Servicio diario - 16 de mayo de 2017


Francisco en Santa Marta: ‘la paz es un don de Dios y no la anestesia que da el mundo’
Redacción

El Papa a los equipos Juventus y Lazio: “Dar testimonio de los valores auténticos del deporte”
Redacción

Vaticano: ‘La vigilancia financiera mejora y crece la cooperación con otros países’
Sergio Mora

Telegrama del Papa al nuevo presidente francés
Redacción

El beato español Faustino Miguez será canonizado en octubre gracias a un milagro en Chile
Redacción

Sexto domingo de Pascua
Antonio Rivero

San Pascual Bailón – 17 de mayo
Isabel Orellana Vilches


 

16 mayo 2017
Redacción

Francisco en Santa Marta: ‘la paz es un don de Dios y no la anestesia que da el mundo’

Una paz sin la Cruz no es la paz de Jesús, la paz verdadera va en medio de las tribulaciones

(ZENIT – Roma, 16 May. 2017).- La paz verdadera no podemos fabricarla nosotros. Es un don del Espíritu Santo. “La paz que nos ofrece el mundo es una paz sin tribulaciones; nos ofrece una paz artificial”, una paz que se reduce a una “tranquilidad”.

Lo afirmó el Santo Padre en su homilía de este martes en la misa de la Casa de Santa Marta, en la que añadió: “Una paz sin la Cruz no es la paz de Jesús” y recordó que sólo el Señor puede darnos la paz en medio de las tribulaciones.

Francisco desarrolló su reflexión a partir de las palabras que Jesús dirigió a sus discípulos en la Última Cena: “Les dejo la paz, les doy mi paz”.

El Papa se detuvo en el significado de la paz que otorga el Señor, valiéndose también de la luz que arroja el pasaje de los Hechos de los Apóstoles en la Primera lectura del día de hoy, que narra las muchas tribulaciones sufridas por Pablo y Bernabé en sus viajes para anunciar el Evangelio.

“¿Esta es la paz que da Jesús?”, se preguntó el Papa. Y de inmediato indicó que Jesús resalta que la paz que Él dona no es como la que da el mundo. El mundo quiere una paz anestesiada para no hacernos ver la Cruz

“La paz que nos ofrece el mundo es una paz sin tribulaciones; nos ofrece una paz artificial”, una paz que se reduce a una “tranquilidad”. Y una paz “que sólo mira a las cosas propias, a las propias seguridades, que no falte nada”, un poco como era la paz del rico Epulón.

Una tranquilidad que nos vuelve “cerrados”, que hace que no se vea “más allá”:

“El mundo nos enseña el camino de la paz con la anestesia: nos anestesia para no ver la otra realidad de la vida: la Cruz. Por esto Pablo dice que se debe entrar en el Reino del cielo en el camino con tantas tribulaciones. Pero, ¿se puede tener paz en la tribulación?

Por nuestra parte, no: nosotros no somos capaces de hacer una paz que sea tranquilidad, una paz psicológica, una paz hecha por nosotros, porque las tribulaciones existen: quien tiene un dolor, quien una enfermedad, quien una muerte…

La paz que da Jesús es un regalo: es un don del Espíritu Santo. Y esta paz va en medio de las tribulaciones y va adelante. No es una especie de estoicismo, eso que hace el faquir: no. Es otra cosa”.

La paz de Dios es “un don que nos hace ir adelante”. Y añadió que Jesús, después de haber donado la paz a los Discípulos, sufre en el Huerto de los Olivos y allí “ofrece todo según la voluntad del Padre y sufre, pero no le falta el consuelo de Dios”.

De hecho, el Evangelio narra que “vino un ángel del cielo a consolarlo”. “La paz de Dios es una paz real, que penetra en la realidad de la vida, que no niega la vida: la vida es así. Está el sufrimiento, están los enfermos, hay tantas cosas feas, están las guerras… pero esa paz que viene de adentro, que es un regalo, no se pierde, sino que se va adelante llevando la Cruz y el sufrimiento. Una paz sin Cruz no es la paz de Jesús: es una paz que se puede comprar. Podemos fabricarla nosotros. Pero no es duradera: se termina”.

