Servicio diario - 21 de junio de 2017


El Papa en la audiencia: ‘Los santos nos acompañan con su intercesión en los momentos claves de nuestra vida’
Sergio Mora

El Santo Padre a los novios: ‘para siempre’ si no es mejor no casarse
Redacción

Francisco: cuando necesitamos, Dios nos envía un ángel o a los santos que viven entre nosotros
Redacción

El Papa: ‘todos debemos santificarnos en nuestra vida cotidiana’
Redacción

La Santa Sede y el Papa reiteran ante la OEA su posición sobre Venezuela
Redacción

“El Papa por Sudán del Sur” iniciativa del Santo Padre para una población exhausta
Redacción

San Paulino de Nola – 22 de junio
Isabel Orellana Vilches

Texto completo de la catequesis del 21 de junio de 2017 en la audiencia del papa Francisco
Redacción


 

21 junio 2017
Sergio Mora

El Papa en la audiencia: ‘Los santos nos acompañan con su intercesión en los momentos claves de nuestra vida’

En la Plaza de San Pedro, Francisco prosiguió con las catequesis sobre la esperanza cristiana

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 21 Jun. 2017).- El santo padre Francisco llegó este miércoles para la audiencia general en la plaza de San Pedro en el jeep abierto, saludando a los miles de fieles que allí le esperaban coreando, cantando y agitando pañuelos y banderas. Como de costumbre el Santo Padre besó y bendijo a diversos niños y ancianos.

Algunos minutos antes, en la sala contigua al Aula Pablo VI, el Papa tuvo un encuentro con la delegación de la National Football League (NFI), y en su saludo dio un matiz sobre la unidad y diversidad del deporte: “Como muchos de ustedes soy un apasionado del fútbol, ¡pero en el país del que vengo se juega de manera diversa!

En la plaza, el Pontífice prosiguió sus catequesis sobre el tema de la esperanza, relacionándolo con los santos en cuanto testimonios y compañeros.

En su resumen en español indicó que “nuestra vida como cristianos está marcada por la presencia poderosa de la mano de Dios que nos sostiene. Y, también, por la asistencia discreta de los santos, hermanos y hermanas ‘mayores’ que han recorrido nuestro mismo camino, que han sufrido nuestras mismas penalidades y que viven ya para siempre con Dios”.

“Su existencia nos asegura que la vida cristiana no es un ideal inalcanzable, sino posible con la gracia de Dios”, prosiguió el Papa.

E indicó que “ la carta a los Hebreos define la presencia de los santos en nuestra vida con la expresión «una nube ingente de testigos». Ellos nos rodean invisiblemente, y su compañía e intercesión se hace evidente en los momentos culminantes de nuestro caminar cristiano: como en el Bautismo, donde por primera vez se invoca su intercesión para que Dios nos ayude en la lucha contra el mal”.

“En el matrimonio, para que conserve en el amor y la fidelidad a los esposos que inician el ‘viaje’ de la vida conyugal. En la ordenación sacerdotal, donde toda la Asamblea, guiada por el obispo, implora su intercesión en favor del candidato. Y así, también en otras circunstancias de nuestra peregrinación”.

“Somos polvo –aseguró el Pontífice– pero amasados con el amor de Dios, y que fieles a esta tierra amada por Jesús, caminamos decididamente hacia la patria definitiva, guiados por una sólida esperanza”.

E sucesor de Pedro concluyó saludando a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Y exhortó: “Que el Señor nos conceda la gracia de ser santos, de convertirnos en imágenes de Cristo para este mundo, tan necesitado de esperanza, de personas que rechazando el mal, aspiren a la caridad y a la fraternidad.

