Servicio diario - 20 de octubre de 2017


Papa Francisco: "Trabajar para ir más allá del modelo social vigente"
Rosa Die Alcolea

Daphne Caruana: El Papa reza por su eterno descanso
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: "Jesús siempre nos pide que seamos verdaderos"
Redacción

Beatificación de 109 mártires claretianos en Barcelona
Rosa Die Alcolea

Santa Laura de Santa Catalina de Siena, 21 de octubre
Isabel Orellana Vilches


 

 

20/10/2017-14:19
Rosa Die Alcolea

Papa Francisco: "Trabajar para ir más allá del modelo social vigente"

(ZENIT — 20 Oct. 2017).- El desafío al que responder —ha dicho el Papa— es el de "trabajar con valentía" para "ir más allá del modelo de orden social vigente", transformándolo desde dentro.

El Santo Padre Francisco ha recibido esta mañana a los participantes en el encuentro promovido por la Academia Pontifica de Ciencias Sociales en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.

El Papa ha felicitado a los miembros de esta Academia por su iniciativa de "gran actualidad" —ha calificado— de "elaborar nuevos modelos de cooperación entre el mercado, el Estado y la sociedad civil, en relación con los desafíos de nuestro tiempo".

"El Estado no puede concebirse como el titular único y exclusivo del bien común" sin permitir que los cuerpos intermedios de la sociedad civil "expresen libremente su potencial completo" y ha aclarado que el desafío aquí es "cómo aunar los derechos individuales con el bien común".

Publicamos a continuación el discurso que el Santo Padre ha dirigido a los presentes en la audiencia.

 

Discurso del Santo Padre

Ilustres Señoras y Señores:

Saludo cordialmente a los miembros de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales y a las personalidades que participan en estas jornadas de estudio, así como a las
instituciones que apoyan la iniciativa. Una iniciativa que llama la atención sobre un tema de gran actualidad como es el de elaborar nuevos modelos de cooperación entre el mercado, el Estado y la sociedad civil, en relación con los desafíos de nuestro tiempo. En esta ocasión, quisiera hablar brevemente de dos causas específicas que alimentan la exclusión y las periferias existenciales.

La primera es el aumento endémico y sistémico de las desigualdades y de la explotación del planeta, que es mayor con respecto al aumento de la renta y de la riqueza. Y, sin embargo, la desigualdad y la explotación no son una fatalidad ni tampoco una constante histórica. No son una fatalidad porque dependen, además de las diferentes conductas individuales, también de las reglas económicas que una sociedad decide darse. Basta pensar en la producción de energía, en el mercado laboral, en el sistema bancario, en el welfare, en el sistema fiscal y en el sector escolar. Según cómo se proyecten estos sectores habrá consecuencias diversas en el reparto de los ingresos y de la riqueza entre quienes han contribuido a su producción. Si el fin prevalente es la ganancia, la democracia tiende a convertirse en una plutocracia en la que crecen las desigualdades y la explotación del planeta. Repito: no es necesario que sea así; ha habido períodos en que, en algunos países, las desigualdades han disminuido y el medio ambiente se ha protegido mejor.

La otra causa de exclusión es el trabajo no digno de la persona humana. Ayer, en la época de la Rerum novarum (1891), se reclamaba el "justo salario del obrero". Hoy en día, además de esta sacrosanta exigencia, nos preguntamos también porque todavía no se ha logrado poner en práctica lo que está escrito en la Constitución Gaudium et Spes: "El conjunto del proceso de la producción debe, pues, ajustarse a las necesidades de la persona y a la manera de vida de cada uno en particular, " (No. 67) y — podemos agregar con la Encíclica Laudato si' — respetando la creación, nuestra casa común.

La creación de nuevo empleo necesita, sobre todo en esta época, personas abiertas y emprendedoras, relaciones fraternales, investigación e inversión en el desarrollo de energía limpia para resolver los desafíos del cambio climático.

Hoy es concretamente posible. Es necesario desprenderse de las presiones de los lobbies públicos y privados que defienden intereses sectoriales; y también es necesario superar las formas de pereza espiritual. La acción política debe ponerse al servicio de la persona humana, del bien común y del respeto por la naturaleza.