El Evangelio, en efecto, narra que “le apareció un ángel del cielo para consolarlo”.

Cuando uno se enfada, notó, “pierde la paz”. Cuando mi corazón “se turba, es porque no estoy abierto a la paz de Jesús”, porque no soy capaz “de seguir adelante en la vida como viene, con las cruces y los dolores que vienen”. En cambio, debemos ser capaces de pedir la gracia, de pedir al Señor su paz. ‘Debemos entrar en el Reino de Dios a través de muchas tribulaciones’. La gracia de la paz, de no perder aquella paz interior.

Un Santo, hablando de esto decía: ‘La vida del cristiano es un camino entre las persecuciones del mundo y las consolaciones de Dios’ [San Agustín, De Civitate Dei XVIII, 51]. Que el Señor nos haga comprender bien cómo es esta paz que Él nos regala con el Espíritu Santo”.

 

16/05/2017-10:49
Redacción

El Papa a los equipos Juventus y Lazio: “Dar testimonio de los valores auténticos del deporte”

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Papa Francisco recibió en audiencia en el Vaticano a la Liga Nacional italiana de fútbol de primera división y a los dirigentes y jugadores de los equipos Juventus y Lazio, en la víspera del partido final de la “Copa Italia”.
Señaló que ambos equipos por el hecho de ser muy queridos en Italia, significa “un empeño en dar testimonio de los valores auténticos del deporte”.
También de la “importancia del deporte en nuestro tiempo” y la “responsabilidad de los ‘campeones’, como figura de referencia para los jóvenes”, motivo por el cual “cada partido es una prueba de equilibrio, de dominio de sí mismo, de respeto de las regalas”.
Así, “quien con su propio comportamiento, sabe dar prueba de todo ello, se vuelve un ejemplo para sus admiradores. Y eso es lo que les deseo a cada uno de ustedes: sean testimonio de lealtad, honestidad, concordia y humanidad”.
El Pontífice reconoció que “lamentablemente a veces en los estadios se verifican
episodios de violencia que turban el desarrollo sereno de los partidos y la sana diversión de la gente”.
Por eso les instó a que en la medida que ellos logren “puedan ayudar para que la actividad deportiva permanezca como tal y que, gracias al compromiso personal de todos, sea motivo de cohesión entre los deportistas y en toda la sociedad”.

 

16/05/2017-10:25
Sergio Mora

Vaticano: ‘La vigilancia financiera mejora y crece la cooperación con otros países’

(ZENIT – Roma, 16 May. 2017).- El informe anual de la Autoridad de Información Financiera (AIF) de la Santa Sede – Ciudad del Vaticano del año 2016 (AIF), ha sido presentado este martes en la Sala de prensa de la Santa Sede por su presidente René Brülhart, y su director Tommaso Di Ruzza.
Los directivos señalan que “en el ámbito prudencial y de la prevención” procede bien el trabajo de vigilancia contra el reciclaje y financiamiento de actividades ilícitas, “gracias al crecimiento de la cooperación internacional de las autoridades competentes del Vaticano con sus contrapartes extranjeras”, que en el momento se realiza con 32 países.
“En el 2016 la AIF ha registrado –señaló René Brülhart– un incremento significativo de cooperación bilateral con las autoridades competentes de otras jurisdicciones y seguirá siendo un socio activo para combatir las actividades financieras ilícitas a nivel global”.
Además porque se ha consolidado el sistema de señalaciones de actividades sospechosas, que en el 2016 fueron 207, superior a los años anteriores (excepto en el 2015 cuando se hizo un control forzado), lo que indica una creciente y efectiva actuación de los procedimientos de señalación de las partes de los entes vigilados”, indicó Tommaso di Ruzza, Direttore dell’AIF.
Además de “un mejoramiento en la señalaciones en términos de calidad” lo que permitió que los informes del AIF al promotor de Justicia del Vaticano “partieran procedimientos penales”. Además de “la cooperación internacional con las unidades de investigación financiera en el exterior que tuvo un importante desarrollo”. Se pasó así de las 81 investigaciones del 2013 a las 837 del 2016.
Añadió que “en el 2016, fueron enviados 22 informes a las autoridades judiciales del Vaticano para ulteriores profundizaciones”.
Precisó que la AIF puede suspender por cinco días las operaciones que considere sospechosas y si hay algo irregular, el caso queda congelado hasta la investigación del promotor de justicia.
Otro punto en el que se ha avanzado, indicaron, es en las instrucciones específicas para los entes de la Santa Sede, de manera que se eviten operaciones de importes altos fragmentados en importes menores a los diez mil euros.
La Autoridad de Información Financiera, fue instituida por el papa Benedicto XVI con la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio del 30 de diciembre de 2010. Actualizada con el Estatuto promulgado por el papa Francisco en la Carta Apostólica del 15 de noviembre de 2013 y la ley 28 del 8 de octubre de 2013.
La AIF la firmado en el 2016, protocolos de entendimiento con las Autoridades de vigilancias de otros 7 países, llegando a sí a un total de acuerdos con 32 naciones.

