigna: «hacer lo que Dios quiere, querer lo que Dios hace». La actividad docente le produjo agotamiento. Y su mentor no ahorró esfuerzos para que se repusiera. Lo atendió en su casa de Segovia, y al no mejorar viajó con él a Cerdedilla, Mondariz, termas de Gándara, Troncoso, costas de Portugal y Lourdes. Luego lo situó como notario en el arzobispado y capellán de las Bernardas. Quince años de servicio en estas misiones. Mientras, formaba en las verdades de la fe a los pobres, a los enfermos y se curtía en la confesión de la que fue auténtico maestro.
Peregrinaron a Tierra Santa en 1904, pasaron por Roma y vieron a Pío X. En su corazón guardaba celosamente el sentimiento de ser jesuita. Su padre no vio con buenos ojos este deseo. Tampoco Joaquín, quien intervino evitando que el superior de la Orden lo acogiera en Granada, mientras vivieron allí. Temía perder a una persona que juzgaba vital para él por sus dotes naturales y virtud. Así que cuando éste murió en 1906, José María ingresó en el noviciado de Granada. Notificó a su familia la decisión y cedió la cuantiosa herencia que le legó el canónigo al seminario de Teruel, ciudad de la que fue oriundo. Pasó por Sevilla en 1909 coincidiendo con Francisco de Paula Tarín y Tiburcio Arnaiz, y desempeñó diversas misiones, entre otras la confesión y la asistencia a los enfermos. Todas las noches oraba ante el Santísimo junto a integrantes de la Adoración nocturna.
Estaba en Manresa cuando su antiguo maestro de novicios José María Valera, que era el provincial y conocía su grandeza, lo llamó a Madrid. Allí su fama de confesor se afianzó. Los penitentes veían en sus sencillas y claras palabras, desprovistas de afectación, la voz de un hombre de Dios que no hacía concesiones a un bien menor y que no dudaba en exigir a todos la radicalidad evangélica. Se tomaba todo el tiempo que fuera preciso. Les animaba a realizar los ejercicios espirituales, a saborear las bendiciones de la oración, a realizar un examen de conciencia y asumir las contingencias del día a día por amor a Dios. La intensidad de su apostolado se bifurcó en diversas vías: confesión, misiones populares, predicación, catequesis... Los populosos barrios de Cuatro Caminos, Puente de Vallecas, la Ventilla, Entrevías, el Matadero, en particular los jóvenes y los niños, se habían familiarizado con su presencia y acción caritativa. Puso en marcha escuelas dominicales en Mesón de Paredes, y los «traperos» comenzaron a sentir cerca a Cristo.
Sus superiores constataron sus dotes organizativas y le confiaron la Guardia de honor del Sagrado Corazón en el transcurso del Congreso Eucarístico Internacional realizado en Madrid en 1911. Consciente de lo que significa que haya sagrarios abandonados, impulsó las Marías de los Sagrarios, aunque no fue su fundador, y participó en la institución de las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón. Quiso crear la Obra de los discípulos de San Juan. Con la Hora Santa suscitó auténticas transformaciones espirituales. Las gentes acudían en masa a escuchar sus sermones. Con su acostumbrada forma de hablar, despojado de todo artificio, dejaba traslucir su gran vida interior. Tuvo que luchar con el juicio de algunos presbíteros que no veían bien sus incursiones en los suburbios de la capital donde moraba la ruina y se aglutinaban toda clase de deshechos humanos. Las murmuraciones y envidias pretendían clavarse en su corazón como hirientes dardos, pero no lo lograron. Era más fuerte su combate interno.
En 1917 atravesó una crisis de escrúpulos que le causó mucho sufrimiento. Ante las humillaciones e incomprensiones, decía: «No sé cómo me ve Dios. Seguro que mal, me temo. Rezad por mí. Camino lleno de confusión al ver el estado de mi alma. Mis amigos conseguirán que Jesús tenga misericordia de mí». Siempre dijo que quería morir un primer jueves de mes. Y Dios se lo concedió. Le habían diagnosticado una angina de pecho, y falleció el 2 de mayo de 1929. Por su acción apostólica imparable fue denominado «padre de los pobres», y tras su fallecimiento «apóstol de Madrid». Juan Pablo II lo beatificó el 6 de octubre de 1985, y lo canonizó el 4 de mayo de 2003.

