Servicio diario - 26 de enero de 2018


 

Doctrina de la Fe: Ayudar a redescubrir la "dignidad de hijo de Dios"
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: Anunciar a Cristo con el ejemplo de San Pablo
Rosa Die Alcolea

Haití: La emigración en el corazón de la visita del Presidente Mdise al Vaticano
Rosa Die Alcolea

El Instituto Juan Pablo II llamado a estar en la "línea de frente de los nuevos desafíos pastorales"
Héléne Ginabat

San Enrique de Ossó y Cervelló, 27 de enero
Isabel Orellana Vilches


 

 

26/01/2018-16:43
Rosa Die Alcolea

Doctrina de la Fe: Ayudar a redescubrir la "dignidad de hijo de Dios"

(ZENIT — 26 enero 2018).- "Con verdad y misericordia, siguiendo a Cristo, la Iglesia y los pastores ayuden al hombre de hoy —que ya no sabe quién es— a redescubrir su dignidad de hijo de Dios para construir un mundo más humano", ha exhortado el Papa Francisco.

Esta mañana, 26 de enero de 2018, ha tenido lugar el encuentro del Santo Padre con los miembros de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que celebraban la Plenaria en el Vaticano.

Francisco ha hablado de importantes temas como los graviora delicta —los delitos más graves— y las solicitudes de disolución del vínculo matrimonial in favorem fidei, así como las tendencias neo-pelagianas y neo-agnósticas; la ética en la economía y las finanzas y el acompañamiento de los enfermos terminales.

Además, les el Pontífice les ha agradecido a los miembros de la Congregación su empeño cotidiano de sostén al magisterio de los Obispos, en la tutela de la recta fe y de la santidad de los Sacramentos, en todas las variadas cuestiones que hoy requieren un discernimiento pastoral importante.

En este sentido, el Papa ha destacado la misión importante que desarrollan ante un "horizonte cada vez más fluido y mudable, que caracteriza el comprenderse a sí mismo del hombre de hoy" y les ha animado a continuar su labor: "recordar la vocación transcendente del hombre y la inseparable conexión de su razón con la verdad y el bien, a la que introduce la fe en Jesucristo. Nada como el abrirse de la razón a la luz que viene de Dios ayuda al hombre a conocerse a sí mismo y el designio de Dios sobre el mundo".

El Magisterio de la Iglesia ha reiterado siempre con claridad —ha recordado el Papa— que la actividad económica debe ejercerse siguiendo sus métodos y leyes propias, dentro del ámbito del orden moral (Gaudium et Spes 64).

 

Dignidad de la vida humana

En relación al acompañamiento de los enfermos terminales y al proceso de secularización, que absolutiza los conceptos de autodeterminación y autonomía, que en muchos países ha conllevado un crecimiento de la solicitud de eutanasia como afirmación ideológica de la voluntad de poder del hombre sobre la vida, el Papa reiteró la dignidad de la vida humana en todas sus etapas: "En este escenario hay que reiterar que la vida humana, desde la concepción hasta su fin natural, posee una dignidad que la hace intangible".

En el contexto de las tendencias neo-pelagianas y neo-agnósticas que predominan en la sociedad actual, expresión de un individualismo que confía salvarse con sus propias fuerzas, el Papa ha afirmado: "Nosotros creemos que la salvación consiste en la comunión con Cristo resucitado, que, gracias al don de su Espíritu, nos ha introducido en un nuevo orden de relaciones con el Padre y entre los hombres. Así podemos unirnos al Padre como hijos en el Hijo y volvernos un solo cuerpo en Aquel que es el «Primogénito entre muchos hermanos» (Rm 8,29)".

 

 

26/01/2018-17:06
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: Anunciar a Cristo con el ejemplo de San Pablo

(ZENIT — 26 enero 2018).- Francisco destacó las tres palabras que indican cómo anunciar a Cristo, siguiendo el ejemplo del Apóstol San Pablo: hijo, testimonio y maternidad.

Homilía del Papa Francisco en la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, hoy, 26 de enero de 2018.

El Santo Padre ha reflexionado sobre la transmisión de la fe, y lo hizo al comentar la segunda Carta San Pablo a Timoteo propuesta por la liturgia del día en que nos muestra al Apóstol dirigiéndose a su discípulo para recordarle "la fe genuina".