 

16/05/2017-14:39
Redacción

Telegrama del Papa al nuevo presidente francés

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- “Pido a Dios que le sostenga para que su país, fiel a la gran diversidad de sus tradiciones morales y a su herencia espiritual marcada también por la tradición cristiana, se preocupe siempre por la construcción de una sociedad más justa y fraternal”. Este es el deseo que ha expresado por el papa Francisco al nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, en el telegrama difundido este martes por la Oficina de prensa de la Santa Sede.
Y ha deseado que “respetando las diferencias y prestando atención a las personas en situaciones precarias y de exclusión, contribuya a la cooperación y la solidaridad entre las naciones”.
En noviembre de 2016 Macron anunció su candidatura para las elecciones presidenciales de Francia en abril de 2017, cuya primera vuelta ganó con una votación cercana al 24 por ciento. El 7 de mayo de 2017 obtuvo la victoria en la segunda vuelta con el 66,1 por ciento de los votos, frente a la líder Marine Le Pen que alcanzó el 33,9 por ciento de los sufragios. A los 39 años, se convierte así en el presidente más joven de la historia francesa.

A continuación el texto completo del telegrama del Santo Padre

A Su Excelencia Emmanuel Macron
Presidente de la República Francesa
París
Con motivo de su toma de posesión como Presidente de la República Francesa, le expreso mis mejores deseos para el ejercicio de sus altos deberes al servicio de sus compatriotas. Pido a Dios que le sostenga para que su país, fiel a la gran diversidad de sus tradiciones morales y a su herencia espiritual marcada también por la tradición cristiana, se preocupe siempre por la construcción de una sociedad más justa y fraternal. Respetando las diferencias y prestando atención a las personas en situaciones precarias y de exclusión, contribuya a la cooperación y la solidaridad entre las naciones. Que Francia sigue favoreciendo, en el seno de Europa y en el mundo, la búsqueda de la paz y el bien común, el respeto por la vida y la defensa de la dignidad de cada persona y de todos los pueblos. Sobre su persona y sobre todos los habitantes de Francia, invoco de todo corazón la bendición del Señor.
Francisco

 

16/05/2017-14:10
Redacción

El beato español Faustino Miguez será canonizado en octubre gracias a un milagro en Chile

