Servicio diario - 24 de junio de 2017


Audiencia de Papa a los Resurreccionistas: “Anunciar a Cristo con la audacia del Espíritu”
Redacción

El Papa concede la comunión eclesiástica al nuevo patriarca de la Iglesia greco-melquita
Redacción

Venezuela: el cardenal Urosa pide el cese de la represión’
Redacción

San Guillermo de Vercelli – 25 de junio
Isabel Orellana Vilches

Francisco a los atletas de natación: transmitir valores ‘sólidos’ en una sociedad ‘líquida’
Redacción


 

24 junio 2017
Redacción

Audiencia de Papa a los Resurreccionistas: “Anunciar a Cristo con la audacia del Espíritu”

El capítulo general de la orden se realiza del 11 al 25 de junio en Roma

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 24 Jun. 2017).- Los participantes en el XXXII Capítulo General de la Congregación de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo (Resurreccionistas), en curso en Roma del 11 al 25 de junio de 2017 y cuyo tema es “Testigos de la presencia del Señor resucitado: De la comunidad al mundo”, han sido recibidos este sábado por el papa Francisco en el Vaticano.

Así en la Sala del Consistorio, en el Palacio Apostólico, el Pontífice articuló sus palabras en tres puntos:

Primero: “Testigos de la presencia del Señor resucitado” y les propuso como icono a Maria Magdalena, que después de encontrar a Jesús resucitado, lo anuncia a los otros discípulos. Y ser hombres que “saben cómo proclamar, con la audacia que viene del Espíritu, que Cristo está vivo y es el Señor”.

El segundo punto fue “de la comunidad al mundo”, salir a llevar la Buena Nueva de la Resurrección, asumiendo los riesgos y expresarla en la vida fraterna en comunidad. Ser constructores de “comunidades” evangélicas y no meros “consumidores” de ellas.

Y tercero: la luz del misterio pascual devuelve una “esperanza fiable”. Tener el valor de “bajar a nuestros sepulcros personales y comunitarios”, y ver “cómo Jesús es capaz de resucitarnos de ellos”.

Publicamos a continuación el discurso que el Santo Padre ha pronunciado en el curso del encuentro:

«Queridos hermanos,

Os acojo con alegría con ocasión de vuestro capítulo general. Doy las gracias al Superior General sus palabras; y, a través de vosotros, saludo a todos los hermanos presentes en quince países de cuatro continentes.
Hijos espirituales de Bogdan Janski, apóstol de los emigrados polacos en Francia durante el siglo XIX, habéis nacido para dar testimonio de que la resurrección de Cristo es el fundamento de la vida cristiana, para anunciar la necesidad de una resurrección personal y apoyar a la comunidad en su misión al servicio del Reino de Dios. En estrecha relación con el carisma del Instituto, habéis elegido para este capítulo el tema “Testigos de la presencia del Señor resucitado: de la comunidad al mundo.” Me gustaría reflexionar sobre tres expresiones.

1. Testigos de la presencia del Señor resucitado: Es decir, misioneros, apóstoles del Viviente. Por eso os propongo como icono a Maria Magdalena, la apóstola de los apóstoles, que en la mañana de Pascua, después de encontrar a Jesús resucitado, lo anuncia a los otros discípulos. Buscaba a Jesús muerto y lo encuentra vivo. Y esa es la alegre Buena Nueva que lleva a los demás: Cristo está vivo y tiene el poder para vencer la muerte y darnos la vida eterna.

A partir de aquí se deriva una primera reflexión: La nostalgia de un pasado que ha podido ser fructífero en vocaciones y obras grandiosas no os debe impedir ver la vida que el Señor hace brotar a vuestro lado en el momento presente. No seáis hombres nostálgicos, sino hombres que, movidos por la fe en el Dios de la historia y de la vida, anuncian la llegada del alba, incluso en la oscuridad de la noche (Is 21.11 a 12).

Hombres contemplativos que, con los ojos del corazón fijos en el Señor, saben ver lo que otros no ven, impedidos por las preocupaciones de este mundo; hombres que saben cómo proclamar, con la audacia que viene del Espíritu, que Cristo está vivo y es el Señor.
Una segunda consideración es la siguiente: María Magdalena y las otras van al sepulcro (cf. Lc 24.1 a 8) son mujeres “en salida”: abandonan su “nido” y se ponen en camino, saben arriesgarse. El Espíritu os llama, también a vosotros, Hermanos de la Resurrección a ser hombres en camino, un Instituto “en salida” hacia las periferias humanas , allí donde es necesario llevar la luz del Evangelio.

