Servicio diario - 01 de febrero de 2018


 

Santa Marta: "La muerte nos salva de la ilusión de ser dueños del tiempo"
Rosa Die Alcolea

Video del Papa: "La corrupción no se combate con el silencio"
Rosa Die Alcolea

"Una fe que no nos hace crecer es una fe que debe crecer"
Anne Kurian

"Las mujeres ucranianas son heroínas", anunció el Papa Francisco
Redacción

Venezuela: Los obispos rechazan el adelanto de las elecciones
Redacción

San Jean-Théophane Vénard, 2 de febrero
Isabel Orellana Vilches


 

 

01/02/2018-16:50
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: "La muerte nos salva de la ilusión de ser dueños del tiempo"

(ZENIT — 1 febrero 2018).- "Nosotros no somos ni eternos ni efímeros: somos hombres y mujeres en camino en el tiempo, tiempo que comienza y tiempo que termina".

Homilía del Papa Francisco en la Misa celebrada en Santa Marta el jueves, 1 de febrero de 2018.

El Santo Padre ha afrontado el pensamiento de la muerte que "nos salva de la ilusión de ser dueños del tiempo". En este sentido, Francisco ha señalado que "La muerte es un hecho, la muerte es una herencia y la muerte es una memoria".

En su homilía, el Papa se ha inspirado en el pasaje del Primer Libro de los Reyes, que aborda el tema de la muerte de David, el Papa Francisco invitó a la asamblea a "rezar y pedir la gracia del sentido del tiempo" para no permanecer "encarcelados" por el momento presente, "encerrados en sí mismos". "La muerte es un hecho que atañe a todos — recordó el Pontífice — y dijo que "antes o después llega".

 

"El camino termina en la muerte"

"Pero está la tentación del momento que se adueña de la vida y te lleva a ir girando en este laberinto egoísta del momento sin futuro, siempre ida y vuelta, ida y vuelta, ¿no? Y el camino termina en la muerte, todos lo sabemos. Por esta razón la Iglesia siempre ha tratado de hacer reflexionar sobre este fin nuestro: la muerte, ¿no?", ha comentado el Pontífice.

"Yo no soy el dueño del tiempo, repetir esto ayuda" —ha recomendado el Papa— porque "nos salva de esa ilusión del momento, de tomar la vida como una cadena de eslabones de momentos, que no tiene sentido".

"Yo estoy en camino y debo mirar hacia adelante", pero también debo considerar que "la muerte es una herencia", no la herencia material, sino la herencia del testimonio, ha señalado Francisco.

 

 

01/02/2018-16:15
Rosa Die Alcolea

Video del Papa: "La corrupción no se combate con el silencio"

(ZENIT — 1 febrero 2018)- El Papa Francisco propone este mes rezar "para que aquellos que tienen un poder material, político o espiritual no se dejen dominar por la corrupción".

Es la intención de oración del Santo Padre para febrero de 2018, propuesta en el 'video del Papa' difundido mensualmente por la Red Mundial de Oración del Papa y cuya producción se ha realizado por primera vez, en colaboración con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

El video es un recorrido a través de la trayectoria de investigación iniciada por el mismo Dicasterio el 15 de junio de 2017 con el debate internacional sobre corrupción, celebrado en la Pontificia Academia de Ciencias — Casina Pío IV, informa Vatican News'.

"¿Qué hay en la raíz de la esclavitud, del desempleo, del abandono de los bienes comunes y la naturaleza? La corrupción, un proceso de muerte que nutre la cultura de la muerte", reflexiona el Pontífice en el video.

Francisco asegura que la corrupción "no se combate con el silencio" y advierte que debemos hablar de ella, "denunciar sus males, comprenderla para poder mostrar la voluntad de hacer valer la misericordia sobre la mezquindad, la belleza sobre la nada".

 

 

01/02/2018-16:25
Anne Kurian

"Una fe que no nos hace crecer es una fe que debe crecer"

(ZENIT — 1 febrero 2018).- "Una fe que no nos pone en crisis es una fe en crisis; una fe que no nos hace crecer es una fe que debe crecer". Es el tweet del Papa Francisco publicado hoy, 1 de febrero de 2018, en su cuenta @Pontifex.

Esta cita está tomada del discurso que pronunció a los miembros de la Curia Romana el 21 de diciembre de 2017, durante el intercambio tradicional de saludos de fin de año. En conclusión, el Papa declaró: "una fe que no nos pone en crisis es una fe en crisis".