 

"La locura de la predicación"

El Papa ha afirmado que Pablo genera a Timoteo con la "locura de la predicación", sí puesto que ésta es su "paternidad". Y así Pablo se convierte en padre de Timoteo. Su predicación —dijo Francisco— "no puede ser tibia".

"La predicación siempre — permítanme la palabra — 'abofetea', es un bofetón, un sopapo que te conmueve y te lleva adelante. El mismo Pablo dice: 'La locura de la predicación'. Es una locura, porque decir que Dios se ha hecho hombre y después fue crucificado y después ha resucitado... ¿Qué le dijeron a Pablo los habitantes de Atenas? 'Pasado mañana te escucharemos'. Este pobrecito debería ir al manicomio más que caminar por las calles. Siempre en la predicación de la fe hay alguna locura. Y la tentación es el falso buen sentido, esa mediocridad: 'Pero no, no bromeemos, no es para tanto'..., la fe tibia".

 

Testimonio

Papa Francisco afirmó que hay que transmitir la fe con el "testimonio", que da fuerza a la palabra: "Hoy, en alguna parroquia — en la suya, no, ¡la suya es una parroquia santa! —pero pensemos en otra. En alguna parroquia uno va, siente lo que dice éste de aquél, de aquél y de aquél... En lugar de decir 'Mirlo se aman!', vienen ganas de decir: `¡Cómo se pelean! ¡Cómo se despellejan!... ¡La lengua es un cuchillo para desollar al otro!'. Y ¿cómo puedes transmitir la fe con un aire tan viciado de chismes, de calumnias? No. Testimonio. 'Mira, éste nunca habla mal del otro; éste hace aquella obra de caridad; éste cuando hay alguien enfermo va a visitarlo, ¿por qué hace así?'. La curiosidad: ¿Por qué esta persona vive así? Y con el testimonio aparece la pregunta del por qué allí se transmite la fe, porque tiene fe, porque sigue las huellas de Jesús".

La tercera palabra que el Pontífice ha destacado ha sido "maternidad". Así, el Santo Padre ha asegurado que "la fe se transmite en un vientre materno, el vientre de la Iglesia porque la Iglesia es madre, la Iglesia es femenina. La maternidad de la Iglesia se prolonga en la maternidad de la mamá, de la mujer".

 

 

26/01/2018-16:03
Rosa Die Alcolea

Haití: La emigración en el corazón de la visita del Presidente Moise al Vaticano

(ZENIT — 26 enero 2018).- En la mañana del viernes 26 de enero de 2018, en el Palacio Apostólico Vaticano, el Papa Francisco ha recibido en Audiencia al Presidente de la República de Haití, Jovenel Moise, quien a continuación se ha reunido con Mons. Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados.

Comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, publicado esta mañana, 26 de enero de 2018.

Durante las cordiales conversaciones se ha expresado la complacencia por las buenas relaciones existentes entre la Santa Sede y Haití. Y se ha subrayado además el deseo común de reforzar la colaboración para afrontar diversas problemáticas sociales, especialmente las que afectan a la juventud, a los pobres y a los más vulnerables, evidenciando la significativa aportación que la Iglesia ofrece al país en los sectores de la educación, la sanidad y la caridad.

En el curso de las conversaciones se ha hecho referencia a algunas cuestiones de interés nacional y regional, deteniéndose especialmente en el persistente problema de la emigración y en la importancia del diálogo para favorecer la cohesión social y el bien común.

 

 

26/01/2018-09:49
Héléne Ginabat

El Instituto Juan Pablo II llamado a estar en la "línea de frente de los nuevos desafíos pastorales"

(ZENIT — 26 enero 2018).- El Papa espera que la nueva Cátedra Gaudium et Spes del Instituto 'Juan Pablo II' sea sobre la "línea de frente de los nuevos desafíos pastorales a los cuales la comunidad cristiana está llamada a responder y concurra "a hacer siempre más visible la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado".

El Papa Francisco ha dirigido una carta al Gran Canciller del Instituto Pontificio de Teología 'Juan Pablo II' para el Estudio del matrimonio y la familia, Mons. Vincenzo Paglia, con motivo de la inauguración de la Cátedra Gaudium et Spes de este instituto.

