Tribunas

Preguntas sobre el Islam

 

Desde el pasado jueves, son muchos los silencios que acompañan a las oraciones. Una vez más, la violencia ciega de un grupo de jóvenes, secuestrados por el fanatismo y la ideología destructora que ha aniquilado la creencia en un Dios de paz, ha sembrado el terror en una ciudad española.

José Francisco Serrano Oceja

 

Lo propio de la humanidad son las preguntas. Lo propio de Dios son las respuestas aunque vayan acompañadas de silencio. En no pocas ocasiones, estos días pasados, hemos leído y oído comentarios sobre la relación entre Islam y terrorismo, Islam y violencia. Hay quienes sostienen que el Islam está ligado, por un conducto fatal, a la violencia como hecho histórico y cultural.

De nuevo, afloran los debates sobre la relación entre Islam y la paz, sobre la naturaleza del Dios que se revela en el Islam y la violencia en la historia.

En los medios, y en no menor medida en las redes sociales, se acumulan reflexiones que producen pavor. Invectivas que demonizan de forma genérica, y sin recurso a la duda, a quienes se confiesan seguidores del Islam como potenciales terroristas.

Las preguntas, de forma retórica, también se han oído en algunas de las  homilías que los obispos españoles han presidido con motivo de los atentados de las Ramblas y Cambrils.

El arzobispo de Barcelona, en un esplendoroso templo de la Sagrada Familia, se preguntó: “ Acaso ¿no es un pecado gravísimo atentar contra la vida de unos semejantes, de nuestros prójimos, de unos seres inocentes y de niños?”

El cardenal Cañizares, en un a valiente y preclara homilía, hizo afirmaciones que deben hacernos reflexionar. Por ejemplo: “No olvidemos, hermanos, que este yihadismo, por una sinrazón, odia de manera especial a España y busca su peor mal, su destrucción y conquista, retornando a viejos tiempos y siglos que es preciso olvidar y superar”.

El arzobispo de Valencia apuntó que “los asesinos yihadistas de Daesh son los principales enemigos de la tierra a la que dicen falsamente defender y rescatar y, más aún, son enemigos especialmente destructores del Islam, religión que debe ser respetada, en la que se adora e invoca al Dios vivo, único y misericordioso. Una tierra, una religión, un culto que se defiende con la paz y la justicia, con el reconocimiento del Dios único y verdadero que quiere que el hombre viva, practique la misericordia y proteja al hermano”.

La verdad es que don Antonio Cañizares está hablando muy claro. Pero la pregunta sigue siendo cómo puede el cristianismo ayudar al Islam, cómo podemos los cristianos ayudar a quienes confiesan un Dios de paz.

 

José Francisco Serrano Oceja