El desafío al que responder es, pues, el de trabajar con valentía para ir más allá del modelo de orden social vigente, transformándolo desde dentro. Debemos pedir al mercado no solo que sea eficiente en la producción de riqueza y que asegure un crecimiento sostenible, sino que también esté al servicio del desarrollo humano integral. No podemos sacrificar en el altar de la eficiencia, -el "becerro de oro" de nuestros tiempos- valores fundamentales como la democracia, la justicia, la libertad, la familia, la creación. En esencia, debemos apuntar a "civilizar el mercado" en la perspectiva de una ética amiga del hombre y de su entorno.

Análogo es el replanteamiento de la figura y el papel del Estado-nación en un nuevo contexto como el de la globalización, que ha modificado profundamente el orden internacional anterior. El Estado no puede concebirse como el titular único y exclusivo del bien común sin permitir que los cuerpos intermedios de la sociedad civil expresen libremente su potencial completo. Sería una violación del principio de subsidiariedad que, combinado con la solidaridad, es una piedra angular de la doctrina social de la Iglesia. El desafío aquí es cómo aunar los derechos individuales con el bien común.

En este sentido, el papel específico de la sociedad civil es comparable al que Charles Péguy daba a la virtud de la esperanza: como una hermana pequeña está en medio de las otras dos virtudes —la fe y la caridad— sujetándolas de la mano y tirando de ellas hacia delante. Me parece que esta sea la posición de la sociedad civil: "tirar " hacia delante del Estado y del mercado para que puedan repensar su razón de ser y su forma de actuar.

Queridos amigos, gracias por la atención que habéis prestado a estas reflexiones. Invoco la bendición del Señor sobre vosotros, vuestros seres queridos y vuestro trabajo.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

20/10/2017-12:30
Rosa Die Alcolea

Daphne Caruana: El Papa reza por su eterno descanso

(ZENIT — 20 Oct. 2017).- El papa Francisco ha expresado sus condolencias por la muerte de la periodista Daphne Caruana Galizia, asesinada el pasado lunes en Malta, y reza por su eterno descanso.

El cardenal Mons. Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, ha enviado, en nombre del Santo Padre, un telegrama con el pésame por la muerte al arzobispo de Malta, Mons. Charles J. Scicluna.

El Papa se muestra "entristecido por la trágica muerte" de Daphne Caruana Galizia, y expresa que "reza por su eterno descanso". Asimismo, pide al Arzobispo de Malta que transmita el pésame a su familia.

El Santo Padre asegura también su "cercanía espiritual" al pueblo de Malta en este difícil momento e implora la bendición de Dios sobre la nación.

 

Asesinato

El periódico del Vaticano l'Osservatore Romano' se hizo eco del asesinato de la periodista en su edición diaria en italiano el 18 de octubre de 2017 y publicó la condena del arzobispo Charles Scicluna de Malta sobre este suceso.

La periodista, de 53 años, dedicó su vida a denunciar la corrupción que gangrena a su país y a su clase política, ya que la isla ocupa el número 47 del último ranking sobre corrupción de la ONG Transparencia Internacional. Caruana Galizia atacó precisamente a esa clase política revelando, el pasado mes de mayo, las sospechas de corrupción que afectaban al entorno del primer ministro, Joseph Muscat, y en particular a su mujer, Michelle Muscat, cuyo nombre aparece en los "papeles de Panamá".

La periodista Daphne Caruana Galizia falleció a causa de la explosión de una bomba colocada en su automóvil cuando abandonó su hogar en Bidnija, en el norte de la isla.

Conocida por su influyente blog 'Running Commentary', trabajó con varios periódicos malteses.

Mons. Scicluna, arzobispo de Malta, condenó "con la mayor firmeza" el asesinato de la periodista maltesa Daphne Caruana Galicia, el pasado lunes 16 de octubre de 2017, subrayó 'L'Osservatore Romano'.

El periódico señaló que Mons. Scicluna ha pedido que renuncien a toda controversia: "Este no es el momento para iniciar guerras entre nosotros" —dijo el sacerdote— ni para "acusarse mutuamente", pero sí "para defender la dignidad de cada uno, eliminar la ira entre nosotros y defender el gran valor de la democracia".

El periodista y bloguero Matthew Caruana Galicia, hijo de la periodista, culpó a las autoridades maltesas de ser "cómplices" en el asesinato de su madre —señala 'L'Osservatore Romano'— y acusó a las autoridades en Facebook, diciendo: "Ustedes son cómplices y responsables de lo que sucedió".