Les llama a ser buscadores del rostro de Dios allí donde se encuentra: no en las tumbas – “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?” (V. 5) -, sino donde El vive: en la comunidad y en la misión.

2. De la comunidad al mundo. Como los discípulos de Emaús, dejad que os alcance el Resucitado, sea individualmente que como comunidad, especialmente a lo largo de los caminos de la decepción y el abandono (cf. Lc 24,11ss). Y este encuentro os hará correr de nuevo, llenos de alegría y sin demora, a la comunidad, y de ella a todo el mundo para anunciar: “¡Verdaderamente el Señor ha resucitado!” (V. 34).

Los que creen en el Resucitado tienen el coraje de “salir” a llevar la Buena Nueva de la Resurrección, asumiendo los riesgos del testimonio, como hicieron los apóstoles. ¡Cuántos esperan esta alegre noticia! No podemos privarles de ella. Si la resurrección de Cristo es nuestra mayor certeza y el tesoro más preciado,¿ Cómo no podemos correr a anunciarlo a los demás?

Y una forma concreta de expresarla es la vida fraterna en comunidad. Se trata de acoger a los hermanos que Señor nos da: no a los que elegimos nosotros, a los que el Señor nos da. Puesto que Cristo ha resucitado ya no se nos permite, como dice el Apóstol Pablo, mirar a los otros a la manera humana (cf. 2 Co 5:16). Los vemos y los acogemos como un regalo del Señor. El otro es un regalo que no puede ser manipulado o despreciado; un regalo para recibirlo con respeto, porque en él, sobre todo si es débil y frágil, sale a mi encuentro Cristo.
Os exhorto a ser constructores de “comunidades” evangélicas y no meros “consumidores” de ellas; a asumir la vida fraterna en la comunidad como la primera forma de evangelización. Las comunidades estén abiertas a la misión y huyan de la referencia a sí mismas, que lleva a la muerte. Que los problemas – siempre los hay – no os ahoguen; cultivad, en cambio, “la mística del encuentro” y buscad, junto con los hermanos que el Señor os ha dado e iluminados ” por la relación de amor que recorre las tres Personas Divinas ” el camino y el método para ir adelante (cf. Carta apostólica A todos los consagrados , 21 de noviembre de 2014, I, 2). En una sociedad que tiende a nivelar y uniformar, donde la injusticia contrapone y divide, en un mundo desgarrado y agresivo,¡ no dejés que falte el testimonio de la vida fraterna en comunidad!

3. Profetas de la alegría y la esperanza pascual. El Señor resucitado ha derramado sobre sus discípulos dos formas de consuelo: la alegría interior y la luz del misterio pascual. La alegría de reconocer la presencia del Resucitado os introduce en su Persona y en su voluntad: por eso lleva a la misión.

Por otro lado, la luz del misterio pascual devuelve la esperanza, una “esperanza fiable”, como dijo el Papa Benedicto XVI (Enc. Spe salvi, 2). Resucitados para resucitar, liberados para liberar, generados a nueva vida para generar nueva vida en todos los que encontramos en nuestro camino. Esta es vuestra vocación y la misión de los Hermanos de la Resurrección.

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?” (Lc 24,5). Que en vuestros corazones resuene constantemente esta palabra. Os ayudará a salir de los momentos de tristeza y os abrirá a horizontes de alegría y esperanza.

Hará revertir las piedras de los sepulcros y os dará las fuerzas para anunciar la Buena Noticia en esta cultura tantas veces marcada por la muerte. Si tenemos el valor de bajar a nuestros sepulcros personales y comunitarios, veremos cómo Jesús es capaz de resucitarnos de ellos. Y redescubriremos así la alegría, la felicidad y la pasión de los primeros momentos de nuestro darnos.

Queridos hermanos, concluyo recordando lo que tantas veces he dicho a los consagrados especialmente durante el Año de la Vida Consagrada: mirar al pasado con gratitud, vivir el presente con pasión, abrazar el futuro con esperanza. Recuerdo grato del pasado: no arqueología, porque el carisma es siempre una fuente de agua viva, no una botella de agua destilada. Pasión para mantener siempre vivo y joven el primer amor, que es Jesús. Esperanza: sabiendo que Jesús está con nosotros y guía nuestros pasos como ha guiado los pasos de nuestros fundadores.

Maria, que de manera singular vivió y vive el misterio de la resurrección de su Hijo, vele como una madre vuestro camino. Os acompañe también mi bendición. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Gracias».