La audiencia concluyó con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica

Leer el texto completo de la audiencia

 

21/06/2017-09:24
Redacción

El Santo Padre a los novios: ‘para siempre’ si no es mejor no casarse

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 21 Jun. 2017).- El santo padre Francisco explicando durante la audiencia de este miércoles, la intercesión de los santos en nuestra vida, señaló que “cuando dos novios consagran su amor en el sacramento del matrimonio, se invoca para ellos –esta vez como pareja– la intercesión de los santos”.
Añadió que “esta invocación es fuente de confianza para los dos jóvenes que parten para el viaje de la vida conyugal” y quien “ama verdaderamente tiene el deseo y el coraje de decir ‘para siempre’, ‘para siempre’, pero sabe que necesita la gracias de Cristo y la ayuda de los santos para poder vivir la vida matrimonial para siempre”.
“No como algunos que dicen. ‘hasta que dura el amor’. No, ¡para siempre!, contrariamente es mejor que no se casen. O para siempre o nada”.
Explicó que “por esto en la liturgia nupcial se invoca la presencia de los santos. Y en los momentos difíciles hay que tener el coraje de levantar los ojos al cielo, pensando en tantos cristianos que pasaron a través de las tribulaciones y mantuvieron blancas sus vestiduras bautismales, lavándolas en la sangre del Cordero: así lo dice el Libro del Apocalipsis”.
Y concluyó: “Dios no nos abandona nunca: cada vez que tendremos necesidad vendrá un ángel suyo a levantarnos y a infundirnos consolación”.
Algunos minutos después, hacia el final de la audiencia saludó a los jóvenes, a los enfermos y a los nuevos esposos: “Queridos jóvenes, obtengan de Jesús el nutrimiento de vuestra vida espiritual y la fuente de vuestra esperanza; queridos enfermos, ofrezcan vuestros sufrimientos al Señor, para que infunda su amor en el corazón de los hombres”.
“Y ustedes queridos recién casados –concluyó el Papa– participen a la eucaristía para que nutridos por Cristo, seamos familias cristianas tocadas por el amor de ese Corazón divino”.

 

21/06/2017-10:07
Redacción

Francisco: cuando necesitamos, Dios nos envía un ángel o a los santos que viven entre nosotros

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- “Dios no nos abandona nunca: cada vez que lo necesitemos vendrá un ángel suyo a levantarnos y a infundirnos su consuelo. ‘Ángeles’ que algunas veces tienen un rostro y un corazón humano, porque los santos de Dios están siempre aquí, escondidos en medio de nosotros”.
Lo explicó el Santo Padre en la audiencia de este miércoles, precisando que “esto es difícil de entender y también de imaginar, pero los santos están presentes en nuestra vida. Y cuando alguno invoca un santo o una santa, es justamente porque está cerca de nosotros”.
Quiso precisar en este sentido que “también los sacerdotes custodian el recuerdo de una invocación a los santos pronunciada sobre ellos. Es uno de los momentos más conmovedores de la liturgia de ordenación. Los candidatos se echan a tierra, con la cara hacia el suelo”.
“Y toda la asamblea, guiada por el obispo, invoca la intercesión de los santos. Un hombre, que permanece aplastado por el peso de la misión que se le confía, pero que al mismo tiempo siente todo el paraíso en sus espaldas, que la gracia de Dios no faltará, porque Jesús permanece siempre fiel, y por tanto se puede partir serenos y llenos de ánimo”. El Papa concluyó: “No estamos solos”.

 

21/06/2017-10:27
Redacción

El Papa: ‘todos debemos santificarnos en nuestra vida cotidiana’

