Servicio diario - 07 de junio de 2017


El Papa en la audiencia: “La certeza de que Dios nos ama es la base de nuestra esperanza”
Sergio Mora

Texto completo de la catequesis del papa Francisco, en la audiencia del 7 de junio de 2017
Redacción

El jueves a las 13 horas, un minuto de silencio por la paz. Invitación del Papa
Redacción

Audiencia – el Papa a los recién casados: “Aprendan de Jesús el amor incondicional”
Redacción

Declaraciones del cardenal Urosa a la Radio Vaticano antes de la audiencia con el Papa
Redacción

Beata Mariam Thresia Chiramel Mankidiyan – 8 de junio
Isabel Orellana Vilches


 

7 junio 2017
Sergio Mora

El Papa en la audiencia: “La certeza de que Dios nos ama es la base de nuestra esperanza”

Invita a rezar a Dios, con confianza porque como Padre bueno nos mira con amor y nunca nos abandona

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 7 Jun. 2017).- El papa Francisco realizó este miércoles la habitual audiencia general en la plaza de San Pedro, donde le esperaban varios miles de peregrinos. Las medidas de control para permitir a los fieles afluir en la zona circundante al Vaticano y en la plaza delante de la basílica fueron altas.

El Santo Padre muy sonriente llegó en el jeep abierto, transitó por los pasillos saludando a los peregrinos y se detuvo varias veces para bendecir a los niños.

En el resumen de su catequesis en español, el Pontífice retomó el tema de la esperanza relacionándolo con la oración del Padre Nuestro y la parábola del hijo pródigo, precisando que la certeza de que Dios nos ama es la base de nuestra esperanza.

“El modo de rezar de Jesús –dijo el Santo Padre– atraía la atención de sus discípulos y un día le pidieron que les mostrase cómo hacerlo. Él les enseñó el «Padre Nuestro», la oración cristiana por excelencia”. Y que “en la sencilla invocación «Padre» se resume todo el misterio de nuestra oración”.

“Con Jesús podemos llamar a Dios: «Abba», un término que muestra confianza y cercanía, y que podríamos traducir por «papá»”, explicó el Santo Padre.

Porque “Dios es nuestro «papá», y llamarle así nos pone en estrecha relación con él, como un niño que se siente amado y protegido por su padre”.

El sucesor de Pedro ha explicado que “Jesús en la parábola del padre misericordioso, nos presenta a Dios como un Padre bueno. No actúa al modo humano, sino a la manera divina, «amando» de forma diferente”.

Es por esto, prosigue el Pontífice, que “cuando el hijo pródigo vuelve a casa, después de haber derrochado todos sus bienes, el padre sale a recibirlo y no le aplica criterios de justicia humana, sino que lo perdona y lo abraza, mostrándole cuánto ha sentido su ausencia”.

“Este es –aseguró– el misterio insondable de Dios que no puede dejar de amar a sus hijos. Esta certeza es la base de nuestra esperanza”.

El Papa concluyó sus palabras en español saludando “cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica”. Y los exhortó a “dirigirse a Dios, nuestro Padre, en todo momento y circunstancia. No nos encerremos en nosotros mismos, sino que acudamos con confianza a él, que como Padre bueno nos mira con amor y nunca nos abandona”.

(Texto completo de la catequesis)

 

07/06/2017-10:00
Redacción

Texto completo de la catequesis del papa Francisco, en la audiencia del 7 de junio de 2017