 

24/06/2017-08:05
Redacción

El Papa concede la comunión eclesiástica al nuevo patriarca de la Iglesia greco-melquita

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 24 Jun. 2017).- El Papa Francisco felicitó a su Beatitud Youssef Absi, elegido este miércoles 21 de junio por el Sínodo reunido en el Líbano, como nuevo patriarca de la Iglesia greco-melquita, concediéndole la Ecclesiastica Communio, según el can. 76 § 2 del Código de los cánones de las Iglesias orientales.
“Como sucesor de Pedro llamado por Jesús para conservar en la unidad su única Iglesia, le imparto con gran alegría la Comunión eclesiástica solicitada, de conformidad con el Código de los cánones de las Iglesias orientales”, escribió en el mensaje.
El Sínodo de los Obispos de la Iglesia Greco-melquita eligió como nuevo patriarca de Antioquía de los Greco-melquitas, a Mons. Joseph Absi, de la Sociedad de los Misioneros de San Pablo, hasta entonces Arzobispo titular de Tarso de los Greco-melquitas, en la Curia Patriarcal de Damasco. Su Beatitud asumió el nombre de Youseff Absi. Que sustituyó a Gregorio II Laham, que presentó su dimisión en mayo.
Después de ser elegido, en señal de comunión y obediencia, el nuevo Patriarca envía al Sumo Pontífice un mensaje, donde pide que le sea concedida a Ecclesiastica Communio .
“La elección de Su Beatitud –escribe Francisco en su mensaje– se produce en una situación delicada para la venerable Iglesia greco-melquita y en un momento en que muchas comunidades cristianas en el Oriente Medio son llamadas a testimoniar de una manera especial su fe en Cristo muerto Y resucitado”.
“En este momento particularmente difícil los pastores están llamados a expresar la comunión, unidad, cercanía, solidaridad y transparencia para el pueblo de Dios que sufre”. Y aseguró al recién elegido sus oraciones, para que “Cristo, el Buen Pastor, lo sostenga en el cumplimiento de la misión que os es encomendada y para el servicio que se le pide”.
El Santo Padre manifestó la certeza de que el nuevo patriarca, “en armonía fraterna con todos los Padres sinodales, será, con toda sabiduría evangélica, no sólo ‘Pater y Caput’ al servicio de los fieles de la Iglesia Greco-melquita, sino también un testigo Fiel y auténtica del Resucitado.
“Confiando a la materna protección de la Santísima Madre de Dios -concluye el mensaje- les imparto mi bendición apostólica, que hago extensiva a los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas ya todos los fieles de la Iglesia greco-melquita”.

Leer también: Nuevo patriarca de Antioquía para los católicos greco Melquitas

 

24/06/2017-07:46
Redacción

Venezuela: el cardenal Urosa pide el cese de la represión’

(ZENIT – Roma).- Mientras el gobierno del presidente Nicolás Maduro anunció la incorporación de otros 40 mil efectivos de la policía, el cardenal arzobispo de Caracas, Jorge Urosa Savino hizo un apremiante llamado al cese de la violencia. A continuación el texto completo.
«Con serena indignación y firmeza quiero expresar mi rechazo a los actos de represión que el Gobierno Nacional, a través de la GNB, algunos cuerpos policiales, y bandas armadas paramilitares, ha realizado en estos 80 días de protestas políticas.
Amparado por la Constitución Nacional, el pueblo manifiesta en contra de la gravísima situación de hambre y carencia de medicinas y bienes esenciales, así como por el desconocimiento de la Asamblea Nacional, el encarcelamiento de personas por ser adversarios del gobierno, y la eliminación de las elecciones previstas en la Constitución y las leyes.
A eso se ha añadido hace 50 días, sin consultar al Pueblo soberano, la convocatoria por parte del Presidente Maduro de una nueva asamblea constituyente sectorial y desvirtuada, con bases sesgadas y parcializadas, que no respetan la universalidad ni la proporcionalidad del voto.
Esas manifestaciones han sido casi todas atacadas por el gobierno de diversas maneras, y el resultado ha sido cerca de 70 personas asesinadas por la acción represiva. Eso clama al cielo, es totalmente ilegal y anticonstitucional, y merece el más pleno rechazo. De igual manera rechazo la muerte de algunas personas causadas por algunos opositores.
La violencia es mala venga de donde venga. Esa violencia se ha dado en todo el país. En Caracas recientemente hemos visto el asesinato de muchos jóvenes, entre otros
Juan Pablo Pernalete, Miguel Castillo, Neolamar Lander, Fabian Urbina, y en la tarde de ayer, abatido a sangre fría, David Vallenilla.
Por toda esa represión a lo ancho y largo del país expreso mi más contundente rechazo a la acción violenta e ilegal de las autoridades del Gobierno que están dirigiendo el control de las manifestaciones. Y reitero mi urgente llamado: ¡cese de inmediato la represión a las manifestaciones del pueblo!
El Gobierno en vez de reprimir debe resolver los problemas que angustian al pueblo y que lo han llevado a la calle. El Gobierno debe desistir del propósito de imponer un sistema totalitario y antidemocrático. Ese es el llamado que hemos hecho los obispos venezolanos, y que, en otros términos ha hecho también el Papa Francisco en su mensaje del 30 de abril en la plaza de San Pedro: “No dejan de llegar dramáticas noticias sobre la situación en venezuela y el agravamiento de los enfrentamientos con numerosos muertos, heridos y detenidos. Mientras me uno al dolor de los familiares de las víctimas...dirijo un firme llamado al gobierno y a todos los componentes de la sociedad venezolana para que se evite cualquier forma ulterior de violencia, se respeten los derechos humanos, y se busquen soluciones negociadas a la grave crisis humanitaria, social, política y económica que sufre angustiada la población”.
Por eso repito: ¡cese la represión! Al mismo tiempo expreso mis condolencias a los
familiares y amigos de las víctimas, y mi solidaridad con las personas que se encuentran injustamente sometidas a juicio militar, o detenidas arbitrariamente.
E invito a todos los caraqueños a orar intensamente al Señor por la paz, para que cese este conflicto violento y los venezolanos podamos resolver nuestros problemas pacíficamente.
Jorge Urosa Savino, Cardenal Arzobispo de Caracas»