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- “Que el Señor nos dé la esperanza de ser santos”. Este fue el deseo del papa Francisco en la audiencia de hoy miércoles, y explicó que la santificación en la vida cotidiana es un objetivo de todos los cristianos.
“Pero alguien podría preguntarme:
— ‘¿Padre, se puede ser santos en la vida de todos los días?’
— Sí se puede.
— ‘¿Esto significa que tenemos que rezar durante todo el día?’.
– No, significa que uno tiene que hacer su deber todo el día, rezar, ir al trabajo, cuidar a
los hijos”.
Y el Pontífice precisó: “Hay que hacer todo esto con el corazón abierto hacia Dios, de manera que en el trabajo, en la enfermedad, en el sufrimiento, y también en las dificultades, estar abiertos a Dios. Y así uno puede volverse santo”.
Después de explicar cómo es la santificación en la vida diaria exhortó: “Que el Señor nos de la esperanza de ser santos”.
“¡No pensemos que es algo difícil, que es más fácil ser delincuentes que santos! No. Se puede ser santos porque nos ayuda el Señor y es Él quien nos ayuda. Es el gran regalo que cada uno de nosotros puede devolver al mundo”, dijo.
Y deseó que “el Señor nos de la gracia de creer tan profundamente en Él, que podamos volvernos imagen de Cristo en este mundo. Nuestra historia necesita ‘místicos’. Tiene necesidad de personas que rechacen todo dominio, que aspiran a la caridad y a la fraternidad. Hombres y mujeres que viven aceptando también una porción de sufrimiento, porque se hacen cargo de la fatiga de los demás. Y sin estos hombres y mujeres el mundo no tendría esperanza”.
“Por esto les deseo a ustedes –concluyó– y lo deseo también para mi, que el Señor nos de la esperanza de ser santos”.

 

21/06/2017-11:01
Redacción

La Santa Sede y el Papa reiteran ante la OEA su posición sobre Venezuela

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 21 Jun. 2017).- La Santa Sede ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), explicó la posición del papa Francisco y de la Santa Sede, ante la dramática situación que vive Venezuela.
Lo hizo el arzobispo Bernardito Auza, observador permanente de la Santa Sede ante la OEA, en la 47º Asamblea general realizada en la ciudad mexicana de Cancún, precisando la necesidad de una salida pacífica a la crisis. El Vaticano pide se hagan llegar medicinas y alimentos y que las instituciones y Ong puedan prestar su ayuda. Además se precisa la necesidad de fijar una fecha para las elecciones de manera que el pueblo pueda decidir su futuro y que se liberen a los presos políticos.

A continuación el texto:

