IGLESIA | viaje apostólico Chile

 

"Iquique espera con ilusión la llegada del Papa"
Entrevista a Monseñor Vera Soto

 

En el marco del Viaje Apostólico a Chile y Perú, en el que Francisco visitará del 15-22 Santiago, Temuco e Iquique en Chile,
y Lima, Puerto Maldonado y Trujillo en Perú, nuestra compañera Maria Dulce Araujo Evora
entrevistó al Obispo de Iquique, Monseñor Guillermo Vera Soto.

 

 

11 enero 2018, 13:27


 

 

En el norte de Chile en medio del desierto se encuentra la ciudad de Iquique, con trescientos treinta mil habitantes. Allí el Papa ha puesto su mirada para la visita que realizará del 15 al 22 de enero próximo a Chile y Perú.

Esta pequeña ciudad que se encuentra en el centro del así llamado “norte grande de Chile”, y que forma parte de la provincia eclesiástica de Antofagasta, conformada por las diócesis de Arica, Calama, Antofagasta e Iquique, será el escenario de la peregrinación de fieles que llegarán desde distintas diócesis del sur del Perú, Bolivia y norte de Argentina.

 

Nuestra compañera del programa Portugués, Maria Dulce Araujo Evora entrevistó a Monseñor Guillermo Vera Soto, Obispo de la ciudad de Iquique, la última etapa de Francisco en Chile.

Al ser interpelado sobre la ultimación de los preparativos, Monseñor Vera Soto revela algunos detalles del recorrido del Papa Francisco, como por ejemplo, que tras celebrar la misa en el Campus Lobito en medio del desierto muy cerca del mar, en su visita al Santuario de la Virgen de Lourdes, encontrará a un grupo de enfermos quienes rezarán junto a él en el interior del Santuario. En la casa de retiro – que se encuentra al lado del Santuario – el Santo Padre almorzará y descansará.

Antes de ello Monseñor Vera Soto responde sobre la historicidad de esta visita del Papa a esta diócesis andina: “es la primera vez – expresa -que un Papa visita esta ciudad, que se encuentra en el norte del Chile en medio del desierto. Una ciudad que tiene todo ese ‘carácter’ de lo que el Papa enseña y predica, de ir a las periferias. Nos llena de alegría que se haya fijado en una ciudad que no es tan grande, son 240.000 km y trescientos mil habitantes. Que él venga a este norte, donde hay ciudades un poco olvidadas, hace que esta visita ciertamente histórica”.

 

Iquique, es una zona desértica, y es considerada una de las regiones más duras pero más ricas de Chile. ¿Qué situación socio eclesial y económica encontrará el Papa y cuáles son vuestras expectativas en relación a esta visita?

Iquique es una ciudad que ha crecido en el último tiempo en número de habitantes. Desde hace algunos años tenemos migrantes que han llegado y se han quedado en esta ciudad. Hace unos 25 años llegó una corriente migratoria fuerte desde Perú, por lo que es una comunidad que ya está asentada en nuestra ciudad. En los últimos años son muchos los que llegan de países vecinos. A diario llegan muchos de Bolivia, y también han ido llegando de Colombia, Ecuador, hoy en día de Venezuela, Cuba y Haití. Es una comunidad muy cosmopolita y lo ha sido desde el principio.  Si bien es cierto que hoy es una migración proveniente de los países vecinos, en los inicios llegaron chinos, luego croatas, españoles, italianos e ingleses, estos últimos en el tiempo de las salitreras para trabajar en la ciudad. Hoy en día junto a estas corrientes migratorias de los países vecinos, por ser una  ciudad que posee una zona franca, muchas personas que trabajan en el comercio llegan también de Corea, Pakistán y de la India.  Es una ciudad muy cosmopolita y distinta al resto del país. Aquí hay alguna mezquita, algún templo hindú, tenemos una mezcla de culturas en una población que no es tan grande. La riqueza de Iquique fue, en los inicios, el salitre, luego la pesca, en este momento es el comercio en la zona franca y algo de minería.

