Servicio diario - 01 de junio de 2017


“Ser sacerdote es jugarse la vida por el Señor y por los hermanos”
Redacción

El Papa en Santa Marta: predicar sin temer las persecuciones, en la oración está la fuerza
Redacción

Francisco invita a los europeos a promover la familia, “el tesoro más precioso” que tienen
Redacción

Telegrama del Papa por el fallecimiento del cardenal ucraniano Lubomyr Husar
Redacción

El Santo Padre recibe en audiencia a un miembro de la presidencia de Bosnia-Herzegovina
Redacción

Venezuela: ‘La situación es dramática, ponen dificultades la Cáritas’
Redacción

San Eugenio I – 2 de junio
Isabel Orellana Vilches


 

1 junio 2017
Redacción

“Ser sacerdote es jugarse la vida por el Señor y por los hermanos”

En Santo Padre con la Plenaria de la Congregación para el Clero profundiza la ‘Ratio Fundamentalis’ y sus normas para la formación del clero

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 1º Jun. 2017).- El papa Francisco recibió este jueves en la Sala del Consistorio del Vaticano, a los participantes de la Asamblea Plenaria de la Congregación para el Clero.

En sus palabras el Santo Padre se refirió a la nueva Ratio Fundamentalis, documento aprobado por la Congregación para el Clero a finales de 2016, que determinan una serie de normas para la formación de los sacerdotes y de la necesidad de acompañar en particular a los más jóvenes.

“Este documento habla de una formación integral, capaz de incluir todos los aspectos de la vida; y de este modo indica la vía para formar al discípulo misionero. Un camino fascinante y al mismo tiempo exigente”, dijo.

“El corazón de un joven sacerdote vive entre el entusiasmo de los primeros proyectos y el ansia de las fatigas apostólicas, en las cuales se inmerge con cierto temor, que es signo de sabiduría. Él siente profundamente el júbilo y la fuerza de la unción recibida, pero sus espaldas inician a ser gradualmente cargadas por el peso de la responsabilidad, por los numerosos compromisos pastorales y las esperanzas del Pueblo de Dios”.

Y si muchas veces los jóvenes son etiquetados como una generación ‘líquida’, no debe impedirnos de reconocer que son capaces de apostar firmemente por la vida y de ponerse en juego con generosidad, mirando al futuro con valentía y esperanza.

“Esto es lo que quisiera decir a los sacerdotes jóvenes: ustedes son elegidos, son queridos por el Señor, Dios los mira con ternura de Padre y después de haber enamorado a sus corazones, no dejará vacilar sus pasos. Ante sus ojos son importantes y Él tiene confianza que estarán a la altura de la misión a la cual los ha llamado”.

Por ello el sucesor de Pedro señaló algunas actitudes importantes:

Rezar sin cansarse. Seremos “pescadores de hombres” sólo si nosotros en primer lugar nos reconocemos ser ‘pescados’ por la ternura del Señor. “Nuestra vocación ha iniciado cuando, abandonamos la tierra de nuestro individualismo y de nuestros proyectos personales, y nos encaminamos hacia el ‘santo viaje’, entregándonos a ese Amor que nos ha buscado en la noche y a esa Voz que ha hecho vibrar nuestro corazón”.

Advirtió que cada día necesitamos detenernos, ponernos a la escucha de la Palabra de Dios y permanecer ante el tabernáculo. La oración, la relación con Dios, el cuidado de la vida espiritual dan alma al ministerio sacerdotal. “La oración, la relación con Dios, el cuidado de la vida espiritual dan alma al ministerio, y el ministerio da cuerpo a la vida espiritual, porque el sacerdote se santifica a sí mismo y a los otros, en el ejercicio concreto del ministerio, especialmente predicando y celebrando los sacramentos”.

Caminar siempre, porque un sacerdote siempre está en camino, indicó el Papa. “Jamás podrá sentirse satisfecho, ni podrá apagar la saludable inquietud que le hace extender las manos al Señor para dejarse formar y llenar”.

Deberá además “actualizarse siempre y permanecer abiertos a las sorpresas de Dios. De hecho, en cada ámbito de la vida presbiteral es importante progresar en la fe, en el amor y en la caridad pastoral, sin enraizarse en las propias adquisiciones o fijarse en los propios esquemas”.

