Servicio diario - 31 de diciembre de 2017


 

Ángelus: Los padres son los guardianes de la vida de los niños, no los propietarios
Raquel Anillo

Egipto: la solidaridad del Papa con los coptos golpeados por los atentados
Raquel Anillo

La foto del Papa para tomar conciencia del dolor de la guerra
Anne Kurian

En el último día del año 2017, damos gracias a Dios
Raquel Anillo

Unión armoniosa, tweet del Papa para la fiesta de la Sagrada Familia
Anne Kurian

Concluyendo 2017, el Papa rinde homenaje a los ciudadanos que "aman su ciudad no con palabras sino con hechos"
Raquel Anillo

San Vicente María Strambi, 1 de enero
Isabel Orellana Vilches


 

 

31/12/2017-15:07
Raquel Anillo

Ángelus: Los padres son los guardianes de la vida de los niños, no los propietarios

(ZENIT — 31 dic. 2017).- "Todos los padres son los guardianes de la vida de los niños, no son los propietarios" porque "solo Dios es el Señor de la historia individual y familiar; todo nos viene de Él" ha afirmado el Papa Francisco en el Ángelus del 31 de diciembre de 2017, domingo de la Sagrada Familia.

Para el último Ángelus del año civil, que ha celebrado en la Plaza San Pedro en presencia de unas 30.000 personas, el Papa ha llamado a cada familia a "reconocer esta primacía" de Dios y educar a los niños "a abrirse a Dios que es la fuente misma de la vida".

"Jesús, ha subrayado, ha venido para derribar las falsas imágenes que tenemos de Dios y también de nosotros mismos; para "contradecir las seguridades mundanas.... para hacernos "renacer a un camino humano y cristiano auténtico, basado en los valores del Evangelio. No hay situación familiar que sea excluida de este nuevo camino.... Cada vez que las familias, incluso las que son heridas y marcadas por debilidades, fracasos y dificultades regresen a la fuente de la experiencia cristiana, se abren nuevos caminos y posibilidades impensables".

Esta es nuestra traducción de las palabras que el Papa Francisco ha pronunciado antes de la oración mariana.

A.K

 

Palabras del Papa Francisco

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

En este primer domingo después de la Navidad, celebramos la Sagrada Familia de Nazaret, y el Evangelio nos invita a reflexionar sobre la experiencia vivida por María, José y Jesús, mientras crecen juntos como familia en el amor recíproco y en la confianza en Dios. El rito cumplido por María y José con la ofrenda de su hijo Jesús a Dios es la expresión de esta confianza, el Evangelio dice: "llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor" (Luc. 2,22) como mandaba la ley de Moisés. Los padres de Jesús van al templo para atestiguar que el hijo pertenece a Dios y que ellos son los guardianes de su vida y no sus propietarios. Y esto nos hace reflexionar. Todos los padres son guardianes de la vida del hijo, no propietarios, y deben ayudarlos a crecer y a madurar.

Este gesto subraya que solo Dios es el Señor de la historia individual y familiar; todo nos viene de Él. Cada familia está llamada a reconocer esta primacía, protegiendo y educando a los hijos para abrirse a Dios que es la fuente misma de la vida. El secreto de la juventud interior se encuentra ahí, como da testimonio de ello en el Evangelio una pareja de ancianos, Simeón y Ana. El viejo Simeón, en particular, inspirado por el Espíritu Santo, dice a propósito del niño Jesús: "He aquí que este niño ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten y será como signo de contradicción para que se ponga de manifiesto los pensamientos de muchos corazones (vv. 34-35).
Estas palabras proféticas revelan que Jesús ha venido para hacer caer las falsas imágenes que nos hacemos de Dios incluso de nosotros mismos; para "contradecir" las seguridades mundanas sobre las cuales pretendemos apoyarnos para hacernos renacer a un camino humano y cristiano auténtico, fundado sobre los valores del Evangelio. No hay situación familiar que esté excluida de este nuevo camino de renacimiento y resurrección. Cada vez que las familias, incluso las que están heridas y marcadas por fragilidades, de fracasos y debilidades, vuelven a la fuente de la experiencia cristiana, se abren a nuevos caminos y a posibilidades impensables.