Son las ciudades vecinas a Iquique, ya sea Antofagasta, Calama, las que tienen la fuerte y gran minería del cobre que da la gran parte de la riqueza al país. Pero sin duda que también Iquique con la salitrera, con la pesca y el comercio ha ido aportando al progreso de esta región de Chile.

También tenemos situaciones muy grandes de pobreza. Nos faltan viviendas para los Iquiqueños, los chilenos, y para los que van llegando desde los países vecinos con las corrientes migratorias. Tenemos situaciones de tomas de terrenos. Las personas que no tienen donde vivir porque los arriendos son muy caros toman los terrenos en el desierto y comienzan a construir, con muchas limitaciones y con la esperanza de que con el tiempo se les pueda construir algo más digno. Son muchas las tomas que tenemos lo que implica que haya una pobreza grande en no pocos hermanos nuestros.

En este contexto, el viaje del Papa es un aliento para todos...

Por supuesto que sí. El hecho de que el Papa visite precisamente Iquique, hace que su mensaje tenga una centralidad en esta realidad de la migración en el mundo y en nuestro país. Por lo tanto será una llamada a abrir nuestro corazón para acoger y compartir con los hermanos que tienen derecho a buscar un lugar donde vivir en paz y en donde progresar.

Eso es una constante en la predicación del Papa y aquí tomará fuerza entre nosotros. Eso marcará también una motivación a las autoridades y a la sociedad, para ir tratando de dar las posibilidades para que estas personas - y todos - puedan vivir en una realidad más justa y equitativa, como todo hijo e hija de Dios merece.

La Conferencia Episcopal de Chile ha desarrollado un plan pastoral importante para los años que van del 2014 2020. El lema es “Una iglesia que anuncia, escucha y sirve”. ¿Cómo va la aplicación de ese plano en su diócesis y qué aspectos son más importantes para la realidad de Iquique?

Nosotros estamos en plena comunión con lo que el episcopado nacional ha ido implementando. Somos una Iglesia que acompaña y trata de estar en todas las realidades que vive nuestra gente. Es de desatacar la labor de tantos sacerdotes y religiosas, inmersos en situaciones de pobreza y de dolor, que acompañan y llevan esperanza a tantos hermanos nuestros, en esta Iglesia que acoge desde hace ya muchos años, más de veinte, a  los migrantes. Hay una casa de acogida para migrantes que cada día ayuda a los migrantes a tener sus papeles en orden, a encontrar trabajo, les da cobijo hasta que puedan ubicarse en otros lugares. Es la Iglesia viva, con el personal consagrado y muchos laicos que tratan de realizar esa misión y de llevar esa ternura de Dios, que hace sentir a sus hijos que Él está cerca y no los olvida. Ésa es la tarea que la Iglesia en Iquique va realizando.

Se habla de un proceso de secularización en Chile más que en otros países de Latinoamérica. ¿Es igual en todo el país? ¿Cuál es la situación en su diócesis?

Nosotros como país vivimos ese fenómeno que ciertamente nos duele y que es un gran desafío. El secularismo ha entrado con fuerza en nuestra sociedad. Nosotros, en el norte tenemos una riqueza grande que tenemos que cuidar, y es el otro aspecto por el cual el Santo Padre viene, y es el que se refiere a la religiosidad popular.

El norte de Chile ha tenido poca presencia sacerdotal, poca presencia religiosa. Chile es un país como ‘centralizado’: el norte se ve lejos del centro y eso ha hecho que haya habido poca presencia de personal consagrado. Sin embargo aquí se mantiene la fe en los Santuarios, en la fiesta de la Virgen del Carmen en el Santuario de la Tirana, la fiesta de San Lorenzo en medio del desierto. Todo lo que son los pueblos del interior con sus santos patrones. Es algo que llama la atención: el cómo la gente deja los trabajos, la comodidad de la ciudad para ir por días al interior, al desierto, a la quebrada, a la cordillera, para celebrar su fe. Como Iglesia acompañamos, animamos y celebramos con ellos.

