Servicio diario - 10 de noviembre de 2017


 

Llamamiento del Papa Francisco a rechazar la "cultura del descarte"
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: Astucia cristiana, reflexión y oración por los corruptos
Redacción

Paraguay: El Papa recibe al presidente Horacio Cartes
Redacción

Sierra Leona: El Papa recibirá al presidente Ernest Bai Koroma
Anita Bourdin

Colegio Pontificio Ucraniano: "Amad y defended vuestras tradiciones"
Rosa Die Alcolea

Argentina: Mons. Marcelo Fabián Mazzitelli, obispo auxiliar de Mendoza
Redacción

Declaración final del IV Foro Católico-Musulmán
Redacción

Salud: Conferencia sobre cómo enfrentar las desigualdades mundiales
Rosa Die Alcolea

Beata Vincenza María (Luigia) Poloni, 11 de noviembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

10/11/2017-13:44
Rosa Die Alcolea

Llamamiento del Papa Francisco a rechazar la "cultura del descarte"

(ZENIT — 2017).- "Es necesario rechazar la cultura del descarte y ocuparse de las personas y de los pueblos que sufren las desigualdades más dolorosas", ha anunciado el Papa Francisco.

Esta mañana, el Papa ha hablado a los participantes en el simposio internacional Perspectivas para un mundo libre de las armas nucleares y para el desarme integral, promovido por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral que se abre hoy en el Vaticano en el Aula Nueva del Sínodo y concluirá mañana, sábado 11 de noviembre.

El Papa ha exhortado, en primer lugar, a "rechazar la cultura del descarte" y "ocuparse de las personas y de los pueblos" que sufren las desigualdades más dolorosas, a través de una labor que dé prioridad, con paciencia, a los procesos solidarios en vez de al egoísmo de los intereses contingentes.

Se trata, al mismo tiempo —ha aclarado el Papa— de "integrar la dimensión individual y la social" mediante el despliegue del "principio de subsidiariedad", favoreciendo la contribución de todos como individuos y grupos.

En tercer lugar, el Papa ha propuesto promover lo humano "en su unidad inseparable de cuerpo y alma, de contemplación y acción".

En el Simposio participan 11 Premios Nobel de la Paz, altos cargos de ONU y NATO, diplomáticos, representantes de los Estados, entre ellos Rusia, Estados Unidos, Corea del Sur, Irán, además de grandes expertos en el campo de los armamentos y representantes de las fundaciones, organizaciones y de la sociedad civil comprometidas activamente en ese tema.

Presentes además, miembros de las Conferencias episcopales y de las Iglesias, en ámbito ecuménico y de otras religiones, así como delegaciones de profesores y estudiantes de las universidades de Estados Unidos, Rusia y Unión Europea.

El Santo Padre ha recordado la importancia del reciente voto histórico de la ONU, con el que la mayoría de los miembros de la Comunidad Internacional han dictaminado que las armas nucleares "no solo son inmorales, sino que también deben considerarse como un instrumento ilegítimo de guerra".

Publicamos a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a los presentes en el curso del encuentro.

 

Discurso del Santo Padre

Queridos amigos,

Saludo cordialmente a cada uno de vosotros y expreso mi gratitud por vuestra presencia y vuestra actividad al servicio del bien común. Agradezco al cardenal Turkson las palabras de saludo y presentación.

Habéis venido a este Simposio para abordar cuestiones cruciales, tanto en sí mismas como a la luz de la complejidad de los desafíos políticos del escenario internacional actual, caracterizado por un clima inestable de conflictividad.

Un obscuro pesimismo podría llevarnos a creer que "las perspectivas para un mundo libre de armas nucleares y para un desarme completo", como dice el título de vuestro encuentro, parezcan cada vez más remotas. Es un hecho que la espiral de la carrera armamentista no se detiene y que los costos de modernización y desarrollo de las armas, no solamente las nucleares, representan un gasto considerable para las naciones, hasta el punto de dejar en segundo plano las prioridades reales de la humanidad que sufre: la lucha contra la pobreza, la promoción de la paz, la realización de proyectos educativos, ecológicos y sanitarios y el desarrollo de los derechos humanos. [1]

Además, no podemos por menos que sentir una aguda inquietud si consideramos las catastróficas consecuencias humanitarias y ambientales derivadas de cualquier empleo de las armas nucleares. Por lo tanto, considerando incluso el riesgo de una detonación accidental de esas armas, debido a un error de cualquier tipo, tenemos que condenar enérgicamente la amenaza de su uso, así como su posesión, precisamente porque su existencia es funcional en una lógica del miedo que no concierne solamente a las partes involucradas en el conflicto, sino a todo el género humano. Las relaciones internacionales no pueden estar dominadas por la fuerza militar, la intimidación mutua o la ostentación de los arsenales bélicos. Las armas de destrucción masiva, en particular las atómicas, no generan nada más que una engañosa sensación de seguridad y no pueden constituir la base de la convivencia pacífica entre los miembros de la familia humana, que debe inspirarse en una ética de la solidaridad [2]. Insustituible desde este punto de vista es el testimonio de los hibakusha, es decir, las personas afectadas por las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, así como el de las otras víctimas de los experimentos de armas nucleares: ¡Que su voz profética sea una advertencia especialmente para las nuevas generaciones!

