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El Papa recordó con gratitud el testimonio y el deseo de ser sacerdote de Ceferino Namuncurá

RV | 01/09/2017


 

“Me hace mucho bien pensar en el deseo que Ceferino tenía de ser sacerdote para servir a su pueblo. Así debe de ser. El sacerdote siempre identificado con su pueblo, de tal manera que su tiempo, su vida, su persona sean para sus hermanos”, lo escribe el Papa Francisco en una Carta dirigida al Obispo argentino de Viedma, Mons. Esteban María Laxague, S.D.B., con ocasión del 10° Aniversario de beatificación (11 de noviembre de 2007) y del 131° Aniversario de nacimiento (26 de agosto de 1886) de Ceferino Namuncurá, hijo del pueblo mapuche que abrazó la fe en Jesucristo y la familia salesiana y que murió en Roma, en 1905, con tan sólo 19 años a causa de la tuberculosis.

Con gratitud, el Santo Padre recuerda el día de la beatificación de Ceferino, hace ya 10 años. “Me quedó grabada aquella multitud de personas venida de distintas partes – afirma el Pontífice – aquellos rostros llenos de alegría por la beatificación de uno de los suyos, que nunca olvidó sus raíces, su pueblo, su cultura”.

Me hace mucho bien pensar, señala el Papa, en el deseo que Ceferino tenía de ser sacerdote para servir a su pueblo. “El sacerdote – precisa el Obispo de Roma, siempre debe estar identificado con su pueblo, de tal manera que su tiempo, su vida, su persona sean para sus hermanos”.

La juventud – subraya el Pontífice – sabe responder con generosidad cuando se le presenta a Cristo con un testimonio de vida auténtico y veraz, como el de Ceferino. “Ojalá muchos jóvenes hoy – escribe el Santo Padre – encuentren en Jesús el amor de sus vidas y el impulso para entregarse a los demás”.

(Renato Martinez – Radio Vaticano)

 

Texto completo de la carta del Papa Francisco

Al Venerable Hermano

Mons. Esteban María Laxague, S.D.B.

Obispo de Viedma

Vaticano, 12 de agosto de2017

Querido Hermano:

He recibido tu atenta carta, en la que me haces partícipe de la peregrinación anual a Chimpay con motivo del cumpleaños de Ceferino Namuncurá. Te lo agradezco.

Recuerdo bien el día de la beatificación, hace ya 10 años. Me quedó grabada aquella multitud de personas venida de distintas partes. Aquellos rostros llenos de alegría por la beatificación de uno de los suyos, que nunca olvidó sus raíces, su pueblo, su cultura. Me hace mucho bien pensar en el deseo que Ceferino tenía de ser sacerdote para servir a su pueblo. Así debe de ser. El sacerdote siempre identificado con su pueblo, de tal manera que su tiempo, su vida, su persona sean para sus hermanos. La juventud sabe responder con generosidad cuando se le presenta a Cristo con un testimonio de vida auténtico y veraz, como el de Ceferino. Ojalá muchos jóvenes hoy encuentren en Jesús el amor de sus vidas y el impulso para entregarse a los demás.

Te pido que les hagas llegar a los peregrinos mi recuerdo y mi oración. Los tengo muy presentes en mi corazón. Y, por favor, no dejen de rezar por mí.

Que el Señor los bendiga y la Virgen Santa los cuide. 

Fraternalmente,

Francisco.+