En Gaudium et Spes —ha afirmado el Papa Francisco— la Iglesia ha sabido expresar una comprensión profundamente renovada del Evangelio de la familia, que a través de diversas etapas, nos ha conducido hasta la intensa estación sinodal que ha finalizado con la exhortación apostólica Amoris Laetitia".

Esta es nuestra traducción de la carta del Papa Francisco:

HG

 

Carta del Papa Francisco

A mi venerado hermano Vicenzo Paglia, Gran canciller del Instituto Pontificio de Teología 'Juan Pablo II' para los Estudios del matrimonio y la familia.

Le dirijo mis cordiales saludos, lo mismo que al presidente del Instituto Pontificio de Teología 'Juan Pablo 1'1 para los Estudios del matrimonio y la familia, y a todos los reunidos aquellos que se han reunido para la solemne inauguración de la Cátedra Gaudium et Spes de este Instituto.

La fecha elegida para este acto académico nos recuerda el 25 de enero de 1959 cuando San Juan XXIII sorprendió a la Iglesia y al mundo entero convocando el mayor acontecimiento eclesial de siglo XX: el Concilio Ecuménico Vaticano II.

Es precisamente al final de los trabajos de este encuentro que fue aprobada la Constitución pastoral Gaudium et Spes. Fue capaz de expresar y de dar forma a las intenciones profundas que guiarían la convocatoria y el desarrollo del Concilio. En efecto, este "ha sido un encuentro. Un verdadero encuentro entre la Iglesia y los hombres de nuestro tiempo. Un encuentro marcado por la fuerza del Espíritu que empujó a su Iglesia a salir de los bajos fondos en los que la habían encerrado sobre si misma durante años para retomar con entusiasmo el camino misionero. Fue la reanudación de un recorrido para ir al encuentro de todos los hombres allí donde viven: en su ciudad, en su casa, en su lugar de trabajo... Allá donde haya una persona, la Iglesia está llamada a encontrarla para llevar la alegría del Evangelio y aportar la misericordia y el perdón de Dios. Un impulso misionero, que nosotros retomamos después de estos años con la misma fuerza y el mismo entusiasmo" (Homilía de la misa para la apertura de la Puerta Santa, 8 diciembre 2015).

Estoy contento de que el Instituto Pontificio de Teología 'Juan Pablo II' para los Estudios del matrimonio y la familia tome un compromiso particular en mantener viva la atención sobre este documento conciliar, en profundizar el estudio y a hacer siempre más fecunda su preciosa herencia.

No podemos olvidar lo querida que ha sido la Constitución Gaudium et Spes para vuestro fundador, San Juan Pablo II. Él fue uno de los protagonistas de su redacción y una gran parte de su magisterio Sumerge justamente sus raíces en este documento.

Me gusta recordar aquí sus palabras: "Debo confesar que la Constitución Gaudium et Spes me es particularmente querida, no solamente en razón de los temas que desarrolla sino también por la participación directa que me ha sido dada tener en su elaboración. Como joven obispo de Cracovia, de hecho, fui miembro de la subcomisión encargada de estudiar "los signos de los tiempos" y, a partir de noviembre de 1964, fui llamado a formar parte del Subcomité Central, encargado de proveer a la redacción del texto. Es justamente el conocimiento íntimo de la génesis de Gaudium et spes lo que me ha permitido apreciar plenamente el valor profético y asumir en gran medida los contenidos en mi magisterio de la primera encíclica, Redemptor hominis. En ella recogiendo la herencia de la Constitución conciliar, he querido decir que la naturaleza y el destino de la humanidad y del mundo solo pueden ser definitivamente desvelados a la luz de Cristo crucificado y resucitado" (Conmemoración de la Cons. Gaudium et Spes, 8 noviembre 1995: enseñanzas, XVIII, 2 ^1995*, p. 1053).

La nueva Cátedra, inaugurada hoy, está dentro del horizonte de vuestra misión académica particular consagrada al matrimonio y a la familia. Sabemos bien que estas realidades fundamentales de la existencia humana han sido puestas justamente por los Padres del Concilio en primer lugar entre los "problemas contemporáneos particularmente urgentes" (GS, 46). Podemos decir que, en Gaudium et Spes, la Iglesia ha sabido expresar una comprensión profundamente renovada del Evangelio de la familia que, a través de diversas etapas, nos ha conducido hasta la intensa estación sinodal que ha terminado en la exhortación apostólica Amoris Laetitia.

