Servicio diario - 03 de octubre de 2017


Palabras del Papa a los migrantes en Bolonia – Texto completo
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: “Transcurramos hoy un poco de tiempo ante el Crucifijo”
Rosa Die Alcolea

Vídeo del Papa: Por la dignidad y los derechos de los trabajadores
Rosa Die Alcolea

Apostolado del Mar: “Una iglesia que da espacio al misterio de Dios”
Rosa Die Alcolea

Mons. Auza: “El desarrollo social real debe centrarse integralmente en las personas”
Redacción

Pesca y acuicultura: Intervención de Mons. Fernando Chica ante la FAO – Texto completo
Redacción

Bambino Gesù: Sexta audiencia del proceso contra los ex-dirigentes
Redacción

P. Antonio Rivero: ¿Qué queremos ser: un sarmiento unido a Cristo o un sarmiento estéril?
Antonio Rivero

San Francisco de Asís, 4 de octubre
Isabel Orellana Vilches


 

03/10/2017-11:27
Rosa Die Alcolea

Palabras del Papa a los migrantes en Bolonia – Texto completo

(ZENIT – 3 Oct. 2017).- “A vosotros, luchadores de la esperanza, deseo que la esperanza no se vuelva desilusión o, peor aún, desesperación, gracias a tantos que os ayudan a no perderla”, ha dicho el Papa a los migrantes en Bolonia.

El pasado domingo, 1 de octubre de 2017, el Papa viajó a Cesena y a Bolonia. A su llegada a Bolonia, el Santo Padre se dirigió al “Hub Regional” para encontrarse con los migrantes y con el personal que los atiende. Allí esperaban al Papa los 1.000 migrantes alojados en el centro, que el Papa saludó uno por uno, recorriendo a pie la explanada hasta llegar al podio predispuesto para el encuentro.

El Papa exhortó a la misericordia: “Si miramos al prójimo sin misericordia, no nos damos cuenta de su sufrimiento, de sus problemas. Y si miramos al prójimo sin misericordia, corremos el peligro de que también Dios nos mire sin misericordia. Hoy veo solamente tantas ganas de amistad y ayuda”.

Asimismo, el Papa recordó que Bolonia fue la primera ciudad en Europa, hace 760 años, que liberó a los siervos de la esclavitud, y que es “una ciudad conocida por su hospitalidad”, un dato –ha dicho el Papa– que se ha renovado con tantas experiencias de solidaridad, hospitalidad en parroquias y realidades religiosas, pero también en muchas familias y contextos sociales.

 

Saludo del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas,

Os saludo cordialmente y os aseguro mi cercanía. Quería que fuera precisamente aquí mi primer encuentro con Bolonia. Este es el “puerto” del desembarco de aquellos que vienen de más lejos y con sacrificios que a veces ni siquiera podéis contar.

Muchos no os conocen y tienen miedo. Esto hace que se sientan con el derecho de juzgar y de hacerlo con dureza y frialdad, creyendo también que ven bien. Pero ese no es el caso. Se ve bien sólo con la cercanía que da la misericordia. Sin ella, el otro es un extraño, incluso un enemigo, y no puede llegar a ser mi prójimo. Desde lejos podemos decir y pensar cualquier cosa, como sucede fácilmente cuando se escriben frases terribles e insultos a través de Internet. Si miramos al prójimo sin misericordia, no nos damos cuenta de su sufrimiento, de sus problemas. Y si miramos al prójimo sin misericordia, corremos el peligro de que también Dios nos mire sin misericordia. Hoy veo solamente tantas ganas de amistad y ayuda. Me gustaría dar las gracias a las instituciones y a todos los voluntarios por la atención y el esfuerzo para atender a todos que están aquí alojados. En vosotros, como en todo extranjero que llama a nuestra puerta, veo a Jesucristo, que se identifica con el extranjero, de todas las edades y condiciones (Mt 25,35,43).

El fenómeno requiere visión y gran determinación en la gestión, inteligencia y estructuras, mecanismos claros que no permitan distorsiones o explotaciones, aún más inaceptables porque se hacen con los pobres. Creo realmente necesario que un mayor número de países adopte programas de apoyo privados y comunitarios de acogida y se abran pasillos humanitarios para los refugiados en las situaciones más difíciles, para evitar esperas insoportables y tiempos perdidos que pueden iludir. La integración comienza con el conocimiento. El contacto con el otro lleva a descubrir el “secreto” que todo el mundo lleva consigo y también el don que representa, a abrirse a él para aceptar sus aspectos válidos y por lo tanto aprender a amarlo, y a superar el miedo , ayudándolo a incorporarse a la nueva comunidad que lo acoge. Cada uno de vosotros tiene su propia historia, me decía la señora que me acompañaba. Y esta historia tiene algo sagrado, hay que respetarla, aceptarla, acogerla y ayudar a seguir adelante. Algunos de vosotros sois menores de edad: estos chicos y chicas tienen una necesidad particular de ternura y tienen derecho a la protección, que incluye programas de custodia temporal o acogida.

He venido entre vosotros porque quiero llevar en mis ojos los vuestros -yo he mirado vuestros ojos- y en mi corazón el vuestro. Quiero llevar conmigo vuestros rostros que piden ser recordados, ayudados, yo diría “adoptados”, porque en el fondo buscáis a alguien que apueste por vosotros, que os dé confianza, que os ayude a encontrar ese futuro cuya esperanza os ha hecho llegar hasta aquí.