Compartir con el corazón. “La vida presbiteral –concluyó el Papa– no es un trabajo burocrático ni un conjunto de prácticas religiosas o una liturgia a la que asistir. Ser sacerdote es jugarse la vida por el Señor y por los hermanos, llevando en carne propia la alegría y las angustias del Pueblo, invirtiendo el tiempo en escuchar para sanar las heridas de los demás, ofreciendo a todos la ternura del Padre”.

 

01/06/2017-10:52
Redacción

El Papa en Santa Marta: predicar sin temer las persecuciones, en la oración está la fuerza

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, Abr. 2017).- El papa Francisco explicó este jueves en la homilía que realizó en la Domus Santa Marta, tres dimensiones que tiene un apóstol, partiendo las lecturas del día.
La primera es una vida siempre en movimiento, “la predicación del anuncio”. Pablo va de una parte a otra a anunciar a Cristo y “cuando no predica en un lugar, trabaja”. Entretanto “cuando es llamado a predicar y anunciar a Jesucristo, es una pasión la suya”, no se tira atrás. “Y esta es una de las dimensiones que lo pone en dificultad”.
Así la segunda dimensión del Apóstol de las gentes “son las persecuciones”. En la Primera lectura de hoy “leemos que todos lo acusan en unanimidad”. Pablo acaba siendo juzgado acusado de ser “un perturbador”.
Ante el tribunal “el Espíritu Santo inspiró a Pablo un poco de astucia, porque sabía que entre ellos había muchas luchas internas, sabía que los saduceos no creían en la Resurrección y que los fariseos creían.... y él para salir de esa situación dijo en alta voz: ‘Hermanos y soy fariseo, hijo de fariseos. Me llaman a juicio porque tengo esperanza en la resurrección de los muertos”. Apenas dijo esto inició una disputa entre los fariseos, los saduceos y la asamblea, porque los saduceos no creían... y estos que parecían ser ‘uno’ se dividieron todos”.
Esta gente, advirtió, “había perdido al Ley, la doctrina, la fe, porque la habían transformado en ideología”, “lo mismo la doctrina”.
La tercera dimensión es la oración y “Pablo tenía esta intimidad con el Señor”. “El dice que una vez fue llevado casi al séptimo cielo durante la oración, y no sabía como decir las cosas bellas que había escuchado allí”.
“La fuerza de Pablo estaba en este encuentro que tenía con el Señor en la oración, como fue su primer encuentro en el camino de Damasco, cuando iba a perseguir a los cristianos. Pablo es el hombre que ha encontrado al Señor y no se olvida de eso, se deja encontrar por el Señor y busca al Señor para encontrarlo. Un hombre de oración”.
El Papa señaló que Pablo iba hacia adelante “entre las persecuciones del mundo y las consolaciones del Señor”. Y concluyó pidiendo que “el Señor nos dé la gracia a todos nosotros los bautizados, de tener estas tres actitudes en nuestra vida cristiana: anunciar a Jesucristo, resistir” a las persecuciones “y a las seducciones que nos llevan a alejarnos de Jesucristo, y la gracia del encuentro con Jesús en la oración”.

 

01/06/2017-14:09
Redacción

Francisco invita a los europeos a promover la familia, “el tesoro más precioso” que tienen