(ZENIT – Roma, 16 de mayo).- El beato español Faustino Miguez (1831 -1925) será canonizado el próximo 15 de octubre en El Vaticano. El milagro que ha aprobado la junta médica de la Congregación para la Causa de los santos, es la curación inexplicable de la chilena Verónica Stoberg Tejo, a quien con 36 semanas de embarazo se le diagnosticó muerte cerebral.
Lo indica detalladamente la web de los obispos en Chile, precisando que el diagnóstico médico era preeclampsia y Síndrome de HELLP (alteración de la encima hepática con encefalopatía hipertensiva y hemorragia abdominal masiva con alta posibilidad de mortalidad) y estado de coma grado 3 en la escala de Glasgow.
Verónica y su familia, además de la comunidad del colegio Divina Pastora y los
Escolapios, viajarán el próximo 15 de octubre de 2017 a Roma, donde el padre Faustino será desde entonces llamado San Faustino Miguez.
Cuando la Sra. Verónica tuvo esta patología, le comunicaron ca su esposo y familiares para contarles que clínicamente ya no había nada más que hacer, que su vida terminaría en unos días. Paralelamente, la comunidad del colegio Divina Pastora de La Florida, donde Verónica era catequista y apoderada de dos de sus cuatro hijos, inició una cadena de oración. Se trataba de una Novena al Padre Faustino Miguez (por entonces beato en proceso de espera de un milagro para ser canonizado). La madre superiora, hermana Patricia Olivares, llevó también una reliquia hasta la sala de Verónica.
Con el paso de las horas y los días, sin explicación médica, la situación cambió. La hemorragia cesó y los parámetros analíticos se normalizaron, la gravedad empezó a disminuir y -lo que fue aún más asombro para la comunidad médica- el daño cerebral desapareció por completo.
El 14 de septiembre de 2007 se solicita autorización al Arzobispo de Santiago para introducir el milagro y abrir el proceso en el Tribunal Eclesiástico de la arquidiócesis de Santiago de Chile, hasta que el 31 de mayo de 2010, la Santa Sede decreta la validez del milagro. El 10 de diciembre de 2015, el Consejo de Médicos de El Vaticano declara el milagro, en que se ratifica que la curación de Verónica Stoberg puede ser atribuida a un milagro por intercesión del Beato Faustino Miguez. Finalmente, el 22 de diciembre de 2016, fue promulgado por el papa Francisco el Decreto en el que se aprueba el milagro realizado por el padre Faustino Miguez en el año 2003.

 

16/05/2017-05:18
Antonio Rivero

Sexto domingo de Pascua

Ciclo A – Textos: Hechos 8, 5-8.14-17; 1 Pe 3, 15-18; Jn 14, 15-21

P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor de Humanidades Clásicas en el Centro de Noviciado y Humanidades y Ciencias de la Legión de Cristo en Monterrey (México).
Idea principal: con este domingo comenzamos un pequeño Adviento de preparación a la Solemnidad de Pentecostés, cuando Cristo nos enviará su
Espíritu como Consolador o Paráclito.
Resumen del mensaje: La Iglesia se prepara para celebrar en las próximas semanas los misterios de la Ascensión del Señor (próximo domingo) y de Pentecostés (en quince días), culminación del supremo misterio del Triduo Pascual, la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Nada más apropiado que este pasaje del sermón de despedida del Señor para disponer nuestros corazones para estas solemnidades. Sermón que constituye el testamento de Jesús, como broche de oro de toda su predicación aquí en la tierra, para transmitir a sus discípulos predilectos los misterios más profundos del evangelio y llenarles del