Declaración de S.E. Arzobispo Bernardito Auza,
Nuncio Apostólico y Observador Permanente de la Santa Sede
a la Organización de Estados Americanos,
acerca de la situación en Venezuela
19-21 de junio de 2017, Cancún, México
Señor Presidente,
La Delegación de la Santa Sede agradece la oportunidad que se le brinda de poder compartir su preocupación por la situación actual de Venezuela, así como su esperanza de que esta reunión en el marco de la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos pueda ayudar a solucionar la grave crisis que vive el País.
Como es bien conocido, desde el inicio de la crisis, tanto el Santo Padre, como la Secretaría de Estado y la Conferencia Episcopal Venezolana, en diversas intervenciones, han llamado a los poderes públicos y políticos, a que, superando los intereses partidistas y las ideologías, escuchasen la voz del pueblo, defendiesen el bien común, creasen un clima de serenidad y de paz social, respetasen la institucionalidad en favor de la convivencia nacional y favoreciesen la acción social de las instituciones nacionales e internacionales para enfrentar la innegable crisis que sufre Venezuela y que golpea fuertemente a su población. Por ello, la Santa Sede ha mantenido siempre una posición clara, reclamando a todos los líderes políticos el cese de la violencia e instando al respeto de la verdad y de la justicia.
Señor Presidente,
sin dejar de exhortar a la negociación, ni de advertir de los peligros de los discursos belicistas y agresivos, la Santa Sede mostró, en todo momento, su disponibilidad a colaborar en la búsqueda de una solución pacífica, duradera y viable a la crisis venezolana, con la condición de que así lo solicitasen formalmente tanto el Gobierno como la oposición, como efectivamente ocurrió.
Como es sabido, en octubre y en noviembre de 2016, se celebraron encuentros de la Mesa del Diálogo Nacional en Caracas, y teniendo en cuenta que los acuerdos allí alcanzados no eran aplicados, el Cardenal Secretario de Estado, en nombre y por disposición del Papa Francisco, remitió una carta a las partes y a los restantes acompañantes el 1º de diciembre. En ella, en cumplimiento del rol de acompañamiento al que la Santa Sede había sido llamada, se solicitaba:
* Que se tomen las providencias necesarias para la implementación urgente de medidas destinadas a aliviar la grave crisis de abastecimiento de comida y medicinas que estaba sufriendo la población, a la vez que se aseguraba la plena disponibilidad de las instituciones de la Iglesia católica, entre ellas Caritas, a prestar toda la ayuda posible, con los medios a su alcance, para salir de esta situación de emergencia social;
* Que las partes concordasen el calendario electoral que permitiese a los venezolanos decidir sin dilaciones su futuro;
* Que se tomasen las medidas necesarias para restituir cuanto antes a la Asamblea Nacional el rol previsto en la Constitución;
* Que se encontrase el modo de acelerar el proceso de liberación de los detenidos.
Señor Presidente,
con ocasión de la XXXVI Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano, celebrada recientemente en San Salvador, los obispos del Continente han señalado que, en Venezuela «se vuelve insostenible la falta de alimentación, la falta de medicinas y la falta de libertades».
La Santa Sede ve con preocupación cómo, pese a los esfuerzos realizados y que son
por todos conocidos, la situación ha adquirido tintes dramáticos en los últimos meses. El 30 de abril, después del rezo del Regina Coeli, el Santo Padre, hizo un llamado al Gobierno y a todos los integrantes de la sociedad venezolana para que fuese evitada cualquier ulterior forma de violencia, se respetasen los derechos humanos y se buscasen soluciones negociadas a la grave crisis humanitaria, social, política y económica que está golpeando a la población.
Al respecto, mi Delegación desea señalar que el actual clima de enfrentamiento también ha afectado a la Iglesia católica en Venezuela. Se han verificado episodios de amenazas a sacerdotes, irrupciones violentas durante las celebraciones litúrgicas, acusaciones injustificadas contra instituciones eclesiásticas y ataques difamatorios públicos contra algunos Obispos.
Pese a ello, la Santa Sede, partiendo de la convicción de que deben ser los propios ciudadanos quienes pongan las bases para solucionar los problemas internos, considera que no deben escatimarse los esfuerzos para ayudar a que el País salga de su grave crisis, pues como ha dicho el Papa Francisco el pasado 29 de abril «todo lo que se puede hacer por Venezuela hay que hacerlo, con las garantías necesarias».
Señor Presidente,
con la única finalidad de promover el bien de todos y cada uno de los venezolanos y de favorecer una solución pacífica y democrática a la actual situación, la Santa Sede reitera su posición, ya conocida, de que una negociación seria y sincera entre las partes, basada en las claras condiciones indicadas en la mencionada carta del 1º de diciembre de 2016, comenzando por la celebración de elecciones directas, libres y trasparentes previstas para los años 2016 y 2017, serían la única vía de salida a la grave crisis en que se ve inmersa el País. A tal propósito, la reciente decisión gubernamental de convocar una Asamblea Nacional Constituyente, en vez de ayudar a solucionar los problemas, presenta el riesgo de complicarlos ulteriormente y hace peligrar el futuro democrático del País.
Por otro lado, se valora muy positivamente la posibilidad de que un grupo de países de la región o, eventualmente, de otros continentes, elegidos tanto por el Gobierno como por la oposición, acompañen las negociaciones actuando como garantes.
Muchas gracias, Señor Presidente.

 

21/06/2017-15:13
Redacción

“El Papa por Sudán del Sur” iniciativa del Santo Padre para una población exhausta