El relato del Evangelio del día relata que María y José, "cuando terminaron todo lo que prescribía la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret". El niño crecía y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él" (vv. 39-40)

Una de las grandes alegrías de la familia es el crecimiento de los niños. Están destinados a crecer y fortalecerse, a adquirir sabiduría y a recibir la gracia de Dios, como le sucedió a Jesús. Él es verdaderamente uno de nosotros: el Hijo de Dios se hace niño, acepta crecer, fortalecerse, está lleno de sabiduría y la gracia de Dios está sobre él. María y José tienen la alegría de ver todo esto en su hijo, y es la misión hacia la cual está orientada la familia: crear las condiciones favorables para el crecimiento armonioso y completo de los niños, para que puedan vivir una vida nueva, digna de Dios y constructiva para el mundo.

Y es el deseo que dirijo a todas las familias, acompañándolas con la invocación a María, Reina de la Familia.

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

31/12/2017-16:15
Raquel Anillo

Egipto: la solidaridad del Papa con los coptos golpeados por los atentados

(ZENIT — 31 dic. 2017).- El Papa Francisco ha expresado su cercanía a la comunidad copto ortodoxa de Egipto , durante el Ángelus del 31 de diciembre de 2017, dos días después de los atentados perpetrados en Helwan, en las afueras del sur de El Cairo.

Mientras que los coptos están preparándose para celebrar la Navidad el 7 de enero de 2018, de acuerdo con el calendario Juliano, dos nuevos ataques, que han dejado al menos diez muertos, han tenido lugar en una iglesia y en un comercio. Han sido reivindicados por el grupo terrorista daesh.

Después de la oración mariana que ha presidido desde una ventana del palacio apostólico que da a la Plaza San Pedro, el Papa ha expresado su "cercanía a los hermanos coptos ortodoxos de Egipto".

"Que el señor acoja las almas de los difuntos, sostenga a los heridos, a los seres queridos y a toda la comunidad, y convierta los corazones de los violentos", ha deseado.

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

31/12/2017-15:49
Anne Kurian

La foto del Papa para tomar conciencia del dolor de la guerra

(ZENIT — 31 dic. 2017).- Un niño llevando sobre su espalda a su hermano muerto en el bombardeo atómico de Nagasaki (Japón) el 9 de agosto de 1945. Esta es la foto de choque que el Papa Francisco ha querido hacer imprimir para tomar conciencia del horror de la guerra. La Oficina de Prensa de la Santa Sede la ha difundido en la tarde del 30 de diciembre de 2017.

La imagen en blanco y negro está acompañada de la firma del Papa, bajo el simple comentario: "...el fruto de la guerra".

La cara posterior de la tarjeta incluye también la siguiente leyenda en español: "Un niño esperando su turno en el crematorio, para su hermano muerto, (que él lleva) sobre u espalda. Es la foto tomada por un fotógrafo estadounidense, Joseph Roger O'Donnell, después del bombardeo atómico de Nagasaki. La tristeza del niño se expresa solo en el gesto de morderse los labios, llenos de sangre".

La iniciativa del Papa, muy mediatizada, interviene al final del año civil marcado por las tensiones nucleares y por la adopción del Tratado de prohibición de las armas Nucleares de la ONU. Otra de sus incesantes llamadas para el fin de los conflictos, el pasado 26 de septiembre, el papa había publicado este Tweet para el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares: "Comprometámonos para un mundo sin armas nucleares, aplicando el Tratado de No Proliferación para abolir estos instrumentos de muerte. Y durante el Ángelus del 10 de diciembre, pidió "trabajar duro para construir un mundo sin armas nucleares".

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

31/12/2017-17:23
Raquel Anillo

En el último día del año 2017, damos gracias a Dios

(ZENIT — 31 dic. 2017).- Para el último día del año civil, 31 de diciembre de 2017, el Papa Francisco ha recomendado "tomar un poco de tiempo para pensar en todas las cosas buenas que he recibido del Señor....y de dar gracias. Y si también ha habido pruebas, dificultades, dar gracias también porque nos ha ayudado a superar esos momentos".

Esta es nuestra traducción de las palabras que el Papa ha pronunciado en italiano después del Ángelus de este domingo que ha presidido en la Plaza San Pedro.

A.K

 

Palabras del Papa después del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas!

