Servicio diario - 25 de septiembre de 2017


El Papa exhorta a esperar la consolación “que da el encuentro con el Señor”
Redacción

El Papa recibe en Visita ‘ad Limina’ a 35 obispos de Ecuador
Rosa Die Alcolea

El Papa expresa su “gratitud” a las Fundaciones que sostienen la Guardia Suiza
Rosa Die Alcolea

México: El Papa nombra a Mons. Óscar Campos obispo de Ciudad Guzmán
Rosa Die Alcolea

“Consagración y Secularidad”, Carta a los obispos sobre los Institutos Seculares
Redacción

Beato Pablo VI, 26 de septiembre
Isabel Orellana Vilches


 

25/09/2017-16:55
Redacción

El Papa exhorta a esperar la consolación “que da el encuentro con el Señor”

(ZENIT – 25 Sept. 2017).- El Papa ha explicado en su homilía de la misa en Santa Marta esta mañana que el cristiano vive “en tensión” hacia el encuentro con Dios, hacia la consolación “que da este encuentro con el Señor”.

El papa Francisco reflexionó a partir de la Primera Lectura del día, que narra el momento en el que el pueblo de Israel es liberado del exilio y destacó que “el Señor visitó a su pueblo y lo recondujo a Jerusalén”. Así, puso de manifiesto que la palabra “visita” es “importante” en la historia de la salvación, puesto que” toda liberación, toda acción de redención de Dios, es una visita”.

Asimismo, el Papa elevó una invocación al Señor para que nos enseñe la “tensión hacia la redención” y exhortó a “esperar” la visita de Dios “a cada de uno de nosotros”, asegurando que “hay momentos más débiles” y “momentos más fuertes”, si bien el Señor “nos hará sentir su presencia” siempre, colmándonos “de alegría”.

El Papa lo explicó así: “Cuando el Señor nos visita nos da la alegría, es decir, nos coloca en un estado de consolación. Este cosechar en la alegría... Sí, han sembrado en las lágrimas, pero ahora el Señor nos consuela y nos da esta consolación espiritual. Y la consolación no sólo sucedía en aquel tiempo, es un estado en la vida espiritual de cada cristiano. Toda la Biblia nos enseña esto”.

En esta línea, el Santo Padre animó a “esperar” con la virtud “más humilde de todas”: la esperanza, que “es siempre pequeña”, pero “muchas veces es fuerte cuando está escondida como las brasas debajo de las cenizas”. Del mismo modo el cristiano vive “en tensión” hacia el encuentro con Dios, hacia la consolación “que da este encuentro con el Señor”. Francisco añadió que si un cristiano no está en tensión hacia ese encuentro, es un cristiano “cerrado”, “puesto en el depósito de la vida”, sin saber “qué hacer”.

Además, el Papa invitó a “reconocer” la consolación “porque están los falsos profetas que parecen consolarnos y que, en cambio, nos engañan”. “Esa –dijo– no es una alegría que se puede comprar”:

“La consolación del Señor toca por dentro y te mueve y te da un aumento de caridad, de fe, de esperanza y también te lleva a llorar por tus propios pecados. Además, cuando vemos a Jesús y su Pasión, a llorar con Jesús... Del mismo modo te eleva el alma a las cosas del Cielo, a las cosas de Dios y, asimismo, tranquiliza el alma en la paz del Señor. Ésta es la verdadera consolación. No es una diversión – la diversión no es algo malo cuando es buena, somos humanos, y debemos tener alguna – pero la consolación te envuelve y precisamente la presencia de Dios se siente y se reconoce que éste es el Señor”.

El Papa Francisco recordó también que hay que agradecer con la oración al Señor, “que pasa” para visitarnos, para ayudarnos “a ir adelante, para esperar, para llevar la Cruz”. Y pidió, por último, que se conserve la consolación recibida:

“Es verdad, la consolación es fuerte y no se conserva tan fuerte – es un momento – pero deja sus huellas. Y conservar estas huellas y hacerlo con la memoria; conservar como el pueblo ha conservado esta liberación. Nosotros hemos vuelto a Jerusalén porque Él nos ha liberado desde allá. Esperar la consolación, reconocer la consolación y conservar la consolación. Y cando pasa este momento fuerte, ¿qué cosa queda? La paz. Y la paz es el último nivel de la consolación”.