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 21 Jun. 2017).- El cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, presentó este miércoles en la Sala de prensa de la Santa Sede, el proyecto “El Papa por Sudán del Sur”.
Se trata de “una intervención de ayuda del Santo Padre en favor de la población de dicho país” que está sufriendo “una guerra que sigue cobrando víctimas. La muerte y la desesperación afligen a la población. El conflicto está en curso desde 2013 y ha causado una grave crisis humanitaria en la que más de la mitad de la población, alrededor de 7,3 millones de personas, sufren el hambre todos los días”.
Añadió que “la vida de miles de personas se ve amenazada por una epidemia de cólera sin precedentes; un millón y medio de habitantes se han visto obligados a huir de sus ciudades y pueblos a causa de la guerra. En este país se producen matanzas y atrocidades, sistemáticas y generalizadas, perpetradas contra la población civil por motivos étnicos; las mujeres y los niños son víctimas diarias de violencias y abusos”.
Así el Papa Francisco en cuanto “pastor universal que traspasa las fronteras, siente la imperiosa necesidad de sensibilizar a la comunidad internacional sobre este drama silencioso, pidiendo un mayor y renovado esfuerzo para llegar a una solución pacífica del conflicto”, indicó el cardenal Turkson.
Puesto que no hay condiciones de seguridad para una visita papal a Sudán del Sur, este fue aplazado, recordó el cardenal, entretanto el sucesor de Pedro “quiere hacer tangible la presencia y la cercanía de la Iglesia con la población afligida a través de esta iniciativa”.
Una acción que “sostiene y fomenta la obra de las diversas congregaciones religiosas y organizaciones de ayuda internacional presentes en el territorio y que trabajan sin descanso para socorrer a la población y promover el proceso de desarrollo y la paz”.
Las iniciativas que se realizarán en favor de la población de Sudán de Sur en diversos ámbitos serán a través del dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
Una es de apoyo a dos hospitales administrados por las Misioneras Combonianas que trabajan en Sudán del Sur: el hospital de Wau, y el hospital de Nzara. Otro proyecto es en el sector de la educación: a través de la asociación Solidarity with South Sudan, se quieren conceder becas de dos años para los estudiantes con el fin de que obtengan un título de enseñanza de escuela primaria en el Solidarity Teacher Training Center de Yambio.
En el sector agrario un proyecto gestionado por Caritas Internationalis, que se dirige a unas 2.500 familias en las diócesis de Yei, Yambio y Tombura-Torit, a través de arados que favorezcan los cultivos y la cría de ganado, para lograr la autosuficiencia de las comunidades locales.
“El Santo Padre –concluyó el cardenal– no se olvida de las víctimas no escuchadas y silenciosas de este conflicto sangriento e inhumano; no se olvida de todas aquellas personas que se ven obligadas a huir de su país natal a causa del abuso de poder, de la injusticia y de la guerra. A todos lleva en sus oraciones y en su corazón”.
Participaron también para explicar el proyecto, la religiosa comboniana Laura Gemignani, del Hospital de Nzara, Sudán del Sur; Michel Roy, Secretario General de Caritas Internationalis; Sor Yudith Pereira-Rico, rjm, Associate Executive Director de Solidarity with South Sudan.
Cronología
27 de octubre de 2016: El Santo Padre recibe en audiencia a los tres principales líderes
religiosos de Sudán del Sur, miembros del South Sudan Council of Churches (SSCC).
15 de marzo de 2017: El Santo Padre en el encuentro con S. E. Mons. Gallagher pide que se envíe un don significativo y que se involucre a Mons. Dal Toso, secretario delegado del DSSUI para preparar una propuesta para el destino del don. Se pondrá al corriente a la nunciatura apostólica (S. E. Mons Charles D. Balvo.).
12 de abril de 2017: El Santo Padre aprueba tres proyectos
En el sector sanitario: a las Religiosas Combonianas que administran dos hospitales:
ayuda de personal médico y medicamentos para el hospital de Wau (diócesis de Wau) [40.000 pacientes al año y 6 partos por día]; ayuda para personal médico y medicamentos al hospital de Nzara (diócesis de Tombora-Yambio) [90 pacientes al día, asistencia a niños].
En el sector del trabajo: para Cáritas Internationalis y Caritas Sudán del Sur: compra de semillas y aperos agrícolas en las diócesis de Tombura-Yambio, Yei, Torit y Juba Malakai para 2.500 familias a través de las Cáritas diocesanas.
En el sector de la educación: a Solidarity with South Sudan (que reúne a algunas congregaciones religiosas): Formación de maestros [pero también formación de enfermeros, comadronas , agricultores y líderes de la comunidad; ha visto la participación de 3.482 estudiantes] en la diócesis de Yambio.