Expreso mi cercanía a los hermanos coptos ortodoxos de Egipto, golpeados hace dos días por dos atentados en una iglesia y en un comercio en las afueras de El Cairo. Que el Señor acoja las almas de los difuntos, sostenga a los heridos, a los seres queridos y a toda la comunidad y convierta los corazones de los violentos.

Hoy dirijo un saludo especial a las familias aquí presentes, y también a aquellas que participan desde su casa. Que la Sagrada Familia os bendiga y os guie en vuestro camino.

Os saludo a todos romanos y peregrinos; en particular, a los grupos parroquiales, las asociaciones y a los jóvenes. No olvidemos en este día de dar gracias a Dios por el año que termina y por todo lo bueno recibido. Y esto nos hará bien a cada uno de nosotros, tomar un poco de tiempo para pensar en todas las cosas buenas que he recibido del Señor en este año. Y si ha habido también pruebas y dificultades, también dar gracias porque nos ha ayudado a superar esos momentos. Hoy es un día de acción de gracias.

A todos, os deseo un buen domingo y un sereno fin de año. Os agradezco nuevamente vuestros deseos y vuestras oraciones: y continuad orando por mí. ¡Buen apetito y adiós!

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

31/12/2017-17:49
Anne Kurian

Unión armoniosa, tweet del Papa para la fiesta de la Sagrada Familia

(ZENIT — 31 dic. 2017).- Para la fiesta de la Sagrada Familia, el Papa Francisco ha elogiado a la familia como una "unión armoniosa ", en un tweet publicado el 31 de diciembre de 2017 en @Pontifex.

"La familia es la unión armoniosa de las diferencias entre el hombre y la mujer que es aún más cierto que es capaz de abrirse a la vida y a los demás" ha escrito el Papa.

Durante el Ángelus dominical al mediodía, ha hablado de la misión hacia la cual está orientada la familia: crear las condiciones favorables para el crecimiento armonioso y completo de los niños, para que puedan vivir una buena vida , digna de Dios y constructiva para el mundo"

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

31/12/2017-19:35
Raquel Anillo

Concluyendo 2017, el Papa rinde homenaje a los ciudadanos que "aman su ciudad no con palabras sino con hechos"

(ZENIT — 31 dic. 2017).- El Papa Francisco ha rendido homenaje a los ciudadanos de Roma que cumplen con su deber cada día, sin publicidad, en las primeras vísperas de la solemnidad de Santa María Madre de Dios, en la Basílica de San Pedro, este domingo 31 de diciembre de 2017. Ha expresado su gratitud a "todos los artesanos del bien común, que aman a su ciudad no con palabras sino con hechos" y que cooperan así "silenciosamente por el bien común".

En su homilía, el Papa ha saludado a "todas aquellas personas que cada día contribuyen con gestos concretos, pequeños pero preciosos, al bien de Roma: buscan cumplir mejor con su deber, se desplazan en la circulación con criterio y prudencia, respetando los lugares públicos y señalando lo que no va bien, están atentas a las personas mayores o con dificultades.

"Estas personas, ha añadido, no lloran entre ellos mismos, ni albergan resentimiento ni amargura, sino que se esfuerzan por hacer su parte todos los días para mejorar un poco las cosas".

El Papa Francisco también ha expresado su gran "estima por los padres, maestros y educadores que, con este estilo, buscan formar a los niños y a los jóvenes en el sentido cívico".

Citando "las pequeñas y grandes ofensas a la vida, a la verdad, a la fraternidad, que causan múltiples formas de degradación humana, social y ambiental", ha dicho el Papa al final del 2017: "Queremos y debemos asumir nuestra responsabilidad de todo, delante Dios, delante de los hermanos y delante de la creación".

La liturgia ha sido seguida por la exposición al Santísimo Sacramento, por el tradicional Te Deum, en acción de gracias por el año civil que se va, y por la bendición eucarística.

A.K

 

Homilía del Papa

"Cuando vino el cumplimiento de los tiempos, Dios envió a su Hijo" (Gal 4: 4). Esta celebración vespertina respira la atmósfera de la plenitud de los tiempos. No porque estamos en la última tarde del año civil, sino porque la fe nos hace contemplar y sentir que Jesucristo, el Verbo hecho carne, dio plenitud al tiempo del mundo y de la historia humana.

