El Diario Montañés | Cantabria

 

Uno de cada tres cántabros tendrá más de 65 años en el horizonte de 2031

 

Fomentar la natalidad, dinamizar el mercado laboral y contribuir al empoderamiento de los mayores, claves para afrontar el reto demográfico, según un estudio de la UC

 

 

por JOSÉ MARÍA GUTIÉRREZ | Santander
Sábado, 27 enero 2018, 07:37


 

 

Cantabria pierde de manera importante población desde hace años y se enfrenta a un proceso de cambio demográfico lleno de incógnitas. La disminución de la natalidad; la emigración de la población adulta, que es la que «sostiene el sistema», en busca de oportunidades laborales; y el aumento de la esperanza de vida dibujan un 'otoño demográfico' ante el que los expertos aconsejan «tomar medidas» antes de que llegue el 'invierno', en 15 ó 20 años, y sea tarde. Porque las proyecciones demográficas, tanto del INE como del Icane, apuntan a una disminución de la población de unas 40.000 personas en la próxima década -de los 582.564 habitantes actuales a entre 539.000 y 546.000 en 2031- y a un aumento paralelo del envejecimiento. Para entonces el 30% de población contará con 65 años o más.

¿Qué se puede hacer ante cambio demográfico? «Desarrollar políticas de fomento de la natalidad eficaces y apoyos a menores y familias que contribuyan a frenar el decrecimiento de la base de la pirámide poblacional; dinamizar el mercado laboral; fomentar la economía social; articular planes de respuesta a los desequilibrios territoriales; avanzar en gobernanza, coordinación y cohesión social; instaurar cuidados de larga duración; y contribuir al empoderamiento del envejecimiento, desarrollando políticas públicas que tengan en cuenta a las personas mayores como grupo económicamente diferenciado y proactivo» son las respuestas que aportan 14 especialistas de la Universidad de Cantabria, coordinados por el profesor titular de Economía Aplicada David Cantarero, que recogieron el encargo del Gobierno. Ocho ejes estratégicos, desarrollados en 130 acciones, en los que trabajar de cara al futuro para construir un modelo económico y social «adaptado a las nuevas necesidades» y «beneficioso para todos», con un Estado de Bienestar «organizado de otra manera», un mensaje que es compartido por la vicepresidenta y consejera de Universidades e Investigación, Medio Ambiente y Política Social, Eva Díaz Tezanos.

 

 

OCHO EJES

1.

Desarrollar políticas de fomento de la natalidad que reduzcan la brecha entre la fecundidad tenida y la deseada.

2.

Políticas de apoyo a la familia que fomenten el equilibrio entre vida familiar y profesional.

3.

Dinamización del mercado laboral.

4.

Fomento de la economía social.

5.

Avanzar en gobernanza, coordinación y cohesión social.

6.

Dar respuesta a los desequilibrios territoriales.

7.

Empoderamiento del envejecimiento.

8.

Cuidados de larga duración, proactivos y preventivos.

 

 

Este grupo multidisciplinar ha realizado, en colaboración con la Dirección General de Política Social, este pormenorizado estudio, de más de 300 páginas, que diagnostica la situación actual y aporta propuestas para abordar una futura 'Estrategia frente al reto demográfico de Cantabria'. «Es uno de los mayores desafíos a los que nos vamos a enfrentar en los próximos 50 años, con una determinante repercusión en las generaciones futuras», reconoce Tezanos sobre un proyecto de gobierno que «no está exento de dificultades». El análisis ya está en manos del Ejecutivo cántabro tras su presentación pública, celebrada esta semana en la UC.

 

«El reto demográfico es uno de los mayores desafíos a los que nos vamos a enfrentar en los próximos 50 años»
Eva Díaz Tezanos, vicepresidenta

 

 

Dimensión geográfica-territorial

Hay tres factores que explican el fenómeno del envejecimiento demográfico, según explica Pedro Reques, catedrático de Geografía Humana de la UC. La caída de la natalidad (un 60% en las dos últimas décadas hasta situar la media actual en 1,15 hijos por mujer) es la causa principal en la base de la pirámide. El aumento de la esperanza de vida (la media está en 86 años las mujeres y 80 los hombres) motiva por su parte el envejecimiento por la cúspide. Y la emigración de población adulta joven explica el envejecimiento por la cintura de la pirámide: para Cantabria, pese a no representar valores altos -unas 2.500 personas en los últimos cinco años- tiene una incidencia «más cualitativa» porque se pierde «mucho talento». La edad media de los habitantes de la región roza ya los 45 años.

A todo esto se une que Cantabria tiene una natalidad por debajo de la media española y un envejecimiento por encima; y que desde hace 4-5 años el crecimiento vegetativo negativo coincide con un saldo migratorio en números rojos. En definitiva, muchos ingredientes que conforman «una pequeña tormenta perfecta».

Una radiografía demográfica que pone de manifiesto el despoblamiento de las zonas rurales, tremendamente envejecidas, allí donde precisamente menos centros residenciales existen. La pérdida de población acarrea además el «consiguiente efecto negativo» sobre los ecosistemas, la naturaleza y el uso de los recursos naturales. Una situación «preocupante» que obliga a «la mitigación de los desequilibrios territoriales del envejecimiento, poniendo en valor económico y social las áreas rurales», explica Reques, que ha desarrollado esta parte del estudio junto a Olga de Cos. El análisis también refleja el despoblamiento de las ciudades (Santander, Torrelavega, Reinosa...) en favor de las áreas periurbanas (Piélagos, Bezana, Cartes...), lo que «debe empujar a una redistribución de servicios».