 

21/06/2017-04:20
Isabel Orellana Vilches

San Paulino de Nola – 22 de junio

(ZENIT – Madrid).- Meropio Poncio Anicio Paulino, aclamado patricio romano que se abrazó formalmente al cristianismo y alcanzó la gloria de Bernini, fue muy estimado por santos de la talla de Ambrosio y Agustín, que fueron sus amigos, como también de san Jerónimo con el que mantuvo correspondencia. San Francisco de Sales admiró de él su exquisita educación y amabilidad. Nació en Burdeos, Francia, el año 353. Su padre, prefecto en Aquitania, encomendó su formación a su amigo el poeta Ausonio, profesor de la universidad de la ciudad. Luego Paulino completó estudios en Milán.
Con un importante bagaje intelectual que incluía filosofía, derecho, física, poesía, etc., el año 378, apenas rebasados los 20 años, edad en la que ya poseía cuantiosos bienes, ingresó en la carrera política como senador del Imperio romano. Fue gobernador de la Campania donde se veneraba a san Félix, punto de referencia importante en su vida. Oraba en el santuario dedicado al santo percibiendo un íntimo destello, desconocido hasta entonces, que iba empujándole hacia Dios: «A las puertas de aquella iglesia —dirá más tarde— sentí que mi alma se volvía hacia la fe y que una luz nueva abría mi corazón al amor de Cristo». Pero aún no había resonado con fuerza en él la llamada a una entrega decisiva. Después viajó a Barcelona donde conoció a una cristiana, Teresa, con la que se casó. Ella influyó en su fe, y el año 389 recibió el bautismo de manos del obispo san Delfín.
Hasta ese momento Dios no había ocupado expresamente su corazón; quedaba oscurecido entre otra multitud de intereses. Dos años más tarde, nació el único vástago del matrimonio, Celso, un niño que sobrevivió ocho días. El trágico episodio, lejos de infundir en Paulino la desesperación, lo encaminó a una entrega definitiva a Dios. En su corazón latía la certeza de que ese ser de su carne y de su sangre, que tan raudo había volado al cielo, arrebataría esas gracias que juzgaba convenían a su otrora vida impenitente: «Largo tiempo lo habíamos deseado; pero se apresuró a partir a las moradas celestes. En otro tiempo fui pecador; tal vez esta pequeña gota de mi sangre sea mi luz».
En la misa de Navidad del año 393 los fieles le aclamaron unánimemente: «¡Paulino, sacerdote!», pidiendo al obispo de Barcelona que lo ordenase. Y de común acuerdo con su esposa, ambos determinaron llevar una especie de vida monástica que incluía la perfecta continencia. Era una decisión meditada, orada, pero incomprendida y sorprendente para muchas personas. Ante las murmuraciones de rigor el santo respondía con serenidad, dejando claro a quién sometía su conducta: «Mi afán es librarme de mis pecados... Me basta ser aprobado por Cristo».