El diario del Vaticano también cita las palabras del primer ministro maltés, Joseph Muscat, que niega cualquier participación de su gobierno: "Probablemente fue mi principal oponente", dijo en una entrevista con el diario italiano 'La Repubblica'.

"Ella me atacó cuando me convertí en líder de la coalición, pero era su trabajo", admitió. Rechazando cualquier alegación de corrupción, dijo que pronto "se hará justicia". Ahora, dijo el primer ministro, "tenemos que encontrar a los agentes y ejecutores de un crimen que no nos pertenece", según la misma fuente.

Según la misma fuente, el Ministro del Interior de Malta pidió al FBI y a la policía europea que lleven a cabo investigaciones.

© Traducción parcial del artículo de Marina Droujinina

 

 

20/10/2017-16:25
Redacción

Santa Marta: "Jesús siempre nos pide que seamos verdaderos"

(ZENIT — 20 Oct. 2017).- "Cuando rezas, hazlo a escondidas; cuando ayunas, allí sí, un poco maquillado, para que nadie vea en el rostro la debilidad del ayuno; y cuando das la limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, hazlo en lo secreto".

A partir del Evangelio de San Lucas, propuesto por la liturgia del día, el Papa ha reflexionado en la Misa celebrada en Santa Marta: Jesús nos hace comprender "otro modo de logar la justificación", proponiéndonos la imagen de "aquellos que se creen justos según las apariencias".

"La verdad siempre ante Dios, siempre. Y esta verdad ante Dios es la que deja espacio para que el Señor nos perdone", ha explicado el Papa.

Son los hipócritas —explicó Francisco— "dentro de ellos está todo sucio", hay "basura", pero externamente quieren "aparecer" justos y buenos, haciéndose ver cuando ayunan, rezan o dan la limosna. Pero dentro de su corazón no hay nada, "no hay sustancia", la suya "es una vida hipócrita", su verdad "es nula".

"Jesús siempre nos pide que seamos verdaderos, pero verdaderos dentro del corazón y que si algo aparece que aparezca esta verdad, lo que hay dentro del corazón".

Así, el Papa aconsejó: Cuando rezas, hazlo a escondidas; cuando ayunas, allí sí, un poco maquillado, para que nadie vea en el rostro la debilidad del ayuno; y cuando das la limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, hazlo en lo secreto".

"Jesús nos pide coherencia de vida, coherencia entre lo que hacemos y lo que vivimos dentro. La falsedad hace mucho mal, la hipocresía hace tanto mal, es un modo de vivir. En el Salmo hemos pedido la gracia de decir la verdad ante el Señor. Es hermoso lo que hemos pedido: 'Señor, te he dado a conocer mi pecado, no lo he escondido, no he cubierto mi culpa, no he maquillado mi alma'. He dicho: 'Confesaré al Señor mis iniquidades', y tú has quitado mi culpa y mi pecado', ha explicado el Papa.

También el Papa se ha detenido en la homilía en la Carta de San Pablo a los Romanos, en la que el Apóstol exhorta a adherir a Dios con un acto de fe, explicando en qué consiste el "verdadero perdón de Dios".

"Nuestras obras son la respuesta al amor gratuito de Dios, que nos ha justificado y que nos perdona siempre. Y nuestra santidad es, precisamente, recibir siempre este perdón —ha aclarado el Papa— por eso termina citando el Salmo que hemos rezado": "Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades han sido perdonadas y los pecados han sido recubiertos. Bienaventurado el hombre de quien el Señor no tiene en cuenta su pecado".

"Es el Señor, Él es el que nos ha perdonado el pecado original y el que nos perdona cada vez que vamos a Él", declaró el Papa. Nosotros no podemos perdonar —afirmó—nuestros pecados con nuestras obras. "Sólo Él perdona.

Nosotros podemos responder con nuestras obras a este perdón", ha anunciado Francisco.

 

 

20/10/2017-15:13
Rosa Die Alcolea

Beatificación de 109 mártires claretianos en Barcelona

(ZENIT — 20 Oct. 2017).- Cientos de Misioneros del Inmaculado Corazón de María (Claretianos) que pertenecían a las comunidades de Barcelona, Lérida y Valencia, asesinados a causa de su fe en los años 1936 y 1937 durante la Guerra Civil española, serán beatificados mañana, 21 de octubre, en Barcelona.

