Servicio diario - 03 de junio de 2017


El Papa en la vigilia de Pentecostés: “Estamos como en un cenáculo a cielo abierto”
Sergio Mora

Vigilia de Pentecostés con en Papa: 50 años de Renovación carismática católica
Sergio Mora

El Santo Padre convoca en octubre de 2019, un mes de oración por el trabajo misionero
Sergio Mora

El video del Papa – Junio 2017: es un contradicción negociar la paz y vender armas
Redacción

El Papa con el ‘Tren de los Niños’
Redacción

Francisco explica a los niños que los pequeños gestos cambian al mundo
Redacción

El Papa en Santa Marta: Jesús al más pecador le exhorta: ‘apacienta a mis ovejas’
Redacción

La Santa Sede elogia la labor evangelizadora de universitarios chilenos
Redacción

España: La Iglesia da a la sociedad más del 138% de lo que recibe por la Asignación Tributaria
Redacción

Transformación en el Espíritu – Domingo de Pentecostés
Enrique Díaz Díaz

San Juan Grande Román – 3 de junio
Isabel Orellana Vilches

San Francisco Caracciolo – 4 de junio
Isabel Orellana Vilches


 

3 junio 2017
Sergio Mora

El Papa en la vigilia de Pentecostés: “Estamos como en un cenáculo a cielo abierto”

La renovación carismática es una ‘corriente’ y si bien hay diferencias, deseamos ser “una diversidad reconciliada”

(ZENIT – Roma, 3 Jun. 2017).- “Hermanos y hermanas gracias por el testimonio que hoy dan aquí, nos hace bien a todos, también a mi”. Con estas palabras el papa Francisco se dirigió a las aproximadamente cien mil personas que participaban en la vigilia de Pentecostés, reunidas en el antiguo Circo Máximo de Roma.

Tras leer una frase de los Actos de los Apóstoles, ‘Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados por el Espíritu Santo’, el Santo Padre recordó que en el Cenáculo todos fueron llenos del Espíritu Santo. “Hoy estamos aquí como en un cenáculo a cielo abierto”, dijo, porque “no tenemos miedo” y “porque profesamos que Jesús es el Señor”.

Estamos para llevar la buena noticia a todo el mundo, dijo el sucesor de Pedro, para decir que la paz es posible, “no es fácil, pero en nombre de Jesús podemos dar testimonio que la paz es posible”. Entretanto precisó que esto será posible “solamente si estamos en paz entre nosotros”. Si no “no es posible”.

Reconoció que tenemos diferencias, pero deseamos ser “una diversidad reconciliada” y precisó que “esta frase no es mía, es de un hermano luterano”. Añadió que “hemos venido a pedir que el Espíritu Santo venga sobre nosotros” para “predicarlo en las calles del mundo”.

Indicó que hace 50 años nació “¿una esta institución? ¿una organización? “No, a una corriente de gracia, de la Renovación carismática católica. Una obra que nació ecuménica”, aseguró.

Recordó que allí en el Circo Máximo, “fueron martirizados tantos cristianos, como diversión”. Y que nos une el ecumenismo de la sangre, “nos une el testimonio de nuestros mártires de hoy”, recordando que los hay más que en los tiempos pasados.

Señaló además que “el Espíritu nos quiere en camino” que Renovación “es una corriente de gracia, sin estatutos ni fundadores”, que comprende muchas obras humanas inspirada por el Espíritu Santo, y aseguró que “no se puede cerrar al Espíritu Santo en una jaula”.

Ahora, “los 50 años son un momento de reflexión”, dijo y deseó que la Renovación carismática católica sea un “lugar privilegiado” para ir hacia la unidad y precisó que “nadie es el patrón, todos somos siervos de esta corriente de gracia”.

“Puede ser que a alguien no le guste este modo de rezar, pero está en las escrituras”, dijo. Y recordó tres cosas: “Bautismo en el Espíritu Santo, alabanza y ayuda a los necesitados”. Les agradeció también porque los servicios de caridad de las diversas corrientes inician a unificarse, “como les había pedido hace dos años atrás”.

“Gracias por lo que le dieron a la Iglesia en estos 50 años, la Iglesia cuenta con ustedes”, dijo. Y concluyó: “Servir a los más pobres, esto la Iglesia y el Papa lo espera del Movimiento Carismático Católico y de todos, todos, todos, los que entraron en esta corriente de gracia”.

 