 

 

25/09/2017-13:03
Rosa Die Alcolea

El Papa recibe en Visita ‘ad Limina’ a 35 obispos de Ecuador

(ZENIT – 25 Sept. 2017).- El papa Francisco ha recibido esta mañana en el Vaticano a 35 obispos de Ecuador en “Visita ad Limina Apostolorum”.

La visita de los obispos ecuatorianos se desarrollará del 25 al 29 de septiembre y tiene como objetivo presentar un informe al Santo Padre sobre “el caminar de la Iglesia en el país y específicamente de cada una de las jurisdicciones eclesiásticas”, según informa la Arquidiócesis de Guayaquil en una nota de prensa.

Asimismo, el departamento de comunicación de esta diócesis ecuatoriana señala que el Episcopado ecuatoriano realiza la Visita ‘ad Limina’, en la cual los obispos viajan a Roma para visitar las tumbas de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, así como para encontrarse con el Papa e indica que la anterior Visita ‘ad Limina’ que realizaron los obispos de Ecuador fue hace 8 años.

En la nota de prensa se informa del programa de las actividades previstas que realizarán los obispos estos días. Concelebrarán la Eucarística con el Papa Francisco y visitarán las cuatro Basílicas patriarcales: San Pedro, Santa María La Mayor, San Juan de Letrán, y San Pablo Extramuros. Posteriormente, participarán en una reunión con los representantes de las distintas Congregaciones y Dicasterios y también contemplan la posibilidad de hacer un retiro espiritual.

Al respecto, Mons. Iván Minda, Obispo auxiliar de Guayaquil comenta que “con este encuentro podrán acercarle al Papa la realidad de la situación que vive el país, como gesto de unidad entre el Episcopado y el Pontífice”.

 

Obispos participantes

Los obispos que han participado en la Visita ‘ad Limina Apostolorum’ son:

  • Mons. Marcos Aurelio Pérez Caicedo, Arzobispo de Cuenca
  • Mons. Oswaldo Patricio Ventimilla Cabrera, Obispo de Azogues
  • Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, salesiano, Obispo de Loja
  • Mons. Ángel Polivio Sánchez Loaiza, Obispo de Machala, con el Obispo Auxiliar, Mons. Hermenegildo José Torres Asanza, Obispo de Centenaria
  • Mons. Luis Gerardo Cabrera Herrera, franciscano, Arzobispo de Guayaquil, con los obispos auxiliares: Mons. Guido Iván Minda Chalá, Obispo de Nisa de Licia, y Mons. Giovanni Battista Piccioli, Obispo de Patara
  • Mons. Aníbal Nieto Guerra, carmelita descalzo, Obispo de San Jacinto
  • Mons. Lorenzo Voltolini Esti, Arzobispo de Portoviejo, con los obispos auxiliares Mons. Eduardo José Castillo Pino, Obispo de Tarasa de Bizacena; Mons. Bertram Víctor Wick Enzler, Obispo de Santo Domingo en Ecuador
  • Mons. Fausto Gabriel Trávez Trávez, franciscano, Arzobispo de Quito, con el Obispo auxiliar Mons. Vicente Danilo Echeverría Verdesoto, Obispo de Tibuzabeto
  • Mons. Jorge Giovanny Pazmiño Abril, dominico, Obispo de Ambato, con el Obispo emérito Mons. Germán Trajano Pavón Puente
  • Mons. Skiper Bladimir Yánez Calvachi, Obispo de Guaranda
  • Mons. Valter Dario Maggi, Obispo de Ibarra
  • Mons. Geovanni Mauricio Paz Hurtado, Obispo de Latacunga
  • Mons. Julio Parrilla Díaz, Obispo de Riobamba, con el obispo emérito Mons. Victor Alejandro Corral Mantilla
  • Mons. Fausto Feliciano Gaibor García, Obispo de Tulcán
  • Mons. Segundo René Coba Galarza, Obispo Ordinario Militar, con el obispo ordinario militar emérito, Mons. Miguel Ángel Aguilar Miranda
  • Mons. José Adalberto Jiménez Mendoza, franciscano capuchino, Obispo de Ubaba, Vicario Apostólico de Aguarico con el Vicario Apostólico emérito Mons. Jesús Esteban Sábada Pérez, franciscano capuchino, Obispo de Assura
  • Mons. Eugenio Arellano Fernández, misionero combonianos, Obispo de Celle de Proconsolare, Vicario Apostólico de Esmeraldas
  • Mons. Áureo Patricio Bonilla Bonilla, franciscano, Obispo de Bida, Vicario Apostólico de Galápagos, con el Vicario Apostólico emérito: Mons. Manuel Antonio Valarezo Luzuriaga, franciscano, Obispo de Questoriana
  • Mons. Néstor Vidal Montesdeoca Becerra, salesiano, Obispo de Celle de Mauritania, Vicario Apostólico de Méndez, con el Vicario Apostólico emérito: Mons. Pietro Gabrielli, salesiano, Obispo de Taparura
  • Mons. Adelio Pasqualotto, josefino de Murialdo, Obispo de Abtugni, Vicario Apostólico de Napo; Mons. Rafael Cob García, Obispo de Cerbali, Vicario Apostólico de Puyo; Mons. Celmo Lazzari, josefino de Murialdo, Obispo de Muzuca de Proconsolare, Vicario Apostólico de San Miguel de Sucumbíos
  • Mons. Walter Jeová Heras Segarra, franciscano, Obispo de Vazari, Vicario Apostólico de Zamora en Ecuador.

