Servicio diario - 18 de mayo de 2017


Histórico encuentro en el Vaticano del Papa con los enfermos de Huntington
Sergio Mora

El Papa a los enfermos de Huntington: “Valiosos para Dios, valiosos para la Iglesia” – Texto completo –
Redacción

Aislar a los fundamentalistas y construir una economía responsable, para obtener la paz
Redacción

El papa en Santa Marta: El amor de Jesús no tiene límites. Contagiemos esta alegría
Redacción

Nuevo obispo para Argentina
Redacción

Vaticano: Misa de acción de gracias por la canonización de Jacinta y Francisco Marto
Redacción

Su Presencia, nuestra fuerza – VI Domingo de Pascua
Enrique Díaz Díaz


 

18 mayo 2017
Sergio Mora

Histórico encuentro en el Vaticano del Papa con los enfermos de Huntington

En el Aula Pablo VI, acompañados por familiares, médicos y personal sanitario

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 19 May. 2017).- El papa Francisco recibiào este jueves en audiencia en el Aula Pablo VI en el Vaticano, enfermos de Huntington (EH) de todo el mundo, acompañados por sus familiares, además de las asociaciones, los médicos y el personal sanitario que se ocupa de ellos, en todo unas 2.500 personas.

El enfermo de Huntington es como si tuviera el alzheimer, el parkinson y otras discapacidades juntas. Mientras en algunos países es rara, en América Latina es más común.

“Durante mucho tiempo –les dijo el Santo Padre– los temores y las dificultades que han caracterizado la vida de las personas enfermas de Huntington han provocado a su alrededor malentendidos, barreras, verdaderas marginaciones”.

Y “en muchos casos, los enfermos y sus familias han experimentado el drama de la vergüenza, del aislamiento, del abandono. Pero hoy estamos aquí porque queremos decir a nosotros mismos y al mundo. «Nunca más oculta».

Les animó recordando que “la enfermedad, que es expresión de la fragilidad, no puede y no debe llevarnos a olvidar el inmenso valor que siempre tenemos ante Dios. También la enfermedad puede ser una oportunidad para el encuentro, la colaboración, la solidaridad”.

Aseguró que “la familia es un lugar privilegiado de vida y dignidad, y pueden contribuir a crear esa red de solidaridad y de ayuda que sólo la familia es capaz de asegurar y a la que está llamada a vivir en primer lugar”.

La de Huntington (EH), es una grave y rara enfermedad neurológica, hereditaria y degenerativa. La EH se llama así en honor de George Huntington, un médico estadounidense que describió la enfermedad en 1872. Fue la primera persona que identificó el carácter hereditario de la EH.

La iniciativa titulada “HDdennomore”, “Nunca Más Ocultos”, está promocionada por una coalición mundial de defensores de la causa de la EH dedicada a crear conciencia sobre esta enfermedad aún desconocida, a terminar con el estigma y la vergüenza que esta provoca y a promover acciones para lograr un cambio.

Ayer miércoles en la Sala de Prensa de la Santa Sede varias personas que acompañaban a algunos enfermos explicaron junto a ellos el drama de quien es afectado por este morbo y para sus familiares.

Enfermos que sufren el abandono sea de la sociedad que de la investigación científica. El cardenal Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, señaló en la Sala de Prensa que las casas farmacéuticas invierten poco en la investigación porque se activan solamente si tienen un retorno económico.

Un estigma social que es necesario superar porque en quienes tienen esta enfermedad genética, muchas veces son ‘escondidos’ o marginados, porque considerados ‘poseídos’ por el diablo debido a sus movimientos espasmódicos.

Los organizadores han coordinado otra serie de eventos como un intercambio educativo entre investigadores y médicos de Latinoamérica y del Hospital Universitario italiano Gemelli de Roma, para que compartan sus aprendizajes y prácticas recomendadas en cuanto a la atención y el tratamiento de los afectados por la EH.

Entre los participantes hay representantes de los países sudamericanos: Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela; de Europa: Bélgica, Alemania, Inglaterra, Irlanda, Laponia, Noruega, Polonia y España; y de EEUU y Nueva Zelanda.