03/06/2017-16:12
Sergio Mora

Vigilia de Pentecostés con en Papa: 50 años de Renovación carismática católica

(ZENIT – Roma, 3 Jun. 2017).- La vigilia de Pentecostés realizada este sábado en el Roma, en ocasión del Jubileo de Oro del Movimiento Carismático Católico contó con la presencia del papa Francisco. El evento concluye mañana domingo, con la misa que el Santo Padre presidirá en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano.
La vigilia, realizada en la amplia explanada del romano Circo Máximo, ubicada entre dos de las siete colinas de Roma, el Aventino y el Palatino, contaba con la presencia de más unas cien mil personas, y tenía un palco central con escritas las frases ‘Jesús es el Señor’, traducida en diversos idiomas.
En el palco, junto al Santo Padre, se encontraban los líderes de Renovación Carismática, representantes de las iglesias evangélicas, pentecostales y de otras confesiones religiosas.
El encuentro fue precedido por cantos, lecturas y testimonios, e introducido por las meditaciones del sacerdote capuchino, Raniero Cantalamessa, que indicó: “Hemos venido de todas las naciones que están bajo el cielo y estamos aquí para proclamar las grandes obras de Dios”. “No podemos quemar las etapas en la doctrina, aseguró, porque estas existen. Podemos sí quemar etapas en la caridad”, aseguró. Recordando que “es más lo que nos une de lo que nos divide”.
A continuación habló el pastor Giovanni Traettino, de la Iglesia evangélica de la reconciliación que saludó al ‘amado y querido papa Francisco’. Señaló la importancia de lugar del encuentro, “el Circo Máximo bañado por la sangre de los cristianos, que nos une”. Habló también del deseo de Dios de extender su amor, su comunión en el corazón del hombre.

 

03/06/2017-11:29
Sergio Mora

El Santo Padre convoca en octubre de 2019, un mes de oración por el trabajo misionero

(ZENIT – Roma, 3 de junio de 2017).- “Pediré a toda la Iglesia dedicar el mes de octubre del 2019” como “un tempo extraordinario de oración y reflexión” sobre “el trabajo misionero”.
Un tiempo propicio para que la oración, el testimonio de tantos santos y mártires de la misión, para que la reflexión bíblica y teológica, la catequesis y la caridad misionera contribuyan a evangelizar sobre todo a la misma Iglesia de manera que esta “encontrando la frescura y el primer ardor por el Señor crucificado y resucitado, pueda evangelizar al mundo con credibilidad y eficacia evangélica”.
Fue esta la propuesta del papa Francisco al recibir en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano a los participantes de la asamblea de las Obras Pontificias Misionales que se realizó esta semana en Roma, con la presencia del cardenal Fernando Filoni, los superiores, secretarios generales, directores nacionales y numerosos religiosos.
“Conocen bien mi preocupación –señaló Francisco– sobre las Obras pontificias Misionales, muchas veces reducidas a una organización que recoge, distribuye, en nombre del Papa, ayudas económicas para las Iglesias más necesitadas”.
Recordó que como exhortaba Benedicto XV, “hombres y mujeres ‘marcados por el celo y santidad’ son cada vez más necesarios para la Iglesia y la misión”. Y que renovarse pide “vivir la misión como una oportunidad permanente para anunciar a Cristo”.
De otro lado el Pontífice elogió “la reforma en curso para encontrar caminos más adecuados y eclesiales para desarrollar vuestro servicio a la misión universal de la Iglesia” y que aceptó la propuesta junto a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos de convocar a un tiempo de oración y reflexión sobre la “missio ad gentes”.

 

03/06/2017-05:53
Redacción

El video del Papa – Junio 2017: es un contradicción negociar la paz y vender armas

(ZENIT – Roma, 3 de junio de 2017).- El santo padre Francisco señaló la contradicción que significa negociar la paz y vender al mismo tiempo armas y en las intenciones de oraciones del mes de junio, pidió rezar por los responsables de las naciones, para que se comprometan con decisión a poner fin al comercio de las armas, que causa tantas víctimas inocentes.
Texto del video
“Es una absurda contradicción hablar de paz, negociar la paz y, al mismo tiempo, promover o permitir el comercio de armas. Esta guerra de allá, esta otra de allí, ¿es de verdad una guerra por problemas o es una guerra comercial para vender estas armas en el comercio ilegal y para que se enriquezcan los mercaderes de la muerte?”
“Acabemos con esta situación. Pidamos todos juntos por los responsables de las naciones, para que se comprometan con decisión a poner fin al comercio de las armas, que causa tantas víctimas inocentes”.

 

03/06/2017-14:41
Redacción

El Papa con el ‘Tren de los Niños’

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 3 Jun. 2017).- Los pequeños del ‘Tren de los niños’ han sido recibido este sábado por el papa Francisco. Es la quinta edición promovida por el Pontificio Consejo de la Cultura, que trajo al Vaticano a unos 400 niños de los municipios afectados por el terremoto de Italia central. El tema de este año es “Pequeños viajantes, grande embajadores, custodios de la Tierra”.
En el encuentro el Santo Padre les pidió que hablaran ellos porque quería escucharlos. Los pequeños contaron sus miedos, experiencias, dificultades después del terremoto: de la escuela que se derrumbó pero sin víctimas; uno indicó que fue a la casa de la abuela porque su vivienda había quedado inhabitable; que estuvieron en carpas o en casas de madera, que reconstruyeron las escuelas, etc.
Cuando los pequeños concluyeron, el Papa les agradeció y dijo: “Debemos agradecer a la Virgen por las cosas buenas que nos ha dado en medio de esta calamidad. Y rezó un Ave María”.
“Una de las cosas que más le gusta a Jesús es la palabra ‘muchas gracias’. Yo quiero agradecerles y decirles ‘gracias’ por esta visita, porque vinieron aquí incluso para recordar ese feo momento” dijo el Papa, que agradeció también a los jóvenes que llegaron desde Río de Janeiro para el evento, del grupo ‘Marea del mañana’ y pidió un aplauso para ellos.