De la misma manera, agregó, "una fe que no crece es una fe que debe crecer; una fe que no nos cuestiona es una fe sobre la cual debemos cuestionarnos a nosotros mismos; una fe que no nos anima es una fe que debe ser animada; una fe que no nos involucra, es una fe que debe estar involucrada".

Para el Papa Francisco, "una única fe intelectual o tibia es solo una proposición de fe, que se puede realizar cuando logra involucrar al corazón, el alma, el espíritu y todo nuestro ser".

 

 

01/02/2018-15:51
Redacción

"Las mujeres ucranianas son heroínas", anunció el Papa Francisco

(ZENIT — 1 feb. 2018).- "Las mujeres ucranianas son heroínas", dijo el Papa Francisco a la comunidad greco-ucraniana el domingo 28 de enero de 2018.

El Papa pronunció un verdadero himno a una mujer ucraniana durante su visita a la Basílica de Santa Sofía en Roma, donde fue recibido por el arzobispo de Kiev, Mons. Sviatoslav Shevchuk.

El Papa Francisco invitó a agradecer a Cristo por la fortaleza de las madres y abuelas ucranianas que "transmitieron la fe con valentía": "Detrás de cada uno de ustedes", dijo, "hay una madre, una abuela que transmitió la fe. Los ucranianos son heroínas, de verdad. ¡Gracias al Señor! "

El domingo, 28 de enero de 2018, el Papa Francisco visitó la comunidad greco-católica ucraniana de la basílica menor de Santa Sofía en Roma. A su llegada, antes de ingresar a la basílica, el Papa dirigió un breve saludo improvisado a los fieles que lo esperaban fuera.

Al final, después de la bendición, el Santo Padre fue a la cripta de Santa Sofía, acompañado por Su Beatitud Shevchuk, donde se recogió en oración ante la tumba del obispo de la Iglesia greco-católica ucraniana Stepan Chmil. Antes de regresar al Vaticano, el Papa quiso saludar y dar de nuevo las gracias a los fieles reunidos fuera de la Basílica.

Publicamos a continuación el discurso que el Papa dirigió a los presentes durante su visita:

 

Discurso del Papa Francisco

Beatitud, querido hermano Svjatoslav,
queridos obispos, sacerdotes, hermanos y hermanas,

Os saludo cordialmente, feliz de estar con vosotros. Os doy las gracias por vuestra acogida y vuestra fidelidad, fidelidad a Dios y al sucesor de Pedro, que a menudo ha sido pagada a un precio muy caro.

Al entrar en este lugar sagrado he tenido la alegría de mirar vuestros rostros, de escuchar vuestros cantos. Si estamos aquí, reunidos en comunión fraterna, debemos también dar gracias por los tantos rostros que ya no vemos, pero que han sido un reflejo de la amorosa mirada de Dios sobre nosotros. Pienso, en particular, en tres figuras: la primera es el cardenal Slipyj, de quien hemos recordado — en el año que acaba de terminar- el 125 aniversario de su nacimiento. Quiso y edificó esta luminosa basílica, para que resplandeciera como un signo profético de libertad en los años en que se impedía el acceso a muchos lugares de culto. Pero, con los sufrimientos padecidos y ofrecidos al Señor, contribuyó a construir otro templo, aún más grande y más hermoso, el edificio de piedras vivas que sois vosotros (véase 1 Pedro 2: 5).

Una segunda figura es la del obispo Chmil, que murió hace cuarenta años y está enterrado aquí: una persona que me ha hizo tanto bien. Es imborrable en mí el recuerdo de cuando, siendo joven, -tenía doce años-, ayudaba a su misa; él me enseñó a servir misa, a leer vuestro alfabeto, a responder a las diversas partes ....De él aprendí, en este servicio en la misa — lo hacía tres veces por semana- la belleza de vuestra liturgia; de sus relatos , el testimonio vivo de cuánta fe se ha probado y forjado en medio de las terribles persecuciones ateas del siglo pasado. Le estoy muy agradecido y a vuestros numerosos "héroes de la fe": aquellos que, como Jesús, sembraron en el camino de la cruz, generando una cosecha fecunda. Porque la verdadera victoria cristiana es siempre en el signo de la cruz, nuestro estandarte de esperanza.