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Papa Francisco recibió este jueves con motivo de su 20º aniversario, a varias familias de la Federación de Asociaciones Católicas de
Familias en Europa (FAFCE). Esta realidad asociativa, está llamada a trabajar “para que Europa siga considerando a la familia como su tesoro más precioso”, indicó el Santo Padre.
“Las familias no son piezas de museo sino que a través de estas se concretiza el don, el empeño recíproco en la apertura generosa a los hijos, así como en el servicio a la sociedad”, dijo.
El Obispo de Roma reiteró así la importancia del servicio integral a la familia, “célula fundamental de la sociedad” como recordó ante las autoridades de la Unión Europea y “levadura que ayuda a hacer crecer un mundo más humano y fraterno, donde nadie se sienta rechazado, ni abandonado”. Y recordó que en su exhortación Amoris laetitia ha querido subrayar “como a partir de las familias podemos volver concreto el don a través de la belleza y la alegría del amor recíproco”.
Añadió que “la unidad de todos los miembros de la familia y el compromiso solidario de las familias con toda la sociedad son aliados del bien común y de la paz, también en Europa” y que “por lo tanto hoy más que nunca es necesaria una cultura del encuentro en el que se valoriza la unidad en la diferencia, la reciprocidad, la solidaridad entre las generaciones”.
Indicó que Europa vive principalmente cuatro crisis: “la demográfica, la migratoria, la laboral y la educativa” las cuales podrían encontrar “horizontes positivos justamente en la cultura del encuentro”.
El Papa elogio también las iniciativas que realiza la FAFCE en Europa como “promover políticas concretas en favor de la familia en el sector económico y en el laboral, pero no sólo, con el objetivo de ofrecer un trabajo digno y adecuado para todos, en especial a los jóvenes que en muchas regiones de Europa sufren por la plaga del desempleo. En estas iniciativas, así como en las otras que tocan directamente el ámbito legislativo, debe prevalecer siempre la atención al respeto y a la dignidad de toda persona”.
El Pontífice señaló que el servicio se concretiza con “los más necesitados; con las personas con discapacidades; los huérfanos; en la solidaridad con los migrantes; en el arte paciente paciente de educar que ve en cada joven un sujeto digno del amor familiar; en la vida de quien está por nacer, aún sin voz; en las condiciones de vida digna para los ancianos”.
El Papa Francisco concluyó su denso discurso con una triple exhortación: “Los aliento a desarrollar con creatividad nuevos métodos y recursos para que la familia pueda ejercitar, tanto en el ámbito eclesial como en el civil, la triple tarea de sostener a las nuevas generaciones; de acompañar en los difíciles caminos, algunas veces accidentados de la vida; y de guía que muestre referencias de valores y de significados en el camino de cada día. Esta triple misión puede ser una contribución específica que vuestra Federación, con su servicio cotidiano, ofrece a las familias de Europa”.

 