(Texto completo de las palabras del papa Francisco)

 

18/05/2017-10:17
Redacción

El Papa a los enfermos de Huntington: “Valiosos para Dios, valiosos para la Iglesia” – Texto completo –

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 18 May. 2017).- Santo Padre, “su abrazo es una revolución para el presente y para el futuro”. Esta fue la percepción de la señora Cattaneo involucrada con enfermos de Huntington, que con la voz embargada por la emoción se dirigió al Papa al inicio de la audiencia de este jueves en el Aula Pablo VI.
La de Huntington (EH), es una grave y rara enfermedad neurológica, hereditaria y degenerativa que afecta a muchas personas en particular en América Latina.
A continuación las palabras del Santo Padre:
“Queridos hermanos y hermanas: les recibo con alegría y les saludo a cada uno de los que están aquí presentes en esta reunión y reflexión dedicada a la enfermedad de Huntington. Doy las gracias sinceramente a todos los que se han esforzado para que esta jornada se pudiera realizar. Agradezco a la señora Cattaneo y al señor Sabine sus palabras de presentación.
Me gustaría extender mi saludo a todos los que llevan en su cuerpo y en su vida las huellas de esta enfermedad, así como a los que sufren otras enfermedades denominadas raras. Sé que algunos de vosotros han tenido que realizar un viaje muy largo y difícil para estar hoy aquí. Lo agradezco y me alegro de vuestra presencia.
He escuchado vuestras historias y las dificultades que cada día tienen que afrontar; conozco la tenacidad y la dedicación con que vuestras familias, los médicos, el personal sanitario y los voluntarios están a vuestro lado en este camino lleno de cuestas arriba, algunas muy duras.
“Durante mucho tiempo –indicó el Santo Padre– los temores y las dificultades que han caracterizado la vida de las personas enfermas de Huntington han provocado a su alrededor malentendidos, barreras, verdaderas marginaciones”.
Y “en muchos casos, los enfermos y sus familias han experimentado el drama de la vergüenza, del aislamiento, del abandono. Pero hoy estamos aquí porque queremos decir a nosotros mismos y al mundo. «Nunca más oculta».
No se trata simplemente de un eslogan, sino de un compromiso que todos debemos asumir. La fuerza y la convicción con que pronunciamos estas palabras se derivan precisamente de la misma enseñanza de Jesús. Durante su ministerio, él se encontró con muchos enfermos, se hizo cargo de su sufrimiento, derribó los muros del estigma y de la marginación que a muchos de ellos les impedía sentirse respetados y queridos.
Para Jesús, la enfermedad nunca ha sido obstáculo para acercarse al hombre, sino todo lo contrario. Él nos ha enseñado que la persona humana es siempre valiosa, que tiene siempre una dignidad que nada ni nadie le puede quitar, ni siquiera la enfermedad.
La fragilidad no es un mal. Y la enfermedad, que es expresión de la fragilidad, no puede y no debe llevarnos a olvidar el inmenso valor que siempre tenemos ante Dios. También la enfermedad puede ser una oportunidad para el encuentro, la colaboración, la solidaridad.
Los enfermos que se encontraban con Jesús quedaban regenerados sobre todo por esta toma de conciencia. Se sentían escuchados, respetados, amados. Ninguno de vosotros no debe sentirse nunca solo, ninguno se debe sentir una carga, ninguno debe sentir la necesidad de escapar. Ustedes son valiosos para Dios, son valiosos para la Iglesia.
Me dirijo ahora a las familias. Quien sufre la enfermedad de Huntington sabe que nadie puede superar la soledad y la desesperación si no tiene a su lado personas que con abnegación y constancia se transforman en «compañeros de viaje». Ustedes son todo esto: padres, madres, esposos, esposas, hijos, hermanos y hermanas, que cada día, de manera silenciosa pero eficaz, acompañáis a vuestros familiares en este duro camino.
También para vosotros el camino se hace a veces cuesta arriba. Por eso les animo también a que no se sientan solos; a que no cedan a la tentación del sentimiento de vergüenza y de culpa.
La familia es un lugar privilegiado de vida y dignidad, y pueden contribuir a crear esa red de solidaridad y de ayuda que sólo la familia es capaz de asegurar y a la que está llamada a vivir en primer lugar. Y me dirijo a vosotros, médicos, personal sanitario, voluntarios de las asociaciones que se dedican a la enfermedad de Huntington y a las personas afectadas por ella.
Entre vosotros hay también personal del Hospital «Casa Sollievo della Sofferenza» que, con su atención y su investigación, son una manifestación de la aportación que la Santa Sede quiere dar en este ámbito tan importante a través de una obra suya.
El servicio de todos vosotros es muy valioso, porque la esperanza y el impulso de las familias que se confían a vosotros depende ciertamente de vuestro compromiso e iniciativa. Son muchos los retos que plantea la enfermedad desde el punto de vista diagnóstico, terapéutico y asistencial.
Que el Señor bendiga vuestro trabajo: que sean un punto de referencia para los pacientes y sus familias, que en muchas ocasiones se ven obligados a hacer frente a las ya duras pruebas que la enfermedad comporta en un contexto socio-sanitario que, con frecuencia, no corresponde a la dignidad de la persona humana. Así las dificultades aumentan.
Con frecuencia, la enfermedad se agrava por la pobreza, las separaciones forzadas y una sensación general de confusión y desconfianza. Por eso, las asociaciones y los organismos nacionales e internacionales son decisivos.
Ustedes son como las manos de Dios que siembran esperanza. Son la voz de estas personas que quieren reivindicar sus derechos. Por último, están aquí presentes genetistas y científicos que sin escatimar energías se dedican desde hace tiempo al estudio y la búsqueda de una terapia para la enfermedad de Huntington.
Es obvio que se mira a vuestro trabajo con mucha expectativa: la esperanza de encontrar un camino para la curación definitiva de la enfermedad depende de vuestros esfuerzos, pero también para la mejora de las condiciones de vida de estos hermanos y para su acompañamiento, especialmente en la etapa delicada del diagnóstico, cuando aparecen los primeros síntomas.
Que el Señor bendiga vuestros esfuerzos. Les animo a realizarlo siempre con medios que no contribuyan a alimentar esa «cultura del descarte» que a veces se insinúa también en el mundo de la investigación científica. Algunas líneas de investigación, de hecho, utilizan embriones humanos provocando inevitablemente su destrucción.
Pero sabemos que ningún fin, aunque en sí mismo sea noble -como la posibilidad de una utilidad para la ciencia, para otros seres humanos o para la sociedad- puede justificar la destrucción de embriones humanos.
Hermanos y hermanas, como ven ustedes una comunidad grande y motivada. Que la vida de cada uno de vosotros, marcada directamente por la enfermedad de Huntington o comprometida cada día en acompañar el dolor y la dificultad de los enfermos, sea un testimonio vivo de la esperanza que Cristo nos ha dado. Incluso a través del dolor pasa un camino fecundo de bien que podemos recorrer juntos. Gracias a todos. Por favor, no se olviden de rezar por mí, igual que yo rezaré por vosotros.

