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Catequesis del Papa: Pensar en la propia muerte, que llegará

RV | 18/10/2017


 

 

En su catequesis de la Audiencia General del tercer miércoles de octubre – prosiguiendo con su ciclo sobre “la esperanza cristiana” – el Papa propuso el tema del “contraste existente entre la esperanza cristiana y la realidad de la muerte”.

Hablando en italiano, el Santo Padre recordó que se trata de una realidad que nuestra civilización moderna tiende, cada vez más, a borrar. De modo que, cuando la muerte llega, para quien está cerca de nosotros, o para nosotros mismos, no nos encontramos preparados, sino carentes de un “alfabeto” apto para formular palabras de sentido en torno a su misterio.

Y añadió que los primeros signos de la civilización humana transitaron precisamente a través de este enigma, hasta el punto de poder afirmar que “el hombre nació con el culto de los muertos”. A la vez que aludió a otras civilizaciones, anteriores a la nuestra, que tuvieron el valor de mirar la muerte cara a cara.

Francisco dijo que la muerte nos hace descubrir que “nuestros actos de orgullo, de ira y de odio eran vanidad”. Por eso cuando llega nos damos cuenta, con aflicción, de que no amamos bastante y de que no buscamos lo que era esencial. A la vez que también vemos lo que de verdaderamente bueno fuimos capaces de sembrar: los afectos por los cuales nos hemos sacrificado y que, ahora, nos tienen la mano.

Sin embargo el Obispo de Roma reafirmó que Jesús ha iluminado el misterio de nuestra muerte, de manera que, con su comportamiento, nos autoriza a sentirnos doloridos cuando una persona querida se va, tal como Él mismo se sintió profundamente turbado ante la tumba  de su amigo Lázaro. De manera que la esperanza cristiana toma esta actitud del Señor.

Naturalmente, el Papa recordó que todos somos pequeños e indefensos ante el misterio de la muerte, pero si custodiamos en el corazón la llama de la fe, aquel será un momento de gracia. Sí, porque Jesús nos tomará de la mano, tal como lo hizo con la hija de Jairo y repetirá, una vez más: “¡Levántate, resurge!”.

 

(María Fernanda Bernasconi - RV).