 

02/05/2017-06:38
Isabel Orellana Vilches

San Ricardo Pampuri – 1 de mayo

(MADRID – Zenit).- En esta festividad de san José Obrero, se celebra también la vida de este santo que nació el 2 de agosto de 1897 en Trivolzio, Pavia, Italia. Al bautizarle le impusieron el nombre de Herminio Felipe, tomando el de Ricardo en su vida religiosa. Era el décimo de once hermanos. A los tres años perdió a su madre y su familia materna se ocupó de él. En 1907 falleció a su padre en un accidente de tráfico. Arropado por su tíos Carlos y María, que secundó a su madre lo mejor que pudo, se impregnó de la fe que había en el hogar. Solía orar ante el Sagrario, mostraba gran devoción por la Eucaristía, acostumbraba a rezar el rosario diariamente –del que luego dijo: «este es mi arma predilecta, con esta corona el diablo huye»–, eran frecuentes sus obras de misericordia y fue excelente catequista. Un estado permanente de oración envolvía sus acciones cotidianas.
Su anhelo era ser sacerdote y misionero, pero su salud era delicada y sus familiares le disuadieron, aunque no le pusieron trabas para colaborar con la Acción Católica. Mientras, recibía formación en distintos centros. Y al culminar los estudios en el Liceo se matriculó en la facultad de medicina de la universidad de Pavía. Su tío Carlos, médico, le había animado. Sabía que una persona sensible como él, ferviente católico además, podría asistir a los enfermos con una calidad que está muy por encima del hecho meramente instrumental, clínico, y de una labor profesional impecable que se supone y espera de todo médico. Y efectivamente, el santo tuvo claro que quien tenía frente a él era una persona con sus necesidades espirituales y materiales. Que un galeno ha de buscar remedios para el cuerpo del paciente, pero en manera alguna puede descuidar su alma.
En abril de 1917, en medio de la Guerra Mundial, fue reclutado y tuvo que partir a filas. Al ser estudiante de medicina fue trasladado a la primera línea de fuego. Allí veía el trágico fin de sus compañeros en medio de incontables atrocidades, inútil masacre que acompaña a la barbarie. Luego fue destinado en otra zona algo alejada de la batalla, quedando fuera de peligro. Y cuando el 24 de octubre de ese año el ejército italiano estuvo a punto de ser derrotado, hubo orden de retroceso para todos los soldados, que abandonaron el hospital de campaña y los recursos que tenía. Entonces Ricardo los recogió depositándolos en una carreta tirada por una vaca que condujo durante 24 h. en medio de una brutal y persistente tempestad. Calado hasta los huesos, temblando de frío, puso a salvo todo. Le concedieron la medalla de bronce y el ascenso, pero le quedó como recuerdo una pleuresía de grave repercusión para su vida posterior.
En 1921 obtuvo el título de doctor en medicina y cirugía, y se dispuso a poner en práctica sus conocimientos primeramente junto a su tío Carlos, y luego como suplente en Vernate, hasta que obtuvo la plaza de médico rural en Morimondo, Milán. En esta localidad fue de gran ayuda para el párroco. Fundó con él el Círculo de la Juventud de Acción Católica, de la que fue su primer presidente, y hasta organizó una banda de música, iniciativas que encomendó a san Pío X. Ejercía su apostolado también en otros frentes, como secretario de la comisión misionera de la parroquia, impulsaba ejercicios espirituales para jóvenes y trabajadores, y muchas veces se hacía cargo de los gastos.
Ejerció como médico rural durante seis años. Fue un profesional ejemplar (no solo docto, que también lo era), que asistía a los enfermos sin medir riesgos. Sus pacientes eran mayormente pobres, y movido por su caridad y generosidad les proporcionaba solícitamente no solo la asistencia gratuita sino los medicamentos, alimentos, vestido e incluso dinero. Mientras, había completado estudios durante dos años más, obteniendo la especialización en obstetricia y ginecología. En 1923 fue habilitado como oficial sanitario en la universidad de Pavía. Allí se integró en el círculo universitario Severino Boecio, y colaboró con las conferencias de San Vicente de Paúl. En la primavera de ese año conoció a Riccardo Beretta, que se convirtió en su director espiritual. Y de su mano vislumbró su vocación religiosa. Intentó vincularse a los jesuitas y a los franciscanos, pero su salud era tan precaria que lo rechazaron.
En junio de 1927 ingresó en Milán en la Orden de Hermanos Hospitalarios (Fatebenefratelli). Hizo el noviciado en Brescia y profesó en 1928 tomando el nombre de Ricardo en honor al padre Beretta. En esta ciudad los Hermanos de San Juan de Dios tenían un hospital y fue nombrado director del gabinete de odontología. A este centro acudían fundamentalmente los más necesitados y los obreros, a los que atendió caritativamente, como siempre había hecho. Quienes recibían directamente sus cuidados le estimaban y consideraban una persona fuera de lo común, aunque esta admiración por la virtud que apreciaban en él la tenían también sus hermanos de comunidad, sus compañeros médicos, y el personal sanitario en general. Asumía los trabajos humildes con la misma elegancia y dedicación que su trabajo como médico.
De su vida espiritual, cincelada por la santidad en lo ordinario, dan constancia también las 66 cartas que dirigió a su hermana María Longina, franciscana misionera del Corazón Inmaculado de María que se hallaba destinada en Egipto. El coloquio que ambos mantuvieron pone de manifiesto la grandeza de corazón de este santo, que tuvo en su hermana un modelo a seguir. La vida de Ricardo fue corta. Murió con 33 años el 1 de mayo de 1930 después de agravarse la pleuritis que contrajo en la guerra y que se convirtió en una broncopulmonía. Su breve estancia en Torrino en 1929 obligado por la inflamación pulmonar no le sirvió de nada, como tampoco el traslado sugerido por sus familiares de Brescia a Milán para atenderle convenientemente. No hubo forma de dilatar su existencia. Juan Pablo II lo beatificó el 4 de octubre de 1981, y lo canonizó el 1 de noviembre de 1989. Sus restos se veneran en la iglesia parroquial de Trivolzio, donde era conocido como «doctor santo».

