Tribunas

Hasta la próxima plenaria

 

José Francisco Serrano Oceja

 

Habían pasado poco menos de cincuenta y seis horas de la publicación del Comunicado de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española sobre la situación en Cataluña cuando un whatsapp anunciaba una intensa jornada de informaciones cruzadas.

El mensaje traía una entrevista, en el periódico “La Nueva España”, al arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz Montes. Un whatsapp que, al menos entre ciertos sectores de sacerdotes de la archidiócesis de Madrid, corrió como la pólvora.

No es momento de repetir aquí lo que el arzobispo de Oviedo dijo en la citada conversación, sus comentarios sobre las referencias al proceso de elaboración del comunicado o los apuntes sobre el discernimiento moral del proceso secesionista, a estas alturas prácticamente consumado como una revolución en toda regla.

Una de las claves de la entrevista era la entrevista en sí misma y su significado respecto a la espiral pública que se había creado sobre esa materia. Se podría decir que, a partir de se momento, han sido varios los obispos que se han referido a la trágica situación no solo de Cataluña sino de la legalidad constitucional.

La distinción, y la no confusión, entre unidad, uniformidad y unanimidad es importante. Unanimidad no quiere decir uniformidad, dado que puede haber motivos distintos no uniformes que demanden unanimidad. Si vivimos en una Iglesia plural, incluso más plural, no está de más ponerlo en práctica.

Por ejemplo, el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, que, con un titular de evocaciones históricas, señaló en una homilía que “la patria está en peligro”. O el obispo de San Sebastián, monseñor José Ignacio Munilla, que en su programa en Radio María, se refirió a que “este callejón sin salida en el que se encuentra Cataluña, llamado proceso de independencia, no sólo es ilegal sino que también es profundamente inmoral”. O el obispo de Ávila, monseñor Jesús García Burillo, que ha hablado del bien superior de la unidad como criterio moral.

En los días previos al primero de octubre, tuvimos, entre otras, las palabras del arzobispo de Valencia, del de Toledo, de los obispos de Alcalá y de Bilbao. Diversas declaraciones sobre la cuestión material de la unidad de España.

Un proceso de declaraciones públicas de obispos que parece no va a acabar aquí y que probablemente abocará a un debate profundo en la Asamblea Plenaria del próximo mes de noviembre.

Entonces, si Dios no lo remedia, España habrá entrado en una fase agudizada de convulsión de su historia y los obispos, ya todos reunidos, reflexionarán sobre lo que pasa a su alrededor, en la historia inmediata, en España.  

 

José Francisco Serrano Oceja