Y la tercera persona que me gustaría recordar es el cardenal Husar. Nos hicieron cardenales el mismo día. Él no solo fue "padre y cabeza" de vuestra Iglesia, sino también guía y hermano mayor de muchos. Usted, querida Beatitud, lo lleva en su corazón, y muchos conservarán para siempre el afecto, la amabilidad, la presencia vigilante y orante hasta el final. Ciego, pero miraba más allá.

Estos testigos del pasado estuvieron abiertos al futuro de Dios y, por lo tanto, dan esperanza al presente. Quizás algunos de vosotros tuvieron la gracia de conocerlos. Cuando cruzáis el umbral de este templo, recordad, traed a la memoria a los padres y madres en la fe, porque son los cimientos que nos sostienen: aquellos que nos han enseñado el Evangelio en vida todavía nos orientan y nos acompañan en el camino. El arzobispo mayor ha hablado de las madres, de las abuelas ucranianas, que transmiten la fe, han transmitido la fe, con valentía; han bautizado a sus hijos, a sus sobrinos, con valentía. Y todavía hoy, [es grande] el bien -y digo esto porque lo sé- el bien que estas mujeres hacen aquí en Roma, en Italia, ocupándose de los niños, o como cuidadoras: transmiten fe a las familias, a veces tibias en la experiencia de fe ... Pero vosotros tenéis una fe valiente. Y me viene en mente la lectura del viernes pasado, cuando Pablo dice a Timoteo: "Tu madre y tu abuela". Detrás de cada uno de vosotros hay una madre, una abuela que ha transmitido la fe. Las mujeres ucranianas son heroicas, de verdad. ¡Demos gracias al Señor!

En el itinerario de vuestra comunidad romana, la referencia estable es esta rectoría. Junto con las comunidades ucranianas greco-católicas de todo el mundo, habéis expresado claramente vuestro programa pastoral con una frase: La parroquia viviente es el lugar de encuentro con el Cristo viviente. Me gustaría hacer hincapié en dos palabras. La primera es encuentro. La Iglesia es encuentro, es el lugar donde curarse de la soledad, donde vencer la tentación de aislarse y cerrarse, donde sacar fuerzas para superar el replegarse en uno mismo . La comunidad es, pues, el lugar donde compartir las alegrías y las dificultades, dónde llevar las cargas del corazón, las insatisfacciones de la vida y la nostalgia de casa. Aquí Dios os espera para hacer que vuestra esperanza sea cada vez más segura, porque cuando se encuentra al Señor todo es atravesado por su esperanza. Os deseo que consigáis siempre aquí el pan para el camino de cada día, el consuelo del corazón, la curación de las heridas. La segunda palabra es viviente. Jesús es el viviente, resucitó y está vivo, y así lo encontramos en la Iglesia, en la Liturgia, en la Palabra. Cada una de sus comunidades, entonces , no puede por menos que tener un aroma de vida. La parroquia no es un museo de recuerdos del pasado o un símbolo de presencia en el territorio, sino el corazón de la misión de la Iglesia, donde recibimos y compartimos nueva vida, esa vida que vence al pecado, a la muerte, a la tristeza, a toda tristeza, y mantiene el corazón joven. Si la fe nace del encuentro y habla a la vida, el tesoro que habéis recibido de vuestros padres estará bien guardado. Sabréis así ofrecer los bienes inestimables de vuestra tradición a las jóvenes generaciones que reciben la fe, especialmente cuando perciben a la Iglesia como cercana y vivaz. Los jóvenes necesitan percibir esto: que la Iglesia no es un museo, que la Iglesia no es un sepulcro, que Dios no es un algo allí ... no; que la Iglesia está viva, que la Iglesia da vida y que Dios es Jesucristo en medio de la Iglesia, es Cristo viviente.