Consuelo del Espíritu Santo.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, la primera lectura de hoy, donde se nos narra la venida del Espíritu Santo sobre la comunidad de Samaria por la oración y la imposición de la manos de Pedro y Juan, es una invitación para todos nosotros a esperar y desear la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Pero, ¿quién es el Espíritu Santo que debemos esperar con ansia y en oración? Cristo nos dice hoy que es
Paráclito o Consolador (evangelio). El Espíritu Santo no sólo es luz y consejo.
Ni tampoco es sólo fuerza. El hombre tiene necesidad sobre todo de consuelo para vivir. Muchas veces estamos inquietos, sentimos la soledad, el cansancio; el futuro nos da miedo y los amigos nos fallan.
En segundo lugar, este consuelo de Dios se encarnó primero en Jesús. Pasó toda
su vida pública consolando todo tipo de sufrimiento, físicos y morales, y
predicando el consuelo de las bienaventuranzas: “Felices los pobres, los mansos,
los misericordiosos, los hambrientos y sedientos, los sufridos...”. Y antes de
partir de este mundo, Jesús le pidió a su Padre que nos mandase otro Consolador
, que permaneciese con nosotros siempre como Dulce Huésped. Este otro
Consolador es el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesús, tercera persona divina de la Santísima Trinidad, que mora dentro de nosotros consolando nuestras tristezas, curando nuestras heridas y ayudándonos a sufrir haciendo el bien (segunda lectura).
Finalmente, ¿qué debemos hacer para recibir el Espíritu como Consuelo de Dios? Tenemos que llamarle, pues Paráclito significa en pasivo griego “aquel
que es llamado en defensa”, aquel del que se busca el Consuelo. ¡Cuántas veces acudimos a otras fuentes de consuelo, a cisternas rotas como pueden ser las riquezas, los placeres, las distracciones mundanas y mil futilidades, o mendigamos consuelos humanos que no nos consuelan el alma y el corazón, sino
que nos dejan más heridos y vacíos! El Espíritu Santo es el auténtico Consuelo que necesitamos en esta vida que a veces se nos presenta tan cruel, tan sin
sentido, tan injusta. ¡Qué hermoso sería que después de llenarnos de ese Consuelo
de Dios en la oración seamos también nosotros paráclitos para nuestros hermanos, es decir, seamos personas que sepamos aliviar la aflicción, confortar la tristeza, ayudar a superar el miedo y disipar la soledad.
Para reflexionar: ¿busco en mi vida el Consuelo de Dios o el consuelo del
mundo? ¿Soy también consuelo y paráclito para mis hermanos o motivo de
angustia, tristeza y pecado?
Para rezar:
Dios, me siento triste,
mira cómo me he sentido en este tiempo,
te ruego que me consueles y me confortes,
sana mis heridas y dame un nuevo deseo de vivir.
Tú eres mi Dios salvador,
el libertador de todas mis angustias,
el que me sacia de bien,
quien me rejuvenece y me renueva.
Te alabo mi Señor con todo mi corazón,
aún en medio de mi dolor, bendigo tu nombre,
gracias por tu consuelo y por mostrarme tu amor.
Enséñame, Dios mío, el camino que tengo que seguir a partir de ahora,
no permitas que me hunda en mi aflicción
sino que me levante y te dé gloria
por todo lo que haces en mi vida.
Tú eres quien me rescata, me sacia de bien
tú eres mi buen Pastor y te adoro con todo mi ser. Amén.

