Servicio diario - 28 de mayo de 2017


Solidaridad del Papa Francisco con Teodoro II (traducción completa)
Raquel Anillo

La fiesta de la Ascensión “revela el por qué la Iglesia existe” (traducción completa)
Raquel Anillo

Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2017
Redacción


 

28 mayo 2017
Raquel Anillo

Solidaridad del Papa Francisco con Teodoro II (traducción completa)

Y con las familias de Manchester

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 28 mayo 2017). – El Papa Francisco expresa su solidaridad con el Papa copto ortodoxo Teodoro II en la oración del Regina Coeli, este domingo 28 de mayo 2017, en la plaza San Pedro.

El Papa se ha solidarizado con Egipto, al día siguiente del atentado que han sufrido los peregrinos del monasterio San Samuel en el centro de Egipto.

El Papa ha dicho también su cercanía a las personas golpeadas por el atentado de Manchester.

Enseguida ha dado las gracias a los Genoveses por su “calurosa acogida” ayer, 27 de mayo.

Y, como en Génova, el Papa ha elevado su voz en favor de los trabajadores de Mediaset Roma que corren el riesgo de perder su trabajo.

Con ocasión de la Jornada mundial de las comunicaciones sociales el Papa ha llamado a una comunicación “constructiva” que aporte “esperanza” y “confianza”

El Papa también ha saludado a varios grupos presentes en la plaza san Pedro, principalmente de Colorado, de Baviera, de Polonia, y a los misioneros combonianos.

He aquí nuestra traducción de las palabras del Papa Francisco después de la oración mariana.

AB

Palabras del Papa Francisco después del Regina Coeli

Queridos hermanos y hermanas,

Deseo expresar de nuevo mi cercanía al querido hermano el Papa Teodoro II y a toda la nación egipcia que, hace dos días, ha sufrido otro acto de violencia feroz.

Las víctimas, incluidos los niños, son fieles que se dirigían a un santuario para rezar, y han sido asesinados tras haberse negado a renunciar a su fe cristiana.

Que el Señor acoja en su paz a estos testigos valientes, estos mártires, y convierta los corazones de los terroristas.

Oremos también por las víctimas del horrible atentado del pasado lunes en Manchester donde tantas vidas jóvenes fueron cruelmente destrozadas. Estoy cerca de sus familias y de todos los que lloran su pérdida.

Celebramos hoy la Jornada mundial de las comunicaciones sociales con el tema “No temas porque yo estoy contigo” (Is. 43,5). Los medios de comunicación social ofrecen la posibilidad de compartir y de difundir en el momento las nuevas de manera capital; estas nuevas pueden ser bonitas o feas, verdaderas o falsas; oremos para que la comunicación, bajo todas sus formas, sea efectivamente constructiva al servicio de la verdad, rechazando los prejuicios, y que difundan la esperanza y la confianza a nuestro tiempo.

Os saludo a todos, queridos romanos y peregrinos: las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones, las escuelas. Saludo en particular a los fieles venidos de Colorado; a los grupos folclóricos bávaros venidos para el gran desfile del centenario de la fiesta de la Patrona Bavariae; saludo a los fieles polacos, con una bendición también para los participantes en la peregrinación al santuario Piekary.

Saludo a los misioneros combonianos que celebran los 150 años de su fundación; a la peregrinación de las Hermanas hospitalarias de Ascoli Piceno; los grupos de Nápoles, Scandicci, Thiesi, Nonantola, y a los alumnos de la escuela “Sagrado Corazón del Verbo Encarnado” de Palermo. Un pensamiento muy especial, y los animo, para los representantes de las asociaciones de voluntariado, que promueven la donación de órganos, “acto noble y meritorio” (Catecismo, n. 2296).

Saludo también a los trabajadores de Mediaset Roma, con el deseo de que su situación laboral pueda resolverse, teniendo como finalidad el verdadero bien de la empresa, no limitándose al mero beneficio, sino respetando los derechos de todas las personas involucradas, de los cuales el primero es el derecho al trabajo.

Quiero concluir con un gran saludo a los genoveses y un gracias por la calurosa acogida que me dispensaron ayer. Que el señor les bendiga abundantemente y que la Virgen de la Guardia les proteja.

Y a todos les deseo un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de orar por mi. Buen almuerzo y hasta pronto!

