Servicio diario - 02 de noviembre de 2017


 

Papa Francisco: “Nunca más la guerra. Nunca más esta `inútil matanza´”
Redacción

El Papa reza al “Dios de los rostros y de los nombres” en las Fosas Ardetinas
Rosa Die Alcolea

Fieles difuntos: El Papa celebra la Misa en el Cementerio Americano de Neptuno
Rosa Die Alcolea

Cambio climático: Taller “Salud de las Personas y Salud del Planeta”
Rosa Die Alcolea

Conflicto armado: Aumenta el número de niños afectados
Redacción

Beato Manuel Lozano Garrido «Lolo», 3 de noviembre
Isabel Orellana Vilches

San Martín de Porres, 3 de noviembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

02/11/2017-15:55
Redacción

Papa Francisco: "Nunca más la guerra. Nunca más esta 'inútil matanza'

(ZENIT — 2 Nov. 2017).- La esperanza de reencontrar a Dios, de reencontramos todos nosotros como hermanos, esa esperanza no desilusiona. Pablo fue fuerte en esa expresión de la segunda lectura « la esperanza no quedará defraudada».

El Papa ha celebrado la Santa Misa en el cementerio americano de Neptuno, a las 15 horas, en la conmemoración de los fieles difuntos, hoy, 2 de noviembre de 2017, y en especial, por las personas fallecidas en las guerras.

A continuación sigue el texto de la homilía del Papa, publicado en español en Radio Vaticano.

 

Homilía del Papa Francisco

Todos nosotros estamos hoy reunidos en la esperanza. Cada uno de nosotros, en el propio corazón, puede repetir las palabras de Job que oímos en la primera lectura: « yo sé que mi Redentor vive y que él, el último, se alzará sobre el polvo». La esperanza de reencontrar a Dios, de reencontramos todos nosotros como hermanos, esa esperanza no desilusiona. Pablo fue fuerte en esa expresión de la segunda lectura « la esperanza no quedará defraudada».

Pero la esperanza muchas veces nace y echa sus raíces en tantas llagas humanas, en tantos dolores humanos, y en ese momento de dolor, de herida, de sufrimiento, nos hace mirar al cielo y decir: yo creo que mi Redentor está vivo.

Pero detente Señor. Y esa es la oración que tal vez sale de todos nosotros cuando miramos este cementerio: "estoy seguro, Señor, que estoy contigo. Estoy seguro": nosotros decimos esto. "Pero por favor, Señor, detente. No más, nunca más la guerra. Nunca más esta «inútil matanza»", como dijo Benedicto XV. Mejor esperar sin esta destrucción: jóvenes, miles, miles, miles, y miles... esperanzas rotas, ¡no más Señor! Y esto debemos decirlo hoy, que rezamos por todos los difuntos, pero en este lugar rezamos en modo especial por estos chicos. Hoy, en que el mundo está de nuevo en guerra y se prepara para ir más fuertemente en guerra. No más Señor, no más. Con la guerra se pierde todo.

Me viene a la mente aquella anciana que, mirando las ruinas de Hiroshima con resignación sapiencial, pero con mucho dolor, con esa resignación lamentosa que saben vivir las mujeres, porque es su carisma, decía: "los hombres hacen de todo por declarar y hacer la guerra, y al final, se destruyen a sí mismos". Ésta es la guerra: la destrucción de nosotros mismos. Seguramente aquella mujer, esa anciana había perdido hijos, y nietos. Sólo tenía la herida en el corazón y las lágrimas. Y si hoy es un día de esperanza, hoy también es un día de lágrimas. Lágrimas como las que sentían y lloraban las mujeres cuando llegaba el correo: "usted señora tiene el honor de que su marido haya sido un héroe de la Patria"; "que sus hijos, sean héroes de la Patria". Son lágrimas que hoy la humanidad no debe olvidar. Este orgullo de esta humanidad que no ha aprendido la lección y parece que no quiere aprenderla.