 

03/06/2017-06:29
Redacción

Francisco explica a los niños que los pequeños gestos cambian al mundo

(ZENIT – Roma, 3 de junio de 2017).- El Papa Francisco recibió en audiencia este viernes en el Aula Pablo VI, a unos seis mil estudiantes, padres y profesores de a la experiencia educativa italiana Caballeros del Grial, que le recibieron con manifestaciones de alegría.
“Los Caballeros de San Esteban” que buscan el Grial, nació en el Movimiento de Comunión y Liberación. También había grupos que llegaron de España, Portugal, Francia y Suiza. Además de otros conectados por internet desde Paraguay y Brasil.
El papa Francisco respondió a diversas preguntas realizadas por estos estudiantes de los tres últimos años de la escuela primaria italiana.
Respondiendo a una pregunta, el Santo Padre señaló que “la vida es un continuo ‘buenos días’ y ‘adiós’. Muchas veces es un ‘adiós’ breve, pero otras es un ‘adiós’ para años o para siempre. Se crece conociendo y despidiendo. Si tú no aprendes a despedirte bien, jamás aprenderás a conocer nueva gente”.
El Santo Padre les animó también a mirar hacia uno de las paredes del Aula Pablo VI.
“Mira a esa pared. ¿Qué hay detrás? ¿No lo sabes? Así es el modo en que una persona no puede crecer. Tiene un muro delante. No se sabe qué hay al otro lado”.
Po ello “debemos aprender a mirar la vida mirando horizontes. Siempre más, siempre más. Siempre adelante. Esto es el conocer nuevas gentes, conocer nuevas situaciones...”.
Lo que no significa olvidarse de los viejos amigos. “No, siempre hay un lindo recuerdo. Con frecuencia nos reencontramos con los antiguos compañeros, te saludan. Pero debemos continuar siempre adelante para crecer”.
¿Cómo cambiar al mundo? “Si ya es difícil para la gente grande, para la gente que ha estudiado, para la gente que tiene la capacidad de gobernar los países, cuanto más difícil será para un niño o una niña, ¿no?”
Y les preguntó: ¿Es posible? Dio el ejemplo de dos niños, uno que tiene dos caramelos en el bolsillo y comparte uno, en cambio el otro espera que su amigo se vaya para comerse los dos. “La primera es una actitud positiva, la otra es una actitud egoísta, negativa”, dijo.
“Para cambiar el mundo hace falta tener la mano abierta. La mano es un símbolo del corazón. Es decir, hace falta tener el corazón abierto”. O sea hay que “cambiar el mundo con las pequeñas cosas de cada día, con la generosidad, con el compartir, escuchando a los demás y creando actitudes de fraternidad”. Si alguno me insulta, y yo le insulto, eso es tener el corazón cerrado. En cambio, si alguno me insulta y yo no respondo, eso es tener el corazón abierto”. Y pidió: “¡Nunca respondáis al mal con el mal!”.
¿Cómo entender el sufrimiento? El Santo Padre señaló el caso de un hospital de niños, “¿Cómo se puede pensar que Dios ame a esos niños y les deje enfermar, les deje morir, muchas veces?”. Y añadió: “¿Por qué hay niños en el mundo que sufren hambre, mientras que en otros lugares del mundo derrochan? ¿Por qué?”. Reconoció que “hay preguntas que no se pueden responder con las palabras. No tengo palabras para explicarlo”. Si bien el Pontífice indicó que a veces no hay explicación “al por qué” sino al “para qué”.
“Pero detrás de ello, siempre está el amor de Dios”. Y ” si alguien te dice: ‘ven que te lo explico’, duda. Sólo te harán sentir el amor de Dios aquellos que te sostienen, que te acompañan y te llevan adelante”.

 

03/06/2017-07:07
Redacción

El Papa en Santa Marta: Jesús al más pecador le exhorta: ‘apacienta a mis ovejas’