También me gustaría dirigir unas palabras de agradecimiento a las muchas mujeres, — ya he hablado de esto, me repito- que en vuestras comunidades son apóstolas de caridad y de fe. Sois inapreciables y lleváis a muchas familias italianas el anuncio de Dios de la mejor manera cuando, con vuestro servicio, cuidáis a las personas a través de una presencia atenta y no intrusiva. Esto es muy importante: no intrusiva ..., [hecha de] testimonio... Y entonces [dicen]: "Esta mujer es buena ..."; y la fe llega, la fe se transmite. Os invito a considerar vuestro trabajo, agotador y a menudo poco satisfactorio, no solo como un oficio, sino como una misión: sois los puntos de referencia en la vida de tantos ancianos, las hermanas que hacen que no se sientan solos. Lleváis el conforto y la ternura de Dios a aquellos que, en la vida, se disponen a prepararse al encuentro con él. Es un gran ministerio de proximidad y de cercanía, agradable a Dios, por el que os doy las gracias. Y vosotras , que trabajáis como cuidadoras de ancianos, veis que van al más allá, y quizás os olvidéis de ellos , porque viene otro, y otro ... Sí, os acordáis de los nombres... Pero os abrirán la puerta, allá arriba, serán ellos.

Entiendo que, mientras estáis aquí, vuestro corazón palpite por vuestro país, y palpite no solo por afecto, sino también por la angustia, especialmente por el azote de la guerra y por las dificultades económicas. Estoy aquí para deciros que estoy cerca de vosotros: cerca con el corazón, cerca con la oración, cerca cuando celebro la Eucaristía. Allí suplico al Príncipe de la Paz que callen las armas. También le pido que no tengáis que hacer sacrificios enormes para mantener a vuestros seres queridos. Rezo para que en el corazón de cada uno nunca se extinga la esperanza, sino que se renueve el valor para seguir adelante, para recomenzar siempre. Os doy las gracias en nombre de toda la Iglesia, mientras a todos vosotros y a las personas que lleváis en vuestros corazones os doy mi bendición. Y os pido por favor que no os olvidéis de rezar por mí.

Y también me gustaría haceros una confidencia, contaros un secreto. Por la noche, antes de acostarme, y por la mañana, cuando me levanto, siempre "me encuentro con los ucranianos". ¿Por qué? Porque cuando vuestro arzobispo mayor vino a Argentina, cuando lo vi, pensé que era el "monaguillo" de la Iglesia ucraniana: ¡pero era el arzobispo! Hizo un buen trabajo, en Argentina. Nos encontrábamos muy a menudo. Después , un día fue al Sínodo y volvió como arzobispo mayor, para despedirse. El día que se despidió, me regaló un icono bellísimo — así, la mitad [dobla por la mitad las hojas en su mano para mostrar el tamaño]- de la Virgen de la ternura. Y yo la llevé a mi habitación en Buenos Aires, y la saludaba todas las noches, y también por la mañana, una costumbre. Luego me tocó a mí hacer el viaje a Roma y no poder regresar, -¡él pudo regresar, yo no -! -. E hice que me trajeran los tres libros del breviario que no había traído, y las cosas más esenciales, y esa Virgen de la ternura. Y cada noche, antes de acostarme, beso a la Virgen de la ternura que me regaló vuestro arzobispo mayor , y por la mañana también, la saludo. Así puedo decir que empiezo el día y lo acabo "en ucraniano".

Y ahora os invito a rezar a Nuestra Señora y os daré la bendición, que me gustaría compartir con vuestro arzobispo.

"Dios te salve, María ..."

[Bendición]

 

Palabras improvisadas por el Santo Padre

Saludos al llegar, ante la basílica menor de Santa Sofía:

Alabado sea Jesucristo [en ucraniano]

Muchas gracias por la invitación, por vuestra presencia, por vuestra acogida, por vuestra alegría. He venido a rezar con vosotros y a visitaros. Os invito, antes de entrar, a rezar una oración por la paz en Ucrania.

"Dios te salve, María ..."

 

Saludo final a la comunidad ucraniana greco-católica reunida fuera de la basílica de Santa Sofía

Queridos hermanos y hermanas, os agradezco tanto vuestra calurosa bienvenida. Mi corazón está lleno de alegría por este encuentro. Gracias por vuestra perseverancia en la fe. ¡Sed firmes en la fe! Custodiad la fe que habéis recibida de vuestros antepasados ??y transmitidla a vuestros hijos. Es el regalo más hermoso que un pueblo puede dar a sus hijos: la fe, la fe recibida.

El Señor os bendiga. Y rezad por mí [dicen: "¡Sí!"] Pero a favor, ¿o en contra? ... [responden: "¡A favor!"] Seguid rezando por mí. Yo seguiré rezando por vosotros, empezando y terminando la jornada "en ucraniano" frente a la Virgen que me dio el arzobispo [Shevchuk] en Buenos Aires.