 

02/05/2017-07:14
Redacción

Texto completo del Papa a la Acción Católica Italiana por sus 150 años

(ZENIT – Roma, 2 Mayo 2017).- El papa Francisco festejó este domingo 30 de abril, los 150 años de la Acción Católica, junto a unos 70 mil miembros de la Acción Católica reunidos en la Plaza de San Pedro.
A continuación el texto completo:
Queridos amigos de la Acción Católica, ¡buenos días!
Estoy muy feliz de encontrarlos el día de hoy, tan numerosos y de fiesta por los 150 años de la fundación de su Asociación. Los saludo a todos con afecto, comenzando por el Asistente general y el Presidente nacional, a quienes agradezco las palabras con las que introdujeron esta encuentro. El nacimiento de la Acción Católica Italiana fue un sueño, nacido del corazón de dos jóvenes, Mario Fani y Giovanni Acquaderni, que se ha convertido con el tiempo camino de fe para muchas generaciones, vocación a la santidad para muchísimas personas: niños, jóvenes y adultos que se han convertido en discípulos de Jesús, y por ello, han tratado de vivir como testigos alegres de su amor en el mundo. También para mí es un poco de aire de familia: ¡mi papá y mi abuela eran de la Acción Católica!
Es una historia bella e importante, por la cual tienen muchas razones para estar agradecidos al Señor y por la que la Iglesia les está agradecida. Es la historia de un pueblo formado por hombres y mujeres de todas las edades y condiciones, que han apostado al deseo de vivir juntos el encuentro con el Señor, grandes y pequeños, laicos y pastores, juntos, independientemente de su condición social, de la preparación cultural, del lugar de origen. Fieles laicos que en todos los tiempos han compartido la búsqueda de los caminos a través de los cuales anunciar, con las propias vidas, la belleza del amor de Dios y contribuir con su compromiso y competencia, a la construcción de una sociedad más justa, más fraterna, más solidaria. Es una historia de pasión por el mundo y por la Iglesia, me acuerdo de cuando les hablé de un libro escrito en Argentina en el año 1937 que decía: “¡Asociación Católica es pasión católica!”, y dentro de esta historia han crecido figuras luminosas de hombres y mujeres de fe ejemplar, que han servido al país con generosidad y coraje.
Tener una bella historia en las espaldas no sirve para caminar mirando hacia atrás, no sirve para mirarse en el espejo, no sirve para ponerse cómodos en el diván. No se olviden de esto: No caminen con los ojos vueltos hacia atrás, porque se chocarán. ¡No se miren al espejo, y no se acomoden en el sofá , esto engorda y hace mal al colesterol!
Hacer memoria de un largo itinerario de vida ayuda a ser conscientes de ser pueblo que camina cuidando a todos, ayudando a todos a crecer humanamente y en la fe, compartiendo la misericordia con la que el Señor nos acaricia. Los animo a seguir siendo un pueblo de discípulos-misioneros que vive y da testimonio de la alegría de saber que Dios nos ama con un amor infinito, y que junto a Él aman profundamente la historia en la que vivimos. Así nos enseñaron los grandes testigos de la santidad que trazado el camino de su asociación, entre los que me gusta recordar Giuseppe Toniolo, Armida Barelli, Piergiorgio Frassati, Antonietta Meo, Teresio Olivelli, Vittorio Bachelet. Acción Católica: ¡vive a la altura de su historia!, ¡vive a la altura de estas mujeres y de estos hombres que te han precedido!