Además, los armamentos que tienen como efecto la destrucción del género humano son incluso ilógicos a nivel militar. Por otra parte, la verdadera ciencia está siempre al servicio del hombre, mientras la sociedad contemporánea parece como aturdida por las desviaciones de los proyectos concebidos en su seno y tal vez en su origen por una buena causa. Baste pensar que hoy las tecnologías nucleares se difunden incluso a través de comunicaciones telemáticas y que los instrumentos de derecho internacional no han impedido que nuevos estados se sumen al grupo de poseedores de armas atómicas. Son escenarios inquietantes si se tienen en cuenta los desafíos de la geopolítica contemporánea como el terrorismo o los conflictos asimétricos.

Y sin embargo, un realismo saludable no deja de encender en nuestro mundo desordenado las luces de la esperanza. Recientemente, por ejemplo, a través de un voto histórico de la ONU, la mayoría de los miembros de la Comunidad Internacional han dictaminado que las armas nucleares no solo son inmorales, sino que también deben considerarse como un instrumento ilegítimo de guerra. Se ha colmado así un vacío jurídico importante ya que las armas químicas, las biológicas, las minas antipersona y las bombas de racimo son armas expresamente prohibidas según las convenciones internacionales. Aún más significativo es el hecho de que estos resultados se deban principalmente a una "iniciativa humanitaria" promovida por una alianza válida entre la sociedad civil, los Estados, las organizaciones internacionales, las Iglesias, las academias y los grupos de expertos. En este contexto se coloca también el documento que vosotros, los galardonados con el Premio Nobel de la Paz, me habéis entregado y por el que os expreso mi agradecimiento.

Precisamente en este 2017 se celebra el 50° aniversario de la encíclica Populorum Progressio de Pablo VI. La encíclica, explicando la visión cristiana de la persona, resalta la noción de desarrollo humano integral y la propone como nuevo nombre de la paz. En este documento memorable y actualísimo, el Papa brindaba la fórmula sintética y feliz de que "el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre. "(n. ° 14).

Es necesario, pues, en primer lugar rechazar la cultura del descarte y ocuparse de las personas y de los pueblos que sufren las desigualdades más dolorosas, a través de una labor que dé prioridad, con paciencia, a los procesos solidarios en vez de al egoísmo de los intereses contingentes. Se trata, al mismo tiempo, de integrar la dimensión individual y la social mediante el despliegue del principio de subsidiariedad, favoreciendo la contribución de todos como individuos y grupos. Por último, debemos promover lo humano en su unidad inseparable de cuerpo y alma, de contemplación y acción.

Así es como un progreso eficaz e inclusivo puede hacer posible la utopía de un mundo libre de terribles instrumentos mortales, a pesar de las críticas de aquellos que consideran que los procesos de desmantelamiento de los arsenales son idealistas. Es siempre válido el magisterio de Juan )0011, que indicaba con claridad el objetivo de un desarme integral, cuando afirmaba: " Ni el cese en la carrera de armamentos, ni la reducción de las armas, ni, lo que es fundamental, el desarme general son posibles si este desarme no es absolutamente completo y llega hasta las mismas conciencias; es decir, si no se esfuerzan todos por colaborar cordial y sinceramente en eliminar de los corazones el temor y la angustiosa perspectiva de la guerra. (Enc. Lett. Pacem in Terris, 11 de abril de 1963, 61)

La Iglesia no se cansa de ofrecer al mundo esta sabiduría y las obras que la misma inspira, consciente de que el desarrollo integral es el camino del bien que la familia humana está llamada a seguir. Os animo a continuar esta acción con paciencia y constancia, confiados en que el Señor nos acompañará. Él bendiga a cada uno de vosotros y la tarea que lleváis a cabo al servicio de la justicia y la paz. Gracias.

[1] Mensaje a la III Conferencia sobre el impacto humanitario de las armas atómicas, 7 diciembre 2014. [2] Mensaje del Santo Padre Francisco a la Conferencia de la ONU para la negociación de un instrumento jurídicamente vinculante sobre la prohibición de las armas nucleares que conduzca a su eliminación total, 27 de marzo 2017.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

10/11/2017-19:04
Redacción

Santa Marta: Astucia cristiana, reflexión y oración por los corruptos

(ZENIT — 10 Nov. 2017).- El Papa Francisco ha reflexionado sobre la corrupción en la homilía pronunciada esta mañana en la misa matutina de Santa Marta: "Esto sucede también hoy, sobre todo con los que tienen la responsabilidad de administrar los bienes del pueblo, no los propios bienes".