Os doy la bendición. Se la pedimos juntos a la Virgen.

"Dios te salve, María ..."

[Bendición]

¡Valor y adelante!

© Librería Editorial Vaticano

 

 

01/02/2018-12:02
Redacción

Venezuela: Los obispos rechazan el adelanto de las elecciones

(ZENIT — 1 febrero 2018).- "En Democracia la primera responsabilidad de todo gobernante es atender las necesidades básicas de la gente", indican los obispos de Venezuela.

Ante la grave situación política y social que atraviesa Venezuela, los obispos de la Conferencia Episcopal Venezolana publicaron un comunicado el 29 de enero de 2018, en el que manifiestan su rechazo al anuncio de la Asamblea Nacional Constituyente de adelantar las elecciones presidenciales, que habitualmente se realizan en diciembre.

Los obispos califican de "despropósito ético y humano, un verdadero crimen que clama al cielo", que en medio de una situación de penuria, hambre, parálisis de servicios, muerte y colapso nacional, se privilegie un espectáculo de distracción y alienación, en condiciones desiguales, contra todo sentido de equidad y servicio a la población.

Asimismo, señalan que "la Asamblea Nacional Constituyente es inconstitucional e ilegítima en su origen y en su desempeño. En vez de limitarse a redactar una nueva Constitución pretende erigirse en un supra poder con funciones ejecutivas y judiciales".

Tras recordar que el pueblo es quien garantiza la soberanía "y no una instancia espúrea", los obispos recuerdan que para eso se necesita "instituciones del Estado que respeten la voluntad del pueblo".

"Lo positivo y lo eficaz es el compromiso, la esperanza y la solidaridad. ¡Despierta y reacciona, es el momento!", los obispos venezolanos concluyen el documento con un mensaje de esperanza, recordando el lema de la visita de san Juan Pablo II al país, en 1996.

A continuación compartimos el comunicado completo.

 

Ante la convocatoria a elecciones presidenciales adelantadas

1. Ante la decisión de la Asamblea Nacional Constituyente -ANC-, y su "imposición" al Consejo Nacional Electoral -CNE- de realizar elecciones presidenciales adelantadas para el primer cuatrienio del año 2018, en comunión con nuestros hermanos Obispos de Venezuela, llamamos a la comunidad nacional a reflexionar serena y seriamente sobre lo que ello significa.

2. En primer lugar, ratificamos lo dicho en la Exhortación Pastoral "Dios consolará a su Pueblo", del pasado 12 de enero 2018: "La Asamblea Nacional Constituyente es inconstitucional e ilegítima en su origen y en su desempeño. En vez de limitarse a redactar una nueva Constitución pretende erigirse en un supra poder con funciones ejecutivas y judiciales" (n.4). Demostración de esto es el mandato dado al CNE por parte de la ANC para que convoque elecciones presidenciales adelantadas, contraviniendo el marco legal vigente.

3. En segundo lugar, estamos ante un hecho de extralimitación y desnaturalización de las funciones de la ANC. Tenemos una Constitución Nacional y unas leyes que estipulan claramente el procedimiento de las elecciones. Sencillamente, se desconocen y omiten estas disposiciones, para legislar según los intereses propios del poder.

4. En tercer lugar, es, además, un despropósito ético y humano, un verdadero crimen que clama al cielo, que en medio de una situación de penuria, hambre, parálisis de servicios, muerte y colapso nacional, se privilegie un espectáculo de distracción y alienación, en condiciones desiguales, contra todo sentido de equidad y servicio a la población. En Democracia la primera responsabilidad de todo gobernante es atender las necesidades básicas de la gente, que por desgracia hoy está obligada a pasar hambre, a no contar con los servicios mínimos indispensables para la vida, en ocasiones hasta morir, y en otras, a emigrar ante la necesidad de sobrevivir.

5. Debemos recordar lo que dice la Constitución Nacional: "La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo..." (Art. 5), por tanto, es el pueblo el que debe asumir "su vocación de ser sujeto social con sus capacidades de realizar iniciativas como, por ejemplo, que la sociedad civil lleve adelante una consulta para señalar el rumbo que quiere dar a la nación como prevé nuestra Carta Magna (Cfr. Art. 71)" (n.6). Es el propio pueblo, y no una instancia espúrea el que sitúe las cosas en su justo lugar.