Recibió el sacramento del orden el año 394 y vuelto a Italia trabó contacto con san Ambrosio. En este viaje fue acogido con visibles muestras de afecto y gratitud, con excepción de un sector del clero y del mismo pontífice Silicio, quien actuó con él de forma reservada y con cierta desconfianza. Probablemente tuvo en cuenta que fue ordenado sacerdote siendo casado, amén de recaer la elección en el pueblo, hecho inusual que se hallaba fuera de los cánones ordinarios. Su sucesor en el pontificado, san Anastasio, dirigió una carta a los obispos de Campania en la que elogiaba a Paulino. Había quedado conmovido por la virtud de este hijo de patricios que, pudiendo convertirse en una de las grandes figuras del Senado, había dado la espalda a su carrera política para llevar una vida heroica junto a su esposa. Estos fueron los reconocimientos que recibió de antemano por parte de sus santos amigos.
En cierto modo los recelos que había suscitado, de los que no era directo responsable, le confirmaron en su decisión de retirarse a Nola, donde se hallaba la tumba de san Félix, lugar en el que siendo gobernador hizo construir un albergue para los pobres. Allí vivieron austeramente su esposa y él entregados a la oración y la caridad con los pobres. Cultivaban un pequeño trozo de tierra. Él, ceñido con un cilicio de pelos de camello que le obsequió Sulpicio Severo, antiguo condiscípulo suyo y monje en san Martín, se formaba en el estudio de las Sagradas Escrituras. Al hilo de sus meditaciones surgieron escritos, que se conservan, en los que refuta las tesis pelagianas. Son bellísimas cartas en prosa y en verso, fruto de la importante correspondencia que mantuvo con los santos Ambrosio, Jerónimo, Agustín, Sulpicio Severo y Delfín de Burdeos, así como con Alipio.
Parece que al inicio de su llegada a Nola, Paulino contrajo una enfermedad de la que sanó con la mediación de san Félix, en cuyo honor, y como signo de gratitud, erigió una basílica. En la primera década del siglo V falleció Teresa, que había llevado una vida cenobítica en un lugar colindante, mientras el santo convivía con otros compañeros que se unieron a él. Teresa había prestado asistencia a todos en aspectos domésticos, y fue un estímulo para su vida de perfección. Alrededor de esas fechas, en el año 410, Alarico invadió la región. A la muerte de Pablo, los fieles que admiraban la edificante vida que había llevado el matrimonio, emulando a los catalanes mostraron su anhelo de que Paulino fuese el nuevo obispo de Nola, y él lo aceptó. Más tarde, los godos diezmaron a la población y muchos fueron apresados como esclavos. Entre ellos estaba el único hijo de una viuda. Paulino vendió la cruz episcopal para rescatarlo y se ofreció para ser canjeado por el muchacho. Lo trasladaron a África, y allí sirvió como jardinero.
Un día efectuó un vaticinio que afectaba a la integridad física del rey, y al descubrir que era obispo lo liberaron junto al resto de los prisioneros –a demanda suya, tras ser invitado a manifestar qué deseaba en pago por lo que hizo– proporcionándoles un barco cargado de viandas. A punto de morir acogió misericordiosamente a los que se había visto obligado a excluir del seno de la Iglesia por motivos disciplinares. Murió el 22 de junio del año 431. Los prodigios que obró en vida se multiplicaron tras su muerte.