El Evangelio de San Lucas narra "una historia de corrupción diaria", a través a través de la figura del administrador que despilfarra los haberes del patrón y que, una vez descubierto, en lugar de buscar un trabajo honesto sigue robando con la complicidad de los demás. "Un verdadero grupo de corrupción", fue la definición que dio el Papa en su homilía aludiendo a los acontecimientos de nuestro tiempo.

En este contexto, el Papa ha expresado: "¡Son poderosos éstos, eh! Cuando arman los grupos de corrupción son potentes; incluso llegan a tener actitudes mafiosas. Esta es la historia. Pero ésta no es una fábula, no es una historia que debemos buscar en los libros de historia antigua: la encontramos todos los días en los periódicos, todos los días. Esto sucede también hoy, sobre todo con los que tienen la responsabilidad de administrar los bienes del pueblo, no los propios bienes, porque este administrador de los bienes de los demás, no de los propios. Con los propios bienes nadie es corrupto, los defiende".

La enseñanza que Jesús saca de este Evangelio —ha propuesto el Santo Padre— es precisamente la mayor sagacidad "de los hijos de este mundo" con respecto "a los hijos de la luz": su mayor corrupción, su astucia llevada adelante "incluso con cortesía", con "guantes de seda".

El Papa ha planteado si existe la "astucia cristiana": "Si estos son más astutos que los cristianos — aunque no diré cristianos porque también tantos corruptos se dicen cristianos — si estos son más astutos que los que son fieles a Jesús, yo me pregunto: ¿Existe una astucia cristiana?

"¿Existe una actitud para quienes quieren seguir a Jesús?" ha reflexionado el Papa Francisco. "¿Cuál es la astucia cristiana, una astucia que no sea pecado, pero que sirva para llevarme adelante al servicio del Señor y también de ayuda a los demás? ¿Hay una astucia cristiana?".

Tres actitudes ha recomendado el Papa Francisco: Ante todo una "sana desconfianza", es decir, estar atentos a quien "promete mucho" y "habla mucho" como "aquellos que te dicen: 'Haz la inversión en mi banco, que yo te daré un interés doble". La segunda actitud es la reflexión, ante las seducciones del diablo que conoce nuestras debilidades. Y, en fin, está la oración.

Francisco ha propuesto pedir al Señor "que nos dé esta gracia de ser astutos, astutos cristianos, para tener esta astucia cristiana". Si hay algo que el cristiano no puede permitirse es ser ingenuo. Como cristianos tenemos un tesoro dentro: el tesoro que es el Espíritu Santo. Debemos custodiarlo. Y un ingenuo allí se deja robar el Espíritu. Un cristiano no puede permitirse ser ingenuo. Pidamos esta gracia de la astucia cristiana y de la intuición cristiana, y también es una "buena ocasión para rezar por los corruptos".

 

 

10/11/2017-09:38
Redacción

Paraguay: El Papa recibe al presidente Horacio Cartes

(ZENIT — 10 Nov. 2017).- El Papa Francisco recibió ayer en el Vaticano a Horacio Manuel Cartes Jara, Presidente de la República del Paraguay.

El encuentro se celebró ayer por la mañana, 9 de noviembre de 2017, de manera privada. Tras la reunión con el Santo Padre, el Presidente de Paraguay se encontró con el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, a quien acompañaba Mons. Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados, informa la Santa Sede.

Las conversaciones con el Papa duraron unos 40 minutos, y transcurrieron en una atmósfera de cordialidad, centrándose principalmente en los temas de la educación y la promoción social así como en algunas problemáticas de la región, indica la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Luego, el presidente presentó su delegación de 13 personas al Santo Padre y se procedió al tradicional intercambio de regalos.

Horacio Cartes mostró algunas fotografías del progreso de la construcción del distrito "San Francisco" en la capital Asunción, construido en memoria de la visita del Papa en julio de 2015, que debería acomodar a 1.000 familias necesitadas. Está casi terminado. El presidente también trajo un video con testimonios sobre la visita del Papa en 2015.

Asimismo, el presidente también ofreció dos representaciones de la Virgen de Caacupé. Y una canasta de "chipa paraguaya" —la chipa es un término guaraní—, las tradicionales tartas de queso apreciadas por el Papa.

Con Anita Bourdin

 

 

10/11/2017-09:23
Anita Bourdin

Sierra Leona: El Papa recibirá al presidente Ernest Bai Koroma

(ZENIT — 9 Nov. 2017).- El Papa Francisco recibirá al presidente de la República de Sierra Leona, Mons. Ernest Bai Koroma, en el Vaticano el próximo sábado 11 de noviembre de 2017, ha anunciado la Santa Sede.
El presidente ha llegado este jueves 9 de noviembre a Roma para una visita de trabajo de dos días.