 

24/06/2017-04:30
Isabel Orellana Vilches

San Guillermo de Vercelli – 25 de junio

(ZENIT – Madrid).- Nació en Vercelli, Italia, en 1085. Procedía de una familia piamontesa de noble ascendencia. No pudo gozar de sus padres porque le dejaron huérfano tempranamente; entonces se hicieron cargo de él unos familiares. La vida austera con su sacrificio le llamaba invitándole a emprender esa vía cuánto antes. Tanto le urgía que, siendo un adolescente, con un rasgo de madurez inusual a esa edad, renunció a la herencia que le correspondía y se dispuso a peregrinar a Compostela; como tantos romeros quería postrarse ante la tumba del apóstol Santiago. Llegar a España en esa época era toda una hazaña, como él constató. Sin embargo, debieron parecerle una minucia las dificultades ya que, a las inclemencias meteorológicas y penalidades del camino, añadió un instrumento de penitencia que ciñó a su cuello para mortificarse: dos aros de hierro forjados por un hábil herrero con un resorte que le permitía desprenderse de ellos cuando lo deseaba.
Más de un lustro tardó en llegar a su destino. Un periodo que le permitió profundizar en el amor de Dios manteniendo su presencia constante en su mente, y compartir las delicias de la unión con Él con las numerosas personas que halló al paso. Progresaba en su vida ascética y con ella iba incrementándose su devoción y piedad, una simbiosis coronada por la oración que tenía su expresión en el más completo abandono. Los pies desnudos, pan y agua por todo alimento, o, como mucho, alguna verdura aliñada exclusivamente con vinagre, y el mínimo descanso efectuado al aire libre; esto era todo lo que se permitía. Y fue fortaleciéndose, viendo cómo se acrecentaba vertiginosamente el anhelo de darse a sí mismo por amor a Dios.
Tras un periodo de tiempo impreciso de permanencia en España, regresó a Italia. Entonces se propuso emprender nueva peregrinación para llegar a Tierra Santa. De camino recorrió diversos lugares de Italia. Solía detenerse en los templos de las ciudades compartiendo la devoción de los habitantes por los santos venerados en ellos. En Taranto sufrió un grave percance; fue atacado por unos ladrones. El hecho, que juzgó providencial, le hizo comprender que tal vez su destino era otro. Mientras se reponía del asalto tuvo ocasión de dilucidarlo. Acudió a san Juan de Matera, que había fundado en Taranto una congregación regida por la regla benedictina, y le hizo partícipe de su inquietud. Juan convino con él en la pertinencia de ese episodio que parecía esconder un signo de la voluntad divina. En unos días Guillermo determinó renunciar al viaje y permanecer en Italia. La decisión fue corroborada con una visión en la que se le hizo ver que sería artífice de una nueva congregación dedicada a la Virgen. Despejada toda duda, buscó el lugar más conveniente para dedicarse a la meditación adoptando el espíritu del yermo.
Después de haber convivido junto a san Juan de Matera, cruzó Basilicata y llegó a Irpinia. Atrás dejaba una bien ganada fama que le persiguió por algún que otro prodigio realizado en Monteserico y en el Sasso Barisano, cerca de Matera. Huía de aclamaciones populares; sería uno de los signos que iban a acompañarle. Donde llegaba, con su virtud atraía a las multitudes. Eso le sucedió en el monte Partenio, aunque lo eligió buscando la soledad, refugiándose en una de sus cimas a efecto de recluirse en oración y penitencia. Los años de permanencia en el lugar no le permitieron lograr plenamente su propósito. Era una época floreciente para la vida eremítica, y no tardaron en unirse a él nuevos aspirantes que integraron la primera comunidad. A ésta se debe la construcción de la iglesia dedicada a la Virgen, cuyas obras culminaron en 1124; a partir de entonces, el monte comenzó a denominase Montevergine.
Este hombre austero, célebre también por su forma de comparecer en público –chocante para una mayoría– aherrojado con cadenas y grilletes como un presidiario, tenía como modelo a Cristo Redentor; pensaba en los atroces suplicios que padeció por el género humano. Como no le asustaban las penitencias del grado que fueran, la regla que dio a sus discípulos para que la siguieran en su día a día, impregnada por este sentimiento, y fundamentada en la de san Benito, no contentó a todos. Y eso que había proporcionado a los suyos pautas claras, sencillas, inspiradas en el evangelio, como las siguientes: «Soy del parecer, hermanos, que trabajando con nuestras manos nos ganemos la comida y el vestido para nosotros y para los pobres. Pero ello no debe ocupar todo el día, ya que debemos encontrar tiempo suficiente para dedicarlo al cuidado de la oración con la que granjeamos nuestra salvación y la de nuestros hermanos».
Guillermo perseguía el sosiego requerido para dialogar con Dios. Cuatro años más tarde abandonó Partenio y se dirigió a Goleto. Allí creó un monasterio para mujeres, atendidas espiritualmente por varones. Fue otra estación de paso. A partir de ahí, emprendió una constante peregrinación por Irpinia, Sannio, Lucania, Apulia, donde, junto a Juan de Matera, fundó Monte Laceno, y Sicilia. En todos los lugares quedaba marcada la huella de sus muchas virtudes. Los monasterios que erigía tenían la misma regla. Una vez que estaban en marcha los dejaba bajo custodia de un prior, y se encaminaba a realizar nueva fundación; ese fue siempre su criterio.
El rey normando Rogelio II de Nápoles, que logró unificar Sicilia, Calabria y Apulia, le tuvo en gran estima; lo nombró consejero. En todo momento gozó de su protección y generosa ayuda para sus fundaciones, y Guillermo se hizo cargo de otras que el monarca puso bajo su amparo. Murió con fama de santidad en Goleto el 25 de junio de 1142. Su culto fue aprobado por la Santa Sede en 1728 y lo difundió a la Iglesia en 1785. En 1807 sus restos fueron trasladados a Montevergine. Pío XII lo declaró patrono de Irpinia en 1942.