 

18/05/2017-15:57
Redacción

Aislar a los fundamentalistas y construir una economía responsable, para obtener la paz

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 18 May. 2017).- La complejidad del escenario internacional; una economía que olvida la finalidad de servir al ser humano; el fundamentalismo, el abuso de la religión para justificar la sed de poder, la explotación del santo nombre de Dios son factores que elevan la tensión.
A ello se responde mediante la construcción de una economía y finanzas responsables frente a las suertes del ser humano y aislando a todo aquel que intenta transformar una pertenencia y una identidad religiosa en razón para odiar a todos los demás.
Lo indicó el papa Francisco en la mañana de este jueves al recibir en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a los embajadores de Mauritania, Nepal, Trinidad y Tobago, Sudán, Kazajstán y Niger con ocasión de la presentación de las cartas credenciales.
“Entre los factores que agudizan los problemas se encuentran una economía y unas finanzas que, en lugar de servir al ser humano concreto, se organizan principalmente para servirse a sí mismas y escapar del control de las autoridades públicas, que siguen siendo responsables del bien común, pero carecen de las herramientas necesarias para moderar los apetitos exagerados de unos pocos”, dijo.
Indicó además “la tendencia creciente a considerar el recurso a la fuerza no como ultima ratio sino casi como un medio entre otros, disponible para ser utilizado sin una evaluación exhaustiva de las consecuencias”.
El Pontífice señaló como factor que agrava los conflictos “el fundamentalismo, el abuso de la religión para justificar la sed de poder, la explotación del santo nombre de Dios para que progrese por cualquier medio, el propio proyecto hegemónico”.
“A estas degradaciones y a los riesgos que representan para la paz en el mundo –explicó el Santo Padre– se responde mediante la construcción de una economía y una finanza responsables frente a las suertes del ser humano y de las comunidades donde vive”.
“También se debe hacer frente a las divergencias –indicó el sucesor de Pedro– con la paciencia valiente del diálogo y de la diplomacia, con iniciativas de encuentro y de paz y no con la exhibición de la fuerza y su uso precipitado y desconsiderado. Es indispensable, además, aislar a todo aquel que intenta transformar una pertenencia y una identidad religiosa en razón para odiar a todos los demás”.
Y en concreto invitó: “A quien desfigura así la imagen de Dios hay que oponer un esfuerzo concertado para demostrar que su Nombre se honra salvando vidas , no matándolas, llevando reconciliación y paz, no división y guerra, con la misericordia y la compasión y no con la indiferencia y la brutalidad”.
“Si avanzamos con decisión por este camino, la causa de la paz y de la justicia –condiciones de un desarrollo equilibrado para todos– dará pasos concretos hacia adelante”, dijo.