 

 

25/09/2017-17:35
Rosa Die Alcolea

El Papa expresa su “gratitud” a las Fundaciones que sostienen la Guardia Suiza

(ZENIT – 25 Sept. 2017).- El papa Francisco ha recibido en audiencia esta mañana a los benefactores de la guardia suiza pontificia, en ocasión de la inauguración oficial de la nueva sede de su Central operativa, en el día en que celebran a su Patrono San Nicolás de Flüe.

En primer lugar, el Papa ha saludado a Jean-Pierre Roth y Pascal Couchepin, los respectivos presidentes de las dos fundaciones helvéticas, que surgieron “para sostener de forma económica, material y técnica a la Guardia Suiza” –ha señalado– y les ha mostrado su “gratitud” por la “preocupación por el tan respetado Cuerpo de la Guardia Suiza y por la fructífera cooperación establecida con su Mando y con las autoridades competentes del Vaticano”.

El Papa, en segundo lugar, les ha hablado agradecido su misión: “El amor al prójimo corresponde al mandato y al ejemplo de Cristo si se funda en un verdadero amor a Dios. Así es posible para el cristiano, a través de su dedicación, hacer experimentar a los demás la ternura providente del Padre celeste. En efecto, para dar amor a los hermanos hay que tomarlo de la caldera de la caridad divina, mediante la oración, la escucha de la Palabra de Dios y el alimento de la Santa Eucaristía. Con estas referencias espirituales, es posible obrar en la lógica de la gratuidad y del servicio.

Les agradezco nuevamente por todo lo que hacen en favor de tantos jóvenes suizos, que deciden entregar algunos años de su vida al servicio de la Iglesia y de la Santa Sede. Esta ocasión me es propicia para reiterar que su presencia discreta, profesional y generosa es tan apreciada y útil para la buena marcha de las actividades del Vaticano”.

Por último, el Santo Padre les ha dado la bendición católica pronunciando estas palabras: “La Virgen Santa y San Nicolás de Flüe os protejan a vosotros y a vuestras familias y os hagan cada vez más testigos de la fe y la bondad”.

 

 

25/09/2017-11:08
Rosa Die Alcolea

México: El Papa nombra a Mons. Óscar Campos obispo de Ciudad Guzmán

(ZENIT – 25 Sept. 2017).- El Papa ha nombrado Obispo de la Diócesis de Ciudad Guzmán a Mons. Óscar Armando Campos Contreras, trasladándolo de la Diócesis de Tehuantepec.

El papa Francisco ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la Diócesis de Ciudad Guzmán, México, presentada por Mons. Braulio Rafael León Villegas, a sus 72 años de edad, tras haber sido obispo de La Paz, en la Baja

California Sur, durante 9 años y en Ciudad Guzmán durante 18 años.

 

Mons. Óscar Armando Campos Contreras

Mons. Óscar Armando Campos Contreras nació en Guadalajara, Jalisco, el 18 de septiembre de 1947. Realizó sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Guadalajara.

Fue ordenador presbítero el 27 de diciembre de 1978, incardinándose en la diócesis de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

Atendió varios cursos de actualización en la Ciudad de México, particularmente en pastoral social, y en Bruselas, Bélgica, donde obtuvo su título de Pastoral.