Ha sido recibido en el aeropuerto por representantes de la Santa Sede y del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano y por los dos embajadores de Sierra Leona en Roma, en la Santa Sede y en Italia, Sr. Ibrahim Sorie y el Sr. Jongopie Stevens.

El presidente ha sido acompañado, entre otros, por su ministro de Asuntos Exteriores, el católico Samura Kamara.

Nacido en una familia cristiana protestante (Wesleyan Church), Ernest Bai Koroma, de 64 años, está casado y tiene dos hijas. Es presidente de la República desde 2007: fue reelegido para un segundo mandato en el 2012.

Entre las prioridades: favorecer la prosperidad, luchar contra la corrupción, y ayudar a los huérfanos del virus del Ébola.

Sierra Leona cuenta con unos 5.8 millones de habitantes, de los cuales, en cuanto a su pertenencia religiosa, según la ayuda a la Iglesia necesitada (2013), el 46,4% son musulmanes, el 39,4% son animistas, y el 12% cristianos (4% católicos, 8,3% protestantes, 0,4% anglicanos) y 1,5% de personas de otras confesiones.

El Papa Francisco había expresado "su cercanía al pueblo de Sierra Leona cuando la capital del país fue golpeada, el pasado agosto, por grandes temporales.

Fue enviado un telegrama en inglés, en nombre del Papa, por el Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin al Arzobispo de Freetown, Mons. Charles Edward Tamba, por las víctimas de las inundaciones y del deslizamiento de tierras que golpearon el lunes 14 de agosto, la capital de Sierra Leona.

Un primer informe habla de más de 300 muertos y centenares de desaparecidos.

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

10/11/2017-10:27
Rosa Die Alcolea

Colegio Pontificio Ucraniano: "Amad y defended vuestras tradiciones"

(ZENIT — 10 Nov. 2017).- "Amad y defended vuestras tradiciones, pero evitad cualquier forma de sectarismo", ha dicho el Papa Francisco a los candidatos ucranianos al
sacerdocio.

Pertenecen a la Comunidad del Pontificio Colegio Ucraniano de San Josafat en Roma, recibidos por el Papa Francisco ayer por la mañana, 9 de noviembre en la Sala Clementina del Palacio Vaticano.

"Os invito a que haya en vuestro corazón horizontes cada vez más amplios, para que quepa el mundo entero, donde muchos hijos e hijas de Ucrania se han esparcido a lo largo de los siglos", exhortó el Santo Padre. Y señaló: "Amad y defended vuestras tradiciones, pero evitad cualquier forma de sectarismo".

Además, el Obispo de Roma les invitó a estudiar la Doctrina social de la Iglesia, "para madurar en el discernimiento y en el juicio de las realidades sociales en las que estaréis llamados a trabajar", les dijo.

El Papa Francisco ha mencionado que se cumplen 85 años de la construcción de la sede del Colegio Pontificio Ucraniano en la colina del Janículo, una iniciativa promovida por Pío XI, que los fieles de la Iglesia procedentes de zonas de sufrimiento o persecución, se sintieran en Roma "como hijos amados que viven en una casa y crecen en ella", preparándose para la misión apostólica del sacerdocio.

El Papa, además, ha recordado agradecido al padre ucraniano Stefano Chnil, después consagrado obispo a escondidas en Roma, por entonces arzobispo mayor, a quien Francisco ayudaba a preparar la misa y de quien aprendió mucho sobre la liturgia.

Publicamos a continuación el discurso que el Santo Padre dirigió a los presentes en el curso del encuentro, difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

Discurso del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas: ¡Sea alabado Jesucristo! (en ucraniano)

Saludo al cardenal Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, y a Su Excelencia Mons. Vasil', Secretario, que es antiguo alumno del Colegio. Agradezco de todo corazón al Rector sus palabras introductorias.

Nuestro encuentro tiene lugar 85 años después de la construcción de la sede de vuestro Colegio en la colina del Janículo, por voluntad del Papa Pío Xl. Él se hizo promotor de una iniciativa que manifestaba la solicitud peculiar y concreta de los sucesores del apóstol Pedro por los fieles de la Iglesia procedentes de zonas de sufrimiento o persecución y que, de este modo, podían sentirse aquí en Roma como hijos amados que viven en una casa y crecen en ella, preparándose para la misión apostólica como diáconos y sacerdotes. En los años de su pontificado, Pío XI tuvo que hacer frente a muchos desafíos trascendentales, pero siempre levantó su voz firme a la hora de defender la fe, la libertad de la Iglesia y la dignidad trascendente de cada ser humano. Condenó con claridad, en sus discursos y cartas, las ideologías ateas e inhumanas que ensangrentaron el siglo )0(. Sacó así a la luz sus contradicciones indicando a la Iglesia la vía maestra del Evangelio puesto en práctica también en la búsqueda de la justicia social, una dimensión imprescindible del rescate plenamente humano de los pueblos y de las naciones. Como futuros sacerdotes, os invito a estudiar la Doctrina social de la Iglesia, para madurar en el discernimiento y en el juicio de las realidades sociales en las que estaréis llamados a trabajar.