«Nacido de una mujer» (v.4). La primera en experimentar este sentido de plenitud dado por la presencia de Jesús fue precisamente la "mujer" de quien "nació". La Madre del Hijo Encarnado, Theotokos, Madre de Dios. A través de ella, por así decirlo, ha brotado la plenitud del tiempo: a través de su corazón humilde y lleno de fe, a través de toda su carne impregnada del Espíritu Santo.

A partir de ella, la Iglesia ha heredado y hereda continuamente esta percepción interna de la plenitud, lo que alimenta un sentimiento de gratitud, como la única respuesta humana digna del don inmenso de Dios. Un agradecimiento conmovedor, que, a partir de la contemplación de aquel Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, se extiende a todo y a todos, al mundo entero. Es un "gracias" que refleja la Gracia; no viene de nosotros, sino de Él; no proviene de mí, sino de Dios, e involucra al yo y al nosotros.

En este ambiente creado por el Espíritu Santo, elevamos a Dios la acción de gracias por el año que toca a su fin, reconociendo que todo lo bueno es su don.

Incluso en esta época del año 2017, que Dios nos había dado íntegro y sano, los humanos hemos perdido y herido en muchos aspectos con obras de muerte, con mentiras e injusticias. Las guerras son el signo flagrante de este orgullo reincidente y absurdo. Pero también lo son todas las pequeñas y grandes ofensas a la vida, a la verdad, a la fraternidad, que causan múltiples formas de degradación humana, social y ambiental. Queremos y debemos asumir nuestra responsabilidad de todo, ante Dios, nuestros hermanos y nuestra creación.

Pero esta noche prevalece la gracia de Jesús y su reflejo en María. Por lo tanto, prevalece la gratitud, que, como Obispo de Roma, siento en mi alma, pensando en las personas que viven en esta ciudad con el corazón abierto.
Siento una sensación de simpatía y agradecimiento por todas aquellas personas que cada día contribuyen con pequeñas pero preciosas acciones concretas para el bien de Roma: tratan de hacer lo mejor su deber, que se mueven en el tráfico con sabiduría y prudencia, respetando los lugares públicos y señalan cosas que están mal, prestan atención a las personas mayores o en dificultad, y así sucesivamente. Estos y miles de otros comportamientos expresan concretamente el amor por la ciudad. Sin discursos, sin publicidad, pero con un estilo de educación cívica practicada en la vida cotidiana. Y así ellos cooperan silenciosamente en el bien común.

También siento una gran estima por los padres, maestros y todos los educadores que, con este mismo estilo, intentan formar a los niños y jóvenes en un sentido cívico, una ética de responsabilidad, educándolos para que se sientan parte de ellos, para que se cuiden a sí mismos, para interesarse en la realidad que los rodea.

Estas personas, incluso si no son noticia, son la mayoría de las personas que viven en Roma. Y entre ellos, muchos están en condiciones de dificultades económicas; sin embargo, no lloran entre sí, ni albergan resentimientos y rencores, sino que se esfuerzan por hacer su parte todos los días para mejorar un poco las cosas.

Hoy, en la acción de gracias a Dios, los invito a expresar también la gratitud por todos estos artesanos del bien común, que aman a su ciudad no con palabras sino con hechos.

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

31/12/2017-08:33
Isabel Orellana Vilches

San Vicente María Strambi, 1 de enero

Eran tan grandes las virtudes de este prelado pasionista, que su fundador, san Pablo de la Cruz, le encomendó la fundación con la certeza de que haría obras más grandes que la suyas. Fue estimado por los pontífices de su tiempo.

En esta solemnidad de María Santísima, Madre de Dios, entre otros santos, la Iglesia aclama al pasionista Vicente María Strambi, prelado de Macerata y Tolentino, insigne discípulo de san Pablo de la Cruz que cuando lo conoció ya vio en él a un gran santo.

Nació en Civitavecchia, Italia, el 1 de enero de 1745. Fue el único superviviente de los cuatro hijos nacidos en el matrimonio del farmacéutico Giuseppe Strambi y Eleonora Gori. El celo de su padre por mantenerlo junto a él y ver cumplidos en su heredero los sueños que fraguó para su futuro no fue impedimento para que el joven defendiese firmemente su vocación. Ambos progenitores le transmitieron su fe y generosidad con los necesitados que Vicente aún superó con creces al punto de ser frenado en sus ansias de donación.