Cuando muchas veces en la historia los hombres piensan con hacer una guerra, están convencidos de traer un mundo nuevo, de hacer una "primavera". Y termina en un invierno, feo, cruel, con el reino del terror y de la muerte. Hoy rezamos por todos los difuntos, por todos. Pero en modo especial por estos jóvenes, en un momento en el que muchos mueren en las batallas de cada día, en esta guerra a pedazos. Rezamos también por los muertos de hoy, los muertos de guerra, también niños inocentes. Éste es el fruto de la guerra: la muerte. Y que el Señor nos de la gracia de llorar.

 

 

02/11/2017-18:53
Rosa Die Alcolea

El Papa reza al "Dios de los rostros y de los nombres" en las Fosas Ardetinas

(ZENIT — 2 Nov. 2017).- El Papa Francisco ha visitado esta tarde el Mausoleo de las Fosas Ardetinas, en Roma, que alberga las tumbas de 335 mártires, fallecidos en la masacre ordenada por Hitler en 1944.

El Santo Padre ha sido recibido al llegar por la directora del Mausoleo, y por el Rabino Jefe de Roma, Riccardo de Segni. El Papa también ha saludado a algunos miembros de la Asociación Nacional de Familias Italianas Mártires Caídos por el Patriotismo (ANFIM), a las personas allí presentes y a los parientes de las víctimas de la masacre.

Francisco ha entrado en las cuevas y ha permanecido un momento rezando delante del lugar en el que murieron los soldados italianos y luego ha visitado las tumbas, colocando unas rosas blancas encima de algunas y rezando en silencio.

A continuación ha rezado una oración junto al responsable de la comunidad judía, Después, el Papa rezó una oración tras escuchar la que hizo el Rabino del Rabino Jefe de Roma:

"Dios de Abraham, de Isaac, Dios de Jacob, con este nombre te has presentado a Moisés cuando le revelaste la voluntad de liberar a Tu pueblo de la esclavitud en Egipto. Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, Dios que estrecha alianza con el hombre. Dios que se une con un pacto de amor fiel para siempre, misericordioso y compasivo con cada hombre y cada pueblo que sufre la opresión. « Yo he visto la opresión de mi pueblo, y he oído los gritos de dolor». Dios de los rostros y de los nombres, Dios de cada uno de los 335 hombres que murieron aquí, el 24 de marzo de 1944, cuyos restos descansan en estas tumbas. Tú, Señor, conoces sus rostros y sus nombres: todos, incluso el de los doce que quedaron desconocidos para nosotros. Para Ti, nadie es desconocido. Dios de Jesús, Padre nuestro que estás en los cielos: gracias a Él, el Crucificado resucitado, sabemos que Tu nombre — Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob — significa que no eres el Dios de muertos, sino de los vivos, que tu fiel alianza de amor es más fuerte que la muerte y es garantía de resurrección. Haz, oh Señor, que en este lugar consagrado a la memoria de aquellos que murieron por la libertad y la justicia, nos quitemos las sandalias del egoísmo y la indiferencia, y por medio del arbusto ardiente de este mausoleo escuchemos en silencio Tu nombre: Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, Dios de Jesús, Dios de los vivos. Amén.

El Mausoleo de las Fosas Ardeatinas fue creado para el recuerdo perpetuo de la cruel masacre perpetrada por los nazis en Roma el 24 de marzo de 1944, en los pozos de la calle Ardeatina; fue inaugurado solemnemente en 1949, con motivo del quinto aniversario de la masacre. Abarca en un solo complejo: las cuevas, donde se consumieron los heridos; el mausoleo; el grupo escultórico, que expresa expresamente la tragedia de los 335 mártires.

Antes de abandonar el lugar, el Papa ha escrito en el libro de honor del Mausoleo de las Fosas Ardetinas: "Estos son los frutos de la guerra: odio, muerte, venganza... Perdónanos, Señor".

Al término de su visita, el Pontífice ha regresado al Vaticano, donde iría a la gruta de la Basílica Vaticana para un momento de oración privada, en el sufragio de los Sumos Pontífices enterrados allí y de todos los muertos.

 

 

02/11/2017-13:39
Rosa Die Alcolea

Fieles difuntos: El Papa celebra la Misa en el Cementerio Americano de Neptuno

(ZENIT — 2 Nov. 2017).- El Papa Francisco ha celebrado hoy, 2 de noviembre de 2017, la conmeración de todos los fieles difuntos, a las 15 horas en el Cementerio Americano de Neptuno, donde ha presidido la Santa Misa.

