Tribunas

Renace la Acción Católica

 

Días pasados se celebró en Santiago de Compostela la tercera Asamblea General de la Acción Católica española. En días previos, unos mil doscientos jóvenes de esta realidad eclesial hicieron a pie un tramo importante del Camino de Santiago, en la vía "portuguesa".

José Francisco Serrano Oceja

 

Esta Asamblea General  ha vuelto a poner en primera línea del protagonismo eclesial a una realidad que no puede vivir de su historia, pero que no debe olvidar su historia.

No hace falta remontarse a épocas pasadas para recordar la definición de la Acción Católica que ofrecían los pontífices, ese apostolado de los laicos al servicio de la jerarquía de la Iglesia, por sintetizar. La nota de la eclesialidad preconciliar en un contexto histórico, el del movimiento social católico, de respuesta a los retos del momento: la cuestión obrera, el laicismo… De ahí que aparecieran las ramas especializadas que tanto han dado que hablar y que en no pocos momentos han arrastrado por una corriente de aguas turbulentas a la Acción Católica general.

Pero ahora vive en una nueva etapa, enraizada en la parroquia y volcada en la contribución a la configuración de un laicado activo y de presencia incisiva en la realidad.

Una etapa humilde, en la que no se trata de distinguirse de los movimientos y realidades de Iglesia, que nacieron o anticipando o como fruto del Vaticano II, ni de una imitación epidérmica. Se trata de reformular el carisma a la luz de la Evangelii Gaudium.

En la Asamblea de Santiago, mayoritariamente por la intervención de los ponentes principales, se percibe que la Acción católica quiere estar en la dinámica de apóstoles misioneros en el mundo. Sin perder esa nota de eclesialidad –llama la atención la presencia de obispos en cada una de las mesas sectoriales-, se abre, aún con ciertas dificultades, a una pluralidad real, lo que la enriquece. Y se enraíza en la parroquia como eje también dinamizador de la parroquia.  

Ya lo dijo el Papa Francisco en el reciente II Congreso Internacional de la Acción Católica, celebrado en Roma en abril pasado: “Que la Acción Católica esté presente en el mundo político, empresarial, profesional, en las cárceles, los hospitales, las villas, las fábricas”. Y esto para que no se transforme en una institución de “exclusivos que no le dice nada a nadie y tampoco a la misma Iglesia”.

 

José Francisco Serrano Oceja