Estoy seguro de que esta Cátedra podrá contribuir a que su Instituto esté en primera línea de los nuevos desafíos pastorales a los cuales la comunidad cristiana está llamada a responder. La extraordinaria importancia antropológica y social que asume hoy la alianza del hombre y de la mujer, en cuanto a la apertura de un nuevo horizonte para la coexistencia humana en su conjunto, exalta su vocación original de ser el intérprete de la bendición de Dios por la creación entera. El compromiso de reflexión y de formación unida a esta nueva Cátedra representa una conquista y una promesa para su instituto y beneficiará a toda la Iglesia lo mismo que a la sociedad civil.

Hoy es particularmente importante generar lugares de encuentro y diálogo, incluso de alto nivel intelectual, para experimentar que la comunidad eclesial es capaz de dar carne y hueso a las palabras por las cuales el Vaticano II ha querido expresar su mirada sobre los hombres de su tiempo: "Las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de este tiempo, de los pobres sobretodo y de todos aquellos que sufren, son también las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los discípulos de Cristo, y no es verdaderamente humano sino encuentra eco en el corazón". (GS, 1).

El día dónde celebramos la Conversión del apóstol Pablo, al cual el Señor confía la singular misión de proclamar la universalidad de la salvación cristiana, espero que esta iniciativa académica contribuya a hacer siempre más visible "la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado" (Ex. Ap. Evangelli Gaudium 36).

Doy gracias a todos aquellos que están comprometidos en esta obra y, de diversas maneras, la sostienen; que el Señor os bendiga y que la Virgen María os proteja.

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

26/01/2018-09:52
Isabel Orellana Vilches

San Enrique de Ossó y Cervelló, 27 de enero

«Estuvo influenciado por la espiritualidad de Teresa de Jesús. Se aprecia la huella de esta santa castellana en las obras que emprendió para contrarrestar la indiferencia religiosa. Hizo vida el lema: todo por Jesús y por su gloria»

Hoy festividad de santa Ángela de Merici celebramos también la vida de este santo. Era natural de Vinebre, Tarragona, España, donde nació el 16 de octubre de 1840. Su madre, que fue la que deseó verlo sacerdote, no pudo cumplir su sueño; murió, víctima del cólera, cuando Enrique era adolescente. El padre consideraba que, dada su inteligencia y otras cualidades, debía dedicarse al comercio, como Jaime, el primogénito, pero no se opuso a que ingresara en el seminario de Tortosa. Creció prendado de las vidas de santos que su progenitor le narraba cuando ambos paseaban por la rivera del río.

Había confiado a su madre que quería ser maestro, pero el sacerdocio de algún modo ya entraba en sus planes; estaba muy vinculado a la parroquia desde la infancia. Siendo adolescente, y mientras un tío suyo le enseñaba el arte del comercio en una localidad zaragozana, estuvo a punto de morir. Tanto es así que su primera comunión por fuerza tuvo que vincularse a la unción de enfermos, sacramentos que recibió a la par. Entonces curó tan repentinamente que atribuyeron el hecho a la Virgen del Pilar. Luego María, bajo la advocación de Montserrat, le concedió muchos favores.

Al perder a su madre, lleno de desconsuelo revivió su más ferviente anhelo, y se encaminó hacia el sacerdocio. Su hermano Jaime, emulando ese deseo maternal, también le animó en el empeño y se ofreció para ayudarle. Pero Enrique ya tenía sobradamente tomada la decisión. De hecho, no había dudado en dejar el trabajo que tenía en Reus, sin conocimiento de su familia, buscando el bien de su espíritu en Montserrat, y huyendo de un ambiente que no se correspondía con sus ideales. En la carta que envió a su padre no dejaba duda respecto a la autenticidad de su resolución: «Mi ausencia le causará tristeza, padre; pero es la gloria de Dios lo que me motiva. Su dolor se transformará en gozo si recuerda que pronto nos encontraremos en el cielo... Dé mi ropa y otras pertenencias a los pobres... la vida es corta y las riquezas no sirven de nada si no las usamos bien». Ese espíritu de pobreza, unido a la confianza ilimitada en la divina Providencia, le acompañó siempre. Fue ordenado en 1867, y a continuación comenzó a impartir clases de matemáticas y de física en el seminario de Tortosa, sin descuidar la catequesis, que fue una de las líneas predilectas de su acción pastoral. De hecho, organizó una escuela de catecismo en varias parroquias de Tortosa, y redactó la «Guía práctica» para los catequistas.