Es la primera vez que un papa celebra la Eucaristía en este cementerio.

A su llegada, el Santo Padre ha visitado las tumbas, incluidas las de un desconocido, un italo-estadounidense y un judío. Después, se ha dirigido a la sacristía para encontrarse con Mons. Marcello Semeraro, obispo de Albano, Melanie Resto, directora del

Cementerio, Angelo Casto, alcalde de Neptuno, y Luciano Bruschini, alcalde de Anzio.

Al final de la celebración, el Papa se ha trasladado para visitar el Mausoleo de las Fosas Ardeatinas, donde hará un rato en oración.

El Papa Francisco será allí recibido por el honorable comisionado y el director del Santuario. También habrá miembros de la Asociación Nacional de Familias Italianas Mártires Caídos por el Patriotismo (ANFIM).

A las 18 horas, el Pontífice regresará al Vaticano, donde irá a la gruta de la Basílica Vaticana para un momento de oración privada, en el sufragio de los Sumos Pontífices enterrados allí y de todos los muertos.

 

Cementerio americano de Neptuno

El cementerio americano de la Segunda Guerra Mundial Sicilia-Roma y sitio conmemorativo en Italia cubre 77 acres, elevándose en una pendiente suave de una amplia piscina con una isla y cenotafio flanqueado por grupos de cipreses italianos.

Más allá del estanque se encuentra el inmenso campo de lápidas de 7.860 soldados estadounidenses de guerra militar, dispuestos en suaves arcos en amplios prados verdes bajo hileras de pinos romanos. La mayoría de estos individuos murieron en la liberación de Sicilia (del 10 de julio al 17 de agosto de 1943); en los desembarcos en la zona de Salerno (9 de septiembre de 1943) y en los intensos combates hacia el norte; en los desembarcos en la playa Anzio y la expansión de la cabeza de playa (22 de enero de 1944 a mayo de 1944); y en el apoyo aéreo y naval en las regiones.

 

Santuario de las fosas ardeatinas

El Mausoleo de las Fosas Ardeatinas fue creado para el recuerdo perpetuo de la cruel masacre perpetrada por los nazis en Roma el 24 de marzo de 1944, en los pozos de la calle Ardeatina; fue inaugurado solemnemente en 1949, con motivo del quinto aniversario de la masacre. Abarca en un solo complejo: las cuevas, donde se consumieron los heridos; el mausoleo; el grupo escultórico, que expresa expresamente la tragedia de los 335 mártires.

 

 

02/11/2017-12:17
Rosa Die Alcolea

Cambio climático: Taller "Salud de las Personas y Salud del Planeta"

(ZENIT — 2 Nov. 2017).- Del 2 al 4 de noviembre de 2017 se va a celebrar en la Academia Pontificia de las Ciencias el taller "Salud de las Personas y Salud del Planeta: Nuestra Responsabilidad".

El foco central del encuentro será la salud de las personas y la salud de los ecosistemas, junto con la interdependencia entre los ecosistemas y las personas.

Es probable que este enfoque sobre la salud de las personas bien lleve a líderes políticos y a gente a impulsar acciones más drásticas y a implementar políticas que limiten y disminuyan la contaminación del aire y el cambio climático a niveles por debajo de los peligrosos que ya se están alcanzando, para proteger los sistemas de soporte vital de la Tierra.

Esta reunión tendrá como objetivo examinar "las interconexiones entre el uso de combustibles fósiles; la contaminación de la atmósfera y los océanos; el cambio climático; la salud pública; la salud de los ecosistemas; y la sostenibilidad".

La dependencia de los combustibles fósiles y la quema de biomasa sólida son las fuentes principales, si no la dominante, de contaminación del aire y cambio climático.

Los estudios científicos relacionados con los efectos de la contaminación atmosférica en la salud se remontan a por lo menos los años 50 y ahora existe un inmenso cuerpo de evidencia sobre cómo la contaminación del aire daña la salud.

Sin embargo, las consecuencias para la salud del cambio climático, tanto directas como indirectas, no han recibido mucha atención hasta hace poco.