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 7 Jun. 2017).-

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Había algo de atractivo en la oración de Jesús, era tan fascinante que un día sus discípulos le pidieron que les enseñara. El episodio se encuentra en el Evangelio de Lucas, que entre los Evangelistas es quien ha documentado mayormente el misterio del Cristo orante. El Señor rezaba.
Los discípulos de Jesús están impresionados por el hecho de que Él, especialmente en la mañana y en la tarde, se retira en la soledad y se sumerge en la oración. Y por esto, un día, le piden de enseñarles también a ellos a rezar. (Cfr. Lc 11,1).
Es entonces que Jesús transmite aquello que se ha convertido en la oración cristiana por excelencia: el “Padre Nuestro”. En verdad, Lucas, en relación a Mateo, nos transmite la oración de Jesús en una forma un poco abreviada, que inicia con una simple invocación: «Padre» (v. 2).
Todo el misterio de la oración cristiana se resume aquí, en esta palabra: tener el coraje de llamar a Dios con el nombre de Padre. Lo afirma también la liturgia cuando, invitándonos a recitar comunitariamente la oración de Jesús, utiliza la expresión ‘nos atrevemos a decir’.
De hecho, llamar a Dios con el nombre de “Padre” no es para nada un hecho sobre entendido.
Seremos llevados a usar los títulos más elevados, que nos parecen más respetuosos de su trascendencia. En cambio, invocarlo como Padre, nos pone en una relación de confianza con Él, como un niño que se dirige a su papá, sabiendo que es amado y cuidado por él.
Esta es la gran revolución que el cristianismo imprime en la psicología religiosa del hombre. El misterio de Dios, siempre nos fascina y nos hace sentir pequeños, pero no nos da más miedo, no nos aplasta, no nos angustia.
Esta es una revolución difícil de acoger en nuestro ánimo humano; tanto es así que incluso en las narraciones de la Resurrección se dice que las mujeres, después de haber visto la tumba vacía y al ángel, ‘salieron corriendo del sepulcro, porque estaban temblando y fuera de sí’. (Mc 16,8).
Pero Jesús nos revela que Dios es Padre bueno, y nos dice: ‘No tengan miedo’.
Pensemos en la parábola del padre misericordioso (Cfr. Lc 15,11-32). Jesús narra de un padre que sabe ser sólo amor para sus hijos. Un padre que no castiga al hijo por su arrogancia y que es capaz incluso de entregarle su parte de herencia y dejarlo ir fuera de casa.
Dios es Padre, dice Jesús, pero no a la manera humana, porque no existe ningún padre en este mundo que se comportaría como el protagonista de esta parábola.
Dios es Padre a su manera: bueno, indefenso ante el libre albedrío del hombre, capaz sólo de conjugar el verbo amar. Cuando el hijo rebelde, después de haber derrochado todo, regresa finalmente a su casa natal, ese padre no aplica criterios de justicia humana, sino siente sobre todo la necesidad de perdonar, y con su brazo hace entender al hijo que en todo ese largo tiempo de ausencia le ha hecho falta, ha dolorosamente faltado a su amor de padre.
¡Qué misterio insondable es un Dios que nutre este tipo de amor en relación con sus hijos! Tal vez es por esta razón que, evocando el centro del misterio cristiano, el Apóstol Pablo no se siente seguro de traducir en griego una palabra que Jesús, en arameo, pronunciaba: ‘Abbà’.
En dos ocasiones san Pablo, en su epistolario (Cfr. Rom 8,15; Gal 4,6), toca este tema, y en las dos veces deja esa palabra sin traducirla, de la misma forma en la cual ha surgido de los labios de Jesús, ‘abbà’, un término todavía más íntimo respecto a ‘padre’, y que alguno traduce ‘papá’, ‘papito’.
Queridos hermanos y hermanas, no estamos jamás solos. Podemos estar lejos, hostiles, podemos también profesarnos “sin Dios”. Pero el Evangelio de Jesucristo nos revela que Dios no puede estar sin nosotros: Él no será jamás un Dios “sin el hombre”. ¡Es Él quien no puede estar sin nosotros y este es un gran misterio!
Esta certeza es el manantial de nuestra esperanza, que encontramos conservada en todas las invocaciones del Padre Nuestro. Cuando tenemos necesidad de ayuda, Jesús no nos dice de resignarnos y cerrarnos en nosotros mismos, sino de dirigirnos al Padre y pedirle a Él con confianza.
Todas nuestras necesidades, desde las más evidentes y cotidianas, como el alimento, la salud, el trabajo, hasta aquellas de ser perdonados y sostenidos en la tentación, no son el espejo de nuestra soledad: en cambio está un Padre que siempre nos mira con amor, y que seguramente no nos abandona. Ahora les hago una propuesta: cada uno de nosotros tiene tantos problemas y tantas necesidades: pensemos un poco, en silencio, en estos problemas y en estas necesidades. Pensemos también al Padre, a nuestro Padre que no puede estar sin nosotros, y que en este momento nos está mirando. Y todos juntos con confianza y esperanza recemos: “Padre Nuestro, que estás en el Cielo...”.