¿Sabéis que sois vosotros? Vosotros sois “luchadores de la esperanza”. Alguno no ha llegado porque se lo tragó el desierto o el mar. Los hombres no los recuerdan, pero Dios conoce sus nombres y los recibe a su lado. Quedémonos todos un momento en silencio, recordándolos y rezando por ellos (silencio). A vosotros, luchadores de la esperanza, deseo que la esperanza no se vuelva desilusión o, peor aún, desesperación, gracias a tantos que os ayudan a no perderla. En mi corazón quiero llevar vuestro miedo, vuestras dificultades, vuestros riesgos, vuestra incertidumbre, tantas pancartas: “Ayudadnos a tener los papeles”...; las personas que amáis, que os importan y por las que os habéis lanzado a buscar un futuro. Llevaros en los ojos y en el corazón nos ayudará a trabajar más por una ciudad acogedora y capaz de crear oportunidades para todos. Por eso os exhorto a estar abiertos a la cultura de esta ciudad, dispuestos a caminar por el camino indicado por las leyes de este país.

La Iglesia es una madre que no distingue y ama a cada hombre como hijo de Dios, como su imagen. Bolonia es, desde siempre, una ciudad conocida por su hospitalidad. Este dato se ha renovado con tantas experiencias de solidaridad, hospitalidad en parroquias y realidades religiosas, pero también en muchas familias y contextos sociales. Algunos han encontrado un nuevo hermano al que ayudar o un niño al que crecer. Y algunos han encontrado nuevos padres que quieren un futuro mejor con él. ¡Cómo me gustaría que estas experiencias, posibles para todos, se multiplicaran! La ciudad no tenga miedo de donar los cinco panes y los dos peces: la Providencia intervendrá y todos estarán saciados.

Bolonia fue la primera ciudad en Europa, hace 760 años, que liberó a los siervos de la esclavitud. Eran exactamente 5.855. Tantos. Sin embargo, Bolonia no tuvo miedo. Fueron redimidos por el ayuntamiento, es decir por la ciudad. Tal vez lo hicieron también por razones económicas, porque la libertad ayuda y conviene a todos. No tuvieron miedo de dar la bienvenida a aquellos que entonces eran considerados “no personas” y de reconocerlos como seres humanos. ¡Escribieron en un libro los nombres de cada uno de ellos! Cómo quisiera que vuestros nombres fueran escritos y recordados para encontrar, como entonces, un futuro común.

Os doy las gracias y os bendigo de todo corazón. Y por favor rezad por mí.

© Libreria Editrice Vaticana

 

 

03/10/2017-15:14
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: “Transcurramos hoy un poco de tiempo ante el Crucifijo”

(ZENIT – 3 Oct. 2017).- Frente al relato de la Pasión, el Papa ha invitado a “tomarse un poco de tiempo para pensar” en Jesús que “tanto nos ha amado”, “que ha caminado solo hacia la cruz”, ha anunciado el Papa en a Misa de Santa Marta.

El papa Francisco ha señalado que cuando Jesús se puso en camino con sus discípulos hacia Jerusalén porque “se cumplían los días en que habría sido elevado en alto”, realizaba dos acciones: “Toma la firme decisión de ponerse en camino”, y “anuncia esto a sus discípulos”. Así ha expuesto el Papa la principal idea del Evangelio propuesto para el día de hoy en la Misa celebrada en Santa Marta.

Frente al relato de la Pasión, el Papa ha invitado a “tomarse un poco de tiempo para pensar” en Jesús que “tanto nos ha amado”, “que ha caminado solo hacia la cruz” en medio de la incomprensión de los suyos. “Pensar”, “ver”, “agradecer” a Jesús, obediente y valiente, y “realizar un coloquio con Él”.

Esta ha sido la sugerencia del Santo Padre: “¿Cuántas veces yo trato de hacer tantas cosas y no miro, lo que Tú has hecho por mí? ¿Tú que has entrado en la paciencia – el hombre paciente, Dios paciente – que con tanta paciencia toleras mis pecados, mis fracasos? Y hablar con Jesús así. Él siempre está decidido a ir adelante, poner el rostro, y nosotros debemos agradecérselo. Transcurramos hoy un poco de tiempo, poco minutos – cinco, diez, quince – ante el Crucifijo, tal vez, o con la imaginación ver a Jesús caminando decididamente hacia Jerusalén, y pedir la gracia de tener el coraje de seguirlo desde cerca”.

El Papa ha recordado que “sólo una vez” se permitió Jesucristo pedir al Padre que alejara un poco esta cruz, cuando en el Huerto de los Olivos oraba al Padre: “Si es posible, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

Esto pone de manifiesto –ha indicado Francisco– la actitud “obediente” de Jesús: “Lo que el Padre quiere. Decidido y obediente y nada más. Y así, hasta el final. El Señor entra en la paciencia... Entra en la paciencia. Es un ejemplo de camino, no sólo morir sufriendo en la cruz, sino caminar en la paciencia”.

Sin embargo, los discípulos no siguen a su Maestro hacia la cruz, tal como lo relatan diversas páginas de los Evangelios que citó el Santo Padre. A veces los discípulos “no entendían lo que quería decir o no querían entender, porque estaban asustados”; mientras otras veces “escondían la verdad” o se distraían haciendo “cosas alienantes”; o, como se lee en el Evangelio, “buscaban una coartada para no pensar” en lo que le esperaba al Señor, ha señalado el Papa.

“Y Jesús solo. No estaba acompañado en esta decisión porque nadie comprendía el misterio de Jesús. La soledad de Jesús en el camino hacia Jerusalén: solo. Y esto, hasta el final. Pensemos después en el abandono de los discípulos, en la traición de Pedro... Solo. El Evangelio nos dice que se le apareció sólo un ángel del cielo para confortarlo en el Huerto de los Olivos. Sólo aquella compañía. Solo”, ha narrado el Papa.

 

 

03/10/2017-16:36
Rosa Die Alcolea

Vídeo del Papa: Por la dignidad y los derechos de los trabajadores

(ZENIT – 3 Oct. 2017).- “Debemos recordar siempre la dignidad y los derechos de los trabajadores, denunciar las situaciones en las que se violan estos derechos, y ayudar a que contribuya a un auténtico progreso del hombre y de la sociedad”.

Es la intención que propone el Papa en el nuevo vídeo del mes de octubre, dentro de la iniciativa de la Red Mundial de Oración del Papa.