Gracias a dos recientes esfuerzos internacionales, uno de la Organización Mundial de la Salud y otro de la comisión LANCET, los efectos del clima están comenzando a recibir el tipo de atención que merecen.

A continuación ofrecemos un extracto sobre el alcance de esta reunión, disponible en la página web de la Academia Pontifica de las Ciencias.

 

Alcance de la reunión propuesta

La quema de carbón, petróleo, gas, y biomasa sólida para el acceso a la energía se ha convertido en una amenaza importante para la salud de la humanidad. También representa una amenaza importante para el ecosistema que sostiene toda la vida. El consumo insostenible de energía y recursos naturales afecta a la salud de muchas maneras:

La contaminación atmosférica por la quema de fósiles y biomasa sólida contribuye a alrededor de 7 millones de muertes prematuras al año, principalmente por enfermedad isquémica del corazón, infarto, cáncer de pulmón, y enfermedad obstructiva crónica de las vías respiratorias en los adultos y enfermedad respiratoria aguda en los niños. Globalmente, el 88% de la población mundial respira aire que no cumple con los requisitos de la OMS sobre la calidad del aire. La contaminación atmosférica también destruye más de 100 millones de toneladas de cultivos cada año. Los daños a la salud humana y al medioambiente ya están costando trillones de dólares (USD) por año.

El cambio climático causado por la quema de combustibles fósiles lleva a eventos extremos como olas de calor, sequías, incendios, tormentas severas, e inundaciones que, a su vez, tienen efectos importantes sobre la salud. Por ejemplo, un solo episodio de ola de calor, que ocurrió en Europa en 2003, cobró 70.000 vidas; 250.000 vidas extras se le atribuyen a las sequías y hambrunas en el cuerno del África durante el 2011¬2012. La tormenta tropical Haiyan causó más de 7.800 muertes en Filipinas; las olas de calor en Pakistán y la India del 2015 mataron a, por lo menos, 4.000 personas. Si bien no podemos afirmar con exactitud que estos eventos extremos fueron causados por cambios climáticos antropogénicos, sabemos que la probabilidad de exposición a estos tipos de eventos extremos está aumentando significativamente debido al cambio climático. Estos eventos extremos afectan los determinantes sociales y ambientales de la salud —aire limpio, agua potable, alimentos suficientes y refugio seguro. El cambio climático también aumenta la propagación de vectores de enfermedades, la inseguridad alimentaria, la subnutrición, la salud mental, el desplazamiento y la migración. Los impactos proyectados sobre la salud para fines de siglo debido al cambio climático, junto con el crecimiento demográfico, sostienen que habrá (Comisión LANCET, 2015): 3.000 millones de eventos anuales de exposición al calor para las personas mayores; 1.400 millones de eventos adicionales de sequías; y 2.000 millones de eventos anuales adicionales de exposición a precipitaciones extremas.

El cambio climático está ocurriendo, además, en un contexto junto a otros cambios ambientales de gran alcance, incluyendo al agotamiento del agua dulce, al cambio del uso de la tierra y la degradación del suelo. Nuestra supervivencia depende enteramente del mundo viviente (biodiversidad), que colectivamente conforman los ecosistemas en los que evolucionamos y hacen posible nuestra vida. Obtenemos toda nuestra comida de las plantas, sin embargo, sólo alrededor de 100 de las 460.000 especies estimadas aportan el 90% de lo que comemos —directa o indirectamente. Dos tercios de las personas en el mundo dependen de las plantas para su uso medicinal y, para el resto de nosotros, alrededor de un cuarto de nuestras medicinas provienen de plantas. Aproximadamente una quinta parte de todas las especies de organismos están ahora en peligro de extinción, pero con las tendencias actuales, la mitad de todas las especies podrían extinguirse durante lo que resta del presente siglo, o sea, durante los próximos 83 años. Se estima que hay alrededor de 12 millones de especies de organismos, a parte de las bacterias, pero hemos encontrado y nombrado a sólo 2 millones de ellas, y no sabemos casi nada sobre la gran mayoría de las que incluso hemos nombrado.