(ZENIT – Roma, 3 de junio de 2017).- Jesús encomienda sus ovejas a Pedro, el más pecador y lo invita a apacentar al Pueblo de Dios con humildad y amor, incluso en medio de sus equivocaciones y pecados. Él pidió ser crucificado cabeza abajo, consciente de su pecado, aunque elegido para apacentar con amor. Lo afirmó este viernes el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
En el Evangelio, Jesús resucitado dialoga con Pedro en la orilla del lago, en el lugar donde el Apóstol había sido llamado. Es un diálogo tranquilo, sereno, entre amigos en el clima de la Resurrección del Señor. Jesús encomienda sus ovejas a Pedro, haciéndole tres preguntas, preguntándole si lo ama: “Jesús elige al más pecador de los Apóstoles, los otros escaparon, éste lo renegó: ‘No lo conozco’. Y Jesús le pregunta: ‘¿Pero tú me amas más que éstos?’. Jesús elige al más pecador”.
El Sucesor de Pedro indicó que este paso del Evangelio nos hace pensar:“No apacientes con la cabeza hacia arriba, como el gran dominador, no: apacentar con humildad, con amor, como hizo Jesús. Ésta es la misión que Jesús encomienda a Pedro. Sí, con los pecados, con las equivocaciones. Tanto es así que precisamente después de este diálogo, Pedro hace un resbalón, una equivocación, es tentado por la curiosidad y le dice al Señor: “¿Pero este otro discípulo dónde irá, qué hará?”.
Pero “con amor, en medio de sus equivocaciones, de sus pecados... con amor: ‘Porque estas ovejitas no son tus ovejitas, son mis ovejitas’, dice el Señor. ‘Ama. Si tú eres mi amigo, debes ser amigo de éstos’”.
El Santo Padre recordó el trágico momento en el que Pedro renegó de Jesús ante la sierva del sumo sacerdote. Y recordó la mirada de Jesús que se cruza con la de Pedro, que acababa de renegarlo. Y el Apóstol “valeroso para renegar, es capaz de llorar amargamente”:
“Y después de toda la vida al servicio del Señor terminó como el Señor: en la cruz. Pero no se ensalza: ‘¡Termino como mi Señor!’. No, pide: ‘Por favor, pónganme en la cruz con la cabeza hacia abajo, para que al menos se vea que no soy el Señor, soy el siervo’. Es esto lo que nosotros podemos tomar de este diálogo, de este diálogo tan hermoso, tan sereno, tan amigable, tan púdico”.
“Que el Señor nos dé siempre –concluyó el Pontífice– la gracia de ir en la vida con la cabeza hacia abajo: la cabeza hacia arriba por la dignidad que Dios nos da, pero la cabeza hacia abajo, sabiendo que somos pecadores y que el único Señor es Jesús, nosotros somos siervos”.

 

03/06/2017-08:36
Redacción

La Santa Sede elogia la labor evangelizadora de universitarios chilenos

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 3 de junio de 2017).- Monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización elogió el trabajo de cuatro proyectos realizados por jóvenes universitarios chilenos.
Son los proyectos ‘Misión País’, ‘Capilla País’, ‘Misión de Vida’ y ‘Trabajo País’, que involucra cada año en Chile a más de 3.500 jóvenes que recorren el país para llevar el testimonio de Cristo, acompañara los necesitados y construir capillas y sedes sociales en las comunidades que más lo necesitan.
“Seguro del profundo espíritu eclesial que anima estos proyectos, de su pertinencia para las circunstancias actuales y de la coincidencia de sus propósitos con las exigencias de la nueva evangelización, en mi calidad de presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, entre cuyas tareas está el “promover la realización de iniciativas relacionadas con la nueva evangelización” (Carta apostólica Ubicumque et Semper art. 3), reconozco la validez de los proyectos mencionados, emprendidos por la Pastoral universitaria de la Universidad Católica de Chile”, escribe Mons. Fisichella.
Y añade: “le aseguro el patrocinio no oneroso en todas las actividades conformes a sus fines, durante todo el tiempo de su realización. Junto con el auspicio de la Sede Apostólica, hago votos para que muchos jóvenes se dejen invadir por el entusiasmo misionero, participen de estas iniciativas y contribuyan así a llevar a todos el Evangelio que salva”.
El Capellán General de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Monseñor Cristián Roncagliolo señaló al respecto que “el patrocinio que nos da la Santa Sede expresa, por un lado, la valoración que se hace de nuestros proyectos evangelizadores en cuanto lugares de encuentro con Cristo y modelos misioneros; y por otro, es un signo de unidad de los proyectos de la Pastoral UC con el Papa”.
Misión País es un proyecto misionero en el que durante 10 días de las vacaciones de verano, más de 1500 jóvenes voluntarios van a todo Chile compartiendo el mensaje de Cristo a comunidades de Arica a Punta Arenas. Además realizan talleres solidarios, en los que se fortalece el vínculo con las personas y se generan comunidades de vida en las 48 localidades visitadas.
Capilla País tiene como objetivo construir 50 Capillas en las periferias de nuestras ciudades, donde el crecimiento urbano no ha ido acompañado del crecimiento de la Iglesia. Esto como una forma de entregar a Chile lugares de oración y evangelización. Durante sus vacaciones de verano 300 jóvenes visitan 10 zonas del país para construir capillas.
Trabajo País es un proyecto de solidaridad cristiana, que durante las vacaciones de invierno visita más de 30 comunidades de Chile, donde alrededor de 1.400 alumnos universitarios ayudan con la construcción de espacios comunitarios y fomentan la vida en comunidad a través de la realización de proyectos.
Misión de Vida es un proyecto en el que 350 estudiantes de distintas carreras de la UC se reúnen por alianzas y en sus vacaciones de invierno van a los 18 lugares con menos católicos de Chile según el censo de 2002. Ellos buscan ser Iglesia y llevar el testimonio de Cristo a todas las personas que visitaron.