En su mensaje, el Papa llama a “Pidamos, hermanos, por el mundo del trabajo, para que a todos se pueda asegurar el respeto y la protección de sus derechos y se le dé a los desempleados la oportunidad de contribuir con el trabajo a la construcción del bien común”.

Ver vídeo del Papa

 

 

03/10/2017-15:53
Rosa Die Alcolea

Apostolado del Mar: “Una iglesia que da espacio al misterio de Dios”

(ZENIT – 3 Oct. 2017).- El papa Francisco espera que los cristianos puedan reconocer “la valiosa lección” que podemos aprender de laos trabajadores del sector pesquero “sobre una iglesia que da espacio al misterio de Dios”.
Mensaje del papa Francisco, enviado a través del cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, a los participantes en el XXIV Congreso Mundial del Apostolado del Mar dedicado al tema: “Atrapado en la red” en curso en Kaohsiung, Taiwan, del 1° al 7 de octubre de 2017.

En este mensaje que el Papa envía a los que analizan las necesidades particulares de los que trabajan en el sector pesquero, señala que “espera que los cristianos puedan reconocer la valiosa lección que podemos aprender de ellos” sobre “una iglesia que da espacio al misterio de Dios; una iglesia que alberga en sí misma este misterio, de manera que pueda maravillar a la gente, atraerla”. (Véase Discurso a los Obispos de Brasil, Río de Janeiro, 27 de julio de 2013).

Asimismo, el Papa han enviado cordiales saludos y sus mejores deseos a los participantes en el vigésimo cuarto Congreso Mundial del Apostolado del Mar. “Agradeciendo a Dios Todopoderoso las numerosas gracias obtenidas gracias a esa labor durante muchos años”, Su Santidad reza para que los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos reunidos en este significativo Congreso, refuercen su apoyo a todos los que trabajan en el mar, ha indicado Mons. Pietro Parolin en el mensaje.

El Papa confía a la gente de mar y a sus familias a la intercesión de la bienaventurada Virgen María, Stella Maris y Stella Matutina y ha transmitido con alegría su bendición apostólica “como prenda de paz y gozo en el Señor”.

 

 

03/10/2017-17:21
Redacción

Mons. Auza: “El desarrollo social real debe centrarse integralmente en las personas”

(ZENIT – 3 Oct. 2017).- El desarrollo social real –declaró el Observador ante la ONU– debe “centrarse integralmente en las personas” para conseguir logros duraderos, “especialmente para los más vulnerables y marginados”.

El Arzobispo Bernardito Auza, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, intervino el pasado 2 de octubre de 2017 en Nueva York, durante el debate de la Tercera Comisión dedicado al Desarrollo Social, en la 72ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

En su declaración, Monseñor Auza señaló que si bien se están haciendo progresos en la erradicación de la pobreza, el aumento de la desigualdad, el reciente aumento del número de personas que sufren hambre y el número de personas que quedan atrás no puede sino “preocupar a la comunidad internacional”.

Igualmente, Mons. Bernardito Auza indicó que la economía global “debe beneficiar a todos material y espiritualmente”, con subsidiariedad y solidaridad de encuentro.

Asimismo, señaló las necesidades de los ancianos, discapacitados, jóvenes y migrantes.

 

 

03/10/2017-12:37
Redacción

Pesca y acuicultura: Intervención de Mons. Fernando Chica ante la FAO – Texto completo

(ZENIT – 3 Oct. 2017).- Mons. Fernando Chica Arellano, Observador Permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha pronunciado esta mañana un discurso en el VI edición del Congreso Internacional sobre el cambio climático y la pesca, promovido por la Asociación Conxemar y FAO.

El Congreso se celebra del 3 al 5 de octubre en Vigo, España, y está dedicado al tema: “Trabajando para asegurar un trabajo decente en la pesca y la acuicultura”.

A continuación, ofrecemos el texto completo de la intervención.

 

Intervención de Mons. Fernando Chica Arellano:

Señores Ministros de Agricultura, Pesca y Alimentación y del Medioambiente,

Señora Consejera de Medio Rural y del Mar de la Junta de Galicia,

Señor Secretario General de Pesca del Gobierno de España,

Señor Subdirector General del Departamento de Pesca y Acuicultura de la FAO,

Señor Presidente de Conxemar,

Señores Embajadores y Representantes Permanentes,

Señores Representantes de las Organizaciones de la Sociedad Civil y del Sector Privado,

Señoras y Señores,

Amigos todos:

1. Les estoy agradecido al Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y al Presidente de Conxemar por haberme invitado a participar en el “Congreso Internacional sobre los cambios climáticos y la pesca”, dándome también la oportunidad de tomar la palabra, en nombre de la Santa Sede, en esta sesión especial centrada en la temática del trabajo decente en el sector de la pesca y de la acuicultura.

La comunidad internacional presta una atención particular a la noción de trabajo decente. Pero, a menudo, este concepto se analiza exclusivamente en su dimensión objetiva, es decir, haciendo referencia a la elaboración y a la aplicación de normas relativas a la seguridad, al salario, a la salud y a otras garantías similares. Sin embargo, hablar de trabajo decente significa reconocer sobre todo la centralidad y la dignidad de la persona humana. De hecho, solamente el reconocimiento de la centralidad y de la dignidad humana hace posible la promulgación de normas que tutelan el trabajo decente.

En la encíclica Laborem exercens, San Juan Pablo II indicaba que el trabajo debe considerarse “un bien «digno», es decir, que corresponde a la dignidad del hombre, un bien que expresa esta dignidad y la aumenta. Queriendo precisar mejor el significado ético del trabajo, se debe tener presente ante todo esta verdad. El trabajo es un bien del hombre —es un bien de su humanidad—, porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido «se hace más hombre»” (n. 9).