La acidificación y desoxigenación de los océanos resultante de la combustión de combustibles fósiles y su consiguiente cambio climático tienen importantes consecuencias sobre los arrecifes de coral, la pesca y la acuicultura, que aportan nutrientes a unas 4.000 millones de personas. La acidez del océano ya ha aumentado un 30% debido al incremento del CO2 atmosférico; con emisiones no controladas de CO2, el aumento podría ser del 100% para el año 2100. Se está observando una pérdida de oxígeno en los océanos abiertos y costeros, llamada desoxigenación, debido, en gran parte, al calentamiento oceánico.

Todos estos cambios ambientales contribuyen a la desigualdad global, ya que son los 3.000 millones más pobres —que siguen dependiendo de tecnologías del siglo XVIII para satisfacer necesidades básicas, como la cocina— quienes se ven más expuestos a la contaminación y al cambio climático. También son quienes se ven más afectados por el cambio climático, ya que no cuentan con sistemas adecuados de supervivencia, como la cobertura médica, seguros o ahorros para hacer frente a estos eventos catastróficos, como la pérdida de sus hogares debido a las inundaciones, o la pérdida de sus medios de vida debido a las sequías, incendios, etc. Sus habilidades para llevar a cabo trabajos físicos se verán, también, reducidas por el aumento en los golpes de calor. Las mujeres y niños son los más afectados. Se prevé que el cambio climático será el responsable de la desnutrición de 20 a 25 millones de niños. UNICEF ha advertido que el cambio climático representa la mayor amenaza para los niños y sus hijos. La reunión debe discutir la justicia social y las cuestiones éticas, tal como exhorta el Papa Francisco en su encíclica Laudato si':
"... hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres".

Estamos llamando a una reunión de líderes de pensamiento global en todas estas áreas, con énfasis en la salud humana, para considerar las últimas evidencias y hacer recomendaciones que serán presentadas directamente al Papa Francisco para un accionar futuro, al igual que a otros líderes mundiales. Debemos incluir a expertos que abarquen la salud pública, la contaminación atmosférica y marina, el cambio climático, la seguridad de los alimentos y el agua, la ecología, la extinción de especies, la energía renovable, y la política. Los dos primeros días se dedicarán a una evaluación detallada de la salud de las personas y del ecosistema. Documentaremos y diagnosticaremos los impactos sobre la salud que tienen la quema de combustibles fósiles y el cambio climático resultante. El último día de la reunión se dedicará a la búsqueda de soluciones, y terminará con una llamada a acción por parte de los responsables y líderes políticos.

 

 

02/11/2017-11:19
Redacción

Conflicto armado: Aumenta el número de niños afectados

(ZENIT — 2 Nov. 2017).- En su declaración, el Arzobispo Auza señaló que el número de niños afectados por el conflicto armado aumenta continuamente, citando el informe del Secretario General de 2017 que describe cómo 2016 fue el peor año registrado para los niños afectados por el conflicto armado.

El 31 de octubre de 2017, el Arzobispo Bernardito Auza, Observador Permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas, ofreció un discurso durante el Debate abierto sobre "Niños y el conflicto armado" del Consejo de Seguridad.

El Arzobispo Mons. Auza pidió más esfuerzos para proteger a los niños de ser reclutados o secuestrados, y para que los gobiernos traten a los niños involucrados en conflictos armados como víctimas en lugar de combatientes.

Más niños que nunca han sido víctimas de asesinatos y mutilaciones, violaciones y otras formas de violencia sexual, reclutamiento como niños soldados y terroristas suicidas, secuestros, ataques a escuelas y hospitales y denegación de acceso a la ayuda humanitaria.

Esto implicaría la rehabilitación y la reintegración en sus familias y la sociedad, algo que las organizaciones e instituciones católicas han estado haciendo durante muchos años en las áreas post-conflicto.

 

 

02/11/2017-08:32
Isabel Orellana Vilches

Beato Manuel Lozano Garrido «Lolo», 3 de noviembre

«Periodista, escritor, hombre de profunda fe que demostró con creces desde su silla de ruedas, en la que vivió atrapado treinta y dos años, nueve de los cuales fue aquejado de ceguera».