También en nuestros días el mundo está herido por guerras y violencia. En particular, en vuestra amada nación ucraniana, de la que venís y a la que regresaréis después de completar vuestros estudios en Roma, se experimenta el drama de la guerra, que genera grandes sufrimientos, especialmente en las áreas afectadas, aún más vulnerables por el crudo invierno que se avecina. Y es fuerte el deseo de justicia y de paz, que anulen cualquier forma de abuso de poder, de corrupción social o política, realidades de las que son siempre los pobres quienes pagan el precio. Dios sostenga y aliente a los que se esfuerzan por crear una sociedad cada vez más justa y solidaria. Y que los apoyen activamente el compromiso concreto de las iglesias, de los creyentes y de todas las personas de buena voluntad.

Para vosotros, seminaristas y sacerdotes de la Iglesia greco-católica ucraniana, estos desafíos pueden parecer fuera de vuestro alcance; pero recordad las palabras del apóstol Juan: "Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno [...] y la palabra de Dios permanece en vosotros" (1 Jn 2,13.14). Amando y anunciando la Palabra, os convertiréis en verdaderos pastores de las comunidades que os serán confiadas y ella será la lámpara que ilumine vuestro corazón y vuestro hogar, sea que os preparéis para el sacerdocio célibe o al uxorado, según la tradición de vuestra Iglesia.

Desde la colina del Janículo, podéis disfrutar de una hermosa vista panorámica de Roma, y ??quizás hace unos días, después de una tormenta, hayáis contemplado el espectáculo del arco iris cuando el sol rasgaba las nubes más espesas. Así, os invito a que haya en vuestro corazón horizontes cada vez más amplios, para que quepa el mundo entero, donde muchos hijos e hijas de Ucrania se han esparcido a lo largo de los siglos. Amad y defended vuestras tradiciones, pero evitad cualquier forma de sectarismo. Y mantened siempre, en vuestra patria y en el extranjero, el sueño de la alianza de Dios con la humanidad, los puentes que, como el arco de luz sobre las nubes, reconcilian el cielo y la tierra y piden a los hombres, aquí en la tierra, que aprendan a amarse y a respetarse, abandonando las armas, las guerras y todo tipo de abuso.

Si camináis así y enseñáis a otros a hacer lo mismo, sobre todo en el diálogo ecuménico que es fundamental, estoy seguro de que desde la patria celestial os sonreirán y os sostendrán todos los obispos y sacerdotes — algunos formados en vuestro Colegio — que han dado sus vidas o han sufrido persecución por su fidelidad a Cristo y a la Sede Apostólica. Y, sobre todo se alegrará la Santísima Madre de Dios, María, tan venerada en vuestro santuario nacional de Zarvanytsya. Ella quiere que los sacerdotes de su Hijo sean como antorchas encendidas en la noche de la vigilia en el Santuario, recordando a todos, especialmente a los pobres y a los que sufren, y también a aquellos que hacen el mal y siembran la violencia y la destrucción, que "el pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos"(Is 9: 1). Yo también tengo y venero un pequeño icono ucraniano de la Virgen de la Ternura, regalo de vuestro arzobispo mayor, cuando estábamos juntos en Buenos Aires. Y cuando me quedé aquí, pedí que me lo trajeran. Le rezo todos los días. Os acompaño con mi bendición, invocando la paz y la armonía ecuménica para Ucrania. Y os pido, por favor, que no os olvidéis de rezar por mí. ¡Que tengáis un buen camino!

Y no quisiera terminar sin recordar a una persona que me hizo mucho bien cuando estaba en la última clase de primaria, en el año 1949. ¡La mayor parte de vosotros todavía no había nacido! Es el padre Stefano Chnil, después consagrado obispo a escondidas, aquí en Roma, por entonces arzobispo mayor. Él celebraba la misa allí, no había una comunidad ucraniana cerca y tenía a algunos que lo ayudaban. Yo aprendí a asistir a la misa de rito ucraniano de él. Me enseñó todo. Dos veces por semana me tocaba a mí ayudarle. Me hizo mucho bien porque aquel hombre hablaba de las persecuciones, de los sufrimientos, de las ideologías que perseguían a los cristianos. Además, me enseñó a abrirme a una liturgia diferente, que siempre conservo en el corazón por su belleza. Shevchuk, cuando yo estaba en Buenos Aires, me había pedido testimonios para abrir el proceso de canonización de este obispo ordenado a escondidas. Quería recordarlo hoy porque es justo dar gracias ante vosotros por el bien que me hizo. Gracias.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

10/11/2017-12:53
Redacción

Argentina: Mons. Marcelo Fabián Mazzitelli, obispo auxiliar de Mendoza

(ZENIT — 10 Nov. 2017).- El Santo Padre Francisco ha nombrado obispo auxiliar de la archidiócesis de Mendoza (Argentina) a Mons. Marcelo Fabián Mazzitelli, del clero de la diócesis de San Isidro, asignándole la sede titular de Pauzera.