Sin embargo, hoy la dignidad y la centralidad del hombre, expresadas a través del trabajo, a menudo no se reconocen o se violan y muchas personas están obligadas así a vivir en “periferias existenciales” de las que es muy difícil salir. Esto ocurre en muchos sectores económicos y sociales, pero se verifica especialmente en algunos ámbitos del sector de la pesca, en los que se detectan además graves violaciones de los derechos humanos de los pescadores. A este respecto, la Santa Sede ha hecho oír su voz en defensa de los pescadores que, lamentablemente, son víctimas de trata, tráfico y trabajo forzado1. Esta temática ha sido también objeto de un encuentro que se llevó a cabo el pasado mes de noviembre, en la sede de la FAO, con ocasión de la celebración de la Jornada Mundial de la Pesca 2016, y en el cual participó el Secretario de Estado de Su Santidad, el Señor Cardenal Pietro Parolin.

2. Sabemos que el sector de la pesca y de la acuicultura es una de las realidades más importantes a nivel global por lo que se refiere a la oferta de trabajo. Estimaciones recientes demuestran que globalmente la pesca y la acuicultura suministran trabajo a alrededor de 57 millones de personas, de las que el 19 por ciento son mujeres, a las que se añaden aquellos que trabajan en toda la cadena de producción, un total de casi 200 millones de trabajadores2. La pesca y la acuicultura son, por lo tanto, esenciales para la prosperidad económica de muchísimas regiones y particularmente para las comunidades costeras de numerosos países en vías de desarrollo, en los que las actividades ligadas a la pesca artesanal se llevan a cabo por un número significativo de mujeres, que son en torno a un 50% del total de los trabajadores empleados en esta parcela.

El papel de este sector en términos de ocupación es aún más relevante si se tienen en cuenta algunos datos relativos a la contribución que la pesca y la acuicultura ofrecen a la seguridad alimentaria y nutricional mundial. En este sentido, la FAO ha señalado que el consumo anual de pescado por persona se ha duplicado prácticamente desde 1960 hasta hoy. En cuanto a los aspectos nutricionales, los productos pesqueros representan el 6,7% de todas las proteínas consumidas en el mundo y aportan el 20% de la necesidad media de proteínas animales a casi la mitad de la población mundial3.

3. Esta reflexión no quedaría completa si no se pone de relieve que, según los mismos análisis de la FAO, a nivel global, en la captura de un tercio de los peces que se pescan no se respeta el ritmo de los tiempos que se necesitan para asegurar su reproducción en niveles biológicamente sostenibles4. Esta depredación ha de ser frenada porque el desarrollo económico y el amplio espectro de beneficios ligados a este sector no pueden afectar a la salvaguarda del medioambiente ni dejar de considerar las necesidades de las personas que vendrán después de nosotros. El mismo trabajo del hombre, de hecho, pierde su verdadero carácter si ocasiona daños y deteriora gravemente el medioambiente5. Es decir, es necesario comprender la profunda conexión existente entre “el ambiente humano” y “el ambiente natural”. Nos lo recuerda muy bien el Papa Francisco en su encíclica Laudato si’, cuando insiste en que hay que promover una “ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales” (n. 137). En efecto, “el ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social” (Laudato si’, n. 48). Algunas vertientes del sector de la pesca dan testimonio de esta degradación común que es, por una parte, ambiental y, por la otra, humana y social, y que esconde formas de violaciones de los derechos humanos, de trabajo forzado y de tráfico de seres humanos6. Y conviene mencionar igualmente que estas violaciones tienen entre sus posibles causas precisamente fenómenos como la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (IUU). De hecho, como se ha puesto de relieve en estudios recientes7, el agotamiento gradual de los recursos pesqueros en las aguas costeras ha obligado a los pescadores a trasladarse hacia zonas más alejadas de la costa. Esto ha hecho necesario reclutar a tripulaciones que permanecen en los pesqueros durante largos períodos de tiempo. El aumento de los costes, en términos de capital y de trabajo, como consecuencia de una mayor permanencia en el mar, ha provocado el que se contrate a trabajadores “de bajo coste”, por así decirlo, que permitan un ahorro salarial.

En general, los miembros de estas tripulaciones provienen de áreas muy pobres. Son personas sumidas en la miseria y lastradas por la falta de trabajo. Muchas de ellas son jóvenes, a menudo analfabetos o con un bajo nivel de educación y que pueden, por lo tanto, ser fácilmente engañados. Otros, en cambio, poseen un diploma otorgado por escuelas náuticas y aceptan cualquier trabajo con tal de no esperar indefinidamente un empleo mejor pagado en la marina mercante.

Las agencias de reclutamiento no tienen escrúpulos. Proponen el trabajo en los pesqueros como llevadero y bien pagado y hacen firmar a sus víctimas un contrato que prevé un salario que muy raramente se puede calificar de justo. Generalmente, es un salario ínfimo, lejano a lo que realmente debería corresponder a un trabajador que desarrolla una actividad dura, peligrosa y agotadora. A los pescadores se les pide incluso pagar una cierta cantidad de dinero con el fin de obtener el trabajo y son obligados así a endeudarse ellos mismos y sus familias y a hipotecar la propia tierra. Las agencias de reclutamiento, finalmente, dado que a menudo los pescadores deben embarcarse en puertos que se encuentran en el territorio de otro estado, son las que organizan los traslados de los trabajadores reclutados en los puertos de embarco a su lugar de destino, y aparentan facilitar la expedición de visados.

Una vez que han subido a bordo, los pescadores se encuentran con la cruda realidad. Pueden vivir aislados en los pesqueros durante varios años, lo cual vuelve imposible el desarrollo de una normal vida familiar y social. Las naves en donde embarcan son enormes y no tienen necesidad de atracar en los puertos, pues disponen de embarcaciones más pequeñas, con las que es posible transportar a tierra lo que se ha pescado y abastecerse de carburante. La falta de acceso a los puertos, por lo tanto, impide la huida de los pescadores víctimas de los atropellos, así como el que puedan solicitar asistencia a las autoridades, muchas veces implicadas en la trata.