6. Para ello se necesitan instituciones del Estado que respeten la voluntad del pueblo. El CNE es la institución llamada a velar por las garantías electorales de los ciudadanos, de ahí la necesidad de su reestructuración para que "cumpla con la imparcialidad que le pide la Constitución vigente. Solo así actuará con transparencia y equidad en sus funciones y garantizará el respeto a las decisiones del pueblo" (n.7). Aunado a esto debemos recordar que si realmente vivimos en democracia, la institución electoral —CNE- debe mantener su autonomía y servir al pueblo elector.

7. La dirigencia política debe asumir responsablemente la difícil y real situación: la comunidad internacional ha declarado abiertamente su convicción de que la actuación del gobierno es inaceptable. La dirigencia de los partidos políticos ha sido en muchas circunstancias deficiente e incoherente. Deben abrirse a buscar un consenso con los diferentes sectores de la sociedad, pues una condición imprescindible es el reconocerse y lograr una unidad política que va mucho más allá de las alianzas electorales.

8. La situación y el momento que estamos padeciendo los Venezolanos ante esta crisis global, "requiere de una gran dosis de esperanza junto a acciones concretas que contribuyan a mejorar las condiciones de vida, a dignificar a las personas, y a fortalecer a las familias y comunidades a las que pertenecemos" (n. 9). En ello estamos dispuestos a colaborar para que encontremos el rumbo de una Venezuela fraterna y de todos. "Lo positivo y lo eficaz es el compromiso, la esperanza y la solidaridad. ¡Despierta y reacciona, es el momento!, lema de la segunda visita de san Juan Pablo II a Venezuela (1996), resuena en esta hora aciaga de la vida nacional. Despertar y reaccionar es percatarse de que el poder del pueblo supera cualquier otro poder" (n. 8).

Que el Espíritu nos ilumine y nos dé fuerzas para servir a nuestro pueblo.

Con nuestra bendición.

29 de enero de 2018

Firmado por : José Luis Azuaje Ayala, Obispo de Barinas Presidente de la CEV; Mario Moronta Rodríguez, Obispo de San Cristóbal, 1° Vicepresidente de la CEV; Raúl Biord Castillo, Obispo de La Guaira 2° Vicepresidente de la CEV; José Trinidad Fernández Angulo, Obispo Auxiliar de Caracas, Secretario General de la CEV; Jorge Cardenal Urosa S. Arzobispo de Caracas, Presidente honorario de la CEV.

 

 

01/02/2018-11:27
Isabel Orellana Vilches

San Jean-Théophane Vénard, 2 de febrero

«Théophane aprendió a sublimar lo ordinario para convertirlo en extraordinario. Fue por ello un referente inequívoco para Teresa de Lisieux. Ella vio en el joven una persona sin aparente brillantez que, sin embargo, conquistó la santidad»

Las alas de la indecisión son los miedos. Los santos las cercenan. A la doctora de la infancia espiritual, Teresa de Lisieux, que se había propuesto sobrenaturalizar lo ordinario adentrándose con paso firme en este sendero de la perfección, le impactó sobremanera el gesto valiente de un niño que a sus 9 años tuvo claro que quería ser mártir, determinación que llevó hasta el final. Era Théophane, cuya festividad celebra la Iglesia junto a la de otros santos y beatos en este día de la Presentación del Señor. Y lo que especialmente llamó la atención de la santa al leer su vida, fue que, a diferencia de Luís Gonzaga -cuya trayectoria también conocía-, que había sido un prodigio de virtud, Théophane encarnaba a esa persona que sin brillantez especial alguna, al menos en apariencia, alcanza la santidad. Se sentía identificada con él y quiso emularle partiendo a las misiones. No pudiendo marchar, en su clausura se ofreció por estos misioneros.

Théophane nació en Saint-Loup-sur-Thouet, Francia, el 21 de febrero de 1829. De familia creyente, que le acompañó espiritualmente y apoyó en su vocación, a esa edad en la que los niños hacen de los juegos su principal ocupación, él ya centraba sus ojos escrutadores en todo lo que tuviera que ver con la fe. En particular le conmovían las noticias que los «Anales de la Propagación de la Fe» traían de las misiones, mientras pastoreaba un rebaño junto a su hermana Melania. Su tierna psicología no quedó dañada por los crueles martirios que conocía a través de este medio. Por el contrario, insufló en su ánimo el deseo de derramar su sangre por Cristo: «¡Yo también quiero ir a Tonkín, yo también quiero ser un mártir!». Tras una primera etapa académica, ingresó en el seminario de Montmorillon y prosiguió estudios en el seminario mayor de Poitiers. Luego se incardinó en la Sociedad de Misiones Extranjeras de París con la venia se su obispo y la previa autorización de su padre, que, aún con dolor, no dudó en desprenderse del hijo al que amaba de forma singular, prestándole incondicional apoyo: «Si sientes la llamada de Dios, cosa que no dudo, obedece sin vacilar. ¡Que nada te retenga! ni siquiera la idea de dejar a un padre afligido».