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

28/05/2017-13:07
Raquel Anillo

La fiesta de la Ascensión “revela el por qué la Iglesia existe” (traducción completa)

(ZENIT-Ciudad del Vaticano, 28 mayo 2016). – La fiesta de la Ascensión “revela el por qué la Iglesia existe”, explica el Papa Francisco: “La Iglesia existe para anunciar el Evangelio! Solamente por eso. Y también es la alegría de la Iglesia el anunciar el Evangelio. La Iglesia, somos nosotros, los bautizados!”

El Papa Francisco ha evocado la fiesta de la Ascensión antes de la oración mariana del Regina Coeli, a mediodía, en la plaza San Pedro, este 28 de mayo 2017.
He aquí la traducción de las palabras del Papa antes de la oración mariana.

AB

Palabras del Papa antes del Regina Coeli

Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Celebramos hoy en Italia y en otros países la fiesta de la Ascensión, sucedida 40 días después de Pascua.

La página evangélica (cf. Mt 28, 16-20), que concluye el evangelio de San Mateo, nos presenta el momento de la despedida definitiva del Resucitado a sus discípulos. La escena se sitúa en Galilea, el lugar donde Jesús les había llamado a seguirle y a formar el primer núcleo de su nueva comunidad. Ahora, estos discípulos son pasados por el “fuego” de la pasión y de la resurrección. A la vista del Señor resucitado, se prosternan delante de él, pero algunos tenían todavía dudas. En esta comunidad asustada, Jesús deja la inmensa tarea de evangelizar el mundo y concretiza esta misión con la orden de enseñar y de bautizar en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (cf. v. 19).

La Ascensión de Jesús al Cielo constituye así el término de la misión que el Hijo ha recibido del Padre y la puesta en marcha de la continuación de esta misión por parte de la Iglesia. A partir de este momento, la presencia de Cristo en el mundo tiene como medidores a sus discípulos, aquellos que creen en él y que lo anuncian.

Esta misión durará hasta el final de la historia y disfrutará cada día de la asistencia del Señor resucitado, que declara: ”Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (v. 20).

Su presencia aporta fuerza en la persecución, reconforte en las tribulaciones, apoyo en las situaciones de dificultad que se conocen en la misión y en el anuncio del Evangelio.

La Ascensión nos recuerda esta asistencia de Jesús y de su espíritu que da confianza, da seguridad a nuestro testimonio en el mundo. Nos revela por qué la Iglesia existe: La Iglesia existe para anunciar el Evangelio! Solo por eso. Y también es la alegría de la Iglesia anunciar el Evangelio. La Iglesia, somos todos nosotros, los bautizados!

Estamos todos invitados hoy a comprender mejor que Dios nos ha dado la gran dignidad y la gran responsabilidad de anunciarle al mundo, de hacerle accesible a la humanidad. He aquí nuestra dignidad, he aquí el mayor honor de cada uno de nosotros, de todos los bautizados!

En esta fiesta de la ascensión, cuando nosotros volvemos la mirada hacia el Cielo, donde subió Cristo y está sentado a la derecha del Padre, fortalecemos nuestros pasos sobre la tierra, para continuar con decisión y entusiasmo nuestro camino, nuestra misión de testimoniar y de vivir el Evangelio en todos los medios.

Pero somos conscientes que esto no depende ante todo de nuestras fuerzas, de la capacidad de organización o de recursos humanos. Es solamente con la luz y con la fuerza del Espíritu Santo que podemos cumplir eficazmente nuestra misión de dar a conocer siempre cada vez más y de hacer que los otros tengan la experiencia del amor y de la ternura de Jesús.

Pidamos a la Virgen María que nos ayude a contemplar los bienes celestes que el Señor nos promete y a convertirnos en los testigos siempre creibles de su Resurrección, de la verdadera Vida.

Regina Coeli laetare, alleluia...

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

28/05/2017-13:20
Redacción

Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2017

«’No temas, que yo estoy contigo’ (Is 43,5). Comunicar esperanza y confianza en nuestros tiempos»: este es el tema elegido por el papa Francisco para la 51ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

Publicamos a continuación el Mensaje del Papa para la Jornada que este año se celebra, en muchos países, este domingo 28 de mayo 2017, Solemnidad de la Ascensión del Señor.

En el tweet de hoy el Papa escribe @Pontifex_es : “Invito a todos a una comunicación constructiva que rechace los prejuicios hacia el otro y transmita esperanza y confianza en nuestro tiempo.”

