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El Papa y China: Greg Burke lamenta que se alimente la confusión y polémicas

 

 


 

 

El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Greg Burke, ha tenido que emitir un comunicado serio para aclarar la polémica que se ha suscitado en torno a China.

El cardenal Zen, arzobispo emérito de Hong Kong, afirmó que la Santa Sede no estaba actuando en China como querría el Papa e incluso insinuó que el Vaticano estaba “vendiendo” la Iglesia Católica en el país del sol naciente.

Burke ha señalado que no existe tal diferencia entre el pensamiento del Santo Padre y de sus colaboradores en la Curia Romana. “Por lo tanto, suscita sorpresa y pesar que se afirme lo contrario por parte de personas de la Iglesia y que se alimenten así confusión y polémicas”, dice en su comunicado.

Quizás el modo como se ha pronunciado el cardenal Zen no haya sido el más correcto, pero ha provocado que el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, haya concedido una entrevista a Vatican Insider explicando qué pasa en China.

De la entrevista, me he quedado con algunas cuantas ideas muy interesantes. En primer lugar, que el Papa Benedicto XVI ya resaltó en la carta que dirigió a los católicos chinos en 2007, el espíritu de diálogo que debe prevalecer: “La solución de los problemas existentes no puede ser perseguida mediante un permanente conflicto con las legítimas autoridades”.

En segundo lugar, el orgullo que todos los católicos tenemos que sentir de nuestros hermanos chinos que, como dice el cardenal Parolin, han sabido “custodiar, a pesar de tantas dificultades y sufrimientos, el depósito auténtico de la fe, manteniendo firme el vínculo de comunión jerárquica entre los obispos y el Sucesor de Pedro”.

También me acabo de enterar que en China no existen dos Iglesias, sino “dos comunidades de fieles que están llamadas a cumplir un camino progresivo de reconciliación hacia la unidad”.

Entonces, ¿cuál es la verdadera actitud de la Santa Sede hacia las autoridades chinas? pregunta el periodista Gianni Valente: “La Santa Sede persigue una finalidad espiritual: ser y sentirse plenamente católicos y, al mismo tiempo, auténticamente chinos. Con honestidad y realismo, la Iglesia no pide nada más que profesar la propia fe con mayor serenidad, clausurando definitivamente el largo periodo de contraposiciones, para inaugurar espacios de mayor confianza y ofrecer el aporte positivo de los católicos al bien de toda la sociedad china”, dice Parolin.

Y por último, el secretario de Estado del Vaticano dice que lo que se espera es llegar a no tener que hablar de obispos “legítimos” e “ilegítimos”, “clandestinos” y “oficiales” en la Iglesia china, sino a encontrarse entre hermanos, aprendiendo nuevamente el lenguaje de la colaboración y de la comunicación”.

“Si no estamos listos para perdonar, significa, desgraciadamente, que hay otros intereses que defender: pero esta no es una perspectiva evangélica”, apunta Parolin.

 

Zenón de Elea.