 

18/05/2017-11:00
Redacción

El papa en Santa Marta: El amor de Jesús no tiene límites. Contagiemos esta alegría

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 18 May. 2017).- El amor de Jesús no tiene límite, a diferencia de los amores mundanos que buscan poder y vanidad. Y el cristiano debe transmitir alegría a la gente porque el amor de Dios el en centro de la vida de un cristiano.
Esta fue la idea central de la homilía del papa Francisco en la Casa Santa marta durante la misa matutina de este jueves.
Jesús nos pide que permanezcamos en su amor “porque es el amor del Padre”, a la vez que nos invita a poner en práctica sua mandamientos. Y si bien los diez mandamientos son la base, el fundamento, es necesario seguir “todas las cosas que Jesús nos ha enseñado, estos mandamientos de la vida cotidiana”, que representan “un modo de vivir cristiano”.
El sucesor de Pedro añadió que son muchos los mandamientos de Jesús, si bien el núcleo es uno: “el amor del Padre hacia Él y el amor de Él hacia nosotros”.
“También el mundo nos propone otros amores: el amor al dinero, por ejemplo; el amor a la vanidad, pavonearse; el amor al orgullo; el amor al poder, y también haciendo tantas cosas injustas para tener más poder... Son otros amores, éstos no son de Jesús, ni son del Padre. Él nos pide que permanezcamos en su amor, que es el amor del Padre”.
Invitó a pensar también “en estos otros amores que nos alejan del amor de Jesús.
Además, hay otras medidas para amar: amar a medias, y esto no es amar. Una cosa es querer y otra cosa es amar”.
Por ello indicó el Papa “amar es más que querer”. Y se preguntó: ¿“Cuál es la medida del amor?”, “la medida del amor es amar sin medida” y cumpliendo estos mandamientos que Jesús nos ha dado, “permaneceremos en el amor de Jesús que es el amor del Padre, es el mismo. Sin medida. Sin este amor tibio o interesado”.
“El gran amor a Él es permanecer en este amor. Y añadió que el “amor y la alegría son un don”, dones que debemos pedir al Señor.
El Pontífice recordó que de reciente un sacerdote elevado a obispo le comentó esta noticia a su papá, un anciano obrero pero con la sabiduría de la vida, quien le aconsejó: ‘Obedece y da alegría a la gente’.
“Nuestra misión cristiana es dar alegría a la gente” dijo el Pontífice, indicando la oración apenas rezada: “Que el Señor cuide este don de permanecer en el amor de Jesús para poder dar alegría a la gente”.

 