Es el acto de beatificación de los "Mártires Claretianos Mateu Casals, sacerdote, Teófilo Casajús, estudiante, y Ferran Saperas, hermano, y 106 compañeros".

El padre Mateo Casals Mas era el superior de la comunidad de Sabadell, y también dirigían el grupo el religioso Teófilo Casajús Alduán y su hermano Fernando Saperas Aluja.

La ceremonia será presidida por el cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en representación del papa Francisco , en la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona.

 

Proceso

La causa aprobada por el papa Francisco el 22 de diciembre 2016, y el proceso de beatificación empezó hace casi 70 años, en 1948.

En total, 102 de estos mártires claretianos murieron en Cataluña, motivo por el cual se hace la celebración en Barcelona, ??pero procedían de otras comunidades: Cervera —Mas Claret y Solsona (60), Vic (15), Lérida (11), Barcelona (8), Sabadell (8), Valencia (4) y Castro Urdiales — Cantabria (3).

"Esta es la causa mayor de beatificación en una sola congregación", ha remarcado Costa-Jussá, quien también subrayó en el encuentro con los periodistas que se tratan de 109 testimonios de fe y de perdón al estilo de su fundador, San Antonio María Claret.

"109 mártires que murieron dando su vida por ser religiosos y perdonando a sus asesinos [...] fueron misioneros en todas las consecuencias", explicó P. Ricard Costa-Jussá, provincial de los misioneros Claretianos de Cataluña, en un encuentro con periodistas.

 

Actos de celebración

También se han preparado dos actos más en el que participará la familia claretiana de todo el mundo. El viernes 20 de octubre, la tarde antes de la ceremonia en la Sagrada Familia, habrá una Vigilia de Oración en el Santuario del Cor de Maria presidida por el P. Mathew Vattamattam, superior general de los Misioneros Claretianos.

Asimismo, el domingo 22, al día siguiente de las beatificaciones, también en el Cor de Maria, habrá una eucaristía de Acción de Gracias presidida por el cardenal Juan José Omella.

 

 

20/10/2017-07:06
Isabel Orellana Vilches

Santa Laura de Santa Catalina de Siena, 21 de octubre

«Fundadora de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena. Enalteció el papel de la mujer y evangelizó a los indígenas, negros y
mestizos de Colombia, su país»

Laura Montoya Upegui nació en Jericó, Antioquia, Colombia, el 26 de mayo de 1874; era la pequeña de tres hermanos. La elección de su nombre de pila fue acertado, como ella misma reconoció relacionando la connotación de inmortalidad que lleva consigo el laurel, de donde aquél proviene, con la estela de la caridad perpetua concebida por el Padre para sus hijos. Éste fue el amor que ella conquistó vivificando la gracia que recibió en el bautismo, sacramento sobre el que reflexionó ocupándose de plasmar el hondo significado que tenía en su acontecer.

Cuando tenía 2 años por sus convicciones religiosas asesinaron a su padre, Juan de la Cruz, médico y comerciante, hombre de fe, defensor de los débiles. Expoliados sus bienes, la familia se vio abocada a la pobreza, pero sin resentimientos; Dolores, la madre, inculcó a todos el perdón. Sus abuelos acogieron a Laura forzados por la situación. Al momento de tomar la primera comunión se fijó en cuestiones nimias que agrandó llevada de su espíritu infantil.

Le molestó tener que ayunar, que le rezaran al oído, y el sabor del Cuerpo de Cristo, que imaginó sería distinto. Tales sentimientos pueriles pronto fenecieron.