En esa época Théophane había cambiado radicalmente. Cuando era colegial no estaba adornado de un carácter modélico; más bien cedía a la contrariedad fácilmente predominando en ciertos momentos su tendencia a la ira, al tiempo que exhibía alguna forma de rudeza en los gestos. La oscilación que sufría su conducta ponía de manifiesto una falta de madurez, y ello, unido a su facilidad para la réplica, suscitaba la preocupación del profesorado que le reconvenía. Luego, él mismo se percató de la urgencia de su conversión. Se habituó a rezar el rosario completo, hacía oración, se extremaba en la entrega cotidiana, y fue dando pasos hacia la perfección sin apenas darse cuenta.

La muerte de su madre, que se produjo cuando tenía 13 años, lo encontró dispuesto a afrontar con fortaleza esa difícil separación: «Revistámonos del escudo de la fe en esta ocasión; recurramos a la religión, pues ella sola puede consolarnos en nuestras penas... Y creo poder aseguraros que nuestra buena madre está en el cielo». Parecían las palabras de una persona adulta más que de un adolescente. Ello muestra el paso espiritual que había dado. Después, en el seminario se había caracterizado, sobre todo, por su alegría: «Es menester ánimo en la vida». «A pesar de todo: ¡Viva la alegría!».

En el Seminario de Misiones Extranjeras de París le encomendaron la schola, donde disfrutaba del canto gregoriano por el que sentía predilección. Cuando estaba a punto de ser ordenado enfermó. Encomendándose a la Virgen superó un trance que había estado revestido de cierta seriedad, pero dejó su organismo minado para siempre. En 1851 recibió el sacerdocio, y al año siguiente se embarcó a Hong Kong. En 1854 se hallaba en su ansiado destino: Tonkín, lugar que consideraba «el camino más corto para ir al cielo». Antes de llegar ya sabía que su vida corría peligro. Durante seis años desarrolló su misión apostólica en la sombra, en medio de numerosos contratiempos, sin tener una morada fija, y soportando problemas de salud, como un asma persistente que le agotaba. El estudio de la lengua se le hacía cuesta arriba y así lo reconocía, pero sabía que era un instrumento necesario para poder evangelizar. Incluso tradujo dos libros del Nuevo Testamento.

Era una persona realista y valerosa, que dio pruebas de una fortaleza poco común cuando después de ser capturado a finales de noviembre de 1860 quedó apresado en una minúscula y opresiva jaula de bambú. En ella fue conducido a Hanoi donde fue condenado a muerte. Se liberó de tan inhumano encierro cuando fue ajusticiado. Dos largos e intensos meses que le sirvieron para trazar en la historia esas líneas magistrales de la santidad que rubrican la grandeza de un ser humano, contrapunto también a la barbarie de otros congéneres. Lejos de esta esclavitud atrozmente impuesta, cada día conquistaba palmo a palmo esa morada que le aguardaba en la vida eterna. Llevaba a cabo una apasionada labor evangelizadora, y en ella incluía una correspondencia epistolar de gran riqueza. Teresa de Lisieux, al conocerla, dedicó su oración a las misiones.

Gozosamente aguardó su muerte creyendo que un solo golpe certero bastaría para cercenar el último eslabón que le separaba de la gloria, y así lo comunicó por carta a su padre: «Un ligero sablazo separará mi cabeza, como una flor primaveral que coge el dueño del jardín para su agrado». Se equivocó. El 2 de febrero de 1861 después de negarse a pisotear la cruz de Cristo, un guardia beodo tuvo que asestarle nada menos que cinco golpes de espada para consumar la decapitación. Pío X lo beatificó el 2 de mayo de 1909, y Juan Pablo II lo canonizó el 19 de junio de 1988.