Las condiciones dentro de los pesqueros son terribles: los pescadores están obligados a trabajar durante 18-20 horas al día, 7 días a la semana, a menudo soportando inclementes condiciones meteorológicas; frecuentemente andan faltos de alimentos y el agua potable se distribuye de forma racionada; la privación de horas de sueño, las enfermedades y la malnutrición facilitan que se produzcan accidentes laborales; carecen de equipamientos de seguridad, de una digna y adecuada asistencia médica y de medicinas; los camarotes son estrechos y no respetan las normas higiénico-sanitarias más elementales.

Los trabajadores sufren abusos físicos y verbales y están sometidos a castigos que generan tensiones que pueden conducir a motines, graves incidentes e incluso homicidios. Las mujeres y los niños a menudo son víctimas de violencia sexual y cuando los pesqueros atracan en los puertos, muchos se ven obligados a prostituirse. Se han verificado casos en los que los pescadores han sido asesinados y sus cuerpos lanzados al mar.

A menudo, los pescadores a bordo de los pesqueros no consiguen ni siquiera comprender que son víctimas de violaciones de sus derechos humanos. Creen que la situación que viven es solo fruto de su mala suerte. La falta de conciencia de su explotación obstaculiza la posibilidad de petición de intervención y ayuda. Comunicarse con el exterior les resulta, de todos modos, muy difícil: los dispositivos de comunicación a bordo, como radio y teléfonos vía satélite, no pueden ser utilizados. Además, de la naturaleza transnacional de las operaciones de pesca se deduce que los pescadores deberían recibir la protección del Estado del pabellón del pesquero. Pero si los estados en los que ha sido registrado el pesquero no ofrecen garantías en materia de trabajo, los pescadores corren el riesgo de encontrarse en una situación de extrema vulnerabilidad.

Como dato paradójico no puedo dejar de señalar que, a veces, los pescadores están incluso sujetos a sanciones por parte de los estados ribereños por su participación en actividades de pesca ilegal. Este fenómeno viene a empeorar la ya compleja e intrincada situación en la que se ven inmersas dichas personas, lo cual muestra, por un lado, que las migraciones, como señala el Papa Francisco, están “adquiriendo cada vez más la dimensión de una dramática cuestión mundial” y, por otro, los niveles de inhumanidad que la trata y el tráfico de seres humanos pueden alcanzar. Con razón el Santo Padre ha definido recientemente estos flagelos como formas de esclavitud moderna. A esto se añade otro asunto crucial de estos tiempos: una incapacidad, tanto de los sistemas económicos de los países desarrollados como de aquellos en vías de desarrollo, de crear puestos de trabajo, que permitan a las personas hacer fructificar los talentos de los que están dotados y mirar a la cara a los demás con dignidad.

4. Por desgracia, no conocemos el número exacto de pescadores implicados en este doloroso fenómeno que viola sus derechos humanos, entre ellos el derecho a un trabajo decente. Pero sabemos que en el mundo se cuentan al menos 20,9 millones de personas que trabajan bajo coacción y que en gran parte están empleados en la economía informal e ilegal y que el 90% del trabajo forzado concierne a las actividades privadas y, sobre todo, a aquellas actividades que requieren una elevada mano de obra, entre ellas, la pesca.

5. Como ha indicado con acierto el cardenal Parolin, para encauzar este fenómeno es necesario apuntar hacia “tres objetivos fundamentales: la ayuda para los pescadores explotados y privados de dignidad, para facilitar su rehabilitación y reintegración; el cumplimiento por parte de Estados y Gobiernos de la normativa internacional en vigor sobre pesca, y más concretamente sobre el trabajo en el sector pesquero; y la lucha contra el tráfico y la trata utilizando medios, incluyendo medidas coercitivas, para imponer el estado de derecho y los derechos humanos básicos. El fin último es salvaguardar en nuestros mares la legalidad que durante siglos ha sido signo de libertad y civilización”. Esto se vería facilitado si los países de procedencia de los pescadores, por ejemplo, monitorizaran los procesos de reclutamiento de las tripulaciones y promovieran una contratación colectiva capaz de ofrecer garantías a quien es contratado. Esto facilitaría asimismo la movilidad laboral para aquellos que buscan mejorar sus condiciones de vida y, al mismo tiempo, el respeto de la normativa internacional sobre prevención, represión y persecución del tráfico y de la trata de seres humanos. Los estados de los que provienen los pescadores deberían además facilitar y aceptar el retorno de las víctimas de la trata, del tráfico o del trabajo forzado, tanto si son ciudadanos como si tienen el derecho a vivir permanentemente en su territorio. Se podría igualmente configurar el aumento de las medidas legales y de los procedimientos de tutela a los que las víctimas de tráfico, trata y trabajo forzado en el sector de la pesca podrían acogerse, incluso a bordo de los mismos pesqueros. A las víctimas de este grave fenómeno podrían concedérseles permisos temporales de estancia en los países del pabellón de los pesqueros con el fin de poder darles la oportunidad de cooperar con el sistema judicial.

6. Es importante no pasar de largo sobre estos dramas que he descrito. Sin embargo, no son pocas las veces que se ignoran o tergiversan. En otras ocasiones, lamentablemente, ocupan titulares efímeros en la prensa, para después perderse en la niebla del olvido. Es una cuestión de humanidad que las voces de los que sufren estas tragedias puedan ser escuchadas y sus legítimos derechos real y justamente atendidos. No hay que olvidar tampoco las situaciones de precariedad que viven aquellos que están empleados en toda la cadena productiva pesquera y en el sector de la acuicultura y que sufren por la falta de garantías contractuales mínimas. En efecto, a menudo, los trabajadores viven en situaciones de precariedad a causa de la temporalidad de sus contratos, por no verse remunerados suficiente y adecuadamente o porque se encuentran privados de toda forma de protección social, necesaria de modo particular cuando suceden situaciones desagradables. Piensen, por ejemplo, en los percances que pueden ocurrir en las incubadoras y en las estructuras en las que se cultiva el pescado.