 

24/06/2017-14:31
Redacción

Francisco a los atletas de natación: transmitir valores ‘sólidos’ en una sociedad ‘líquida’

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Este sábado al medio día, el papa Francisco ha recibido en audiencia en el Vaticano a la Federación Italiana de Natación, que participa en el Trofeo de Natación Sette Colli, en curso en Roma hasta el próximo 25 de junio.
El Santo Padre les subrayó que estos del torneos “son días de alegría y de entusiasmo” en “una fiesta no carente de contenido, ya que transmite valores cada vez más necesarios en una sociedad como la nuestra, que se define ‘líquida’, sin puntos de referencia sólidos”. Y bromeó: “este deporte se realiza en el agua, pero no es ‘líquido’, al contrario, es muy ‘sólido’, requiere un esfuerzo constante y fortaleza”.
Por la familiaridad con el agua, “me complace recordar las palabras de San Francisco de Asís en su cántico: «Laudato si’, mi Signore, per sora acqua, la quale è molto utile et umile et pretiosa et casta»”.
Recordó también que “el agua es vida, sin agua no hay vida. Y hablar de vida es hablar
de Dios, origen y fuente de la vida, e incluso nuestra vida cristiana comienza en el signo de agua, con el bautismo”.
Señaló que el agua en la que nadan, bucean, juegan, compiten , hace venir en mente una pluralidad de atenciones, como “el valor del cuerpo” si bien advirtió “hay que cuidarlo y no idolatrarlo”. También de la necesidad de la “interioridad y la búsqueda de sentido en lo que hacen”, además de “la visión clara de qué orilla hay que buscar en la vida y cómo llegar a ella” y “del valor de la autenticidad, sinónimo de transparencia, claridad, limpieza interior”.