Comunicado de la Oficina de Prensa del Vaticano, hecho público hoy, 10 de noviembre de 2017.

 

Mons. Marcelo Fabián Mazzitelli

El sacerdote Mons. Marcelo Fabián Mazzitelli nació en Buenos Aires, el 25 de junio de 1960.

Se formó en el Seminario diocesano de San Isidro, y fue ordenado sacerdote el 11 de marzo de 1986, incardinándose en la diócesis de San Isidro.

Es licenciado en Teología por la Universidad Católica Argentina (Buenos Aires).

Ha desempeñado los siguientes cargos: vicario parroquial, prefecto y rector del Seminario diocesano de San Isidro, miembro del Consejo Presbiteral, presidente de la Organización de Seminarios en Argentina, misionero en Holguín (Cuba) y párroco de Santa Rita en Boulogne.

Desde 2015 es oficial de la Congregación para el Clero.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

10/11/2017-18:16
Redacción

Declaración final del IV Foro Católico-Musulmán

(ZENIT — 10 Nov. 2017).- "Dios ha concedido a cada ser humano una dignidad inalienable", "Dios creó a la humanidad, colocándola en la cima de la creación, para que la usase con gratitud y sabiduría", son dos de los 9 puntos en común que han declarado católicos y musulmanes.

El Foro Católico-Musulmán, establecida en 2008 por el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso (PCID) y los firmantes de la "Carta Abierta" (A common Word) al Papa Benedicto XVI y a otros líderes cristianos, ha celebrado su IV Seminario en Berkeley (CA, EE. UU.), del 6 al 8 de noviembre de 2017, sobre el tema "Desarrollo humano integral: Creciendo en dignidad. Perspectivas católicas y musulmanas".

El tema se afrontó según tres sub-temas, tratados respectivamente desde el punto de vista católico y musulmán: 1) "¿Qué significa ser humano?"; 2) "Desarrollo humano integral"; y 3) "Obstáculos y oportunidades del desarrollo humano integral".

Participaron doce personas de cada lado junto con seis observadores.

La delegación musulmana estuvo encabezada por el Dr. Shaykh Hamza Yusuf, presidente del Colegio Zaytuna, y la delegación cristiana por Mons. Miguel Ángel Ayuso Guixot, M.C.C.J., Secretario del P.C.D.I. en nombre del cardenal Tauran.

Después de escuchar la presentación de los trabajos de los expertos musulmanes y católicos, los participantes observaron con satisfacción convergencias significativas entre sus respectivas tradiciones. Dichas convergencias constituyen un motivo de esperanza no sólo para los cristianos y los musulmanes, sino para todos, porque favorecen una colaboración significativa de cara a la promoción del desarrollo humano integral.

 

Declaración conjunta

Después de compartir puntos de vista, ideas y preocupaciones, los participantes acordaron lo siguiente:

1) Sea el cristianismo que el Islam afirman que Dios creó a la humanidad, colocándola en la cima de la creación, para que la usase con gratitud y sabiduría respetando las leyes de la naturaleza como administradores de la tierra y de sus recursos donados por Dios Todopoderoso a todas las generaciones.

2) Dios ha concedido a cada ser humano una dignidad inalienable de la que se derivan los derechos humanos fundamentales, así como la obligación de los gobiernos de protegerlos.

3) Afirmamos la igual dignidad y valor de todas las personas independientemente de su raza, sexo, religión o condición social, y condenamos categóricamente cualquier intento de estereotipar a cualquier pueblo o de atribuirle una culpabilidad colectiva por las acciones cometidas por individuos pertenecientes a él.

4) La libertad de conciencia y de religión están en la cima del edificio de los derechos humanos. Por lo tanto, nuestro deber colectivo exige que respetemos, preservemos y promovamos dichos derechos.

5) Dios, nuestro Creador, desea el crecimiento integral de cada ser humano para el florecimiento completo de los dones de Dios: cuerpo, alma, intelecto y espíritu.

6) El cristianismo y el Islam tienen recursos morales, intelectuales y espirituales que pueden contribuir al desarrollo humano integral de los individuos y las comunidades. Las personas de buena voluntad comprometida con el bien común son los aliados naturales de los creyentes deseosos del desarrollo integral de las personas, las comunidades, y toda la humanidad y de la conservación del medio ambiente que nos sostiene.