18/05/2017-14:10
Redacción

Nuevo obispo para Argentina

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 18 May. 2017).- El Santo Padre Francisco ha nombrado obispo Auxiliar de la arquidiócesis de Mercedes-Luján (Argentina) al padre Jorge Eduardo Scheinig, párroco de San Gabriel de la Dolorosa en la localidad de Vicente López, asignándole la sede titular de Ita, informó este jueves en un comunicado la Oficina de prensa de la Santa Sede.
Rev.do Jorge Eduardo Scheinig
El Rev.do Jorge Eduardo Scheinig nació el 5 de junio de 1959 en Carapachay, diócesis de San Isidro. Fue ordenado sacerdote el 9 de diciembre de 1983. Licenciado en Teología Pastoral en la Pontificia Universidad Argentina.
Como sacerdote ha ocupado los siguientes ministerios: Consejero Juvenil Diocesano, Consejero del Equipo Nacional de la Juventud de la Conferencia Episcopal Argentina, coordinador del Consejo Pastoral de la diócesis de San Isidro, Consultor de la Comisión de Fe y Cultura de la Conferencia Episcopal Argentina, Consejero Pastoral de Cáritas Argentina, director pastoral de las escuelas de San Martín de Tours en San Fernando y de San Gabriel en Vicente López, Coordinador del Equipo de pastoral urbana de la región de Buenos Aires y Gran Buenos Aires y profesor de Teología Pastoral en el Seminario de la diócesis de San Isidro y en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Argentina.
Además, ha sido vicario parroquial de la parroquia de Resurrección del Señor en Martínez (1984-1990) y Párroco de la parroquia de San Pedro y San Pablo en San Fernando (1991-1997), Nuestra Señora de Aranzazu en San Fernando (1998-2008) La Purísima en General Pacheco (2009-2010). Actualmente es párroco de San Gabriel de la Dolorosa en Vicente López.

 

18/05/2017-06:26
Redacción

Vaticano: Misa de acción de gracias por la canonización de Jacinta y Francisco Marto

(ZENIT – Roma 18, May. 2017).- Una misa en acción de gracias por la canonización de Jacinta y Francisco Marto, pastorcitos de Fátima canonizados el pasado domingo, se realizará este sábado 20 de mayo en la basílica de San Pedro en Roma, en una celebración presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la causa de los santos.
Después de la eucaristía celebrada a las 10 de la mañana, sigue una conferencia sobre la espiritualidad de los santos Jacinta y Francisco Marto, en el aula magna de la Universidad Pontificia Gregoriana, con sede en Roma.
El padre Nuno Gonçalves, SJ, rector de la Gregoriana, hará un saludo inicial y después el director de Estudios del Santuario de Fátima hará una reflexión sobre los textos referentes a Fátima, fuentes e interpretaciones.
A continuación el cardenal Angelo Amato explicará algunos particulares sobre la santidad de los dos pastorcitos y concluirá las exposiciones el obispo de Leiria- Fátima, don Antonio Marto.
El evento concluye en la noche con un concierto de Giampaolo di Rosa en la iglesia de San António de los Portugueses, en las inmediaciones de Plaza Navona.

 

18/05/2017-05:00
Enrique Díaz Díaz

Su Presencia, nuestra fuerza – VI Domingo de Pascua

Hechos de los Apóstoles 8, 5-8. 14-17: “Les impusieron las manos y recibieron al Espíritu Santo”
Salmo 65: “Las obras del Señor son admirables. Aleluya”
I San Pedro 3, 15-18: “Murió en su cuerpo y resucitó glorificado”
San Juan 14, 15-21: “Yo le rogaré al Padre y Él les dará otro Paráclito”