Todas estas prácticas no solo violan el derecho a un trabajo decente de los que están empleados en el sector de la pesca y de la acuicultura, sino que perjudican la reputación de dicho sector y de todos los que trabajan en el mismo de forma esmerada y legal.

7. Ahora bien, no podemos quedarnos en mencionar solamente los defectos y fallas del sector. Con el paso del tiempo se perciben avances y progresos en el mismo. Ha habido situaciones que han mejorado y a ello ha contribuido grandemente la existencia de instrumentos capaces de garantizar el trabajo decente en el ámbito de la pesca y de la acuicultura. Piensen, por ejemplo, en la Convención del OIT sobre el Trabajo Forzado (N. 29) de 1930 y su Protocolo adoptado en 2014, que entró en vigor en noviembre de 2016 y que compromete a sus Miembros a tomar medidas eficaces para prevenir y eliminar la utilización del trabajo forzado, para asegurar a los trabajadores una protección y el acceso a los mecanismos de recurso y de resarcimiento adecuados y eficaces, así como de indemnización, y para reprimir a los responsables de malas prácticas.

En 2007, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) también adoptó la Convención sobre el Trabajo en el sector de la pesca (N. 188), que entrará en vigor el próximo 16 de noviembre, y que ofrece un conjunto de garantías a favor de los pescadores en lo relativo a la edad mínima del trabajador, la asistencia médica o los tiempos de descanso regulares de la actividad laboral, y todo ello con el fin de preservar la seguridad y la salud de los trabajadores, la presencia de suficiente agua y alimentos en el lugar de trabajo, la higiene y la habitabilidad de los alojamientos. Se trata de brindar información precisa relativa al reclutamiento de trabajadores y a la estipulación del contrato de trabajo con el fin de evitar posibles abusos.

También la FAO ha adoptado instrumentos jurídicos que pueden ofrecer una contribución importante a la causa de los pescadores explotados en los pesqueros. Un ejemplo es el Acuerdo sobre medidas del estado rector del puerto destinadas a prevenir, desalentar y eliminar la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (22 noviembre de 2009), que entró en vigor en junio de 2016, y que refuerza las inspecciones en los puertos y permite negar el acceso a los puertos a los pesqueros que practican la pesca de manera ilegal (IUU), desalentando, por lo tanto, a aquellos que fomentan la trata, el tráfico y el trabajo forzado de pescadores. No hay que olvidar, por último, el Código de conducta sobre la pesca responsable (1995) y las Directivas voluntarias para lograr la sostenibilidad de la pesca en pequeña escala en el contexto de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza, de 2014.

8. Estas iniciativas jurídicas y medidas normativas son de gran valor y ha de velarse por su puesta en práctica. Pero, para que el sector al que nos estamos refiriendo alcance mayores beneficios, es preciso un complemento. Se trata de la obligación moral de un cambio de mentalidad. Es decir, hay que abandonar la idea de una economía que prefiere a toda costa el provecho y que olvida el valor supremo del ser humano y de sus derechos fundamentales, entre ellos, el derecho a un trabajo decente. En otras palabras, y a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, hay que seguir insistiendo en la afirmación de la prioridad intrínseca del trabajo respecto al capital. El trabajo, de hecho, precisamente por su carácter subjetivo y personal, es superior respecto a otros factores de producción, que han de verse en clave instrumental.

Es importante que esta perspectiva se afiance y fortalezca, de modo que desaparezcan todas aquellas lacras que ensombrecen un sector tan importante como el pesquero a través de la superación de intereses particulares y mezquinos, y acabando de una vez por todas con aquellas injusticias que ocasionan que muchos pescadores se encuentren, todavía hoy, en pleno siglo XXI, inmersos en dramáticas situaciones de explotación y abusos, casi como en un régimen de esclavitud.

9. La Iglesia siempre ha mirado con especial predilección a los que viven y trabajan en el mar. Ya lo recordaba, en el mensaje para la Jornada Mundial de la Alimentación, de 1986, San Juan Pablo II, cuando traía a colación la atención particular que otorga la Iglesia al sector de la pesca, “en cuanto el Señor Jesús ha elegido a sus primeros Apóstoles entre los pescadores del lago de Galilea y ha conocido por experiencia su dura vida”. Por su parte, la Santa Sede, que siempre ha mostrado una significativa sensibilidad por los trabajadores de la mar, está dispuesta a ofrecer su propio apoyo a los gobiernos, a las organizaciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales, a las organizaciones de la sociedad civil y del sector privado y a todos los que quieran defender el trabajo decente en la pesca y en la acuicultura.

Nadie ha de quedarse al margen ni sentirse excluido en la colaboración con una causa tan noble como es la lucha porque cada trabajador, incluidos aquellos contratados en el sector de la pesca y de la acuicultura, tengan garantizadas condiciones de justicia, libertad, dignidad, seguridad económica e iguales oportunidades. Esto será una feliz realidad con el compromiso de todos, con una firme voluntad política y un decisivo apoyo social para asegurar a cada trabajador un trabajo decente y digno, que tenga siempre en su centro la persona humana y sus derechos fundamentales.

Gracias por su atención.

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03/10/2017-09:44
Redacción

Bambino Gesù: Sexta audiencia del proceso contra los ex-dirigentes

(ZENIT – 3 Oct. 2017).- Ayer, 2 de octubre de 2017, tuvo lugar a las 12 horas en el Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano la sexta audiencia del proceso penal de Giuseppe Profiti y Massimo Spina imputados por la malversación de fondos de la Fondazione Bambino Gesù.

Los imputados, ambos presentes, estaban acompañados por sus abogados de oficio: Antonello Blasi de Giuseppe Profiti, y Alfredo Ottaviani de Massimo Spina,.

El juzgado estaba formado por el prof. Paolo Papanti-Pelletier, presidente, Venerando Marano, juez, y Carlo Bonzano, juez.