7) Como creyentes, estamos llamados a hacer todo lo posible para hacer frente a todo lo que obstaculiza el desarrollo integral de la humanidad, incluidas las interpretaciones erróneas o malentendidos de nuestros respectivos textos sagrados y tradiciones.

8) Creemos que la inseguridad, los conflictos, y la proliferación de armamentos constituyen graves obstáculos para la realización de la voluntad de Dios sobre la humanidad, su bienestar y el crecimiento en la paz y la seguridad. Por eso consideramos que es nuestra obligación moral denunciar las guerras y el comercio de armas que las facilita en lugar de utilizar los recursos de la humanidad para nuestro florecimiento personal y colectivo.

9) Juntos, como creyentes, afirmamos que las personas necesitadas de desarrollo deben capacitarse para cumplir su destino, permitiéndoles ocupar el lugar que le corresponde como miembros de pleno derecho de la familia humana de acuerdo con la voluntad de Dios.

 

 

10/11/2017-17:58
Rosa Die Alcolea

Salud: Conferencia sobre cómo enfrentar las desigualdades mundiales

(ZENIT — 10 Nov. 2017).- Del 16 al 18 de noviembre de 2017 tendrá lugar en el Vaticano, en el Aula Nueva del Sínodo, la )0001 Conferencia Internacional, "Enfrentar las desigualdades mundiales en materia de salud".

Así lo anuncian en un comunicado del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, organizadores del encuentro, en colaboración con la Confederación Internacional de Instituciones Sanitarias Católicas (CIISAC).

La conferencia tiene como objetivo "profundizar el problema de las desigualdades relacionadas con la salud en el mundo, en materia de servicios, enfrentado varios desafíos del ámbito sanitario", aclaran los organizadores.

Se abordarán varios factores: la construcción de un sistema económico al servicio de la persona y de una sociedad más justa e inclusiva; la capacidad de activar la asistencia personalizada no solo para el paciente, sino también para su familia; la repercusión de la innovación farmacéutica y el acceso a los medicamentos esenciales para todos; las problemáticas de la bioética y la protección del derecho a la vida de todas las personas; la capacidad de gestión de los hospitales para conciliar la eficiencia y la cercanía con los más necesitados y los más pobres.

Asimismo, en esta conferencia habrá sesiones especiales dedicadas a la misión eclesial en los sectores de la asistencia y a la relación entre evangelización y pastoral de la salud de la caridad de las instituciones sanitarias católicas.

El Secretario de Estado del Vaticano, Mons. Pietro Parolin llevará a cabo la apertura oficial del evento, y hablará el cardenal Peter K.A. Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

Asimismo, intervendrá en este congreso el Dr. Christopher M. Dye, director de Estrategia, Políticas e Información de la Organización Mundial de la Salud, que abordará el tema de las desigualdades sanitarias en la epidemiología mundial, y el Dr. Anthony Tersigni, Presidente de CIISAC, y presidente y CEO de Ascensión, que hablará de la actividad de los hospitales católicos para contrastar las desigualdades sanitarias.

Tendrán una participación también: el cardenal Jean Zerbo, arzobispo de Bamako; el cardenal Francesco Montenegro, arzobispo metropolitano de Agrigento; el cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila y presidente de Caritas Internationalis; el cardenal William Jacobus Eijk, arzobispo metropolitano de Utrecht; el cardenal Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria; y el Dr. Stefano Vella, presidente de AIFA.

Del mismo modo, estarán presentes directores de hospitales católicos de diversas partes del mundo, delegados de organismos caritativos y organizaciones humanitarias que siempre se han dedicado a la asistencia médica, representantes del sector privado, empresarial y banqueros. Está previsto el saludo de la ministra de Sanidad de la República Italiana, Beatrice Lorenzin.

El jueves, 16 de noviembre, a las 7:30 horas tendrá lugar una celebración eucarística en el altar de la cátedra de la basílica de San Pedro, presidida por el Cardenal Turkson.

 

 

10/11/2017-19:08
Isabel Orellana Vilches

Beata Vincenza María (Luigia) Poloni, 11 de noviembre

«Solidaridad, fe al servicio de los débiles y entrañas de misericordia, llevaron a esta beata, alentada por el beato Carlos Steeb, a fundar un Instituto dirigido al amplio colectivo de desfavorecidos que iba hallando a su paso»

Nació en Verona, Italia, el 26 de enero de 1802. Pertenecía a una familia plenamente comprometida con la fe cristiana; fue heredera de esa riqueza que sus padres, Gaetano y Margherita, le legaron. Ambos habían sido puestos a prueba reiteradamente con la pérdida de gran parte de su numerosa prole. De doce hijos habidos en el matrimonio —Luigia fue la última— solo tres sobrevivieron. Inteligente y capaz, sensible ante las adversidades, supo ser motivo de descanso para su familia. De su padre, integrado en una asociación benéfica, aprendió la riqueza que esconde el desprendimiento, acogiéndolo para sí. Sin duda, las personas que frecuentaran el establecimiento de comestibles y herboristería que regían, tendrían constancia fehaciente de su virtud. Además, Gaetano pertenecía a una asociación volcada en auxiliar a los desfavorecidos.