Los conflictos políticos, con ínfulas liberales y anticatólicas, le obligaron a recluirse con los seminaristas en el palacio episcopal así como en diversos domicilios. De ese modo pudo seguir formándoles. En 1870 creó la «Asociación de congregantes de la Purísima Concepción» pensando en los jóvenes. Desde 1871 llevó a cabo una importante labor de difusión de la doctrina de pontífices como Pío IX y León XIII. Era un gran devoto de santa Teresa de Jesús. De ella había extraído esta consigna: «Que perezca el mundo antes que ofender a Dios, porque debo más a Dios que a nadie», de la que se apropió cuando se preparaba para el sacerdocio. Mantenía vivas las hondas convicciones de la santa: «Sólo Dios basta». «Quien a Dios tiene, nada le falta». Oración e imitación de Jesús eran las claves de su acontecer, líneas maestras del plan que se trazó entonces y que no dejó de cumplir después.

En 1872 puso en marcha la publicación de una revista teresiana, que tuvo difusión internacional. Aunque la revolución seguía en su apogeo, impulsó entre las jóvenes una «Congregación mariana» para campesinos, seguida de la Asociación de «Hijas de María Inmaculada y Santa Teresa de Jesús». Ésta y el «Rebañito del Niño Jesús», que fundó en 1876, nacieron con la finalidad de contrarrestar la indiferencia religiosa que había calado entre las gentes: «Ser cristianos, auténticos cristianos en el propio ambiente».

En 1874 había publicado su obra «El cuarto de hora de oración», un libro aclamado, reeditado en numerosas ocasiones y traducido a diversos idiomas. Pero fue en 1876 cuando fundó en Tarragona, junto a Teresa Blanch, la Compañía de Santa Teresa de Jesús. Su objetivo: «Extender el reinado del conocimiento y amor a Jesucristo por todo el mundo por medio de los apostolados de la oración, enseñanza y sacrificio». La iniciaron ocho mujeres dedicadas a la docencia, y no tardaron en ver reconocida su labor por las autoridades académicas. Enrique decía: «Educar a un niño es educar a un hombre, y educar a una mujer, es educar una familia». Unos años más tarde fundó la «Hermandad Josefina», integrada por hombres. Junto a esta intensa labor apostólica dejó escritas, entre otras, las «Siete Moradas en el Corazón de Jesús», redactadas en Roma durante los meses de abril a agosto de 1894.

Fue un gran sacerdote, cercano, abnegado y lleno de fe, un hombre de oración, fidelísimo a la cátedra de Pedro, devoto de Jesús y de María, un valiente y fervoroso apóstol que no cesó de predicar el Evangelio por todos los medios posibles. La última etapa de su vida fue dolorosa. Le persiguieron las contrariedades y la incomprensión por parte de superiores y personas cercanas. Jamás se le vio quejarse. A estas pruebas se unieron sus enfermedades. Había dicho: «Pensar, sentir, amar como Cristo Jesús». « Sí, Jesús mío, todo por ti y todo por tu gloria, en vida, en muerte y por toda la eternidad».

Buscando la soledad para dedicarse por completo a la oración, estuvo un tiempo con los carmelitas de Castellón y, finalmente, en el convento de los franciscanos de Gilet (Valencia). Su entrega había sido ilimitada, como la de todos los auténticos seguidores de Cristo. Y hallándose en este convento, el 27 de enero de 1896 su fatigado organismo se desplomó; el corazón no le respondía. Apenas si tuvo tiempo de pedir auxilio a los religiosos. En pocas horas murió. Fue beatificado el 14 de octubre de 1979 por Juan Pablo II, y canonizado por este mismo pontífice el 16 de junio de 1993.