Adentrarse en la lectura de la obra de Lolo, como era conocido, supone descubrir, junto a una prosa amena, ágil y llena de poesía, el hondo latido de un corazón que traslucía su fe, con una alegría proverbial. Difícil creer que provenía de un hombre apresado en una silla de ruedas, discapacidad con la que no nació, pero a la que desde los 22 años se fueron añadiendo, sin pausa alguna, ceguera y graves complicaciones. Desenfadado en la descripción de su vida, rasgo de su sentido del humor, sus trabajos muestran una sensibilidad y fortaleza imposibles de simular, que le permitían escalar el cielo abriéndose paso en esa maraña de dificultades que debía sortear día tras día.

Nació en Linares, Jaén, España, el 9 de agosto de 1920. Era el quinto de siete hermanos. Sus padres Agustín y Lucía se preocuparon de que recibiera educación con los PP. Escolapios, y su vocación al amor con mayúsculas estuvo marcada desde el principio. A los once años se afilió a la Acción Católica incrementándose sus afanes espirituales y apostólicos que discurrieron en una época difícil de la historia española, tiempos convulsos para quienes mostraban abiertamente su filiación católica. En esos instantes que presagiaban graves zozobras, año 1935, quedó huérfano; antes había perdido a su padre. En este segundo envite fallecieron su madre y su abuelo, artífices del sostenimiento de la familia.

Entonces ya se apreciaba cómo debía esculpir Dios su espíritu a través de la oración que presidía su vida. De ella brotaba su prontitud para cumplir la voluntad divina y su inocencia evangélica. Rezo del Rosario, grupos de oración con jóvenes... presidían su acontecer. El gozo en el semblante traslucía la riqueza de este enamorado del Santísimo Sacramento, que mostraba una gran pasión filial por María. Coherencia, intrepidez, y valentía, esa fe que no conoce más temor que el de Dios, no pasaron desapercibidas a los responsables de la Acción católica que tuvieron en el beato uno de sus más insignes colaboradores; se ocupaba de llevar la Eucaristía a personas cercanas y conocidas. Los rasgos inequívocos de este compromiso espiritual conllevaron la pena de cárcel para él y dos hermanas suyas durante tres meses. Un manojo de flores fue la excusa perfecta para su hermana Lucía que introdujo así el hostiario en el penal un Jueves Santo, y Lolo pudo adorar a Cristo, algo que nunca olvidó.

Pasó penurias en el frente durante la guerra en la que estuvo destinado en Motril, Granada, y tras la contienda de nuevo sirvió como soldado en Madrid. En esa época tenía tatuado el dolor en su organismo, y sería su fiel compañero de viaje. A la par se iba convirtiendo en un apóstol de las ondas y de la prensa escrita. Vertía su sabiduría en la escritura encendiendo el ánimo de las gentes que iban reconociéndole en su talento y virtud. Vivía en un lugar privilegiado, contemplando la parroquia dedicada a Santa María desde el balcón de su domicilio. Dejaba por unos segundos la tarea, y fijando su mirada en el templo hacía notar tiernamente: «Ahora frente a frente con el Sagrario voy a echar con Él un parrafillo».

Hay formas de encarar el dolor. Él apreció maravillosamente el instrumento poderoso que Dios puso ante sí. Cuando lo reconocía como una «vocación», la «de enfermo», y aludiendo a su profesión declaraba: «inválido», lo hacía con toda naturalidad, sin dejarse atrapar por el cúmulo de limitaciones que fueron llegando a su vida. No hubo quejas ni lamentos. Sí una meridiana claridad que anclada en su libertad espiritual le permitía relatar su día a día. Ahí está como muestra «Las estrellas se ven de noche». Se comprende el atosigante dolor que debía sufrir al irse mermando tan seriamente su salud. Hubo un instante en que ya no pudo escribir con la mano derecha y puso el coraje de aprender a hacerlo con la izquierda. Antes de que la parálisis atenazara por completo sus manos, ataba el lápiz a sus dedos. Finalmente comenzó a dictar sus obras en un magnetófono: se había fugado la luz de sus ojos. Solamente estas pinceladas de su vida ponen de manifiesto la talla humana y espiritual de este hijo de Dios que se negó a recluirse en ese silencio y oscuridad estériles que le brindaba la enfermedad. «... Ya sé que el dolor sin más, aséptico, desnudo, con la arista como fin, no tiene cabida en el dulce paraíso del Amor. Ser santo, y paciente, y amante, y loco de Cruz es vivir la magia de las adivinaciones, el milagro de las transmutaciones...», había escrito.