Tras la muerte de su progenitor se pusieron de manifiesto las cualidades de la beata para conducir los negocios familiares. Discreta y servicial acertaba siempre en el trato dispensado a los clientes; supo custodiar perfectamente los bienes comunes. Fue una persona de inestimable ayuda, dadora de consuelo cuando tuvieron que afrontar los nuevos infortunios que se produjeron en su entorno. Su generosidad hizo que sus propios sobrinos acudieran a ella por considerarla como una madre. Conocía en carne propia el zarpazo del sufrimiento, su valor purificativo, el cúmulo de enseñanzas que conlleva humanas y espirituales, y había adquirido el sentimiento de solidaridad universal que aglutina a quienes han pasado por él. Sus entrañas de misericordia serían manifiestas de forma singular en la obra que le aguardaba y de la que sería artífice.

Poco a poco hechos diversos fueron conduciéndola a la entrega definitiva a Dios. La oración sostenía su intensa dedicación a paliar las necesidades ajenas y a administrar la economía familiar. En ese cuidar a los demás se incluía su labor como voluntaria en el asilo de ancianos de su ciudad natal. Fue Carlos Steeb, su director espiritual, quien se percató de la grandeza humana y virtudes de la joven, su abnegación y el desasimiento de todo lo que no fuese su prójimo, precisamente porque era una mujer orante. Él entrevió la misión a la que estaba destinada. Atento a los signos, como es propio de los grandes apóstoles, la alentaba a seguir el sendero de la perfección a la espera de que se manifestase la voluntad divina sobre ella.

Entre tanto, la entrega de Luigia a los necesitados crecía. Durante la epidemia de cólera fue evidente que la acción de la futura fundadora no era un acto solidario, sino que iba acompañada de un cariz de ternura con los damnificados en el que latía el amor divino. Era una persona apreciada por su talento, agudeza, discreción y espíritu de servicio, entre otras virtudes. Carlos Steeb la abordó un día, diciéndole: «Hija mía, el Señor la quiere fundadora de un Instituto de Hermanas de la Misericordia, ninguna dificultad la atemorice o la detenga, para Dios nada es imposible». A lo que ella replicó humildemente: «Yo soy la más incapaz de todos pero el Señor se sirve, a veces, de los instrumentos más débiles para llevar a cabo sus designios: que se cumpla su voluntad». Y el 2 de noviembre de 1840, junto a otras tres mujeres, emprendió la fundación del Instituto, animada y asistida por el padre Steeb, con el carisma de servir a Cristo dirigiéndose a ese amplio colectivo que carece de afecto y de bienes: ancianos, pobres, niños, jóvenes, personas privadas de la libertad, etc., con un extenso programa de acciones llevadas a cabo en parroquias, hospitales, escuelas, asilos, centros médicos de primeros auxilios y prisiones, entre otros.

Al profesar en 1848 Luigia tomó el nombre de Vincenza en honor de san Vicente de Paúl. Y realmente se dejó guiar por el espíritu de este santo, porque los abandonados y los enfermos afectados por lesiones contagiosas tuvieron en ella otro ángel tutelar. Fueron quince años de intensa acción, en la que incluyó la formación de jóvenes adolescentes y de niñas, siempre con el afán de que pudieran conocer y experimentar el amor misericordioso de Dios. Extendió sus caritativos brazos a través de las religiosas, y así fueron abriéndose nuevas fundaciones hasta que un cáncer de mama, que inicialmente ocultó a los miembros de su comunidad y que después de ser intervenido no se erradicó, acabó con su vida el 11 de noviembre de 1855.

En su testamento había encomendado a sus hijas que viviesen la caridad, que reinara entre ellas el respeto, que no alentasen malos entendidos ni resentimientos. Hizo notar que si algo tormentoso se cernía en el horizonte, que no caminasen ni una hora con el peso de esa amargura, sino que inmediatamente debían buscar la reconciliación. Con toda claridad les había recordado la responsabilidad que tenían: Si mantenían viva la caridad entre todas, preservarían indemne el Instituto; de lo contrario, desaparecería. Quería pensar, y así lo expresó, que eso no sucedería jamás. Una vez les hubo asegurado que las asistiría desde el cielo, finalizó diciendo: «La caridad sobrevive a la muerte; esa, no lo dudéis, nos unirá en el Señor eternamente». Después de su deceso, el beato padre Steeb no dejó abandonadas a las religiosas sino que sostuvo la obra hasta su muerte. Luigia fue beatificada por Benedicto XVI el 21 de septiembre de 2008.