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Papa: el verdadero cristiano sabe que ningún mal es infinito

RV | 04/10/2017


 

 

En su catequesis de la Audiencia General del primer miércoles de octubre – prosiguiendo con su ciclo sobre “la esperanza cristiana” – el Papa propuso el tema de “los misioneros de esperanza hoy”.

Hablando en italiano, el Santo Padre recordó que precisamente la Iglesia dedica el mes de octubre a la misión, y aludiendo a la fiesta de San Francisco de Asís lo definió “un gran misionero de esperanza”. Además, Francisco destacó que “el cristiano no es un profeta de desventura”. Porque la esencia de su anuncio es lo opuesto. A saber: que Jesús, ha muerto por amor y que ha resucitado la mañana de Pascua. “Es éste – dijo el Papa – el núcleo de la fe cristiana”. Además – prosiguió – si los Evangelios se detuvieran en la sepultura de Jesús, la historia de este profeta iría a añadirse a las tantas biografías de protagonistas heroicos que han gastado su vida por un ideal. Entonces el Evangelio sería un libro edificante y consolador, pero no sería un anuncio de esperanza.

Y añadió que los Evangelios no se concluyen con el Viernes Santo, sino que van más allá. Y es precisamente este fragmento ulterior el que transforma nuestras vidas. También puso de manifiesto que en el día de Pentecostés los discípulos fueron transformados por el soplo del Espíritu Santo. De manera que ya no tendrán sólo una buena noticia que llevara todos, sino que serán, ellos mismos, diferentes, como renacidos a la vida nueva.

Por esta razón el Papa manifestó que es hermoso pensar que se es anunciadores de la resurrección de Jesús no sólo con las palabras, sino con los hechos y con el testimonio de la vida. Sí, porque Jesús no quiere discípulos que sean capaces sólo de repetir fórmulas aprendidas de memoria. Sino que quiere testigos, es decir, personas que propagan la esperanza con su modo de acoger, sonreír y amar.

Y sobre todo de amar – dijo el Papa – porque la fuerza de la resurrección hace que los cristianos sean capaces de amar incluso cuando el amor parece haber perdido sus razones. Por este motivo, la tarea de los cristianos en este mundo es la de abrir espacios de salvación, como células de regeneración capaces de devolver la linfa a lo que parecía perdido para siempre. Y agregó que “cuando el cielo está nublado, es una bendición quien sabe hablar del sol”.

Del mismo modo, el verdadero cristiano es así: no se lamenta o enoja, sino que está convencido, en virtud de la fuerza de la resurrección, “que ningún mal es infinito, ninguna noche es sinfín, ningún hombre es definitivamente equivocado, ningún odio es invencible por el amor”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).