Aquí en este norte se  siente una identidad católica: la gente se siente muy cercana a la Iglesia en cada uno de estos santuarios, y, sin duda, en medio de esta corriente de secularización, tenemos el tesoro de la religiosidad popular, que hace que la fe se mantenga. Es una fe que se reza, se canta y se baila, porque aquí la expresión de la fe es a través del baile religioso, con cariño y devoción. Son miles los jóvenes, niños y adultos que expresan de este modo su fe y cariño al Señor y a la Virgen.

Sobre el lema del Viaje del Papa en Chile "Mi Paz les doy": ¿qué sentido asume en el contexto chileno de hoy?

En Chile hemos vivido tiempos de polarización y de crispación. Nos cuesta creernos y respetarnos. Por lo tanto que el Papa nos traiga este mensaje del Señor, a un pueblo que siempre se ha sentido fraterno, pero que hemos visto por ciertas situaciones, distanciado, es bueno que el Santo Padre nos traiga esa Palabra del Señor que nos renueva en la esperanza, nos anima a salir adelante, siguiendo sus huellas.

Somos un pueblo que nos decimos cristianos, a pesar de que últimamente pareciera que nos hemos ido como ‘enfriando en la fe’, pero que tenemos en nuestro ADN este ser ‘cristianos y católicos’, y un cariño grande a la Virgen. Que el Papa nos recuerde que siguiendo los pasos del Señor, tendremos esa paz que todos deseamos, es sin duda un mensaje que hoy en día nos hacía falta y que por cierto nos anima mucho.

¿El proceso de reconciliación tras la era de la dictadura continúa? ¿Es fuerte? Este lema del Papa ¿es en también en este sentido?

Son años de tensión que llevamos y es bueno que el Papa nos anime a saber reconciliarnos y a encontrar la paz en el Señor. Aquí en Iquique, personas que se vieron afectadas en el tiempo del gobierno militar, podrán entregar en la gruta una carta al Papa sobre lo que ellos han vivido y lo que esperan de esta sociedad. Sin duda que todo el mensaje del Papa es para invitarnos a encontrarnos y a reconciliarnos.

Según algunos analistas, la sociedad chilena se está volviendo ‘desconfiada’; ¿qué significa esto exactamente?

Que nos cuesta creernos. Es como que cada uno se cierra en su verdad y nos cuesta descubrir lo bueno y positivo del otro. Hemos levantado muchos muros entre nosotros, encerrándonos y protegiéndonos unos de otros. Algo que nos ha hecho daño y nos ha quitado lo de ser el país fraterno que éramos. El país que sabía escuchar incluso al que pensaba distinto a mí. Eso nos ha provocado una tensión que nos ha hecho daño.

La diócesis de Iquique es una de las diócesis del mundo que ha tenido problemas que afectan mucho la iglesia actual, y que el Papa y sus predecesores han procurado combatir, es decir, la pedofilia. ¿Es un capítulo del pasado en Iquique, o ha dejado consecuencias en las personas y en la sociedad frente a la iglesia?

Ciertamente son situaciones que han producido dolor en el corazón de la Iglesia y de nuestra sociedad. Algunas personas se han alejado por ese motivo. Me tocó llegar años después de todos esos momentos difíciles, y he visto que precisamente esta religiosidad que hay en el pueblo y en la gente, incluso el cariño hacia sus pastores, ha mantenido a la gente en el seguimiento del Señor. Algunos se habrán quedado heridos y se habrán apartado por haber sido heridos, pero veo que vida de la Iglesia ha continuado adelante, que la sociedad continúa viviendo y celebrando y lo que nos corresponde es seguir acompañando y dando buen ejemplo, y animando en la fe a los hermanos.