 

03/06/2017-11:49
Redacción

España: La Iglesia da a la sociedad más del 138% de lo que recibe por la Asignación Tributaria

(ZENIT – Roma, 3 de junio de 2017).- La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha presentado este jueves la Memoria anual de Actividades de la Iglesia Católica correspondiente al ejercicio 2015. Esta Memoria se presenta desde 2008 de forma más completa y mejorada, tras el compromiso adquirido con motivo del nuevo modelo de asignación tributaria.
La memoria destaca además que la actividad asistencial corresponde a 589.629.655 euros, lo que equivaldría a un tercer puesto en el ránking de comunidades autónomas en materia de gasto asistencial, según un estudio realizado por la consultora KPMG. O sea 4.791.593 personas fueron acompañadas y atendidas en alguno de los 8.966 centros sociales y asistenciales de los que la Iglesia dispone.
El presidente de la CEE, cardenal Ricardo Blázquez, resume el objetivo fundamental de la Memoria: “acercar a todos, un año más, la actividad que ha llevado a cabo la Iglesia; la celebración de los sacramentos, el anuncio del Evangelio, las obras caritativas sociales y culturales que se realizan gracias al trabajo y la entrega de millones de personas que con su tiempo o sus bienes participan de la misión de la Iglesia conscientes de que ello es también una aportación al bien de la sociedad”.
La Memoria recoge datos de diversas fuentes, entre otras, las 69 diócesis españolas a las que hay que sumar el arzobispado castrense e ilustra la gran labor que la Iglesia desarrolla con el empleo de los recursos obtenidos mediante las aportaciones libres de los contribuyentes. Con todos estos datos se puede afirmar que, aunque valorar en términos económicos la aportación que realiza la Iglesia a la sociedad es una misión compleja, supondría un ahorro de miles de millones de euros para las arcas públicas. Es más, la cuantía que recibe en concepto de Asignación Tributaria genera en la sociedad más del 138% del importe recibido.
Una auditoría externa para una mayor transparencia:
La CEE es consciente de la demanda creciente de información que reclama actualmente la sociedad y que los requerimientos de transparencia son cada vez mayores. Un compromiso adquirido para alcanzar la transparencia es la presentación anual de esta Memoria como forma de dar respuesta y ofrecer a la sociedad su verdadero rostro, dando a conocer su forma de organización, su estructura, su financiación y las actividades que lleva a cabo.
Por quinto año consecutivo la CEE ha encargado a la auditora internacional PwC un Informe de Aseguramiento Razonable sobre la Memoria Justificativa de Actividades del Ejercicio 2015. En palabras de PwC, “como resultado de nuestra revisión podemos concluir que la Memoria 2015 de la CEE ha sido preparada de forma adecuada y fiable, en todos sus aspectos significativos”.
Para conocer las cuentas de la Iglesia:
Además de la Memoria de Actividades que puede consultarse en la web, todos estos datos están disponibles en el Portal de Transparencia de la CEE, tanto de este año como de los anteriores.

 

03/06/2017-05:28
Enrique Díaz Díaz

Transformación en el Espíritu – Domingo de Pentecostés

Hechos de los Apóstoles 2, 1-11: “Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y
empezaron a hablar”
Salmo 103: “Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya”
I Corintios 12, 3-7. 12-13: “Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para
formar un solo cuerpo”
San Juan 20, 19-23: “Como el Padre me ha enviado, así los envío Yo: Reciban el
Espíritu Santo”