01/06/2017-15:26
Redacción

Telegrama del Papa por el fallecimiento del cardenal ucraniano Lubomyr Husar

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 1 Jun. 2017).- Tras el fallecimiento del cardenal Lubomyr Husar, arzobispo mayor emérito de Kyiv- Haly?, en Ucrania, ocurrido ayer 31 de mayo, el papa Francisco envió un telegrama a su beatitud Sviatoslav Shevchuk, sucesor del cardenal en la arquidiócesis mayor de Kyiv- Haly?. El funeral del purporado será próximo 5 de junio en Kiev.
“Recuerdo su tenaz fidelidad a Cristo, a pesar de las dificultades y persecuciones contra la Iglesia, así como su fructífera actividad apostólica para promover la organización de los fieles del rito greco católicos, descendientes de las familias forzadas a abandonar Ucrania occidental”, escribe el Papa, que resalta el trabajo ecuménico y de diálogo del purpurado ucraniano con la iglesia ortodoxa.
Texto del telegrama:
«He sabido del fallecimiento del señor cardenal Lobomyr Husar, arzobispo mayor emérito de Kyiv- Haly?, y elevo fervientes oraciones a Dios para que le conceda el reposo eterno a este ferviente pastor. Me uno espiritualmente a los fieles de esta comunidad diocesana, donde él ejercitó el ministerio pastoral, trabajando con empeño en favor del renacimiento de la iglesia griego-católica en Ucrania.
Recuerdo su tenaz fidelidad a Cristo, a pesar de las dificultades y persecuciones contra la Iglesia, así como su fructífera actividad apostólica para promover la organización de los fieles del rito greco católicos, descendientes de las familias que fueron forzadas a abandonar Ucrania occidental; así como su esfuerzo para encontrar caminos siempre nuevos de diálogo y de colaboración con las Iglesias ortodoxas.
Al expresar mi pésame a los familiares del fallecido purpurado, al clero y a quienes han beneficiado su ministerio episcopal, de corazón imparto la confortante bendición apostólica, como signo de fe y de esperanza cristiana en el Señor resucitado».
Nacido en Lviv, Ucrania, el 26 de febrero de 1933, Lubomyr Husar huyó en 1944 de su país con sus padres debido a la invasión del ejército soviético. Pasó los primeros años después de la Segunda Guerra Mundial entre los refugiados ucranianos en un campo de personas desplazadas cerca de Salzburgo, Austria. En 1949, emigró con su familia a los Estados Unidos.
De 1950 a 1954, estudió en el St. Basil’s College (Ucrania) Seminario en Stamford, Connecticut. Continuó sus estudios en la Universidad Católica de América en Washington, DC y en la Universidad de Fordham en Nueva York. Fue ordenado sacerdote de la Eparquía de Stamford, Connecticut, el 30 de marzo de 1958.
De 1958 a 1969 el padre Husar enseñó en el St. Basil’s College Seminary, y también entre 1966 y 1969 fue pastor de la parroquia greco católica de Holy Trinity en Kerhonkson, Nueva York. En 1969, el padre Husar fue a Roma, donde obtuvo un doctorado en Teología en la Pontificia Universidad Urbaniana en 1972. Durante su estadía en Roma se unió a la comunidad monástica ucraniana Studite en el Monasterio Studion no lejos de Castelgandolfo y fue elegido hegumen (superior) del monasterio en 1974.
Fue consagrado obispo en 1977 en la capilla del monasterio Studion en Castelgandolfo por el cardenal Josyf Slipyj, quien fue arzobispo mayor de la Iglesia Católica Ucraniana de 1944 a 1984. Fue nombrado archimandrita (abad) de los Monjes Studite en Europa y Norteamérica en 1978.
Cuando la Unión Soviética se derrumbó en 1991, volvió a Ucrania y sirvió como director espiritual del recién restablecido Seminario del Espíritu Santo en Lviv. En 1994, estableció un nuevo monasterio de Studite cerca de Ternopil, Ucrania.
El Sínodo de los obispos greco-católicos de Ucrania lo eligió Exarca de la Exarquía arquiepiscopal de Kyiv-Vyshhorod en 1995. En 1996, el Sínodo lo eligió como obispo auxiliar con autoridad administrativa delegado especial al cardenal de Myroslav Ivan Lubachivsky, arzobispo mayor de Lviv. Tras la muerte del cardenal Lubachivsky el 14 de diciembre de 2000, el papa Juan Pablo II nombró al obispo Husar administrador apostólico de la arquidiócesis greco católico de Lviv.
En enero de 2001, el Sínodo lo eligió arzobispo mayor de la Iglesia y padre de la Iglesia Greco-Católica ucraniana, la más grande de las 22 iglesias orientales en comunión con Roma. Al mes siguiente, fue nombrado cardenal por el papa Juan Pablo II.
En 2001, el cardenal Husar, junto con los obispos católicos, clérigos y fieles de Ucrania, recibieron al papa Juan Pablo II en su primera visita a una antigua república soviética. El purpurado también se convirtió en el primer canciller de la recién establecida Universidad Católica Ucraniana en Lviv, Ucrania. Bajo su liderazgo el 21 de agosto de 2005, la principal sede arzobispal de Kyiv-Halych fue oficialmente trasladada a Kiev, la capital de Ucrania.
El 10 de febrero de 2011, el papa Benedicto XVI anunció que había aceptado la renuncia del cardenal Husar. El cardenal permaneció activo en la vida eclesial y social de Ucrania, aunque estaba limitado por problemas con su vista. Eventualmente, se volvió totalmente ciego. A pesar de sus limitaciones, Crux, en un artículo de 2014, llamó a Husar “todavía una voz crítica de la conciencia en la vida ucraniana”. Refiriéndose a la revuelta popular contra el gobierno del presidente ucraniano Viktor Yanukovych”.

