Tribunas

La valentía de monseñor Asenjo

José Francisco Serrano Oceja

 

El arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, es un valiente. Ha publicado estos días pasados una breve carta pastoral a sus fieles, titulada “Amar en la diferencia”, sobre las cuestiones antropológicas relacionadas con la diferencia sexual, entre otros temas, y sobre la ideología de género. Un texto que le honra.

Quizá a la par que valiente es inteligente. Ojo al dato. Con toda probabilidad, el próximo mes de septiembre se debatirá en el Congreso de los Diputados la “Proposición de Ley contra la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género y características sexuales, y de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales”, presentada por el Grupo Parlamentario Confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea.

El texto de esta proposición de ley puede encontrase en el Boletín Oficial de las Cortes Generales, Congreso de los Diputados, serie B, núm. 122-1, de 12/05/2017. Juzguen ustedes mismos. Tendremos tiempo de entrar en esta liza.

Lo que parece claro es que, en el momento en el que se pudiera aprobar esta ley, tal y como está ahora redactada –supuesto algo más que imposible-, cartas pastorales como la de monseñor Asenjo sería objeto inmediato de actuación de la Fiscalía.

Pero volvamos al texto de don Juan José. Dice en su carta semanal, de una claridad meridiana, que “por lo que respecta al significado del cuerpo y de la diferencia sexual, los ataques más directos que está sufriendo el amor humano en nuestro tiempo provienen de la “ideología de género”, que se mezcla en nuestros días con las reivindicaciones de los teóricos de la “revolución sexual” y el “feminismo radical”. El resultado es una mentalización constante, una “colonización ideológica”, como ha señalado el papa Francisco”.

Señala dos postulados de la ideología de género que hay que tener en cuenta: el primero y fundamental: “Según Judith Butler, -escribe monseñor Asenjo-, tal vez su teórica principal, es eliminar el supuesto de que los seres humanos se dividen en dos sexos. Las diferencias hombre-mujer, más allá de las diferencias anatómicas, no proceden de la naturaleza. Son producto de la cultura de un país y una época. Son una convención social. Hay que liberar, por tanto, a la persona de sus condicionamientos biológicos”.

El segundo: “Hay otro aspecto a señalar –insiste el arzobispo de Sevilla-: La ideología de género afirma que la reproducción humana debe ser totalmente libre, existiendo por lo tanto el derecho al aborto, y en contraposición, el “derecho al hijo”, por medio de las técnicas de reproducción artificial posibles, ya que la reproducción no es más que el resultado fortuito de algunos encuentros heterosexuales”.

Merece la pena leer la breve carta íntegra. La pueden encontrar en la página web de la archidiócesis de Sevilla, aunque ciertamente en lugar no muy destacado.

 

José Francisco Serrano Oceja