(Traducido y ampliado por ZENIT con los añadidos desde el audio)

 

07/06/2017-13:57
Redacción

El jueves a las 13 horas, un minuto de silencio por la paz. Invitación del Papa

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 7 Jun. 2017).- El 8 de junio de 2014, invitó en los Jardines del Vaticano a los presidentes de Israel y Palestina para una oración por la paz en Tierra Santa, Oriente Medio y en todo el mundo, y con esa intención a plantar un olivo. Con ese motivo ha partido una iniciativa que el Santo Padre ha apoyado.
Así hoy el papa Francisco ha hecho una invitación al concluir la audiencia de los miércoles en la Plaza de San Pedro: “Mañana, a las 13 horas –indicó el Santo Padre– se renueva en diversos países la iniciativa ‘Un minuto por la paz’. Es decir, un pequeño momento de oración en el aniversario de mi encuentro en el Vaticano con el difunto presidente israelí Peres y el presidente palestino Abbas. En nuestro tiempo tenemos tanta necesidad de rezar se los cristianos, judíos y musulmanes, por la paz».
El Papa bendijo también la ‘Antorcha de la Paz’ de la tradicional peregrinación de unos
30 kilómetros que se realiza todos los año, desde la ciudad italiana de Macerata hasta el santuario mariano de Loreto.

 

07/06/2017-14:11
Redacción

Audiencia – el Papa a los recién casados: “Aprendan de Jesús el amor incondicional”

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 7 Jun. 2017).- El papa Francisco en los saludos finales de la audiencia de este miércoles se dirigió también a los enfermos y a los recién casados:

“El mes de junio, que acaba de empezar nos recuerda la devoción del Sagrado Corazón de Jesús: queridos jóvenes, siguiendo el modelo del aquel Corazón divino, crezcan en la entrega al prójimo” dijo.

Y añadió: “queridos enfermos, en el sufrimiento, unan sus corazones al del Hijo de Dios; y ustedes, queridos recién casados, contemplen el Corazón de Jesús para aprender el amor incondicional”.

En sus saludos a los peregrinos de Polonia, se dirigió en especial a “la Asociación Comunidad Reina de la Paz de Radom, que inspirándose en las 12 estrellas de la corona de María, Reina de la Paz, está realizando 12 centros de Adoración Eucarística y oración perpetua por la paz, en los lugares más incandescentes del mundo”.

Y añadió que a petición de esta Asociación he bendecido hoy el altar Adoratio Domini in unitate et pace, destinado al Santuario de la Virgen del Rosario en Namyang, en Corea del Sur”. Y concluyó: “Que en este mes de junio, dedicado a la devoción del Sagrado Corazón de Jesús, no falte la oración de cada uno por la paz. Alabado Sea Jesucristo”.

Entre los peregrinos llegados desde tantas partes del mundo estaba también una delegación de Vietnam, que saludó con gran entusiasmo al papa Francisco agitando banderas que eran las de Vietnam-del sur.

 

07/06/2017-07:34
Redacción

Declaraciones del cardenal Urosa a la Radio Vaticano antes de la audiencia con el Papa