 

01/06/2017-13:04
Redacción

El Santo Padre recibe en audiencia a un miembro de la presidencia de Bosnia-  Herzegovina

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 1º Jun. 2017).- El santo padre Francisco ha recibido este jueves en audiencia en el Palacio apostólico en el Vaticano, a un miembro croato de la Presidencia colegial de Bosnia y Herzegovina, Dragan ?ovi?.
Durante las cordiales conversaciones –indicó un comunicado de la Oficina de prensa de la Santa Sede– “se ha puesto de manifiesto la satisfacción por las buenas relaciones bilaterales, consolidadas por el Acuerdo de Base de 2006, y se ha repasado la situación del País, los retos que debe afrontar y sus aspiraciones europeas, con un intercambio de puntos de vista sobre temas de interés, como son la paz, la reconciliación, el diálogo interreligioso y la presencia de la comunidad católica en el País”.
En el curso del diálogo se ha pasado revista también “a algunas situaciones de la actualidad política internacional, haciendo especial referencia al contexto de la región”.
A continuación el miembro de la Presidencia de Bosnia Herzegovina, se ha reunido con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede acompañado por el Arzobispo Paul R. Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados.
Con el referendo del 3 de marzo de 1992, Bosnia Herzegovina proclamó su independencia de la Federación Yugoslava creada por el dictador comunista Tito. Inició así una guerra civil y Sarajevo fue puesta bajo asedio durante cuatro años, con franco tiradores que disparaban contra la población. Se registraron además atrocidades como la masacre de Sbrenica. La comunidad internacional intervino poniendo fin a uno de los más atroces conflictos e impuso los acuerdos de Dayton.
En diciembre de 2007 Bosnia Erzegovina firmó un acuerdo de Estabilización y Asociación con la Unión Europea, en un proceso aún en curso.

 

01/06/2017-07:59
Redacción

Venezuela: ‘La situación es dramática, ponen dificultades la Cáritas’

(ZENIT – Roma).- “La situación del País es dramática, faltan alimentos y la gente ha llegado al límite de su soportación”. Lo explica, en una nota la Agencia Fides, que recibió una comunicación de Mons. Enrique Pérez Lavado, obispo de la diócesis de Maturín, Venezuela.
La actitud de cerrazón del gobierno de Nicolás Maduro sólo consigue agravar más el contexto, continúa el obispo. “La Conferencia episcopal y las Cáritas venezolanas continúan haciendo propuestas para establecer un canal de ayuda”, publica la agencia vaticana.
“Muchas Cáritas de otros países, al igual que otras organizaciones no gubernamentales, están dispuestas a ayudarnos trayendo medicinas y alimentos. Sin embargo, el Gobierno dificulta cualquier tipo de intervención. He visto kilómetros de personas en fila para comprar comida. Se están muriendo cientos de personas, entre ellos muchos niños y enfermos crónicos”.

 