A los 11 años inició estudios con muchachas pudientes en un prestigioso centro. Vivía en un hogar de huérfanos regido por una tía suya religiosa y fundadora. La diferencia de clases le hizo pasar momentos difíciles. Mientras cuidaba a un familiar enfermo, leyó textos espirituales y emergió su vocación carmelita. Cuando su abuelo falleció, la situación económica empeoró, y vieron oportuno que estudiase magisterio en Medellín. Tenía 16 años. Fue una etapa en la que mostró su madurez, acrisolada por tan precoces sufrimientos, como pudo constatarse en el manicomio que dirigió aceptando el ofrecimiento de su tía, y donde residió mientras cursaba estudios con una beca. En 1893 obtuvo el título de maestra. A partir de entonces inició una fecunda labor pedagógica por centros de Amalfi, Fredonia, Santo Domingo y Medellín; en esta ciudad, en 1897 asumió el cargo de vicedirectora del colegio de la Inmaculada destinado a hijas de familias con recursos. Supo por un sacerdote que en las proximidades de Jardín (Antioquia) se hallaba la reserva india de Guapa. Y la posibilidad de trabajar y convivir con los indígenas hizo que respondiera afirmativamente a la oferta que éste le planteó de fundar una escuela allí. Así comenzó la labor apostólica que signaría su vida. Dio realce al papel de la mujer en una sociedad que la ninguneaba, mostrando que era un valor seguro para difundir el Evangelio.

Los inconformistas, cargados de prejuicios y cegueras, se ocuparon de cubrirla de sinsabores. El rechazo social que atrajo su labor, se empañó aún más tras la publicación en 1905 de la novela Hija espiritual. En esta obra, de cariz tendencioso, Laura era más que una simple referencia. Aunque inicialmente la sociedad medellinense y la Iglesia se puso en su contra, cuando la joven dio réplica por carta, con humildad y de forma inteligentísima, le tendieron la mano. Entonces el autor se apresuró a desmentir que estuviera aludiendo a ella en su libro. Pero a la santa le negaron todo. Parecía que con ayuda de Gregorio, un hombre de color que construyó un horno, y la venta del pan que amasara, iban a salir adelante, pero él murió. Laura le lloró como se hace con un hermano: «pli ese hombre negro le debíamos el pan! Quedamos perfectamente
establecidas. ¡Por supuesto que mi dolor era mayor por no haber sabido lo que tenía en la casa! ¡Así mueren los santos que han preferido la humillación a todo! Supe que Gregorio comulgaba todos los días pero nadie lo sabía porque lo hacía en la misa de 4 (a.m.) y cambiaba de Iglesia todos los días...».

En 1907 dio clases en Marinilla. Inició su labor con los indígenas de Antioquia sin perder su vocación carmelita. Incomprendida por las autoridades eclesiásticas, se dirigió a los poderes públicos solicitando apoyo. Al ver que no tenía eco su petición de defensa de esas comunidades, ni siquiera en distintas órdenes religiosas, escribió al presidente y después al papa Pío X. Fue en 1914 cuando contó con la autorización de Mons. Maximiliano Crespo, obispo de Santa Fe de Antioquia. Y con cinco mujeres, entre otras su madre, se dedicó a catequizar en Dabeiba. Fue el origen de su fundación. Como pidió Dios le proporcionó mujeres que no temieron el clima, las fatigas de la selva y los farragosos viajes en canoa en los que debían sortear muchos riesgos. Cuando llegó el momento de profesar como religiosa, a instancias de este prelado conservó el nombre de Laura. Compartió su fe con el pueblo de Urabá, sin importarle las dificultades que se presentaron, incluida la oposición de los jefes de la tribu. Y arrebató la conversión de numerosos aborígenes que se bautizaron en distintos departamentos del país. San Pedro de Uré fue la sexta fundación dirigida a negros y a mestizos. Nuevamente conllevó grandes dificultades y oposiciones de varios eclesiásticos.

En 1924 fue elegida superiora general. De ella se dijo que «el espíritu de oración y unión con Dios que poseía... inspiraba respeto a cuantos la contemplaban». En 1930 viajó por Roma y manifestó: «Tuve fuerte deseo de tener tres largas vidas: La una para dedicarla a la adoración, la otra para pasarla en las humillaciones y la tercera para las misiones; pero al ofrecerle al Señor estos imposibles deseos, me pareció demasiado poco una vida para las misiones y le ofrecí el deseo de tener un millón de vidas para sacrificarlas en las misiones entre infieles! Mas, ¡he quedado muy triste! y le he repetido mucho al Señor de mi alma esta saetilla: ¡Ay! Que yo me muero al ver que nada soy y que te quiero!». Escribió más de treinta libros. Fue condecorada con la Cruz de Boyacá en 1939. Estuvo en silla de ruedas los últimos nueve años de su vida y murió acuciada por intensos sufrimientos el 21 de octubre de 1949. Juan Pablo II la beatificó el 25 de abril de 2004. Francisco la canonizó el 12 de mayo de 2013.