(ZENIT – Roma, 7 Jun. 2017).- El cardenal arzobispo de Caracas en una entrevista a Radio Vaticano aseguró que los obispos tienen mucha esperanza en el encuentro que tendrán mañana jueves con el Papa Francisco en el Vaticano.
Interrogado sobre la situación del país, el cardenal señaló que “la represión del Gobierno ha sido cada vez más cruel. Hay también la participación de grupos civiles armados, –partidarios del oficialismo– que actúan apoyando al Gobierno, lo cual es absolutamente criminal, de manera que la situación (de Venezuela) es sumamente grave y por eso nosotros estamos aquí”.
En la entrevista concedida ayer martes precisó la reunión es de carácter privado y que será “una oportunidad extraordinaria que nos ha concedido el Papa de hablar con él sobre la situación de Venezuela, un país que el Sumo Pontífice quiere mucho, para el cual nos ha enviado una gran cantidad de mensajes”.
Urosa ratificó que el Santo Padre “ha aportado también un esfuerzo grande de facilitación en un diálogo” que sostuvieron representantes del Gobierno de Nicolás Maduro y la Mesa de la Unidad Democrática (MUD); aunque consideró que el fracaso del mismo fue porque “el Gobierno no cumplió con los acuerdos previstos”.
“Venimos también a manifestar nuestra unión, nuestra comunión con el Papa, nuestra gratitud y el apoyo de la Iglesia de Venezuela al trabajo del Papa como un promotor de paz, no solamente en otras partes del mundo sino también en Venezuela” añadió el arzobispo de Caracas.
Interrogado sobre los problemas de Venezuela, Urosa dijo que se trata de “una situación muy crítica, con más violenta”, en la que “la represión del Gobierno ha sido cada vez más cruel”. A esto se suma la existencia de grupos civiles armados, partidarios del oficialismo, “que actúan apoyando al Gobierno, lo cual es absolutamente criminal”.
“De manera que es una situación sumamente grave, y por eso nosotros estamos acá para escuchar también del Papa algunas líneas de acción, y al mismo tiempo, para indicarle lo que nosotros hemos visto y el sufrimiento que está padeciendo en estos momentos el pueblo venezolano” dijo.
“Se trata de un encuentro para buscar la voz del pastor y para ayudar al pueblo venezolano para resolver la gravísima situación que está viviendo en estos momentos”.
El purpurado consideró que las vías necesarias para superar la crisis en Venezuela, son: el desbloqueo de funciones de la Asamblea Nacional; el cumplimiento del cronograma electoral; la liberación de centenares de presos políticos; y resolver el problema del hambre, del desabastecimiento, de la falta de medicinas y de productos de primera necesidad.
Porque aseguró, “son problemas gravísimos que el Gobierno no ha resuelto y por eso, precisamente, la gente está manifestando en las calles y ha sido reprimida con una crueldad realmente inusitada e innecesaria”.
Ratificó además el rechazo de la Iglesia venezolana a una Asamblea Nacional Constituyente convocada por el presidente Nicolás Maduro, porque es “espuria, parcializada, no respeta el voto universal, libre y directo de los venezolanos sino que va a hacerse de forma sectorial y con electores escogidos de forma irregular”.
Y que esta reforma a la Constitución planteada por Nicolás Maduro es un medio con el que el Gobierno intenta imponer “a una minoría que lo respalda actualmente sobre la mayoría de la población que lo está rechazando”.

 