La Oficina del Promotor de Justicia estaba representada por el promotor adjunto, Prof. Roberto Zannotti.

Estaba presente el testigo Gianantonio Bandera. La audiencia terminó a las 16 horas y estuvo dedicada al interrogatorio de dicho testigo solicitado por el Promotor de Justicia y los abogados defensores.

Con una ordenanza el Tribunal dispuso que se renovase la cita como testigos de Tommaso Di Ruzza, director de la Autoridad de Información Financiera y de la presidente del Hospital Infantil Bambino Gesù, Mariella Enoc.

Al final, el juzgado indicó el viernes 6 de octubre como fecha de la próxima audiencia que comenzará a las 12:30 horas.

La audiencia, que finalizó a las 20:30 horas, estuvo dedicada íntegramente al interrogatorio del acusado Giuseppe Profiti por parte del presidente, del Promotor de Justicia Adjunto y luego por los abogados defensores.

 

 

03/10/2017-11:50
Antonio Rivero

P. Antonio Rivero: ¿Qué queremos ser: un sarmiento unido a Cristo o un sarmiento estéril?

DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO

Ciclo A

Textos: Isaías 5, 1-7; Filipenses 4, 6-9; Mateo 21, 33-43

Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México.

Idea principal: O uvas sabrosas o uvas agrias. Todo depende si estoy o no unido a Cristo verdadera Vid, pues yo soy sarmiento.

Resumen del mensaje: la viña es una imagen privilegiada para designar al pueblo de la antigua alianza (Israel) y al pueblo de la Nueva Alianza (Iglesia); por eso es el símbolo elocuente de la entera historia de la salvación. La primera lectura, el salmo y el evangelio de hoy están llenos de alusiones a la viña. La parábola de hoy es otra parábola muy intencionada, la de los trabajadores de la viña que no sólo no entregan al dueño los beneficios que le tocan, sino que maltratan y apalean a sus enviados y matan al hijo, para quedarse ellos con la viña y sus frutos.

 

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, hay dos maneras de leer esta parábola de la viña: una en clave histórica o narrativa, y una en clave actual. Históricamente, la viña es el pueblo hebreo. Dios eligió libremente este pueblo, lo liberó de Egipto con mano fuerte y lo trasplantó con cariño en la tierra prometida como se trasplanta una vid. Aquí lo llenó de cuidados y mimos, como hace el viñador con su viña, o mejor, como hace el esposo con su esposa. La rodeó, la defendió de los enemigos y raposas. Pero, ¿qué pasó? La viña, en lugar de uva, produjo agrazones. En lugar de producir obras de justicia y fidelidad, se rebeló y le pagó a Dios con traiciones, desobediencias e infidelidad. Curioso: no se rebeló la viña, sino los viñadores. ¿Qué hará Dios? Isaías habla de destrucción de la viña (caída de Jerusalén y exilio). Jesús, no. Jesús dice que esa viña será dada a otro destinatario, la Iglesia o nuevo Pueblo de Dios. Dios es libre.

En segundo lugar, nosotros somos ese nuevo Pueblo de Dios a quien Jesús nos ha confiado esta viña suya, la Iglesia. La situación ha cambiado con Cristo. Ahora Él es la Vid verdadera y nosotros, los sarmientos. Sólo nos pide permanecer en Él por la oración y los sacramentos para dar mucho fruto. Dios no repudiará más la viña que es la Iglesia, porque esta viña es Cristo; la Iglesia es el cuerpo de Cristo. No habrá un tercer “Israel de Dios” después del pueblo hebreo y del cristiano. Pero si la vid está segura por el amor del Padre, no sucede lo mismo con los sarmientos individuales. Si no dan fruto, pueden ser apartados y tirados. Es el riesgo de nosotros, los cristianos de hoy, como individuos y como grupo.

Finalmente, si aplicamos ahora el mensaje a cada uno en particular, las consecuencias son bien serias. Dios nos dio todo. Nos plantó en la Iglesia, nos injertó en Cristo, nos podó con pequeñas o grandes cruces y nos alimentó. Por tanto, tiene todo el derecho de pedir los frutos. ¿Qué encontrará? ¿Hojas solamente? O peor, ¿ramos secos? La Eucaristía nos ofrece la posibilidad de reactivar nuestro bautismo en nosotros y también la circulación de aquella savia que proviene de la Vid. Si no damos fruto, ya sabemos el triste desenlace: nos tirará. Por eso nos manda de vez en cuando sus emisarios para alertarnos: amigos, catequistas, sacerdotes, luces, buenos ejemplos. Hagamos caso.

Para reflexionar: ¿Qué queremos ser: un sarmiento unido a Cristo, a su Palabra, a sus sacramentos, en estado de crecimiento y conversión, o un sarmiento estéril, rico sólo en pámpanos, es decir, un cristiano de palabra y no de hecho? ¿Qué damos: racimos jugosos o abrojos y espinas?

Para rezar: Señor, gracias por haberme hecho sarmiento de tu Viña. Señor, quiero que mi sarmiento esté fuerte y bien alimentado con la savia de tus sacramentos. Señor, que mi sarmiento dé frutos sabrosos de santidad y de virtudes, para que quien a mí se acerca pueda recibir el jugo de mi ejemplo positivo o de mi consejo acertado. No permitas, Señor, que mi sarmiento venga destruido por algún parásito que quiera meterse en sus “venas”. Amén.