Él ocupó el cargo de Vicario de la Catedral de Tuxtla Gutiérrez (1978-1980) y de la parroquia de Santa Cruz (1980-1982); fue párroco de la parroquia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón (1982-1990), de Santa Cruz (1990-1992) y del Sagrario de la Catedral (1998-2002).

Nombrado Obispo de Summa y Obispo Auxiliar de Antequera, Oaxaca, el 23 de mayo de 2006, recibió la ordenación episcopal el 12 de julio siguiente.

El 2 de febrero de 2010 fue nombrado Obispo de la Diócesis de Tehuantepec.

 

 

25/09/2017-09:55
Redacción

“Consagración y Secularidad”, Carta a los obispos sobre los Institutos Seculares

(ZENIT – 25 Sept. 2017).- La Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica publica el documento “Consagración y Secularidad. Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre los Institutos Seculares”, con ocasión de los 70 años de la promulgación de la Constitución Apostólica Provida “Mater Ecclesia” y del Motu propio “Primo feliciter”.

El texto, editado por la Librería Editora Vaticana, está basado en un documento de la Congregación de 1983 sobre su identidad y misión, presenta los elementos que más caracterizan a los Institutos Seculares destacando los nuevos desafíos de la consagración secular.

Es una carta del Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, escrita a los obispos de toda la Iglesia. Esta carta es el fruto de una larga colaboración entre la Congregación, la Conferencia Mundial de Institutos Seculares (CMIS) y algunas Conferencias Nacionales de Institutos Seculares; de la que se había hablado en la Asamblea General de la CMIS, que tuvo lugar en Roma el pasado agosto de 2016.

 

Congreso en Italia

“Esta vocación – se lee en el documento – encuentra su fundamento en el misterio de la Encarnación, que llama a permanecer en la realidad social, profesional eclesial en la que las personas se encuentran viviendo”.

El documento también se publica en vista al congreso organizado por la Conferencia de Institutos Seculares de Italia (CIIS) y patrocinada por la CIVCSVA, que tendrá lugar en Roma los días 28 y 29 de octubre con el tema: “Más allá y en medio. Institutos Seculares: historias de pasiones por Dios y por el mundo”.

 

 

25/09/2017-07:38
Isabel Orellana Vilches

Beato Pablo VI, 26 de septiembre

“Un pontífice, defensor de la verdad y de la vida humana, a menudo incomprendido. Sostuvo firmemente la barca de la Iglesia, a la que amó hasta el fin, dándole un renovado impulso con las directrices del Concilio Vaticano II”.

Hoy se celebra a san Cosme y san Damián, y también, entre otros, a Pablo VI. Giovanni B. Montini nació en Concesio, cercana a Brescia, Italia, el 26 de septiembre de 1897. Su padre Giorgio, de gran influjo en su vida, era abogado y periodista, y estaba implicado en la política. Su madre, Giuditta, comprometida en acciones sociales, pertenecía a la Acción católica. El beato fue un niño de frágil salud, sensible, tímido y juguetón, el mediano de tres varones que crecieron rodeados de cariño y de grandes valores espirituales. Muy pequeño escribió: «Mamá, seré siempre bueno, valiente y obediente; rezo a Dios por ti y quiero ser tu consuelo». Su familia fue un gran pilar para él.

Ingresó en el Seminario de Brescia a los 19 años, pero su delicada salud le obligó a estudiar como alumno externo. Fue ordenado en 1920 y partió a Roma para proseguir formándose. Tenía dotes diplomáticas y dos años más tarde se integró en la Secretaría de Estado. En 1923 lo nombraron secretario del nuncio de Varsovia, misión que su escasa salud le impidió culminar, y al regresar a Roma nuevamente volvió a la Secretaría de Estado, una responsabilidad que no deseaba para sí. En 1931 se ocupó de la cátedra de Historia Diplomática en la Academia Diplomática y fue asistente del futuro papa Pío XII, quien sucesivamente lo nombró director de asuntos eclesiásticos internos, Pro-secretario de Estado y arzobispo de Milán. En 1958 Juan XXIII lo ascendió al cardenalato y le eligió como asistente.

