Francisco \ Misa en Santa Marta

Papa: Estar siempre abiertos a las sorpresas de Dios

RV | 08/05/2017


 

Estar atentos ante el pecado de oponer resistencia al Espíritu Santo, sino estar más bien siempre abiertos a las sorpresas de Dios. Lo sugirió el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

El Espíritu Santo mueve a la Iglesia, hace mover a la comunidad cristiana. El Santo Padre insistió sobre esta verdad que se desprende, de modo especial, de la lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Dios nos sorprende siempre porque es un Dios vivo y camina con nosotros

El Espíritu Santo – dijo el Papa Bergoglio – realiza milagros, cosas nuevas y “algunos, seguramente, tenían miedo de estas novedades de la Iglesia”:

“El Espíritu es el don de Dios, de este Dios, nuestro Padre, que siempre nos sorprende. El Dios de las sorpresas… ¿Por qué? Porque es un Dios vivo, es un Dios que habita en nosotros, un Dios que mueve nuestro corazón, un Dios que está en la Iglesia y camina con nosotros y en este camino nos sorprende siempre. Y así como Él ha tenido la creatividad de crear el mundo, tiene la creatividad de crear cosas nuevas todos los días. El Dios que nos sorprende”.

Francisco observó que esto puede crear “dificultades”, como le sucedió a Pedro que fue contestado por los otros discípulos cuando supieron que “también los paganos habían acogido la Palabra de Dios”. Y subrayó que para para ellos, Pedro había ido más allá y se lo reprochan, porque según ellos, era “un escándalo” hasta decirle: “Tú, Pedro, ¡la piedra de la Iglesia! ¿Adónde nos llevas?”.

No resistirse al Espírito Santo, invocando el “siempre se ha hecho así”

El Pontífice recordó que Pedro relata su visión, “un signo de Dios” que le hace “tomar una decisión valiente”. Pedro – reafirmó – “es capaz de acoger la sorpresa de Dios”. Por lo tanto, ante tantas sorpresas del Señor, “los Apóstoles deben reunirse y discutir y llegar a un acuerdo” para dar “el paso hacia adelante que el Señor quiere”:

“Siempre, desde los tiempos de los profetas, y hasta hoy, está el pecado de resistirse al Espíritu Santo: la resistencia al Espíritu. Y éste es el pecado que Esteban reprocha precisamente a los miembros del Sinedrio: ‘Ustedes y sus padres se han resistido siempre al Espírito Santo’. La resistencia al Espíritu Santo. ‘No: siempre ha sido hecho así, y debe hacerse así’. No vengas con estas novedades, Pedro; quédate tranquilo… tómate una pastilla que te calme los nervios… Quédate tranquilo… Es la cerrazón ante la voz de Dios. Y el Señor, en el Salmo, habla a su pueblo: “No endurezcan su corazón como sus padres”.

Pedir la gracia del discernimiento para distinguir el bien del mal

Hacia el final de su homilía, el Papa afirmó – con su pensamiento puesto en el Evangelio del día sobre el Buen Pastor – que siempre nos pide que no endurezcamos nuestro corazón. “Lo que Jesús quiere – dijo – es que hay otros pueblos” otros rebaños “que no pertenecen, pero habrá un solo rebaño y un solo pastor”. Y añadió que estos, incluso si se convertían, “eran considerados creyentes de segunda clase: nadie lo decía, pero de hecho…”:

“La cerrazón, la resistencia al Espíritu Santo; aquella frase que cierra siempre, que te detiene: ‘Siempre ha sido hecho así’. Y esto mata. Esto mata la libertad, mata la alegría, mata la fidelidad al espíritu Santo que siempre obra hacia adelante, llevando adelante a la Iglesia. ¿Pero cómo puedo saber yo si una cosa es del Espíritu Santo o es de la mundanidad, del espíritu del mundo, o es del espíritu del diablo? ¿Cómo puedo? Y pedir la gracia del discernimiento. El instrumento que el mismo Espíritu nos da es el discernimiento. Discernir, en todo caso, como se debe hacer. Es lo que han hecho los Apóstoles: se han reunido, han hablado y han visto que aquel era el camino del Espíritu Santo. En cambio, aquellos que no tenían este don o no habían rezado para pedirlo, se han quedado cerrados y detenidos”.

“Pidamos al Señor – fue la invocación final del Papa Francisco – la gracia del discernimiento para no equivocarnos de camino y no caer en la inmovilidad, en la rigidez, en la cerrazón del corazón’”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).