01/06/2017-04:28
Isabel Orellana Vilches

San Eugenio I – 2 de junio

(ZENIT – Madrid).- Que «Dios escribe recto con renglones torcidos» es un conocido dicho popular. Las aparentes oportunidades muchas veces son «estrategias» divinas que trastocan las intenciones humanas. Al emperador Constante II le falló su maniobra ya que parece que él, bien directamente o quizá por haber suscitado hondo temor en los ciudadanos que no quisieron importunarle eligiendo a Eugenio pontífice, tuvo un papel determinante en la decisión que ellos tomaron. De hecho, se arguye que quiso imponer su voluntad a la del santo, forzándole a asumir la Silla de Pedro con la idea de mantenerle sometido. Es decir, que aunque la designación no la hubiera efectuado a título personal, la ratificó sin dudarlo. Eso induce a pensar que seguramente creyó que la bondad natural y la mansedumbre de este insigne discípulo de Cristo, que tenía un inequívoco carácter conciliador, le permitiría dominarle, que a través de él podría actuar a su antojo. Además, lograba su propósito de ser el artífice de su nombramiento, algo que no pudo conseguir con el papa Martín I quien se mantuvo al frente de la Iglesia sin haber sido ratificado por él, y al que había desterrado a Naxos, Constantinopla, acusado de alta traición. Determinó su exilio a través del exarca de Rávena, Teodoro Calíopa, todo por haberse negado a sustentar las tesis monotelistas que defendía dos naturalezas en Cristo, la humana y la divina y una única voluntad.
El ascendente histórico de este episodio radica en las enconadas luchas entre bizantinos y lombardos que caracterizaron al siglo VII. Martín I propició un resurgimiento del catolicismo como lo hicieron el papa Agatón y Máximo el Confesor. Posteriormente, tras el gobierno del exarca Eleuterio, que estuvo marcado por la paz, Teodoro reavivó las controversias por motivos religiosos, y las tensiones con Roma se acentuaron, lo que dio lugar a una separación que desembocó en un cisma. Antes de que él ostentara el exarcado había sucedido otro hecho capital. En el transcurso del concilio convocado por Martín I se condenaron todos los escritos monotelistas que suscribía Constante. Éste ordenó a Olimpio, exarca de Rávena, que fuese a Roma y le arrestara. Pero fue más lejos y quiso matarle. Sin embargo, en el momento en que se dispuso a segar su vida, quedó ciego.
A su muerte le sucedió Teodoro, a quien el emperador había otorgado el exarcado, y por mediación suya arrestó al papa. Es de suponer que, con la designación de Eugenio, se tomaba la revancha ante lo que juzgó inadmisible afrenta realizada por Martín. Pero cometió una grave equivocación. Este ciudadano romano, hijo de Rufiniano, que desde su juventud estaba vinculado al clero, era un hombre fiel a la fe, íntegro, valeroso. Cuando tuvo que enfrentarse a él lo hizo sin vacilar, anteponiendo su amor a Cristo y a la Iglesia a todo lo demás. Sabía que su destino estaba en juego, y que, tal como le sucedía a Martín, podían aherrojarle con cadenas, pero eso no le hizo temblar. De modo que Dios, a través de las malintencionadas pretensiones de Constante, ocultas o manifiestas, trazó los convenientes caminos de la historia de la Iglesia otorgando todas las bendiciones a este nuevo sucesor de Pedro.
Eugenio se convirtió en el LXXV Vicario de Cristo en la tierra el 10 de agosto del 654. Desde su exilio el pontífice Martín I, que inicialmente reprobó su nominación, en su momento reconoció su legitimidad. Éste murió en Cherson al año siguiente a causa de los muchos sufrimientos que padeció. Es posible que antes de su deceso le llegaran noticias del ímpetu de Eugenio que no perdió el tiempo. Así, después de haber tomado posesión dispuso que viajasen a Constantinopla unos legados suyos que tenían la misión de notificar al emperador que se habían cumplido sus deseos. Quería informarle de que él asumía la más alta dignidad eclesial como había impuesto.
Por razones no esclarecidas entró en liza Pedro, el patriarca de Constantinopla, quien a su vez entregó a los legados –que posiblemente se pusieron de parte suya– un documento de sombrío contenido que impedía dilucidar cuál era su postura exacta en el grave tema del monotelismo. Además, solicitó a Constante que indujera a Eugenio a establecer un vínculo estrecho con él. El contenido de este escrito sinodal conocido por los fieles en Santa María la Mayor a través del pontífice suscitó en ellos un clamoroso rechazo; le exigieron que secundara esta misma postura. Por si fuera poco, el Santo Padre informó a su pueblo del injusto trato que se estaba dando a su predecesor Martín I, amén de ignorar la profesión de fe suscrita por Constante que debía haber firmado. Parecía un desafío en toda regla, si bien lo que perseguía era dejar sentada la única verdad que propugna la Iglesia que no tiene más obediencia que la debida a Dios.
La respuesta de los delegados bizantinos a esta reacción, realizada con notable violencia y agrias acusaciones, no doblegaron el ánimo de Eugenio. Le amenazaron con someterle a la misma pena que sufrió Martín I, intenciones frustradas por razones bélicas ya que los musulmanes derrocaron al emperador, y también porque murió al poco tiempo. De los escasos hechos que se han compilado de la vida de este santo pontífice uno tiene singular alcance. Fue el encuentro que mantuvo el año 654 con el obispo de York san Wilfrido, a quien dio su bendición. Éste había peregrinado a Roma con el fin de instruirse en las Escrituras y conocer otros aspectos importantes eclesiales. Pudo llegar al papa gracias a su sintonía con san Bonifacio. Por otro lado, Eugenio concedió al rey franco Clodoveo II poner bajo el amparo de la Santa Sede el monasterio de San Mauricio de’Agaune, como él pidió, lo que suponía mantenerlo a resguardo de intereses ajenos. Este papa fue un hombre generoso con los desfavorecidos y estuvo agraciado con el don de milagros. A él se debe la prescripción de la castidad para los sacerdotes. Falleció el 2 de junio del año 657.