El hermano marista que desde siempre se ha dedicado a la educación de jóvenes, se queja ahora del poco espíritu, del poco entusiasmo que ellos manifiestan: “Parecerían muñecos de trapo que van a donde los mueven, piensan como les indican, actúan conforme a moldes importados. Y lo más triste es que sienten que así son libres. Han perdido el espíritu”, afirma con preocupación. El Papa Francisco siempre ha hecho alusión a esta falta grave de entusiasmo.
“Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo... Cuando se dice que algo tiene «espíritu», esto suele indicar unos móviles interiores que impulsan, motivan, alientan y dan sentido a la acción personal y comunitaria. Ninguna motivación será suficiente si no arde en los corazones el fuego del Espíritu. ¡Cómo quisiera encontrar las palabras para alentar una etapa evangelizadora más fervorosa, alegre,
generosa, audaz, llena de amor hasta el fin y de vida contagiosa!”, nos dice con entusiasmo el Papa.
Con fuerza, con alegría, como una explosión de acontecimientos se nos presenta la fiesta de Pentecostés. Si leemos con atención los textos que se nos proponen nos sentiremos como sacudidos por un fuerte vendaval. El Espíritu irrumpe con la fuerza de un viento huracanado que todo lo penetra, que todo lo invade. No queda resquicio que escape a su fuerza. Es presentado también como un fuego que todo lo devora, que quema, que transforma, que aniquila pero que también da una vida exuberante. Así, transforma a aquellos discípulos temerosos, indecisos y cobardes en valientes misioneros. Desafiando autoridades, superando dificultades y divisiones, se convierten en ardientes apóstoles, pregoneros de la Resurrección de Jesús, ante la admiración de propios y extraños. ¡Qué diferencia con nuestra Iglesia actual! Pareceríamos conformistas, adormilados y encasillados en la rutina y en la indiferencia. La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, en el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres y del Evangelio. Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo. Esperamos un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza. Necesitamos dejar entrar al Espíritu en nuestros corazones para que los renueve y les dé vida.
Cuando llega el Espíritu nada puede continuar igual, todo se renueva. La renovación que pedimos al Espíritu es externa e interna. “Envía, Señor, tu
Espíritu, a renovar la tierra” es una súplica al contemplar nuestra pobre naturaleza. Es una urgencia tomar conciencia de que cada vez que desperdiciamos agua, que lanzamos basura, que utilizamos mal la energía, que producimos contaminantes, estamos destruyendo la casa de todos. Es urgente que, junto con la súplica que hacemos al Espíritu Santo de renovar la faz de la tierra, nos comprometamos al cuidado de la naturaleza. Es pecado social su destrucción, necesitamos empeñarnos seriamente en su cuidado, no permitamos que nuestro mundo sea una tierra cada vez más degradada y degradante. Las desconcertantes lluvias, los impredecibles calores, el desequilibrio del clima, no son casuales. Son fruto de la irresponsabilidad y destrucción egoísta del hombre. ¡Necesitamos revertir esta situación! La naturaleza es el regalo de Dios, es la casa de todos y todos necesitamos cuidarla, protegerla y reconstruirla.
Importante la renovación exterior de la naturaleza pero unida estrechamente a la renovación interior del corazón del hombre y de la humanidad. Así como está degradada y erosionada la naturaleza, así se ha degradado y erosionado el corazón del hombre. Urge una renovación, una revitalización y dar una nueva armonía al corazón del hombre. No es casualidad que la venida del Espíritu Santo se manifieste como un fuego que purifica y dinamiza, cuya presencia provoca entendimiento y unidad entre los más diversos pueblos. Urge la unidad interior del hombre y también la unidad y entendimiento entre los pueblos. San Pablo insiste a los cristianos de Corinto que es posible vivir en unidad siendo diversos, que los diferentes carismas y actividades lejos de ser factor de división, pueden ser enriquecimiento mutuo, todo provocado por el Espíritu Santo y nos asegura
que “En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común”. A partir de Pentecostés, la Iglesia experimenta de inmediato fecundas irrupciones del Espíritu, vitalidad divina que se expresa en diversos dones y carismas; unidad en
la diversidad de lenguas. ¿Tenemos esta conciencia de responsabilidad social y eclesial? ¿Estamos fomentando, con nuestros dones, la unidad y la fraternidad?
Que este Pentecostés nuestra oración se convierta en un fuerte grito suplicando la venida del Espíritu Santo. No podemos seguir viviendo cómodos y estancados. Necesitamos este Espíritu que nos lanza y dinamiza y que al mismo tiempo nos otorga una armonía y serenidad interior. Así dice el himno de la secuencia que el
Espíritu es “fuente de todo consuelo... pausa en el trabajo, brisa en un clima de
fuego; consuelo en medio del llanto”. Que realmente abramos nuestro corazón a la presencia y acción del Espíritu en nuestro corazón, en nuestra familia y en
nuestra Iglesia. También para nosotros son las palabras de Jesús: “Reciban al Espíritu Santo”.
Espíritu Santo, lava nuestras inmundicias, fecunda nuestros desiertos y cura nuestras heridas. Doblega nuestra soberbia, calienta nuestra frialdad y endereza nuestras sendas. Ven, Espíritu Santo. Amén

 

