Tribunas

Y en esas, el cardenal Rouco Varela

 

José Francisco Serrano Oceja

 

Y en esas estábamos, cuando apareció en la palestra pública, en la plaza pública, –por decirlo en términos orteguianos- el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo emérito de Madrid.

Los lectores de esta columna recordarán la glosa a la entrevista, en el fin de semana final de la pasada Asamblea Plenaria y en el diario “La Razón”, al cardenal Antonio Cañizares.

Pues este fin de semana, en domingo, con titular en portada –seguro que no muchas veces tuvo un titular en portada en su época de presidente de la Conferencia Episcopal- el diario “El Mundo”, no sé si como consecuencia de su nuevo giro a la derecha, o de su alianza con Libertad Digital y Esradio, nos entrega, con la firma siempre acreditada de Emilia Landaluze, una larga entrevista al cardenal Rouco Varela. Diálogo en el que disecciona, con cierta finura, o finura cierta, canonística, la doctrina de la Iglesia sobre la autodeterminación, el secesionismo y demás familia.

Excepto por una Tercera de “ABC”, el cardenal Rouco se había mantenido al margen de las cuestiones actuales que están en el tapete de la opinión pública y la Iglesia. Ahora aparece después de la celebración de la Asamblea Plenaria, ofreciendo un marco de comprensión de las relaciones Iglesia-proceso catalán nada desdeñable, en el que hay que destacar, entre otros aspectos, el vector de la continuidad del magisterio de la Conferencia al respecto, y el aval que ofrece al discurso inaugural de la Plenaria del Cardenal Blázquez.

Pero lo llamativo de la entrevista, que aborda otros muchos temas, es la entrevista en sí, que también es un mensaje: el hecho de que un medio que ofrece información religiosa plural, de forma más o menos continuada –principalmente del Papa-, recurra a un arzobispo emérito. Y a este arzobispo emérito, para más datos.

Quizá apunte esta evidencia a un reconocimiento del papel que jugó el cardenal Rouco en la reciente historia de la Iglesia en España a la hora de abordar algunas materias, el terrorismo y el nacionalismo, por ejemplo.

Un reconocimiento, por cierto, que, comentan, se palpa de forma implícita, y en algunas ocasiones explícita, en el desarrollo de las Asambleas Plenarias por determinada parte del episcopado español.

Y otro apunte. Se podría decir que, para bien o para mal, es decir, para recurrir a su pensamiento o para criticarle y hacerle protagonista de actuaciones variadas, parece que en el imaginario público de la Iglesia, y sobre la Iglesia, sobre todo en su dimensión pública externa, no tanto interna, hay que seguir recurriendo al cardenal Rouco Varela.

¿Por qué será?

 

José Francisco Serrano Oceja