He aquí el texto completo del Papa.

AB

Mensaje 2017 del Papa Francisco

Gracias al desarrollo tecnológico, el acceso a los medios de comunicación es tal que muchísimos individuos tienen la posibilidad de compartir inmediatamente noticias y de difundirlas de manera capilar. Estas noticias pueden ser bonitas o feas, verdaderas o falsas. Nuestros padres en la fe ya hablaban de la mente humana como de una piedra de molino que, movida por el agua, no se puede detener. Sin embargo, quien se encarga del molino tiene la posibilidad de decidir si moler trigo o cizaña. La mente del hombre está siempre en acción y no puede dejar de «moler» lo que recibe, pero está en nosotros decidir qué material le ofrecemos. (cf. Casiano el Romano, Carta a Leoncio Igumeno).

Me gustaría con este mensaje llegar y animar a todos los que, tanto en el ámbito profesional como en el de las relaciones personales, «muelen» cada día mucha información para ofrecer un pan tierno y bueno a todos los que se alimentan de los frutos de su comunicación. Quisiera exhortar a todos a una comunicación constructiva que, rechazando los prejuicios contra los demás, fomente una cultura del encuentro que ayude a mirar la realidad con auténtica confianza.

Creo que es necesario romper el círculo vicioso de la angustia y frenar la espiral del miedo, fruto de esa costumbre de centrarse en las «malas noticias» (guerras, terrorismo, escándalos y cualquier tipo de frustración en el acontecer humano). Ciertamente, no se trata de favorecer una desinformación en la que se ignore el drama del sufrimiento, ni de caer en un optimismo ingenuo que no se deja afectar por el escándalo del mal. Quisiera, por el contrario, que todos tratemos de superar ese sentimiento de disgusto y de resignación que con frecuencia se apodera de nosotros, arrojándonos en la apatía, generando miedos o dándonos la impresión de que no se puede frenar el mal. Además, en un sistema comunicativo donde reina la lógica según la cual para que una noticia sea buena ha de causar un impacto, y donde fácilmente se hace espectáculo del drama del dolor y del misterio del mal, se puede caer en la tentación de adormecer la propia conciencia o de caer en la desesperación.

Por lo tanto, quisiera contribuir a la búsqueda de un estilo comunicativo abierto y creativo, que no dé todo el protagonismo al mal, sino que trate de mostrar las posibles soluciones, favoreciendo una actitud activa y responsable en las personas a las cuales va dirigida la noticia. Invito a todos a ofrecer a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo narraciones marcadas por la lógica de la «buena noticia».

La buena noticia

La vida del hombre no es sólo una crónica aséptica de acontecimientos, sino que es historia, una historia que espera ser narrada mediante la elección de una clave interpretativa que sepa seleccionar y recoger los datos más importantes. La realidad, en sí misma, no tiene un significado unívoco. Todo depende de la mirada con la cual es percibida, del «cristal» con el que decidimos mirarla: cambiando las lentes, también la realidad se nos presenta distinta. Entonces, ¿qué hacer para leer la realidad con «las lentes» adecuadas?

Para los cristianos, las lentes que nos permiten descifrar la realidad no pueden ser otras que las de la buena noticia, partiendo de la «Buena Nueva» por excelencia: el «Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios» (Mc 1,1). Con estas palabras comienza el evangelista Marcos su narración, anunciando la «buena noticia» que se refiere a Jesús, pero más que una información sobre Jesús, se trata de la buena noticia que es Jesús mismo. En efecto, leyendo las páginas del Evangelio se descubre que el título de la obra corresponde a su contenido y, sobre todo, que ese contenido es la persona misma de Jesús.

Esta buena noticia, que es Jesús mismo, no es buena porque esté exenta de sufrimiento, sino porque contempla el sufrimiento en una perspectiva más amplia, como parte integrante de su amor por el Padre y por la humanidad. En Cristo, Dios se ha hecho solidario con cualquier situación humana, revelándonos que no estamos solos, porque tenemos un Padre que nunca olvida a sus hijos. «No temas, que yo estoy contigo» (Is 43,5): es la palabra consoladora de un Dios que se implica desde siempre en la historia de su pueblo. Con esta promesa: «estoy contigo», Dios asume, en su Hijo amado, toda nuestra debilidad hasta morir como nosotros. En Él también las tinieblas y la muerte se hacen lugar de comunión con la Luz y la Vida. Precisamente aquí, en el lugar donde la vida experimenta la amargura del fracaso, nace una esperanza al alcance de todos. Se trata de una esperanza que no defrauda ―porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones (cf. Rm 5,5)― y que hace que la vida nueva brote como la planta que crece de la semilla enterrada. Bajo esta luz, cada nuevo drama que sucede en la historia del mundo se convierte también en el escenario para una posible buena noticia, desde el momento en que el amor logra encontrar siempre el camino de la proximidad y suscita corazones capaces de conmoverse, rostros capaces de no desmoronarse, manos listas para construir.