La madre, comprensiva y gozosa al conocer su inclinación al sacerdocio, le dio su bendición. Se formó en el seminario de Montefiascone. Inteligencia y piedad marcaron estos años en los que su amor a Cristo crucificado presidía su acontecer. Antes de recibir el sacramento del orden fue prefecto y luego rector del seminario de Bagnoregio. Ya se advertían sus numerosos dones y celo pastoral. Fue ordenado sacerdote unos meses antes de cumplir 23 años. Pero se sentía inclinado a la vida religiosa. Contra la voluntad del padre, llamó primero a las puertas de los padres de la Misión y luego las de los capuchinos. No era su lugar. Unos lo rechazaron por su débil salud y otros por su condición de hijo único hasta que conoció a Pablo de la Cruz en una misión, y quedó seducido por su ardor apostólico y virtud.

Cuando le pidió ingreso en los pasionistas, Pablo le abrió los brazos. Y a Giuseppe, que rogó y acudió no solo a él sino a quienes pensaba que podrían disuadir a su hijo, le respondió: «Debería alegrarse sumamente al ver que el Señor elige a su hijo para hacerlo un gran santo». Profesó en 1769. Unos años más tarde, después de haber encendido muchos corazones con su predicación, partió a Roma para ocuparse de los jóvenes estudiantes formándoles en todos los ámbitos. En 1775 Clemente XIV, sabedor de sus virtudes y dotes apostólicas que ya le precedían, le encomendó predicar en Santa María en Trastévere, convirtiéndose él mismo en uno de sus oyentes. Desde entonces, asiduamente y a petición del papa, el que ya era reconocido como «el predicador pasionista santo», impartió retiros a la curia pontifical, y otros estamentos del clero.

Sus dotes diplomáticas hicieron de él un valioso instrumento para la conciliación que llevó a cabo a petición de los pontífices. Hombre humilde, sencillo, abnegado, de intensa oración y penitencia, fue incluido en el cónclave que eligió a Pío VII y votado por una parte de los cardenales. No quiso distinguirse nunca de sus hermanos, y lejos de aceptar prebenda alguna por razón de su oficio: superior, provincial, consultor general, efectuaba las labores cotidianas en la huerta y en la cocina como uno más. Fue agraciado con el don de profecía y de penetración de espíritus; en sus predicaciones acaecieron hechos prodigiosos.

Pablo de la Cruz al sentir cercana su muerte le encomendó la Congregación: «Harás cosas grandes, harás mucho bien». Vicente tenía 30 años y había sido fidelísimo al fundador en los seis que llevaba como pasionista. Luego sería también su biógrafo. Escribió la vida de Pablo de rodillas en la celda que aquél había ocupado. Y más tarde fue su postulador. Muy devoto de la preciosísima Sangre de Jesús le dedicó su primer trabajo. Fue autor de obras escolares y espirituales. En 1801 Pío VII lo nombró prelado de Macerata y Tolentino y aceptó el nombramiento aunque su deseo habría sido vivir como simple religioso pasionista. El papa valoraba sus muchas virtudes y capacidad para regir, enseñar y santificar, y lo tranquilizó: «Sábete que nadie se ha interesado para elegirte; lo he hecho yo espontáneamente, por mi personal conocimiento, por inspiración divina».

A Vicente se deben grandes conversiones, como la de la hermana de Napoleón, emperador que lo envió al exilio al constatar que no podía vencer su fidelidad al Santo Padre. Los pobres, sin excluir a los demás necesitados, fueron objeto de su predilección. Decía: «Los pobres son mis patrones. Yo no soy sino su ecónomo». Como pastor dosificó la firmeza y la comprensión. Fue un gran renovador. León XII, que lo mantuvo en su oficio hasta 1823, afirmó: «Es suficiente su sombra para gobernar la diócesis». El pontífice lo retuvo junto a él. Cuando enfermo de muerte fue a administrarle el viático, manifestó: «Vicente mío, yo creía hacerte santo, pero algún otro pontífice lo hará». El humilde pasionista ofreció su vida por la del papa que se hallaba enfermo, y éste sanó de improviso, muriendo él repentinamente en el curso de una semana el 1 de enero de 1824. Fue beatificado por Pío XI el 26 de abril de 1925, y canonizado por Pío XII el 11 de junio de 1950.