 

 

03/10/2017-08:30
Isabel Orellana Vilches

San Francisco de Asís, 4 de octubre

«Fundador de los franciscanos. Con el radicalismo evangélico que signó su vida, su pobreza y alegría, continúa interpelando al hombre de hoy. Es una de las figuras gigantescas de la Iglesia y de la historia»

Hoy esta sección de ZENIT honra, junto a toda la Iglesia, a esta figura gigantesca, cuya trayectoria espiritual tiene un influjo de incuestionable riqueza en la historia, la ciencia, la música, la poesía, la naturaleza y el arte, entre otras disciplinas. Además de fundador, este dechado de virtudes fue peregrino en distintos países, apóstol en el Oriente, un hombre de paz. El patrimonio que ha legado a la Iglesia es inmenso. Su irrupción en la misma y en la sociedad fue un regalo del cielo en una época socio-política y eclesial compleja, la de la Edad Media en la que le tocó vivir. El prestigioso franciscanista P. Enrique Rivera ha explicado el alcance de la respuesta del Poverello al secularismo actual a través de tres grandes vertientes: sociología, historia y pensamiento. A la ausencia de Dios respondió con el testimonio de su íntimo diálogo con Jesús, cuya cumbre alcanza ante el Cristo de san Damián y en el monte Alverna.

Nació en Asís, Italia, en 1182. Era hijo del rico comerciante de tejidos Pietro di Bernardone y de la noble Pica. Le bautizaron con el nombre de Juan. Se formó con los canónigos de la parroquia y fue asiduo al hospital de San Jorge. Aunque procedía de una familia pudiente, a los 14 años ayudaba a su padre en la tienda. Después se fue desvinculando del compromiso laboral y de sus estudios, que no casaban con su proyecto de vida desenfadada a la que se entregó de lleno. Era un líder nato un tanto inconformista; un idealista en extremo, aunque todavía no sabía cómo encauzar sus sueños. Exhibía por la ciudad sus dotes poéticas y musicales, siguiendo la estela trovadoresca con la que emulaba a los caballeros. Por un lado, disipaba el dinero, y por otro, daba limosna a los pobres.

En 1198 se desató un grave conflicto entre la burguesía y los nobles de Asís, solventado con la instauración del régimen comunal. Se implicó en el litigio, luchó contra Perusa y fue apresado. Durante unos meses soportó el rigor de la prisión, y tras su liberación, en 1204 cayó enfermo. Fueron instantes de reflexión preparatorios para dar un vuelco decisivo a su vida. En 1205 se propuso combatir en Puglia según vio en un sueño, pero en Espoleto una fuerza interior le instó a regresar. Se dijo: «Señor, ¿qué quieres que haga?», aunque de momento siguió con sus costumbres. Pero Dios se hizo notar en su corazón ese mismo año invadiéndole con gran dulzura.

La prodigalidad con los pobres y su compasión hacia ellos comenzaron a adueñarse de él. Su oración vivificaba un amor que iba in crescendo. Rogó a Dios su ayuda, y Él le exigió la total donación de sí; debía elegir lo que más le costase. Una vez se vio frente a un leproso, y superó su repugnancia besándolo; lo tomó como un don del cielo. A continuación, experimentó un intenso aborrecimiento de su vida pasada y se dispuso a iniciar un camino sin retorno. Se puso al servicio de estos enfermos y compartió con ellos su vida.

Un fuego interior le consumía. La necesidad de oración y soledad eran cada vez más intensas, y se redoblaban las pruebas. Luchó contra sí mismo y obtuvo el don de la fidelidad. El Cristo del crucifijo de San Damián le pidió que reparara su Iglesia. Entendió que se refería a la ruinosa capilla, y en Foligno vendió su caballo y mercancía del establecimiento paterno obteniendo los recursos para restaurarla. Se afincó en San Damián sin contar con la venia de su progenitor, que montó en cólera. Puesto en la tesitura de elegir, se abrazó a la pobreza, desprendiéndose de sus vestiduras ante el prelado de Asís. Previamente, su frustrado padre lo había mantenido recluido y golpeado, sin vencer su voluntad.

En 1208 escuchó en misa el texto evangélico de (Mt 10, 5-15), y se lo aplicó. Vio que el desprendimiento absoluto y la penitencia eran su destino; en ello se encerraba la idea de restauración. Se vistió con una humilde túnica ceñida con un cordón y se hizo pobre con los pobres en medio del desprecio y mofas de sus conocidos, con la alegría de verse convertido en un mendigo. En la Porciúncula se congregaron numerosos jóvenes que querían seguir esa vida de penitencia. Con ellos fundó la Orden de Frailes Menores, aprobada por Inocencio III. Su saludo era: «La paz del Señor sea contigo». Amaba tanto a la Virgen que puso su obra bajo su protección, y como recuerda su biógrafo Celano: «cobijó bajo sus alas a los hijos que debía abandonar para que Ella los favoreciese y auxiliase».

Encarnaba fielmente el evangelio. Se acusaba de sus faltas y se castigaba públicamente. Inundado de gozo multiplicaba por todas las vías los dones que iba recibiendo. «¿Qué son los siervos de Dios –decía a sus frailes– sino juglares suyos que deben levantar los corazones de la gente y entusiasmarlos con su alegría espiritual?».

En 1212 santa Clara se unió a su carisma dando lugar a la fundación de las clarisas. En 1224, hallándose en el monte Alverna, recibió los estigmas de la Pasión, y antes el don de milagros y de profecía. Devotísimo de la Eucaristía, fue agraciado con numerosas revelaciones. Lidió con graves problemas dentro de su Orden, y sufrió extremadamente con los estigmas y la grave lesión ocular padecida en los últimos años de su vida.

Casi ciego en 1224 compuso el bellísimo Cántico de las criaturas. Era una consecuencia inmediata del amor que sentía por Dios; las criaturas son reflejo de la perfección divina. Y ante este espectáculo de la creación entera elevó su cántico a Dios Padre. Así es como vivió la presencia de la paternidad de Dios en todas las criaturas, a las que trataba como hermanas. Sin embargo, esta peculiar ternura del Poverello hacia los seres irracionales en los que percibía alguna semejanza con Dios no ha sido bien comprendida. Pero ahí están magníficos estudios, rigurosos como los del mencionado Rivera de Ventosa, que permiten constatar cuán lejos estaba el santo de concepciones panteístas, hinduistas o románticas, como a veces se ha afirmado. Murió en el suelo el 3 de octubre de 1226. Gregorio IX lo canonizó el 16 de julio de 1228.