 

Economía y fiscalidad

El estudio advierte de la importancia de que Cantabria mantenga su actual 'statu quo' en la financiación autonómica. «Cualquier variación puede introducir desigualdades, especialmente en las autonomías que hasta ahora eran de las mejor consideradas en financiación per cápita, como Cantabria. Es fundamental que con el nuevo sistema se mantengan al menos los recursos necesarios para cubrir los costes de los servicios públicos fundamentales, teniendo en cuenta el coste efectivo de dichos servicios y respetando el principio constitucional de solidaridad interterritorial», señala Cantarero, responsable de esta parte del estudio junto a Marta Pascual, Carla Blázquez y María González. Las simulaciones realizadas en distintos escenarios hipotéticos constatan que la pérdida de financiación tanto en términos absolutos como en per cápita sería «muy notable» en caso de introducirse modificaciones.

En definitiva, «jugar a no perder». Eso es lo primero que aconsejan los expertos. Y después, intentar que el Estado aporte más dinero a través de una batería de propuestas que podrían suponer mejoras para Cantabria: ajustar la financiación autonómica en base a otras cohortes poblacionales de mayores y tramos específicos en base a la población rural.

El estudio pide desarrollar una legislación tributaria que diferencie mejor entre situación de discapacidad, dependencia y/o envejecimiento y que, por ejemplo, incluya propuestas de incentivos fiscales o bonificaciones para personas en situación de dependencia (diferenciando los grados) y sus cuidadores habituales; y para personas mayores independientemente de sus condiciones de salud en base a un mecanismo de solidaridad intergeneracional.

El envejecimiento tiene su efecto sobre las finanzas públicas, que se traduce, entre otras cuestiones, en los incrementos en gasto sanitario y en dependencia per cápita. Los resultados de las simulaciones realizadas para el periodo 2018-2025 indican un aumento significativo de los gastos en Sanidad (hasta alcanzar los 2.102 euros por persona en 2025) y Dependencia, lo que revela «la necesidad de considerar las fuentes de financiación de los mismos».

El 26,7% de los mayores en Cantabria está en situación de pobreza monetaria y el 17,8% de pobreza material, lo que obliga «al fomento de políticas públicas que aborden de manera transversal la reducción de la desigualdad, pobreza y exclusión social y que se concreten en ayudas económicas o asistenciales». Pero hay otra parte de este colectivo que sí acumula patrimonio y otros recursos económicos derivados de su vida laboral, un campo que se convierte en oportunidad. Así, los autores del estudio recomiendan políticas públicas que maximicen el aprovechamiento del tiempo de ocio de las personas mayores y tengan en cuenta el valor, en efectos directos e indirectos, de la denominada 'Economía Sénior', un espacio de mercado (ocio, turismo, sanidad...) que «repercutirá en crecimiento y bienestar para Cantabria».

 

La construcción social de la vejez

Los procesos de envejecimiento que afectan a Cantabria plantean el reto de «gestionar las características propias de una sociedad compuesta por personas progresivamente más longevas, así como la necesidad de transformar la concepción social de la vejez». El objetivo, según manifiestan Tomás Mantecón, Marta García y Montserrat Cabré, es «estimular» un envejecimiento activo y creativo, que genere retornos para el conjunto de la sociedad, «avanzando hacia una circularidad del bienestar social, no hacia la quiebra del modelo».

 

Maternidad y conciliación

El modelo reinante en las últimas décadas en Cantabria se caracteriza por una fecundidad menor y más tardía, lo que implica «repercusiones inquietantes en los sistemas de protección social» que justifican que los poderes públicos y la sociedad en general «no puedan mantenerse indiferentes» ante esta realidad, según defienden Silvia Tamayo y Laura Fernández, del Departamento de Derecho Privado.

En este sentido, destacan que no sólo es importante combatir las consecuencias de la infertilidad social sino, sobre todo, «erradicar las causas que la provocan», a través de políticas públicas «capaces de crear un entorno más favorable a la maternidad que permitan reducir la brecha entre la fecundidad tenida y la deseada».

Así, aseguran que es preciso «hacer hincapié» en la relación entre participación femenina en el mercado de trabajo (sólo trabajan la mitad de las mujeres de la población activa, por debajo de la media española y lejos de la media de la Unión Europea) y fecundidad, «de tal modo que las políticas a adoptar difícilmente van a poder ser concebidas al margen de políticas de apoyo a la familia que fomenten el equilibrio entre vida familiar y profesional sobre la base de la corresponsabilidad y la equidad de género, tanto en el cuidado como en las condiciones laborales».

 

Salud y dependencia

Prevenir antes de curar. Es lo que proponen María Paz Zulueta, Miguel Santibáñez y Amada Pellico, del Departamento de Enfermería de la UC. Recomiendan fomentar, desde el nacimiento, un estilo de vida saludable. Y ya en el envejecimiento, periodo que se caracteriza por la presencia de enfermedades crónicas, el sistema sanitario «debe ofrecer una atención poblacional, integral, basada en la Atención Primaria, proactiva y preventiva, con recursos dirigidos a la persona y no a la patología, con roles profesionales que garanticen la continuidad de cuidados entre niveles asistenciales». En el estudio inciden en que, para «sostener» el sistema, es «necesario empoderar a la persona hacia su autocuidado y, cuando se hace dependiente, valorar al cuidador formal o informal como sostén clave».

Por todo ello, sus propuestas se dirigen a «adaptar» la forma de trabajar de los profesionales y sus recursos a la nueva realidad de los mayores en cuanto a patología y dependencia.