 

21/06/2017-09:50
Redacción

Texto completo de la catequesis del 21 de junio de 2017 en la audiencia del papa Francisco

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 21 Jun. 2017).- En la audiencia de este miércoles el papa Francisco recordó que los santos nos ayudan cada día con su presencia discreta, y que esto es motivo de esperanza. A continuación el texto completo de la audiencia, con los añadidos que ha improvisado.
«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El día de nuestro bautismo, ha resonado para nosotros la invocación a los santos. Muchos de nosotros en ese momento éramos niños en los brazos de nuestros padres. Poco antes de recibir el óleo de la unción bautismal como catecúmenos, símbolo de la fuerza de Dios en la lucha contra el mal, el sacerdote invita a toda la asamblea a rezar por aquellos que están a punto de recibir el bautismo, invocando la intercesión de los santos.
Esta es la primera vez que en el curso de nuestra vida, nos regalaron la presencia de los hermanos y hermanas ‘mayores’, que han pasado por nuestro mismo camino, que han vivido nuestras mismas fatigas, y viven para siempre en el abrazo de Dios.
La Carta a los Hebreos define esta compañía que nos rodea, con la expresión “multitud de testigos”. Así son los santos: una multitud de testimonios. Los cristianos en el combate contra el mal, no se desesperan. El cristianismo cultiva una confianza inquebrantable: no cree que las fuerzas negativas y disgregantes puedan prevalecer.
La última palabra sobre la historia del hombre no es el odio, no es la muerte, no es la guerra. En cada momento de la vida nos asiste la mano de Dios, y también la discreta presencia de todos los creyentes que “nos han precedido con el signo de la fe”, (Canon Romano).
Su existencia nos demuestra sobre todo que la vida cristiana no es un ideal inalcanzable. Y además nos conforta: no estamos solos, la Iglesia está compuesta de innumerables hermanos, a menudo anónimos, que nos han precedido y que por la acción del Espíritu Santo están involucrados en las vivencias de los que todavía viven aquí abajo.
La del bautismo, no es la única invocación a los santos que marca el camino de la vida cristiana. Cuando los novios consagran su amor en el sacramento del Matrimonio, viene invocada de nuevo para ellos –en esta ocasión como pareja– la intercesión de los santos. Y esta invocación es fuente de confianza para los dos jóvenes que parten hacia el ‘viaje’ de la vida conyugal.
Quien ama de verdad tiene la necesidad y el valor de decir ‘para siempre’, pero también sabe que necesita de la gracia de Cristo y de la ayuda de los santos para poder vivir la vida matrimonial para siempre. No como algunos dicen: ‘hasta el dura el amor’. No: para siempre. Contrariamente es mejor no casarse. O para siempre o nada.
Por esto, en la liturgia nupcial, se invoca la presencia de los santos. Y en los momentos difíciles, hace falta el valor para alzar los ojos al cielo, pensando en tantos cristianos que han pasado por tribulaciones y han conservado blancos sus vestidos bautismales, lavándolos en la sangre del Cordero. Así dice el libro del Apocalipsis.
Dios no nos abandona nunca: cada vez que le necesitemos, vendrá un ángel suyo a levantarnos y a infundirnos su consuelo. “Ángeles” que algunas veces tienen un rostro y un corazón humano, porque los santos de Dios están siempre aquí, escondidos en medio de nosotros.
Esto es difícil de entender y también de imaginar, pero los santos están presentes en nuestra vida. Y cuando alguno invoca un santo o una santa, es justamente porque está cerca de nosotros.
También los sacerdotes custodian el recuerdo de una invocación a los santos pronunciada sobre ellos. Es uno de los momentos más conmovedores de la liturgia de ordenación. Los candidatos se echan a tierra, con la cara hacia el suelo. Y toda la asamblea, guiada por el obispo, invoca la intercesión de los santos. Un hombre, que permanece aplastado por el peso de la misión que se le confía, pero que al mismo tiempo siente todo el paraíso en sus espaldas, que la gracia de Dios no faltará, porque Jesús permanece siempre fiel, y por tanto se puede partir serenos y llenos de ánimo. No estamos solos.
¿Y qué somos nosotros?, somos polvo que aspira al cielo. Débiles en nuestras fuerzas, pero potente el misterio de la gracia que está presente en la vida de los cristianos. Somos fieles a esta tierra, que Jesús ha amado en cada instante de su vida, pero sabemos y queremos esperar en la transfiguración del mundo, en su cumplimiento definitivo, donde finalmente no habrá más lágrimas, ni maldad ni sufrimiento. Que el Señor nos de la esperanza de ser santos.
Pero alguien podría preguntarme:
— ‘¿Padre, se puede ser santos en la vida de todos los días?’
— Sí se puede.
— ‘¿Esto significa que tenemos que rezar durante todo el día?’.
– No, significa que uno tiene que hacer su deber todo el día, rezar, ir al trabajo, cuidar a
los hijos.
Pero hay que hacer todo esto con el corazón abierto hacia Dios, de manera que en el
trabajo, en la enfermedad y en el sufrimiento, y también en las dificultades, estar
abiertos a Dios. Y así uno puede volverse santo. Que el Señor nos de la esperanza de
ser santos.
¡No pensemos que es algo difícil, que es más fácil ser delincuentes que santos! No. Se puede ser santos porque nos ayuda el Señor y es Él quien nos ayuda. Es el gran regalo que cada uno de nosotros puede devolver al mundo.
Que el Señor nos de la gracia de creer tan profundamente en Él, que podamos volvernos imagen de Cristo en este mundo. Nuestra historia necesita ‘místicos’. Tiene necesidad de personas que rechazan todo dominio, que aspiran a la caridad y a la fraternidad. Hombres y mujeres que viven aceptando también una porción de sufrimiento, porque se hacen cargo de la fatiga de los demás. Y sin estos hombres y mujeres el mundo no tendría esperanza.
Por esto les deseo a ustedes –y lo deseo también para mi– que el Señor nos de la esperanza de ser santos. Gracias»

(Traducido por ZENIT desde el audio)