 

16/05/2017-04:48
Isabel Orellana Vilches

San Pascual Bailón – 17 de mayo

(ZENIT – Madrid).- Nació el 16 de mayo (también se señala el 17) de 1540 en la vigilia de Pentecostés, de ahí su nombre de Pascual, en la localidad de Torrehermosa, Zaragoza, España. Fue el segundo de seis hijos. Sus padres Martín e Isabel eran humildes agricultores y no pudieron costearle estudios. Por eso a los 7 años comenzó a trabajar como pastor, oficio que mantuvo hasta los 24. Pero era listo; fue autodidacta y aprendió a leer juntando las letras. Era alegre, parco en palabras, respetuoso, sincero, humilde y generoso, entre otras virtudes que ya se destacaron durante su infancia. Con cierta timidez en algunos momentos, como todos los niños hizo sus travesuras, aunque la que se recuerda está relacionada con el ideal religioso al que se abrazaría. En el transcurso de una visita a un primo que se hallaba enfermo y que vestía de ordinario un hábito, no se le ocurrió otra cosa que ponérselo. No era la primera vez que le había llamado la atención añorando tener uno igual, así que vio la oportunidad y la aprovechó. Mucho costó a los suyos que se desprendiera de él, pero cuando lo hizo advirtió que de mayor sería fraile. Como tantas personas también tenía tendencias que sin ser inmorales podrían haberle impedido alcanzar la perfección, pero las fue transformando progresivamente.
Era de complexión robusta y desde niño se sintió atraído por las penitencias. No existían para él «mentiras piadosas», supo elegir el mejor bocado para los demás, nunca se avergonzó de su humilde sayal, que prefería remendado a que fuese nuevo, no tuvo nada para sí, y buscó cumplir siempre la voluntad de Dios antes que la suya. No puede juzgarse como pueril su gran sentido de la justicia, sino fruto de su sensibilidad espiritual. Así cuando las ovejas pastaban en un campo ajeno, con su corto salario abonaba al dueño lo que hubieran podido esquilmarle. El amo del ganado que pastoreó en Alconchel le tomó gran afecto. Incluso pensó hacerle su heredero, pero Pascual había decidido ser fraile a toda costa y renunció a los bienes.
Uno de sus amigos con los que compartía el mismo oficio era Juan de Aparicio. Ambos unían sus oraciones para elevarlas al Santísimo y a la Virgen entonando cánticos mientras Pascual tocaba el rabel que él mismo había fabricado. Bien cumplidos sus 18 años trabajó en Monforte del Cid y Elche (ambas localidades de Alicante), donde conoció a los franciscanos alcantarinos. Fue la primera vez que tuvo cerca la vida religiosa. Pero siguió cuidando las ovejas. Se detenía con el rebaño en un lugar donde pudiera vislumbrar el campanario de alguna iglesia. Así lo hizo con la ermita de Nuestra Señora de la Sierra en Alconchel, y la de Nuestra Señora de Loreto en Orito, a cuyo dintel solía ir de noche a orar esperando el clarear del día para asistir a la misa. El propietario del ganado que cuidaba sabía bien lo que significaba para él poder participar en ella entre semana. Porque lo peculiar de Pascual desde temprana edad fue su extraordinario amor por la Eucaristía. Incluso hallándose en el campo adoraba al Santísimo.
En una ocasión, en el instante de la consagración anunciada por el alegre repique de campanas, los pastores que trabajaban cerca de él le escucharon decir: «¡Ahí viene!, ¡allí está!», mientras se hincaba de rodillas. Le había sido concedido la gracia de ver el Cuerpo de Cristo. Muchos hechos extraordinarios le acontecían. No le agradaba estar en la palestra, y sin embargo, instado por una fuerza interior no podía evitar ciertas manifestaciones externas de su gozo que, por ser inusuales, llamaban la atención de quienes las veían. Además, los favores sobrenaturales que recibía eran visibles para otros.
A los 24 años pidió ingreso en el convento de los Frailes Menores de Orito, Valencia, aunque le desviaron a Elche donde se hallaba la persona que debía acogerle. Profesó en 1564 y fue trasladado a Orito donde fue limosnero. Después estuvo destinado en Villarreal, Jumilla, Almansa, Valencia, entre otras. Por cualquiera de las localidades que atravesaba siempre halló un momento para visitar al Santísimo. Le encomendaron diversos menesteres; fue portero, cocinero, mandadero y barrendero. Dormía acurrucado contra la pared y le agradaba sentarse en cuclillas. Las dificultades que se presentaban en la convivencia las solventaba con buen sentido del humor y caridad.
Nunca perdía el tiempo. Al igual que había llenado las horas mientras ejercía el pastoreo con oraciones, composiciones para María, la confección de rosarios o de algún instrumento musical, en los pequeños instantes de asueto que surgían en la vida conventual se le podía ver rezando y adorando la Eucaristía con los brazos en cruz. Buscaba el modo de ayudar a los sacerdotes en misa para estar más cerca del Santísimo, al que dedicó hermosísimas oraciones, y proseguía su adoración entrada la noche, llegando a la capilla antes que el resto de la comunidad.
Tuvo que ir a París a entregar una carta al general de la Orden, padre Cristóbal de Cheffontaines, y en el trayecto defendió con bravura la fe en la Eucaristía frente a los calvinistas que le salieron al paso, y que le atacaron. Apenas sabía leer y escribir, pero cuando se trataba de hablar de la presencia de Cristo en la Eucaristía, no había quien le ganara. Era capaz de penetrar con hondura, agudeza y juicio cierto en cuestiones de  índole teológica. Falleció en Villarreal, Castellón, el 17 de mayo de 1592, Domingo de Pentecostés, escuchando el tañido de la campana que avisaba de la elevación de la Eucaristía en la Santa Misa. Al confirmarlo, musitó: «¡Ah que hermoso momento!», y a renglón seguido entregó su alma a Dios. Durante el funeral el ataúd estaba abierto, y mientras el oficiante realizaba la doble elevación abrió y cerró sus ojos en dos ocasiones. Se le han atribuido numerosos milagros en vida y después de muerto. Pablo V lo beatificó el 29 de octubre de 1618. Y Alejandro VIII lo canonizó el 16 de octubre de 1690. León XIII lo declaró patrono de las asociaciones y congresos eucarísticos.