03/06/2017-05:33
Isabel Orellana Vilches

San Juan Grande Román – 3 de junio

(ZENIT – Madrid).- Este humilde santo, que tomó por sobrenombre «Juan Pecador» dando gloria a Dios y a la Iglesia con su vida, nació en Carmona, Sevilla, España, el 6 de marzo de 1546. Cristóbal, su padre, era herrero y murió cuando él tenía once años dejando a su familia con bienes suficientes para vivir holgadamente. Su madre Isabel al enviudar contrajo nuevo matrimonio con un hombre bueno que trató siempre al muchacho de forma considerada. Su vinculación a la parroquia de san Pedro como «niño de coro» ya había dejado una cierta huella en él, aunque desestimó entonces la vía sacerdotal, como le propusieron.
Pasó por un periodo de reflexión de cuatro años en Sevilla comprobando que ser pañero no era lo suyo, pese a que gozó de la alta estima del propietario del comercio que hubiera querido mantenerlo junto a él. Su madre le reclamó y sin querer desprenderse de este hijo singular puso a su alcance telas para que comerciara con ellas por las calles de la localidad, pero todo fue en vano. En su interior se había ido abriendo paso una imparable vocación. Y no se lo pensó: abandonó a su familia, el negocio, y vivió retirado en la ermita de Santa Olalla, en Marchena, localidad colindante a su ciudad natal, en intensa oración de la que extrajo la clara determinación que marcaría su existencia.
No tuvo dudas de que Dios le llamaba para entregarse a Él plenamente, y después de mendigar para asistir a los pobres, renunció al matrimonio y se vistió con un humilde hábito, adoptando como apellido el de «pecador» que vinculó a su nombre. La atención a un matrimonio de ancianos desvalidos que encontró en estado de abandono, a quienes llevó a su habitación y para los que pidió limosna, le hizo comprender que esa era la vía apostólica que debía seguir. Fue el inicio de un camino sembrado de obras de misericordia.
Dios le señaló Jerez de la Frontera para continuar sirviendo a los necesitados y enfermos. Tenía 19 años cuando partió a esta ciudad. Y allí Juan Pecador, como otro san Juan de Dios, a quien no conocía en ese momento, recogió en 1565 a los primeros enfermos abandonados y pedía limosna para paliar las carencias de los pobres. Entre tanto, frecuentaba la iglesia de los padres franciscanos recibiendo consejo espiritual de uno de los frailes. Y en ese corazón oceánico, forjado por una intensa vida de oración y su indeclinable fe en la divina Providencia, calaron las sugerencias de uno de los frailes que le señalaba a los pobres como objeto concreto de su caridad. De modo que Juan acogió a las mujeres descarriadas, a las que colocaba en hogares cristianos, a los prófugos, presos de la Cárcel Real, y a cualquier persona necesitada.
Un día se le apareció Cristo llagado y le marcó la senda de los enfermos. Entonces se hizo cargo de un pequeño hospital de los Remedios acogiendo enfermos convalecientes e incurables. Eran tantas las necesidades que apreciaba que quiso fundar otro hospital, aunque las numerosas dificultades que le salieron al paso le impidieron materializar el proyecto y aceptó la oferta del hospital de Sebastián que le cedió dos enfermerías.
Pronto Jerez se encariñó con él al ver su heroica entrega, fruto de su fecunda vida interior. Su actuación durante la epidemia de 1574 es memorable. Angustiado al ver a tantos enfermos por las calles sin poder recibir asistencia, urgió a las autoridades locales que se la procuraran. Y viendo que no podía dar abasto a tanta necesidad, con la venia de la Hermandad de San Juan de Letrán, en 1572 fundó su propio hospital en un terreno que le cedieron, con expresa dedicación a Nuestra Señora de la Candelaria.
Ese año, y como había tenido noticias de la labor que llevaba a cabo en Granada Juan de Dios, visitó la Institución creada por él y se unió a ella, acogiéndose a sus reglas que aplicó en su hospital y que consiguió que después fuese transferido a la orden Hospitalaria de San Juan de Dios en la que profesó recibiendo el hábito en 1576. Otro tanto hicieron los compañeros que le ayudaban. A partir de entonces extendió su radio de acción benéfica a otras localidades gaditanas con nuevas fundaciones en Medina Sidonia, Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Arcos de la Frontera y Villamartín. Fue un excepcional maestro de novicios a los que formaba con la palabra y el testimonio: dormía en el suelo, era sumamente frugal en la comida, y dedicaba casi todas las horas del día a la oración y a la caridad. Sanaba el cuerpo y el alma. A todos abría las puertas de par en par ejercitando de manera sublime todas las obras de misericordia.
Pero la asistencia que se procuraba en Jerez a los enfermos que no tenían recursos dejaba mucho que desear. Además, las autoridades decidieron suprimir hospitales, entre los que se hallaba también el de Juan. Y entonces confeccionó un informe preciso (Memorial) consignando la actividad que ellos llevaban a cabo en estos términos: «con diligencia, cuidado y mucha caridad, haciéndose muy buena obra y servicio a Dios nuestro Señor, porque él y sus hermanos de hábito son hombres virtuosos y profesan esta caridad de curar los pobres enfermos». Lo redactó a instancias del arzobispo de Sevilla, cardenal Rodrigo de Castro, quien preocupado por esta determinación de las autoridades le había encargado esa misión. Con todo el dolor de su corazón, y dando muestras de virtud, Juan Grande afrontó la reducción hospitalaria prevista, ofreciendo a Dios sus contrariedades y sufrimientos. Seguramente le consoló también la presencia de su madre que pasó junto a él los últimos años de su vida. En 1600 se desencadenó en Jerez una virulenta epidemia de peste. Contagiado por ella, el santo murió el 3 de junio de ese año mártir de la caridad. Pío IX lo beatificó el 13 de noviembre de 1853. Juan Pablo II lo canonizó el 2 de junio de 1996. En 1986 había sido proclamado patrón de la diócesis de Jerez de la Frontera.

 