07/06/2017-04:15
Isabel Orellana Vilches

Beata Mariam Thresia Chiramel Mankidiyan – 8 de junio

(ZENIT – Madrid).- Dos ideas deberían permanecer fijas en la mente de quien se sumerja en las profundidades de la biografía de esta beata. Ambas señaladas en el evangelio: que no se nos pedirá nada que supere nuestras fuerzas (1Cor 10,13), y que la gracia de Dios nos basta para asumir lo que nos corresponda (2 Cor 12, 9). Conviene tenerlas siempre en cuenta para el devenir de la vida espiritual aunque no esté impregnada de los sobresaltos que caracterizaron la de Mariam Thresia. Sufrió atroz acoso del maligno que la asedió y la maltrató brutalmente durante años en el cuerpo y en el alma. La minuciosidad de los hechos relatados a su director espiritual y cofundador de la Orden que instituyó producen verdaderos escalofríos. Algunos guardan semejanza con los experimentados por los grandes maestros del desierto: Antonio, Pacomio e Hilario. La evangélica respuesta que les dio revela su heroica fe y paciencia. Siempre aceptó humilde y confiada lo que acontecía. Misteriosamente formó parte del plan trazado por Dios, que nunca la abandonó. Tuvo el consuelo de la Virgen María y fue agraciada por numerosos carismas. Conmueve su ardiente caridad y el amor que profesó a enfermos y moribundos desgastándose por Cristo, pasando por encima de sus sufrimientos. Constituye un paradigma de paciencia en la tentación.
Considerada precursora de la Madre Teresa de Calcuta, Thresia nació el 26 de abril de 1876 en Puthenchira, Kerala, India. Le impusieron ese nombre al bautizarla, y después añadió el de Mariam porque fue la respuesta de la Virgen cuando le preguntó cómo debía llamarse. Era la tercera de cinco hijos de una humilde familia. Podrían haber tenido buenos recursos, pero el abuelo tuvo que hacer frente a cuantiosas dotes para desposar a sus hijos y quedaron en la ruina. Creció con el anhelo de amar a Dios; era tan poderoso que le inducía a abandonar los juegos infantiles para ensimismarse en su presencia. Guiada por su anhelo de imitar a Cristo Redentor, no ahorraba sacrificios. La intensidad de sus oraciones, ayunos y vigilias nocturnas preocuparon a su madre porque afectaban a su salud; vigilaba su alimentación para que fuera la debida, pero ella se las ingeniaba para dar su comida a otros. Tenía gran devoción por María, solía rezar el rosario varias veces al día y escuchaba misa también diariamente junto a su madre.
Tres de sus amigas de la infancia serían las primeras integrantes de su fundación.
A los 12 años perdió a su madre, una mujer de fe y gran corazón que influyó mucho en ella, y eso supuso el fin de su formación académica. Pero su objetivo era llevar una vida de oración y penitencia. Por ello, en 1891 abandonó su casa eligiendo la vida eremítica. Fracasó en su propósito y se insertó en la parroquia. Junto a tres compañeras abrió una fecunda vía caritativa a favor de los pobres y marginados de Kerala. A la par ofrecía sus oraciones y penitencias por la conversión de los pecadores. Engrosó el cáliz de su sacrificio con los despiadados ataques del maligno –a veces fueron legiones de demonios– en un intento de apoderarse de su voluntad con multitud de formas distintas. Quisieron mancillar su pureza, inducirla a desesperación, a renunciar a la penitencia, fue golpeada y herida... No se puede entrar aquí en detalles, pero le asaltaban sin darle tregua a lo largo del día y de la noche, fuera cual fuese su quehacer. Recibía la gracia para soportar tantos tormentos con mansedumbre y humildad. También acogía con espíritu victimal lo que sobrevenía de lo alto. Porque ella, como el Padre Pío, recibió los estigmas de la Pasión que mantenía celosamente escondidos debajo de la ropa. Sin embargo, hubo otras manifestaciones que no pudo ocultar. De sus levitaciones fueron testigos numerosas personas. En sus frecuentes éxtasis veía a la Sagrada Familia y a otros santos, como Teresa de Jesús.
Dio cuenta de las torturas que padecía a su confesor, el siervo de Dios padre Joseph Vithayathil cuyas indicaciones siguió a rajatabla. Este sacerdote, nacido en 1865 en Ernakulam, Kerala, había recibido la ordenación sacerdotal en 1894, y tras pasar por varias parroquias de la diócesis de Trichur se convirtió en su director espiritual. La acompañó y orientó apostólicamente. En una de sus cartas Thresia le dijo: «Dios dará la vida eterna a los que convierten a los pecadores y los llevan al camino recto».
En un momento dado, el padre Vithayathil informó al obispo de los fenómenos que le sobrevinieron a la beata, hechos que fueron particularmente intensos entre 1902 y 1905, pero que se dilataron hasta 1913. En un primer momento el prelado dudó de la autenticidad de lo que ella exponía, y fue sometida a numerosos exorcismos.
En 1903, en medio de este dolorosísimo proceso, confió al vicario apostólico de Trichur su proyecto de crear una casa de retiro y oración. Le sugirieron que ingresase en el convento de las clarisas franciscanas, y después la remitieron a las carmelitas de Ollur. Thresia obedeció, pero se dio cuenta de que ninguno de estos carismas colmaba su inquietud espiritual, que tenía otra vocación. Ésta se orientaba a los moribundos, a quienes ya venía consolando; suplicaba para ellos fortaleza, y buscaba el modo de que murieran en paz.
Cuando el obispo constató que Dios quería suscitar por medio de ella una nueva fundación, le autorizó a ponerla en marcha. En su decisión pesaron los diez años transcurridos desde que comenzó a mantenerla en observación. En todos ellos constató la autenticidad de su vivencia, su visible respuesta llena de paciencia, humildad y obediencia. El 14 de mayo de 1914 fue erigida canónicamente la Congregación de la Sagrada Familia. El padre Vithayathil fue cofundador de esta Orden religiosa. Thresia murió el 8 de junio de 1926 como resultado de una caída que le produjo una herida en una pierna, lesión que no se pudo controlar y se agravó por su diabetes. Juan Pablo II la beatificó el 9 de abril de 2000. El padre Vithayathil falleció el 8 de junio de 1964. Fue sepultado junto a la tumba de Thresia, en Kerala.