Opinión

 

Muerte en la noche

 

 

02/02/2018 | por Rafael Gutiérrez Amaro


 

 

La familia de Rawan, una menor yemení de ocho años la obligó a contraer matrimonio con un hombre de 40 años que la violó en la noche de bodas y le produjo una hemorragia interna que acabó con su vida.

Esta brutal muerte ha levantado la indignación en el país provocando numerosas manifestaciones en las calles. A pesar de la presión social, las autoridades del país no han tomado ninguna medida al respecto y rechazan abrir una investigación.

Este tipo de casos no son excepciones en Yemen, allí las familias más pobres casan a sus hijas cuando todavía son niñas para evitar mantenerlas y, además, obtener una remuneración económica a cambio.

La muerte llama una vez más… ¡Pero no importa!

Una vez, otra y otra. Es un lamento estéril.

La crueldad puede más. La tradición impera. El salvajismo forma parte de las actuaciones de gran parte de estas gentes.

Gentes ignorantes, sin conciencia, sin escrúpulos, sin bondad.

¿Me pregunto? Cómo es posible que esto llegue a suceder:

  • ¿Y los padres? ¿Y las madres? ¿Y las autoridades? ¿Y las organizaciones internacionales?

Nadie se entera. El mundo sigue mudo.

Y de nuevo, la abominable situación se repetirá: una vez y otra…

Y el reguero interminable de sangre inocente continuará.

Y no habrá: culpables, ni asesinos, ni luto, ni llanto, ni dolor…

Sólo el cuerpo destrozado de una bella niña.

De una niña: sin derechos, sin leyes, sin justicia, sin amor…

Y ya, tras el triste, vergonzoso y lamentable sucedido: Una niña sin vida.

¡Pero esa vida……! ¿A quién importa?