En estos años había configurado una recia personalidad, muy alejada de la tristeza e incertidumbre que a veces se le achacó. A su excelente formación filosófico-teológica se unía su interés por la poesía y las artes plásticas, la literatura, novela, ensayo, teatro...; era un gran lector y buen conocedor del pensamiento francés. Admiraba a Vito Fornari y a J. Herni Newman. Sus preferidos eran Pascal y Bernanos. Había difundido la cultura cristiana a través de publicaciones diversas, como la revista Studium, y había sido traductor de algunas obras. Estuvo directamente implicado en situaciones dramáticas; convivió con refugiados y presos de guerra a quienes ayudó: «Yo he sentido el doloroso problema de los refugiados; yo he sufrido la angustia de tantos seres desarraigados... ». Personas cercanas a él perdieron la vida combatiendo en el frente: «La guerra hace del mundo un sepulcro destapado». Conocía los problemas de los obreros y estaba al tanto de las sombras que internamente poblaban la Iglesia. Había experimentado instantes de soledad: «Atravieso días de tensión, en los que temo no saber conservar la calma ni responder a las crecientes llamadas de tantas, menudas, exigentes ocupaciones. Con frecuencia esto me pone triste y no siempre soy cortés... Mucho que hacer y pocos colaboradores», confió humildemente a sus padres en 1942.

Como Pastor de Milán había luchado por revitalizar el espíritu religioso y salido en busca de los alejados de la fe. Añadía la experiencia acumulada en los distintos viajes que había efectuado sumándose a la visión que le proporcionaba el Concilio Vaticano II. Así, cuando a sus 66 años el 21 de junio de 1963 fue elegido pontífice, pudo trazar un programa de acción en el que estaban presentes la paz y solidaridad sociales, la unidad de los cristianos y el diálogo con los no creyentes. En la Ecclesiam suam dejó claro por donde quería llevar la barca. Un itinerario con tres frentes: espiritual, moral y apostólico. Presente en ellos la conciencia, la renovación y el diálogo, los grandes capítulos de la encíclica.

A la muerte de Juan XXIII manifestó: «No miremos hacia atrás, no le miremos a él, sino al horizonte que él ha abierto delante del camino de la Iglesia y de la historia...». Y con esta visión el flamante pontífice asumía la grave responsabilidad que recaía sobre él, rubricando en la intimidad ese instante de su elección hecho un mar de lágrimas. De inmediato tomó las riendas del Concilio y llevó a buen puerto la herencia que el «papa bueno» le dejó. Su gobierno pontifical no fue fácil. Lo intuyó al ser elegido: «la predicción de Cristo hacia Pedro (‘Otro te ceñirá’) era un presagio de martirio, de dolor y de sangre...». En 1972 manifestó: «Tengo la sensación de que por cualquier grieta ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios. Ahí está la duda, la problemática, la inquietud, la insatisfacción, la confrontación».

Debió contrarrestar fuertes respuestas de grupos tradicionalistas contrarios a las directrices emanadas del Concilio. Hubo disensiones, críticas feroces, sobre todo tras la publicación del Credo del Pueblo de Dios y de la Humanae vitae. En un momento dado se barajó su dimisión, pero se mantuvo firme. Defendió la verdad incansablemente y, entre otras acciones, renovó y modernizó la Iglesia, logró que los fieles colaborasen más activamente en la vida de la misma, contribuyó a la reestructuración de las instituciones vaticanas, prosiguió impulsando el diálogo ecuménico, visitó todos los continentes, y legó al mundo grandes encíclicas, como la Populorum progressio y la Evangelii
Nuntiandi o la citada Humanae vitae. En 1975 publicó la exhortación apostólica Gaudete in Domino, señal de que la alegría anidaba en su corazón.

En abril de 1978 sufrió visiblemente por el secuestro y asesinato de su amigo, el político Aldo Moro. Su salud no era buena, y puede que este hecho contribuyera a minarla. Meditaba: «¿Quién soy? ¿Qué queda de mí? ¿ dónde voy?... Creo, Señor. Se acerca la hora... He amado a la Iglesia... Pero desearía que la Iglesia lo supiera, y que yo tuviese, a fuerza de decirlo, como una confidencia del corazón...». Y su corazón se detuvo el 6 de agosto de 1978, festividad de la Transfiguración. Juan Pablo II alabó «su prudencia y valentía, así como su constancia y paciencia en el difícil período posconciliar de su pontificado»; dijo que supo «conservar una tranquilidad y un equilibrio providencial incluso en los momentos más críticos...». El papa Francisco lo beatificó el 19 de octubre de 2014.