Papa Francisco | Pontificia Academia de Teología

 

Discurso del Papa a la Pontificia Academia de Teología

 

"Hay un elemento constante que caracteriza a la Academia: estar al servicio de la Iglesia con la intención de promover, solicitar y sostener en sus diversas formas la inteligencia de la fe en el Dios revelado en Cristo".

 

 

26 enero 2018, 12:25 | Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano


 

 

Poco después del mediodía de este 26 de enero el Papa Francisco recibió en audiencia a miembros de la Pontificia Academia de Teología, que este año celebrará tres siglos de su institución. Tras expresar su complacencia por el encuentro y su gratitud al Presidente de dicha Academia, el Rev. P. Réal Tremblay, por las palabras que le dirigió, el Romano Pontífice pasó a su meditación sobre el recorrido de dicha Academia Pontificia: “Tres siglos de vida ciertamente constituyen una meta significativa, pero no deben ser la ocasión ni para mirar en manera narcisista a sí mismos, ni para volverse nostálgicamente hacia el pasado. Más bien, representan el estímulo para una conciencia renovada de la propia identidad y para el relanzamiento de la propia misión en la Iglesia”, expresó.

 

El recorrido histórico

Sucesivamente el Papa recordó que la Pontificia Academia de Teología ha conocido, en su historia, diversos cambios de estructura y organización “para ir al encuentro de los desafíos siempre nuevos planteados por los diferentes contextos sociales y eclesiales en los que se ha encontrado operando”, y reconoció que, sin embargo, cuando el cambio en la situación histórica y cultural ya no requirió esta tarea, la Academia “asumió la fisonomía, que aún posee, de un grupo de estudiosos llamados a investigar y profundizar temas teológicos de particular relevancia”. Al mismo tiempo, precisó Francisco, en la composición del cuerpo de los socios, se delineó aquel equilibrio entre los miembros que operan en la Urbe y los que operan fuera de él, que todavía hoy distinguen la peculiar dimensión católica e internacional de la Institución.

 

La constante: el servicio a la Iglesia

“Más allá de los diversos cambios, - continuó el Obispo de Roma- hay un elemento constante que caracteriza a la Academia: estar al servicio de la Iglesia con la intención de promover, solicitar y sostener en sus diversas formas la inteligencia de la fe en el Dios revelado en Cristo; fiel al Magisterio de la Iglesia y abierta a las necesidades y desafíos de la cultura, ella se pone como lugar de confrontación y de diálogo para la comunicación del Evangelio en contextos siempre nuevos, dejándose solicitar por las urgencias que alcanzan a la humanidad sufriente para ofrecer la contribución de un pensamiento creyente, encarnado y solidario: también el Foro de Creación que están actualmente llevando a cabo los empuja precisamente en esta dirección”.

 

El intercambio cultural, una fuente de riqueza

En la prosecución de su discurso, Su Santidad señaló otro aspecto que ha caracterizado la Pontificia Academia de Teología desde sus inicios, a saber, el vínculo con las demás instituciones  universitarias y educativas romanas, a partir de la histórica Universidad "La Sapienza", siguiendo por las Escuelas del  Seminario Romano, hasta las que más tarde se convertirían en las Universidades Pontificias de Roma.

“Los contactos continuos, en una relación de recíproco intercambio cultural con estas instituciones y con muchas congregaciones religiosas a las que pertenecieron y pertenecen sus miembros, hicieron que la Academia Pontificia de Teología nunca haya sido considerada una entidad aislada y autónoma, sino que haya desempeñado su papel insertada en una red de relaciones a partir de la cual todos los interlocutores se han enriquecido. Mirando al pasado, la Academia todavía está llamada aun hoy a captar su propia identidad no en una perspectiva autorreferencial, sino como promotora de un encuentro entre teología, filosofía y ciencias humanas, para que la buena semilla del Evangelio dé sus frutos en el amplio campo del conocimiento”.

Por último el Santo Padre Francisco remarcó que la necesidad de una cooperación cada vez más estrecha entre las instituciones académicas eclesiásticas romanas requiere que la Academia Teológica “no sea extraña” sino que “sepa colocarse en diálogo fecundo con cada una de ellas para favorecer un trabajo común, coordinado y compartido”.