Él ya no es un jovencito pero lo lleva prendido en su mente y en su corazón. Y aunque ya hace muchos años que falleció su padre, platica sus últimos momentos como si fuera ayer. “Es que sus últimas palabras las llevo grabadas en mi corazón y no las puedo olvidar. Para mí fueron como la gran herencia que me dejó para toda la vida. Más que las riquezas sus consejos últimos me han sostenido en todas las dificultades”. Y me detalla sus conceptos sobre los valores, sobre la verdad, sobre el trabajo, sobre Dios. “Ahora ya no hay valores que sostengan la vida. Hay palabras que valen más que un tesoro”.
Jesús no quiere dejar en la orfandad a sus discípulos, ni los quiere desprotegidos, ni que vivan como abandonados. En la intimidad de la Última Cena, abre su corazón y les confía sus tesoros más preciados: “Si me aman, cumplirán mis mandamientos”. Coloca Jesús el amor como el más valioso de sus tesoros, como el imprescindible para ser su discípulo, como la señal distintiva. No les dice, si ustedes son muy valientes, si me obedecen o si no quieren ir al infierno. La razón fundamental del cristiano, lo que lo mueve, el estilo propio de su conducta es el amor. Podríamos aducir muchas otras motivaciones, muchas implicaciones, pero si en la base no está el amor, es mentira que seamos cristianos. Quizás hemos perdido mucho tiempo en busca de disciplina, doctrina u organización y hemos descuidado lo fundamental: el amor a Cristo y a los hermanos. Es su mandamiento fundamental. Jesús no espera soldados que lo defiendan, Jesús no busca científicos que demuestren su verdad, Jesús no llama legisladores que sostengan su ley, Jesús busca enamorados que vivan a plenitud su misma vida. Entonces sí, bienvenidos los evangelizadores, bienvenidos los soldados, bienvenidos los legisladores, porque si tienen en su corazón el amor sabrán proclamar su Evangelio.
El hombre sufre de angustia y de inseguridad. Le teme al silencio, al fracaso y a la soledad. Porque es cierto que “la soledad purifica pero la ausencia mata”. El evangelio de este domingo está envuelto en la atmósfera de despedida. Jesús está dando las últimas instrucciones a sus discípulos porque ya se va. Los discípulos empiezan a entrever el dolor de la ausencia, pero Jesús anuncia, promete y revela una nueva presencia. Una presencia que cambia el concepto antiguo de Dios y la relación del hombre con Él. En el Antiguo Testamento, y quizás en la mente y vivencia de muchos de nosotros, se tenía el concepto de un Dios como una realidad exterior al hombre y como distante de él. Se necesitan mediaciones para llegar a Él. Así se ponen una serie de elementos que nos llevan a Dios: el templo, la observancia de las leyes, los sacrificios, el sacerdote, los santos. Dios quedaba fuera del mundo y nosotros a veces nos quedábamos anclados en los signos y no llegábamos a Dios, y no es raro que terminábamos dando más importancia al rito, a la ley, al signo que al mismo Dios.
Y Cristo hoy nos descubre una relación dinámica, interior, vivificante. Cristo anuncia esa nueva presencia divina en nosotros, muy dentro en nuestro corazón, en nuestra vida diaria. Y nos asegura tres diferentes modos de presencia que sostendrán la comunidad: su permanencia viva en medio de nosotros, la donación del Espíritu Santo y la presencia íntima de la Trinidad en el corazón de los creyentes al darnos a conocer “Yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes”. No estamos solos, Cristo nos asegura: “No los dejaré desamparados”. Y nos descubre este profundo cambio de relación entre Dios y nosotros. La comunidad y cada miembro se convierten en morada de la divinidad. Nos hacemos templo y santuario de Dios. Dios ya no está fuera de nosotros, sino en nosotros mismos y de ahí brotan infinidad de consecuencias: la dignidad del hombre y de la naturaleza, la exigencia del respeto al otro que también es santuario de Dios, la primacía del amor sobre los ritos y de la vida sobre la doctrina. Dios está vivo en medio de nosotros, no es doctrina, ni ley, sino vida.
Jesús se va y se queda. Al marcharse el que es el Guía, cuando parece que se agrieta y se desmorona el grupo ante la ausencia del Maestro, recibe la promesa de esta nueva presencia que se hará realidad en la vida de la primera Iglesia, al recibir el Espíritu Santo y descubrir la realidad de la presencia y asistencia de Jesús en medio de todas las vicisitudes de una Iglesia que recién empieza. A pesar de los riesgos que los apóstoles corrían cuando Jesús los dejó “solos”, siguieron conservando su identidad y su tarea porque contaban con el dinamismo del Espíritu Santo. Cada paso, cada nueva crisis, siempre es resuelta con la presencia de Jesús y con la asistencia del Espíritu Santo. Pero es también todo un reto, porque están más propensos a construir su propia iglesia, su propio grupo y olvidarse de la Iglesia de Jesús. Todo esto tiene una condición: “si me aman...” Si no, todo está perdido.
Hoy debemos preguntarnos seriamente: ¿Qué importancia le damos nosotros a este amor que nos propone Jesús? ¿No hemos perdido demasiado el tiempo en cosas secundarias y nos hemos olvidado de amar al estilo de nuestro Maestro y Pastor? ¿Cuál sería la señal distintiva de nosotros cristianos, de nuestras familias y de nuestras comunidades? ¿Es el amor?
Gracias, Padre Bueno, por el regalo que nos has hecho de la presencia de Jesús. Él es nuestro pastor, nuestro camino y nuestro guía. Concédenos vivir plenamente su mandamiento de amarte y amarnos unos a otros para ser sus dignos discípulos. Amén.