En estos ciento cincuenta años la Acción Católica siempre se ha caracterizado por un gran amor por Jesús y la Iglesia. También hoy están llamados a continuar con su peculiar vocación poniéndose al servicio de las diócesis, en torno a los obispos, siempre, y en las parroquias, siempre, allí donde la Iglesia vive en medio de las personas, siempre. Todo el Pueblo de Dios goza de los frutos de su dedicación, vivida en armonía entre la Iglesia universal y la Iglesia particular. Y en la vocación típicamente laical hacia una santidad vivida en lo cotidiano, pueden encontrar la fuerza y el coraje para vivir la fe, permaneciendo allí donde están, haciendo de la acogida y el diálogo un estilo con el cual acercarse unos a otros, experimentando la belleza de una responsabilidad compartida. No se cansen de recorrer el camino a través del cual es posible hacer crecer el estilo de una auténtica sinolidad, un modo de ser Pueblo de Dios en el que cada uno puede contribuir a una lectura atenta, meditada, orante de los signos de los tiempos, para comprender y vivir la voluntad de Dios, con la certeza de que la acción del Espíritu Santo actúa y hace nuevas cada día todas las cosas.
Los invito a llevar adelante su experiencia apostólica en la parroquia, “que no es una estructura caduca”, ¿han entendido bien?, la parroquia no es una estructura efímera porque “es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración”. (exhortación apostólica Evangelii gaudium, 28).
La parroquia, es el espacio donde las personas se pueden sentir acogidas tal y como son, y pueden ser acompañadas a través de un camino de maduración humana y espiritual que los lleve a crecer en el amor por la creación y los hermanos. Esto es válido sólo si la parroquia no se cierra en sí misma, y si tampoco la Acción Católica que vive la parroquia se cierra en sí misma, sino que ayuda a la parroquia a estar “en contacto con las familias y las vidas de las personas, sin convertirse en una larga estructura separada de la gente o un grupo de elegidos que se miran a sí mismos”(ibid). ¡Por favor, esto no!
Queridos miembros de la Acción Católica, que cada una de sus iniciativas, cada propuesta, cada camino sea una experiencia misionera, destinada a la evangelización, no a la autoconservación. Que su pertenencia a la diócesis y a la parroquia se encarnen a lo largo de la ciudad, de los barrios y pueblos. Tal y como ha sucedido en estos ciento cincuenta años, sientan fuerte dentro de ustedes la responsabilidad de lanzar la buena semilla del Evangelio en la vida del mundo, a través del servicio de la caridad, compromiso político; métanse en política, pero por favor en la gran política, en la política con mayúsculas, a través de la pasión por la educación y la participación en el desarrollo cultural. Agranden su corazón para agrandar el corazón de sus parroquias. Sean caminantes de la fe, para salir al encuentro de todos, recibir a todos, escuchar a todos, abrazar a todos. Cada vida es una vida amada por el Señor, en cada rostro se ve el rostro de Cristo, especialmente en aquel del pobre, el que está herido de la vida y de quien se siente abandonado, de quien huye de la muerte y busca refugio en nuestras casas, en nuestras ciudades. “Nadie puede sentirse exonerado de la preocupación por lo pobres y de justicia social” (ibíd., 201).
Permanezcan abiertos a la realidad que les rodea. Busquen sin miedo el diálogo con quienes viven al lado de ustedes, incluso con quienes piensan diferente pero que como ustedes desean la paz, la justicia la fraternidad. Es con el diálogo como se puede asegurar un futuro compartido. Es a través del diálogo como construimos la paz, cuidando a todos y dialogando con todos.
Queridos chicos, jóvenes y adultos de la Acción Católica: ¡vayan y alcancen todas las periferias! Vayan, y allí sean Iglesia, con la fuerza del Espíritu Santo. La protección materna de la Virgen Inmaculada los sostenga; los acompañe el apoyo y el aprecio de los Obispos, así como mi bendición que imparto de corazón sobre ustedes y sobre la Asociación entera. Y por favor, ¡no se olviden de rezar por mí!