La confianza en la semilla del Reino

Para iniciar a sus discípulos y a la multitud en esta mentalidad evangélica, y entregarles «las gafas» adecuadas con las que acercarse a la lógica del amor que muere y resucita, Jesús recurría a las parábolas, en las que el Reino de Dios se compara, a menudo, con la semilla que desata su fuerza vital justo cuando muere en la tierra (cf. Mc 4,1-34). Recurrir a imágenes y metáforas para comunicar la humilde potencia del Reino, no es un manera de restarle importancia y urgencia, sino una forma misericordiosa para dejar a quien escucha el «espacio» de libertad para acogerla y referirla incluso a sí mismo. Además, es el camino privilegiado para expresar la inmensa dignidad del misterio pascual, dejando que sean las imágenes ―más que los conceptos― las que comuniquen la paradójica belleza de la vida nueva en Cristo, donde las hostilidades y la cruz no impiden, sino que cumplen la salvación de Dios, donde la debilidad es más fuerte que toda potencia humana, donde el fracaso puede ser el preludio del cumplimiento más grande de todas las cosas en el amor. En efecto, así es como madura y se profundiza la esperanza del Reino de Dios: «Como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece» (Mc 4,26-27).

El Reino de Dios está ya entre nosotros, como una semilla oculta a una mirada superficial y cuyo crecimiento tiene lugar en el silencio. Quien tiene los ojos límpidos por la gracia del Espíritu Santo lo ve brotar y no deja que la cizaña, que siempre está presente, le robe la alegría del Reino.

Los horizontes del Espíritu

La esperanza fundada sobre la buena noticia que es Jesús nos hace elevar la mirada y nos impulsa a contemplarlo en el marco litúrgico de la fiesta de la Ascensión. Aunque parece que el Señor se aleja de nosotros, en realidad, se ensanchan los horizontes de la esperanza. En efecto, en Cristo, que eleva nuestra humanidad hasta el Cielo, cada hombre y cada mujer puede tener la plena libertad de «entrar en el santuario en virtud de la sangre de Jesús, por este camino nuevo y vivo, inaugurado por él para nosotros, a través del velo, es decir, de su propia carne» (Hb 10,19-20). Por medio de «la fuerza del Espíritu Santo» podemos ser «testigos» y comunicadores de una humanidad nueva, redimida, «hasta los confines de la tierra» (cf. Hb 1,7-8).

La confianza en la semilla del Reino de Dios y en la lógica de la Pascua configura también nuestra manera de comunicar. Esa confianza nos hace capaces de trabajar ―en las múltiples formas en que se lleva a cabo hoy la comunicación― con la convicción de que es posible descubrir e iluminar la buena noticia presente en la realidad de cada historia y en el rostro de cada persona.

Quien se deja guiar con fe por el Espíritu Santo es capaz de discernir en cada acontecimiento lo que ocurre entre Dios y la humanidad, reconociendo cómo él mismo, en el escenario dramático de este mundo, está tejiendo la trama de una historia de salvación. El hilo con el que se teje esta historia sacra es la esperanza y su tejedor no es otro que el Espíritu Consolador. La esperanza es la más humilde de las virtudes, porque permanece escondida en los pliegues de la vida, pero es similar a la levadura que hace fermentar toda la masa. Nosotros la alimentamos leyendo de nuevo la Buena Nueva, ese Evangelio que ha sido muchas veces «reeditado» en las vidas de los santos, hombres y mujeres convertidos en iconos del amor de Dios. También hoy el Espíritu siembra en nosotros el deseo del Reino, a través de muchos «canales» vivientes, a través de las personas que se dejan conducir por la Buena Nueva en medio del drama de la historia, y son como faros en la oscuridad de este mundo, que iluminan el camino y abren nuevos senderos de confianza y esperanza.

Vaticano, 24 de enero de 2017

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