Recibió su máquina de escribir con la serena persuasión del apóstol al que guía único fin: transmitir la palabra de Dios. Y así las primeras teclas que pulsó tradujeron los rebosantes sentimientos de su corazón: «Señor, gracias. La primera palabra, tu nombre; que sea siempre la fuerza y el alma de esta máquina... Que tu luz y tu transparencia estén siempre en la mente y en el corazón de todos los que trabajen en ella, para que lo que se haga sea noble, limpio y esperanzador». Y eso sucedió. Creó los grupos de oración por la prensa, Obra Pía «Sinaí», vinculando monasterios de clausura y centenares de enfermos incurables, que animaba y sostenía a través de una revista mensual que puso en marcha al efecto, además de sembrar el bien por doquier.

Obtuvo numerosos premios con sus obras que abarcaron distintos géneros: ensayo, novela, diarios, textos de espiritualidad, casi un millar de artículos de prensa... Escritos en el espacio y mismo escenario de siempre, del que apenas salió, mientras la parálisis le invadía. «Ya, Señor, puedo concluir; pero antes desearía pedirte que esta idea de tu encarnación en el dolor me la dejes quieta, inmóvil, imborrable, como en esos cortes de las películas rancias en que un hombre, se nos queda para rato con el vaso en el aire, a dos dedos de los labios»...

Este profeta de esperanzas, de contagiosa alegría, murió el 3 de noviembre de 1971. Fue beatificado en su ciudad natal el 12 de junio de 2010.

 

 

02/11/2017-08:38
Isabel Orellana Vilches

San Martín de Porres, 3 de noviembre

«Religioso dominico peruano. El primer mulato en subir a los altares, honrado en numerosos países del mundo. Patrón de la justicia social, de los barberos,
barrenderos, enfermeros, farmacéuticos, protector de los pobres»

El que tantas veces se presentó como «un perro mulato», primero de América en subir a los altares, es uno de los más grandes santos que Perú ha dado a la Iglesia. Ostenta el patronazgo de numerosas entidades de Perú, Venezuela, México, Argentina, Panamá, Guatemala, España, Chile, Costa Rica, Bolivia y otros países. Quién le iba a decir al humilde Martín que al paso del tiempo le honrarían hermandades y cofradías, que al procesionar su imagen sería aclamada por las avenidas de su hermosa tierra aún pasando los siglos... Pero así es. La gracia que le acompañó en vida, y a la que se aferró, sigue alumbrándonos a través de su heroico testimonio de amor a Cristo.

Nació en Lima, Perú, el 9 de diciembre de 1579. Era hijo natural del español Juan de Porres, un burgalés que pertenecía a la Orden militar de Calatrava, y de la mulata libre de origen panameño, Ana Velásquez. Debió prometerle que la desposaría, pero los prejuicios de la época no se aliaron con ellos. De esta unión ilegítima en 1581 vino al mundo también una niña. Cuando el virrey comisionó a Juan para irse a Guayaquil, se llevó con él a los pequeños. Sin embargo, su familia repudió al muchacho por su color de piel. Juan se ocupó de su educación, pero en 1590 cuando lo nombraron gobernador de Panamá, se vio obligado a enviarlo a Lima. Eso sí, la cercanía le había permitido constatar las numerosas virtudes de Martín, su bondad y proverbial generosidad con los pobres, a los que daba limosna haciendo uso de la asignación que él le entregaba. No era una táctica nueva. Cuando vivía con su madre, le solía sisar el dinero que le proporcionaba para efectuar las compras. Al regresar a casa, cándidamente se excusaba diciendo que las monedas que le faltaban las había perdido por el camino.