03/06/2017-05:45
Isabel Orellana Vilches

San Francisco Caracciolo – 4 de junio

(ZENIT – Madrid).- La rúbrica de sus cartas era: «Francisco, el pecador», un gesto que revela su humildad y sentimiento de indigencia. La vida le puso contra las cuerdas en el alborear de una juventud que traía consigo esa multitud de sueños que pueblan una mente desnuda de compromisos, y donde lo insospechado, en particular lo que causa sufrimiento, se presupone lejos de uno mismo. Determinadas vivencias instintivamente se atribuyen a personas que tienen cierta edad, una frontera que en esos años se antoja remota. Caracciolo supo responder a Dios; aprovechó su dolorosa experiencia para unirse a Él.
Nació en Villa Santa María, Italia, el 13 de octubre de 1563. Era el segundo de los cinco hijos de un prócer y creyente matrimonio. Le pusieron el nombre de Ascanio. Recibió una esmerada educación, como procedía a su alcurnia, que junto a su inteligencia dio buenos frutos. Fue alumno aventajado en letras y retórica; compuso discursos y dominó la lengua latina a los 9 años. Luego se convirtió en un joven atractivo y desenvuelto, con notable ingenio, al que le agradaban las fiestas y los deportes. No obstante, tenía gran devoción a la Eucaristía y a la Virgen; diariamente rezaba el rosario y ayunaba los sábados. Pero estos signos de piedad no estaban vinculados a una vocación que ni siquiera se planteaba. Eran prácticas frecuentes que realizaban otros muchos jóvenes coetáneos.
Hizo la milicia y orientó su formación al comercio y a la política. Pero no contaba con dos circunstancias que se le presentaron determinando el rumbo de su vida. El primer umbral fue la enfermedad. A los 20 años contrajo la lepra. Y además del drama de ver terriblemente impregnada su piel, sufrió el abandono de sus amigos que se alejaron por temor al contagio. Aislado en una habitación por elemental prudencia, tenía el consuelo de poder oír la misa a través de una ventana que daba a la capilla familiar. Cuando el ser humano yace vencido por la debilidad, contemplando su frágil condición que le hace ser tan vulnerable, la vida discurre ante sus ojos como en un segundo. ¿Qué hacer con los proyectos?, ¿qué sentido tienen tantas banalidades de la existencia? Incluso, aunque no lo fueran, ¿cómo sofocar el sentimiento de eternidad que brota de lo más hondo de uno mismo, ese afán que pugna por abrirse paso desde el recóndito lugar en el que yace? El santo tuvo ocasión de meditar en todo ello, de identificar sus hondas emociones.
Hallándose envuelto por la angustia de la soledad y el miedo a la muerte elevó sus ojos al cielo y prometió a Dios: «Si me curas de esta enfermedad, dedicaré mi vida al sacerdocio y al apostolado». Sanó de forma súbita, y se encaminó a Nápoles. Con la idea fija de ser sacerdote visitaba las iglesias menos frecuentadas en las que podía orar con mayor recogimiento. Fue ordenado en 1587 y al año siguiente se inscribió en la cofradía de los Bianchi, los Blancos, una congregación que prestaba asistencia a los presos, muchos de ellos condenados a galeras y otros que iban a ser ajusticiados.
Por esa época llegó a Nápoles un genovés, Juan Antonio Adorno, a quien san Luís Beltrán le profetizó en Valencia que sería fundador. Y este segundo hito para Ascanio fue la casualidad en forma de Providencia. Cuando el genovés se ordenó, se inscribió también en la cofradía de los Blancos entablando amistad con el abad de Santa María la Mayor, Fabricio Caracciolo, que era pariente de Ascanio. Compartiendo ambos similares ideales determinaron escribir a un tercer familiar de éste, que casualmente se llamaba también Ascanio. El emisario que llevaba la carta se la entregó a nuestro santo, quien viendo en la equivocación el dedo de Dios entendió que debía unirse a ellos. Los tres permanecieron cuarenta días en la abadía de los padres camaldulenses y redactaron los estatutos de la fundación de los «Clérigos menores».
Al profesar en 1589 Ascanio tomó el nombre de Francisco, en honor al Poverello. Añadieron un cuarto voto por el que renunciaban a admitir dignidades eclesiásticas. Pensando fundar España, Adorno y él se entrevistaron con Felipe II, que les negó su apoyo, hasta que en otro momento por intercesión del papa Clemente VIII, que aplacó al rey, Ascanio fundó en Valladolid y en Alcalá. Vuelto a Roma puso en marcha nuevas fundaciones, como luego hizo en Nápoles. En este entramado de acciones apostólicas sufrió persecución y fue objeto de murmuraciones, calumnias e incomprensiones fruto de la rivalidad y otras pasiones ajenas que se cebaron en su persona. Acogió de buen grado las contrariedades, cumpliendo la voluntad divina con perfecta humildad. Su espíritu de penitencia, los ayunos y extremas mortificaciones a las que se sometió convirtieron a muchos. Y Dios lo bendijo con éxtasis que en ocasiones le sobrevenían simplemente con mirar al Crucificado o tener pensamientos elevados sobre la Virgen. Estas experiencias llenaban sus ojos de lágrimas. Hablaba con tanta unción de la misericordia divina que la gente lo denominaba «el predicador del amor de Dios». Su fama de santidad le precedía. La gente solía postrarse ante él rogando su bendición.
A la muerte de Adorno, fue designado superior general de la Orden. Como tal mantuvo inalterable la trayectoria comunitaria que había signado su vida compartiendo con los demás las tareas domésticas, además de pedir limosna para socorrer a los desvalidos.
Al final presentó su renuncia al gobierno para dedicarse a la oración, y eligió como morada el hueco de la escalera. Felipe Neri le propuso abrir una fundación en Agnone. Emprendió esta empresa gozoso porque en el itinerario se hallaba el santuario de la Virgen de Loreto donde se detuvo. Pudo orar esa noche, pero al día siguiente, 4 de junio de 1608, se le presentó un cuadro febril, y nada se pudo hacer más que administrarle los sacramentos. Le urgía tanto partir que sus últimas palabras fueron: «Vamos, vamos al cielo». Clemente XIV lo beatificó el 4 de junio de 1769. Pío VII lo canonizó el 24 de mayo de 1807.