En Lima se ocupó del santo Isabel García Michel, que vivía en Malambo, un barrio marginal caracterizado por el origen multirracial de su población, pero en una casa respetable; tal vez Ana fuese una de las encargadas del servicio, y por eso se afincó allí con su hijo. Éste recibió la confirmación en 1591 de manos de santo Toribio de Mogrovejo, patrono del episcopado latinoamericano. Elegante y amable en el trato, Martín era también muy inteligente, así que no le costó aprender las técnicas de barbería, oficio reputado en la época, y adquirir nociones de medicina que le servirían más tarde en su misión. Antes de convertirse en religioso obtenía un buen sueldo como ayudante del boticario Mateo Pastor. Con lo que ganaba, ayudaba a otros muchachos que no tenían medios económicos. El ejercicio de su profesión le permitía acceder tanto a la flor y nata de la sociedad limeña como a las clases inferiores; a todos hablaba de la bondad de Dios. Combinaba esta tarea con la labor voluntaria que realizaba en hospitales; pasaba las noches prácticamente en vela orando ante una imagen de Cristo crucificado.

A los 15 años, animado por fray Juan de Lorenzana, quiso ser dominico como él, pero la discriminación por diferencia de raza, prejuicio marcado entonces, le siguió al convento de Nuestra Señora del Rosario. Y únicamente pudo ingresar como «donado». Pero era más que suficiente para su espíritu humilde y servicial, ya que solo deseaba estar más cerca de Dios y ayudar al prójimo. Por lo demás, se gozaba en «pasar desapercibido y ser el último». El trato desigual que le dispensaron, los insultos que recibía por su tez oscura, no le arrebataron su alegría, y la escoba que pusieron en sus manos fue instrumento de gloria para su vida.

En una visita que su padre hizo al convento, logró que el provincial considerara a Martín como hermano cooperador. Profesó en junio de 1603. Fiel observante, pronto a la oración, obediente, humilde, generoso, puntual, sobrio, sencillo, austero, era también diligente y dadivoso con los demás hasta el extremo. El Santísimo Sacramento y la Virgen del Rosario fueron objeto supremo de su devoción. Por lo general, estaba tan extenuado por sus tareas que hacía ímprobos esfuerzos para no sucumbir al sueño durante la oración. Sus cuidados como enfermero fueron un pararrayos para el convento; allí acudían numerosas personas en su busca. Pero su piedad y misericordia con los enfermos y pobres que recogía en las calles, portándolos a hombros hasta su propio lecho para prodigarles atenciones con toda ternura, suscitaron recelos y envidias; fue objeto de injurias hasta de sus propios hermanos.

Dios le otorgó el don de milagros, entre otros. Las curaciones extraordinarias se produjeron no solo con sus cuidados sino simplemente con su presencia. Él, humildemente, advertía: «yo te curo, Dios te sana». Como recibió el don de la bilocación, podía vérsele en varios lugares a la vez consolando y remediando los males de unos y de otros. Una vez vio que un obrero se caía del andamio de la torre y, para no desobedecer —cuentan los testigos de la época— le dijo «¡detente!» y a renglón seguido fue a solicitar permiso a su superior para salvarle, mientras el albañil permanecía suspendido en el aire, permiso que le fue otorgado obrándose ese milagro que precisaba el buen hombre y que se produjo ante su fuerte impresión y la del superior de Martín. Memorable fue la acción del santo durante la epidemia de viruela; se convirtió en el «ángel de Lima». Hasta los animales hambrientos y heridos eran objeto de su afecto. Fundó los Asilos y Escuelas de Huérfanos de Santa Cruz para niños y niñas. Sus hermanos contemplaban asombrados su intensísima acción apostólica cotidiana, preguntándose en qué momento dormía.
Era estimado por todos, incluido el virrey, que no ocultaba su veneración por él. En 1639 contrajo el tifus exantemático que cursaba con espasmos, alta fiebre y delirios. Y supo que había llegado su hora: «He aquí el fin de mi peregrinación sobre la tierra. Moriré de esta enfermedad. Ninguna medicina será de provecho». Manifestó que en ese instante le acompañaban la Virgen, San José, santo Domingo, san Vicente Ferrer y santa Catalina de Alejandría. Y besando el crucifijo falleció el 3 de noviembre de ese año. Gregorio XVI lo beatificó en 1837. Juan )0011 lo canonizó el 6 de mayo de 1962, y lo declaró santo patrón de la justicia social.